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Este es el capítulo QUINTO.
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SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de los restos romanos rescatados de Talavera la Vieja, cuando se construyó el embalse de Valdecañas. Como venimos narrando, esta población hundida bajo las aguas del Tajo (unos sesenta años atrás); se identificó con la Augustóbriga de los vettones. Reducción que se perfila desde que Hübner situó allí la urbe perdida (en una publicación editada en 1869); haciéndose indiscutible esa localización, cuando unos veinte años más tarde, se encontró en la muralla de esa Talaverilla una losa inscrita con la palabra “Augustóbriga”. Tal como exponemos -en este y en nuestros anteriores capítulos-; no admitimos la reducción, debido a que las referencias y fuentes clásicas que mencionan esta ciudad dedicada a Augusto, no cuadran con la situación y características de esta localidad extremeña (hoy desaparecida bajo el pantano de Valdecañas). Puesto que Augustóbriga se cita como una parada (Mansio) en el camino romano desde Mérida a Toledo. Datos que no encajan con la posición de Talavera la Vieja; que se trataba de una urbe defensiva, en la margen sur del Tajo. No pudiendo ser un paso de calzada; ya que carecía de puente, debido a que las aguas en esa zona eran turbulentas y el cauce muy ancho. Además, Talaverilla, estaba lejos de los posibles trayectos, que unían Mérida con Toledo; ya que fue elevada junto al cauce, en una zona donde comienzan los desfiladeros, para actuar como cierre de paso, entre la ribera del Tajo, la Sierra de Guadalupe y Los Ibores.
PREFACIO:
Desde que publicamos en nuestra teoría sobre la reducción de Augustóbriga. Especialmente tras el capítulo III de esta serie; donde afirmé y razoné por qué no debe localizarse esa urbe perdida en Talavera la Vieja. Me han “llovido” las cartas, críticas, comentarios y largo etcétera de comunicados; pidiendo que sea más explícito y concreto en mis hipótesis. Debido a ello, escribí una cuarta parte (anterior a esta), donde se exponía claramente que Augustóbriga debe ubicarse a medio camino, entre Mérida y Toledo. A 55 millas romanas de la capital de La Mancha (unos 85 kmts) y a 56 -o bien 66- de la extremeña (87 kmts. aprox.; o bien 102, en caso de que fueran las 66 millas). Estos datos, que ofrece claramente el Itinerario de Antonino, tienen un enorme problema; porque ningún punto geográfico puede situarse a 85 kilómetros de la antigua Toletum y a la vez estar a unos 100 de Emérita. Debido a que entre ambas ciudades hay al menos 260 kmts.; viajando por el camino más corto, montañoso y sinuoso. Por lo que, en la referencia que ofrece el Itinerario, faltan unos 75 kilómetros; lo que significa 50 millas romanas.
Así pues, deduje que existía un error de copia, donde se había confundido una C (100) por una L (50) o una X (10) por una L (50). Pudiendo situarse ese fallo en lo que marca entre Augustóbriga y la parada anterior (Leuciana, en las inmediaciones de Logrosán); señalando el texto romano una distancia de 12 (XII MR) o bien 22 millas (XXII MR). Debiendo haber anotado 62 millas (LXII MR), lo que situaría Augustóbriga en La Jara, cerca de Villar del Pedroso. A su vez, habría una segunda hipótesis acerca de error de copista; al intuir que pudo producirse en lo que señala entre Toledo y Augustóbriga. Dictando el Itinerario que entre ambas había 55 millas (LV MR); debiendo haber escrito 105 (CV MR). Dos teorías y casos que resuelven el problemas de las millas “ausentes” en la guía de Antonino; cuando recoge las distancias y mansiones, entre la capital manchega y la extremeña. Faltando unas 50 (75 kmts aprox); que podrían estar entre Leuciana (Logrosán) y Augustóbriga; lo que reduciría la urbe perdida a las cercanías de Villar del Pedroso. Mientras si las 50 millas “ausentes” las añadimos al camino entre Augustóbriga y Toledo; la población ibero romana estaría en las inmediaciones de Guadalupe.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: arriba y al lado, Portada y contraportada del magnífico libro de Artúro Álvarez Álvarez “Guadalupe en los clásicos y en los viajeros antiguos”. En nuestro capítulo anterior, analizábamos las rutas y peregrinajes que se hacían desde hace siglos hasta Guadalupe. Llegando a la conclusión de que los caminos desde Toledo o Talavera de la Reina, hacia el santuario extremeño; pasaban por los puertos de Arrebatacapas o bien por el de San Vicente. Partiendo, normalmente, desde Talavera de la Reina; cruzando el río por La Puente del Arzobispo y parando en Villar del Pedroso (donde proliferaban los hospitales de peregrinos). Tras ello, se dirigían a Extremadura, pasando los puertos para llegar al monasterio; por Trasierra o por San Vicente. Pero hemos de pensar, que antes de que el arzobispo Tenorio elevase el puente, en 1380; las rutas desde Guadalupe-Logrosán hasta Toledo-Talavera, cruzarían el Tajo cerca de Las Herencias (o bien, directamente, en la capital de La Mancha). Por lo que ningún trayecto entre Mérida y Toledo pudo pasar por Talavera la Vieja. Abajo, las calles de Guadalupe; donde pudo estar Augustóbriga.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes que hemos tomado del libro, anteriormente citado (“Guadalupe en los clásicos y en los viajeros antiguos”); al que agradecemos nos permita divulgarlas. Al lado, primera página de la obra “Historia de nuestra Señora de Guadalupe”, escrita por Fray Gabriel de Talavera y publicada en 1597. Abajo, hoja portada, del libro de Gonzalo Fernández de Oviedo “De la natural historia de Indias”; donde igualmente se recogen costumbres y peregrinajes a Guadalupe.
Una vez expuesto el problema que presenta la verdadera localización de Augustóbriga; de la que sabemos -con certeza- que estaba a medio camino, entre las capitales de Extremadura y La Mancha. Solo nos quedan dos reducciones: Primera, que se halle a unos 85 kilómetros de Toledo, en las rutas que conducían a Guadalupe-Logrosán. Segunda, que la ubiquemos a unos 100 kilómetros de Emérita, en las vías que llevaban a Toletum. Es decir: O bien estaba cerca de Villar del Pedroso; o se hallaba en las proximidades de Guadalupe. Todo lo demás, es ajeno a los datos que nos dan las fuentes clásicas y su ubicación en Talaverilla procede de una hipótesis que lanzó Hübner en 1869; situando en esa localidad (hoy hundida) la ciudad de Augusto. Lo que se completó con un “extraño” hallazgo, sucedido en 1887; precisamente a manos del juez de primera instancia de Navalmoral de la Mata. Quien encontró una losa de mármol blanco, con la inscripción “Augustobriguense”; adosada en la parte baja de las viejas murallas de Talavera la Vieja. Estela, que nadie había visto antes; pero que el referido togado descubrió, siendo posteriormente documentada por Fidel Fita (íntimo amigo de Hübner). Determinando a través de esa aparición, que la antigua Augustóbriga estuvo en Talaverilla -como hecho indiscutible-. Dictaminando el prof. Fita, como carecía de toda validez otra lápida aparecida en el siglo XVII, en Villar del Pedroso; donde igualmente, ponía “augustobriguense”. Pues, en opinión de D. Fidel Fita, al ser esta primera un ara funeraria; su inscripción indicaba que la fallecida fue oriunda de Augustóbriga; no del lugar donde se halló la estela y el enterramiento (en Villar del Pedroso). Un extraño razonamiento, que nos hace seriamente reflexionar sobre esa losa aparecida en Talavera la Vieja; blanca y con una inscripción, que nadie vio durante siglos (hasta que la encontró precisamente un juez). Una “mágica” aparición, con certificado judicial; que hizo cierta la teoría de Hübner, quien en 1869 había localizado en Talaverilla, la urbe dedicada a Augusto... .
Sea como fuere, hemos dicho repetidamente, que el mayor problema para reducir Augustóbriga en esa población -hoy hundida en las aguas del embalse de Valdecañas-. Es que aquella Talavera, no pudo estar en el camino entre Mérida y Toledo. Pues se trataba de un bellísimo pueblo, de origen ibero romano, situado al margen de las rutas que unían ambas capitales. Una localidad -a mi juicio- llamada Aibora, Eubura o Aipura y que dio nombre a los Ibores (voz claramente relacionada con los Iberos). Población donde, desde época vettona, se situó uno de los baluartes defensivos más importantes que fortalecían la línea del Tajo. Habiendo sido aquella Eubura, rebautizada por los Árabes como Tal-Ebora; reaprovechada como una importantísima fortaleza de origen prerromano. Pero que no fue una parada, ni cruce de caminos. Ya que jamás se pueden situar los fortines, alcazabas o castillos importantes, en los ejes de comunicaciones; donde se accede fácilmente en carro o a caballo. Por lo que esa Talaverilla, antaño Eubura y hoy tristemente desaparecida; hubo de ser uno de los castros más importantes de Lusitania. Una ciudad defensiva, heredada por romanos, visigodos y árabes; que tras La Reconquista perdió su valor estratégico; ya que después del dominio cristiano de la Península, la línea del Tajo dejó de ser una frontera (como era cuando la defendían con bravura los musulmanes (para evitar la entrada en Andalucía).
Tras lo expuesto, comprenderemos por qué en nuestro anterior capítulo exponíamos que esa Talaverilla (tristemente hoy enterrada bajo el pantano); no era eje de caminos, ni menos parada de calzadas. Situándose en una zona del río, donde las aguas eran rápidas y turbulentas. Por lo que carecía de puente; teniendo tan solo un paso antiguo, a unos siete kilómetros, remontando el Tajo. En el llamado Puente del Conde, que se hallaba frente a Berrocalejo y Valdeverdeja; próximo al lugar donde en 1380 el Arzobispo Tenorio, levantó el paso que lleva su nombre (al observar el mal estado en que ese hallaba aquel otro, de origen romano, denominado del Conde). Así pues; para conocer las vías de comunicación más antiguas y localizar Augustóbriga. En el capítulo anterior estudiábamos los relatos de viajeros históricos; donde se describen los caminos desde Toledo y Talavera de la Reina, al santuario mariano de la Virgen Negra. Rutas entre Mérida y esas ciudades de La Mancha, que trascurrían por la Sierra de Guadalupe y los Montes de Toledo. Sin ir por donde actualmente discurre la Carretera de Extremadura (A-5; que lleva de Oropesa a Trujillo; y de allí a la capital extremeña). Un recorrido moderno, que sería la única hipótesis plausible, para considerar que Talaverilla se hallaba en el camino de Mérida a Toledo. Pese a ello, nuestros lectores nos escriben, expresando que en el artículo anterior no hemos estudiado los itinerarios de caminos -publicados desde el siglo XV-. Aduciendo que estamos ocultando rutas, en las que puede aparecer Talavera la Vieja como paso y eje de algunas vías principales. Por lo que vamos a dedicar este capítulo al estudio de esos repertorios o guías camineras, que se editaron en España, desde los tiempos en que se conoció la imprenta.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: arriba, un dibujo mío de Isaac Moreno Gallo; cuya página sobre itinerarios de caminos vamos a seguir, para estudiar estas guías que en el siglo XV se fueron publicando en España. A todos los interesados en conocer trazados de calzadas y cómo eran las comunicaciones en época romana; les recomendamos los trabajos de Isaac Moreno Gallo, que pueden consultar preferentemente en https://www.traianvs.net/ . Al lado, el famoso puente de Alcántara; se trata de una cumbre de la ingeniería romana muy “deformada”, porque ha sufrido enormes reformas. Especialmente, una reconstrucción realizada en tiempos de Isabel II; que le dio el aspecto de una obra del siglo XIX. Lo que a Isaac Moreno Gallo le resulta una aberración; aunque hay que pensar que de no haber sido por esas intervenciones, posiblemente se habría hundido totalmente. El saturado de color y contraste en la imagen, es para poder observar como lo único que queda, realmente romano, son sus pilares. Que destacan por sus grandes sillares con relieves, colocados en “opus quadratum”, tal como los trabajaron dos mil años atrás. Abajo, dibujo mío de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes, el cronista de La Jara. Es otro de los historiadores cuyos magníficos trabajos podemos encontrar en la red. Principalmente en su blog (La mejor tierra de Castilla https://lamejortierradecastilla.com/tag/miguel-mendez-cabeza-fuentes/ ) . En nuestra Parte IV (previa a esta), nos hemos inspirado en sus artículos, para estudiar las rutas que llevaban desde Guadalupe a Toledo.
A- INTRODUCCIÓN:
A-1) El Camino Real de Madrid a Lisboa; una nueva ruta al centro peninsular.
Comenzábamos nuestro anterior artículo, señalado como desde el día en que mantuve, era un error arqueológico, la localización de Augustóbriga en Talavera la Vieja. Nos han llegado decenas -por no decir, centenares- de escritos, protestando y pidiendo una rectificación. Ante tal situación, redacté un siguiente capítulo -cuarto y que precede a este-; donde explicaba que la verdadera Augustóbriga debía situarse a medio camino, entre Toledo y Mérida (según las fuentes clásicas). Asimismo, continué justificando mi idea, porque esta ciudad perdida siempre se localizó en el entorno de Villar del Pedroso y Vascos -en La Jara toledana-. Un lugar que sí está a entre Toletum y Emérita Augusta. Bastando consultar un simple mapa, para entender que si viajamos desde la capital extremeña, hasta la manchega; la senda más directa pasa por las inmediaciones de Miajadas, las de Logrosán y por Guadalupe; llegando de allí a Villar del Pedroso o a La Estrella, para tomar luego dirección a Toledo.
Pese a ello, los caminos romanos, que venían desde tiempos iberos; se modificaron en dos momentos de la Historia. Primero, durante la ocupación árabe, cuando no hubo pleno contacto entre la España cristiana y la musulmana. Asimismo, La Reconquista, fue otro factor de transformación; al crearse puntos estratégicos en lugares donde hasta entonces no eran paso. Pero, sobre todo, cuando Felipe II declaró a Madrid Villa y Corte (en 1561); cambiaron totalmente las rutas y ejes viales -naciendo “vías reales” (nuevos y muy diferentes a los anteriores)-. Calzándose y preparando bien las que unían la nueva capital, con los principales lugares del reino. Así fue como desde esta época, se crea el Camino Real de Madrid a Lisboa; debido a que Felipe II, Felipe III y Felipe IV mantuvieron la corona portuguesa, desde 1580 a 1640. Una etapa de sesenta años, que comenzó cuando el país vecino quedó sin monarca; al desaparecer Sebastián I, luchando en el norte de África (16) . Llegando Felipe II a ser investido rey de Portugal; cuando reclama el trono, a la muerte de su sobrino. Pero al no ser aceptado por los nobles lusos, el monarca hispano decide invadir el país vecino. De este modo, en 1580, traslada la Corte a Badajoz, viviendo junto a sus mandatarios y los ejércitos reales, hasta que un año más tarde fue reconocido por los portugueses. Pasando después a Tomar, donde en 1582, las Cortes lusas le proclaman en el trono; quedándose a vivir en Lisboa hasta 1583. Ciudad en la que pensaba situar la capital de España, aunque el temor a posibles incursiones marinas -principalmente de piratas ingleses- le hizo desistir; regresando finalmente a Madrid (fijando allí definitivamente la Corte).
Nos hemos extendido en el párrafo anterior, para comprender lo que supuso para Badajoz la estancia del rey Felipe en la ciudad, y la posterior jura de este monarca como Felipe I de Portugal. En una unión de reinos que perduró seis décadas; momento en que la capital pacense se convierte en el centro de comunicaciones entre las dos urbes principales, del mayor imperio conocido en la Historia. No olvidemos que por aquel entonces, nuestro país dominaba prácticamente casi toda América, llegando a Filipinas, teniendo principados en Flandes e Italia. Mientras el poder de los portugueses se extendía por el actual Brasil, además de gozar de numerosas colonias que controlaban las costas de África, el Mar Rojo, La India y Asia. Con puertos francos en Bombay, Goa, Ceylan, Las Molucas, Ormuz, Omán, Somalia, Angola, Mozambique y largo etcétera que llegaban hasta Japón. Por todo ello, el paso desde Madrid a Lisboa, se convirtió en la vía más importante imaginada. Generándose un nuevo Camino Real, cambiando completamente el trazado de la antigua ruta regia. Pues desde tiempos romanos, la calzada principal viajaba de Mérida a Toledo (las viejas capitales); pasando por Guadalupe. Cruzando San Vicente o Arrebatacapas, para llegar a La Jara y desde allí, encaminarse a la ciudad donde los visigodos mantuvieron su Corte. Debido a que tanto Mérida como Toledo, fueron dos de las principales urbes para los romanos y los godos. Una importancia histórica que podemos comprender cuando vemos como los árabes se hicieron con el reino de Don Rodrigo, tan solo al dominar estas dos capitales -pues la batalla de Guadalete es pura leyenda; cayendo verdaderamente los nobles visigodos, en las tomas de Toledo y de Mérida-.
Tras lo expuesto, entenderemos porque desde el siglo XVI los Caminos Reales cambiaron; al fijarse en Madrid la Corte -más concretamente desde 1580 (cuando Felipe II llega a Badajoz)-. Modificándose la antigua carretera, que partía desde Toledo para arribar en la capital portuguesa; con un trayecto nacido en tiempos de La Reconquista. Cuyas paradas principales a fines de la Edad Media, eran: Talavera de la Reina, Navalmoral, Jaraicejo y Trujillo; dirigiéndose luego a Cáceres, para ir a La Aliseda y llegar a Alburquerque. Donde ya salía a tierras lusas, siguiendo las calzadas romanas (desde Évora a Lisboa). Pero el nuevo mapa político trazado por Felipe II, con la capitalidad en Madrid y el apoyo logístico en Badajoz, exigió unas calles diferentes. Por lo que el trayecto fue: De Madrid a Navalcarnero, Santa Olalla, Talavera de la Reina, Navalmoral, Jaraicejo y Trujillo. Dirigiéndose luego a Miajadas y Mérida, para alcanzar Badajoz y desde allí entrar en Portugal. Vía que recuperaba algunas de las más antiguas de Extremadura; que en la frontera, se unía a otras de origen lusitano y descritas por los itinerarios romanos. Especialmente aquella que procedía de Lisboa, llegando a Évora, para alcanzar también Badajoz. Pues poco antes de que el monarca español lograse el trono del país vecino, todavía el Camino Real entre Mérida y Toledo -o el centro peninsular-, pasaba por Guadalupe. Lo que se muestra en la reunión que en 1576, celebró Felipe II, con su sobrino Sebastián I de Portugal. Quienes fijaron encontrarse a mitad de viaje, entre Lisboa y Madrid; llegando ambos al monasterio de Guadalupe, las Navidades de este año. Un encuentro, debido a que Sebastián deseaba comunicar a su tío, el modo en que estaba organizando una Cruzada contra los musulmanes (en el Norte de África). A la que iría él, personalmente; pidiendo ayuda española para el proyecto. Guerra que solo tuvo una batalla, en Alcazarquivir; donde los portugueses fueron aniquilados y el joven monarca luso perdió la vida. Pese a que en ese cónclave de Guadalupe, Felipe II intentó disuadir a su sobrino para que no iniciase esa campaña; ni menos fuese a ella (todo lo que resultaría un intento vano).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, retrato del rey Sebastián de Portugal, atribuido a Sánchez Coello (antigua colección Gómez-Morán; actualmente en paradero desconocido). Cuando este monarca quiso encontrarse con su tío Felipe II, para hablarle de su proyecto en el norte de África; se citaron en un punto intermedio del camino, entre Lisboa y Madrid. Llegando ambos a Guadalupe, donde mantuvieron el encuentro. Al lado, Cáceres en el anochecer (Los Jesuitas y plaza de San Jorge). Como hemos dicho, en el siglo XV, la ruta hacia Portugal iba hasta Cáceres, para luego dirigirse a La Aliseda y llegar a Alburquerque.
Abajo, un mapa, donde observamos las diferentes vías desde Toledo a Mérida y sus transformaciones.
-En azul: El Camino Real, que cruzaba la Sierra de Guadalupe, seguía por Logrosán-Abertura, llegaba a las proximidades de Miajadas y alcanzaba Mérida. Ruta que coincidiría con el Itinerario de Antonino, vía XXV; de Emérita a Toletum.
-En naranja: El mismo trayecto anterior, pero en este caso con su paso por Turgalium; tal como lo describe el Anónimo de Rávena.
-En Rojo: La única hipótesis plausible, para que pasasen por Talavera la Vieja (marcada con una estrella), cuando viajamos desde Toledo a Guadalupe-Mérida. Este es un camino absolutamente moderno, que se crea en los años sesenta, tras construirse el embalse de Valdecañas.
-En morado: Ruta que paraba cerca de Talavera la Vieja (con una estrella); se trataba del peregrinaje entre Yuste y Guadalupe. Una vía que se abre después de que el emperador se asentase en el monasterio de La Vera.
-En verde: El camino que imaginó Hübner, para que Talavera la Vieja estuviese en el trayecto entre Mérida y Toledo. Como vemos, coincide con las carreteras principales que comenzaron a usarse desde el siglo XV (en amarillo), que finalmente crearán nuestra A-5.
-En amarillo: La vía de origen carpetovettónico, que unía Titulcia (Arroyomolinos) con Eibura (Talavera de la Reina); y de allí pasaba a Turgalium y a Portugal. Va en paralelo con nuestra Carretera de Extremadura y fue rehabilitada en tiempos de Felipe II. Pero en su tramo de la Edad Media, llegaba al país vecino, arribando en Cáceres, alcanzando La Aliseda y bajando hasta Alburquerque. Desde donde se adentraba en tierras lusas; aunque hemos de considerar que esta última población fue portuguesa durante varios siglos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos de Alburquerque durante el atardecer. Su castillo legendario y su iglesia, vista desde la muralla.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Alburquerque durante el atardecer. Al lado, sus calles. Abajo, los campos de Portugal y de La Codosera, desde el castillo.
Otro de los hechos históricos que muestran como el Camino Real de Mérida al centro peninsular, cruzaba por Guadalupe; sucede durante la muerte de Fernando el Católico. Quien a mediados de Enero de 1516 se encontraba en Plasencia, y deseando ir a Guadalupe, se dirigió hacia el santuario tomando una ruta denominada “suave”. Pues las otras alternativas (más duras) eran las siguientes: Primera, cruzar Miravete en Jaraicejo y encaminarse a Al-Balat, llegar a Navalmoral, para bajar por Los Ibores, pasando cerca de Talaverilla, Castañar y arribar al monasterio. La segunda, sería ir a través del Tiétar, alcanzando Jarandilla, para luego bajar hasta Navalmoral, cruzando allí El Tajo y entrar igualmente por Los Ibores. Vías que en nuestros días hubieran sido las que cualquier viajero toma; para dirigirse desde Plasencia a Guadalupe. Aunque el rey Fernando siguió el Camino Real, por la “ruta suave”, que consistía dirigirse primero a Trujillo y luego poner rumbo a la calzada que desde tiempo inmemorial, unió Mérida con Guadalupe. De este modo, fue el monarca (ya enfermo) desde Trujillo a Abertura (en vez de ir a Logrosán, directamente), haciendo noche en Madrigalejo; lugar que se había convertido en parada y fonda de los viajeros entre Mérida y el santuario. Desde allí, deseaba tomar el Camino Real, para dirigirse del modo más sencillo a Guadalupe; aunque -como sabemos- cayó enfermo un 22 de enero y al día siguiente murió.
De este modo que narramos, desde 1580 fue creándose una nueva ruta, que hoy prácticamente coincide con la Carretera de Extremadura; saliendo de Madrid, pasando por Arroyomolinos-Navalcarnero, Casarrubios, Santa Cruz de Retamar, Maqueda, Santa Olalla, Talavera de la Reina, La Calzada de Oropesa y Navalmoral de la Mata. Cruzando el Tajo por el puente de Almaraz, para luego subir Miravete, llegar a las cercanías de Jaraicejo y entrar en Trujillo. Saliendo después hacia las capitales pacenses; pasando por el valle de Santa Cruz de la Sierra, de allí a Miajadas, alcanzando luego Mérida y más tarde Badajoz. Un trayecto de cuatrocientos kilómetros casi exactos, que se debía recorrer en menos de un día, por los mensajeros; y en menos de cuatro, por los viajeros. Aunque de hacerlo en carro o carroza, podía alargarse a ocho jornadas, separadas en tramos de unos cincuenta kilómetros. Lo que creó un Camino Real, que desde fines del siglo XVI fue el eje de todas las comunicaciones extremeñas. Dejando a un lado las antiguas vías y calzadas romanas; principalmente la llamada de la Plata (Ruta XXIV en el Itinerario de Antonino) que unía Mérida con Cáceres, Garrovillas y Galisteo. Aunque la que más se perdió fue la numerada como XXV por ese Itinerario; que iba desde Mérida a Toledo, pasando por las cercanías de Miajadas y por las proximidades de Logrosán o Abertura.
Finalmente, durante los siglos XVIII y XIX, con la proliferación de diligencias y arrieros, se mejoraron esas carreteras; considerándose este Camino Real (usado desde Felipe II), como el trayecto más corto entre Talavera de la Reina y Mérida -incluso para ir a Toledo-. Debido a que era la forma más fácil de viajar desde esas ciudades; aunque estas transformaciones en los ejes y caminos provocaron unos tremendos errores a los arqueólogos, haciendo imposible la localización exacta de las calzadas y antiguas poblaciones ibero romanas. Entre ellas, la de Augustóbriga; que Hübner quiso reducir a Talavera la Vieja, cuando vino a España y visitó la zona. Situando la ciudad perdida, dedicada a Augusto, en un lugar que -a su juicio- era paso entre Toledo y Mérida; considerando -equivocadamente- que aquel punto sito en Talaverilla podía ser una parada (Mansión) en la calzada que transcurría desde la capital extremeña a la manchega. Por todo lo que escribí en nuestro capítulo III “Ernst W. Emil Hübner. Famoso epigrafista y arqueólogo alemán, nacido en 1834 y muerto en 1901. Desde 1860 viajó repetidamente a la Península Ibérica, redactando memorias epigráficas de España y Portugal; así como catálogos monumentales, sobre ruinas y escultura antigua. En 1869 dictaminó que Augustóbriga estaba en Talavera la Vieja, sin más argumento que su intuición; pues por aquel entonces esa civitas romana se situaba en Villar del Pedroso o en Vascos (Navalmoralejo). Curiosamente, dieciocho años después (en 1887) fue hallada una lápida inscrita, adosada a las antiguas murallas romanas de Talaverilla; donde se mencionaba Augustóbriga. El descubridor de esa losa sería el juez de Navalmoral de la Mata; por cuanto, la localización de esta ciudad dedicada a Augusto, logró hasta ser certificada judicialmente y resuelta de un modo definitivo. Todo lo que a muchos, no nos convence...”.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes del camino desde Navalmoral de la Mata, hasta Guadalupe. Como hemos dicho, la única posibilidad de que Talavera la Vieja fuera una parada entre Mérida y Toledo, es que se hallase en una de los accesos a Guadalupe. Aunque, como podemos comprobar, la única vía que uniría ambas capitales pasando por Talaverilla, onligaría ir hasta Navalmoral de la Mata, para bajar por Los Ibores. Todo lo que consiste en trazados modernos; ya que no había puentes sobre el Tajo en esta zona (tan solo el del Arzobispo, desde 1380; y antes, el del Conde -en las cercanías de Valdeverdeja-). Arriba, fotografía del Despoblado de San Gregorio y su iglesia en ruinas (Santa Ma. de la Mata). Situado a pocos kilómetros de Navalmoral, muy cerca de la A-5; pudo tratarse de una parada en el camino entre Guadalupe y Yuste, en su eje de unión con el cruce de la vía Madrid – Cáceres. Al lado, Los Ibores, en la carretera desde Bohonal a Guadalupe. En la imagen podemos observar que el trazado es tan montañoso, como el que cruza por Arrebatacapas. Abajo, la puebla del monasterio, vista desde la lejanía, al llegar cruzando Los Ibores.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de Villamanta (Madrid); identificada con Mantua Carpetana. Al lado, plaza de la iglesia, donde se han hallado innumerables vestigios romanos. Abajo, edificio llamado Casa del cura de Casarrubios; donde se halla el Museo Romano de Mantua Carpetana (Casa del Tío Breva).
A-2) La localización falsa de Mantua Carpetana, Miacum y Titulcia; sus perjuicios arqueológicos.
Cuando proclaman Madrid como Villa y Corte, se decide que esta pequeña población de entonces, debía ser el centro de toda la Península (geográfico, social y político). De este modo, desde 1561 y pese al intervalo de un lustro, durante el reinado de Felipe III -en el que se traslada la capitalidad a Valladolid-; hubieron de reinventar los mapas de comunicaciones y carreteras. Debiendo hacer llegar todas ellas, hasta este antiguo castillo árabe -llamado en sus inicios Magerit-, que desde entonces fue instituido como “omphallos” territorial y político, del reino. Una nación, que en esos momentos crecía de un modo inmensurable, hasta convertirse en el mayor imperio de la Historia. Siendo así, lo primero que intentó la Corte de Felipe II, fue revestir a Madrid con una Historia de la que carecía. Pues, como hemos dicho, los orígenes de esta ciudad (donde nací) son muy humildes y su fundación solo se remonta a un punto de vigía, elevado en época califal. Naciendo cuando Abderraman II, decide crear una línea de refuerzo, para vigilar la bajada desde la Meseta; después del año 939 y tras perder la Batalla de Simancas. Levantando alcazabas y torres vigías a orillas del Tajo y sus afluentes; siendo una de ellas esta de Magerit (alzada en la terraza del Manzanares).
Debido a ello, en el siglo XVI, la élite renacentista hispana, promueve el estudio del pasado de Villa y Corte; llegando a la conclusión de que había sido la antigua Mantua Carpetana. Un hecho del que dimos cuenta en nuestra Parte Primera -de esta serie “Enigmas del río Guadarrama”-; relatando como los grandes escritores, estudiosos y geógrafos de la época, admitieron esa localización. Tanto fue así, que de un modo generalizado se pasó a mencionar la nueva capital de España, con la leyenda: “Mantua Carpetatorum sive Matrium Urbs Regia”. Una fórmula que llegaremos a ver hasta en las páginas iniciales de los libros, cuya publicación dicta que fueron editados en “Mantua Carpetana”; añadiendo después, la fecha. (17) . Identificando Madrid con esa ciudad de los carpetanos; urbe prerromana mencionada por Ptolomeo en su geografía. Pero de la que siglos más tarde, se pudo comprobar que nada o muy poco tenía que ver con la urbe matritense. Pese a ello, en los siglos XVI y XVII, la reducción de Manta a esta capital, fue ratificada por autores como Fernández de Oviedo, Pedro Teixeira, López de Hoyos, e incluso Cervantes. Llegando algunos a inspirarse en La Eneida, para crear una leyenda apócrifa sobre la fundación de Madrid, nacida a manos de un héroe llamado Ocno Bianor; que también originó la Mantua homónima italiana. Para rizar el rizo y justificar los motivos por los que esta ciudad debía ser el centro del reino, recogieron una idea de López de Hoyos, quien afirmaba que Carpetano procedía de una voz latina similar, que significaba “carro”. Por ser la zona más llana y mejor para transitar de toda Hispania; lo que explicaba, era el lugar idóneo para situar una capital. Una etimología, que debía encontrar el sabio López de Hoyos en la palabra “carrus” (car), que difícilmente podemos identificar con “carpetano”. Y aunque el término romano “carpe” sabemos que se puede traducir como “recoger”, “aprovechar”; yo me inclino a pensar, que su etimoligía pudo hallarse -quizá- en “capretano”, como criadores de cabras (que abundaban en esta zona de Madrid y Toledo).
Por su parte los estudiosos e historiadores resolvieron que las antiguas vías iberorromanas, transcurrían por las mismas carreteras que se habían trazado después de que Madrid fue capital del reino. Pese a que las únicas poblaciones de la provincia madrileña que tuvieron alguna relevancia hace dos mil años, fueron Complutum, Titulcia y la mencionada Mantua. De la primera, sabemos que fue paso de las vías que se dirigían a Zaragoza y estaba perfectamente localizada durante El Renacimiento; teniendo certeza de su reducción en Alcalá de Henares. Por lo que allí se fundó la Universidad Complutense, en tiempos del insigne cardenal Cisneros. En lo que se refiere a la segunda (Mantua Carpetana), sabemos que desde el siglo XVI la localizaron en Madrid capital; aunque en el siglo XVIII se desechó la idea y se cambió la ubicación, orientándola hacia el pueblo de Villamanta (en las cercanías de Navalcarnero). Finalmente, sobre Titulcia, ni los sabios renacentistas, ni los neoclásicos; se atrevieron a señalar el lugar aproximado donde podía hallarse. Por lo que se propuso que podía estar en la ribera del Manzanares y al sur de la capital (cerca de Toledo, ciudad).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes relacionadas con el lugar donde debe encontrarse Titulcia. Arriba, la vega del río Guadarrama, tomada desde los altos de Batres. Al fondo se observan las montañas del Sistema Central (desde Navacerrada a la zona de Cebreros). En el centro de la imagen, lugar donde pudo hallarse Titulcia. Al lado, torre de Arroyomolinos, población en cuyos campos estuvo Titulcia -a mi juicio-. Abajo, vista tomada desde Carranque, en las cercanías de la Villa Romana de Materno. En ella de nuevo se observa la vega del Guadarrama, y al fondo los montes que separan Ávila y Segovia, de Madrid. Entre las poblaciones que se divisan: En el centro, Navalcarnero. A nuestra derecha, Villaviciosa de Odón, y a la izquierda Casarrubios. Siendo fácil darse cuenta que desde este punto la vista alcanza El Escorial, Fresnedillas, o Cebreros.
Se llega a así al siglo XVIII, cuando los ilustrados desestiman la reducción de Mantua en Madrid, haciendo ver que es una “invención” renacentista, nacida del deseo de “dar lustre” a la localidad donde Felipe II había asentado su capital. En parte, por avergonzarse de los orígenes árabes de la villa; pero -principalmente- por ser una costumbre de época, soñar y crear leyendas entorno a lugares sin historia, o a hechos cotidianos. Pese a ello, en esos Años de las Luces y a comienzos del Romanticismo; los académicos e historiadores hallan otra vía de estudio hacia ese pasado remoto matritense. Cuando en Carabanchel aparecen enormes mosaicos, en una antigua villa romana; dentro de una finca que adquiere el padre de Teresa Cabarrús. Hacienda que más tarde comprarán los progenitores de Eugenia de Montijo, completando la excavación de una importante villa, que allí se encontró. Iniciándose así, la nueva investigación sobre el Carabanchel romano; que durante el siglo XIX se ampliará, cuando localizan una segunda villa, en Villaverde (de la que toma su nombre el barrio). De tal manera, los académicos de la época llegan a la conclusión de que este era el origen de Madrid y que podía identificarse con la romana Miacúm.
Lo que hemos escrito en capítulos anteriores sobre Miacúm, se resume en la cita (18) ; hechos que pueden sintetizarse en las siguientes frases: Descartado en el siglo XVII que Mantua Carpetana estuviera en Madrid; tras los hallazgos de las villas romanas encontradas en Carabanchel y Villaverde, se propone que el origen de la capital pudiera estar en este entorno, que identifican con Miacúm. Postulándose que desde este nombre latino, nacería la voz posterior que denominó a la capital. Por su parte, Miácum tan solo se cita en el Itinerario de Antonino, como una “parada” situada entre Segovia y Titulcia; camino de Toledo. Siendo mencionada entre las últimas mansios de la Ruta XIV y describiendo que estaba a 24 millas romanas de Segovia y a otras 24 de Titulcia. En un camino cuyo destino era Toledo, que sitúa a otras 24 millas romanas más de Titulcia -ver cita (19) -. Todo ello nos llevaría a concluir que con estos parámetros y distancias, Miacum tan solo puede hallarse en las inmediaciones de Navacerrada y en la ruta entre Segovia y Toledo, en la vereda del Guadarrama. Por lo que modernamente se sitúa en El Beneficio (Collado Mediano); tal como sostiene J.J. Guijarro. O bien en la finca Monesterio, junto a El Escorial; teoría que mantienen Rodríguez Morales y Caballero Casado. Por lo que una vez localizada Miacum en las inmediaciones de Collado Mediano o de El Escorial, junto al río Guadarrama; Titulcia habríamos de ubicarla (conforme a distancias y como lugar de paso hacia Toledo), en dos puntos cercanos: Arroyomolinos y El Álamo; o bien en Carranque (como afirmó Dimas Fernández-Galiano). Aunque hay quienes consideran que estuvo en Móstoles; como proponen Rodríguez Morales y Caballero Casado.
Pero en el siglo XIX, nuevamente, se decide que esta Miacúm era el origen de Madrid y que se ubicó en el arroyo Meaques. Un pequeño riachuelo, que transita a duras penas junto a la Casa de Campo, desembocando en el Manzanares (junto al Palacio Real). Del que -personalmente- extraigo su etimología desde el bajo latín, con el significado de “regato”, “pequeño curso de agua”. O quizás, nacida desde “meatus”, que se traduce como “desembocadura, cruzar de un lado a otro”; incluso posiblemente originada por “mica”, que significa “pequeño”, “migaja”. Siendo otra de las opciones, una etimología desde “mictus” (del verbo mingo) que tendría por traducción: “orinado”, “meado”. Dejando a un lado el “tema escatológico” sobre la etimología de Miacúm; lo sucedido en el siglo XIX fue que de nuevo los estudiosos consideraron el trazado de la calzada romana, bajo los paradigmas de su época. Identificando la ruta real desde Segovia a Toledo, con el último tramo de la actual Carretera de La Coruña. Afirmando que el trayecto natural era el que salía de Madrid para dirigirse a Segovia, parando en: Aravaca, Las Rozas y Torrelodones, para llegar a Villalba y luego subir el Puerto de Navacerrada. Siendo así y una vez asimilada la N-6 con el antiguo camino romano que iba desde Segovia a Toledo; dedujeron que Miacúm se situaba a la entrada de la capital. Por lo que Titulcia debía estar al sur de la ciudad, siguiendo el Manzanares; en un lugar cercano a Toledo. De tal modo, se llegó a dos conclusiones inmediatas: Primero, ubicar Miacum en el arroyo Meaques; a la entrada de la Casa de Campo madrileña (cerca de la actual Ciudad de la Imagen). La segunda y más importante: reducir Titulcia a una población que por entonces se llamaba Bayona del Tajuña.
Pueblo al que cambiaron de nombre los sabios en 1814; tras ratificar como un hecho absolutamente cierto, que allí se encontraba la antigua Titulcia romana. Todo ello, en un proceso que ya habíamos recogido en cita (19) y que se amplían en la (20) . Realizando una falsificación histórica de reducción, con unos perjuicios arqueológicos terribles; tanto, que hasta nuestros días se sigue situando en el mapa de calzadas romanas, esa Titulcia, en Bayona de Tajuña. Por lo que -consecuentemente- Miacúm habremos de ubicarlo en el Meaques... . Lo que se debe a la identificación de los Caminos Reales de Madrid, con las más antiguas vías; considerando que la A-6, era el trayecto descrito en el Itinerario de Antonino, entre Toledo y Segovia. Generando otra falsificación (en este caso, cartográfica). Pues la vía entre Segovia y Toledo, realmente discurría por la vereda del Guadarrama, muy lejos de la actual Carretera de la Coruña. Debido a que en tiempos de Roma, Madrid no existía y la población importante en esta vía era Titulcia. Un eje crucial de comunicaciones y una perdida que debemos localizar junto al río Guadarrama y en las cercanías de Carranque (a mi juicio, entre Arroyomolinos y El Álamo, pero nunca en la antigua Bayona de Tajuña).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, la pátera de Titulcia (propiedad del Museo Arqueológico Provincial de Madrid -Alcalá de Henares- al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Es un plato argénteo fechado entre el 350 y el 320 a.C., hallado en esta población antes llamada Bayona de Tajuña; por lo no debía llamarse “pátera de Titulcia”, sino de Bayona de Tajuña. Como podemos ver, son enormes las confusiones y daños arqueológicos que se producen cuando una localización se determina como definitiva, sin fundamentos suficientes. Lo más importante, cuando se da por encontrada una ciudad antigua; es que ya no se busca más. Por lo que, si esa ubicación ha sido un error, el verdadero emplazamiento queda en el olvido; pudiendo desaparecer bajo las excavadoras, si se halla en un punto de expansión inmobiliaria. Al lado y abajo, un mapa de carreteras romanas. A continuación vamos a recoger una serie de planos que hoy en día se estudian y que contienen el trazado de las calzadas principales. Para ver que en todos ellos se sitúa Titulcia en la antigua Bayona de Tajuña; identificando el final de la Ruta XXIV del Itinerario de Antonino, con parte de la A-6 (Carretera de La Coruña). En la imagen, junto a este párrafo, detalle del mapa, donde se observa el paso de esa ruta por el Tajuña y de allí, a Complutum.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de otro mapa de calzadas romanas (en este caso, con los recursos peninsulares -ganado, minas, producción agrícola etc-). Al lado y ampliado; volvemos a ver Titulcia en Bayona de Tajuña; no donde se debía haber situado, que es en la zona de Carranque (cerca de Arroyomolinos).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de otro mapa de calzadas romanas. Al lado y ampliado; volvemos a ver Titulcia en Bayona de Tajuña; no donde se debía haber situado, que es en la zona de Carranque (cerca de Arroyomolinos).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de otro mapa de calzadas romanas. Al lado, ampliado; volvemos a ver Titulcia en Bayona de Tajuña; no donde se debía haber situado, que es en la zona de Carranque (cerca de Arroyomolinos).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de otro mapa de calzadas romanas. Al lado, ampliado; volvemos a ver Titulcia en Bayona de Tajuña; no donde se debía haber situado, que es en la zona de Carranque (cerca de Arroyomolinos).
Para terminar este epígrafe, concluiremos que estas dos localizaciones erróneas: La de Titulcia en Bayona (hoy Titulcia) y la de Miacúm en el arroyo Meaques. Eran hasta no hace mucho verdades irrefutables; por lo que nadie buscó otra posible ubicación de esas paradas mencionadas en el Itinerario XXIV. Pero hace unas cuatro décadas (en 1883) un labrador de Carranque, topó con unas extrañas ruinas y piedras que le impedían trabajar sus tierras. Eran trozos de mosaico, que rozaban el arado. Así, tras ver como salían esquirlas y teselas a todo golpe de azadón o de reja tirada por el tractor; decidió descubrir esa zona de terreno, saliendo de allí un enorme mosaico y descubriéndose así una de las mejores villas romanas de Hispania (que se cree perteneció al tío de Teodosio). Poco después, el genial arqueólogo Dimas Fernández-Galiano (fallecido en 2015); participó y organizó las excavaciones de este lugar, hoy llamado parque arqueológico de Carranque. Quien en 1988 propuso que Titulcia estaba en un lugar muy próximo a esta villa. Lugar que se halla a unos 35 kilómetros de Toledo, lo que cuadra con las 24 millas romanas que marca el Itinerario de Antonino entre Titulcia y Toletum. A consecuencia de ello, se planteó rectificar el supuesto trayecto de la calzada; que se dijo, bajaba desde Cercedilla, por la A-6, llegando al Arroyo Meaques, para alcanzar después el Tajuña. Obteniendo la conclusión de que la vía XXIV, en esta parte, desde Segovia a la capital manchega; cruzaba Navacerrada y llegaba a Cercedilla. Para desde allí, vadear el río Guadarrama (pasando por Galapagar, Villanueva del Pardillo, Boadilla del Monte y Villaviciosa de Odón) hasta llegar a Carranque, en cuyas proximidades debe situarse Titulcia.
Esta falsificación histórica de localizaciones llevada a cabo en el siglo XIX; situando Miacúm en el Meaques y Titulcia en el Tajuña; se debió al empeño por seguir el trayecto de las vías convencionales (en este caso la A-6). Lo que ha supuesto, durante casi doscientos años, que se hallan abandonado a su suerte las dos áreas donde verdaderamente estaban estas dos Mansiones del Itinerario. Olvidándose de la verdadera ubicación de Miacúm (bien sea en Collado Mediano o en el Escorial) y de Titulcia (próxima a Carranque o en Móstoles). Debido a ello, si tuviéramos la fortuna de que esta última gran ciudad carpetana estuviera en Carranque; se ha podido salvar al menos la villa romana y quizás salgan los restos de la urbe, (si se excava entre Batres, Arroyomolinos y El Álamo -en la vega del Guadarrama; tal como propongo-). Pero si Titulcia estuvo en Móstoles, tal como afirman Rodríguez Morales y Caballero Casado; sus vestigios se habrían perdido bajo el efecto de la construcción y el crecimiento de esa población, desde los años sesenta. Debido a que las excavadoras han removido todo Móstoles y alrededores -durante medio siglo-; levantando allí una ciudad de cientos de miles de habitantes (sin apenas prospecciones, al suponerse un lugar sin interés arqueológico). Por un mismo motivo, creo que nunca sabremos dónde estuvo Miacúm; debido a la profusión de casas y chalets que proliferaron desde el siglo XIX, en la zona comprendida desde Galapagar a El Escorial y Collado Mediano. Por lo que -posiblemente- Miacúm también ha podido desaparecer bajo las excavadoras, quedando destruido para siempre. Esperemos que no haya sucedido lo mismo con Titulcia y que sus restos se mantengan en Carranque (o bien en Arroyomolinos). Ya que podemos demostrar que fue una gran ciudad ibero romana, donde se unían las rutas procedentes de Toledo, Turgalium, Capera y las que bajaban desde la Meseta; conduciéndolas hacia Zaragoza (vía Complutum). Por lo que la verdadera Titulcia -no la falsa, localizada en el Tajuña-, hubo de ser una de las mayores urbes de los carpetanos, muy próxima a Mantua Carpetana y a Toletum.
Finalizaré este epígrafe, explicando por qué nos hemos extendido tanto en esas erróneas identificaciones de Miacum y Titulcia, desde el siglo XIX. Habiéndolo hecho, debido a que estamos tratando acerca de la reducción de Augustóbriga, que se situó definitivamente en Talavera la Vieja, hace ciento cincuenta años (también de manera irrefutable). Ubicación que no puede discutirse, ya que esta población se hundió bajo las aguas del Tajo al construirse el embalse de Valdecañas; por lo que sus prospecciones nunca más, podrán continuarse. Pero, si en su reducción, nos planteamos que fue admitida tan solo debido a la aparición de una losa con la inscripción “Augustóbriga” (hallada en Talaverilla, de un modo “dudoso”). Quizá, allí colocada por alguien, con el fin de ratificar la teoría de Hübner; quien años antes publicó que esta ciudad de Augusto, se situaba en Talaverilla. Los hechos parecen tener un gran parecido con lo sucedido con Titulcia y Miacum; también reducidas con grandes errores, en el siglo XIX. Principalmente, si observamos que siguiendo las fuentes clásicas, ninguna de las menciones sobre Augustóbriga, encajan con la situación y características de Talavera la Vieja. Debiendo ser esa civitas perdida, un lugar de paso entre Toledo y Mérida; una “mansio” de la vía XXV en el Itinerario de Antonino. Por lo que solo podría estar en las proximidades de Villar del Pedroso o en las de Guadalupe (como hemos visto). Así pues, lo que se refiere a excavaciones en Villar del Pedroso, muy pocas se han realizado, pese a la importancia arqueológica del lugar. Pero, además, actualmente se está planteando la creación de un parque eólico en la zona. Lo que podría suponer la destrucción de sus yacimientos; si no se considera un área de importancia histórica. Pudiendo suceder con Augustóbriga lo mismo que pasó con Titulcia y Miacum; localizadas en el siglo XIX en emplazamientos equivocados, por lo que se perdió la posibilidad de haber estudiado bien, los lugares donde verdaderamente se hallan.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, otro mapa trazado por mí, donde vemos diferentes rutas y a Talavera la Vieja marcada con una estrella (fuera de toda vía).
-En Rojo: La que ya conocemos, del Itinerario de Antonino, que unía Mérida con Toledo; pasando por las inmediaciones de Miajadas, Logrosán, Guadalupe, Villar del Pedroso, Las Herencias, Malpica de Tajo y Toledo.
-En Verde: La que recoge el Repertorio de caminos de Villuga, como vía entre Toledo y Portugal; partiendo de la Ciudad Imperial y pasando por varias ventas, alcanzando Talavera de la Reina. Después se dirigía (casi en paralelo con la actual A-5), hacia Trujillo; parando en Oropesa, Navalmoral y Almaraz, cruzando el Tajo con las barcas de Al-Balat. Tras ello, subía Miravete y llegaba a Jaraicejo, para ir a la “Venta de la Lavadera” (Trujillo); siguiendo hacia Cáceres, para arribar a Alburquerque y salir desde allí a Portugal.
-En Morado: La vía que definitivamente quedó como Camino Real, al unificarse Portugal con España; saliendo de Madrid y recorriendo el mismo camino que la anterior, hasta Trujillo. Allí, tomaba dirección a Mérida (tal como hacían algunas de las antiguas calzadas romanas) y después a Badajoz, desde esta capital se dirigía a Lisboa (recordando los trazados que dejó Roma).
-En Amarillo: El tramo que se añadió tras la construcción del Puente del Arzobispo en 1380; pudiendo atravesarse el Tajo desde este punto. Lo que varió el trazado, que antes se hacía bajando desde Talavera, por Las Herencias y Alcaudete, para llegar a Villar del Pedroso. Logrando desde el siglo XIV ir hasta este último pueblo, atravesando el paso que levantó el prelado Pedro Tenorio.
Al lado, Alburquerque y sus murallas; al fondo, montañas que actualmente son de Portugal. Por esta población, que durante siglos fue territorio luso, se salía en el siglo XV hacia el país vecino.
Abajo, el Tajo a su paso por Belvis de Monroy, en un lugar muy cercano y donde se tomaban las barcas de Al-Balat.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de la iglesia de Jaraicejo. En el Repertorio de Caminos, veremos que en el siglo XV esta población se había convertido en un lugar de paso importante, después de cruzar Miravete. Pues mientras el Villuga no incluye a Trujillo (refiriéndose tan solo a su “Venta de la Lavadera”), repetidamente habla de Jaraicejo.
B) – LOS ITINERARIOS DE CAMINOS:
En nuestro anterior capítulo comenzábamos recogiendo las menciones clásicas donde se citaba Augustóbriga de los vettones, exponiendo claramente que tan solo hubo cuatro fuentes que nos trasladaron datos de esta ciudad. Referencias, que se resumen en las siguientes frases: Esta urbe dedicada a Augusto, es mencionada por primera vez a mediados del siglo I, en la “Historia Natural” de Plinio el Viejo. Citándola como estipendiaria de Évora. Unos cien años más tarde (hacia el 150 d.C), la vuelve a recoger Ptolomeo (en su “Geografía”), como civitas de los vettones. Situándola en una latitud muy cercana a la de Toledo y con una longitud, que la separaría unos 180 kilómetros Oeste, de la capital manchega. La tercera mención clásica a esta urbe, homónima de Augusto; es la que proporciona el Itinerario de Antonino (datado en el siglo III). Que la localiza en su “Ruta XXV”; entre Mérida y Zaragoza, pasando por Toledo y Titulcia. Ubicándola a unas 56 millas romanas de Emérita (o bien a 66, ya que en este punto hay dos versiones) y a 55 millas de Toledo. Por último, vuelve a aparecer Augustóbriga en el Anónimo de Rávena (que se fecha entre los siglos IV y V d.C.); donde se habla de ella, llamándola Augustabria, como mansión en el camino entre Toledo y Mérida. Sin mencionar distancias; pero ubicándola entre Lebura y Lomundo.
Debido a ello, la síntesis de todas las fuentes clásicas donde se menciona esta ciudad, la resumí en las siguientes frases: Augustóbriga de los vettones, era estipendiaria de Lusitania. Se situaba casi a la misma Latitud (geográfica) que Toledo y a unos 180 kilómetros, al Oeste de la capital manchega. Estaba en el camino entre Emérita y Toletum, a unas 56 (o bien 66) millas romanas de Mérida y a 55 M.R. de Toledo. Finalmente, en la ruta que se seguía entre estas dos capitales durante los siglos IV-V de nuestra era; fue llamada Augustabria y se encontraba entre las paradas de Lebura (cerca de Alcaudete de la Jara) y Lomundo (identificada con Aldeacentenera). Consecuentemente, puede ser de enorme utilidad estudiar los caminos antiguos, para poder localizarla, ya que el único dato que tenemos cierto es que se hallaba entre Mérida y Toledo; aproximadamente, a medio camino. Por lo que deberíamos situarla en las proximidades de Guadalupe (a 125 kmts del punto de partida) o en las cercanías de Villar del Pedroso (a 115 kmts del lugar de llegada).
Pero todo se complica, debido a que en el Itinerario de Antonino existe un error de números, ya que en esta guía faltan decenas de millas romanas; al situar Augustóbriga a 56 (o bien 66) de Emérita y a 55 de Toletum. Dejando por hecho que entre ambas capitales había 56+55 millas (o bien, 66+55); es decir 111, ó 121 millas; lo que supone unos 172 ó 183 kilómetros. Faltando al menos 75 kilómetros para completar la distancia mínima entre Toledo y Mérida; un hecho inaudito en el Itinerario, cuyas confusiones en distancias son -al máximo- de una decena de millas. Lo que implica un fallo de copista obvio porque entre la capital de La Mancha y la de Extremadura, hay al menos 50 millas más, por el camino más corto. Unos 100 kmts. de Mérida a Guadalupe; 60 más (aprox) hasta Villar del Pedroso y otros 100 kmts. de allí hasta Toledo. Sumando al menos 260 kmts, que se corresponden con 165 millas romanas (aprox) y no las 111 que marca. Por todo ello, solo podemos deducir que Augustóbriga estaba a 56 (o 66) millas de Mérida o bien a 55 de Toledo. Habiendo dos hipótesis plausibles: Situarla en el Valle de Guadalupe o en La Jara, junto a Vascos (pero nunca en Talavera la Vieja; población ajena a la ruta entre ambas capitales). Siendo así, para hallar la ciudad aún perdida, resulta de enorme interés observar lo que nos transmiten sobre antiguos caminos, los textos que desde El Renacimiento se fueron publicando en nuestro país. Pudiendo advertir cuales eran las vías naturales que se seguía para viajar desde Mérida a Toledo.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, otra imagen de Los Ibores, sus montañas y el paso por las cercanías de Guadalupe. Al lado, Peña Amarilla; montaña rocosa que nos encontraremos después de cruzar el Puerto de San Vicente; que identificamos -personalmente- con la Guarida de Viriato. Abajo, subida al Puerto de San Vicente. Imagen tomada en la confluencia de carreteras, donde se unen al llegar desde La Estrella y Villar del Pedroso; antes de atravesar la Sierra de Guadalupe.
B-1) Los itinerarios de caminos y su aparición después de Felipe II:
Tras la creación de nuevas rutas en el siglo XVII y XVIII, que llevaban hasta la Corte Real madrileña y su posterior declaración de “carreteras oficiales”. Se olvidaron muchos de los antiguos caminos; algunos de origen ibérico, que los romanos habían “recalzado”. Dejándose de utilizar -principalmente- los que ya no pasaban por los lugares de “interés”, en los años del barroco y del neoclasicismo. Un siglo después, se produjo el romanticismo, momento en que los viajeros comenzaron a soñar con vías enigmáticas y arqueología misteriosa; debido a su estética unida a las ruinas y al interés por el exotismo o el tipismo. Una época que culmina con la era napoleónica, donde los caminos vuelven a replantearse; tan solo valiendo aquellos que unían las capitales principales, o las naciones vecinas (prevaleciendo los que transcurrían desde España a los puntos más importantes lusos y franceses). Debido a la localización de los avances y batallas libradas durante la guerra de la Independencia; que -en gran parte- ganaron las tropas inglesas. Venidas a la Península por mano de los portugueses; enfrentándose en Badajoz y Salamanca, con ferocidad, a los ejércitos del emperador franco. Dejando todo ello un nuevo mapa de carreteras, donde los caminos unían solo lugares que en el siglo XIX fueron importantes; sin contemplar cualquier localidad sin relevancia en este tiempo (aunque hubiera sido una capital importante; como sucedió con Toro, cabeza de su propia provincia, por la que discurría la Ruta XXIV del Itinerario de Antonino).
Pero -como hemos dicho- todo aquel nuevo planteamiento de vías y comunicaciones, se produjo principalmente al establecerse la Corte en Madrid (en 1561). Ya que hasta entonces las residencia del monarca y sus nobles principales, había sido itinerante. Por lo que podíamos encontrarnos al rey en cualquier zona y pueblo de la Península (como sucedió hasta el final del siglo XV). Bastando recordar como los Reyes Católicos vivían en constantes campañas y viajaron durante toda su vida, residiendo allí donde mejor podían (o debían). Aunque con la llegada de Carlos V, la Corte se establece (relativamente) en Toledo, pese a que el emperador continuará ausentándose de esa ciudad principal; sin que hubiera una verdadera capital de España. Un hecho que cambió desde Felipe II, quien ya fija su residencia y Corte “provisional” en Madrid. Provisionalidad que se mantuvo durante cinco siglos en esta villa; pese al paréntesis de un lustro en que Felipe III la trasladó a Valladolid. Ello llevó al cambio absoluto de comunicaciones y el trazado de carreteras; pues hasta ese momento la localidad matritense tan solo había sido un “pueblo de La Mancha”. Debido a lo que, por entonces casi ningún camino llevaba hasta ese Magerit; que tan solo actuaba como punto de paso entre Alcalá de Henares, Segovia y Toledo.
Siendo asimismo en tiempos de Felipe II cuando se comienzan a imprimir los “itinerarios de rutas”; por lo que -en su mayoría- están condicionados por la nueva capital proclamada. Teniendo como misión, no solo informar de las vías existentes en la Península; sino también, del modo de llegar hasta Madrid, desde cualquier punto de España. Debido a que a partir de este momento, se crearon infinidad de nuevas carreteras; o se convirtieron simples senderos, en vías preparadas para llegar mejor a La Corte. Aunque, los primeros Repertorios de Caminos que se imprimieron, salieron a la luz poco antes de que Madrid fuera Villa y Corte; por lo que todavía conservaron las carreteras antiguas; centrándose en Toledo y sin contar con la futura capital (que hasta su proclamación solo era un pueblo manchego).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, la plaza de Navalcarnero (en fiestas). Fue este uno de los lugares de paso y comunicación entre Extremadura y Madrid. Muy cercano a Arroyomolinos, su fundación es reciente (del siglo XVI); por lo que pudo nacer como parada y paso en el Camino Real hacia Talavera y Toledo. Al lado; universidad de Alcalá de Henares. Tal como decimos, las únicas urbes de importancia en época prerromana, de las que tenemos testimonio; son Titulcia y Complutum. Por donde transcurrían las vías que cita repetidamente el Itinerario de Antonino; como cruce entre Toledo, Zaragoza, Segovia, Consuegra y etc. Abajo, cuadro de Jose Luis Lupiáñez, que representa el puente de Segovia y los lavaderos de la capital. Este paso, era la salida hacia el antiguo Camino Real de Madrid a Lisboa; subiendo hacia la Carretera de Extremadura. Se denomina de Segovia, porque por él entraban asimismo los carros que venían desde la actual A-6; bajando por Aravaca y Moncloa. Siendo este el primer gran paso hacia la ciudad, entrando por ambas rutas. El puente de Segovia que vemos en la actualidad, fue construido por Juan de Herrera, en tiempos de Felipe II; aunque antes, hubo en ese lugar otro elevado en el siglo XIV (de menor tamaño e importancia).
B-2) El “Repertorio” de Villuga:
El primero de estos tratados sobre caminos que se publicó, es coloquialmente conocido como “El Villuga”. Fue redactado al modo de guía viajera y se trata de un documento de gran importancia para conocer las vías y paradas anteriores a la capitalidad matritense (21) . Se publicó en 1546, por lo que aun conserva las rutas anteriores a 1561; sin hacer especial referencia a Madrid. Siendo -por lo tanto- muy útil para comprender las antiguas vías, conservadas hasta mediados del siglo XV. Consiste este libro en un índice de itinerarios, donde Pedro Juan de Villuga cita el viaje desde una localidad hasta otra, mencionando las paradas que hay a su paso. Recogiendo numerosas poblaciones, aunque otras las reduce a simples ventas; lo que nos transporta hasta los itinerarios de época imperial (con sus mansiones o postas). Sobre este “Repertorio de todos los caminos de España” el profesor Francesc Costa Oller (22) escribió un magnífico libro, donde lo comenta ampliamente. En cuyas primeras páginas expone como en la época ya comenzaron a redactarse tratados sobre viajes; escribiendo:
“una España ordenada por los Reyes Católicos que los geógrafos explicaban bajo el impulso de los monarcas de Castilla y Aragón. Examinar, indagar, abrir el territorio al conocimiento, actitud renacentista. Es la Cosmografía de Fernando Colón, el hijo del almirante (1517-1523), el Atlas del Escorial de Alonso de Santa Cruz (1539-1545), el Mapa de España de Pedro Esquivel (1551) y las Relaciones Topográficas de Felipe II (1575). Trabajos callados, un gran esfuerzo científico, que acabarán inéditos en el armario de un archivo. Será en dos volúmenes singulares en los que las personas cultas podrán leer el territorio, aprender sierras, ríos, pueblos, ciudades. El Libro de las cosas memorables de España publicado por Lucio Marineo Sículo el año 1497, un personaje que anduvo: «casi toda España mirando inquiriendo con diligencia todas las cosas bellas». Y el de Pedro de Medina, Libro de grandezas y cosas memorables de España, del año 1549, cercano al de Villuga.” (22a)
Continúa Costa Oller analizando “el Villuga” del siguiente modo: “El libro se organiza en tramos de rutas entrelazadas, que a través de grandes rodeos crea una red que relaciona pueblos y ciudades. Un ejemplo, encadena lugares en un trayecto que empieza en Gerona, pasa por Barcelona, hacia Lérida y Valencia, a Tarragona y Zaragoza, a Soria y a Palencia, a Carrión de los Condes, a Medina del Pomar, a Aranda de Duero y termina en Burgos. Otros recorridos relacionan Toledo con Sevilla pasando por León, Zaragoza con Santiago por Valencia, León con Plasencia por Lisboa, etc. El resultado es la interconexión de las ciudades principales, las grandes capitales, y los centros de actividad económica. El Repertorio aporta los grandes ejes de comunicación de la península, caminos reales de Francia, de Andalucía, de Santiago, de Valencia, de la Seda, de la Plata, cañadas y cordeles. Y aunque afirma que es una guía «de todos los caminos de España» es indudable que no es así, porqué la red es densa en la parte central de la Corona de Castilla” (22b) “Vamos a encontrar muchas ventas en este libro, en zonas sin pueblos, largos recorridos que solo cuentan con la seguridad de sus paredes. Y localizarlas es el principal problema con Villuga. Situar Burgos es fácil, pero la venta de los Ojos, menos.”(...) “Algunas de las ventas señaladas por Villuga con el paso de los años se convirtieron en pueblos, a través de asentar en sus aledaños actividades profesionales atentas a las necesidades de los transeúntes: el herrero, el panadero, el cura. Y a otras ahora les corresponde un edificio” (22c)
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes del mapa que trazó Gonzalo Menéndez Pidal, recogiendo los caminos del “Villuga”; tal como lo ofrece la Real Academia de la Historia -Colección: Departamento de Cartografía y Artes Gráficas-; a la que agradecemos nos permita divulgarlo (ver: https://bvpb.mcu.es/es/consulta/registro.cmd?id=423427 ) . En el gráfico, nos dice textualmente: “Mapa diseñado por Gonzalo Menéndez Pidal según el original de Juan Villuga para ilustrar su libro "Los caminos en la Historia de España", Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1951 (plegado al final). El mapa no está firmado, pero en el manuscrito insertó una etiqueta con las siglas de su nombre "GMP" en caracteres ibero-tartésicos”.
Arriba: Detalle del mapa general, donde he recortado el tramo desde Toledo a Portugal. Talavera la Vieja, destacada con una estrella en amarillo y negro. Asimismo, se han marcado las siguientes rutas (por colores):
-En Rojo: Trayecto desde Toledo a Portugal, en el camino que recoge Villuga; saliendo de la capital manchega, para pasar por varias ventas, hasta alcanzar Talavera de la Reina. De allí, sigue por la actual A-5, con destino: Oropesa, La Calzada de Oropesa, Navalmoral de la Mata y cruza el Tajo con las barcas de Al-Balat. Tras ello, sube por el Puerto de Miravete y llega a Jaraicejo, para arribar a “Venta de la Lavadera” (como se refiere a Trujillo, que no se incluye en el Repertorio). Después, saldrá a Portugal siguiendo una “especial” ruta: Por Cáceres, La Aliseda y Alburquerque.
-En Azul: Tramo del Viaje desde Talavera a Guadalupe, vía La Puente del Arzobispo y Villar del Pedroso. Tras estas paradas, Villuga cita numerosas ventas (del hospital, de la Hermandad) que se corresponden con el Hospital del Obispo y posibles refugios de Peregrinos en Castañar de Ibores o en las cercanías de la puebla del monasterio.
-En Verde: La única ruta que pasa por las cercanías de Talavera la Vieja; un camino similar al que siguió Ponz en el siglo XIX (visitando las ruinas de Talaverilla, para documentarlas). Se trata del eje que unía Guadalupe con Plasencia, atravesando los Ibores, arribando al Tajo en las cercanías de Al-Balat, para cruzarlo en barca. Tenía las siguientes paradas, tras salir del santuario extremeño: “Venta del Río. Venta Real. Navalvillar de Ibor. La Avellaneda. Almaraz. Toril. Malpartida de Plasencia”. Este camino, se convierte más tarde en una alternativa de peregrinaje, tras la muerte en Yuste del emperador; uniendo ese monasterio jerónimo de Jarandilla con el de Guadalupe.
-En Morado: La única mención de Villuga a Mérida. Se trata de un tramo de La Ruta de la Plata, vía XXIV del Itinerario de Antonino.
Al lado: El camino desde Segovia a Toledo, como lo recoge Villuga. Lo he marcado con una línea roja, donde se observa que baja hasta la capital manchega, dejando a un lado Madrid (ciudad). Como veremos en el siguiente epígrafe, las paradas que Villuga marca, tras de salir de Segovia son: Ventas de La Fuenfría y Guadarrama, Villanueva de la Cañada, Brunete, Sacedón, Zarzuela la Vieja, Carranque, Cedillo y Olías del Rey (llegando así a la capital de La Mancha). Señala en su mapa, Gonzalo Menéndez Pidal: Fuenfría, Guadarrama, Brunete, Móstoles (como Zarzuela), Cedillo y Olías del Rey. Asimismo, hemos marcado el camino desde Móstoles (o Zarzuela la Vieja) hacia Alcalá de Henares; que se correspondía con el eje Titulcia-Complutum, en época romana. Pues, como hemos repetido, en Móstoles o en las cercanías de Zarzuela la Vieja (Arroyomolinos) es donde debemos situar Titulcia.
Abajo, los caminos a Guadalupe, en el Villuga. Es de destacar que olvida el tramo de Guadalupe a Mérida, pasando por Logrosán y Miajadas. Y de Guadalupe a Cáceres, vía Logrosán y Trujillo.
-En Rojo: De Guadalupe a Toledo. El autor marca las siguientes paradas: “Venta de la Hermandad. Venta del Hospital. Venta de la Magdalena. Venta de los Nogales. Villar del Pedroso. Venta de la Cierva. La Mata”
-En Verde: De Guadalupe a Plasencia: “Venta del Río. Venta Real. Navalvillar de Ibor. La Avellaneda. Almaraz. Toril. Malpartida de Plasencia”.
B2-a) El Camino del Guadarrama y los de Guadalupe en el “Repertorio”:
El tratado de Villuga, describe perfectamente el camino de Segovia a Toledo, siguiendo la vereda del Guadarrama; una ruta heredada desde tiempos romanos. Y que fuimos analizando en los capítulos y epígrafes en los que hablábamos sobre Miacum o Titulcia. Una vía de comunicación ancestral, que comienza en la capital castellana, baja a Toledo, pero que en el Villuga, se prolonga hasta Guadalupe. Todo lo que nos sirve para conocer las uniones entre Segovia y Toledo (primero); y a su vez, el paso desde esta capital al santuario mariano. En un camino que el profesor Francesc Costa Oller comenta con gran acierto en su libro -ver cita (22d) -, explicando como desde Segovia a Toledo se pasaban varias ventas que hoy son poblaciones. Señalando: La Fuenfría y Guadarrama; para bajar por la vereda del río homónimo llegando a Villanueva de la Cañada, Brunete, Sacedón, Zarzuela la Vieja y Carranque. Entrando a destino por Cedillo y Olías del Rey, desviándose del cauce, solo al final de trayecto. Ello nos confirma de nuevo la senda “natural” entre Segovia y Toledo, siguiendo las orillas del Guadarrama. Parando en las cercanías de Cercedilla y llegando a Villanueva de la Cañada, para pasar después por dos puntos que hoy son despoblado y apenas se conocen, como fueron Sacedón y Zarzuela. Donde, tal como comenta Costa Oller (22e) se atravesaba el Guadarrama, quizás por un paso cercano al puente llamado hoy “de hierro”, en el actual Camino de La Zarzuela.
Aunque, hemos de añadir, que posiblemente el cruce de aguas también se hiciera unos kilómetros antes; a la altura de Villaviciosa de Odón. Lo que explica que en la ruta de Villuga se citen dos lugares situados en la orilla Oeste del río. El primero, Brunete; y el segundo, Sacedón de Canales, frente a Villaviciosa, en el actual municipio de Sevilla la Nueva. Asimismo, no está claro si esa Zarzuela la Vieja, era un poblado tan solo asentado en una de las orillas del Guadarrama. Lo que podemos observar actualmente; comprobando como en la zona Este (a la izquierda, siguiendo el curso) se encuentra la urbanización Parque de Coimbra, junto a una zona de chabolas. Pero del otro lado (el derecho, según baja el río) es donde se halla el sendero que conserva el nombre de Camino de la Zarzuela. Pleno de chalets y de pequeñas fincas rústicas; habiéndose hallado en esta orilla varias villas romanas. Un punto que podemos localizar, para observar el trazado en paralelo con nuestra carretera de Extremadura; viendo que se encuentra en la unión de la A-5 con el paso del Guadarrama. Puente llamado del Aguijón; sito en el kmt. 25; después de pasar el Xanadú (donde la señal vial marca: “Camino de La Zarzuela”).
Continuando con la ruta entre Segovia y Toledo, descrita por Villuga; después de que esta pasase por esos despoblados (Sacedón y Zarzuela), se llegaba a Carranque. Lo que a mi juicio ratifica que en sus proximidades se hallaba Titulcia; entre Zarzuela y Carranque. Aunque el maestro Dimas Fernández- Galiano, la situaba en el punto denominado “Carranque el Viejo”, a orillas del río y muy próxima a la villa romana de Materno. Ya que el Itinerario de Antonino, marca varias veces que Titulcia se encontraba a 24 millas de Toletum; que son unos 38 kmts (prácticamente, lo que hay entre Carranque y la capital de La Mancha). Además, de señalar el mismo texto romano, que Titulcia unía Toledo con Segovia, y Segovia-Toledo con Complutum. Siendo el punto ideal para reducir la ubicación de la ciudad, este de Zarzuela la Vieja; en la vega del Guadarrama, pudiendo estar los restos de esta ciudad aún perdida, en el valle existente entre Arroyomolinos y El Álamo.
Hemos visto al estudiar, este camino de Segovia a Toledo que recoge “el Villuga”; el enorme error cometido por los sabios del siglo XIX. Quienes para buscar Titulcia, siguieron la carretera A-6 (actual autovía Madrid – La Coruña), llevando Miacum al arroyo Meaques (que desemboca en el Palacio Real) y Titulcia a Bayona de Tajuña. Al considerar de origen romano el Camino Real, que llevaba a la capital; lo que unido al parecido fonético entre Miacum y Meaques y a la situación de la población del Tajuña, a medio camino entre Toledo y Alcalá. Esto les hizo deducir definitivamente, que el Meaques era Miacum y que Titulcia estaba en la antigua Bayona; cambiando el nombre de esa localidad y generando un desaguisado arqueológico de consecuencias inimaginables. Aunque la distancia que marca el Itinerario de Antonino, entre la capital de La Mancha y la verdadera Titulcia (24 M.R. = unos 38 kmts); no cuadra con la separación existente entre ese pueblo llamado antes Bayona, y Toledo. Pues entre ambas hay más de sesenta kilómetros (unas 40 millas romanas), mientras desde Carranque hasta Toledo hay unos 43 kilómetros (27 millas romanas, aprox.); casi, las descritas por el Itinerario. Pero lo peor de la localización decimonónica y errónea de Titulcia, es haber situado al Sur de Madrid; una parada entre Segovia y Toledo. Lo que -a mi parecer- es lo mismo que sucede con la ubicación de Augustóbriga en Talavera la Vieja; que obliga a desviar completamente la ruta natural, marcada por el Itinerario. Ya que Talaverilla no está a medio camino entre Mérida y Toledo, del mismo modo que Bayona de Tajuña jamás pudo ser un paso para ir desde Segovia a la capital manchega.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, mapa sobre el que he señalado dos rutas descritas por Villuga: En Rojo: Segovia-Toledo bajando por la vereda del Guadarrama. En Verde: Toledo-Guadalupe, pasando por Talavera. En el punto llamado Zarzuela la Vieja (entre Móstoles y Navalcarnero) se unían las vías que salían de Madrid hacia el Oeste, con esta que bajaba desde Segovia. Se trata de un lugar muy cercano, donde debemos suponer que estaba Titulcia. En Azul: vemos el camino Madrid-Lisboa, vía Trujillo y Cáceres, por Alburquerque. Aquí podemos observar que Zarzuela la Vieja es un eje principal entre el Camino Real de Madrid, con la ruta Segovia-Toledo por el Guadarrama.
Abajo, mapa del gran geógrafo Tomás López y Vargas-Machuca; publicado en su Diccionario geográfico de España (1804). Se trata de un detalle del plano general de provincias, en el que hemos recortado la zona del viaje Segovia-Toledo, que se correspondía con el fin de la Vía XXIV del Itinerario de Antonino. Sobre el plano, he destacado la vereda que se seguía, a orillas del río; marcando asimismo las poblaciones citadas por Villuga (junto a otras importantes). La estrella en rojo y amarillo, se corresponde al punto llamado Zarzuela la Vieja; donde se unían las comunicaciones entre Madrid y Extremadura, con esta ruta Segovia-Toledo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, el “puente de hierro” en Zarzuela la Vieja. Se trata de un paso ferroviario levantado hace unos cien años, que cruza el Guadarrama. Pero es donde se piensa que estuvo el puente de Madera por el que antaño transitaban los viajeros, entre Madrid y Extremadura. El recuerdo de este hecho se conserva en carteles que veremos en sus senderos; donde podemos ver señalado que es el “Camino Real a Guadalupe”. Abajo, el río Guadarrama fotografiado desde este puente de hierro, en Zarzuela la Vieja.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, cartel que podemos encontrar en el Camino de la Zarzuela, donde nos indica que en el lugar proliferan las villas romanas y las explotaciones agropecuarias, de época antigua. Abajo, de nuevo el “puente de hierro”, que se considera el que sucedió a uno de madera por donde cruzaban los viajeros cuando iban desde Madrid a Extremadura -o viceversa-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, señal del Camino de la Zarzuela; que marca la vereda Oeste del río Guadarrama en esta zona entre la N-5 y Villaviciosa de Odón-Sacedón de Canales. Abajo, señal del Camino Real a Guadalupe, al salir del puente de hierro y en el cruce con el de la Zarzuela.
Sigue “el Villuga” recogiendo viajes hacia Guadalupe, lo que nos puede enseñar cuales eran las rutas más antiguas. Mencionando cómo ir desde el santuario extremeño a la Ciudad Imperial y viceversa, en varias ocasiones. Primeramente, describe el viaje desde Valencia al santuario de Extremadura, pasando por la capital manchega (22f) y mas tarde, recoge el trayecto desde Guadalupe a Toledo (22g) . Repitiendo en todos los casos, unas mismas paradas, aunque de un modo inverso: Pasando siempre por Talavera de la Reina, de allí a La Puente del Arzobispo, para subir a Villar del Pedroso, cruzar por Navatrasierra (mencionado como venta el Hospital del Obispo) y arribar a la puebla del monasterio. Lo que expresa que en época de Juan Pedro de Villuga, desde Villar del Pedroso no se iba directamente hasta la capital de La Mancha; sino era pasando por Talavera. Lo que interpreto, se debía a dos motivos: Primeramente a una falta de seguridad, debido a que en La Jara se habían refugiado los moriscos más radicales (como sucedió en Las Alpujarras). Aunque la razón principal, se refiere al camino de peregrinaje bien atendido, después de que el arzobispo Pedro Tenorio construyese el paso que lleva su nombre. Una obra financiada por el prelado, especialmente pensada para los romeros de Guadalupe; a la que se añadieron hospitales y refugios. Todo lo que facilitaba el camino y el cuidado de viajeros, que procedían desde Talavera de la Reina; ciudad más cercana a esa Puente del Arzobispo.
Aunque si nos remontamos a la época que nos interesa; la romana y la ibérica (para localizar Augustóbriga). Comprenderemos que las calzadas y la situación social o política de la zona, eran muy distintas. Debido a que Toledo -por entonces- era una gran urbe carpetana, mientras Talavera (Eubura) estaba en plena frontera entre Carpetania y Lusitania. Sita en la línea que guardaban los vettones, cuya separación con la tribu vecina, la marcaba el río Tajo. De tal modo, resulta impensable que para viajar desde Mérida (de la Lusitania) hasta el Toletum prerromano; pasaran por Eubura (Talavera de la Reina); añadiendo unas 30 millas al trayecto. Pero aún más extraño es que siguieran una línea fronteriza durante casi cien kilómetros, recorriendo las orillas del río; en un trazado que resultaría peligroso para los viajeros (al transitar por las márgenes del Tajo, en territorio que separaba a los carpetanos de los vettones). Por lo que, en esta separación entre ambos dominios ibéricos; existiría una población de cruce. Un lugar cercano a Toledo, donde pasasen de un territorio al otro; siendo -a mi parecer- esta localidad fronteriza: La Puebla de Montalbán. Lo que me aventuro a expresar; porque se considera el límite entre ambas tribus y debido a que se han hallado allí verracos, aún estando en el lado opuesto del río. Lo mismo que sucede en Toro (Zamora) donde se han encontrado esculturas vettonas, pese a conocerse que era territorio vacceo. Un hecho que me hace suponer que La Puebla de Montalbán fue algo similar a Toro. Una población principal de paso, entre los dominios de dos etnias prerromanas. Aunque nos queda la duda del por qué la puebla carece de puente. Pues Toro tiene un famoso paso, al menos de origen romano; y en su casco urbano también se han encontrado verracos (manifestando claramente la presencia de los vettones en terririo vacceo).
Después de lo expuesto, me atrevo a afirmar que en tiempos de Augustóbriga, para encaminarse desde Toledo a Mérida (cruzando la Sierra de Guadalupe) el primer punto de paso para adentrarse en La Jara, estaría cerca de La Puebla de Montalbán. Más concretamente en las proximidades de Malpica de Tajo; lugar de fácil acceso, pero protegido, donde llevaba el camino natural del río, llaneando desde la capital. Una vez cruzado el cauce en este punto, se dirigirían desde allí hacia Alcaudete, para llegar a La Estrella y Villar del Pedroso, pasando luego a Extremadura, cruzando la sierra. Siendo otra opción, continuar desde Toledo río abajo y por la margen Norte, hasta Talavera (la Éubura vettona, también urbe fronteriza). Una segunda ruta, en la que habrían de pasar el Tajo en Talavera, bajando después hacia Las Herencias y Alcaudete. Todo lo que suponía añadir casi treinta kilómetros más, al viaje; por lo que el primer camino (sin pasar por Talavera), debió ser el que seguían en época romana. Una ruta que “el Villuga”, también recoge, como vía entre Guadalupe y Toledo; que describe del siguiente modo: “De Guadalupe a Toledo Venta de la Hermandad. Venta del Hospital. Venta de la Magdalena. Venta de los Nogales. Villar del Pedroso. Venta de la Cierva. La Mata.” (22h) .
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de los caminos que describimos. Arriba, Alcaudete de la Jara (su ayuntamiento). Al lado, el Tajo a su paso por Malpica; donde podemos apreciar que es un lugar perfecto para cruzar, con aguas mansas y el cauce estrecho. Abajo, Las Herencias; sería el punto de paso, tras salir de Talavera, después de atravesar el río en esta ciudad. A ella llegaríamos andando en unas tres horas, al estar separada unos 14 kilómetros de Talavera; en otras tres arribaríamos a Alcaudete (en total, una jornada, aproximadamente). Desde esta última, se llegaría a La Estrella o a Villar del Pedroso, necesitando un día más de viaje (a pie); debido a que es una zona montañosa y hay más de treinta kilómetros que recorrer.
B2-b) La calzada romana de Mérida a Toledo; en el tramo desde Guadalupe:
A continuación, el profesor Costa Oller, explica ampliamente los datos sobre ventas y lugares, que el tramo desde Villar del Pedroso a Guadalupe refiere el Villuga. Un recogido cuyos comentarios de Costa Oller hemos detallado en cita (22i) ; donde expone las paradas y los hospitales de peregrinos, que se fueron construyendo en el trazado (principalmente desde el siglo XIV -recordemos que Villuga publica su repertorio de viajes en 1546-). Aunque el caso que nos preocupa, es comprender cual era la ruta más directa desde Guadalupe a Toledo, ya que podría ser el tramo de Leuciana a Augustóbriga -en la vía XXV del Itinerario de Antonino-. Pudiendo demostrar por dónde iba la antigua calzada romana; que transcurría desde Mérida a Toletum, pasando por las cercanías de Miajadas y Logrosán, para luego alcanzar la capital de La Mancha. De tal modo, podemos descubrirlo recordando el trayecto antes mencionado: “De Guadalupe a Toledo por Venta de la Hermandad. Venta del Hospital. Venta de la Magdalena. Venta de los Nogales. Villar del Pedroso. Venta de la Cierva. La Mata.”. Un trazado en el que resulta evidente que la Venta de la Hermandad, era un refugio situado antes de Navalvillar de Ibor, en la subida hacia El Hospital del Obispo. Que podría hallarse donde hoy se sitúa la Casa Rural Puente de los Álamos; o bien, donde existe un magnífico puente sobre el río Ibor, que da entrada a una finca noble y antigua. Por lo demás, la parada estaría fundada por la Santa Hermandad; que desde el siglo XV vigilaba y cuidaba a los peregrinos. Tras ello, narra Villuga que se subía por una ruta paralela a la actual (CC 20 2), pasando al Hospital del Obispo; el famoso edificio que fue donado por Pedro I. Luego se llegaría a Navatrasierra; donde hemos de localizar la Venta de La Magdalena y a continuación había otro lugar de acogida de viajeros llamado Venta de Nogales; que estaría después de Arrebatacapas y que -personalmente- localizo en Carrascalejo.
Finalmente, entraríamos ya en La Jara, para llegar a Villar del Pedroso; y tras pasar la villa del arroyo Pedroso, se alcanzaba la Venta de la Cierva. Lugar que el profesor Costa Oller identifica con Calera y Chozas. Escribiendo: “Se continúa hacia Calera y a poca distancia se pasa por la casa de la Cierva, la antigua venta que el año 1576 era de Pedro Meneses, noble de Talavera. Pronto se llega al pueblo de Puente del Arzobispo” (22j) . En este punto, hemos de hacer un alto, debido a que la ruta se dirige hacia Toledo y no creemos que pudiera conducirse desde Villar del Pedroso a Calera y Chozas, que se sitúa en la margen contraria del Tajo y apenas dista 15 kilómetros de Talavera de la Reina. Siendo Calera, la primera parada en el camino desde esta última ciudad a La Puente del Arzobispo; además de estar a 100 kilómetros de Toledo (más lejos que Villar del Pedroso). Por lo que identificar la Venta de la Cierva, con Calera y Chozas resulta “extraño”, ya que se alejaría del destino y obligaría a cruzar allí el Tajo -en barca o puente de madera, del que nada sabemos-; siguiendo luego hasta Talavera, que no se menciona en la referida ruta.
De tal modo, vamos a localizar en qué otras vías del Villuga, aparece la mencionada Venta de la Cierva, para intentar ubicarla exactamente; pudiendo consultarse en nuestra cita (22k) los caminos que paraban en esa parada de la Cierva (según este autor). Siendo citada en cinco ocasiones: De Guadalupe a Segovia; De Segovia a Guadalupe; De Valencia al monasterio de Guadalupe; De Guadalupe a Toledo; y De Guadalupe a Toledo -sin pasar por Talavera-. En todas ellas, menos en una, aparece entre El Puente del Arzobispo y Talavera de la Reina; pero se da la circunstancia de que en la última que hemos recogido no va hasta la ciudad de la cerámica (página 171). Dirigiéndose directamente, desde La Venta de la Cierva a Toledo, lo que obligaría a cruzar el Tajo, si estuviera en la margen derecha (Oeste), tal como se sitúa Calera. Por todo cuanto decimos, creemos que aquella finca que fue de Pedro Meneses, a la que llama Oller Costa “Casa de la Cierva”; cubría ambos lados del Tajo. Ubicándose junto al río, muy cerca de Calera y Chozas, pero en el municipio que hoy se llama Las Herencias. Donde continúa habiendo una gran finca (hoy en ruinas), a pie de carretera, poco antes de llegarse a las aguas (que allí son mansas). Una granja de grandes dimensiones, que hasta el siglo XIX se dedicó al pimentón, al porcino y a la explotación agraria. Lugar que identificamos con este punto de Las Herencias, citado como “la Venta de la Cierva”; lo que explicaría que la vía desde Villar del Pedroso, pasase frente a Vascos y bajase por Belvis y Alcaudete de la Jara (este último a unos diez kilómetros de Las Herencias).
Para finalizar la ruta que estudiamos, que creemos fue el antiguo camino romano de Mérida a Toledo. Nos falta una parada llamada “Venta de la Mata”, que el autor sitúa justo antes de Toledo y que no está identificada. Lo que intentaremos hacer de un mismo modo al anterior; analizando otras veces en que se menciona en el Repertorio de Villuga esa “Venta de La Mata”. Lo que recojo en cita (22l) y son: De Barcelona a Santa María de Belén, en Lisboa; De Valencia al monasterio de Guadalupe; De la Peña de Francia a Toledo; De Évora a Toledo (tramo español); De Lisboa a Valencia (tramo español); De Segovia a Guadalupe; De Guadalupe a Toledo; De Zaragoza a Lisboa; De Guadalupe a Segovia; y en este último que estudiamos, que era De Guadalupe a Toledo. En todos los casos, el autor la sitúa entre Cebolla y Burujón, menos en el que vamos analizando, que aparece entre la Venta de la Cierva y Toledo. Por lo que se puede localizar en las cercanías de un pueblo llamado La Mata, al lado de El Carpio de Tajo (famoso este último, por ser un paso en barco). De ello, sin duda alguna esta Venta de la Mata, es hoy el pueblo de igual nombre, existente entre El Carpio y Santa Olalla. Debiendo destacarse que este último fue un cruce de caminos esencial (desde época ibérica); y asimismo, El Carpio fue un eje de comunicaciones, habitado desde el 500 a.C. (con yacimientos tartessios, romanos y visigodos).
Una vez que hemos localizado exactamente la Venta de la Mata y la de La Cierva; podemos comprender como fue la antigua calzada romana, que venía de Mérida, pasando por las inmediaciones de Logrosán y Miajadas (Lacipea y Leuciana); llegando a Villar del Pedroso, bajando La Jara por las cercanías de Vascos, para alcanzar Las Herencias, dirigirse a El Carpio (bordeando el río o cruzándolo allí) y entrar poco después en Toletum. Lo que resultará la vía más corta y más fácil, si pensamos en un tiempo donde no hubo automóviles, autovías; ni estaba hecho el Puente del Arzobispo. Por todo lo que expongo, bajo esta hipótesis y siguiendo lo que nos dicen los itinerarios latinos -el de Antonino y el de Rávena-, Augustóbriga hubo de situarse entre Villar del Pedroso y Vascos; o bien en el entorno de Guadalupe (ya que distaba 55 millas romanas de Toledo; o bien 56 millas de Mérida -o 66-).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres fotos de Las Herencias, donde sitúo la “Venta de la Cierva”, en su margen izquierda del río. Arriba, plaza del ayuntamiento. Al lado, vereda de bajada hacia el Tajo. Abajo, restos de una finca que se halla a la entrada de la población y que identifico con la antigua Venta de la Cierva.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de la finca existente junto a Las Herencias, que personalmente creo era la Venta de la Cierva, en el lado izquierdo del río. A mi juicio, esta heredad estaba dividida en dos ventas con igual nombre, una en cada orilla; pudiendo cruzarse el Tajo en barco. Siendo esta que vemos, la situada en la margen que iba directamente a Toledo, sin pasar por Talavera; en el camino que transcurría por Alcaudete y La Estrella o (Villar del Pedroso).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes del pueblo de La Mata (comprando verduras a un “mateño”). Esta pequeña población, que -personalmente- identifico con “Venta de la Mata”, se halla entre Santa Olalla y El Carpio; por lo que fue un eje principal de caminos. Ya que Santa Olalla era un paso esencial, en la ruta ibérica que discurría desde Carpetania (Titulcia) a Vettonia (Luistania, Talavera). Mientras El Carpio, fue un lugar de parada y cruce del Tajo, donde llegaron ya los tartessios en el siglo V a.C..
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, la iglesia de El Carpio. Municipio donde hubo una magnífica villa romana y una de las más importantes necrópolis visigodas conocidas. Fue famoso por su barca; al ser un centro de paso y comunicaciones en el Tajo. Abajo, plano con el área de Toledo, en el Mapa de España y Portugal de Paulo di Forlani Veronese (hacia 1560). Veamos como distingue claramente Villar del Pedroso, entre Toledo-Talavera y Guadalupe. Asimismo, traza de un modo confuso el río Guadarrama; naciendo más allá de Segovia, pasando por Madrid capital y desembocando en Aranjuez. Un recorrido inexistente, que coincide -en parte- con el cauce del Jarama.
B2-c) Talaverilla, en el camino a ninguna parte:
Lo más relevante de cuanto vamos analizando; en lo que se refiere a la búsqueda de Augustóbriga, es que en ninguna ruta del Villuga aparece mencionada Talavera la Vieja. Pasando tan solo cerca de esta población, una vía procedente de Guadalupe que se dirige a La Peña de Francia. Con un trazado que comienza en Navalvillar de Ibor, se dirige a La Avellaneda y más tarde a Almaráz; para cruzar el Tajo en las barcas de Al-Balat y tomar dirección a Plasencia, siguiendo desde allí a los montes del sur de Salamanca -donde se rinde culto a Nuestra Señora de esa peña francesa- (22m) . Añadiendo Costa Oller acerca del recorrido antes descrito, que La Avellaneda es hoy un despoblado cercano a Castañar de Ibor. Todo lo que ya habíamos estudiado en nuestro capítulo anterior; donde la vimos citada por varios viajeros, nombrándola en la forma de “Villaneda”. Recogida como una parada entre Puente del Arzobispo y Guadalupe, o bien mencionada al ser un paso para tomar las barcas de Al-Balat. Barcazas de las que sabemos, eran las que cruzaban el río; por el lugar donde hoy se halla el puente de Almaraz (levantado en El Renacimiento y que no recoge Villuga). Hasta donde llegaba el camino desde Guadalupe a Plasencia; lo que describe allí Ponz en su “Viage de España”. Cuando narra (en su Carta V), como después de conocer el monasterio extremeño; visitó Talavera la Vieja, para estudiar sus ruinas romanas. Dirigiéndose días más tarde al Norte de Extremadura, saliendo de Talaverilla, vadeando el Tajo; para llegar hasta unas barcas que le cruzaron hasta la orilla de Almaraz, donde se dirigió hacia Plasencia. Hemos de pensar que estas barcas no eran las de Al-Balat, pues el puente levantado en este paso, se terminó a mediados del siglo XVI (mucho antes que Ponz cruzase el Tajo por un punto cercano). Debiendo considerar que habla de aquellas que cruzaban el río, a la altura de Valdemoreno.
Es decir, el único camino que transitaba en tiempos de Villuga por las cercanías de Talavera la Vieja, era la vía que unía Plasencia con Guadalupe. Una ruta que ganó importancia años después de que se publicase el Repertorio -a finales del siglo XVI-; cuando se retiró el emperador a Yuste, abriéndose el peregrinaje desde este monasterio cercano a Jarandilla y el santuario mariano extremeño. Con las siguientes paradas, desde que se salía de la puebla de la Virgen Negra: “ Venta del Río. Venta Real. Navalvillar de Ibor. La Avellaneda. Almaraz. Toril. Malpartida de Plasencia.”; pudiendo dirigirse desde Almaraz a Jarandilla, directamente -idem (22m) -. Debiendo identificarse la Venta del Río, o bien la Venta Real con el lugar que antes se llamaba “Venta de la Hermandad”. Siguiendo un camino que arribaba más tarde a Navalvillar, pasando después por Castañeda de Ibor y paraba en el despoblado de Avellaneda (junto a Fresnedoso de Ibor). Para dirigirse desde allí a Almaráz, donde estaban las famosas barcas de Al-Balat -ciudad árabe que defendía la margen sur del río; en este paso, donde las aguas se amansaban-. Llegando la ruta desde Avellaneda a Almaraz, vadeando el Tajo (tal como narra Ponz en su “Viage de España”); para lo que había que bajar hasta Mesas de Ibor y Valdemoreno, siguiendo el curso de la orilla, hasta alcanzar el lugar donde se cruzaba el Tajo (que en tiempos de Villuga, ya se había convertido en el puente de Almaráz; como veremos).
Recoge el autor del “Repertorio de Caminos”, innumerables veces las famosas “barcas de Al-balat”, mencionándolas en las rutas que veremos en cita (22n) . Apareciendo en las vías de comunicación siguientes: De Zaragoza a Lisboa; De Évora a Toledo; De Lisboa a Valencia; De Barcelona a Santa María de Belén, en Lisboa. Siempre, situándolas entre Miravete y Almaraz. Aunque olvida el autor citarlas cuando trata de los viajes desde Guadalupe a la Sierra de Francia o de Guadalupe a Plasencia; que vimos en el epígrafe anterior. Donde escribía Villuga que saliendo desde el santuario extremeño, llegaban a La Sierra de Francia tras realizar estas paradas: “Venta del Río. Venta Real. Navalvillar de Ibor. La Avellaneda. Almaraz. Toril. Malpartida de Plasencia. Plasencia, etc” -idem (22m) -. Ello me hace suponer, que en este caso no ha incluido las barcas de Al-balat; debido a que ya estaba levantado allí el puente que pagó Plasencia y que se construye a mediados del siglo XVI.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes del Tajo en el paso donde se situaban las barcas de Al-Balat, hasta que se levantó el puente en 1551. Arriba, el río fotografiado en este punto. Al lado, señales en este paso, que marcan el puente y la Cañada Real. Asimismo, indica la distancia a pie vadeando el río hasta Higuera de Al-Balat y Valdecañas. Abajo, el puente que pagó el cabildo de Plasencia, para abrir el camino hacia su ciudad. Fue terminado por el arquitecto Juan de Álava y por su hijo, Pedro de Ybarra; quienes concluyeron la catedral placentina.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, atardecer en Plasencia; visto desde la terraza del palacio de Mirabel (a cuya institución agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, fachada del palacio de Yuste (Jarandilla) donde se retiró el emperador Carlos I al final de su vida.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, interior del monasterio de Yuste (al que agradecemos, nos permita divulgar nuestra imagen). Después de establecerse el emperador en este monasterio jerónimo, se creó una ruta de peregrinación entre Guadalupe y Jarandilla. Abajo, de nuevo, Plasencia en el atardecer (al fondo, la fachada del Palacio de Mirabel). Como hemos visto, el único camino que pasaba por las cercanías de Talavera la Vieja (al menos, hasta el siglo XVI), era el que unía Guadalupe con esta otra urbe extremeña.
Acerca de estas barcazas y el puente de Al-Balat, nos dice el profesor Costa Oller: “Al Sur de Almaraz se pasaba el río Tajo por las barcas de Albalat, y en algún momento se construyó un puente precario, seguramente de madera. Comenta Pedro de Rojas que era «una puente muy pequeña y angosta, donde peligrava y moría al passo mucho ganado». Y que «deseosa la Ciudad de Plasencia de remediar daño tan grande, hizo a su соstа esta puente, que puede competir con las obras de romanos: y es tradición que costó cien mil ducados, tiene a los lados dos mui fuertes passamanos, y dentro della una ermita». Una obra terminada el 1552, y treinta años después lo atraviesa el pasajero Caverel y comenta que es «uno de los más bellos que se puede ver, aunque solo tiene dos arcos, pero admirablemente altos y anchos». Se trata de un lugar estratégico que en tiempos árabes contaba con un poblado y un castillo para controlarlo. En época medieval es paso muy concurrido del ganado de la cañada, y siglos después será escenario de batallas en la guerra de la Independencia.” (22o) . Añade Costa Oller una preciosa anécdota -que también recogemos en cita anterior-; narrando como San Pedro de Alcántara realizaba el milagro de cruzar los ríos, sin necesitar barca (especialmente el Tajo y el Tiétar). Logrando que los animales también pasasen a la otra orilla. Todo lo que se orienta a leyendas recogidas por La Mesta (que dirigía las Cañadas Reales) y a los pastores que realizaban anualmente la trashumancia. Dando a entender, que el santo lograba que rebaños y bestias no temieran las aguas o subir a las barcazas; consiguiendo que los pastores pudieran seguir sus caminos, aun cuando hubiera ríos a su paso.
Ante los comentarios de Costa Oller, antes recogidos; hemos de añadir, que este paso de Al-Balat fue uno de los puntos que se convirtieron en fuerte, durante los tiempos de Abderramán II. Cuando, tras perder la batalla de Simancas (en el 939), deciden los andalusíes crear una línea de alcazabas y torres de vigilancia en el Sistema Central (desde Buitrago a Gredos) y una segunda franja, elevando enormes ciudades amuralladas al Sur del Tajo -para evitar la entrada de enemigos, en Andalucía-. En ese momento nació Madrid y otros tantos puntos de vigía, al Norte del Tajo. Mientras fueron reutilizadas Talavera de la Reina y Talavera la Vieja convertidas en alcazabas (junto a Vascos y otros tantos fuertes en la margen izquierda del río). Dos urbes llamadas hasta entonces Elbora y Aibora, que los musulmanes “bautizaron” como Tal-Ebora. Del mismo modo, en ese tiempo se estableció Al-Balat (dando origen a Almaraz); como ciudad fortaleza para cuidar este paso del Tajo, donde las aguas se hacían mansas. Convirtiéndose el lugar en un cruce de caminos muy relevante; por lo que en el siglo XV y XVI se levantó allí un puente. Realizándose una obra que sufrió verdaderas penalidades, debido a la anchura del río; cayéndose sus arcos en varias ocasiones. Aunque, finalmente, Juan de Álava y su hijo Pedro de Ybarra, lograron culminarlo -tal como podemos leer en el trabajo de Castro Santamaría (23) -. Siendo importantísimo añadir, que fue el cabildo de Plasencia quien financia esta obra; debido a lo que intervienen los maestros Álava e Ybarra; quienes por entonces actuaban como arquitectos en la catedral placentina. Lo que demuestra que este paso era de enorme importancia para esa urbe cacereña; ya que le abría dos caminos: Uno, procedente desde Talavera de la Reina, que ascendía por el Norte de Trujillo; otro, que venía desde Guadalupe y arribaba por Almaráz y Jarandilla, llegando a Plasencia.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, el castillo de Belvis de Monroy, en las cercanías del paso de Al-Balat. Al lado, vista tomada desde el castillo de Belvis de Monroy, en que se observa el campo de Almaraz. Por donde pasaba el Camino desde Talavera a Trujillo (hoy la A-5), cruzándose con la subida a Jarandilla; ruta que llevaba hasta Plasencia. Abajo, el Tajo en su paso por las cercanías de Plasencia.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, desfiladeros del Tajo en el paso entre Plasencia y Trujillo; junto al Parque de Monfragüe. Abajo, el Tajo en el mismo lugar; se trata del puente en el castillo de Monfragüe (junto a Villareal de Santiago).
B2-d) La Vía XXV del Itinerario de Antonino y su proyección en el Villuga:
Para terminar, veremos lo que nos dice este Repertorio acerca de las mansiones por las que pasaba el Itinerario XXV, entre las que se hallaba Augustóbriga. Una ruta que comenzaba en Mérida, ciudad que casi había desaparecido como eje de comunicaciones, en época de Juan Pedro de Villuga. Pues tan solo cita esta capital de Extremadura, en el viaje entre Valladolid y Sevilla (22p) ; lo que supone haber anulado esa urbe romana, que durante mil años fue un importantísimo punto neurálgico -y unión de los principales caminos-. Pues Mérida era, cabeza de la Lusitania y una de las más importantes civitas de la Hispania romano-visigoda; así como se convirtió en un gran centro de poder durante la época árabe. Por lo que, ante su ausencia en el Repertorio, el profesor Costa Oller nos dice que Villuga: “Desconoce la ruta principal a Portugal por Mérida y Badajoz,” (22q) . Es decir, en el siglo XV, la calzada romana que señalaba Mérida como lugar de partida en la vía XXIV antoniniana (tramo hoy denominado de la Plata); ya no existía como eje de comunicaciones. Pese a que fue un omphallos en tiempos de los romanos, tanto como de los visigodos y también durante el dominio del islam. Más aún durante La Reconquista, porque cerraba el acceso a Andalucía; siendo el camino que abrieron los ejércitos de Alfonso XI, cuando en el siglo XIV ganaron El Salado y tomaron Gibraltar. Pese a ello, en tiempos de Villuga, había desaparecido esa Emérita Augusta, que antaño comunicaba Évora y Lisboa con la Península. Y que fue durante más de mil años, parada necesaria para ir a Córdoba, Sevilla, Cáceres, Salamanca, Zamora, Astorga, Almadén, Ciudad Real o Toledo.
Acerca de otras mansiones que cita el Itinerario en su Vía XXIV; desde Mérida a Toledo. El Villuga no menciona prácticamente ninguna; pues no habla de Miajadas, ni de sus inmediaciones (donde hubo de situarse Lacipea). A la vez que tampoco recoge Logrosan o Abertura, ni describe lugar alguno en sus cercanías; pese a que en esta zona estuvo la segunda parada de la ruta antoniniana (Leuciana). Sobre Augustóbriga, nada dice Villuga; todo lo que resulta normal. Aunque cita numerosísimos caminos que parten o pasan por Guadalupe y por Villar del Pedroso; en lo que hubo de ser el trayecto de la calzada romana que unía Mérida con Toledo. Siendo la Ciudad Imperial -capital de La Mancha-, la que más cita el Repertorio; pues en tiempos que el autor publicó su libro, allí se situaba la Corte (aunque pocos años más tarde, la trasladaría Felipe II a Madrid).
Otras localidades que se citan junto a Augustóbriga, en el Anónimo de Rávena; también quedan olvidadas por el Villuga. Debiendo considerarse descartadas como paradas o pasos, en época de esta guía; que describe los principales caminos del siglo XV. Siendo muy significativo que no mencione Trujillo, aunque es una de las grandes poblaciones que unía Cáceres, con la Meseta; y Plasencia con Mérida, así como Mérida con el Norte peninsular. Mencionando tan solo una “Venta de la Lavadera”, que se situaría en las afueras del antiguo Turgalium, olvidado por Villuga. Hablando el Repertorio de esa “Venta de la Lavadera”, en los viajes que recojo en cita (22r) ; situándola entre Cáceres y Miravete, después de Jaraicejo. Principalmente en uno de los caminos que va De Zaragoza a Lisboa, y transcurre por “. Navalmoral de la Mata. Almaraz. Barcas de Albalat. Casas de Miravete (Casas del Puerto). Jaraicejo. Venta de la Lavadera. Cáceres. Malpartida de Cáceres. Aliseda.” -idem (22r) - . Unos hechos que demuestran como en el siglo XVI se habían olvidado las numerosas calzadas romanas; que viajaban desde Cesaraugusta a Lisboa; pasando por Mérida y Évora. Citándose la “Venta de la Lavadera” (Trujillo) en los siguientes viajes: De Barcelona a Santa María de Belén, en Lisboa; De Lisboa a Valencia; De Évora a Toledo. Pudiendo leerse como la ruta de entrada hacia la capital lusa, se había variado, saliendo al país vecino por Trujillo y Cáceres, llegando a La Aliseda, y arribando a Alburquerque. Tanto, que para ir De Évora a Toledo, la ruta que marca es: “Alburquerque. Venta Albarragena. Aliseda. Malpartida de Cáceres. Cáceres. Venta de la Lavadera. Jaraicejo. Casas de Miravete ”. Todo lo que muestra el absoluto desconocimiento de las antiguas vías ibero romanas, cambiándolas por otras relacionadas con puntos de importancia en La Reconquista, como lo fue Alburquerque.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres dibujos míos de Cáceres. Por esta ciudad se salía en el siglo XVI hacia Portugal, llegando a La Aliseda y bajando hasta Alburquerque. Lo que significa que en esta época se habían olvidado las calzadas romanas, que iban hacia Lusitania vía Emérita Augusta.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos dibujos míos de Trujillo; lugar de paso, camino de Cáceres, hacia Portugal. Citado por el Villuga como Venta de la Lavadera (sin mencionar la población): es otro caso de olvido de lugares y vías romanas.
B2-d) El camino desde Cesaraugusta a Conímbriga, pasando por Titulcia y Turgalium:
Un “asunto” de gran importancia, para cuanto estudiamos, es el paso regular del Puerto de Miravete, en la época de Villuga. Estando en desuso en el siglo XV, cruzar por Deleitosa y alcanzar el río Almonte; en lo que fueron las entradas prerromanas y romanas a Trujillo. Pues el puerto de Miravete es más duro que el de Deleitosa. Pero sobre todo, porque si cruzamos a las cercanías del valle de Guadalupe (bien llegando por Berzocana o por Alia), estaremos ya a dos jornadas de Mérida; que era una de las grandes capitales de la Península -tan solo comparable en la antigüedