Existe un índice general con los artículos que contiene este blog, al que se llegará pulsando el siguiente enlace: https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2023/07/indice-de-articulos.html
Los capítulos se desarrollan en un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer entre líneas, bastará seguir las letras negrillas y las rojas destacadas.
PARA CONSULTAR LAS CITAS, PULSAR EL SIGUIENTE ENLACE: https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2024/06/citas-de-enigmas-del-rio-guadarrama.html
Se recomienda mantener abiertas ambas páginas (este texto y sus citas) con el fin de llegar a ellas fácilmente.
Esta es la CUARTA Parte.
Para leer la Parte Primera, pulsar el siguiente enlace https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2023/12/mantua-carpetana-y-miaccum-enigmas-del.html
Para llegar a la Parte Segunda, pulsar el siguiente enlace: https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2024/02/titulcia-augustobriga-y-sus-caminos.html
Para llegar a la Parte Tercera, pulsar el siguiente enlace: https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2024/03/los-caminos-que-llevaban-roma-cruzando.html
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de lugares donde -a mi juicio- podemos “reducir” la civitas perdida de Augustóbriga. Arriba, la villa santa de Guadalupe, en Cáceres; donde bajo mi hipótesis pudo situarse la ciudad dedicada a Augusto. Al lado, embalse de Valdecañas, que a comienzos de los años sesenta cubrió Talavera la Vieja; una población que Hübner quiso identificar con Augustóbriga y Fidel Fita lo ratificó con un “extraño hallazgo”. Abajo, Vascos de la Jara; ruinas de una fortaleza califal, que anteriormente fue un fuerte romano nacido desde un castro vettón; donde muchos situaron Augustóbriga (hasta que Hübner extendió la idea de su ubicación en Talaverilla, hoy bajo las aguas del Tajo).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, fotografía de las murallas de Vascos de la Jara, en el municipio de Navalmoralejos, próximo a Azután (en Toledo); un punto donde se ha localizado la parada de Augustóbriga desde el siglo XVII. Abajo, el Monasterio de Guadalupe; donde a mi parecer pudo hallarse esta ciudad perdida.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes del embalse de Valdecañas, donde antaño estuvo Talaverilla (más conocida como Talavera la Vieja), identificada desde 1887 con Augustóbriga. Al lado, el edificio rescatado de las aguas, que fue transportado hasta las orillas del pantano. Al parecer, pudo ser parte del foro romano de esa ciudad, que muchos identifican con la de Augusto. Aunque hasta el siglo XIX se había localizado en ella la urbe vettona de Ibora, también llamada Epura, Aibura, ó Ebura (homónima de la Évora del Alentejo). Hay que destacar que un igual nombre daban en tiempos prerromanos a la actual Talavera de la Reina; por lo que ambas terminaron por ser Tal-Ebora (que en árabe significa, “mota de Ébora”). La ciudad antigua de Epura o Aibura (después Talaverilla), a mi juicio, dio el nombre a la zona que en nuestros días conocemos por los Ibores. Una denominación que -personalmente- interpreto unida a la voz “Iberos”, “Iberia”. Abajo, las aguas del río Tajo, en el pantano de Valdecañas, construido a comienzos de los años sesenta, que cubrieron todo resto arqueológico de Talaverilla; de la que tan solo algunas ruinas pudieron rescatarse.
A) INTRODUCCIÓN:
A-1) Las cuatro citas clásicas sobre Augustóbriga:
Desde que hace algunas semanas, publiqué nuestro último capítulo sobre los “Enigmas del río Guadarrama” -tercero de esta serie-. Hemos recibido infinidad de mensajes y misivas, “protestando” porque en ese artículo se afirmaba que la localización de Augustóbriga nunca debía situarse en Talavera la Vieja (como actualmente se admite). Pudiendo corregirse esta reducción, a otros puntos geográficos. Consecuentemente, dábamos como primera posibilidad una hipótesis admitida hasta 1887; que era ubicarla muy cercana a las ruinas de Vascos de la Jara (junto a Navalmoralejo-Azután; provincia de Toledo). Exponiendo, asimismo, una teoría propia; que sería considerar a la famosa urbe vettona dedicada a Augusto, como la antecesora de Guadalupe. Debiendo así encontrarse en las proximidades de Berzocana; pero más concretamente, junto al santuario de esta Virgen Negra, patrona de Extremadura.
Evidentemente, las protestas recibidas han sido muchas y hay quien ha “puesto el grito en el cielo” considerando absurdo que pueda localizarse Augustóbriga, en Guadalupe (famoso lugar sagrado desde tiempos de la Reconquista). Pero, antes de entrar en el análisis, exponiendo con mayor claridad mi teoría guadalupeña; vamos a recoger los datos que tenemos sobre esta civitas que hoy se reduce a Talaverilla (bajo el embalse de Valdecañas). Citas de fuentes clásicas que tan solo nos aportan cuatro menciones de época. Siendo tan solo tres fuentes romanas y una tardo romana; las que nos hablan sobre la ciudad. Menciones que a continuación exponemos, a las que más tarde se sumaron los trabajos de investigadores; desarrollados desde el Renacimiento y que continuaron hasta el siglo XIX. Proponiendo la mayoría que la civitas perdida estuvo en La Jara, próxima a Vascos; hasta que Hübner la redujo a Talavera la Vieja (encontrándose -extrañamente- pocos años después; una inscripción que ratificaba la teoría de Hübner).
1ª- Augustóbriga se menciona por primera vez a mediados del siglo I, en la “Historia Natural” de Plinio el Viejo. Citándola como estipendiaria de Évora y -por lo tanto- perteneciente a la Lusitania; aunque fue considerada una ciudad vettona.
2ª- Ptolomeo unos cien años más tarde (hacia el 150 d.C), la vuelve a recoger en su “Geografía2, como civitas de los vettones. Situándola en una latitud muy cercana a la de Toledo y con una longitud, que la separaría unos 180 kilómetros de la capital manchega. Debiendo ubicarse según esas coordenadas de Ptolomeo: A unos 23 kmts. al Norte + 180 kmts. al Oeste, de Toledo. Lo que situaría Augustóbriga en las proximidades de Plasencia (algo más al sur). Pese a ello, hay que destacar los comunes errores de latitud y longitud existentes en esta “Geografía”, debido a que las mediciones proceden de otras muy antiguas y debieron ser referidas desde los puntos de origen de cada ciudad.
3º- La tercera y más importante referencia clásica a esta urbe, homónima de Augusto; es la que proporciona el Itinerario de Antonino (datado en el siglo III). Que la localiza en su “Ruta XXV”; entre Mérida y Zaragoza, pasando por Toledo y Titulcia. Ubicándola a unas 56 millas romanas de Emérita (o bien a 66, ya que en este punto hay dos versiones) y a 55 millas de Toledo. Debiendo considerarse así que Augustóbriga estaba aproximadamente a 80 (o bien a 96) kilómetros de Mérida y por lo tanto en la zona de Guadalupe. Aunque acerca de la distancia entre Augustóbriga y Toledo fijada, hay un enorme problema; cuando dicta el Itinerario que la ciudad vettona se sitúa a 55 millas de Toletum (unos 85 kilómetros actuales); lo que la posicionaría en la zona de La Jara. Existiendo un error de medida entre ambas capitales; pues entre Mérida y Toledo hay unos 280 kilómetros (siguiendo la ruta más corta). Aproximadamente 190 millas romanas y no 150, tal como refiere el Itinerario; faltando así unas 50 millas en el trayecto descrito por el texto (aprox. 78 kilómetros).
Las paradas que dicta este Itinerario de Antonino en su Ruta XXV fueron interpretadas por mi del siguiente modo:
- Mérida
- Lacipea = Miajadas, a 55 kilómetros (35 millas) MARCA XX M. (error 15 millas)
- Leuciana = Logrosán a 44 kilómetros (28 millas) MARCA XXIIII M. (error 4 millas)
- Augustobriga = Berzocana-Guadalupe a 30 kmts. (20 millas) MARCA XII M.; o bien XXII.
- Toletum = Toledo = Toletum a 85 kilómetros (55 millas) MARCA LV M. (error 50 millas)
- Titulcia = Arroyomolinos-Batres a 40 kilómetros (25 millas) MARCA XXIV (error 1 milla)
Como veremos, no es posible que un lugar esté a 95 kilómetros de Mérida y a 85 de Toledo, ya que la distancia entre ambas capitales -en línea recta y volando- es de 225 kilómetros. Ello, unido a lo que añadiría un camino tortuoso, en el que hay que cruzar puertos y superar ríos; supone un claro error de copia. Un fallo en la distancia descrita entre Mérida y Augustóbriga, o bien entre Augustóbriga y Toledo; pero nunca dos errores, tal como se propone al reducirla en Talavera la Vieja. Pues la ciudad dedicada a Augusto, estaría a unos 85 kilómetros de Toledo, o bien a unos 95 de Mérida. Sin poder ubicarse a 160 kilómetros de Toledo y a 140 de Mérida, que es donde se sitúa Talaverilla (en el embalse de Valdecañas).
Debido a ello, propuse dos soluciones a las 50 millas que faltan en el camino:
- O había un error de transcripción que debía indicar CV millas entre Augustóbriga y Toledo; lo que situaría la primera ciudad, en Guadalupe.
- O el fallo de copista está en la parada anterior, debiendo haber escrito que entre Leuciana y Augustóbriga había LXII millas y no las XXII descritas (o bien las XII que se toman en la segunda versión). Dándose la casualidad de que hay dos versiones sobre este punto del itinerario; una que dicta entre Leuciana y Augustóbriga 12 M.; mientras otra que menciona 22 M.. Podemos deducir que entre ambas paradas se pudo dar el error en las cincuenta millas que faltan. Debiendo haber escrito entre Leuciana y Augustóbriga “LXII millas” y no las “XXII” o las “XII” que recogen (según las versiones). Una distancia, que cruzando San Vicente, nos sitúa en La Jara y en las proximidades de Vascos.
Así pues, bajo mi análisis, el Itinerario de Antonino debe de interpretarse del siguiente modo:
PRIMERA OPCIÓN:
- Mérida
- Lacipea = Miajadas, a 55 kilómetros (35 millas) MARCA XX M. (error -15 millas)
- Leuciana = Logrosán a 44 kilómetros (28 millas) MARCA XXIIII M. (error -4 millas)
- Augustobriga = Guadalupe a 30 kmts. (20 millas) MARCA XXII M. (error -2 millas).
- Toletum = Toledo = Toletum a 165 kilómetros (105 millas) MARCARÍA CV M. (error -4 millas)
SEGUNDA OPCIÓN:
- Mérida
- Lacipea = Miajadas, a 55 kilómetros (35 millas) MARCA XX M. (error -15 millas)
- Leuciana = Logrosán a 44 kilómetros (28 millas) MARCA XXIIII M. (error -4 millas)
- Augustobriga = Vascos a 96 kmts. (62 millas) MARCARÍA LXII M. (error +2 millas).
- Toletum = Toledo = Toletum a 85 kilómetros (55 millas) MARCA LV M. (error 10 millas)
4º- La cuarta referencia clásica, es la aparición de Augustóbriga en el Anónimo de Rávena (que se fecha entre los siglos IV y V d.C.); donde se habla de esta civitas llamándola Augustabria, como mansión en el camino entre Toledo y Mérida. Sin mencionar distancias; pero ubicándola entre Lebura y Lomundo.
De tal modo, las paradas que describe en este camino el texto ravenniese, son las siguientes:
-Toleton (Toledo)
-Lebura (cerca de Puente del Arzobispo)
-Augustabria (admitida como Talavera a Vieja, aunque en mi opinión es Guadalupe o bien Vascos de la Jara)
-Lomundo (Cerca del río Almonte; entre Retamosa y Aldeacentenera).
-Turcalion (Trujillo)
-Rodacis (al sureste de Cáceres, quizás próximo a Ruanes. A mi juicio, Santa Cruz de la Sierra); -Lacipe (Lacipea; que hemos considerado Miajadas)
-Emérita (Mérida)-
Estas que antes hemos recogido, son las fuentes clásicas que nos hablan de la ciudad vettona dedicada a Augusto. Ante lo expuesto, si unimos las cuatro citas históricas existentes; obtendremos la siguiente conclusión: Augustóbriga de los vettones, era estipendiaria de Lusitania. Se situaba casi a la misma Latitud (geográfica) que Toledo y a unos 180 kilómetros, al Este de la capital manchega. Estaba en el camino entre Emérita y Toletum, a unas 56 (o bien 66) millas romanas de Mérida y a 55 M.R. de Toledo. Finalmente, en la ruta que se seguía entre estas dos capitales durante los siglos IV-V de nuestra era; fue llamada Augustabria y se encontraba entre las paradas de Lebura (cerca de Alcaudete de la Jara) y Lomundo (identificada con Aldeacentenera).
SOBRE ESTAS LÍNEAS: Mapa del área comprendida entre Mérida, Toledo y las dos Talaveras; donde hemos marcado diferentes puntos (con distintos colores):
1- Envueltas en un círculo rojo: zonas donde debemos ubicar Augustóbriga. A unos 100 kilómetros de Mérida, camino de Toledo. O bien a unos 85 kilómetros de Toledo, en la ruta hacia Mérida.
2- Con dos líneas azules. La distancia que marca el Itinerario de Antonino, entre Toledo y Mérida con Augustóbriga. Cuando nos dice el texto romano que había 55 millas hasta Toledo; por lo que hemos de buscar la civitas en las proximidades de Navalmoralejo, Villar de Pedroso, Vascos o Alcaudete de la Jara. Aunque a su vez afirma que desde Augustóbriga hasta Émerita Augusta, había dos paradas (Leuciana y Lacipea) y 66 millas; por lo que habríamos de situarla en las inmediaciones de Guadalupe, Logrosán, Berzocana o Cañamero.
3- Con una línea verde, hemos destacado la ruta que marcaba el Anónimo de Rávena; indicando que desde Toledo a Mérida se viajaba realizando las siguientes paradas: Toleton (Toledo) // Lebura (cerca de Alcaudete de la Jara) // Augustabria (admitida como Talavera a Vieja, aunque en mi opinión es Guadalupe o bien Vascos de la Jara) // Lomundo (Cerca del río Almonte; entre Retamosa y Aldeacentenera) // Turcalion (Trujillo) // Rodacis (al sureste de Cáceres, quizás próximo a Ruanes. A mi juicio, Santa Cruz de la Sierra) // Lacipe (Lacipea; que hemos considerado Miajadas) y Emérita (Mérida).
4- En morado, con una línea; el viaje que se debería de hacer, para llegar desde Toledo a Mérida, pasando por Talavera la Vieja y por Talavera de la Reina. Tal como consideran se hacía, quienes identifican Augustóbriga con Talaverilla. Si observamos ese recorrido, frente al de líneas azules; nos daremos cuenta de que esta opción obliga a añadir decenas de kilómetros innecesarios a la ruta. Siendo -a mi juicio- un camino diferente, que unía Toledo con Cáceres y Mérida (para alcanzar la Vía XXIV, denominada hoy “De la Plata”).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: tres imágenes mías, fotografiando las calles y patios de Toledo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos del teatro romano de Mérida; a cuya institución y patronato agradecemos nos permita divulgarlas. El el siguiente capítulo (en preparación), vamos a entrar a comentar las “falsificaciones históricas”; tema que actualmente ha entrado en una vía derrotista que pretende considerar toda recreación o reconstrucción, como “un fake”. Expresión que me cuesta escribir, pues en nuestro idioma se puede expresar perfectamente lo que es falso,como “falsificación”, imitación, copia, réplica, trampantojo, engaño visual o artificio extraño. Aunque no tenemos más remedio que utilizar “fake”, para comprender la ola de ideas posmodernas, asentadas en la aculturación, que nos están colonizando. De tal modo, oiremos decir que este teatro de Mérida y su reconstrucción es “un fake”; cuando simplemente fue un intento de rehabilitar su escena y gradas, para no dejarlas en el suelo. Del mismo modo, se califica como “fakes”, las inscripciones del Renacimiento en lengua latina, imitando losas antiguas; donde se quería rememorar una leyenda o una tradición, milenaria y en muchas ocasiones, de origen romano. Todo lo que supone no entender lo que es verdaderamente una “falsificación”, cuyo sentido pleno reside en engañar y hasta dañar la Historia (de un modo intencionado). Por cuanto las leyendas y los textos apócrifos que deseaban engrandecer el pasado; a mi juicio, no pueden considerarse falsificaciones (hoy “fakes”), sino “imitaciones” o “réplicas”. Lo que sucede con este precioso teatro de Mérida, al que hoy se desvirtúa tildándolo de “falso”; promoviendo -quizás- que sus columnas y piedras vuelvan a ser apiladas, o amontonadas sobre el suelo; dejándolas sin más sentido que el de una excavación y hallazgo en el lugar. En nuestro siguiente capítulo trataremos sobre la posible falsificación de Augustóbriga.
A-2) Las millas “ausentes” en el Itinerario:
Al analizar los caminos que describe el texto antoniniano; para saber la distancia que nos marca entre Mérida y Zaragoza, pasando por Toledo. Habríamos de sumar las millas que recoge en el tramo desde Titulcia hasta Zaragoza en su Ruta XXIV; y añadir las que señala desde Titulcia hasta Mérida (en la Vía XXV). Siendo estos datos esenciales para contrastar cual es el total existente entre Emérita Augusta y Césaraugusta, marcados en cada Vía (de uno y otro punto). Lo que originariamente fueron:
436
1 Titulciam
2 Conplutum m.p. XXX
3 Arriaca m.p. XXII
4 Caesada m.p. XXIIII
5 Segontia m.p. XXIII
437
1 Arcobriga m.p. XXIII
2 Aquae Bilbilitanorum m.p. XVI
3 Bilbili m.p. XXIIII
4 Netobriga m.p. XXI
5 Secontia m.p. XXIIII
CESARAUGUSTA m.p XIV
Es decir:
De Titulcia a Complutum 30 Millas
desde Complutum a Arriaca 22 millas
desde Arriaca a Caesada 24 millas
desde Caesada y Segontia, 23 millas
desde Segontia a Arcóbriga, 23 millas más.
desde Arcóbriga a Aquae Bilbilitanorum 16 millas
desde Aquae Bilbilitanorum hasta Bílbili, 24 millas
desde Bílbilis hasta Netógriga, 21 millas.
desde Netóbriga a Secontia 24 millas
desde Segontia o Secontia hasta Cesaraugusta 14 millas
Ello suma un total de 221 Millas Romanas desde Titulcia a Cearaugusta; lo que traducido a kilómetros serían unos 343. Por lo que situando Titulcia en Arroyomolinos-El Álamo, la distancia hasta Zaragoza es prácticamente exacta.
Ahora vamos a ver lo que nos dice el mismo Itinerario, en su Ruta XXV, cuando marca el viaje desde Mérida a Zaragoza, pasando por Titulcia, y cuyo texto original es el siguiente:
438,
2 Alio itinere ab
3 Emerita Caesarea Augusta m.p. CCCXLVIII, sic
4 Lacipea m.p. XX
5 Leuciana m.p. XXIIII
6 Augustobriga m.p. XII
7 Toletum m.p. LV
8 Titulciam m.p. XXIIII
Lo que traducido sería:
En otro viaje desde Mérida a Zaragoza de 348 millas -540 kilómetros-
-Lacipea m.p. XX (20 millas desde Mérida a Villar de Rena -30 kilómetros-; aunque en mi opinión, Lacipea es Miajadas)
-Leuciana m.p. XXIIII (a Logrosán o Abertura 24 millas 37 kilómetros)
-Augustobriga m.p. XII (a Talavera la Vieja 12 millas -18,5 kilómetros-; aunque en mi opinión Augustobriga es Guadalupe-Berzocana, o bien Vascos)
-Toletum m.p. LV (a Toledo 55 millas -85 kilómetros-)
-Titulciam m.p. XXIIII (a Titulcia 24 millas 37 kilómetros)
Ello supone que las distancias son las siguientes:
De Titulcia a Toledo: 24 millas
Toledo Augustobriga 55 millas
Augustobriga Leuciana 12 o 22 millas
Leuciana Lacipea 24 millas
Lacipea Merida 20 millas
Con un total de 145 millas desde Mérida a Titulcia, pasando por Toledo; el viaje expuesto supone unos 225 kilómetros. Por lo que nos faltarían unos 80 kmts (aprox. 50 millas) para completar la distancia mínima entre Mérida y Toledo -que son cerca de 300 kmts., por los caminos más directos-. Debiendo considerar que hay un error de al menos 50 millas, en la descripción que hace el texto de este tramo, comprendido entre Mérida a Toledo.
Por su parte, si sumamos las 221 millas que la Ruta XXIV anota entre Titulcia y Zaragoza; a las 145 que marca la otra Vía (Nº XXV) como distancia entre Mérida y Titulcia (pasando por Toledo). Obtenemos que el viaje descrito por el Itinerario de Antonino, desde Emérita a Cesaraugusta supondría un total de 366 millas; pese a que lo valora en 348 m.p. con las palabras: “itinere ab Emerita Caesarea Augusta m.p. CCCXLVIII". No encajando exactamente en cuanto el texto romano dicta; ya que sumadas (221+145) son 366; faltando en primer lugar 18 m.p. del total descrito en cabecera (348 m.p.). Pero lo más importante es que actualmente, viajando por las carreteras A-5 (Badajoz-Madrid) y A-2 (Madrid-Barcelona); hay unos 655 kilómetros entre Mérida y Zaragoza. Lo que supone más de 420 millas romanas, todo lo que explica que hay errores de medida en la Ruta XXV; faltando las 50 millas que nosotros aducimos, en el tramo de Emérita a Toletum. Unos 78 kilómetros de “carencia”, que -a mi juicio- debían marcar la distancia entre Augustóbriga y Toledo; dejando esa ciudad perdida en Guadalupe (a CV millas de la capital manchega). O bien faltarían entre Leuciana (Logrosán) y Augustóbriga; lo que situaría esta última civitas en las cercanías de Vascos de la Jara y a LXII millas de Leuciana (unos 100 kilómetros de Logrosán).
Por todo lo expuesto, podemos determinar que en el trayecto XXV del Itinerario de Antonino hay un error de unos 80 kilómetros; faltando por anotar 50 millas romanas: “L m.p,” que se habrían confundido en la copia del texto que nos llegó. Ya que si no añadimos estas cincuenta millas al trayecto entre Mérida y Toledo; son imposibles las distancias que el Itinerario marca entre ambas ciudades. Debiendo tener un total de 171 m.p. (unos 265 kilómetros); en vez de las 121 que señala el Itinerario. Todo lo que se ratifica cuando analizamos lo que dicta el Itinerario, al fijar desde Mérida a Zaragoza 348 millas; aunque sumando las paradas, llegamos a deducir que habría un total de 366 m.p.. Siendo exactas las que describe entre Titulcia y Cesaraugusta, que eran 221 y se corresponden con los 343 kilómetros que separan Arroyomolinos de Zaragoza. El resto que anota, entre Titulcia y Mérida, vuelve a ser imposible; faltando unos 80 kilómetros. Ya que al menos hay 420 m.p. entre la capital aragonesa y la extremeña; habiendo excluido claramente esas 50 millas en el primer trayecto (desde Mérida a Titulcia). Siendo este defecto o falta, el que se observa en la Ruta XXV (Mérida-Toledo). Por lo que si sumamos esas 50 millas (L m.p.) al total descrito, que eran 366; obtendremos un total de 416, lo que supone unos 645 kilómetros y se ajusta bastante a lo que hay entre Emérita y Cesaraugusta (si viajásemos desviándonos por Toledo y de allí a Arroyomolinos). Siendo así, vemos que el Itinerario tiene un error de relevancia, en la Vía ya descrita (Ruta XXV); a mi juicio, en el tramo entre Augustóbriga y Toledo (aunque también pudo estar el fallo de copista, entre Augustóbriga y Leuciana -Logrosán-).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres mapas con las Rutas del Itinerario de Antonino y el lugar donde debemos situar Titulcia. Arriba, vemos como todos los caminos llevaban hasta Titulcia y de allí a Zaragoza.
-Marcada en verde: la vía XXIX conducía desde Emérita a Cesaragusta, pasando por la zona de Almadén; subiendo hasta Titulcia.
-En morado: la Ruta XXX que discurría entre Laminio y Toledo, pasando por Murum y Consuegra. Como veremos, las alternativas de trayecto que se proponen normalmente, tienen numerosos problemas; ya que en unos casos se considera que para ir a Titulcia, hay que cruzar hasta Alcocer o las Lagunas del Ruidera (lo que resulta improbable). Mientras otros, la hacen subir de Ciudad Real, hasta Quijorna; considerando que Vico Cominario estuvo en las inmediaciones del río Alberche, cerca del Guadarrama (variante errónea que he marcado con línea verde clara).
Las Rutas XXIX y XXX; a mi juicio y según las hipótesis más plausibles (la 29 en línea verde y la 30, en morado). De tal modo, vemos que los caminos marchan desde Mérida a Cesaraugusta o de Laminio a Toledo, por las siguientes Mansiones:
-EN VERDE RUTA XXIX: (1) Mérida / (2) Contosolia (Magacela) / (3) Miróbriga (Zarza-Capilla) / (4) Sisalone (Almadén-Almodovar del Campo) / (5) Carcuvium (Carcauel) / (6) Ad Turres (¿Almagro?) / (7) Mariana (localizada en Puebla del Príncipe; a mi juicio Manzanares-Membrilla) / (8) Lamini (Alhambra-Daimiel) / (9) Alces (Alces, o Alcázar de San Juan) / (10) Vico Cuminario (Santa Cruz de Zarza o Esquivias) / (11) Titulcia (Arroyomolinos-El Álamo) y de allí a Cesar Augusta.
-EN MORADO, RUTA XXX: (1) Laminio (Daimiel o bien Alhambra) / (2) Murum (a mi juicio Puerto Lápice, comúnmente Villarta) / (3) Consabro (Consuegra) / (4) Toletum.
-EN AZUL: La Ruta XXV, sobre la que venimos tratando, que iba desde Mérida a Toledo y de allí a Titulcia.
-EN ROJO: La Ruta XXIV; que subía desde Mérida, cubriendo lo que se denomina Vía de la Plata, llegando hasta Toro y de allí bajando por Simancas hacia Segovia. Finalmente, cruzaba Navacerrada para llegar al Guadarrama, donde, desde Titulcia, se encaminaba hasta Zaragoza.
AL LADO: Lugar donde debemos situar Titulcia; en el parque del Río Guadarrama a la altura media entre Navalcarnero, Arroyomolinos, El Álamo y Batres. En la fotografía se marca con una estrella el paso del río Guadarrama; que era lo que abría esta ciudad aún no descubierta, que Dimas Fernández-Galiano ya dijo debíamos situarla en las cercanías de Carranque. Era un eje de caminos, donde se cruzaban las vías que unían el Sur con el Norte y el Este con el Oeste Peninsular; pasando el río Guadarrama.
ABAJO: mapa que he trazado, recogiendo la Ruta XXV en azul. Camino 25, que ya dijimos, presenta un problema, al considerarse generalmente que su tramo de inicio (desde Mérida a Toledo); discurre por donde actualmente transita la A-5. Pasando por Trujillo, y desde allí cruzando Miravete, para llegar a la ciudad de Augustóbriga -que se identifica con Talavera la Vieja; al sur de Navalmoral de la Mata-. Tras ello, se encaminaría a Titulcia, continuando hasta Talavera, desde donde tomaría dirección hacia la capital manchega. Un recorrido absurdo, aunque normalmente admitido para esta Ruta XXV; por lo que hemos estudiado cómo el verdadero trayecto debería cruzar por Guadalupe y desde el Puerto de San Vicente, dirigirse a Toledo, llegando luego a Titulcia.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de lugares próximos a la verdadera situación de Titulcia. Al lado, la torre de Arroyomolinos. Abajo, los campos situados entre El Álamo y Arroyomolinos, por donde cruza el río Guadarrama; zona donde hemos de localizar Titulcia, que fue paso y encrucijada de caminos. Uniendo las rutas de Antonino numeradas como vías: XXX; XXIX; XXIV y XXV.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes más del emplazamiento en que a mi juicio se halla Titulcia (siguiendo a Dimas Fernández-Galiano). Al lado, el castillo de Batres. Abajo, parque del Guadarrama Medio; valle situado entre Batres y el Álamo, donde deberíamos hallar la ciudad de Titulcia.
A-3) La imposibilidad de una Augustóbriga en Talavera la Vieja:
Al finalizar el epígrafe A-1, recogíamos la síntesis de todas las fuentes clásicas donde se mencionaba Agustóbriga; resumida en las siguientes frases nuestras: Augustóbriga de los vettones, era estipendiaria de Lusitania. Se situaba casi a la misma Latitud (geográfica) que Toledo y a unos 180 kilómetros, al Este de la capital manchega. Estaba en el camino entre Emérita y Toletum, a unas 56 (o bien 66) millas romanas de Mérida y a 55 M.R. de Toledo. Finalmente, en la ruta que se seguía entre estas dos capitales durante los siglos IV-V de nuestra era; fue llamada Augustabria y se encontraba entre las paradas de Lebura (cerca de Alcaudete de la Jara) y Lomundo (identificada con Aldeacentenera).
Pudiendo observarse que tan solo una de ellas llevaría a ubicar Augustóbriga en Talaverilla (tal como actualmente se admite). Encajando tan solo la de Plinio el Viejo, que mencionaba la civitas como vettona y estipendiaria de los lusitanos. Pues su localización en la Geografía de Ptolomeo y su mención como parada en el Itinerario de Antonino, dejan a Talavera la Vieja absolutamente fuera de ruta. Debiendo situarse la ciudad perdida, conforme a lo que nos dicen las otras fuentes: A unos 180 kmts. al Oeste de Toletum (según la Geografía de Ptolomeo); y siguiendo el Itinerario de Antonino estaría a 130 (o 115) kilómetros de Mérida y a 85 de Toledo. Distancias que se acercarían a Guadalupe o a Vascos de la Jara; pero nunca a Talavera la Vieja. Teniendo un único problema esta última localización, tal como anteriormente se ha expuesto; debido a que el Itinerario dicta que entre Augustobriga y Toledo había 55 millas (unos 85 kilómetros). Un dato, que unido al anterior sobre Mérida, muestra un claro error de copista en este documento antoniniano. Debido a que -como hemos visto- tan solo sumaría entre Toletum y Emérita un total de 190 kilómetros aprox. (66+55 millas romanas); hecho imposible, geográficamente hablando. Lo que implica una clara “errata” en la copia, debido que entre ambas capitales y sorteando caminos, hay al menos unos 280 kilómetros de distancia (unas 50 millas romanas más). “Extraño” fallo que igualmente se produce cuando el mismo Itinerario, marca la distancia entre Augustóbriga y su anterior parada (Leuciana, que identificamos con Logrosán); existiendo dos versiones. Una que señala “XII Millas Romanas”, mientras otra dicta “XXII M.R.” entre Augustóbriga y esa Leuciana -que se reduce a Logrosán-.
Todo lo señalado, nos aparta de la posible hipótesis admitida, que sitúa Augustóbriga en Talavera la Vieja. Pues esa ciudad, debería estar a medio camino entre Toledo y Mérida y a unos 30 kilómetros de Logrosán (o bien a 85 de Toledo). Además, si seguimos la ruta pasando por la referida Talaverilla (en el embalse de Valdecañas); el viaje se desviaría, añadiendo decenas de kilómetros al recorrido natural. Pues la vía denominada “Camino Real” entre ambas ciudades, cruzaba el Puerto de San Vicente (o bien Puerto Rey), pasando estos montes que separan Toledo de Mérida. Resultando absurdo dirigirse hacia Talavera la Vieja; añadiendo decenas de kilómetros más, a una ruta descrita, donde incluso faltan 50 millas -consultar distancias en cita (1) -. Un tema que complica la localización de Augustóbriga en Talaverilla; haciéndose imposible cuando vemos que el Itinerario de Antonino, la pone a unos 100 kilómetros de Mérida o bien a 85 de Toledo. Hecho que ya hemos destacado y que -evidentemente- implica una errata en el texto; pero no dos. Por lo que esa ciudad homónima de Augusto, o bien estaba a 55 millas de Toletum; o bien se situaba a unas 66 millas romanas de Mérida. De tal modo, bajo la primera hipótesis, Augustóbriga estaría en el entorno de Vascos de la Jara (a unos 90 kmts. de Toledo y camino de Extremadura); tal como determinaba ese gran sabio llamado Antonio Blázquez, en el siglo XIX y principios del XX. Mientras siguiendo la segunda reducción, la ciudad vettona de Augusto, estaría a unos 100 kilómetros de Mérida, que es donde se ubica Guadalupe (lugar en que personalmente pienso que se localiza).
Por último, la mención de Augustóbriga en el Anónimo de Ravena, es la “piedra de toque” de quienes desean mantener la reducción de esta ciudad en Talavera la Vieja. Argumentando que siguiendo el texto ravenniense, entre Toledo y esta ciudad vettona, se situaría la parada de Lebura; mansio que localizan muchos en Talavera de la Reina (identificándola con el nombre de Elbora, que tuvo esa capital toledana). Pasaría desde esta primera Talavera a la de Augustabria, en el embalse de Valdecañas; y luego a Lomundo, que sitúan cerca del río Almonte -algunos en la zona de Jaraicejo, aunque lo más lógico es posicionarlo junto a Aldeacentenera-. La ruta continuaría hacia Turcalion (Trujillo), así citado por el Anónimo de Rávena; para dirigirse finalmente hasta Mérida, cruzando por Rodacis y Lacipea (que consideramos el Puerto de Santa Cruz y Miajadas; respectivamente). Todo un camino que podría estar justificado, como eje de unión entre Toledo y la Ruta de la Plata (Vía XXIV de Antonino). O desde Complutum y Titulcia (Alcalá y Arroyomolinos) hasta Mérida. Resultando impensable que para viajar desde Toledo a Mérida; tomemos primero dirección a Talavera de la Reina, y nos dirijamos luego a Talavera la Vieja, para alcanzar Trujillo, pasando por Jaraicejo (Lomundo, según algunos).
Comprendiendo como única posibilidad, que quienes seguían una ruta así descrita, hubieran de llegar hasta Talaverilla para cruzar el río Tajo. Al ser este uno de los puntos donde se podía atravesar fácilmente el cauce y que hoy se ha convertido en embalse de Valdecañas; donde parece ser hubo un puente romano, conocido más tarde como Puente del Conde (en las riberas de Valdeverdeja). Aunque resulta igualmente imposible, que desde allí, fueran hacia Jaraicejo, debido a que tendrían en ese camino otro paso del Tajo, en la ciudad árabe de Albalat (bajo Belvis de Monroy). Debido a ello, deduzco sobre esta vía; que paraba en las dos Talaveras comunicando Complutum y Toledo con La Ruta de la Plata; pero no Toledo con Mérida (directamente). Que desde Talavera la Vieja, se dirigirían hacia el río Mundo atravesando los Ibores, pasando por cercanías de Deleitosa; para llegar a Aldeacentenera (Lomundo) y más tarde a Trujillo. Ya que para acceder hasta las cercanías de Trujillo, subiendo el escarpado Puerto de Miravete; se ha de cruzar el río Tajo en la antigua ciudad árabe de Albalat (en las cercanías de Almaraz). Siendo este otro trayecto muy diferente al descrito en el Anónimo de Rávena y en el Itinerario de Antonino; donde se contempla el camino entre Toledo y Mérida, cruzando la Jara y el Puerto de San Vicente. Ruta que los historiadores han confundido con esta otra vía que unía Toledo, Titulcia y Complutum con La Via XXIV conocida como “de la Plata” (a la altura de Cáceres o Plasencia/Galisteo -Norba o bien Rusticana-).
Todo el trayecto antes descrito parece normal, si no observamos que entre Toledo y Mérida hemos añadido setenta kilómetros; frente a la ruta que se hacía siguiendo el “camino real” de Guadalupe. Lo que se realizaba, saliendo de Toledo y cruzando el Tajo ya en los puentes de la ciudad; para bajar hasta Alcaudete de la Jara, y más tarde marchar a las cercanías de Villar del Pedroso (junto a Vascos). Dirigiéndonos desde allí al Puerto de San Vicente o de Arrebatacapas; zona montañosa que -sin duda alguna- podía ser un tramo duro; al consistir en decenas de kilómetros de altibajos. Aunque hemos de pensar que los viajes se realizaban preferentemente en los meses de bonanza; entre abril y noviembre. Siendo de destacar que desde mayo a octubre, en Extremadura y Toledo se alcanzan temperaturas de 40º a la sombra. Por lo que -a mi entender- pudo ser un trayecto mucho más llevadero, cruzar el Puerto de San Vicente o el de Arrebatacapas (poblados de sombras, bosques y manantiales), que seguir la ruta por el valle del Tajo.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba y al lado, dos fotos del Tajo a su paso por Toledo, donde podemos ver sus puentes. Tal como decimos, lo lógico para encaminarse hacia Extremadura, partiendo desde la capital toledana; sería cruzar este río por los puentes de salida a la ciudad y tomar vía hacia La Jara (para alcanzar Las Villuercas o Los Ibores). Sin salir por la margen norte del cauce y pasar el Tajo a mitad del camino; en la zona de Talaverilla o después de Talavera de la Reina. Ya que aquellos que necesitaban cruzarlo a la altura de Oropesa o de Valdeverdeja (donde más tarde hizo el puente el arzobispo Tenorio); partían desde otro punto diferente a la capital manchega. De tal modo, Toledo tiene dos puentes orientados al Oeste (el de San Martín y el de Alcántara) y que se dirigen hacia las vías que comunicaban con Extremadura. Debiendo destacarse que tras pasar el de San Martín, nos encontraremos en una llanura que permanece casi sin vacilaciones, siguiendo la vereda del río; llegando hasta El Carpio y La Puebla de Montalbán, sin apenas encontrar una colina. De allí, nos podremos dirigir hacia Alcaudete de la Jara, que es donde comenzará a subir el terreno, camino del Puerto de San Vicente o de Arrebatacapas; pasando entonces por la zona de Vascos y Villar del Pedroso.
ABAJO: otro mapa del área entre Mérida y Toledo, donde he trazado las rutas que se describen en los diferentes Itinerarios y que se consideran caminos entre ambas capitales, por muy distintos arqueólogos.
-En azul: Ruta históricamente denominada Camino Real; que procedía de Lisboa, llegaba a Évora, de allí pasaba a Mérida y desde esta capital, arribaba en Toledo (cruzando San Vicente). Es la que, sin lugar a dudas, menciona el Itinerario de Antonino, numerándola como Vía XXV y en cuya mitad se situaría Augustóbriga.
-En Naranja: Camino que recoge el Anónimo de Ravena, describiendo de un modo inverso parte del que marcaba el texto antoniniano. Dictando que tras salir de Toledo, se paraba en “Elbora” (quizá Alcaudete o bien otro pueblo de La Jara), se llegaba luego a Augustóbriga (Vascos o bien Guadalupe), para ir más tarde a Lomundo (Aldeacentenera) y alcanzar Trucalion (Trujillo). Desde donde se encaminaban hacia Rodacis (Ibahernando o Santa Cruz del Puerto), parando más tarde en Lacipea (Miajadas, Santa Amalia); para alcanzar finalmente Mérida.
-En rojo: Vía que suponen numerosos arqueólogos, era la común para llegar desde Mérida a Toledo; pasando por Trujillo y Deleitosa, siguiendo hasta Talaverilla; desde donde se dirigían a Talavera de la Reina, para ir hasta Toledo. Todo lo que supone añadir casi cien kilómetros al recorrido natural.
-En verde: Otra de las rutas, considerada por numerosos arqueólogos como vía normal para viajar desde Toledo a Mérida. En este caso, pasaría por las dos Talaveras, pero llegaría a Trujillo a través del Puerto de Miravete; para seguir hasta Mérida por Santa Cruz del Puerto y Miajadas. Ni que decir tiene, que esta coincide con la A-5 (o Nacional-5) que une Madrid con Mérida, por lo que actualmente se transita siguiendo ese trazado; pero no se trata de un camino natural entre Toledo y la capital extremeña.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos más, del Tajo a su paso por Toledo; en este caso tomadas desde el Puente de San Martín (que daba salida hacia tierras de Extremadura). Como ya vimos, había dos rutas que llevaban desde esta ciudad hasta Mérida, pasando por Guadalupe. La primera, llamada Real, transitaba por Melque y Montalbán, llegaba a la Puebla de Montalbán y desde allí a Alcaudete, para subir luego a Villar de Pedroso, tomando destino al Puerto de San Vicente o Arrebatacapas (con opción a Puerto Rey para alcanzar La Siberia). La segunda, siguiendo la vereda del Tajo desde Toledo, llegando a Burujón, luego a La Puebla de Montalbán y al Carpio, para encaminarse desde allí a Alcaudete de la Jara y subir hasta Villar del Pedroso, para alcanzar el Puerto de San Vicente o Puerto Real.
Por cuanto decimos, los defensores de la localización de Augustóbriga en Talavera la Vieja, no quieren ni mencionar el Itineario de Antonino; donde se expone claramente que esa ciudad dedicada a Augusto estaba a 55 millas romanas de Toledo, o bien a 66 de Mérida y a medio camino entre ambas capitales. Por su parte, quienes aseveran su reducción en Talaverilla, afirman que el Anónimo de Rávena es una “copia” tardía del texto antoniano -escrita dos siglos después-. Pese a que los caminos que marca el Revenniense no son exactamente los que describe el de Antonino; sino rutas muy similares, pero evolucionadas en el tiempo. Ya que el segundo señala como desde Augustóbriga se llega a Lomundo; por lo que para localizar esa civitas en Talaverilla, han de situar Lomundo junto a Jaraicejo (en el paso del río Almonte). Modo en que se justifica esa ruta, que va desde el embalse de Valdecañas hasta Trujillo, camino de Mérida. Todo ello, siguiendo el trazado de la actual Nacional V (A-5), sin observar que esta es la carretera de Madrid a la capital extremeña; pero no la ruta de Toletum a Emérita. Pues ya hemos comentado repetidamente la existencia de un Camino Real, que comunicaba Lisboa con Toledo (desde tiempos inmemoriales); Vía Real que pasaba por Mérida y Guadalupe, cruzando luego San Vicente o Arrebatacapas (sin paso por las dos Talaveras). Por cuanto, la vía que en este caso propone el Anónimo de Rávena, es un trazado diferente al de Antonino; al tomar una derivación que alcanza Trujillo, para unirse a la Ruta de la Plata (en Norba). Todo lo que se ha reducido modernamente con un camino igual al de la N-V (A-5); que es muy distinto al de Antonino. Pues el trazado antoniniano iba por La Jara y Guadalupe, mientras la otra ruta atravesaban la Carpetania, marchando desde Complutum (Alcalá) a Titulcia (Arroyomolinos-Carranque), para llegar a la de Trujillo, con el fin de unirse a esa otra ruta, hoy conocida como de la Plata. Pasando por Turgalium y de allí a Norba (Cáceres); o bien alcanzando en paralelo la mansio de Rusticana (Galisteo, junto a Plasencia).
Tras lo expuesto, no puede encajar una reducción de Agustóbriga en Talavera la Vieja; si esta civitas se hallaba a medio camino entre Toledo y Mérida. Algo que señala el Itinerario de Antonino, tanto como el texto ravenniense. Resultando imposible que quienes deseaban viajar hasta la capital extremeña, saliendo desde la manchega; se encaminasen por la margen Norte del Tajo, hasta Talavera de la Reina, siguiendo luego hacia Valdecañas, cruzando finalmente Miravete para ir a Trujillo (un puerto con tanta dificultad como el de San Vicente). Debiendo pensarse que ambos textos (el de Rávena y el Antoniniano), marcaban un mismo camino, cruzando por San Vicente o Arrebatacapas. Siendo la única diferencia entre ambas versiones; que el de Antonino marca ir hacia Mérida a través de Logrosán y Miajadas. Mientras en el anónimo ravenniense llega hasta Miajadas, por una ruta más cercana a la de la Plata (alcanzando Trujillo). Un hecho que demostraría tan solo que en el siglo V era Turgalium una de las poblaciones más importantes de Extremadura; mientras en época de Antonino no lo fue tanto y las vías pasaban por la zona de Santa Amalia, Abertura, y Logrosán. Pero en cualquier caso, ambos itinerarios creemos que siguen el Camino Real, por Guadalupe y las cercanías de Vascos de la Jara (pudiendo situarse Agustóbriga en uno de esos dos puntos).
SOBRE ESTAS LÍNEAS: Mapa desarrollado por mí, donde podemos ver la situación de Villar del Pedroso (marcado con un cuadrado rojo) y los diferentes puntos con restos o yacimientos de importancia. A nuestra derecha en el plano y marcado con un 5 (en una estrella), tenemos la alcazaba y ciudad árabe de Vascos; que A. Blázquez propuso como ubicación de Augustóbriga. A continuación, siguiendo las aguas del Tajo, vemos Azután (con una estrella numerada en 4), otro de los puntos de importancia, que asimismo fue una torre vigía en época califal. Siguiendo el río, llegaríamos a Puente del Arzobispo y a Valdeverdeja; en las márgenes norte. Aunque en la parte sur del cauce, frente a estas dos poblaciones, se conservan las ruinas de otras fortalezas árabes, de origen prerromano. Como son la de Castros y Espejel; ambas pertenecientes al municipio de Villar del Pedroso (marcada con estrellas numeradas como 6 y 7). A unos diez kilómetros, río abajo, se elevaba antaño el Puente del Conde, que se supone de origen romano; situado frente a la alcazaba árabe de Alija. Más tarde, siguiendo el Tajo, llegamos a la zona donde aparecen restos de la calzada romana y de otro puente romano, muy pequeño y llamado “del Buho”. Para alcanzar finalmente el punto donde estaba Talavera la Vieja, en la margen Sur del río (hoy bajo el embalse) y junto a Bohonal de Ibor. Bastará pensar en el nombre de aquella comarca, conocida actualmente como Ibores; y del pueblo más cercano a Talaverilla (hoy llamado Bohonal de Ibor). Para entender que la antigua denominación de esta ciudad vettona fue la de Ipora, Eibura o Aipora (Ibora); tal como siempre se recordó. Habiendo sido rebautizada por los árabes como Tal-Ebora (Talavera); lo que confirma que allí estuvo la Aipora vettona. Una localización y denominación que siempre se mantuvo, a lo largo de milenios; hasta el hallazgo de una losa en 1887, momento en que cambiaron su antiguo nombre por el de Augustobriga.
BAJO ESTAS LÍNEAS: Mapa desarrollado por mí, donde podemos ver la situación de Talavera la Vieja, como axis que unía las actuales Trujillo con Talavera de la Reina (de Oeste a Este) y Jarandilla con Guadalupe (de Norte a Sur). Siendo un eje entre la Ruta XXV de Antonino y la Vía del Tiétar; a la vez que suponía el paso entre la Ruta XXIV (de la Plata) a Titulcia (unión de la mayoría de los caminos centrales de la Península). En el plano podemos ver las siguientes rutas:
-En verde: La Ruta XXIV; conocida como De la Plata (en su tramo desde Mérida a Capera).
-En rojo: La del Tiétar, que iba desde Capera, Galisteo y Garrovillas (Ruta de la Plata o Vía XXIV); hasta el río Guadarrama con capital en Titulcia (eje de comunicaciones).
-En Azul: De nuevo, la Ruta XXV que transcurría entre Mérida y Toledo, pasando por Guadalupe.
-En marrón: La que unía la Ruta de la Plata (Vía XXIV), con Titulcia; pasando por Trujillo (Turgalium) llegando a Talavera la Vieja (Aibora) y a Talavera de la Reina (Caesarobriga, Elbora).
-En negro: La Ruta que unía Ávila (Abula) con Toledo (Toletum); pasando el Puerto del Pico, llegando a las actuales Mombeltrán y Arenas de San Pedro; para alcanzar Talavera de la Reina y encaminarse a Toledo, siguiendo la vereda del Tajo.
-En rosa: La Ruta que unía Ávila con Toledo, a través de Cebreros, llegando a San Martín de Valdeiglesias, para alcanzar Escalona y Maqueda, arribando luego a Toletum.
-En azul claro: El tramo de unión entre Toledo y Titulcia, a través del río Guadarrama.
-En naranja: La unión del Castro del Raso (Candeleda el línea del Tiétar) con Guadalupe; a través de Villar del Pedroso, pasando por Oropesa, La Calzada de Oropesa.
-En morado: La ruta de Norte a Sur, que unía Jarandilla con Guadalupe, a través de Talavera la Vieja.
B) Talavera la Vieja entre Guadalupe y Jarandilla; baluarte defensivo en el Tajo:
B-1) El camino entre Jarandilla y Guadalupe; o de Trujillo a Talavera de la Reina:
El problema de la reducción de Augustóbriga al yacimiento actualmente hundido bajo el embalse de Valdecañas; es que desvía absolutamente las rutas y calzadas romanas entre Mérida y Toledo. Por lo demás, la antigua ciudad sita en Talavera la Vieja (fuera Augustóbriga u otra), actuaba como fortaleza al lado Sur del Tajo, cuyos trayectos y comunicaciones eran:
-De Este a Oeste: La vía de Cáceres y Trujillo (Norba y Turgalium) hasta Elbora-Caesarobriga (Talavera de la Reina); con primer destino a Titulcia y Complutum (Arroyomolinos y Alcalá); para culminar en Cesaragusta (Zaragoza). Que en nuestro mapa figura en color MARRÓN.
-De Norte a Sur: El eje desde las actuales Jarandilla a Guadalupe. Uniendo la vía del Tiétar con el Camino Real a Guadalupe. Debiendo destacarse que la del Tiétar, era la ruta que transcurría desde Capara y Rusticana (Capera y Galisteo), hasta el Guadarrama (Mantua Carpetana y Titulcia). Vía que en nuestro mapa hemos coloreado en MORADO. Mientras el Camino Real de Guadalupe, ya vimos que iba desde Toledo a Mérida, atravesando el Puerto de San Vicente. Ruta que vemos en color Azul, en el mismo mapa.
Por todo lo expuesto y tal como podemos observar en los referidos planos (bajo y sobre estos párrafos); queda claro que Talavera la Vieja unía Guadalupe con Jarandilla; y Trujillo con Talavera de la Reina. Sin estar situada a medio camino entre Toledo y Mérida; como pretenden mostrar quienes justifican la reducción de Augustóbriga en el embalse de Valdecañas. Un hecho que se puede comprender debido a la confusión nacida del cambio de trazados que se produjo, tras la elección de Madrid como capital de España (a finales del siglo XVI). Cuando variaron los caminos y ejes peninsulares, pasando a viajarse desde Mérida a La Corte, por la actual A-5; vía que se denominó desde entonces Camino Real de Extremadura. Uniéndose a este nuevo “Camino Real”, un ramal que procedía desde Toledo y arribaba en Talavera de la Reina. Llegando ambas vías, así unidas; hasta Almaraz o bien a Talaverilla, para alcanzar Trujillo y las capitales extremeñas. Todo lo que hizo creer que Talavera la Vieja estaba a mitad de camino, entre Toledo y Mérida; al trazar los arqueólogos del siglo XIX unas rutas que se correspondían con la Nacional 5 y no con la realidad histórica.
Por lo demás, podemos observar el modo en que las dos Talaveras (de la Reina y La Vieja), no solo están en la vía principal de unión entre los carpetanos y los vettones (lusitanos). Sino que se sitúan en el Valle del Tajo (entre Gredos y la Sierra de Guadalupe); llanura que constituye un eje de comunicación entre ambos territorios. Es decir, que aquellas dos ciudades velaban por la guardia y custodia, de una línea muy vulnerable para los vettones. Cuyos dominios comúnmente se escondían tras las montañas del Sistema Central o las de Extremadura; bien protegidas y mejor vigiladas. No siendo este el caso de la vega del Tajo, donde se ubicaban las Talaveras; llamadas Aiburas, Eburas o Eipuras -en su etapa más antigua-. Un nombre, que -a mi juicio- se debía a su situación como entrada al territorio de esa zona “profunda” e Ibera; con una gran antigüedad, dominando esta parte de la península homónima. Un lugar que hoy llamamos Ibores, pleno de restos neolíticos y calcolíticos; donde se suceden los yacimientos de la Edad del Bronce y del Hierro, correspondientes a Tartessios, griegos y romanos. Por todo cuanto decimos, creo personalmente que ese llano sito entre la actual Talavera de la Reina y la hundida Talaverilla; fue en su día un área de defensa y protección del territorio vettón (y por lo tanto, puente de acceso hacia Lusitania, que comenzaba en la franja de los Carpetanos).
Siendo esta una línea de tal importancia, que llegaron a respetarla los romanos, quienes situaron allí la frontera entre el Convento Emeritense y el Tarraconiese (en lo que antes fue la separación entre Lusitania y la Hispania Carthaginensis). Manteniendo esa linde ancestral, donde se conservan aún monumentos memorables como: La Piedra Escrita (de Cenicientos) o los Toros de Guisando (en San Martín de Valdeiglesias). A mi entender, marcando los límites, que -como sabemos- se situaban a uno y otro lado del río Alberche; terminando la Carpetania en el lado Este y comenzando los dominios vettones al Oeste del cauce. Donde aquellas moles pétreas que hoy vemos en Valdeiglesias y en Cenicientos, marcarían -a mi juicio- la franja entre ambas tribus. Una frontera que llegaba de ese modo, hasta la desembocadura del Alberche, en el Tajo. Donde después de unir sus aguas al río mayor, en ese punto actualmente llamado Talavera de la Reina; el Tajo actuaba como frontera entre Carpetanos y Vettones (dejando a los primeros al Norte y a los lusitanos al Sur del cauce -tal como podemos ver en las siguientes imágenes-).
SOBRE ESTAS LÍNEAS: Mapa desarrollado desde los anteriores, con la frontera entre Carpetania y Lusitania Vettona.
EN VERDE, LA FRONTERA ENTRE LOS CARPETANOS Y LOS VETTONES (Lusitanos):
-Desde Cebreros, bajaría la frontera por el río Alberche; llegando a San Martín de Valdeiglesias, para ir hasta Aldea del Fresno, alcanzar Escalona, y llegar hasta Talavera de la Reina (Caesarobriga-Elbura).
-Desde Talavera de la Reina, iría hacia Toledo, bordeando el Tajo; por Cebolla, El Carpio y La Puebla de Montalbán, para arribar a la capital manchega.
Vemos las vías principales, junto a esta frontera; donde destaca la de entrada desde Carpetania a Vettonia; que iba de la actual Talavera de la Reina, a Talavera la Vieja. Que hemos destacado en MARRÓN. Observemos una línea reforzada de color MARRÓN, donde podemos ver la vía principal de acceso desde Carpetania a Lusitania. Se trata del tramo que une las dos Talaveras; inicialmente llamadas Eibura, Evura o Aibora; por lo que nos llegaron como Tal-Ebura (recordemos que el sufijo TAL en árabe significa “alto de ciudad antigua abandonada” -lo que en castellano se dice “motilla”) .
BAJO ESTAS LÍNEAS: Mapa desarrollado desde el anterior, donde podemos ver la situación de Talavera la Vieja, como punto defensivo en el Tajo. En este caso, además de las vías o caminos ancestrales de la zona. Hemos señalado el río marcándolo con una línea NARANJA, desde que parte de Toledo, hasta que confluye en la Ruta de la Plata. Pasando por una linde defensiva, situada en la margen sur del Tajo; que en mi opinión, es de origen vettón y no fue necesariamente usada en época romana. Aunque la heredarían los árabes, quienes volverían a situar una linde de fortalezas en esta orilla izquierda del río, con los siguientes baluartes (muchos de ellos, perdidos o en ruinas):
CON UNA ESTRELLA Y NOMBRE EN ROJO, LAS FORTALEZAS MÁS IMPORTANTES QUE CERRABAN EL TAJO EN ESTA ALTURA (donde era fácilmente franqueable y navegable):
-Vascos (alcazaba y antiguo castro vettón, seguramente también ciudad romana)
-Azután (torre y antiguo castillo)
-Talavera de la Reina (antigua Eibora vettona, luego Caesarobriga, más tarde Elbora visigoda y finalmente Tal-Elbora árabe; hoy Talavera).
-Los Castros (alcazaba, se piensa que su origen estuvo en un castro vettón, “hermano” del que originó la vecina Vascos).
-Espejel (probablemente, castro vettón, reconvertido en torre vigía árabe).
-Alija (pequeña alcazaba árabe, seguramente fundada desde tiempos de los vettones).
-Talavera la Vieja (fundada por los vettones como Eubura, Aibora, o Ebora; era ciudad hermana de Talavera de la Reina -la otra Aibora-. Sería llamada por los árabes Tal-Ebora, al igual que la anterior; así nos llegó como Talavera la Vieja o Talaverilla).
-Al Balat, junto al puente de Belvis de Monroy y cercana a Almaraz (fortaleza y ciudad árabe, que controlaba el paso del Tajo por este punto. Seguramente se estableció sobre otra población anterior vettona y luego romana; que marcaba el paso del río en este lugar, donde era vadeable).
B-2) Villar del Pedroso y la margen sur de río Tajo:
Desde que comenzamos nuestro estudio sobre esa ciudad vettona dedicada a Augusto; nos invadió la duda acerca de su localización en Talavera la Vieja. Debido a que desde los tiempos más remotos, se había situado en Villar del Pedroso. Aunque debemos reconocer que entre la villa del Pedroso y la antigua Talaverilla, no hay más de 31 kilómetros (lo que en la antigüedad sumaría unas 20 millas romanas). Pese a ello, la reducción de Augustóbriga a esta población hundida bajo las aguas de Valdecañas, no solo haría desviar hacia el Norte, las calzadas y vías más importantes entre Mérida y Toledo. Sino, además, presenta problemas debido a su emplazamiento y estructura; pues todo hace ver que fue una fortaleza defensiva del Tajo (en esa zona donde se unía la Carpetania con Lusitania). Sin pertenecer este lugar hoy cubierto por las aguas de Valdecañas, a la línea entre Emérita y Toletum; al ser parte de las calzadas que unían Ávila con Guadalupe, cruzando el Tiétar; y Cáceres con Alcalá de Henares, pasando por Trujillo. Es decir, estando por encima de la zona de viaje donde se situó históricamente Augustóbriga (tratándose además, de un punto defensivo y no un cruce de caminos).
A todo ello, se añade el hecho de que en las cercanías de Talavera la Vieja no hubo un paso milenario del río. Elevándose el “Puente del Conde” a siete kilómetros de distancia de esta población y junto al castillo hispano árabe de Alija (quizás de fundación vettona). Todo lo que complica la reducción de Augustobriga en este punto; ya que aunque se dice que el referido “Puente del Conde” es de origen romano, los siete kilómetros que separan este paso, con Talavera la Vieja, levantan serias dudas de que aquel pueblo hubiera sido una ciudad romana dedicada al cruce de caminos. Menos aun, una Mansio principal, entre Toledo y Mérida; todo lo que hubiera obligado a tener un acceso o vado del río Tajo. De lo que tan solo se sabe, la existencia de un “barco” o barcaza, que lo cruzaba a la altura de esta hundida Talaverilla. Por lo demás, los siguientes puentes ya los encontraremos río arriba; el primero y también derruido, junto a Villar del Pedroso -frente a Valdeverdeja a unos quince kilómetros-. Mientras siguiendo y en dirección a Toledo, veremos el primer paso cierto que hoy se conserva y que fue construido por el famoso Arzobispo Tenorio. Todo ello, en unas orillas fluviales que en su margen sur estuvieron vigiladas por innumerables fortalezas; hoy en ruinas, elevadas desde tiempos ancestrales y reaprovechadas por los árabes. Lo que nos habla más de una línea de fuertes fluviales, que de un eje de comunicaciones y paso, entre capitales de importancia.
Cuanto hemos expuesto nos lleva a pensar en la árabe Tal-Ebura y no tanto en la urbe vettona dedicada a Augusto. Pareciendo a todas luces Talaverilla, una ciudad defensiva que se elevaba en la orilla izquierda del Tajo (junto a otras tantas fortalezas califales, de posible origen vettón -no tanto, romanas-). Pues aquella hipotética Augustóbriga, nunca estuvo en la margen norte del cauce -como muchos dan por hecho-. Sino ocupaba la misma orilla que Alija, Espejel o Los Castros (en Villar del Pedroso). En la línea Sur del río, tal como se situaba el castillo árabe de Azután y la urbe de Vascos (en Navalmoralejo). Todo lo que nos hace ver, que seguramente, Talavera la Vieja fue una antigua oppidum ribereña, amurallada por los vettones. Fundada -en mi opinión- para defender esa vía que unía Lusitania con Carpetania. Ya que, como hemos repetido, la frontera natural entre carpetanos y vettones, estuvo en esta zona y llegaba hasta la actual Talavera de la Reina. Un punto que los lusitanos necesitarían reforzar al máximo, al ser la linde más extrema con las tribus vecinas. Aunque, asimismo, precisaban unir su capital del Norte (Ábula), con esa ciudad principal carpetana, llamada Toledo. En un trayecto que bajaría por el Tiétar, hasta la actual Talavera de la Reina; aunando así Avila con las otras ciudades vettonas; y a su vez, Carpetania con Lusitania. Por cuanto, Talavera de la Reina, debió ser un punto de inflexión y fronterizo de enorme importancia; mientras Talavera la Vieja y todos los baluartes situados al Sur del Tajo, actuarían desde sus comienzos como fortalezas que defendían ese inicio de territorio vettón. Evitando así, las posibles incursiones carpetanas y de otras tribus, ajenas a Lusitania. Abriendo un eje defensivo que más tarde usarían de igual forma los árabes, cuando en tiempos califales y tras la derrota de Simancas, dispusieron allí numerosas alcazabas y torres; para defender el paso desde la Meseta, hacia Extremadura y Andalucía.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, de nuevo, otro mapa mío, con las fronteras entre Carpetania y las tierras vettonas. En este, vemos un “axis” limítrofe, que actuaba como una cuña entre carpetanos y lusitanos; extremo donde se situaba la primera Aibura (ciudad luego llamada Caesaróbriga, más tarde Elbora, conocida por los árabes como Tal-ebora y hoy denominada Talavera de la Reina). En el plano, asimismo, observamos claramente la línea del Alberche, que actúa como franja Norte entre ambas tribus, llegando hasta Cebreros. Mientras el Tajo era la linde Sur, que comenzaba en Talavera y terminaba en Toledo capital. Por su parte, están marcadas las dos ciudades limítrofes carpetanas: Titulcia (junto a Arroyomolinos) y Mantua Carpetana (en Villamanta).
Abajo, un mapa de los conventos y divisiones en la Hispania romana; donde podemos observar los límites de Lusitania con la Carthaginensis. Asimismo, marca la vía entre Mérida y Zaragoza, pasando por Toledo y Titulcia; del modo en que siempre señalamos (cruzando el Puerto de San Vicente). Pudiendo observarse que los caminos y las fronteras interiores de la Hispania romana, fueron heredadas de los pueblos y tribus ibéricas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de “verracos” vettones, situados en las tierras cercanas a Carpetania. Al lado, restos de una de estas esculturas, en Torralba de Oropesa (Toledo). Abajo, los Toros de Guisando, junto a San Martín de Valdeiglesias.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de la Vega del Tajo. Al lado, la Sierra de Gredos a la altura de Oropesa y el valle por donde actualmente transcurre la N-5; lo que antaño fue la calzada que unía Complutium y Titulcia (Alcalá y Arroyomolinos) con Turgalium y Norba (Trujillo y Cáceres). Abajo, el embalse de Valdecañas, lugar donde se halla hundida Talavera la Vieja.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, dibujo mío de La Piedra Escrita, de Cenicientos; monumento situado en los campos de ese pueblo (al límite Oeste de Madrid). Esta gran roca labrada con divinidades romanas, tiene a su lado, un enorme verraco (otra bola de granito) que se considera un altar vettón. A mi juicio, esa Piedra Escrita, fue una marca que señalaba la entrada a tierras carpetanas; limitando los dominios vettones y marcando el camino que bajaba desde Ávila (por Cebreros y San Martín de Valdeiglesias). Situada a unos veinte kilómetros del río Alberche (franja entre ambas tribus); pudo tratarse de un lugar sagrado, donde se celebraban ceremonias para evitar invasiones y llegar a acuerdos. Por otro lado, el monte de Cenicientos -donde se encuentra el altar-, vigila centenares de kilómetros a la redonda; pudiendo actuar como punto geográfico, que se divisaba desde la lejanía. Oteando perfectamente todo Gredos; llegando a observarse desde allí los Montes de Toledo y la Sierra de Guadalupe. Abajo, una foto mía, tomada en las puertas del Museo Provincial de Ávila, observando un verraco (de los muchos que se exponen en esta zona arqueológica de la institución).
Aunque es cierto que Villar del Pedroso y Talavera la Vieja apenas están separadas por unos 30 kilómetros; ese tramo de la margen Sur del Tajo esta pleno de murallas, torres y defensas. Por lo que se puede intuir dónde estaba la parada de la calzada romana que unía Mérida con Toledo. Al resultar evidente que las zonas de tránsito, desde los puertos de Arrebatacapas y de San Vicente (camino hacia la capital de La Mancha) son La Estrella y Villar del Pedroso. Mientras Talavera la Vieja, queda geográficamente esquinada; relevada a un puesto de guardia y custodia del río, sin ser un paso necesario entre vías procedentes del Sur de Extremadura (sino del Oeste). Algo similar, sucede con la fortaleza de Vascos, cuya enorme alcazaba se eleva en una zona que guarda el cruce entre Talavera de la Reina y Toledo. Pero sin estar en un lugar adecuado para considerarlo una “Mansio” romana, debido a su inaccesibilidad. Siendo evidente que Vascos fue creada sobre un castro ibero; quizás llamado Belaiskos (como otros tantos); donde más tarde se elevaría una ciudadela romana, que aprovecharon los árabes. Aunque su situación entre rocas y cortados de ríos, marcaban a Vascos y a Talavera la Vieja, como fortalezas con fines defensivos, sin ser un eje de comunicaciones. Mientras Villar del Pedroso, Estrella y Alcaudete de la Jara, son claramente el paso desde Guadalupe a Toledo o Talavera de la Reina. Por cuanto allí, habríamos de ubicar la localización de Augustóbriga; si la situamos al Este de las Villuercas.
Así pues, hay dos datos de gran importancia, que normalmente no se tienen en cuenta al reducir Augustóbriga en Valdecañas. El primero -ya mencionado- es no observar que Talaverilla se elevaba en el lado sur del cauce; al igual que todas las fortalezas (vettonas, romanas y después islámicas). Pero en segundo lugar, hemos de tener muy en cuenta que por esa zona, el río iba con fuerza y ganando caudal (hasta la creación del embalse, unos sesenta años atrás). Pues, tal como muestra la “Corografía” del Tajo -que a continuación recogemos en grabados-; frente a Talavera la Vieja nunca pudo haber un paso, al ser una zona de rápidos y remolinos. Lugar donde -lógicamente- se afianzaba una ciudad amurallada, llamada Eibura (Tala-ebura); guardando el paso del río en su parte más brava. Mientras los puentes y barcas, estaban en tramos de bonanza o donde se reducía el caudal del Tajo; como sucedía varios kilómetros más arriba, en la bajada desde El Puente del Arzobispo. Ya que después de este punto, existe un desnivel de terreno, con amplios tramos de caída; en la desembocadura el arroyo Pedroso. Zona anterior a Talavera la Vieja donde el río se estrechaba; por lo que estuvo pleno de presas, retenes y molinos. Levantándose allí tres puentes: Uno junto a Valdeverdeja, frente a la alcazaba llamada Los Castros. Otro, que hasta su desplome -hace unos siglos- se llamó “Del Conde” y daba acceso a Alija; también destruido y considerado de origen romano. Finalmente, el del Arzobispo Tenorio, levantado en 1380 y por donde todos cruzábamos el Tajo, hasta la creación del embalse de Valdecañas (tras la apertura del paso por Bohonal de Ibores).
Siendo así, todo deja ver que Talavera la Vieja no se trataba de un paso, sino de un baluarte defensivo que los vettones situaron a lo largo de este río; cuya margen Sur estaba plena de murallas, castros y pertrechos -habida cuenta de que desde Talavera de la Reina, era frontera entre esta tribu y los carpetanos-. Todo cuanto expreso, me llevó a pensar que esta última ciudad, pudo nacer como una urbe fronteriza, que compartiesen ambas tribus. No siendo absurdo considerar que fue carpetovetónica esa otra Eipura -o Aibura-, hoy llamada Talavera de la Reina-. Una ciudad limítrofe y de tránsito entre ambas gens, cuyos territorios terminaban en este lugar donde se hallaba la confluencia del Alberche y el Tajo. Punto dominado por las dos tribus y posiblemente habitado por familias pertenecientes a ambas, mezcladas; tal como sucedía en otras tantas ciudades y fundaciones ibéricas. Donde convivían fenicios y griegos, con la población indígena. Siendo el caso más llamativo el de los Indiketes de Ampurias; quienes cohabitaban junto a los colonizadores, pese a las dificultades de coexistencia entre los distintos pueblos.
SOBRE ESTAS LÍNEAS: mapa donde señalo las fortificaciones existentes en la zona del Tajo, comprendida entre Vascos y Valdeverdeja. Pudiendo verse: Vascos, Azután y las tres áreas de ruinas, en la margen Sur del río, frente a Valdeverdeja y en el término de Villar del Pedroso: Los Castros, La Oliva y La Dehesilla. Más abajo y siguiendo el cauce, nos encontraremos con Espejel y el Puente del Conde; para llegar finalmente al lugar donde estuvo Alija. En esta zona, el río se estrechaba y tenía zonas de caída de terreno; lo que propició la creación de innumerables molinos y presas (que veremos en los grabados de “corografía” a continuación). Asimismo, ese cauce menor, propició la creación de los tres puentes que allí se elevaron: El del Buho; de del Arzobispo y el que hubo cerca de Valdeverdeja, llamado el Puente del Conde (frente a Alija), seguramente de origen islámico, aunque se supone hecho por los romanos.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: A continuación, vamos a reproducir varios grabados de la COROGRAFIA DEL RÍO TAJO. Realizada por Luis Carduchi y Julio Martelli (con la colaboración de Salcedo); entre 1641 y 1644. Publicada en 1829; uno de sus ejemplares se conserva el Archivo Municipal de Toledo (al que agradecemos, nos permita divulgarlo). Arriba y al lado, portada y página inicial, del libro. Abajo, plano del Tajo en su “partida de Toledo”. Contiene ¾ Leguas; lo que supone unos 3,1 kmts. (si consideramos la Legua como 4150 metros)
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado y abajo, grabados con el segundo y tercer tramo del Tajo. Son 1 Legua y ¾ de Legua más. Observemos en los dibujos, las diversas presas y molinos, cercanas a conventos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: grabados con el cuarto y quinto tramo del Tajo. Al lado, el número cuatro que contiene la desembocadura del Guadarrama sobre el cauce mayor, a unos diez kilómetros de la capital. Abajo, la venta de la Portasa, después de que ambos ríos se unan.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: grabados con el sexto y séptimo tramo del Tajo. En este caso, al lado, vemos desde el Molino de la Calaña, hasta el de Torralva. Mientras abajo, sigue hasta la “Hermita” de Santiago. Llegando ya hasta la Puebla de Montalbán.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: grabados con el octavo y noveno tramo del Tajo. En ambos, vemos la llegada del río a La Puebla de Montalbán. Donde señala “molinos y corrientes”.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: grabados con el décimo y undécimo tramo del Tajo. Abajo, vemos la famosa “barca” de El Carpio; que cruzaba el río en este lugar donde las corrientes se amansaban.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos del Tajo a su paso por El Carpio, donde se hallaba la famosa barca.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: grabados con el décimoprimero y décimosegundo tramo del Tajo. Abajo, se contiene la desembocadura del río Alberche, poco antes de Talavera de la Reina.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos del Tajo a su paso por Malpica, poco antes de que desemboque el Alberhe.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: grabados con el décimotercero y décimocuarto tramo del Tajo. Al lado, de nuevo, la desembocadura del río Alberche, donde proliferaban los bajos y las isletas. Abajo, el puente de Talavera de la Reina, famoso por los dividendos que daba su paso de pontazgo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos del Tajo a su paso por Talavera de la Reina.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: grabados con el décimoquinto y décimosexto tramo del Tajo. Al lado, Talavera de la Reina. Abajo, el convento Jerónimo y la llegada del río a Las Herencias, donde recobraba el cauce y desaparecían los bajos. Hoy en día, este lugar es un magnífico “lago” con una isla frente a él, donde proliferan las aves.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos del Tajo a su paso por Las Herencias. Actualmente se trata de una zona pantanosa, con isletas, donde proliferan las aves.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: grabados con el décimoséptimo y décimoctavo tramo del Tajo. Al lado, la llegada a Puente del Arzobispo. Abajo, el tramo desde Puente del Arzobispo, hasta el Puente del Conde. Recoge, Valdeverdeja y La Calzada de Oropesa; aunque no menciona nada sobre las ruinas del otro lado del margen (llamadas El Castro).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos del Tajo a su paso por El puente del Arzobispo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, el arroyo Pedroso en la zona de llegada hacia el Tajo. Donde están las ruinas de El Castro. Abajo, el río Tajo a su paso frente a Valdeverdeja y Villar del Pedroso; junto a la muralla de El Castro.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos del Tajo a su paso por la zona de Villar del Pedroso y Valdeverdeja.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos de Valdeverdeja, la bajada hacia el Tajo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: el décimonoveno tramo del Tajo. Al lado, grabado con la línea que iba desde el Puente del Conde, hasta el Puente de Almaraz. Hemos de destacar que el primero estaba junto a la alcazaba de Alija y Espejel; mientras el segundo se situaba frente a la ciudad árabe de Al-Balat. Sin mencionar a Talavera la Vieja, que debemos situar donde marca “La barca”. Observemos que en este lugar marca “once Correras furiosas”, lo que implica que allí las corrientes eran fuertes y no se podía pasar el río. Algo que nos muestra como esta zona de Talavera la Vieja, no era un tramo usado como cruce del Tajo, sino una zona defensiva; frente a un área con fuertes “chorreras”. Abajo, detalle del mismo grabado, donde hemos marcado la situación de Talavera la Vieja, justo sobre la línea de rápidos del Tajo. Más tarde, río abajo, también se observa una “barca” de paso (que algunos llamaban la barca de Talaverilla).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos del embalse de Valdecañas, bajo cuyas aguas está Talavera la Vieja.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: grabados con el vigésimo y vigésimoprimero tramo del Tajo. Al lado, la unión de este río con el Tiétar y su llegada al puente del Cardenal. Abajo, el Tajo sigue, en su tramo de Monfragüe.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos grabados más de COROGRAFIA DEL RÍO TAJO, realizada por Luis Carduchi y Julio Martelli (con la colaboración de Salcedo); entre 1641 y 1644. Al lado, el paso junto al puente de Alconétar, donde vemos que lo marca como “deshecho”. Abajo, final del Tajo español y el Puente de Alcántara (dibujado con dos torres).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos del Tajo a su paso por Alcántara. Al lado, el puente de Alcántara. Abajo, el cauce del río, actualmente parado por un embalse unos centenares de metros antes de su llegada a este punto.
B-3) Los proyectos de navegación del Tajo y la documentación que nos aportan:
De enorme importancia son los datos que podemos recoger si estudiamos los diferentes intentos por hacer el río Tajo navegable a lo largo de la Historia. Una información que han desarrollado y publicado numerosos investigadores, entre los que destacamos los que a continuación enumero:
- Jose Miguel Lorenzo Arribas, cuyos artículos se resumen en las citas (2a) y (2b) ; intitulados “Una singladura imposible”.
- Miguel Méndez-Cabezas, y sus magníficos blogs donde se estudian repetidamente estos proyectos fluviales de navegación sobre el Tajo. Destacando su entrada EL PRIMER PROYECTO DE NAVEGACIÓN DEL TAJO A SU PASO POR TALAVERA (3a) y (3b) .
- Jesús López Requena y su libro “El proyecto de navegación del Tajo de Carlos Simón Pontero (1753-1757)” (4a) y (4b) .
- Diego Suárez Quevedo y su libro: “Navegación fluvial e ingeniería militar en España, siglos XVI-XVII. De Pérez de Oliva y Antonelli, a Leonardo Torriani y Luis Carduchi" (5)
- Margarita Ana Vázquez Manassero y su libro: Luis Carduchi, de pintor a Catedrático de Matemáticas y Artillería (6) .
- Destacando entre las antes citadas, las obras de Antonio López Gómez. Especialmente la publicada por la Real Academia de la Historia, con el título: “La navegación por el Tajo. El reconocimiento de Carduchi y otros proyectos” (7) .
En los estudios antes citados, se recogen los múltiples intentos que a lo lo largo de la Historia, pretendieron hacer de este río una “autopista” fluvial; comunicando la Meseta peninsular con el Atlántico. Intentando unir, principalmente, Madrid (o Toledo) con Lisboa; en un proyecto que se inició en época de Felipe II, cuando este monarca fue proclamado rey de España y de Portugal (tras el final de la Casa Avis y la desaparición de Sebastián I). Todo lo que describe Jose Miguel Lorenzo Arribas (2a) , narrando que el interés por hacer navegable este río era inmensurable; ya que a mediados del siglo XIX todavía se tardaban cuatro horas en viajar desde Madrid a Aranjuez (en diligencia). Así fue como hacia 1580 se pretende iniciar el plan; siendo “el proyecto más ambicioso de este siglo (...) de Juan Baustista Antonelli, ingeniero de Felipe II. Antonelli, en la década de los ochenta navegará desde el Océano a Aranjuez, remontando luego por el Jarama y Manzanares hasta más allá del puente de Segovia (al pie del Alcázar, actual Palacio Real), hasta llegar a un sitio llamado «molino quemado», donde dio fin a esta hazaña” (2a) . Destacaremos que aquel lugar donde marca el final del viaje es el actual emplazamiento de la ermita de Virgen del Puerto; sita en el Paseo de San Vicente, bajo el Palacio Real. Una “Empresa que contó con el apoyo de personalidades tan ilustres, además de la regia, como la del arquitecto Juan de Herrera, el ingeniero Juanelo Turriano o el historiador Ambrosio de Morales. Esta tentativa será el referente de la posibilidad de esta aspiración durante los tres siglos venideros, fracasada una y otra vez, hasta que en 1829 otro ingeniero, Marco Artu, repita gesta, en un barco significativamente llamado Antonelli” (2a) .
Después del referido intento, iniciado por Felipe II; será su hijo -Felipe III- quien siga con el proyecto, a manos de su valido el Condeduque de Olivares. Que pretendía llegar desde Alcántara hasta La Casa de Campo madrileña, aunque solo logra hacer navegable unos kilómetros al Oeste, desde la frontera con Portugal (entonces en el Tajo). “Felipe IV, retomará la idea mediante los técnicos italianos Carducci y Martelli, que trabajaron animados nuevamente por el poderoso Conde Duque. En este proyecto (1641) los problemas para hacer el camino de sirga desde el lugar de Silos hasta la desembocadura del Tiétar en el Tajo (unas 17 leguas con «peñas muy altas por ambas orillas») justificó planear una «cortadura» o canal de legua y media, para derivar por aquí la navegación hasta dicha desembocadura” (2b) . Recordaremos que la “SIRGA” era el sistema de subir contracorriente los ríos, tirando de una embarcación con un sistema de cuerdas, que solían atar a cabalgaduras (aunque en zonas muy complicadas, se debían conducir, con tracción humana; cuando el terreno era muy irregular e intransitable). Para tal fin, se talaban todos los árboles junto al cauce y se disponía un camino bien organizado; por el que transitaban las bestias, permitiendo remontar el río arrastrando las barcazas con maromas atadas, desde ambas orillas.
“Un siglo después, en 1755, serán los ingenieros José Briz y Pedro Simó y Gil los encargados de reconocer el cauce del río para informar sobre su viabilidad. Llegando a formarse la primera Compañía de Navegación de los ríos Tajo, Guadiela, Manzanares y Jarama, un año más tarde, con cuarenta y dos accionistas. A Carlos IV y su técnico Juan de Villanueva, nombrado en 1786 arquitecto y fontanero mayor de la Villa de Madrid, le corresponderá otra intentona, culminada con la calamitosa demostración de 1795” (...) “Poco después de esta tentativa frustrada, los «cuatro grandes de España» (el marqués de Astorga y los duques de Medinaceli, Infantado y Osuna) presentaron a Carlos IV en 1797 un ambiciosísimo proyecto, tan ilustrado como utópico: la creación de un gran sistema de canales que sirviera tanto para el riego como para favorecer la navegación interior” (2b) . Fue así como a comienzos del siglo XIX crearon la Compañía de Navegación del Tajo, aunque pocos decenios más tarde esta misión y empresa entra en quiebra y se desestiman sus proyectos; tras la aparición del ferrocarril en 1851.
Estos hechos los recoge asimismo Miguel Méndez-Cabeza, quien en sus magníficos blogs estudia La Vera, El Tiétar y La Jara; y explica la historia de la comunicación fluvial por los ríos de la zona. Destacando que “Los gastos para hacer navegable el tramo comprendido entre Talavera la Vieja y Toledo supusieron un total de 433.000 reales y se llevaron a cabo entre los años 1586 y 1588” (3a) . Recogiendo el autor las palabras de Antonelli, donde este ingeniero de Felipe II narra a la Corona como desde Puente del Arzobispo, hasta Toledo, el cauce era perfectamente navegable. Aunque desde este punto donde el arzobispo Tenorio levantó el paso, ya el Tajo se convertía en un desfiladero, cuyos saltos y rápidos hacían imposible su tránsito fluvial. Citando Méndez-Cabeza las siguientes frases de Antonelli: “Seguí mi camino y, pasado dos leguas encima de la dicha Puente ( del Arzobispo), hallé mejor tabla de río, y mejores orillas y mejor navegación hasta Talavera y Toledo; tanto que si no fuera los sotos que embarazaban la girga con estas crecientes que cubrían las presas, era tan buena la navegación como la del Po; y por la benignidad del cielo y fertilidad de la tierra, paréceme que se puede hacer otra Lombardía” (3a) -leamos la voz “girga” como “sirga”-.
Sigue Méndez-Cabeza narrando el plan fluvial, del modo en que continúa un siglo más tarde; “durante el reinado de Felipe IV que, a propuesta de don Luis Bravo de Acuña, solicita a su tía doña Isabel que envíe desde Flandes dos ingenieros para que estudien la viabilidad del proyecto. Los ingenieros Luis Carducci y Julio Martelli inician el reconocimiento del curso fluvial en compañía del licenciado Eugenio Salcedo el 24 de Febrero de 1641. Durante el recorrido se levantan los primeros planos de uno de los proyectos de navegación del Tajo que conocemos” (…) pero “La separación definitiva de Portugal de la corona española restó interés al proyecto que perdía así su aspecto estratégico” (3b) . Describiendo a continuación lo que recoge Carduchi en su estudio del río, sobre el tramo que comprende desde El Puente del Arzobispo, hasta Talavera la Vieja. Del que dice que en su parte primera era un lugar con numerosos molinos y presas, propiedad del Conde de Oropesa. Bajando veloz hacia un puente llamado del Conde; sito en el cauce, frente a Valdeverdeja y que daba paso desde El Berrocalejo. Donde estaba la “chorrera de pizarroso”; comprendiendo esta zona un tramo de saltos y caídas de agua, que eran aprovechados para mover los numerosos molinos levantados en sus orillas. Llegando así el Tajo al Puente del Conde, frente al castillo árabe de Alija; luego se dirigía a Talavera la Vieja; donde los rápidos y zonas de peligro hacían intransitable el cauce (aunque unos kilómetros más abajo existía una barca que permitía cruzarlo).
Por su parte, Jesús López Requena, estudió en profundidad “El proyecto de navegación del Tajo de Carlos Simón Pontero"; llevado a cabo entre 1753 y 1757 (4a) . Ingeniero que creó la “Compañía de navegación del Tajo”, una empresa imposible, “muerta antes de nacer”; pese a que su proyecto y fines eran titánicos. Todo lo que Suárez Quevedo, en sus investigaciones nos define como “ingeniería sobre papel, pues en la práctica sólo se materializó lo mínimo, no obstante lo cual se trata de documentos fundamentales de la cultura artística española bajo la Casa de Austria, que ponen de manifiesto la importantísima labor de los ingenieros a su servicio, todo partiendo del excepcional discurso de Pérez de Oliva en las coordenadas de un hondo humanismo civil. Como contrapunto, la cruda realidad del arte de la guerra” (5) . Destacando asimismo los proyectos para la navegación fluvial de: Pérez de la Oliva (1491-1534); el de Antonelli (1527-1588); el de Leonardo Torriani (1559-1628); y el de Luis Carduchi (nacido a fines del siglo XVI y falleccido en 1657) (5) . Un artista que vino a España como pintor militar y llegó a convertirse en uno de los matemáticos más importantes, asignado al cuerpo de artillería. Pasando finalmente a crear el proyecto de navegación del Tajo (6) .
Finalmente, citaremos la magnífica obra de Antonio López Gómez, editada por la Academia de la Historia -La navegación por el Tajo. El reconocimiento de Carduchi y otros proyectos- (7) . Donde veremos como el Tajo a partir del Puente del Arzobispo y hasta Almaraz, se convertía en un tramo con enormes peligros. Todo lo que explica que esta zona estuviera dedicada a levantar castillos y urbes amuralladas, para la defensa del territorio. Repartiéndose en la zona numerosas fortalezas; castros de origen vettón, refundados por los romanos y aprovechados por los visigodos o por los árabes (quienes elevaron en ese tramo las alcazabas de: Los Castros, Espejel y Alija). Castillos y localidades con fuertes muros, que fueron asimismo aprovechadas por los cristianos; aunque tras la Reconquista, el uso fronterizo de estos puntos de defensa deja de tener sentido (abandonándose la mayoría de ellos, tal como sucedió con la famosa ciudad de Vascos). Lo que deja claro, a mi juicio, que una de aquellas urbes amuralladas vettonas; conocida como Aibora -luego llamada por los árabes Tal-Aibora (la Vieja)- fue un punto de frontera y vigilancia, pero no una gran ciudad de paso. Pues casi ningún camino llevaba hasta esta Talaverilla. Ya que la ruta entre Complutum (Alcalá), Titulcia (Arroyomolinos), Elbora (Talavera de la Reina) y Turgalium (Trujillo); pasando hacia Norba (Cáceres), para alcanzar la de la Plata (Vía XXIV del Itinerario de Antonino). Transcurre por Maqueda, Talavera de la Reina, Oropesa, Navalmoral de la Mata y llega hasta el puente de Al-balat (Almaraz), siguiéndo por Jaraicejo (Puerto de Miravete) o por Deleitosa. Pasando por unas zonas muy alejadas de Talaverilla. Al igual que sucede con el camino que discurría desde Mérida a Toledo; cuyo trayecto iba por Logrosán, Guadalupe y pasaba hasta La Jara (Villar del Pedroso y Vascos). Todo lo que expresamos demuestra que aquella urbe llamada Aibura, y después denominada Talavera la Vieja; no fue un paso entre Mérida y Toledo, ni un lugar de tránsito común. Sino, una de las ciudades defensivas, más importantes del Tajo. Cuya función no era actuar como mansión de calzada, sino la de proteger la entrada hacia la actual zona de La Jara y Los Ibores; donde se refugiaban los vettones.
SOBRE ESTAS LÍNEAS: mapa mío, donde he situado las diferentes comunicaciones, destacando las que llevaban a Titulcia y Toledo. Como vemos en el plano, había dos caminos principales que se dirigían desde Cesaragusta (Zaragoza), Complutium (Alcalá) y Titulcia (Arroyomolinos); hasta la Ruta de la Plata (Vía 24 de Antonino). Uno transcurría por el Valle del Tiétar (carretera de los Pantanos y de Plasencia) y otro seguía la actual A-5 (carretera de Extremadura). Ninguno de ellos pasaba por Talavera la Vieja, sita a unos 18 kilómetros, al Sur de Navalmoral. Tan solo la unión entre Ávila y Guadalupe, necesitaba pasar por Los Ibores; debido a ello, Talaverilla, solo se cita como parada por los viajeros que iban desde este santuario hacia Ávila y por algunos que se trasladaban a Madrid o a Plasencia. Haciendo una parada en esta Talavera la Vieja, después de salir de Guadalupe y para alcanzar las vías de unión con la capital (creada por Felipe II) o con la Ruta de la Plata. Existiendo un paso con barca, en las cercanías de esta localidad o cruzando por el Puente del Conde, que estaba frente a El Berrocalejo.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, mapa donde hemos destacado la situación de Bohonal de Ibor y de Talavera la Vieja; marcando los diferentes baluartes que desde época romana y árabe, cercaban el Tajo. Al lado, portada del libro de Antonio López Gómez, dedicado al proyecto Carduchi y la navegación en el Tajo. Abajo, dibujo que recoge Jesús López Requena en su libro “El proyecto de navegación del Tajo de Carlos Simón Pontero (1753-1757)” (4b) . Publicada como Figura 85, en la “corografía” se contiene el tramo del río que va desde la desembocadura del Guadarrama, hasta la del Alberche (desde Albarreal, a unos diez kilómetros de Toledo, hasta Talavera de la Reina). Nos dice el autor sobre ello “los ríos, barrancos y arroyos que desembocan en el Tajo y Guadiela. Se reflejan con más minuciosidad y se nombran la mayoría. Su desembocadura queda situada con relativa precisión, pero el detalle desaparece conforme nos vamos alejando de ella. Entonces se desdibuja, se simplifica el curso o se omite. Solo aparece trazado en su totalidad el Cuervo (fig. 88), tributario del Guadiela. Paradójicamente, el Guadarrama aparece reflejado de modo somero con menor escrupulosidad que barrancos estacionales adyacentes (fig. 84)” (…) “También aparecen detalladas las barcas. Son, en total, diez y ocho, todas en el Tajo menos una, que se encuentra en el Guadiela. Se dibujan en amarillo con una línea de gruesos puntos que simboliza la maroma que sirve a la barca, esquematizada en su centro. Casi todas ostentan su nombre”.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, mapa de 1951, donde vemos Talavera la Vieja y su situación en el margen Sur del río Tajo. Abajo, fotografía aérea de Talavera la Vieja, antes de que fuera engullida pos las aguas del Embalse de Valdecañas. Se observa un islote central en la zona donde se marcaban los “rápidos”.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, foto de 1950 tomada en Talavera la Vieja; en ella podemos ver las columnas del templo llamado La Cilla, todavía adosadas a un silo del pueblo, mientras sus habitantes y turistas disfrutan de la belleza del entorno. Abajo, grabado anónimo, publicado en Italia en el siglo XVII, representando el “puerto de Madrid”, en el río Manzanares. Es el lugar hoy llamado Virgen del Puerto, junto al Puente de Segovia; bajo el Palacio Real y a la entrada de la Casa de Campo. Hasta este punto se planteó la navegación del Tajo y su afluente el Manzanares, llegando desde Lisboa a Madrid.
C) Viriato: Su Guarida, su ciudad y su tumba (entre el Tajo y el Guadiana):
C-1) El refugio de Viriato:
Para comenzar este apartado, recogeremos en cita (8) lo que nos dice Apiano sobre este caudillo y “pastor” lusitano. Narrando las victoriosas campañas que llevó a cabo desde el año 147 a.C.; hasta una inestable paz que firmará con los romanos en el 140 a.C., y su posterior asesinato. Asimismo, en cita (9) podemos leer el gran estudio que realizó sobre este guerrero, Hans Georg Gundel; trabajo que he recogido prácticamente en su totalidad, con la traducción desde el alemán de J.M. Blázquez (impreso en 1968). Donde Gundel comienza describiendo los orígenes de este héroe legendario ibérico y el significado de su nombre (9a) y (9b) . Exponiendo que Viriato, se traduce en lengua lusitana por Torcuato; atendiendo al hecho de que los torques o collares rígidos, se denominaban "virados" (retorcidos; expresando que estaban doblados). Acerca de esta interpretación de la voz Viriato, relacionada con los torques; creemos que ello quizás expresó en el caudillo lusitano un cargo, más que un nombre (propiamente dicho). Debiendo pensarse -a mi juicio- que Viriato tendría un sentido similar a "coronado"; ya que los reyezuelos iberos no portaban corona, sino estos torques de oro y plata que colgaban de sus cuellos (y muñecas). Luciéndolos con gran honor, principalmente en batalla; con el fin de dar más valor a su persona y a su cabeza; cuya captura o corte, supondría poder obtener tan preciado tesoro. De tal modo, creemos que la voz "Viriato" pudo ser originariamente el nombre que daban los vettones a su rey, portador del gran "torques" (el "virado").
Pasa el estudio de Gunde a narrar como el pastor lideró con el tiempo las sublevaciones de los lusitanos -desde el 147 a.C.-; tras ser nombrado su caudillo y dirigirse hacia el Sur, por la ruta del Guadiana (seguido por más de diez mil correligionarios). Llegando así a tierras de Tartessos -Turdetania-, donde logró derrotar a las legiones en las cercanías de Carteya. Ejércitos venidos de Italia, que sumaban un igual número de soldados, mandados por Vetilio; pretor, que fue ejecutado tras la batalla (9c) . Continuaron desde entonces las victorias de Viriato; conquistando al año siguiente (“talando”) gran parte de la Carpetania. Tierras limítrofes con la Lusitania, que comprendían las actuales provincias de Madrid, Toledo, Guadalajara, parte de Cuenca y Ciudad Real; que habían sido dominadas por las legiones itálicas desde comienzos del siglo II a.C. (poco después de la aparición romana en esa zona central). Llegando a recuperar el famoso “pastor y general”, desde el 146 a.C., una extensa área comprendida entre el Guadiana y el Tajo; que quedó bajo su custodia. Para acometer luego campañas en Segóbriga (Saelices, Cuenca), llegando a alcanzar por entonces Viriato la zona de Soria y las estribaciones del Ebro (9c) .
Más tarde comenzó el caudillo a “talar” y a recorrer nuevamente la Carpetania, por lo que enviaron a Plautio (Plaucio) desde Roma; quien entró en contienda con el luso -al mando de diez mil soldados a pie y mil trescientos ecuestres-. Desde esta ocasión, el general lusitano usó uno de sus ardides militares comunes, consistente en simular su derrota y huida; para hacerse seguir. Así fue como Plautio envió 4000 hombres a perseguirle, creyendo que le había ganado; momento en que los de Viriato emboscaron a las legiones, aniquilando a todos (lo que se supone sucede en las cercanías de Viseo). Salió de este modo victorioso; retirándose el lusitano con quienes le seguían, a su refugio. Un lugar privilegiado, llamado Monte de Afrodita y citado por Apiano (como: ορει Αφροδίτης). Alto, que Schulten identifica como el “monte de Venus”, considerando que fue la Sierra de San Vicente, en Gredos. Aunque en mi opinión, se trata de Peña Amarilla, junto a El Puerto de San Vicente (Cáceres) y no en la Sierra de San Vicente (provincia de Toledo, al norte de Talavera de la Reina). Lo que podemos demostrar porque el texto clásico habla de que Viriato, “cruza el Tajo” y se establece en este Mons Afrodisio, del siguiente modo:
“Después, pasado el Tajo, sentó su campo en un monte plantado de olivos, llamado el monte de Venus. Aquí le alcanzó Plaucio, y con el deseo de resarcir la perdida, vino con él a las manos; pero vencido, tuvo que refugiarse desordenadamente a las ciudades con pérdida de mucha gente, y a la mitad del verano tomar cuarteles de invierno sin atreverse a salir a campaña. De allí en adelante, Viriato corrió por la provincia sin obstáculo, exigiendo de los hacendados un tributo por los frutos pendientes, y al que no se lo pagaba le destruía las mieses.” (8)
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes relacionadas con el refugio de Viriato. Arriba, subida al Puerto de San Vicente; foto tomada después de pasar La Estrella y Villar del Pedroso, donde vemos este monte que separa Toledo de Extremadura. Picos que -a mi juicio- eran la guarida del caudillo lusitano; quien desde la zona podría hacer frente a Roma y tendría cubierta la retaguardia. Debido a que tras la Sierra de Guadalupe y Las Villuercas, se extiende la llanura extremeña. Llegando desde Logrosán, Trujillo y Cáceres, hasta El Alentejo; una Lusitania cuyas capitales fueron Évora y la posterior romana Emérita Augusta. Al lado, un dibujo mío de Adolf Schulten, quien situaba el refugio de Viriato en la Sierra de San Vicente. No sabemos si el ilustre arqueólogo alemán confundió “Sierra de San Vicente” con “Puerto de San Vicente”; donde yo considero estuvo la guarida del general pastor, al ser un lugar óptimo, bien defendido y oculto, donde el caudillo podía resguardarse. Pues la Sierra de San Vicente, se sitúa al norte de Talavera de la Reina, siendo unos pequeños altos, en mitad de la llanura carpetovetónica. Lugar de muy difícil defensa, al estar aislado en medio de un valle (el del Tiétar) y sin protección natural. De forma muy distinta, el Puerto de San Vicente, culmina una escarpada cordillera; donde coinciden las Villuercas, la Sierra de Guadalupe y los Montes de Toledo. Siendo inaccesible, al estar rodeada por los antiguos desfiladeros del río Tajo; cuyo cauce cerca esas elevadas montañas. Sistema que culmina en el valle de Guadalupe, absolutamente escondido; con un clima y condiciones paradisíacas, ideal para el refugio de ejércitos. Abajo, la Sierra de San Vicente y el Puerto de Arrebatacapas; que separan Toledo de Extremadura. Observemos los fértiles valles, perfectamente resguardados por altos y montañas que los circundan.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, fotografía de la localidad Puerto de San Vicente. En la imagen se observa como este alto vigila centenares de millas. Llegando a verse las cercanías de Toledo (a unos cien kilómetros) y las de Talavera de la Reina (a unos sesenta kilómetros). Abajo, monte llamado Peña Amarilla, sito entre el Puerto de San Vicente y Alía (camino de Guadalupe). Esta es una de las cumbres de la Sierra de Guadalupe y -a mi juicio- se trata de un lugar con enorme significado histórico. Pudiendo haberse tratado de una cueva sagrada ibérica; que a mi entender, fuera el santuario y refugio de Viriato. Rematan las cimas de sus montes, dos grutas de enorme interés, cuyas rocas plenas de líquenes y metales, dieron ese color amarillo a sus picos. Desconozco si se han excavado estas cavernas; pero de no haber entrado una comisión de arqueólogos en ellas, propondría una expedición especial. Pues tiene todo el aspecto de que este era el lugar donde Viriato colocaba los estandartes y banderas romanas, que incautaba, tras vencer a las legiones. Siendo un punto escondido, donde los jefes lusitanos podrían reunirse, observando desde la lejanía aquellos símbolos de las victorias, sobre los invasores venidos de Italia.
BAJO ESTAS LÍNEAS: foto de la localidad de Alia, sita entre el Puerto de San Vicente y Guadalupe. Era este paso escarpado, cargado de sinuosos caminos, el cierre del valle de Guadalupe. Sabemos que Alia tiene una larga tradición histórica, que se remonta a los iberos y fenicios. Debió de ser lugar de parada y protección, en la ruta desde Guadalupe a Toledo, cuando se deseaba viajar por San Vicente.
Debido al relato de Apiano (recogido antes de las imágenes), si suponemos que venía victorioso desde Viseo; el general ibérico cruzaría el Tajo por su ribera Norte, pasando al lado Sur, por donde era más vadeable. Bien, a la altura de la Ruta de la Plata (en las cercanías de Garrovillas) o en las de Almaraz (donde se asentó mil años después la ciudad árabe de Al-Balat). Pese a ello, el último dato que nos dan las fuentes clásicas, sitúan al caudillo durante ese tiempo, en tierras carpetanas, realizando razzias. Por lo que aquella derrota que infiere a los soldados de Plautio, cuando le persiguen; debe entenderse que se produjo en un punto de la Carpetania, simulando el lusitano que huía hacia el Tajo. Debido a ello, hemos de pensar en este caso, que los de Plautio le intentaron cercar, partiendo desde las provincias actuales de Madrid y Toledo; atravesando luego Viriato victorioso, el Tajo a la altura de Talavera de la Reina (o del Puente del Arzobispo). Logrando derrotarles más tarde, el las llanuras de La Jara; posiblemente, emboscando a los romanos en las cercanías del Alberche, para luego refugiarse en tierras de la antigua Lusitania (que comenzaban en la actual Talavera de la Reina). Sea como fuere, llegando desde Viseo o viniendo de La Carpetania, el cruce del Tajo que narran las fuentes, fue de Norte a Sur. Llegando así hasta zonas de la actual Extremadura o de La Jara, donde se escondería en su “guarida”. Un refugio que -a mi juicio- estaba junto al Puerto de San Vicente; y posiblemente tuvo un santuario en las famosas y espectaculares cuevas que veremos tras cruzar las montañas (antes de llegar a Alia); llamadas Peña Amarilla. Consecuentemente, citan los textos clásicos, como después de esconderse allí, Viriato se hizo el amo y señor de la zona. Lo que es perfectamente comprensible, ya que aquel lugar de San Vicente, pertenecía a su Lusitania natal. Siendo este momento en el que Floro narra como tras haber derrotado repetidamente a los romanos (en el 146 a.C.), colgó los estandartes y banderas apresadas a las legiones vencidas, en las montañas donde habitaba (9c) y (10) . Símbolos de la victoria que creemos pudo lucir sobre aquella gran montaña hoy conocida con el nombre de Peña Amarilla.
De este modo y ante las continuas derrotas, Roma ve peligrar su dominio en la Península y para acabar con el “general pastor”, al año siguiente envía al hermano de Escipión; llamado Fabio Maximo Emiliano. Pese a ello, Viriato le hace frente en Carpetania llegando a vencerle; tal como igualmente hace con los siguientes cónsules, generales y pretores que mandan desde Italia. El hecho de que las luchas entre el caudillo ibero y las legiones se lleven a cabo en tierras carpetanas (entre las actuales provincias de Madrid y Toledo, en los valles del río Alberche o del Guadarrama). Demuestra que el asentamiento de este lusitano legendario estaba detrás del Tajo; en las zonas actualmente denominadas La Jara y Las Villuercas. Un área perfectamente cercada por el río y protegida por los montes de Toledo y de Guadalupe. Aunque posteriormente deseó hacerse con zonas amplias de la Bética, dirigiéndose hacia el Sur; suponemos que atravesando la actual Extremadura y cruzando por Jaén. Logrando atraer a reyezuelos iberos, para que se sublevasen contra los romanos. Todo lo que le granjeó graves derrotas, pese a lo que tampoco pararon sus escaramuzas y victorias. Hechos de Viriato, sobre los que Apiano narra:
“Informados de esto en Roma, enviaron a la Iberia a Fabio Maximo Emiliano (...) Viriato formado en batalla le andaba provocando de continuo; pero este, como que estaba aun ejercitando sus tropas, rehusaba venir a una batalla campal, y se contentaba con frecuentes escaramuzas por partidas, procurando hacer experiencia de los enemigos e inspirar ardor en los suyos. Siempre que salía al forraje, cubría con gente armada y rodeaba con la caballería a los empleados en este ministerio; lección que había aprendido de su padre Paulo en la guerra de Macedonia. Pero después que pasó el invierno y tuvo ejercitados sus soldados, hizo volver la espalda dos veces a Viriato, no obstante haberse defendido con valor. A dos ciudades de este, a una la saqueó y a otra la puso fuego; y al mismo Viriato, que se había refugiado a una fortaleza llamada Bacor, le persiguió y mató mucha gente, con lo cual se retiro a invernar a Córdoba.” (8)
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes relacionadas con el refugio de Viriato. Arriba, mapa de la zona comprendida entre Cáceres y Madrid, donde vemos marcados los puntos de los que hablamos, entre los que destacamos El Real de San Vicente (Sierra de San Vicente). Sito al norte de Talavera de la Reina, observamos en el plano como estas montañas son un pequeño alto, en mitad de la llanura carpetovettónica. Se encuentra al Sur de Piedralaves y junto San Martín de Valdeiglesias; por lo que no se trata de un lugar protegido. A mi juicio, no pudo ser el refugio de Viriato, que hizo frente a los romanos precisamente en este valle. De tal manera, creo firmemente que la guarida del caudillo lusitano estaba en El Puerto de San Vicente y no en la Sierra de San Vicente. Observemos en el mapa, como Peña Amarilla se halla en un lugar inaccesible y cierra el paso hacia el escondido valle de Guadalupe. Al lado, de nuevo el Puerto de San Vicente; su cumbre queda a junto al camino, cuando se cruza desde Toledo a Extremadura pasando estas montañas.
Abajo, otro mapa realizado por mí, donde exponemos claramente la situación y defensa del refugio de Viriato.
-En el centro de la imagen y marcada con un círculo rosa: El Real de San Vicente, donde -a mi juicio- no pudo estar la guarida del caudillo lusitano.
-En círculos azul, he señalado los puntos de Gredos donde pudo refugiarse “el general pastor”; aunque al ser un Valle, dejaba indefensos estos baluarte. Por su parte, de internarse en lugares más altos y dentro de Gredos, las temperaturas extremas y la dificultad orográfica, hacían inhabitable esas zonas.
-En círculos negros, las localidades sitas en el lado Norte del cauce del Tajo; comprendiendo poblaciones con la importancia de Talavera de la Reina, Oropesa, Navalmoral o Almaraz.
-Señaladas en verde, las poblaciones detrás del Tajo, donde estaba Talavera la Vieja.
JUNTO ESTAS LÍNEAS: El paso por Puerto Rey, camino desde Toledo hasta La Siberia extremeña (zonas bajas del Guadiana).
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, plano mío con las poblaciones de las que hablamos y su situación en la zona sur del cauce del Tajo. En la parte alta, enmarcadas en azul: Talavera la Vieja, Valdeverdeja, Puente del Arzobispo, Vascos de la Jara (Navalmoralejo), Alcaudete de la Jara. Más abajo, enmarcadas en naranja, poblaciones de paso entre los puertos de San Vicente, Puerto Real y Arrebatacapas: Villar del Pedroso, La Estrella, La Nava de Ricomalillo y Carrascalejo. En la zona central, enmarcadas en verde, el paso entre Toledo y Extremadura: Navatrasierra (Arrebatacapas), Puerto de San Vicente, Puerto Rey (camino de la Siberia estremeña). Marcados en rojo: Guadalupe y Peña Amarilla. Monte que identifico con el “Mons Afrodisios”, donde estuvo la guarida de Viriato. Abajo, mapa donde he señalado las campañas del caudillo lusitano, situando su refugio en la Sierra de Guadalupe. En el centro, he marcado con una estrella, su guarida, en Peña Amarilla; y la tumba de Viriato, en Santa Cruz de la Sierra. En Amarillo, vemos los avances y las campañas de los años 147 y 146 a.C. (por Andalucía, Lusitania y etc.). En verde, campañas contra Fabio Máximo Emiliano desde el año 145 y 144 a.C.; con varias derrotas en Andalucía. En naranja las incursiones en Carpetania, en el año 143. En azul, subida hasta el Ebro en los años 143 y 142 a.C..
De tal modo y como narra el texto de Apiano, antes recogido; en el 144 a.C. el “general pastor” tuvo varias derrotas contra los romanos y Fabio Máximo Emiliano logró mermar su deseo de independencia; tras expulsarle de Sierra Morena y vencerle en “Bacor” (Bailkor hoy Bailén). Así es como en el 143 a.C. entra de nuevo en combate contra los romanos, presentando batalla en plena meseta castellano manchega; para luego retirarse a su refugio en el Mons Afrodisios. Lo que demostraría de nuevo que el citado Monte de Venus o de Afrodita, estaba en el lado Sur del Tajo y fuera del alcance de tropas asentadas en la Carpetania (donde se supone que lucha también este año). Un hecho que dejaría claro como la guarida de Viriato no podemos situarla en la Sierra de San Vicente, sino en el Puerto de San Vicente; “detrás” del Tajo, en tierras vettonas y en su Lusitania natal. Por lo tanto, muy cerca de Guadalupe y en un lugar inaccesible, cerrado por los Montes de Toledo y Las Villuercas; cercado por caminos de enorme sinuosidad, sobre valles que se vigilaban desde estos montes (cuyas vistas alcanzan centenares de kilómetros a la redonda). Un punto desde el cual el caudillo siguió hostigando y venciendo de forma parcial a las tropas romanas; contra las que preparaba incursiones puntuales, llegando el año siguiente hasta Bastetania (Granada) y Sagunto (Valencia).
Así trascurrieron los días, sin poder vencer las legiones al general lusitano, ni conquistar su famosa guarida del Monte de Afrodita. Llegándose al 141 a.C., cuando los ataques de aquellos insurrectos, impulsados por Viriato, se produjeron por toda la Turdetania (Andalucía). Aunque la respuesta de los romanos, no dejó de ser menor; pues cuando reconquistaban las ciudades del Sur, que habían caído en manos del mandatario ibero, castigaban de un modo terrible a sus habitantes. Momento en que el “general pastor” decide firmar una paz; en una situación que Apiano narra del siguiente modo:
“Aquí Viriato, lejos de ensoberbecerse con tan buena fortuna, le pareció podía terminar la guerra con ventaja, y hacer una especial gracia a los romanos; y así ajustó un tratado, que ratificado después por el procónsul romano, `declaraba a Viriato por amigo, y concedía a los suyos las tierras que poseían´. De este modo parecía haberse acabado y terminado amigablemente la guerra de Viriato, la mas ruinosa que habían tenido los romanos.” (8)
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de Viseo; población que en Portugal se considera la “cuna de Viriato”. Arriba, su seo y plaza principal. Al lado, señal de carretera que marca Cabañas de Viriato, donde los portugueses consideran que nació el caudillo lusitano. Abajo, los cimientos de la catedral de Viseo, que nace desde unas peñas, cuyo aspecto es el de un castro vetttón.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, de nuevo, las calles de Viseo, con rocas que le dan aspecto de haberse originado en un castro lusitano. Abajo, la localidad llamada Cuevas de Viriato, en Portugal.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, monumento a Viriato en Zamora capital; otro de los lugares que se tienen como la cuna del héroe legendario. Abajo, vista de Guijo de Santa Bárbara, tomada desde Jarandilla. En esta localidad de La Vera, junto al Valle del Tiétar, también se dice que nació Viriato. Considerándose que en ese “guijo” pudo refugiarse o venir al Mundo el famoso “general pastor”.
Pero la vida de este noble guerrero, tendría un miserable fin (por todos conocido); cuando él mismo envía a los sus tres capitanes de mayor confianza, para que tratasen con Roma los acuerdos de esa paz. Mandando a los tres famosos traidores, que urdieron un pacto con los latinos; para asesinarle mientras dormía. Lo que describe Apiano de esta forma:
“Viriato envío a Áudax, Ditálcon y Minuro, sus más fieles amigos, para tratar de concierto con Caepión pero estos, corrompidos por el romano con grandes dones y magníficas promesas, le prometieron quitarle la vida. En efecto, lo ejecutaron de este modo. Era Viriato de poquísimo dormir, a causa de los muchos cuidados y trabajos; descansaba frecuentemente armado para estar más pronto al primer aviso, y por lo mismo sus amigos tenían franca la entrada aun por la noche. Con esta costumbre, Áudax y sus cómplices, como que ocurría una cosa grave, entraron en su tienda cuando estaba al primer sueño, y le atravesaron la garganta, la única parte del cuerpo que tenía desarmada. Luego sin que nadie lo sintiese, por estar la herida en tan buena parte, marcharon a Capión y le pidieron el premio. Este les concedió por el pronto la libre posesión de lo que antes tenían; pero por lo que hace a las promesas los remitió a Roma. Venido el día, los criados de Viriato y el demás ejercito, en el entender de que dormía su general, extrañaron una cosa tan poco acostumbrada, hasta que algunos supieron que yacía muerto con sus armas. Al instante todo fue lloros y lamentos en el campo, doliéndose todos de su muerte, temiendo cada uno por su salud, y presentándoles los peligros en que se hallaban con la falta de tan gran capitán; pero lo que más les afligía era no encontrar los agresores”. (8)
Por cuanto hemos expresado, en mi opinión, la Guarida de Viriato estuvo en Peña Amarilla; entre Alia y el Puerto de San Vicente. Del mismo modo, creo personalmente que la “ciudad refugio” del general lusitano, fue la actual Guadalupe. Un famoso valle escondido entre montañas inexpugnables, con un clima paradisíaco: rico en agua, pleno de olivos, famoso por su apicultura y óptimo para la ganadería (en especial en la cría de caprino, ovino y porcino). Todo lo que explicaría que aquella zona de Las Villuercas, haya sido siempre considerada como la “tierra de Viriato”; un lugar en cuyo horizonte vemos el Monte de Santa Cruz (Santa Cruz del Puerto), que legendariamente se cree la tumba de Viriato.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de Las Villuercas y el Valle de Guadalupe; donde observamos su situación recóndita y privilegiada. Rodeada de montañas escarpadas, con sus cimas calizas; capaces de recoger el agua del invierno y repartirlas en los meses estivales. Oculta entre tres sierras: Los Ibores-Villuercas, la de Guadalupe y los Montes de Toledo. Es famoso el lugar por su riqueza forestal y su clima templado; permitiendo subir a los altos de montañas durante el verano, cuando el calor se hace fuerte -desde junio a septiembre-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, Guadalupe y su valle recóndito. Abajo, los Ibores y sus montes cargados de riqueza.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, Guadalupe, escondida entre montañas; a mi juicio fue la ciudad de Viriato. Abajo, vista al llegar a Guadalupe, en el camino desde Arrebatacapas y Los Ibores. En este punto desde el que hemos tomado la imagen, se alza la famosa ermita del Humilladero, donde los peregrinos depositaban sus votos.
C-2) Guadalupe, la ciudad de Viriato. Santa Cruz de La Sierra, la tumba de Viriato:
Después de lo expuesto en el epígrafe anterior, parece indiscutible que la Guarida de Viriato estuvo en las estribaciones de los Montes de Toledo, allí donde se unen con las Villuercas. Más concretamente, en los pasos hoy llamados Puerto de San Vicente y de Arrebatacapas; desde donde se podía vigilar toda la meseta carpetana (castellano-manchega). Un lugar con un clima templado en invierno, que permite refugiarse en esas cumbres durante el verano. Pero principalmente, muy rico en agua y óptimo para la ganadería. Lo que convierte a esa zona en un paraíso, donde basta subir a las montañas durante los meses de estío, y bajar a los valles en invierno; para tener todo cuanto se precisaba y vivir sin penalidades. Con un microclima similar al que mantienen las laderas meridionales de Gredos; hoy conocidas como Valle del Tiétar y de La Vera. Aunque el problema de este otro área (al Norte de Toledo y al Sur de Ávila), es que se halla muy abierta y desprotegida. Sin tener defensas El Tiétar ni La Vera, frente a las posibles incursiones adentradas por esa gran llanura que recorren sus pequeños afluentes (El Alberche, el Guadarrama o el Tiétar -entre otros). Por cuanto se sabe que aquellas tierras, llamadas Carpetania, fueron muy pronto conquistadas por los romanos. Mientras las que se encontraban al sur del Tajo, se hallaban cercadas por los desfiladeros y el gran cauce de este río; suponiendo una muralla de agua, tras la que se elevaban los montes de La Jara, Los Ibores y Las Villuercas -lo que hemos podido ver, en mapas anteriores- . Siendo así esas tierras tras el Tajo, fueron un desfiladero por el cual resultaba antaño imposible adentrarse; hecho que actualmente no se aprecia, debido a las diferentes presas que han ido construyendo en su cauce (principalmente la de Valdecañas y la de Almaraz).
Sea como fuere, parece inevitable pensar que la verdadera tierra de Viriato fue esta que circunda a Guadalupe, entre cuyos nombres destaca la de Ibores. Una denominación que -a mi juicio- significa “los iberos”; nominando una de las zonas más ibéricas de la Península. Area vettona y lusitana, cuyas capitales eran la actual Evora (del Alentejo ) y las antiguas Eibura o Aipura (de la Jara y de Toledo). Después conocidas como Tal-Ebura de la Reina y Tal-Ebura la Vieja. Esta última, desaparecida bajo el embalse de Valdecañas; donde muchos se afanan en localizar Augustobriga. Una ciudad ibero-romana que hasta la “nueva idea” importada por Hübner a fines del siglo XIX; siempre se situó en el camino entre Guadalupe y Toledo (más concretamente en Vascos de la Jara o bien en Villar del Pedroso). Lugar donde muchos teóricos la redujeron, y donde siguen ubicándola otros tantos a día de hoy. Habida cuenta su “sospechosa” identificación con Talavera la Vieja, debido al “curioso” hallazgo de una losa inscrita con el nombre de Augustóbriga, que -increíblemente- el juez de Navalmoral de la Mata encontró en esta población. Hallazgo que se produce pocos años después de que Hübner afirmase como se situaba allí la ciudad perdida, dedicada a Augusto. Hechos que en 1887 ratificó ante la Real Academia de la Historia D. Fidel Fita (el íntimo amigo de Hübner); por cuanto a muchos no nos convence la reducción de Augustóbriga en esa Talaverilla, hoy bajo las aguas de Valdecañas. Todo lo que trataremos más a fondo en un segundo capítulo, dedicado a la parte arqueológica de este enigma de Augustóbriga.
Por cuanto decimos, esta zona paradisíaca que hoy se conoce como La Jara-Villuercas-Ibores; fue desde los comienzos de la Historia un punto de inigualable importancia. Todo lo que podemos ver en su infinidad de restos arqueológicos, que datan desde el paleolítico, hasta época de los árabes. Destacando los distintos megalitos que se asientan en puntos como La Estrella o Azután; o el descubrimiento de importantísimos tesoros, como son los Torques de Berzocana. Dos collares de oro que deben fecharse hacia el 1200 a.C. (fines del Bronce), hallados en 1961 en esta población tan cercana a Guadalupe; que aparecieron dentro de una “cazoleta” hecha en bronce, de origen y tipología cretochipriota. Lo que nos habla de contactos con el oriente mediterráneo ya en el Bronce Bajo. Todo lo que se explicaría por el acceso hasta el lugar, desde tierras del Atlántico; a través de las cuencas del Guadiana y del Tajo. Pero asimismo, de la riqueza en metales de la zona; donde hasta no hace mucho se explotaban minas de oro, de cobre y de estaño. Entre las que se recuerdan los yacimientos de Logrosán, los de Buenasbodas y la Nava de Ricomalillo. Unos hechos que harían de La Jara-Villuercas-Ibores, no solo un lugar protegido y paradisíaco; sino un área de enorme interés para quienes llegaban hasta nuestras tierras en la Edad del Bronce, en busca de metales. Colonos que más tarde traerían a los tartessios; cuyos restos también han aparecido en la zona, con hallazgos en Talavera la Vieja, Las Herencias y El Carpio (entre otros). Debiendo mencionarse la proximidad del lugar a yacimientos como el del Turuñuelo o Cancho Roano.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba y al lado, imágenes tomadas en el Centro de Interpretación, museo de Berzocana (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Esta localidad, muy próxima a Guadalupe, fue refugio de mozárabes en época de dominación islámica. Tanto es así, que en su iglesia de San Juan Bautista, se conservaron los restos de los santos visigodos San Fulgencio y Santa Florentina; traídos por los fieles desde Sevilla. En foto superior, los famosos torques de oro, datados en la Edad del Bronce Bajo, hallados en 1961 junto a esta localidad (reproducción hecha para el centro). Al lado, tres de las muchas aras y tumbas hispano romanas aparecidas en la necrópolis de Valhondo (a pocos kilómetros de la población). Abajo, nava que da nombre a la localidad de la Jara: La Nava de Ricomalillo; famosa por sus minas de oro y por ser un paso entre Extremadura y Toledo. Sita a pocos kilómetros de Puerto Rey, también fue una población de refugio para cristianos durante el dominio musulmán; y más tarde para moriscos, después del edicto de su expulsión.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, fuente donde se conmemora la minería, a la entrada de La Nava de Ricomalillo. Abajo, ayuntamiento de esta localidad; que se piensa fue llamada Noliba, en tiempos romanos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: el dolmen de Azután. Al lado, entrada a su corredor. Abajo, recientemente, tomando fotos en este lugar.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: restos del dolmen de La Estrella, también llamado de Aldehuela. Al lado, estado actual de su antiguo corredor. Abajo, mi mujer haciendo fotos de lo que queda del dolmen.
Siendo así, se comprende nuestra teoría, afirmando que el lugar de refugio de Viriato estuvo en los puertos de San Vicente, Arrebatacapas, Los Ibores y Las Villuercas. Siendo su capital o población más importante, la posterior Guadalupe; famosa por estar tan protegida como escondida (de ello su nombre árabe de “Guadal-luben” que significaría “río oculto”). Un emplazamiento donde hubo de existir siempre una localidad de enorme relevancia, no solo por su situación en ese valle y entre montañas. Sino, principalmente, por las condiciones óptimas para vivir y su profusión de buenas aguas y mejores campos. Hechos que convirtieron a Guadalupe residencia de reyes y señores desde época inmemorial; tal como veremos en las menciones históricas que recogeremos en el siguiente epígrafe. Aunque ciñéndonos a lo que antaño se decía, allí estuvo una urbe romana llamada Caecilia Germelina; de la que nadie tiene más datos que las citas existentes (fechadas en El Renacimiento). Por cuanto, a mi parecer, la referida Caecilia Germelina; pudo recordar la existencia de un campamento romano que cercase la antigua ciudad vettona sita donde hoy se levanta Guadalupe. Del mismo modo que las legiones sitiaron los campamentos de Castra Caecilia y Castra Servilia, frente a la vettona Norba; todo lo que dio origen a la posterior Cáceres.
Por cuanto expongo, no sería extraño pensar, que tras la muerte de Viriato y la paz con Roma -firmada en el 140 a.C.-; pudieron situar frente a la capital vettona un campamento (recordado por algunos como Caecilia Germelina). De cuya unión con los habitantes autóctonos nacería una nueva ciudad llamada Augustóbriga, dedicando a Augusto la población que antes fue de los reyes vettones. Habida cuenta que el lugar había sido población y refugio de los jefes celtibéricos. Pudiendo llegar a imaginarse que esa urbe quizás fue llamada Viriatóbriga; dado que el nombre de Viriato significaba en lengua ibera “torcuato”, lo que se traduce como “portador de torques” (“viriado”, “coronado”). Por lo que sabiendo que el torques o collar, tenía entre los celtíberos el mismo significado que una corona; ya que sus jefes de tribu lucían ese atributo, de igual forma que en otras culturas se llevaba una diadema o un signo sobre la cabeza. Viriato sería el nombre que daban a su monarca los lusitanos y habríamos de traducirlo como “el coronado”. Por cuanto expreso, podríamos concebir que la localidad ibera anterior a Guadalupe, fue la ciudad del Viriato (La Real). De este modo, dado que “viriato” significaba a mi juicio “el rey”; habiendo sido esta población, la capital vettona. Quizás llamada Viriatobriga; un nombre que más tarde pudo ser sustituido por el de Augusto, quedando finalmente convertida en Augustóbriga.
En lo que se refiere a la localización de esta urbe perdida, llamada Augustóbriga, que muchos aun identifican con Talavera la Vieja. Diremos de nuevo, que ciñéndonos perfectamente al Itinerario de Antonino, este marca XXII o bien XII millas entre la civitas dedicada a Augusto y Leuciana (Mansio localizada Logrosán). Ello supondría que Augustóbriga estaba a unas 22 (o bien 12) millas de Logrosán. Asimismo, ya vimos como seguramente hay un fallo de copista en la siguiente distancia marcada; desde Augustóbriga a Toledo. Señalando el Itinerario LV M.R. (55 millas romanas) entre ambas ciudades; confundiendo a mi juicio la “L” con una “C”. Debiendo haber escrito CV M.R. (105 millas romanas) entre Augustóbriga y Toledo; una distancia que se ajusta a lo que hay entre Guadalupe y la capital de La Mancha (unos 160 kilómetros).
Para terminar este epígrafe, desearía comentar un suceso que viví de niño en la zona y que ha marcado gran parte de mi vida. Me refiero a cuanto me sucedió con unos seis años de edad, mientras pasaba mis vacaciones en la zona de Las Villuercas. Un lugar paradisíaco, donde mis padres me llevaban, para que me desintoxicase de Madrid, ya que la vida en la capital era dura para un niño. Allí, íbamos a vivir los días de Navidad y Semana Santa, a más de los “puentes” largos que se terciaban. A muy pocos kilómetros de Trujillo (apenas a cuatro) y en un cortijo que pertenecía a tierras de Madroñera, llamado Las Infantas; pasábamos nuestras vacaciones de invierno. Casa de labor situada frente a Santa Cruz de la Sierra y en las cercanías de Aldeacentenera, donde puede localizarse la antigua población de Lomundo. Así, a mis seis años, en cuanto llegaba a estas tierras extremeña, me subía a lomos de un burro y me encaminaba hacia donde estaban los pastores; con quienes convivía y pasé algunos de los mejores días de mi infancia. Pues la vida en sus chozos y con el ganado, era tan bella como llena de misterios; dado que su generosidad y alegría fue solo comparable a la que gocé junto a los monjes y gentes que dedicaban su vida a una vocación.
De ese modo, vivía entre los pastores, con el deseo de no regresar más a Madrid; pretendiendo poderme dedicar de por vida a esa profesión (en una “carrera” que mis padres truncaron...). Pese a ello, disfruté sobradamente al lado de tan sabios y cariñosos anfitriones, que abrían sus chozos y compartían conmigo todo lo que tenían -principalmente: queso, embutidos y ricos panes trujillanos-. Una vida que culminaba cada noche, con la caída de la luz y el encendido de la hoguera, en mitad de un gran chozo, donde se juntaban todos, para comer, beber y relatar historias. Cuentos y leyendas pastoriles, que en su mayoría tenían como protagonista a Viriato. Así pues, en casi todos los episodios que narraban entorno al fuego, era el protagonista aquel pastor lusitano, que llegó a caudillo. Pese a ello, por aquel entonces yo apenas tenía seis años y no sabía nada sobre el tal Viriato; por lo que pregunté a uno de los principales del grupo ganadero, quién era ese del que tanto hablaban. Fue entonces cuando el pastor de más edad, se levantó y cogiéndome por un brazo exclamó:
-¡¿No sabes quién era Viriato...?!. ¡¿Y tú a qué escuela vas....?!. ¡¡¡Pues si eso no se enseña en Madrid, es que allí no se aprende “na”...!!! -
Avergonzado tuve que reconocer que no conocía al protagonista de sus historias; tras lo que quien así me increpaba, me tomó con más fuerza por el brazo, para sacarme del chozo. Una vez fuera y ante la mirada del resto, dijo en voz muy alta:
-¡Viriato era “pastol”!. ¡“Pastol” y general!. ¡Y se las trajo putas a los romanos!.-
He de decir que me quedé sobrecogido, debiendo preguntar cuándo había vivido ese general y pastor extremeño. Dejándome absorto la respuesta de aquel hombre, que me explicó como todo aquello había pasado mucho antes de que Cristo naciera; hace más de dos mil años. Pero añadió, que además, la tumba de Viriato estaba ante nosotros. Señalándome entonces hacia una montaña, que llamábamos de Santa Cruz; donde él afirmó que allí habían enterrado el héroe legendario.
Desde entonces sentí un gran respeto por aquel famoso Viriato; pero nunca me atreví a comprobar si en aquel monte llamado Puerto de Santa Cruz, podían estar los restos del caudillo lusitano. Pasaron los años y casi tres décadas después, mientras viajaba entre Madrid y Andalucía, paré en aquel punto, donde me señaló el pastor. Con sorpresa, al entrar en esa localidad denominada Santa Cruz de la Sierra, me hallé frente a la fachada de una casa que se alza en la plaza del pueblo. Al parecer, antaño, este fue el hogar del médico; aunque hoy es un hotel rural. Lo más increíble es que en sus paredes colgaban tres estelas hispano romanas; una de ellas con su epitafio dedicado a un tal Viriato. No supe si arrodillarme o llorar, ante tal visión. Más tarde, una vez recuperado y tras tomar fotos de las aras, pregunté si alguien del lugar sabía de dónde procedían aquellas tumbas. Respondiendo un señor mayor, que las habían bajado de una necrópolis hallada en el monte que se alza sobre el pueblo y que le da nombre (Santa Cruz). Recordando que aparecieron el segundo pico, antes de llegar a la cima; un alto llamado de San Gregorio. En ese momento me brotaron las lágrimas, pues fue justo allí, donde me señaló el pastor; cuando me explicó quien era Viriato y dónde estaba su tumba. En esos días, todavía vivía en el paraíso; apenas tenía séis años, cuando me narraron de primera mano dónde estaba enterrado Viriato. Allí, muy cerca de Las Infantas (dehesa de Madroñera), lugar en el que durante mi infancia pasaba las vacaciones de invierno.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, una foto mía del tiempo en que quise ser pastor; tomada en Madroñera (Cáceres) en el año 1967. Vestido como merecía la ocasión, ante la estatua del Niño Pastor; en la procesión del domingo de Pascua. Fue en estos días cuando supe de primera mano la importancia que tuvo Viriato. Narrándome sus historias aquellos que guardaban y guiaban los rebaños de trashumancia; quienes consideraban al héroe legendario el mejor pastor de la Historia. Incluso me hicieron saber dónde estaba su tumba; señalándome un lugar, que no visité hasta muchos años más tarde. Así fue como tres décadas después, paré en aquel lugar llamado Santa Cruz del Puerto; encontrando allí tres aras hispano romanas. Una de ellas con la leyenda “Aquí yace Viriato, hijo de Tancino; que la tierra te sea leve” (VIRIATUS - TANCIN - F - HIC S.E. - S.T.T.L. ).
Decenios más tarde, tuve relación con Carlos Piñel; durante el tiempo en que fue director del Museo Etnográfico de Castilla y León. Piñel, era uno de los investigadores que estudió mejor el mundo pastoril; y este etnógrafo me explicó que muchas de las costumbres, historias y modelos que usaban los pastores, eran de origen milenario. Pudiendo encontrarse sus enseres y adornos, en época neolítica, en la Edad del Bronce y en la del Hierro. Asimismo, él creía que las historias y narraciones que contaban en sus reuniones, habían pasado de padres a hijos durante miles de años; recordando guerreros y hechos, conservados en la memoria desde época inmemorial. Al lado, el lugar de desvío de en la carretera de Extremadura (A-5); kilómetro 272, Puerto de Santa Cruz. Abajo, el Puerto de Santa Cruz, visto desde Las Villuercas. Lo he marcado con una flecha, al fondo; donde podemos observar la soledad de este alto en el camino, sito entre Guadalupe y Mérida.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, hotel rural de Santa Cruz de la Sierra, llamado Casa del Conde y sito en la Plaza de España. En su fachada podemos ver tres aras romanas halladas en el monte que da nombre a este pueblo. Una de ellas dedicada a un hombre llamado Viriato. Abajo, las tres estelas con las leyendas marcadas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, fotografía de la estela de Viriato; tal como podíamos verla hace unos años. Abajo, de nuevo, las tres aras, en la fachada de la Casa del Conde.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, Iglesia de Santa Cruz de la Sierra, con el monte llamado Puerto de Santa Cruz (al fondo) y el pico de San Gregorio en primer término. Abajo, la plaza mayor de esta localidad con las dos cimas que la coronan. El alto de San Gregorio, es el que vemos más cerca; y aunque parece mayor, es más bajo que Santa Cruz (en segundo término). En esta segunda montaña y menor; es donde se halló una necrópolis romana de la que proceden estas aras de las que hablamos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, de nuevo, el campanario de la iglesia y las dos cumbres que dan nombre al pueblo. Abajo, la plaza mayor y los dos picos al fondo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, el Monte de Santa Cruz, visto desde Abertura. Esta última es una localidad muy cercana a Santa Cruz de la Sierra a la que se accede desviándose en la carretera que va desde Mérida a Trujillo, después de pasar Miajadas. Si tras Miajadas, tomamos la dirección a Abertura; podremos ir hacia Logrosán y Cañamero, llegando pronto a Guadalupe. El nombre de Abertura, a mi juicio, indica que en aquel lugar se abren las vías de comunicación hacia Las Villuercas, Los Ibores y La Jara. Todo lo que explicaría la profusión de hallazgos epigráficos y de restos romanos en este municipio.
ABAJO, mapa detallado; donde he señalado las líneas de defensa, tras el Tajo. En este, podemos observar que El Real de San Vicente queda fuera de las murallas naturales formadas por el río y las montañas; estando situado en mitad de la llanura carpetovetónica. Lo que descarta que fuera esa Sierra de San Vicente la guarida de Viriato; mientras el Puerto de San Vicente sí era un lugar inmejorable para refugiarse.
-CON UNA LÍNEA AZUL: La protección que proporcionaban, los desfiladeros y el cauce del río.
-CON UNA LÍNEA MARRÓN: Frente de montañas y picos, que cerraban la zona; formando un muro orográfico que comenzaba en los Montes de Toledo, seguía en la Sierra de Guadalupe y continuaba con Las Villuercas. Cercando valle de Guadalupe y proximidades los Puertos de: Miravete, Deleitosa, Arrebatacapas, San Vicente y Puerto Rey.
-MARCADAS CON CÍRCULOS ROJOS: Las localidades principales.
-Con una A, verde: Poblaciones al lado norte del Tajo. La más alejada del río es Sierra de San Vicente, completamente ajena a la frontera del cauce. Asimismo, otras de enorme importancia y que quedan fuera del cerco que ejercen las aguas, son: Toledo, La Puebla de Montalbán, El Carpio, Talavera de la Reina, Navalmoral de la Mata, Oropesa y etc.
-Con una B, morada: Lugares en la parte sur del Tajo, antes de llegar a las montañas; que servirían de zona primera de choque y donde estarían los fuertes de: Vascos, Azután, Los Castros, Espejel, Alija y Talavera la Vieja.
-Con una C, burdeos: Puntos situados tras pasar el río y cruzar las Montañas; perfectamente protegidos: Puertos de San Vicente, Arrebatacapas, Puerto Real, Alía, Guadalupe y etc.
-CON UNA ESTRELLA NEGRA Y AMARILLA: El Real de San Vicente, donde normalmente se sitúa la guarida de Viriato, pese a ser un emplazamiento totalmente desprotegido.
-CON UNA ESTRELLA ROJA Y AMARILLA: Peña Amarilla, donde yo sitúo el refugio del caudillo lusitano.
-CON UNA ESTRELLA NARANJA: Los puntos de defensa antes de la subida a la Sierra de Guadalupe y Las Villuercas: Vascos de la Jara, Azután, Los Castros, Espejel, Alija y Talavera la Vieja.
D) Los caminos a Guadalupe:
D-1) Viajeros y su relación sobre caminos a Guadalupe:
Al comenzar este epígrafe estudiaremos los textos donde los viajeros, históricamente, describieron las rutas de peregrinación hacia el Monasterio de la Virgen Negra. Para lo que vamos a seguir una publicación de enorme importancia; donde se recoge cuanto mencionaron durante los últimos cinco siglos, esos escritores y exploradores, acerca de las vías que unían Guadalupe con otros lugares. Narrando esos relatos, los viajes que hicieron hasta el santuario extremeño; partiendo de las capitales principales del entorno: Mérida, Madrid, Talavera de la Reina, Plasencia o Toledo. Unos textos históricos que recoge magistralmente el libro de Arturo Álvarez Álvarez, intitulado: “Guadalupe. En los clásicos y en los viajeros antiguos” (11) ; del que vamos a resumir los capítulos donde se mencionan los caminos que llevaban al santuario. Rutas y peripecias relatadas por peregrinos y expedicionarios (muchos extranjeros); que desde los siglos XV al XIX se trasladaron hasta este monasterio. Para su estudio, ordenaremos por orden cronológico esas descripciones, de aquellos que visitaron Guadalupe -desde el Renacimiento hasta el Romanticismo-; con el resumen de los periplos, tal como las recoge en su libro Arturo Álvarez Álvarez. Donde se contienen los relatos de unos veinte viajeros, que a continuación mencionamos, con el fin de conocer cómo eran los caminos de llegada hasta Guadalupe y el modo en que los peregrinos y expedicionarios viajaban.
1º) El más antiguo que se menciona es del Barón de Rosmithal (11a) ; cuñado del rey de Bohemia, que viene a España en 1466. Su visita es anterior a la muerte de Fernando el Católico y su libro “Viajes por España”, tiene dos partes: Relación de Shascheck y la de Tetzel. Donde se sirve de personajes con ese nombre, quienes narran cuanto el autor vió y recoge. La de Shaschek narra que Medellín está a seis millas de Madrigalejo, habiendo otras ocho desde este último lugar a Guadalupe. Texto donde hemos de entender “leguas”, en lugar de millas; sabiendo que la Legua de Posta era unas 3 millas (4,5 kilómetros aproximadamente). La otra relación (de Teztel) recoge como fueron desde Mérida a Guadalupe y de allí pasaron unos escarpados montes. Destaca la dificultad de llegar hasta Guadalupe y las muchas gentes que peregrinaban ya hasta allí; lo que da enorme valor a esos romeros de mediados del siglo XV. Es de destacar que por aquel entonces, la Virgen de Guadalupe no se conocía en América, donde llega después de 1523, llevada al Continente recién descubierto, por los “Doce Apóstoles de Belvis de Monroy” (12 franciscanos descalzos que salen desde este pueblo, para evangelizar América).
2º) El siguiente viajero -cronológicamente hablando-, sería Jerónimo Münzer (11b) , nacido en El Tirol en 1459 y que viene a España en 1494. Narrando que las montañas que circundan el santuario son terriblemente abruptas y están llenas de fieras; por lo que el lugar se llama “río de lobos” (Guadal Lupos). Habla de como fue refugio de cristianos en época de los árabes; donde se escondieron numerosos visigodos (mozárabes) que huían de Sevilla, portando las reliquias guardadas en la zona. Asimismo, Jerónimo Münzer, menciona los innumerables manantiales, que nacen por doquier en la zona; junto a su clima benigno y templado. Recogiendo ya la existencia de numerosas bodegas y de esas minas de aguas inigualables, que conducen con cuidados caños hasta la localidad. En la pag 339 (11) describe el camino que la unía con la capital manchega; comentando que el 11 de enero de 1494 partió desde Guadalupe hacia la ciudad primada; cruzando las escarpadas montañas, llegando a Puente del Arzobispo, para ir a Talavera de la Reina y dirigirse días más tarde a Toledo. Lo que nos relata un camino ya trazado y común en la época, desde que el arzobispo Tenorio levantase hacia 1380 el puente que dió nombre a esa localidad de La Jara. Nuevamente, destacaremos que por aquel entonces, la Virgen de Guadalupe no se conocía en América; ya que hasta 1523 no fue llevada hasta ese Continente. Pese a lo que el santuario era a finales del siglo XV un centro de peregrinación mariana, de enorme importancia.
3º) Del mismo siglo es Antonio Lalaing (11c) ; nacido en Países Bajos en 1480, que vino a España con Felipe el hermoso. Narra en su relato, como en 1502 se encaminaron hacia Guadalupe, saliendo desde Puente del Arzobispo, para ir a Villar del Pedroso, sito a dos leguas y donde durmieron. Al día siguiente comieron en un palacio en las montañas (cuya descripción coincide con el Hospital del Obispo), y esa misma jornada ya durmieron en Nuestra Señora de Guadalupe. Lo que describe de nuevo el modo de viajar en el siglo XV, con sus dos paradas y cruzando por el puente levantado por el arzobispo Tenorio. Todo lo que obliga a pensar que antes de estar ese paso abierto, en la localidad que hoy toma su nombre; viajarían desde Guadalupe a Toledo parando en Villar del Pedroso. Pero desde allí, tomarían dos caminos: Por vía fluvial, embarcándose en la zona de Azután (donde las aguas son mansas, hasta la capital de La Mancha). O bien, siguiendo el camino hacia Alcaudete de la Jara, Malpica, El Carpio, La Puebla y Toledo. Destacamos de nuevo, que Antonio de Lalaing peregrinó al santuario en 1502, una época en que la Virgen de Guadalupe no se conocía en América
4º) Otro de los viajeros que visitaron Guadalupe en tiempos de los Reyes Católicos fue Andrés Navajero (11d) , nació en Valencia en 1483 y en 1523 fue designado embajador en Venecia. En 1718 los hermanos Volpi editaron sus obras, que trataban sobre viajes y otros temas de España; donde escribe sobre Guadalupe. Comenzando por hablar sobre Talavera de la Reina, narrando que el curso del río en esa altura es muy agradable y que gozaba de un importante puente, además de bellas ruinas y lápidas romanas. Narra que a seis leguas hay otra Talavera llamada La Vieja, plena de restos y murallas; aunque no ha podido visitarla (refiriéndose a Talaverilla). Desde Talavera de la Reina fue a Puente del Arzobispo, que también sitúa a seis leguas; y un día más tarde, salieron de esta localidad, cuyo paso sobre las aguas del Tajo describe como hermoso y con torres. Llegará después a Val de la Casa (Valdelacasa de Tajo -a dos leguas-) y luego a San Román (Peraleda de San Román), sito a otras dos leguas más; para arribar posteriormente a Villaneda (a mi juicio, Avellaneda de Ibores), recorriendo la misma distancia. Dormirán tras viajar esas seis leguas, y un día después se encaminarán hacia el Valle de Ibor; donde en esa tercera jornada se dirigieron a Naval Villar (viajando otras dos leguas), arribando finalmente a Guadalupe por la noche, tras hacer cuatro leguas mas para llegar a destino. Destacando que una buena parte del camino debe cruzar el Puerto de Arrebatacapas (que llama rebata-capas), famoso por escarpado y duro. Tras su estancia en el monasterio, comenta que fue a visitar la Hacienda El Rincón (sita en las cercanías de Logrosán), propiedad de los mismos monjes.
En este caso, hemos de observar como el viaje de Andrés Navajero está marcado con paradas cada “seis leguas” (unos 30 kilómetros), siendo estas: De Talavera a Puente de Arzobispo; de Puente a Villaneda (Avellaneda); de Villaneda a Navalvillar y Guadalupe. Hemos de destacar que entre Talavera y Puente hay unos 36 kilómetros; de Puente a Valdelacasa de Tajo hay unos 15 y 10 más hasta Peraleda de San Román. Desde allí habría otros 10 kilómetros hasta el lugar que nombra como Villaneda; un despoblado que yo identifico con Avellaneda de Ibores. Parada abandonada y sita junto a la actual Finca Valdezores, muy cerca de Fresnedoso de Ibor; en el camino llamado hoy de Avellaneda. Ello supone que esta segunda jornada recorren otros 35 kilómetros (aproximadamente). Indicando que aquel lugar hoy sin vida y llamado Avellaneda, fue la antigua “Villaneda”, parada en el camino a Guadalupe. Finalmente, tras recorrer otros sinuosos 30 kilómetros y pasar por Castañar y Navalvillar de Ibor; llegarían al santuario, al final de la jornada. En este viaje de Antonio Navajero, vemos un trayecto sin cruzar la montaña y quizás para invierno. Donde desde El Puente del Arzobispo, llega a Los Ibores; sin pasar por Talavera la Vieja o Bohonal; sino dirigiéndose a Castañar de Ibor, a través de Valdelacasa y San Román. Veamos el mapa a continuación y comprenderemos que en el camino entre Talavera, Toledo de la Reina y Guadalupe; no se pasaría nunca por Talavera la Vieja. Quedando esta población muy al norte de la ruta y tan solo como paso para dirigirse desde Guadalupe a Yuste, a Plasencia, vía el Tiétar; o hasta Madrid, a través de Oropesa.
5º) Uno de los más ilustres expedicionarios y geógrafos que viajó a Guadalupe a fines del siglo XV fue Hernando Colón, hijo del descubridor, nacido en Córdoba en 1488 (11e) . En su Descripción y Cosmografía de España (tomo I, pags 276 y 277) recoge una referencia a Guadalupe y su visita al lugar. Narrando como al partir de Talavera de la Reina, se encaminó hacia Villar del Pedroso, con el fin de peregrinar hasta el santuario. Llegando desde el Puerto de San Vicente, que él sitúa a siete leguas de Guadalupe; hablando de que Castañar de Ibor esta a otras cinco leguas del monasterio, desde donde se pasa a Villar del Pedroso. También conocía o había viajado por el camino de Arrebatacapas; pues marca que desde el Hospital del Obispo a Puente del Arzobispo, había siete leguas; señalando dos leguas más desde Villar del Pedroso, a El Puente. Definiendo un total de nueve leguas desde Guadalupe a Villar del Pedroso y siete más desde este punto a El Puente. Dejando el Hospital del Obispo, a medio camino, entre el monasterio extremeño y El Puente (a unas cuatro leguas y media). Mencionando más tarde Hernando Colón, que desde Guadalupe a Sevilla había cuarenta leguas, pasando por Mérida. Lo que demuestra que esta ruta que partía de Villar del Pedroso y llevaba a Guadalupe, era el camino natural (o real) a Mérida.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, el viaje de Antonio Navajero, sin cruzar los puertos. Primera jornada (en rojo) de Talavera a Puente del Arzobispo. Segunda jornada (en verde) desde El Puente hasta Avellaneda. Tercer día (en morado), desde Avellaneda -Fresnedoso de Ibor- a Guadalupe, pasando por Castañar y Navalvillar. Es de destacar, que antes de construirse el puente del Arzobispo Tenorio (hacia 1380); el paso desde Talavera a Guadalupe, estaría en el Puente del Conde.
Al lado, el camino desde Talavera de la Reina a Guadalupe, a través de El Puente del Conde; como se haría antes de la construcción del paso que hizo el arzobispo Pedro Tenorio. Este otro paso, llamado del Conde por tener sus derechos de pontazgo el Señor de Oropesa; pudo ser de origen romano. Por lo que -seguramente- tendría una calzada, para aunar Talavera de la Reina y el Tiétar, con Guadalupe y Extremadura; pasando por las cercanías de Talavera la Vieja (hoy bajo las aguas).
Abajo: Un mapa segundo, donde he marcado (en negro), la ruta que unía Guadalupe con la vía que iba desde Turgalium (Trujillo) y Plasencia, a Talavera de la Reina y Complutum (Alcalá, en Madrid). Este camino confluía con el trazado que actualmente coincide con la A-5 (Carretera de Extremadura). Pasando por La Calzada de Oropesa, bajando hacia el Sur -con destino a Guadalupe- llegando a El Gordo y El Berrocalejo, donde cruzaría el Puente del Conde. Desde allí, se dirigiría a Talaverilla y a Bohonal, para llegar a Los Ibores y bajar hasta la ciudad del Santuario.
BAJO ESTAS LÍNEAS: El lugar del embalse de Valdecañas, donde estuvo Talavera la Vieja; localidad que muchos identifican con Augustóbriga. Aunque vemos como este punto -que fue urbe romana-, no estaba en el paso entre Mérida y Toledo, sino entre Guadalupe y El Tiétar; uniendo la vía que iba de Cáceres a Trujillo y de Talavera de la Reina a Madrid.
Como decimos, si Agustóbriga se situaba a medio camino, entre Mérida y Toledo; no podemos reducirla en Talavera la Vieja. Pues la ruta natural entre ambas capitales citadas, sería la siguiente:
1º – De Mérida a Miajadas, Logrosán y Guadalupe = 130 kilómetros (unas 80 millas romanas)
2º – De Guadalupe a La Jara (Villar del Pedroso o La Estrella) = 60 kilómetros (unas 35 millas)
3º – De La Jara a Toledo = 90 kilómetros (unas 60 millas romanas).
Total aproximado, 280 kilómetros (unas 180 millas romanas)
Ello supone que Augustóbriga hemos de reducirla a Guadalupe, o bien a la zona de La Estrella, Villar del Pedroso y Vascos. Pues si proponemos que la calzada entre Mérida y Toledo, paraba en Talavera la Vieja -supuestamente Augustóbriga-. Las paradas y distancias serían las siguientes:
1º – De Mérida a Miajadas, a Logrosán y Guadalupe = 130 kilómetros (unas 80 millas romanas)
2º – De Guadalupe a Talaverilla (Augustóbriga) = 60 kilómetros (unas 35 millas)
3º – De Talavera la Vieja a Talavera de la Reina, pasando por Calzada de Oropesa = 80 kilómetros (unas 50 millas romanas)
4º – De Talavera de la Reina a Toledo, 85 kilómetros (unas 55 millas romanas).
Total de esta segunda ruta, aproximadamente 355 kilómetros (unas 230 millas romanas); con un desvío de 75 kilómetros más que la anterior.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, la calle Puente del Conde, en El Berrocalejo. Marcando este paso que unía la orilla norte y la sur, del Tajo; accediéndose desde las proximidades de El Berrocalejo, hasta las cercanías de Peraleda de San Román y Valdelacasa. Pudiendo llegarse también desde allí a Talaverilla y Bohonal de Ibor. Abajo, vista del Tajo desembocando en el Embalse de Valdecañas, junto a El Berrocalejo. En este lugar estuvo antaño el paso por el Puente del Conde; construcción que, parece, se derrumbó antes del siglo XVI.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, La Calzada de Oropesa; actualmente a pie de carretera en la N-V (A-5 de Extremadura), a pocos kilómetros de Oropesa de Toledo. Se sabe que desde aquí partía una vía que unía Talavera de la Reina (Eibora) con Trujillo y Cáceres (Turgalium y Norba). A la vez que había otro ramal que se dirigía al Norte, llegando al Tiétar y a Gredos, con una ruta hacía a Galisteo, Capera (Rusticana, Cápara); en la actual carretera de Plasencia. Abajo, el Embalse de Valdecañas, a la altura de El Gordo; entre El Berrocalejo y La Calzada de Calatrava. Lo que antaño era el camino que unía El Tiétar con Extremadura.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de Belvis de Monroy (Cáceres). Al lado, restos del monasterio de franciscanos descalzos, llamado El Berrocal; del cual en 1523, salieron hacia América Los Doce Apóstoles. Doce monjes que en pocos años evangelizaron gran parte del Continente; por entonces recién descubierto. Abajo, el castillo de Belvís de Monroy, cuyo nombre procede de las “bellas vistas” que desde este punto se divisan.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, el Tajo en su paso por las cercanías de Valdeverdeja, después de Puente del Arzobispo y antes de llegar al antiguo Puente del Conde. La orilla contraria que observamos, es la Sur; donde se situaban las fortificaciones de El Castro, Espejel y Alija. Abajo, vistas del Tajo y sus embalses, desde el alto del monasterio franciscano de El Berrocal, en Belvís de Monroy. Fueron sus monjes, los que extendieron el culto a la Virgen de Guadalupe en América (especialmente en México).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, fotografía del altar mayor, en la iglesia del monasterio de Guadalupe (al que agradecemos, nos permita divulgar nuestra imagen). En el centro del retablo, podemos ver la “Virgen Negra”; cuyo culto llevaron los monjes extremeños a América. Abajo, claustro del santuario; cuyo estilo hispano árabe habla de los años de su construcción. Naciendo en época de la Reconquista, siendo edificado en los siglos XIV y XV; bajo modelos y estilos gótico mudéjares renacentistas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: fotos del campo de Los Ibores, en las cercanías de Castañar de Ibor; donde se observa su riqueza en flora y fauna. Siendo inmensurables sus cultivos de olivos, la profusión de ganado y la caza que existe. Aunque también destaca por lo abrupto del terreno; con un área de valles y montañas, tan difícil de cruzar como el paso por Arrebatacapas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de El Puente del Arzobispo; al lado la iglesia y abajo el paso construido por Pedro Tenorio.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: el camino hacia Guadalupe, viniendo por Arrebatacapas o por Los Ibores. Al lado, uno de los múltiples riachuelos que nos encontramos en el viaje. Abajo, la famosa ermita de El Humilladero, a la entrada al monasterio extremeño.
6º) Pasamos ya a los visitantes que llegaron al santuario en el siglo XVI; destacando primeramente Pedro Juan de Viluga (11f) . Geógrafo valenciano del que apenas hay datos, y del que sabemos como en 1546 publicó el “Repertorio de todos los caminos de España”. Donde afirma que desde Valencia a Guadalupe había 136 leguas y media, explicando que tras llegar a Toledo (desde la capital del Turia) había que ir por Talavera y Villar del Pedroso.
7º) Otro importante clérigo que en el siglo XV escribió sobre el camino y el monasterio de Guadalupe, fue Joseph de Sigüenza; nacido en 1544 (en la ciudad homónima) y muerto en El Escorial, en 1600 (11g) . En su Historia de la Orden de San Jerónimo, publicada en Madrid en 1595, habla sobre Guadalupe. Exponiendo que su nombre procede el árabe Guadal-Lube; que significa “río escondido”. Asimismo, menciona el padre Sigüenza, el famoso “Árca del Agua”; que consiste en un pozo y sistema de acueductos, excavados en las montañas frente al monasterio. Ingenios que abastecen de ricas y cristalinas aguas a Guadalupe. Mencionando aquella misteriosa mina manantial, cuyos orígenes no se sabe al tiempo en que se remontan y que durante el desarrollo del monasterio fue perfeccionándose, para que su caudal llegase a todos los habitantes del lugar. Sabiéndose hoy, que esta obra colosal llamada El Arca del Agua y que tiene un largo acueducto; fue realizada en tiempos del prior Toribio Fernández de Mena, hacia 1350.
8º) Seguiremos con los autores del siglo XVII, entre los que destaca Rodrigo Méndez Silva, portugués nacido en Celórico en 1606 y muerto en Italia en 1680 (11h) . En su libro “Población general de España...” publicado en Madrid el año de 1645, nos dice que Guadalupe estaba a once leguas de Trujillo y se situaba en las montañas llamadas “Villuertas”, siendo bañado por cinco ríos: El Guadalupe, el Ruezas (Ruecas), el Almonte, el Vieia, y el Ibor. De los cuales los dos primeros desembocan en el Guadiana y los tres siguientes, en el Tajo.
9º) Otro de los extranjeros venidos en ese siglo, que relataron su experiencia en Guadalupe fue Alfred Jouvin (11i) . Sacerdote nacido en Francia en 1672; fue desde Plasencia a Trujillo y de allí a Guadalupe, siguiendo el camino romero de Zorita, Logrosán y Cañamero. Tras ello, se dirigió a Mérida, pasando por la hacienda El Rincón, marchando luego a Madrigalejos.
10º) Asimismo el monasterio y su peregrinación fue recogido por el alemán Martín Zeiller; que publica en 1656 su Itinerarium Hispaniae -también editado como Hispaniae et Lusitaniae Itinerarium- (11j) . Narrando que en mayo se adentraron en los montes de Guadalupe, llegando después de recorrer cuatro millas, hasta un Hospital, donde les ofrecieron comida. Después, siguiendo tres millas más, llegaron al monasterio de la Virgen Negra. Añadiendo Zeiller, que esos montes eran muy ricos en oro y plata, teniendo asimismo unas aguas de enorme calidad. Tras ello, habla de su riqueza ambiental, comentando la extensa flora que rodea el monasterio. Termina su relato, contando como después de su estancia en el santuario, se dirigieron a Mérida; pasando por Logrosán (al que Zeiller llama “Legrapa”); haciendo noche en Miajadas. Todo lo que indica el camino natural desde Toledo hacia esta capital extremeña, que venía por La Jara y luego salía de Guadalupe; llegando en dos días a la antigua Emérita Augusta.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de las zonas mineras y de gran riqueza en aguas, cercanas a Guadalupe. Arriba, uno de los arroyos que nacen en la carretera de Fuentes; localidad sita entre La Nava de Ricolamillo y La Estrella. Al lado, el paso por Logrosán. Un lugar famoso por su riqueza minera; en cobre, estaño y -modernamente- por los yacimientos de fosforita. Abajo, Vistas de los Montes de Toledo y de la Sierra de Guadalupe, tomada en las inmediaciones de Nava de Ricomalillo. Población que se halla en el camino entre Toledo y La Siberia Extremeña (a pocos kilómetros de Alcaudete de la Jara y Herrera del Duque) y en la subida hacia Puerto Rey.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, el paso por las Villuercas, a la altura de Logrosán. Unos campos ricos en flora, fauna, minas y agua. Abajo, La Nava de Ricomalillo. A sus espaldas, su “nava”; donde se hallaba la veta áurea, en la que se explotó uno de los yacimientos más importantes de oro de la Península.
11º) Llegamos así al siglo XVIII, en el que numerosos viajeros se refirieron a Guadalupe. Destacando los escritos dedicados al santuario por Norberto Caímo, nacido en Olmedo en 1730 y muerto e Italia en 1754 (11k) . Fue un monje jerónimo, que llegó a prior de la Orden y ocultó su obra escrita, consistente en un tratado sobre viajes. De tal modo, sus libros no se conocieron hasta que en 1755, los publican en Milán; siendo un total de cuatro tomos. Dedicará Norberto Caímo parte del volumen III a Guadalupe, en donde narra su llegada al templo extremeño, iniciando el relato al salir desde Puente del Arzobispo, lo que hace suponer que vendría desde Talavera de la Reina -y más probablemente, de Madrid-. En estos capítulos describe como faltando dos horas para anochecer, se perdieron, intentando llegar hasta el hospital de Villar de Pedroso; debiendo dormir al raso y con gran peligro (pues la zona estaba llena de salteadores). Su miedo a ser atracados, les impidió el sueño y siguieron durante la noche andando, logrando dar finalmente con el Pedroso. Narra la gran nevada que caía en ese día; por lo que en el hospital de peregrinos les recibieron con cariño, preparándoles comida y refugio al fuego de leña. Llevándoles desde allí a una posada llamada Burguilla, sita a media hora; donde les esperaban, conforme a habían avisado.
Al día siguiente iniciaron de nuevo la ruta, que una legua más tarde se convirtió en un encrespado camino de montaña; cruzando valles y cumbres, rodeadas por arroyos. Así llegaron al lugar llamado El Hospital; del que diremos es el hoy conocido como Hospital del Obispo; sito tras Arrebatacapas. Un refugio que regaló Pedro I al monasterio de Guadalupe, para que allí pudieran atender y acoger a los peregrinos. Donde Caímo fue bien recibido y mejor alimentado, para seguir su ruta hacia el santuario; pese a no desear hacerlo, debido a la belleza del lugar y a la magnífica atención que allí les dispensaron. Llegaron finalmente de noche al monasterio, sito a dos leguas más de aquel “hospital”; donde, tras pasar Caímo una temporada, se encaminó hacia Mérida, viajando luego a Sevilla y a Lisboa. Narrando su salida de Guadalupe, a lomos de mula y describiendo como a dos leguas, llegaría hasta otro convento, que vio en un llano, después de cruzar los montes y valles de las Villuercas. Edificio que era también de los monjes jerónimos y que yo identifico con el cortijo El Rincón (del que hablaba Vicente Barrantes y que en el siglo XIX, como propiedad de los descendientes de Bravo Murillo). Tras ello, se encaminó hacia una villa de la que dice fue conocida por morir allí Fernando el Católico; hablando de Madrigalejo y relatando como el camino desde Guadalupe a Mérida, pasaba entonces por aquel lugar. Lo que nos explica que la ruta común en el siglo XVIII para ir desde Guadalupe a Mérida, iba por Logrosán y luego por Madrigalejo; llegando así a Miajadas, para poner destino a la antigua Emérita.
12º) Coetáneo a Caímo y también clérigo, fue Antonio Conca Alcaráz, nacido en 1746 y muerto en 1793 (11l) . Sacerdote jesuita, en su DESCIZIONE ODEPORICA DELLA SPAGNA describe su viaje a Guadalupe, comenzando por Talavera de la Reina. Desde donde salieron hacia el santuario, y cuya distancia era de diecisiete leguas. Tres hasta Calera y Chozas, llegando luego al Puente del Arzobispo, que por entonces tenía dos torres y once arcos. Dos leguas más tarde, se alcanzaba Villar del Pedroso y después al Hospital del Obispo, pasando por Arrebatacapas. Tras conocer el santuario, Antonio Conca comenta que visitó Madrigalejo, que distaba ocho leguas de Guadalupe, para conocer la casa de los monjes jerónimos donde murió Fernando el Católico. Pero debiendo encaminarse desde allí, hacia Madrid; tomó dirección opuesta, poniendo rumbo a Los Ibores, llegando a Talavera la Vieja; para desde esta localidad, encaminarse hacia La Corte.
13º) Durante el siglo XVIII numerosos extranjeros relataron su expedición hasta Gualadupe; siendo una obra importante la de Richard Ford (11m) ; nacido en Londres en 1796, que viajó dos veces a España. Narra su entrada a Guadalupe, desde Cañamero.
14º) Otro de los extranjeros del siglo XVIII que narra su viaje al santuario fue el conde de Laborde (11n) . Nacido en París en 1773, en su Voyage pittoresque et historique de L´Espagne, editado en 1811; afirma que donde hoy se alza Guadalupe, en época romana estuvo Caecilia Germelina.
15º) El más excepcional de los viajeros que llegó en ese siglo XVIII hasta Guadalupe fue Antonio Ponz (13) ; quien habla extensamente acerca del santuario y sus caminos en su “Viage de España”, editado por primera vez en Madrid, el año 1784. Por la importancia de cuanto recoge en su obra, la dejaremos para un epígrafe distinto (en el siguiente apartado).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, de nuevo el embalse de Valdecañas, en el lugar donde se hallaba Talavera la Vieja, identificada por muchos con Augustóbriga. Al lado, mapa donde hemos trazado los viajes a Guadalupe, que narraron Norberto Caíno (hacia 1750) y Alberto Conca Alcaraz (entorno a 1780). El primero, pasó por Puente del Arzobispo, llegando a Villar del Pedroso. Al día siguiente, cruzó Arrebatacapas y les abastecieron en El Hospital del Obispo; desde donde salieron por la tarde, para dormir ya en la villa del santuario Mariano. El Segundo (Conca Alcaráz) comenta en sus escritos, que tras visitar Guadalupe, fué a conocer Madrigalejo, que distaba ocho leguas del monasterio (interesado en la casa de los monjes jerónimos donde murió Fernando el Católico). Pero debiendo encaminarse luego hacia Madrid; tomó dirección a Los Ibores, retrocediendo hacia Arrebatacapas y siguiendo a Castañar, siguió para Talavera la Vieja. Hemos señalado esta ruta de Guadalupe a Madrid, en negro; mostrando que Talaverilla estaba en el camino entre las Villuercas y La Corte, llegando a la actual A-5 (carretera de Extremadura); pero no entre Mérida y Toledo (donde se situaba Augustóbriga). Abajo, El embalse de Valdecañas, a la altura de El Gordo, junto a La Calzada de Oropesa; entre Guadalupe y la actual A-5. Por aquí pasó una calzada que unía el camino a Zaragoza, con La Ruta de la Plata; aunque hoy se va a Madrid por Navalmoral de la Mata. Al fondo de la imagen, vemos Gredos; comprendiendo que esta ruta aunaba las comunicaciones que viajaban desde Cáceres (Norba) a Talavera y Madrid (Complutium o Titulcia). Pero asimismo pasaba muy cerca la carretera de Plasencia, que en época romana transcurría desde Rusticana (Galisteo, en la Vía de la Plata) a Almaraz (el antiguo paso del Tajo que los árabes llamaron Al-Balat). Llegaba otra de las calzadas hasta las faldas de Gredos (concretamente al Castro de El Raso, en Candeleda); donde transcurre la actual carretera del Tiétar, también de origen ibero romano. Vía que iba desde Cápara (Caparra, en la Ruta de la Plata) a Arenas de San Pedro (el Puerto del Pico). Siguiendo hasta San Martín de Valdeiglesias; famosa por sus toros ibéricos y por ser frontera de carpetanos y vettones. Para continuar hacia Quijorna y Villamanta (en Madrid; la Mantua Carpetana); alcanzando Titulcia (Arroyomolinos), desde donde se encaminaban las calzadas principales a Complutium (Alcalá) camino de Zaragoza.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de Belvis de Monroy, que muestran las vistas de esta localidad en su lado Norte y Sur. Al lado, fotografía tomada desde las murallas del castillo; donde se observa el valle por el que transcurre la actual A-5. Hoy carretera de Extremadura, que antaño hubo de ser el camino de Cáceres a Complutum; uniendo la Vía de la Plata (Ruta XXIV del Itinerario de Antonino) con las calzadas que viajaban a Cesaragusta. Discurre ese tramo de la A-5, frente a Belvis de Monroy, que desde un alto vigila el paso; pudiendo otear hasta Almaraz y Navalmoral, llegando a observarse las cercanías de Oropesa. Viéndose desde aquel alto una gran parte de Gredos; montes que se observan al fondo de la imagen. Abajo, los campos, al Sur de Belvis y junto al monasterio de El Berrocal. Bajo ellos, el valle de Tajo; río que transcurre hoy retenido en el pantano de Almaraz. Estas zonas embalsadas, antaño eran desfiladeros infranqueables; correspondientes a la terminación de las estribaciones de las Villuercas (picos que vemos al fondo, en la fotografía).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de El Berrocalejo, donde estuvo antaño el Puente del Conde, sobre el Tajo. Al lado, la iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción; desde la que se observa el embalse de Valdecañas. Abajo, el antiguo camino hacia El Puente del Conde, que cruzaba el Tajo, pasando desde el municipio de El Berrocalejo, hasta el de Peraleda de San Román (al otro lado del cauce). En este último se situaba una de las paradas comunes en el camino desde Talavera de la Reina a Guadalupe; subiendo desde allí, hacia Avellaneda (hoy despoblado) y siguiendo, por Los Ibores (Castañar y Navalvillar) hasta llegar a la villa del santuario.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de Valdeverdeja, población desde la que también se accedía al Puente del Conde y que se halla entre La Puente del Arzobispo y El Berrocalejo (a mitad de distancia). Estaba Valdeverdeja separada del río y a más distancia del antiguo Puente del Conde (unos tres kilómetros). Tras construirse un nuevo paso, por el Arzobispo Tenorio (en 1380); los caminos dejaron de transitar por esas poblaciones (El Berrocalejo y Valdeverdeja). Centrándose las rutas en el puente levantado por Pedro Tenorio; que construyeron -a mi juicio-, cuando el conocido como el del Conde comenzó a estar en mal estado. Al lado, fotografía de la bajada hacia el río Tajo, en el valle de Valdeverdeja. Al fondo vemos la Sierra de Guadalupe, con San Vicente en primer término (al frente) y Arrebatacapas al lado derecho. Abajo, Valdeverdeja, vista desde la bajada al Tajo. Esta población se halla a unos dos kilómetros del cauce y camino del antiguo puente del Conde. De forma muy distinta, La Puente del Arzobispo está a orillas del río; por lo que al construirse el paso en 1380, las vías que hasta entonces iban por Valdeverdeja y El Berrocalejo (llegando de La Calzada de Oropesa). Pasaron a transcurrir por La Puente del Arzobispo, encaminándose hacia Oropesa o bien a Calera y Chozas.
ABAJO: Los puertos de Arrebatacapas y de San Vicente, vistos desde las cercanías de Peraleda de San Román y camino de Valdecañas.
16º) En el siglo XIX, numerosos extranjeros llegaron hasta el santuario extremeño de la Virgen Negra; en especial tras las guerras napoleónicas. Destacando lo que sobre este monasterio escribe Samuel Edward Widdrington (11o) ; marino inglés que publicó Spain and Spaniards in 1843 (editada en Londres un año después). Donde relata su viaje, llegando desde Mérida; explicando que de Logrosán a Guadalupe había siete leguas. Nos dice asimismo, que entre los reveses que el monasterio sufrió, fue el de haber sido elegido por los ladrones y salteadores, como refugio. Aunque, por suerte, las gentes de Extremadura y las brigadas reales expulsaron a los maleantes que lo ocupaban. Escribiendo: “Es realmente una suerte que no tuviesen éxito (…) ya que desde esta posición, con caballería, hubieran dominado el Valle del Tajo y las grandes rutas hacia Andalucía” - idem (11o) Pag 394- .Todo lo que explica la importancia del lugar en las victorias de Viriato, que lo utilizaría como refugio y base militar.
17º) En este siglo XIX, es imprescindible destacar los escritos sobre Guadalupe, del extremeño Vicente Barrantes y Moreno; nacido en Badajoz, en 1829 (11p) . Quien fue senador, además de comendador en Filipinas, así como académico de la Historia. Su relación con el santuario fue muy estrecha y dedicó el final de sus días a escribir sobre esta villa sagrada; publicando en 1894 un pequeño libro donde recogía numerosos artículos, que tratan sobre el centro mariano. En uno de ellos, titulado UNA VISITA AL MONASTERIO DE GUADALUPE (EN EL SIGLO XIX); habla de los caminos que llevaban hasta este lugar, mencionando la existencia de varios, entre los que eligió el llamado “de la Extremadura baja”. Existiendo otros dos; uno que partía desde Toledo y otro que procedía de Cáceres; que se encontraban por entonces en estado intransitable. Considerando el autor que la vía que cruzaba por Villanueva de la Serena y pasaba por Madrigalejos, fue considerado el Camino Real de Guadalupe. Llegando hasta allí, las vías que venían desde Lisboa y Sevilla, pasando por Évora y Mérida. ComentandoVicente Barrantes, que fue esta la ruta que siguió el rey Sebastián de Portugal, cuando peregrinó hasta el lugar de la Virgen Negra. Explicando asimismo, que ese trayecto fue considerado regio; por lo que Fernando el Católico, murió en Madrigalejo cuando se dirigía de Plasencia a Guadalupe. Del mismo modo, la descripción de la “vía santa”, que hizo Cervantes en su obra Trabajos de Persiles y Segismunda; describe este Camino Real, que partía de Mérida y llegaba al monasterio, por el llano de Madrigalejo.
Tras ello, pasa el autor a hablar sobre aquella “vía real”, narrando el modo en que la siguieron. Mencionando que al cruzar el Guadiana y el Zújar, dejaron Madrigalejo a su derecha (refiriendo el lado Oeste); intentando entonces dormir en un cortijo llamado El Rincón -cercano a Logrosán-. Lugar que antaño fue monasterio jerónimo, dependiente de Guadalupe; y que en época de Vicente Barrantes, era propiedad de los descendientes de Bravo Murillo. Tras ello, al día siguiente, emprendieron camino al santuario, llegando a dos leguas hasta un lugar llamado Puertollano; que era la primera garganta de Las Villuercas y gozaba de numerosas posadas, donde poder repostar y cambiar caballerías. Segunda parada, que hemos de situar en las inmediaciones de Cañamero; donde por entonces proliferaban las hosterías y posadas, pero que tristemente hoy ha quedado muy “mermado”. Menciona el autor más tarde, que aquellos ya eran áreas de montaña, pero sin las grandes vistas -ni el enorme interés- que tenía el camino “del otro lado”; refiriéndose al que venía desde Toledo o de Talavera, donde se sabe que hubo varios hospitales (como el de Villar del Pedroso y el de Arrebatacapas, conocido como del Obispo). Más tarde, narra Vicente Barrantes cómo llega a un lugar llamado Martinete, se accede al río del lobo, tal como él llama al Guadal-Lupe; creyendo que su etimología es mitad árabe y medio latina, con ese “extraño” significado. Siendo aquella localidad de Martinete, un lugar donde se labraban los famosísimos cacharros de cobre, fabricados para el convento y la zona. Ante lo que añadiremos que este área, cercana a Logrosán, estuvo plena de minas cúpreas y argénteas; explotadas desde tiempos de los tartessios. Asimismo diremos que el nombre de Martinete, es una “marca” de tierra de herreros y de saltos de agua. Pues con los grandes martinetes que se colocaban en molinos, se trabajaban los metales, a golpe de esos gigantescos martillos. “Martillete” que a veces llegaba a pesar una tonelada y era movido de un modo continuo, por la fuerza hidráulica del río. Cuyo sonido repetitivo dio origen a muchos cantares hispanos -especialmente, flamencos- de igual nombre (“martinetes”). De este modo, hablando de la localidad de Martinete, termina Vicente Barrantes su viaje hasta Guadalupe, pasando luego a describir el edificio y el pueblo que lo alberga.
18º) Para finalizar, debemos mencionar lo que Unamuno (11q) narró acerca de su “peregrinación” al monasterio. Escribiendo que el viaje era terriblemente penoso, de no ir en automóvil; comentando que desde Oropesa, pasando por El Puente del Arzobispo, había que remontar el Puerto de San Vicente, llegando diez horas más tarde al santuario. Lo que de nuevo nos lleva a pensar en el lugar, escarpado e infranqueable; como el refugio ideal para Viriato.
SOBRE ESTAS LÍNEAS: Mapa que presenta la página “Caminos a Guadalupe" - Red de caminos de peregrinación https://www.caminosaguadalupe.com/”, a la que agradecemos mos permita divulgarlo. El plano se halla igualmente en la web de “Caminos de Peregrinación; Conoce todos los caminos de Guadalupe: https://www.guadalupeturismo.com/rutas-de-peregrinacion/”.
Sobre este, hemos marcado diversos puntos; pudiendo observarse a través de ellos, que Talavera la Vieja no estuvo nunca a mitad de camino entre Toledo y Mérida (por cuanto no debe identificarse con Augustóbriga). Siendo esta localidad, hoy hundida en Valdecañas (junto a Bohonal de Ibor); tan solo una parada en la ruta en entre Guadalupe y Yuste. Desde la que se iba a Navalmoral de la Mata (punto que la une con la vía Madrid-Cáceres):
LUGARES MARCADOS EN EL MAPA DE PEREGRINACIONES:
-Guadalupe con una estrella en rojo y amarillo.
-Talavera la Vieja (Bohonal de Ibor) con una estrella en negro y amarillo.
-En el camino Romano (verde): Mérida, Madrigalejo y Logrosán.
-En el camino Visigodo (azul claro): Miajadas, Abertura, Logrosán.
-En el camino de Los Descubridores (naranja): Cáceres, Trujillo.
-En el camino de Monfragüe (verde oscuro): Plasencia, Belvis de Monroy y Mesas de Ibor.
-En el camino de Yuste o de los Jerónimos (amarillo): Yuste, Cuacos, Navalmoral de la Mata, Bohonal de Ibor, Avellaneda, Castañar de Ibor.
-En el camino Real (burdeos): Titulcia en Madrid (cambiando su ubicación); Talavera de la Reina, Calera y Chozas, Puente del Arzobispo, Villar del Pedroso, Navatrasierra (Arrebatacapas).
-En el camino de La Jara (verde claro): Calera y Chozas, Santa Quiteria, Puerto de San Vicente.
-En el camino de Toledo (azul oscuro): Toledo, Polán, Los Navalmorales, Campillo de la Jara, Puerto de San Vicente.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, mapa mío, con los caminos desde Extremadura a Madrid y Toledo, pasando por Guadalupe; y sus rutas alternativas, desde época romana.
1-EN ROSA: Ruta desde Trujillo a Navalmoral de la Mata, pasando por Jaraicejo; cruzando por el puente de Almaraz (el antiguo Al-Balat árabe).
2-EN NARANJA: Camino de Guadalupe a Yuste, pasando por Navalmoral. En su mitad está Bohonal de Ibor (Talavera la Vieja).
2b-En Nanja: Camino de Guadalupe a Madrid, por Talaverilla. Antaño, se iba también a Madrid y Talavera de la Reina, por este tramo; tomando el Puente del Conde, desviándose a Talavera La Vieja, El Berrocalejo y La Calzada de Oropesa.
3-EN VERDE: Camino llamado de La Jara; que procede desde Talavera y Candeleda (Castro de El Raso), llegando a Puente del Arzobispo, Villar del Pedroso, Navatrasierra (Arrebatacapas); Hospital del Obispo y concluye en Guadalupe.
3b-EN AMARILLO: Desviación de invierno, del Camino de La Jara; evitando los puertos de Arrebatacapas y el de San Vicente. Llegando desde Puente del Arzobispo a Valdelacasa de Tajo, siguiendo por Peraleda de San Román, continuando hasta un despoblado, antaño llamado Avellaneda; para alcanzar Castañar y Navalvillar de Ibor, y terminando en Guadalupe.
4-EN ROJO: Camino llamado Real, al proceder desde Madrid -corte desde el siglo XVI-; en época romana era la calzada que llevaba a desde Complutum y Titulcia a la Vía de la Plata. Es la actual Carretera de Extremadura, de Madrid hasta Talavera; que baja a Alcaudete de la Jara, para llegar a La Estrella y alcanzar el Puerto de San Vicente. Pasando a Guadalupe, tras cruzar Alia. Después de la villa del santuario, según los textos romanos, había calzadas hasta Turgalium y Norba, a través de lugares llamados Lomundo y Leuciana (Aldeacentenera y Logrosán), uniéndose así, con la Vía de la Plata.
4b-EN ROJO: Es un camino alternativo al Real o de Madrid, que tras Talavera va a Puente del Arzobispo, para alcanzar Villar del Pedroso y subir a Arrebatacapas, o bien ir hacia La Estrella, coronando luego el Puerto de San Vicente.
5-EN AZUL: Vía natural de Toledo a Mérida, pasando por Guadalupe. Partiendo de la capital manchega, va bordeando el río Tajo, hasta Malpica, donde se dirige a Alcaudete de la Jara. Desde aquí tiene dos opciones: Subir hacia La Estrella y pasar por Puerto de San Vicente. O bien, ir a Villar del Pedroso y cruzar Arrebatacapas.
6-EN MORADO: Camino Real de Toledo a Mérida. Conocido así, debido a que transcurría por una zona defendida por castillos y fortalezas (Guadamur, Montalbán, etc). Sale de la capital, hacia Montalbán y San Martín de Pusa; alcanza luego Alcaudete de la Jara; pasando desde allí a transcurrir en paralelo con las anteriores vías.
7-VERDE CLARO: Camino hacia Mérida, por Puerto Rey; no es el que menciona el Itinerario de Antonino, ni el Anónimo de Rávena; que pararía Lacipea y Leuciana (Miajadas y Logrosán).
Al lado, dibujo del monasterio El Rincón. Propiedad del Archivo Histórico Nacional (Clero, MPD nº 3); tal como lo recoge José Maldonado Díaz (a los que agradecemos nos permitan divulgarlo). Narra este investigador en uno de sus estudios dedicado a El Rincón (12) ; que la Haciendo se halla en las cercanías de Logrosán y fue una riquísima dehesa, con silos y bodegas. Como hemos visto antes, aquí quiso hacer noche Vicente Barrantes, cuando a finales del siglo XIX viajó a Guadalupe. Sin lograrlo; al ser privado y propiedad de los descendientes de Bravo Murillo.
Abajo; otro mapa mío sobre los caminos de Toledo hacia Mérida, pasando por Guadalupe. Como podemos ver, Talavera la Vieja, queda muy lejos de las vías que comunicaban Guadalupe con Toledo. Asimismo se observa que solo una vía de invierno, pasaba por un lugar cercano a Talaverilla; el que sde desviába hacia Valdelacasa y Peraleda de San Román, llegando luego a Los Ibores (marcado en Amarillo).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, portada del libro de Antonio Ponz, VIAGE DE ESPAÑA, en su primera edición (1778) -ejemplar propiedad del Banco de España; al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Abajo, otro mapa mío, sobre las diferentes rutas entre Toledo y Guadalupe, donde he marcado las distancias entre poblaciones. Pudiendo comprobarse que si reducimos Augustóbriga en Talavera la Vieja; precisaríamos un desvío de centenares de kilómetros, para hacer así una ruta entre Mérida y Toledo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes del libro de Antonio Ponz, VIAGE DE ESPAÑA, en su primera edición (1778) -ejemplar propiedad del Banco de España; al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Al lado, el templo que antaño estaba entre las casas de Talavera la Vieja (llamado “los mármoles”), dibujado por Ponz. Abajo, el puente de Almaráz, que cruza el Tajo por la N-V; levantado durante el Renacimiento por Juan de Álava y su hijo (Pedro de Ybarra).
D-2) El “Viage de España” de Antonio Ponz: Guadalupe y a Talavera la Vieja:
Este famoso libro sobre el largo periplo peninsular, realizado por el insigne autor; fue editado por primera vez en Madrid (1784). Tras ser escrito y corregido en sucesivas ocasiones, por el genial viajero; mientras ejercía su profesión de pintor y escritor -además de académico y experto en antigüedades-. Un genio, heterodoxamente hispano; nacido en Castellón en 1725, y cuyo VIAGE DE ESPAÑA se convirtió en una guía imprescindible para los que desean conocer la Sociedad y nuestro país durante el siglo XVIII. Obra, compuesta en varios volúmenes, que desarrolló magistralmente el ilustrado Ponz; quien tras estudiar durante su juventud en Segorbe, pasó a vivir en Italia -con el fin de completar ampliamente sus conocimientos-. En 1761 regresó a nuestro país, donde Carlos III le encarga estudiar y recomponer la Biblioteca de El Escorial. Más tarde, fue nombrado secretario de la Academia de San Fernando, dedicando parte de su vida a viajar por la Península; recogiendo sus monumentos y relatando sus peculiaridades. Realizando un segundo periplo, al final de su vida; con el fin de corregir perfectamente el primer borrador del libro.
Terminando una colosal obra, de la que en nuestra cita (13) hemos resumido el “peregrinaje” y visita a Guadalupe; junto a la posterior estancia del autor en Talavera la Vieja. Siendo de destacar, que Antonio Ponz fue uno de los pocos viajeros históricos que se dirigió a Talaverilla, después de conocer el santuario extremeño. El otro sería Conca Alcaráz. Y ambos lo hicieron así, porque regresaban desde Guadalupe, a la carretera de Madrid; viéndose obligados a ir hasta esa población, hoy hundida bajo las aguas del embalse de Valdecañas. En el caso de Conca Alzaráz, cuando volvió a La Corte, tras su estancia en el santuario mariano. Mientras Antonio Ponz, retornó desde Guadalupe vía Talavera la Vieja, porque su viaje seguía hacia Plasencia. Todo lo que muestra como esta localidad, hoy bajo el Tajo; era el paso desde el monasterio de la Virgen Negra, camino de Madrid, para ir a Navalmoral de la Mata o encaminarse a Plasencia y Yuste (La Jara y el Tiétar). Pero no se trataba de una parada entre Guadalupe y Toledo, como debía ser la urbe que se identifique con Augustóbriga (habiendo de estar a justo entre Mérida y la capital manchega; después de parar en Logrosán).
Ponz, en su primera referencia al viaje hacia la ciudad del santuario extremeño, nos dice que las distancias entre Talavera de la Reina y el lugar de peregrinaje, son las siguientes: “Desde Talavera á Calera: 3 leguas // á Alcoléa: 3 leguas // á Villanueva , ó Puente del Arzobispo: 1 legua // á Villar del Pedroso: 2 leguas // á Guadalupe: 7 leguas” (13a) . Por cuanto, sumando leguas y considerando que correspondían a unos 4,5 kilómetros; nos saldría un total de 16. Lo que se acerca a unos 72 kilómetros; resultando muy pocos, ya que la distancia entre ambos puntos, pasando por Villar del Pedroso, es al menos de cien (situándose esta población a mitad de camino). Por cuanto hemos de entender que la Legua que Ponz usa, es algo mayor a la generalmente entendida y debemos considerarla cercana a los 6,25 kilómetros. Pues aplicando esta medida, salen muy aproximadas las distancias descritas por el escritor y las verdaderas. Tras ello narra el autor como sale de Talavera y viaja sin cruzar el Tajo (que deja a su izquierda) pasando por Las Herencias, donde describe el monasterio jerónimo existente en este lugar (13b) . Más tarde, alcanza Calera y Chozas, donde menciona que las gentes toman allí las arcillas, para crear enseres cerámicos; llegando más tarde hasta La Puente del Arzobispo. A la que llama Villanueva del Puente, describiendo el paso que construyó sobre el río Pedro Tenorio; con once ojos y dos torres (13c) . Tras cruzar ese puente, se dirigieron hacia Villar del Pedroso, dejando Azután al lado izquierdo (13d) ; escribiendo sobre el resto del viaje Ponz, lo siguiente:
“Las siete leguas que hay desde el pequeño lugar del Pedroso á Guadalupe , son de un verdadero desierto, sin hallar en todo el camino mas que una casa llamada el hospital del Obispó, situada en una alta cumbre a la distancia de quatro leguas , caminando siempre por senderos fáciles de perder" (....) "A la izquierda saliendo del Villar , se ve Carrascalejo , y á la derecha está Valdelacasa, lugares cortos. A l cabo de una llanura entre encinas, y sembrados, se empiezan á subir los altos cerros de la cordillera, de Guadalupe. El primero y segundo son muy elevados, y fragosos, entre los quales hay un terreno interrumpido de lomas , y frondosos, aunque estrechos valles, que parece convidan á hacer allí muchas poblaciones. Toda la tierra está vestida de carrascas , madroños, romeros, y otros géneros de arbustos inútiles en aquella soledad. El segundo de estos altos cerros está coronado de grandísimos robles, y es donde se encuentra el hospital, que llaman del Obispo. En lo antiguo fue casa de recreación del Rey D. Pedro, y el Rey D. Enrique su hermano la destinó para hospedagede peregrinos" (...) “Las tres leguas de camino desde el hospital hasta Guadalupe son, como las antecedentes, montuosas , solitarias, y al mismo tiempo fecundas de su naturaleza; pero sin provecho para los hombres. Se concluye esta jornada de desierto con una baxada hasta el monasterio, de las mas terribles que he visto. El monte , á cuyo pie está situada la villa , y el monasterio , tiene cultivo de olivos, sembrados, viñas, castañares”. (13e)
Tras describir Ponz así, su periplo desde Talavera a Guadalupe; nos llama la atención como habla de un verdadero “desierto” entre Villar del Pedroso y la bajada hasta el valle del monasterio. Manifestando que el terreno a recorrer, era abrupto e intransitable; cargado de accidentes y de sinuosos caminos, en el que tan solo había un lugar de refugio (el famoso Hospital del Obispo, tras Arrebatacapas). Pasando a hablar más tarde el sabio viajero, sobre la villa del santuario, plena de riquezas y abundante en aguas; en cuyas fértiles tierras proliferaba el cultivo del olivo, la vid y de innumerables frutales. Hablando de que en aquel valle tan bello, estuvo antaño la ciudad romana de Cecilia Germelina, fundada por el cónsul Cecilio, conquistador de esta zona de Hispania. Un hecho legendario que aparece en los comentarios de numerosos viajeros históricos; a quienes los monjes de Guadalupe -o las personas cultas- narrarían esta tradición, sin fundamento documental. Situando los orígenes del lugar, en una población romana; levantada por el más ilustre general de las legiones (que logró Extremadura, para el poder del Lacio). (13f)
SOBRE ESTAS LÍNEAS: Una “corografía” del Tajo y los caminos hacia Guadalupe, hecha por mí. En esta, podemos ver el río desde que parte de Toledo y sus afluentes, el Guadarrama y el Alberche (este último, desembocando en las proximidades de Talavera). Marcadas con estrellas, las poblaciones más importantes (de las que hemos hablado) y en tres colores, los diferentes caminos hacia Extremedura:
-En MARRÓN: el que cruzaba por Puerto Rey, llegando a Herrera del Duque (La Siberia)
-En VERDE: el de Puerto de San Vicente; que podía pasar por Alcaudete o bien ir directamente hacia Villar del Pedroso y a La Estrella.
-En MORADO: el que atravesaba arrebatacapas, tras cruzar por Villar del Pedroso.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos páginas del magnífico libro “La navegación por el Tajo. El reconocimiento de Carduchi 1641 y otros proyectos” de Antonio López Gómez, publicado por la R.A.H. en 1998 -a los que agradecemos nos permitan divulgarlas-. En esta curiosa obra, podemos observar las diferentes corografías del Tajo que se hicieron a lo largo de la Historia, con la intención de hacerlo navegable. Recogiendo, preferentemente, las que dibujó Carduchi; que fue contratado como ingeniero para estudiar el curso del río (desde Lisboa a Toledo). Dejando unas magníficas láminas, ya que su primera profesión fue la de pintor. Arriba, el río llegando a Azután donde formaba “bolos” entre los diversos peñascos, que había en su cauce (lámina 30 del libro). Abajo, el Tajo en Azután y en Puente del Arzobispo (figs. 32 y 33). En el primero, marca que Açután está a media legua del río y señala un castillo defensivo junto a la orilla. Teniendo este tramo varias presas e islas que suponemos artificiales, para lograr hacerse con la fuerza de las aguas. En la siguiente lámina vemos Puente del Arzobispo, donde el Tajo llega escalonado, tras una serie de “cascadas”, lo que convierte la zona en rápidos. Debido a ello, desde este pueblo se sucedían los molinos, que se tenían por los mejores del río.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes más del libro de Antonio López Gómez. Al lado, sigue el Tajo bajando desde Puente del Arzobispo, en un tramo donde se suceden los molinos y los rápidos, a más de peñascos e islas. El la figura superior (36) vemos esas islas y presas. En la inferior (37), se dibuja el Puente del Conde, rodeado por enormes peñascos. A continuación tenemos los molinos llamados de Cárdenas, muy próximos a El Berrocalejo (que aparece, a media legua). Abajo, en la lámina superior (38) se repite el dibujo anterior, de la zona del Puente del Conde, destacando las enormes moles pétreas que rodeaban el cauce. La figura inferior (39) ya recoge el lugar de Talavera la Vieja (junto al río) y la caída fuerte de aguas delante de esta población. De ese modo describe Antonio López Gómez lo que dibujó Carduchi del Tajo a su por Talaverilla: “ Láminas 33-39 se acentúan las irregularidades del curso, en tres sitios chorreras con 300 piés de extensión, en otros hasta once en solo legua y media, con un salto. Diversos molinos, después llamados aceñas (Haceñas)” -sic, pag. 108-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: otra página más del libro de Antonio López Gómez. Al lado, dibujos de los tramos después de Talavera la vieja. En el superior (40) vemos que se situaban numerosas “presas con haceñas” (molinos) -el autor comenta su peligrosidad y la velocidad del río en la página 109-. En la imagen inferior (41), la zona con once chorreras en solo legua y media, con una terrible caída de aguas. Describe Carduchi la parte de Valdecañas, donde hace unos setenta años se levantó la presa. Un lugar donde el Tajo bajaba centenares de metros en unos pocos kilómetros. Finalmente, en este dibujo señala en la parte baja derecha, el convento de El Berrocal, lo que indica que es el paso por Belvis de Monroy. Frente a este punto, marca el Salto del Cabrón (que yo identifico con la actual playa de “Descuernacabras”, en Valdecañas). Asimismo, junto a Belvis de Monroy, vemos que marca “casa de la barca”; debiendo ser un pequeño paso natural del río. Abajo, la imagen superior (42), es una copia de la anterior, con la zona de Valdecañas y Belbis de Monroy. La inferior (43) describe el tramo del Tajo, desde este último pueblo, hasta el Puente de Almaraz (que dibuja en siguiente lámina, Carduchi). Se puede observar que son todo chorreras y caídas de agua peligrosas. Lo que explica que esta zona, desde el Puente del Arzobispo hasta Almaraz, haya sido una línea defensiva de los vettones, que siglos después aprovecharon los árabes (en tiempos de la Reconquista).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: la interesante plaza de Villar del Pedroso, donde se guarda uno de los verracos vettones hallados en la zona. Era esta población uno de los puntos de paso necesarios, en el camino desde los lugares cercanos a Talavera y Toledo, hacia Guadalupe. La aparición de ocho verracos en sus tierras y existencia de numerosos castros en su municipio (Los Castros, Espejel, La Oliva etc); junto a su cercanía a yacimientos de enorme interés histórico (como Vascos). Hace pensar que Villar del Pedroso fue una de las zonas ibéricas más importantes, hasta la romanización. Habiéndose localizado en sus inmediaciones Agustóbriga; al menos hasta que Hübner propuso que se desplazase esta reducción a Talavera la Vieja. La importancia de este lugar durante la etapa previa a Roma; se demuestra por ser donde más verracos ibéricos han aparecido (hasta un total de ocho ejemplares). Al lado, fotografía de un gran torito de granito, donde vemos su extraña morfología. Abajo, la plaza de Villar del Pedroso y el lugar que ocupa la importante estatua ibérica; cuya medida es muy destacable (pues supera los 150 ctms de altura).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, la entrada a Villar del Pedroso, donde tenemos un “cartel escultórico” que señala la vía de peregrinaje hasta Guadalupe. Abajo, la iglesia de San Pedro, cabeza parroquial de Villar del Pedroso. En su exterior y dentro de ella, se conservan múltiples estelas y aras romanas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, la subida a Arrebatacapas, al salir de Villar del Pedroso. Abajo, el embalse de Valdecañas, que retiene las aguas del Tajo desde este punto, hasta la población de El Berrocalejo y El Gordo. Si viajamos por la zona, observaremos que Valdecañas y su entorno, eran unos terribles desfiladeros, que hacía inaccesible el paso del río. Tanto es así, que la playa de esta localidad se denomina “Descuernacabras”, pudiéndonos hacer idea de la peligrosidad de las dos orillas, a su paso por Valdecañas. Donde, subiendo el otro lado de la cuenca, llegaremos a Belvis de Monroy. Esta hoz ha quedado en gran parte cubierta por las aguas, al haberse construido la presa que vemos en imagen; que contiene el curso en este punto, haciendo desaparecer los desfiladeros tras ella.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: de nuevo, dos imágenes de los restos romanos que se rescataron de Talaverilla, antes de construirse el embalse. Se trata de las columnas que Ponz cita, pertenecientes a un silo o cilla y que hoy se denominan los restos de “La Cilla”. A su lado, vemos a mi mujer, para poder calcular la escala y tamaño.
Más tarde y en la Carta V del “Viage de España”, Ponz habla de su salida de Guadalupe; deseando encaminarse hacia Plasencia. Para lo que hubo de tomar rumbo a Talaverilla, subiendo de nuevo hacia Los Ibores y siguiendo la siguiente ruta: “á Navalvillar de Ibór: 4 leguas // á Castañar de Ibór: 1 legua // al Bohonal: 3 leguas // a Talavera la vieja: 1 legua” (13g) . Ante lo que de nuevo reiteramos como la Legua que manejaba el autor se acerca a los 7 kilómetros y no a los 4,5 convencionales; pues entre Guadalupe y Bohonal hay 51 kilómetros (que divididos entre siete, son más de siete). Mencionando que este camino era duro, casi tanto como el otro que cruzaba Arrebatacapas; aunque estaba tan lleno de flora y fauna, que su visión entretuvo el viaje. Asimismo, habla del Arca del Agua; acueducto y mina que traía monte abajo, el limpio manantial de un pozo excavado en las rocas de Las Villuercas; llevándolas hasta la villa mariana. Pasando a continuación a describir el entorno y los campos que rodeaban esta ruta; plena de arroyos, caza, ganados y cultivos. Llegando primero a Navalvillar y luego a Castañar de Ibor, para alcanzar finalmente Avellaneda y después Bohonal (13h) . Donde se entretiene el autor en narrar como eran los valles y ríos que rodeaban al famoso monasterio, mencionando su carácter paradisíaco. Narrando como en Las Villuercas, hay infinidad de manantiales y proliferan todo tipo de plantas medicinales; a mas de poder cultivarse los frutales más delicados y variados (13i) .
Pasa a tratar más tarde sobre Talavera la Vieja, de la que escribe: “Está situada la villa en la misma orillá oriental de Tajo en territorio llano: se reputa de mas de cien vecinos : dista diez leguas de Talavera de la Reyna, y nueve de Guadalupe"(13j) . Hacemos un alto en este punto, debido a que poco antes había afirmado que entre el santuario mariano y Talaverilla, había ocho Leguas: "á Navalvillar de Ibór: 4 leguas // á Castañar de Ibór: 1 legua // al Bohonal: 3 leguas // a Talavera la vieja: 1 legua” -sic (13g) - . Todo lo que nos lleva de nuevo a una Legua de siete kilómetros -aproximadamente-; ya que Talavera de la Reina y Talavera la Vieja distaban 70 kilómetros (las diez Leguas, del tamaño que calculamos). Un hecho, que a su vez, ratifica el camino entre el monasterio extremeño y Talaverilla; separadas por 58 kilómetros, una medida que dividida entre nueve, resultará una legua de siete kilómetros -aproximadamente-.
Sigue comentando Ponz, sobre Talaverilla: "En sus contornos hay algunos sembrados, y viñas ; pero lo mas son encinares, y pastos , que sirven para la cria de vacas , y cerdos. Si no fue esta la Ebora , Ibora , Ebura , ó Talahrica , por lo menos sus ruinas son de una considerable población Romana. Apenas hay casa cuyas jambas , y linteles no sean piedras de edificios antiguos arruinados. Buena parte de la torre de la iglesia, la panera del Conde de Miranda, quien pertenece el Señorío de este pueblo, los corrales , y cercados tienen de estas piedras.” (...) “En un arroyo hácia oriente se ve un aqüeducto de argamasón, por donde podia caminar una persona, como se ve en su boca baxando del lugar adonde está la barca de Tajo. Parece que el tal aqüedufto venia de donde antiguamente estaba el lugar de Alija, distante media legua , hoy destruido; no quedando allí mas del castillo. Se hallan en un parage en dicho arroyo tres figuras muy informes de grandes trozos de piedra berroqueña, que parecen de bueyes, ó terneros, fuera de uno , que tira á la figura de verraco” (…) “Inmediata á este sitio hay una ermita construida en gran parte de antiguos sillares" (…) "También vi en la casa de un labrador, llamado Joséf Sánchez Cano, una. cabeza de javalí, ó cerdo empotrada en la pared, y muy bien executada. Junto á las puertas de las casas del lugar, y en otros sitios se encuentran capiteles, por lo regular dóricos, y jónicos, que sirven de asientos: asimismo se encuentran basas, trozos de columnas grandes, y de estas formados pesebres para comer el ganado; aunque regularmente son de piedra berroqueña, se encuentran también fragmentos de fino marmol. Se conoce que hubo en este pueblo porción grande de inscripciones” (13k)
Del anterior párrafo de Ponz es preciso destacar que nos habla del castillo de Alija, sito a unos tres kilómetros (río arriba). De la que les procedía el agua a esos habitantes talaveranos, transportada por un antiguo acueducto, que llegaba hasta la población. Destacando, asimismo, que en esta parte cercana a Alija (donde recogían limpias aguas), también estaba la barca que cruzaba el Tajo. El primer comentario, nos lleva a deducir que el sistema hidráulico y de abastecimiento en Talaverilla, era de origen romano; conservando un acueducto de unos tres kilómetros, del que tomaban aguas claras. Mientras el segundo nos confirma que había dos barcas en la zona; una cercana a Alija y otra más próxima al pueblo, pero siguiendo río abajo. Pues frente a la población, parece que no se podía cruzar el río; debido a las revueltas existentes. Unas caídas y saltos de agua junto a Talavera la Vieja, que los viajeros y escritores antiguos definen como “chorreras furiosas” o “peligrosos rápidos”.
Tal como podemos leer en los estudios que magistralmente publicó Antonio López Gómez (14) hace unos treinta años; recogiendo las diferentes corografías del Tajo y los proyectos de navegación, que se realizaron desde época de Felipe II. Cinco siglos pretendiendo hacer ese río navegable, donde los ingenieros que participaron en esos intentos; dibujaron y describieron las condiciones y características del curso, a su paso por las diferentes zonas. Exponiendo la mayoría, que desde Toledo hasta Talavera de la Reina, las aguas son un embalse, permitiendo la navegación en los dos sentidos. Pero al llegar a Puente del Arzobispo, el cauce se convierte en un desfiladero, pleno de saltos e irregularidades. Lo que se aprovechaba para crear molinos y presas, dándoles gran fuerza; por lo que se conocía el tramo como el mejor del Tajo, para colocar ingenios hidráulicos. Se llegaba poco después, al antiguo Puente del Conde (frente a El Berrocalejo y Valdeverdeja); donde ya los rápidos, eran insalvables. Aunque poco más abajo y a la altura del castillo de Alija, debían de calmarse aquellas “chorreras” pues en ese punto estaba la barca; que unía La Calzada de Oropesa, con las rutas hacia Guadalupe y los altos de La Jara. Aunque poco después volvían los “rápidos furiosos ”, que se sucedían ya hasta Almaraz; a excepción de otro punto de calma. Siendo las orillas que rodeaban Talavera la Vieja, una zona peligrosa y sin posibilidad de vadearse. Pudiendo tomarse una segunda barca, tras bajar el río; donde existía un pequeño carpio en el que se embarcaban los que iban dirección a Navalmoral (tal como hizo Ponz). Todo lo que muestra de nuevo, que esta población identificada con Augustóbriga, no era lugar de paso, sino una urbe defensiva y bien amurallada, que desde tiempos de Viriato protegió esta línea al sur del Tajo.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes del Tajo, donde podemos observar que su cauce ha variado notablemente desde que se hicieron los pantanos de Valdecañas y Almaraz. Arriba, a su paso por Belvis de Monroy, en las cercanías de Valdecañas (las aguas volvieron a embalsarse en Almaraz, por lo que siguen un curso mayor que el que antaño tuvieron). Al lado, en las cercanías de Almaraz. Abajo, el río a su llegada a Almaraz.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de La Puente del Arzobispo. Al lado, su iglesia. Abajo, el antiguo hospital de peregrinos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de El Berrocalejo, lugar donde se cruzaba el puente del Conde, antes de que existiese el del arzobispo. Al lado, la iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción; desde donde vemos el embalse de Valdecañas. Abajo, vista tomada desde las afueras de la localidad en la que se observa el punto del Tajo cercano al castillo de Alija; donde había una barca de paso.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de El Gordo. Como ya hemos visto, antes de que levantasen el puente del arzobispo, se cruzaba el río por el del Conde o con la barca de Alija; siguiendo luego hacia El Berrocalejo y El Gordo, para llegar a La Calzada de Oropesa, que estaba a pie de camino en la ruta “Real” (Madrid-Lisboa). Al lado, el embalse de Valdecañas, que hoy llega hasta El Gordo (observemos detrás de la fotografía, los montes de Gredos). Abajo, la iglesia de San Pedro Apóstol, en El Gordo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de La Calzada de Oropesa; lugar donde llegaban los viajeros que procedían de Extremadura y La Jara, cruzando el Tajo por el Puente del Conde (o con la barca de Alija). Alcanzando así, el Camino Real de Madrid; una vía que hoy es la A-5 y antes fue la ruta romana que unía Complutum y Titulcia (Alcalá y Arroyomolinos), con Turgalium y Norba (Trujillo y Cáceres). Hemos de volver a destacar como esta carretera que comenzaba y terminaba en la actuales provincias de Madrid y Cáceres; uniendo las calzadas que se dirigían a Zaragoza (Cesaraugusta) con la Ruta de la Plata (Vía XXIV en el I. de Antonino). Pasaba por las poblaciones hoy llamadas: Arroyomolinos (Titulcia), Casarrubios, Maqueda, Santa Olalla, Talavera de la Reina, Oropesa, Navalmoral de la Mata y Trujillo. Pero no por Talavera la Vieja, que se situaba unos 20 kilómetros al sur del Camino Real. Al lado, fotografía de la casa de los canónigos, en La Calzada de Oropesa. Abajo, el convento del Santo Jesús de la Misericordia, en la misma población.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de Valdeverdeja. Su iglesia y su hospital de Peregrinos. Como hemos visto, hasta la construcción del puente del arzobispo, en 1380. El camino desde Extremadura subía por estas poblaciones (El Berrocalejo, Valdeverdeja, El Gordo y La Calzada de Oropesa) tras haber cruzado el puente del Conde.
Terminaremos comentando el VIAGE DE ESPAÑA de Ponz, recogiendo el modo en que el sabio explorador describe las ruinas y antigüedades que vio en Talaverilla; población que él identifica con la ciudad ibérica de Eibura, Aipora, Eubura. Tal como nosotros consideramos, por cuanto -repito-, hubo de ser “rebautizada” durante la dominación musulmana como Tal-Ebura. Lo que en idioma árabe significa “mota” o “alto” de Ébora; una denominación común a los lugares donde el islam fue extendiéndose. Quienes iban renombrando las urbes perdidas, como “Tal” o “Tell” y conservando el antiguo nombre; pasando a reconstruirlas, sin pretender darles gran vida (debido a que sus habitantes solían ser -en su mayoría- población perteneciente a la anterior dominación). De ello que Talavera de la Reina, fuera la antigua Elbora, Eubura o Ebora, vettona; tal como Talavera la Vieja fue Eibora, Aipura o Epura; capital de los Ibores. Voz que -a mi juicio- rememora Iberia y a los iberos; por haber sido un lugar principal de Lusitania y una zona inexpugnable, tal como recuerda la historia de Viriato. Motivo por el cual -a mi juicio- Guadalupe es uno de los grandes centros culturales y religiosos de la Península.
De tal manera, Ponz recoge sobre las peculiaridades de Talaverilla, como los vecinos consideran que en esa localidad nacieron San Vicente y sus hermanas (Sabina y Cristeta). Lo que leyó en una lápida inscrita, que el autor considera reescrita o apócrifa (13l) ; epigrafía y caso sobre el que trataremos en nuestro siguiente capítulo. Pues esta posible “falsificación” donde se incluye el nombre de Evura, como lugar donde vinieron al mundo los santos. Ha sido uno de los motivos por los que se ha desestimado la identificación de Talavera la Vieja con esa Ebura, Eibora o Ebura. Al catalogar toda la inscripción como falsa; incluyendo la del nombre del lugar. Más tarde, el autor describe los restos romanos colosales que ve entre las casas y adosados a ellas, comentando las columnas que estaban en la pared de un silo (la cilla) o los grandes capiteles y frisos que se conservaban, de lo que debió ser un foro (los mármoles). Destacando “un pedazo de bóveda rota , sobre la que hay escalones. Es común opinión en el pueblo, que el sótano debaxo este templo es donde fueron encarcelados los Santos Vicente , Sabina, y Cristeta” (13m) . Lo que manifiesta que esta población fue también un lugar de peregrinaje, al considerarse el pueblo natal de San Vicente, Santa Sabina y Santa Cristeta. Termina narrando Ponz el buen comportamiento de los habitantes de Talaverilla, y finaliza esta parte de su viaje comentando la ruta hacia Plasencia, con las siguientes palabras:
“nos abrió Dios un camino en la bondad, y cortesanía de Andrés Mendo, Alcalde, quien nos recogió en su casa, procurándonos todo lo necesario en el poco tiempo que estuvimos en ella (...) Desde aquí tomé el camino de Plasencia, adonde llegué en dos dias: los lugares, y las distancias son: desde Talavera la vieja á Valdehuncar: 2. leguas // á Belvis y á Almaraz y al Toril: 2 leguas // á Malpartida: 5. leguas // á Plasencia: 1. leguas" (...) "Inmediatamente que se sale de Talavera, se pasa el Tajo en barca, y se camina una legua cerca de su ribera por tierras de sembradío, entre encinas , y xarales liasta llegar á Alarza, granja de Religiosos" (...) "En la otra legua que se camina hasta Belvís, se dexa á la derecha un lugarejo nombrado las Casas de Belvís, y á la izquierda se ve un convento de Franciscos Descalzos en parage eminente arrimado al Tajo" (...) "La población de la villa de Almaraz es á poca diferencia como las referidas: por allí pasa el camino Real de Extremadura, y Portugal á Madrid.” (13n) . Todo lo que indica la existencia de una segunda barca, siguiendo río abajo y poco después de Talaverilla; debido a que frente a este pueblo, se sucedían rápidos y revueltas en el cauce. Asimismo, el texto del sabio viajero, habla del monasterio de Belvis de Monroy, desde donde partió el cristianismo hasta América. Comentando como cerca de este lugar y frente a Almaraz, pasaba el Camino Real de Madrid a Portugal; la actual A-5, que fue vía de unión entre las cortes de España y Lisboa, desde el siglo XVI -transcurriendo por Talavera de la Reina, Trujillo y Mérida-. Lo que hizo pensar a algunos que la vía desde Mérida a Toledo, era paralela a esta ruta; tan moderna como alejada de la calzada romana que unía Toletum con Emérita Augusta. Debido a lo que muchos llegaron a pensar que la apartada Talaverilla estaba a mitad de trayecto, entre la capital manchega y la extremeña.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes del Mapa topográfico de las Villuercas, editado por la Real Audiencia de Extremadura hacia en 1791; que guarda El Archivo Histórico Provincial de Cáceres (tomado desde su página http://178.255.108.59/dguot/Cartoteca/index_old.php?page=ficha&fid=280 y al que agradecemos nos permita divulgarlo). En la de al lado, reproducido en su totalidad. Arriba, hemos recortado la zona Noroeste, situando carteles sobre las poblaciones, lugares y ríos que describe. En este, no hay duda sobre las localizaciones. Abajo, se contiene la parte Suroeste del mapa, donde igualmente he señalado los nombres sobre los lugares y ríos que describe. En esta parte del plano, hay un fallo del cartógrafo, que sitúa Navatrasierra y el Hospital del Obispo, donde debía haber puesto el Puerto de San Vicente. Ya que Arrebatacapas está en línea con Villar del Pedroso; mientras después de Mohedas, se sitúa el paso por Santa Quiteria.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, los restos del castillo de Belvis de Monroy; localidad de la que nos habla Ponz; mencionando que cuando salió de Talavera la Vieja, tomó una barca que le condujo hasta las proximidades de Navalmoral de la Mata. Luego, vadeando la orilla del río, llegaría hasta las poblaciones de Belvis y más tarde a Almaraz; donde se dirigió a Yuste. Abajo, el puente renacentista de Almaraz; construido a comienzos del siglo XV por Juan de Álava. Sirvió para unir esta zona del río, en pleno camino entre Trujillo y Oropesa; un tramo que antes se cruzaba en barca.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de Guadalupe y sus monumentos. Al lado, patio del Parador, que antes fue claustro del Hospital y la universidad (colegio de infantes) -al que agradecemos nos permita divulgar nuestra fotografía-. Abajo, la hospedería de Guadalupe; nacida como Hospital de Peregrinos y en cuyas trazas también trabajó Juan de Álava.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de los campos de Los Ibores, en el camino entre Fresnedoso y Castañar. Observemos su riqueza en flora y los cultivos de olivos. Son estos los que Ponz describe con minuciosidad; debido a que le llamó la atención su prodigiosa vegetación, los manantiales que por todos lados fluían y la caza que proliferaba.
E) Méndez-Cabeza, el cronista de La Jara y El Tiétar:
Méndez-Cabeza es uno de los blogueros más importantes de nuestro país. Ha dedicado su vida como médico, a cuidar las personas que habitan poblaciones de La Sagra y La Jara, alejadas de los Centros de Salud. Por lo que, aprovechando sus viajes y continuos traslados para realizar consultas; fotografió y estudió esas zonas de un modo magistral (muchas de ellas prácticamente desconocidas y despobladas). Por lo que, con un mérito inimaginable y una vocación inigualable (de “doctor” y como historiador); creó diversos blogs, donde se recogen las peculiaridades de los pueblos y aldeas que circundan Talavera de la Reina (15) . Refiriendo sus monumentos, su historia, sus costumbres y fiestas, la arquitectura popular, los despoblados, los senderos, las rutas campestres, las ruinas arqueológicas y los yacimientos importantes. En ocasiones olvidados y desconocidos; pero que Méndez-Cabeza ha ido recopilando y estudiando, para divulgarlos en sus artículos; cuyo contenido es impecable.
E-1) Caminos a Guadalupe en Méndez-Cabeza. Antes de Subir a los Puertos:
Sobre los Caminos a Guadalupe, tiene numerosos y valiosos capítulos, donde recoge las dos rutas entre Talavera de la Reina y este santuario (de las que repetidamente hemos hablado). La primera, que cruza por Puente del Arzobispo, y sube hacia Puerto de San Vicente, a la que llama “Camino de los bandoleros”. Siendo la segunda, aquella que transitaba por Arrebatacapas, a la que denomina “Camino Real”. Ante lo que hemos de añadir que -seguramente- el lugar donde más bandidos y salteadores hubo, era el puerto donde comúnmente te arrebataban hasta la capa (robando cuanto los peregrinos o viajeros llevaban). Dejando al margen esta mención anecdótica, veremos qué nos dice Méndez-Cabeza acerca de estas dos rutas a Guadalupe:
Comenzamos por el cruce del río Tajo, donde el autor habla de cómo Pedro Tenorio abrió este paso en la población, antes llamada Villanueva de Tajo; y escribe “ el arzobispo Tenorio quien al parecer tenía propiedades en la zona de Alcolea que había heredado de su madre Juana Duque, de una noble familia talaverana. El prelado frecuentaba la zona por esta razón y conocía de los peligros que debían hacer frente los miles de peregrinos que se dirigían al monasterio de Guadalupe. Conmovido por los riesgos que afrontaban, el arzobispo inició la construcción de un magnífico puente medieval, aunque parece que antes de este puente existió otro de madera junto a una pequeña población llamada Alcherina” (15 a) . Tras ello, “La afluencia de romeros a Guadalupe era tal que se hizo necesaria la institución de dos hospitales que acogieran por un lado a las mujeres y niños expósitos y por otro a los hombres. Sus dependencias se situaban en torno a dos patios y su estructura general se conserva, pues formaban parte del edificio que ocupa todo el lado oeste de la plaza mayor puenteña”. Seguidamente menciona el autor la importancia de los molinos existentes en esta zona del Tajo, “que por su importancia etnográfica e histórica bien merecerían la atención de las diferentes administraciones para su conservación. En el siglo XVIII se dice de ellos que ´no hay en el Tajo otros mejores ni más resistentes´” (15 b) .
Después de cruzar el puente levantado por el prelado Pedro Tenorio en 1380, nos propone Méndez-Cabeza visitar la famosa fortaleza de Los Castros. Alcazaba árabe, de origen prerromano (posiblemente nacida de un castro vettón, reutilizado), que se sitúa en la margen de cauce contraria a La Puente del Arzobispo; andando unos tres kilómetros por la orilla. Unas interesantes ruinas que pertenecen al término municipal de Villar del Pedroso, y se hallan precisamente donde desemboca el arroyo Pedroso, sobre el Tajo (15c) . Por su parte, siguiendo con el camino, del otro lado y tras cruzar el puente, llegaremos a Azután; un pueblo famoso por su dolmen y por tener varios restos de fortalezas árabes y romanas (15d) . Aunque ese monumento megalítico llamado “dolmén de Azután” en verdad está en el término municipal de Alcolea de Tajo. Una población donde los romanos también dejaron su impronta, precisamente en dos fincas llamadas El Torreón y El Rincón. Donde seguramente se levantaron villas romanas; por lo que en sus tierras aparecieron profusamente columnas y restos milenarios (15e) .
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de las zonas descritas. Arriba, el puente del arzobispo. Al lado, el camino hacia la fortaleza de Castros, junto al arroyo Pedroso (una vez pasado el Tajo). Abajo, la ribera del río y el lugar cercano donde se halla Los Castros. Ruinas que tienen sus orígenes en el mundo prerromano; y que siglos después fueron aprovechadas por los árabes, para construir una alcazaba.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes del dolmen de Azután, que como sabemos, se encuentra en el término municipal de Alcolea de Tajo. En ellas aparecemos mi mujer y yo, con el fin de comprender bien la escala del megalito.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes más del dolmen de Azután (en Alcolea de Tajo). En ellas aparecemos mi mujer y yo, para comprender bien la escala.
Méndez-Cabeza pasa más tarde a hablarnos del siguiente punto de parada en los Caminos de Guadalupe, que es Villar del Pedroso. Misterioso y bello lugar del que nos dice: “En primer lugar tenemos que resaltar que nos encontramos en la población de la comarca donde se han hallado un mayor número de verracos. Hasta ocho ejemplares diferentes de estas esculturas zoomorfas se han podido localizar en el casco urbano y en diferentes parajes de su entorno” (15f). Con ello, podemos comprender la importancia de esta zona para los vettones; habiendo sido -a mi juicio- uno de los baluartes capitales de Viriato. Al situarse en la subida hacia el Puerto de San Vicente y el de Arrebatacapas, que cerrarían “Peña Amarilla” y el valle de Guadalupe; donde -personalmente- sitúo la guarida y la capital de este caudillo lusitano. Asimismo, el autor, escribe acerca de Villar del Pedroso: “Otras lápidas han sido encontradas en La Oliva y en la dehesa de La Argamasa, cuyo nombre ya nos indica la presencia de restos de muros romanos en un importante yacimiento que además contaba con una antigua mina en su entorno. La presencia musulmana está constatada por la fortaleza de Castros que ya conocemos y por la referencia en antiguas relaciones a una cerca de tapial que protegía el caserío de El Villar. En la sierra de El Villar se puede ver una torre de observación o atalaya rodeada por una pequeña muralla” (15f) .
Continúa Méndez-Cabeza hablando sobre la arquitectura y particularidades de este misterioso lugar, del que comenta: “También se pueden visitar en el pueblo algunos edificios de interés directamente relacionados con el Camino de Guadalupe” (15g) . Mencionando una importante “Placa fundacional del hospital de Peregrinos de Villar del Pedroso” y “un gran edificio con portada gótica que albergó en su tiempo al hospital de Villar del Pedroso. Una placa con escritura del siglo XV conmemora su fundación por el canónigo de la Colegial de Talavera don Hernando de Alonso” (...) “que es tradición fue la hospedería de Villar donde pernoctó Carlos V. Frente a este edificio se sitúa la actual casa-curato que en sus tiempos fue la hospedería, lugar donde se alojaban los viajeros sanos, mientras que los peregrinos enfermos eran acogidos en el hospital. A lo largo de la calle se pueden ver todavía algunas casonas entre la que destaca una blasonada también de estilo gótico” (15g) . Para terminar mencionando el impresionante pozo que encontraremos a la entrada de la villa, del que escribe Méndez-Cabeza: “El pilón que hay junto al camino de Navalmoralejo es casi monumental, aunque hay otros pozos y fuentes en el pueblo donde podemos también imaginarnos a los peregrinos lavando sus heridas o calmando su sed. En muchos pueblos de los que vamos a visitar se pone en las fuentes una imagen de la Virgen de Guadalupe dibujada en azulejos e incluso representada con una figura de plástico” (15g) .
Antes de terminar este comentario sobre la población del Pedroso, expresaré que aquel pilón, a mi parecer, es un pozo de origen romano, con sillares milenarios. Siendo muy similar al que existe en Villamanta, Madrid. Población que se considera Mantua Carpetana; cuyo pozo romano está declarado de interés arqueológico. Dicho esto, para finalizar nuestra mención a la villa del Pedroso, añadiré que desde el siglo XVII fue donde se situó Augustóbriga; debido a su ubicación entre Toledo y Mérida. Lo que se ratificó en el siglo XVIII, tras el hallazgo allí, de una lápida funeraria; cuya inscripción mencionaba a una difunta, nacida en la ciudad dedicada a Augusto. Pese a ello, el extraño encuentro de otra losa en Talavera la Vieja, aparecida en 1887 y que llevaba la leyenda AUGUSTOBRIGA; determinó que a finales del siglo XIX se cambiara la reducción de esa ciudad perdida. Llevando su localización desde Villar del Pedroso a esta otra, lejana del camino a Toledo y sita a orillas del Tajo (entre Yuste y Guadalupe).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres fotos de los edificios de Villar del Pedroso que se dedicaron a hospitales de peregrinos, desde el siglo XV.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes del “pilón”, que a mi juicio se trata de un pozo de origen romano.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos del pozo romano de Villamanta (Madrid), donde se localiza Mantua Carpetana. Observemos el parecido con el de Villar del Pedroso.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de la estela romana situada junto a la iglesia de Villar del Pedroso; en la salida de su puerta principal.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, las calles de Villar del Pedroso, que recorren arroyos y fuentes. Abajo, plaza donde se exhibe otro de los verracos ibéricos hallados en la localidad.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, de nuevo, las calles de Villar del Pedroso, recorridas por vías de agua. Abajo, otra imagen del torito ibérico. Como podemos observar, estaba excavado dentro de una roca; que por suerte se conservó al transportarlo al pueblo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, la plaza donde se encuentra el verraco. Abajo, detalle de la escultura, donde se observa una cazoleta de sacrificio, también tallada en la misma piedra donde se labró la escultura.
E-2) Los caminos hacia Guadalupe en Méndez-Cabeza. Cruzando por Arrebatacapas:
Pasamos en este segundo epígrafe a referir lo que este autor narra acerca de los pueblos y lugares por los que transcurre esa ruta hacia el monasterio. Comentando que “El trayecto primitivo se dirigía hacia las desaparecidas ventas de San Miguel que acogían a los peregrinos antes de subir por la empinada sierra hasta el puerto de Arrebatacapas. Los que no quieran perderse campo a través pueden continuar en la bifurcación antes aludida por el camino que nos llevará hasta Carrascalejo y ascender después por la carretera.” (15h) . Pese a ello, recomienda no ir por esta ruta, que era el “Camino Real”; sino seguir la carretera hacia Arrebatacapas, por la del Puerto de Altamira. Narrando como durante la Edad Media y hasta hace un tiempo, el lugar era terriblemente peligroso; debido a los salteadores y a los lobos y osos que habitaban en esos montes. Debido a lo que se vigilaba por la Santa Hermandad, quedando abandonada y sometida a los bandidos cuando dejaron de subir las fuerzas del orden hasta el lugar. Añadiendo que “Estas circunstancias motivaron la fundación en el siglo XIV del conocido como Hospital del Obispo, a mitad de camino entre Navatrasierra, último pueblo habitado del camino, y la puebla de Guadalupe. Por todo lo reseñado, el camino que discurre por Puerto de San Vicente y Alía fue tomando auge hasta conseguir casi sumergir en el olvido a este otro viejo Camino Real en el que tantos viajeros fueron asaltados o devorados por los lobos” (15i) .
Tiene Méndez-Cabeza otro artículo dedicado a este hospital de peregrinos, donde explica como fue regalado por Pedro I; hijo de Alfonso XI, famoso por ser el monarca que amaba el mundo cinegético y a Leonor de Guzmán. Un rey que escribió el “Libro de la Caza” y regaló Talavera de la Reina a su amante Doña Leonor (madre de los Trastámara). En la entrada que referimos (15i) el autor describe el tramo existente hasta llegar a Guadalupe. Narrando el modo en que se arribaba al monasterio, entrando por la ermita del Humilladero con las palabras: “De la venta que da nombre al paraje, no queda nada, aunque sabemos que se situaba en este lugar de confluencia entre este viejo camino de Talavera y el otro camino real que subía paralelo al Ibor desde Navalmoral (...) El camino viejo coincide con ella durante un kilómetro para después cruzar el puente de Los Álamos en un paraje muy ameno y seguir ya por la derecha de la carretera hasta el Humilladero”(15j) . Además Méndez-Cabeza incluyó en su blog un precioso capítulo intitulado: Llegamos con Cervantes a Guadalupe, que -como sabemos- peregrinó hasta el santuario de la Virgen Negra, tras ser redimido de Argel, para entregar sus cadenas de cautivo; tal como hacían todos los liberados del secuestro de los sarracenos. Donde el autor escribe: “en El Humilladero, lugar desde donde los peregrinos daban vista por primera vez al monasterio y agradecían a la Virgen de Guadalupe su protección en el camino. Es el equivalente al Monte do Gozo desde donde los peregrinos ven Santiago de Compostela por primera vez, y se trata de un monumento gótico-mudéjar de gran valor artístico. ” (15k) .
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de los campos de Villar del Pedroso.
Arriba, los montes de Arrebatacapas y San Vicente (al fondo). Al lado, subida hacia Arrebatacapas, por el camino antiguo. Abajo, vista de Villar del Pedroso, desde la salida antigua hacia Arrebatacapas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, subida al Puerto de San Vicente; la alternativa que se abrió debido a la peligrosidad de Arrebatacapas (lleno de fieras y bandoleros). Abajo, foto tomada en la carretera de subida a San Vicente, en el punto en que se unen las vías hacia Villar del Pedroso y La Estrella.
E-3) Caminos a Guadalupe en Méndez-Cabeza. Paso por San Vicente:
Es esta la otra opción para cruzar desde Toledo a Extremadura; donde el ascenso inicial hasta el puerto, resultaría bastante duro. Aunque una vez lograda la cumbre, la ruta transita de forma regular, sin grandes cambios de altura, siguiendo la Sierra de Guadalupe. Llegando finalmente a Alía, población cercana a la villa mariana y arqueológicamente destacada; desde la que se accede al valle del monasterio, en un tramo continuo de bajada. Acerca de esta ruta, escribe el autor que era “el segundo camino más utilizado por los peregrinos para acercarse a Guadalupe. El Camino Real o Camino Viejo, ya descrito, es el más antiguo pero debido a lo inseguro, despoblado y agreste de su recorrido fue menos utilizado desde el siglo XVII en adelante, cuando se comenzó a utilizar el camino que discurría a través de La Jara” (15l) . Pasando a relatar que esta otra vía, partía desde Talavera -al igual que la anterior-; pero cruzaba el Tajo en la ciudad de origen, para llegar a Alcaudete de la Jara (tras unos veintidós kilómetros). Recorriendo entre ambas poblaciones, una zona de fácil tránsito; compuesta por la vega del gran río y del arroyo Manzanas, plena de vestigios arqueológicos (entre los que destaca la villa romana de El Saucedo).
En este tramo desde Talavera hasta Alcaudete, pasaremos por lugares muy cercanos a poblaciones con la importancia de Las Herencias; famosa por sus yacimientos arqueológicos -entre los que destacan sus hallazgos tartéssicos- (15m) . Desde allí, siguiendo hacia Alcaudete, cruzaremos de nuevo por Azután. Famoso por proximidad a Vascos y los restos de alcazabas árabes; por sus yacimientos paleolíticos y su dolmen. Donde podremos apreciar las bellas “tablillas”; tal como se conocen las caídas lineales que se forman en las laderas, a orillas del Tajo (pareciendo tablas) (15n) . Llegaremos después a Aldeanueva de Barbarrolla, donde se hallan los restos de una antigua calzada romana (15n) y (15o) . Sin mencionar el autor el paso muy cercano por la famosa ciudad árabe de Vascos (en Navalmoralejo); abandonada después de la Reconquista, pero que en su tiempo fue una de las más fuertes defensas del Tajo. Desde Aldeanueva, pasaremos el precioso río Uso, que desemboca en el Tajo muy cerca de Vascos; alcanzando luego La Estrella, donde se halla un famoso dolmen. Otra de las misteriosas localidades de la zona, muy próxima a Villar del Pedroso; acerca de la que nos dice Méndez-Cabeza:
“En la cima de la Sierra Ancha, la mayor de las dos elevaciones que la forman, podemos visitar los restos del amurallamiento de un castro de la Edad del Hierro en el que es curioso observar los huecos disimulados en el grueso del muro y que servían como refugio. Probablemente, estas cuevas camufladas también fueron utilizadas como escondite por los cristianos que, tras la reconquista, se atrevían a repoblar estas tierras inhóspitas batidas por las razzias de almohades y almorávides que les obligaban a refugiarse en estas alturas que eran denominadas” (…) “En la Buha, el cerro más puntiagudo, se sitúa una explotación minera antigua. La forma del monte y la cueva minera han hecho que la fantasía popular haya querido ver un antiguo volcán en la cumbre de esta montaña. Por debajo de Cabeza del Conde discurre el río Uso sobre el que cruza un puente del siglo XVI construido para el paso de los ganados trashumantes por un cordel que anteriormente vadeaba la corriente río arriba para llegar hasta la pequeña aldea de Fuentes” (15p) .
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de la iglesia de La Estrella.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Una curiosidad que me ha sucedido. Hace unos meses publiqué la foto de al lado, donde podíamos ver que junto a la iglesia de La Estrella había una preciosa estela. Dicen que el nombre de esta población procede de la enorme cantidad de estelas y aras romanas, halladas en sus campos. Otros consideran, que se originó al ser un lugar de camino a Guadalupe. Sea como fuere, allí fotografié esta lápida, enterrada en un murete junto a la iglesia; cuya imagen divulgué no hace mucho. Pero la última vez que volví a este pueblo, la estela ya no estaba en su lugar (como podemos ver, bajo estas líneas). Esperando que haya sido quitada del muro por las autoridades, damos cuenta de este curioso hecho.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de los preciosos campos y caminos que rodean La Estrella. En este caso, los que llevan hasta Fuentes y La Nava de Ricomalillo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: El dolmen de La Estrella, que como sabemos también se denomina de Aldehuela, y está en el término municipal de Aldeanueva de San Bartolomé. Como podemos observar, su situación es lamentable; peor que la del dolmen de Azután.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, camino desde La Estrella a Aldeanueva de San Bartolomé; era la antigua subida al Puerto de San Vicente, cuyos picos podemos ver al fondo. A nuestra derecha, el de Arrebatacapas; y a la izquierda, San Vicente. Abajo, el gran monte que se eleva junto a La Estrella, llamado “La Buha”, donde hubo yacimientos mineros.
Hemos de destacar, que el autor al comienzo de su ruta, cita que el Camino Real a Guadalupe, iba desde Talavera a Alcaudete de la Jara; pero finalmente lo hace derivar por otra vertiente. Tomando dirección en Las Herencias, hacia Azután, para alcanzar La Estrella. Aunque la vía más sencilla es seguir desde Talavera a Alcaudete; tal como plantea inicialmente Méndez-Cabeza. Para luego ir al cercano Belvis de la Jara; subiendo a continuación por Aldeanueva de Barbarrolla y así alcanzar La Estrella. Después de esta interesante población, nos dirigiremos hacia Aldeanueva de San Bartolomé (conocida como Aldeanovita o Aldehuela) donde se halla el dolmen llamado de La Estrella y un castro ibérico, conocido como el de Castrejón. Siendo famosas las minas de cobre que antaño existieron en los campos de esta localidad; lo que explica que allí haya aparecido una “estela de guerrero” tartéssica -que podemos fechar entorno al siglo VIII a.C.- (15q) .
Después, seguiremos hacia Mohedas (15r) para alcanzar el Puerto de San Vicente, del que Méndez-Cabeza escribe: “Debido al estratégico lugar en que se sitúa este encantador pueblecito jareño, no es extraño que haya sido habitado desde antiguo en torno a las fuentes que brotan en el casco urbano o en sus alrededores. Es probable que también en este paraje se localizara una antigua ermita además de las ventas referidas. Pero incluso antes de los primeros núcleos habitados por la repoblación cristiana, los visigodos dejaron aquí muestras de su paso, como lo demuestra el tenante de altar labrado típico de esta época que se puede ver en la iglesia parroquial” (15s) . Termina de ese modo el viaje que el autor denomina “Camino de Bandoleros”, aunque reconoce que fue el más antiguo “Camino Real” hacia Guadalupe; pero posteriormente sustituyó por el paso de Arrebatacapas. Debiendo añadir nosotros que hubo una tercera ruta, que ya vimos; donde quienes no deseaban cruzar los montes, iban bordeando el río Tajo (tras cruzarlo en el Puente del Conde o en el del arzobispo). Tomando dirección a Valdelacasa y luego a Peraleda de San Román (tal como se explicó); para seguir por el despoblado de Avellaneda (en Los Ibores) alcanzando Castañar y Navalvillar, logrando así arribar a Guadalupe. Para finalizar diremos, que también hemos explicado que para ir desde Toledo hasta Extremadura, hubo otra vía, subiendo desde Alcaudete a La Nava de Ricomalillo y de allí Puerto Rey, alcanzando La Siberia y llegando a Herrera del Duque. En un camino muy diferente al del santuario mariano.
Terminaremos este epígrafe comentando que desde Talavera a la zona del Tajo, viajando hacia Guadalupe; menciona el autor interesantes poblaciones, entre las que destacaremos primero El Bercial. Que se halla muy cercana a la ciudad y próxima a Las Herencias, siedo de gran interés que en sus inmediaciones fueron hallados unos singulares verracos “siameses”. Hablamos de un par de toritos esculpidos en granito, unidos por sus espaldas. Lo que junto a un rollo de justicia, hecho con una columna romana, habla de que este lugar fue un importante punto habitado por vettones y romanos (15t) . Todo lo que se explica por su proximidad a la capital de La Jara, llamada en época ibérica Ebura (Aibura), bautizada por los romanos como Caesaróbriga; denominada Elbora en etapa visigoda y nominada por los árabes como Tal-Ebora. En cuyas proximidades hallaremos la villa de El Saucedo, Talavera la Nueva y los baños romanos, junto al río (15u) . Por su parte, cerca de El Puente del Arzobispo, tal como narra Méndez-Cabeza, podremos encontrar otras poblaciones de paso hacia Guadalupe; a través del Puente del Conde o llegando desde La Calzada de Oropesa (viniendo desde El Tiétar). Una de ellas es la que ya hemos mencionado, llamada Valdeverdeja; próxima al río, sita en la otra orilla de la fortaleza de Los Castros. De la que el autor narra el modo en que se observan “desde su cumbre unas vistas impresionantes sobre el Tajo, que en estos parajes hace honor a su nombre, y después porque es interesante curiosear los restos arqueológicos que en él se asientan, pues allí se hallan los restos de un antiguo poblado de la Edad de Hierro sobre una elevación coronada por dos cerretes, en uno de los cuales se ha labrado en la roca viva un curioso aljibe para almacenar el agua y resistir así los asedios de otros grupos humanos enemigos en aquella época” (15v) .
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes del paso por San Vicente. Arriba, la subida, tras haber salido de La Estrella y llegando a Mohedas de la Jara. Al lado, panorámica tomada desde El Puerto de San Vicente. Abajo, los campos y paisajes que veremos durante el viaje, desde San Vicente a Guadalupe.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Más imágenes del trayecto desde San Vicente a Guadalupe. Al lado, fotografía de la Peña Amarilla, que identifico -personalmente- con el Monte Afrodisios, refugio de Viriato. Abajo, Alía. Población muy cercana al santuario.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de Valdeverdeja. Al lado, la salida desde el pueblo, camino del Tajo; ruta que se tomaba para alcanzar el Puente del Conde. Vemos que el suelo de la vía está trabajado, con el fin de que no resbalen los carros y caballerías. Abajo, la vereda que llevaba al río; en primer término unas cabras saltan frente a nosotros y al final se observan los picos de Arrebatacapas y de San Vicente. A unos dos kilómetros de este punto, se halla el cauce del Tajo y muy cerca estaba el famoso Puente del Conde.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos del Tajo a su paso por Las Herencias; un lugar de enorme relevancia histórica y arqueológica, donde se han hallado importantes restos tartessios.
BAJO ESTAS LÍNEAS: fotografía de la subida desde Alcaudete, a Belvis de la Jara; por un camino muy cercano al que señala Méndez-Cabeza.
E-4) La minería en la Jara y en la Sierra de Guadalupe, según Méndez-Cabeza:
Dedicamos este último epígrafe a los yacimientos de oro, plata y cobre, que inundaron antaño esos ricos campos de La Jara (15x) . Haciendo que hasta allí llegasen los tartessios, se establecieran los vettones, las conquistasen los romanos, las explotasen los visigodos, las dominaran los árabes y las reconquistasen los cristianos. De los que escribe el autor como “Fueron las de mayor producción aurífera de la península durante el siglo XVIII, aunque se tiene constancia de su explotación desde el tiempo de los romanos hasta el pasado siglo. De sus vetas se extraía el oro finísimo con el que se fabricaban durante el siglo XVI las monedas conocidas como “doblas jaeñas”. En el año 1731 fueron arrasadas sus instalaciones por el alcaide mayor de Talavera obedeciendo una orden real por un problema de concesiones, al haber enfermado el corregidor de Oropesa al que se le había encomendado en principio” (15x-a) . Explicando como “Hace ya más de cuatro milenios, en la Edad del Cobre, unos pueblos que empezaban a conocer la metalurgia se situaron en cerros fácilmente defendibles, en las vías de comunicación que eran entonces los riachuelos que descendían de las sierras de La Jara. Eran las llamadas culturas del periodo Calcolítico Precampaniforme, conocían ya la agricultura y el pastoreo, pero solamente la explotación de recursos mineros superficiales justifican la densidad despoblamiento de estas zonas poco rentables para la agricultura, si las comparamos con las muy cercanas del valle del Tajo. De hecho, se han hallado trincheras con un claro intento de beneficiar el mineral, en las cercanías de estos asentamientos de la Edad del Cobre, en los valles del Jébalo, Uso, Cedena y Pusa” (15x-b) .
“Los pueblos que construyeron los dólmenes de Azután, o de la Estrella siguieron aprovechando las vetas, pobres pero muy superficiales y por tanto de fácil acceso, de las tierras de Talavera (...) la mina de oro de La Nava de Ricomalillo, ésta, llamada La Oriental, así como la mina de la Sierra Jaeña, con la que no debemos confundirla, parece que estuvieron unidas por un antiguo camino o calzada con la Ciudad de Vascos. Las escorias halladas en las excavaciones arqueológicas de esta impresionante ciudad hispanomusulmana parecen añadir ese aspecto minero a la ya conocida función defensiva de la frontera del Tajo contra los cristianos (...) En el siglo XVI aparecen las primeras referencias documentadas a intentos, muchas veces fallidos, de prospecciones y explotaciones mineras en La Jara. La población actual de La Mina de Santa Quiteria se fundó cuando a mediados de esa centuria los habitantes de la vieja aldea de Cordobílla se trasladan junto a una mina de plomo en la que encontraban más trabajo (...) En 1599 se da una pragmática por la que se ordena llevar un registro de minas, y por tanto, desde esa fecha podemos tener datos más concretos de las explotaciones (...) La mina de oro «La Oriental» a la que ya nos hemos referido, se sigue labrando en el 1690 con abandonos y reaprovechamientos sucesivos durante los siglos XVIII y XIX. En Buenasbodas se han conocido cajas fuertes con el nombre de la mina, y llegaron a funcionar varios hornos de pan y un mortero para pulverizar el mineral. En la Historia de Talavera de Cosme Gómez de Tejada, hay una referencia a las doblas de oro finísimo acuñadas con el metal de estas minas” (15x-c) .“Si subimos a las cumbres de las sierras de Sevilleja podemos percibir sobre el terreno los montones de escoria, los pozos y trincheras que desde la prehistoria se han venido excavando, pero parece que al igual que en el Oeste americano, aventureros y visionarios intentaron enriquecerse rápidamente (...) Todavía a principios de siglo, los habitantes de La Nava, veían como algunos entusiastas intentaban buscar pepitas de oro con la batea en el arroyo Joyegoso que desciende de La Oriental, al más puro estilo de las películas del Oeste” (15x-d) .
Tras esta magistral exposición sobre lo que fueron las minas en la zona de los Montes de Toledo y la serranía de Guadalupe, Méndez-Cabeza publicó otros artículos tratando sobre los edificios, molinos, artilugios, fábricas y yacimientos; creados para llevar a cabo esa función de extracción y trabajo de los metales (15y) . Recogiendo y explicando los numerosos topónimos, relacionados con esta actividad que pueblan la zona. Entre los que el autor destaca “términos como “Casa de la Mina”, “Camino de la Mina” o “Camino de los Plateros”, este último es el caso de una senda que daba servicio a una mina de plata en San Martín de Pusa, Los Navalucillos y Los Navalmorales disputaron desde antiguo su jurisdicción sobre Herrera, lugar con nombre minero ya documentado en el siglo XII, y con explotaciones de sus pozos hasta mediados del siglo pasado. Tuvo fama en toda la comarca la ermita de Nuestra Señora de la Herrera” (15y-a) . Mencionando asimismo nombres como El Mazo o Martinete; que proliferan por la zona de Pusa. Ante lo que hemos de volver a recordar como esos “mazos” o “martinetes” que consistían en un enorme martillo, accionado por ruedas de molino (y que en ocasiones pesaban toneladas). Fueron los introductores de un tipo de folklore; cuando los que laboraban en las herrerías, mientras trabajaban valiéndose “del ingenio” y de su ingenio. Aprovechaban el golpe rítmico dado por la fuerza constante del agua, para cantar a su compás. Todo lo que originó un palo del flamenco y diversas canciones de herrería, llamadas “martinetes”.
Para terminar, recogeremos unas últimas palabras de Méndez-Cabeza, donde nos narra el destino que tuvo toda esta industria metalúrgica de La Jara. Escribiendo: “Hoy en día estas ferrerías y martinetes no son más que ruinas, que antes de su completa destrucción deberían ser catalogadas, estudiadas y, en la medida de lo posible, restauradas por la administración pues son de un gran interés por su interés para la arqueología industrial y el patrimonio cultural de La Jara”.(15z)
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de Alcaudete de la Jara. Arriba, la plaza de su ayuntamiento. Al lado, carteles de señalización en la carretera, a la salida y cruce de Las Herencias. Como vemos, este punto dista a 11 kilómetros de Talavera y 12 de Alcaudete (lo que nos da a entender la cercanía de los pueblos en esta zona de paso hacia Extremadura). Asimismo, marca Herrera del Duque a 105; lo que refiere a la ruta de subida por La Nava de Ricomalillo atravesando Puerto Rey. Abajo, la espectacular iglesia de Alcaudete.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de Belvis de la Jara. Al lado, la torre de su iglesia. Abajo, el cruce de entrada, donde se observa el camino hacia La Nava de Ricomalillo y la subida a La Estrella, si tomamos dirección hacia Aldeanueva. Al fondo de la fotografía, la Sierra de Guadalupe.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de la subida desde Belbis de la Jara a La Nava de Ricomalillo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: de nuevo, los campos cercanos a La Nava de Ricomalillo. Al lado, los montes que rodean la zona. Abajo, Foto de la población; sita bajo la “nava” que le da nombre (Nava de Ricomalillo). Sobre la imagen, he marcado el lugar donde estuvo la mina de oro.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, mapa mío, con la situación de las minas de oro en Buenas Bodas y La Nava de Rocimalillo. Abajo, elegimos como foto final, esta de los altos cercanos a La Estrella. Unos picos llamados “La Buha” donde también existieron minas. La imagen fue tomada desde las cercanías de La Nava de Ricomalillo. Observemos que estos montes que tuvieron antaño yacimientos de oro, plantean una tipología similar; con forma de cono, pareciendo volcanes con su cima cerrada.
PARA CONSULTAR LAS CITAS, PULSAR EL SIGUIENTE ENLACE:
https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2024/06/citas-de-enigmas-del-rio-guadarrama.html
Se recomienda mantener abiertas ambas páginas (este texto y sus citas) con el fin de llegar a ellas fácilmente.
Esta fue la CUARTA PARTE.
Para leer la Parte Primera, pulsar el siguiente enlace https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2023/12/mantua-carpetana-y-miaccum-enigmas-del.html
Para llegar a la Parte Segunda, pulsar el siguiente enlace: https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2024/02/titulcia-augustobriga-y-sus-caminos.html
Para llegar a la Parte Tercera, pulsar el siguiente enlace: https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2024/03/los-caminos-que-llevaban-roma-cruzando.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario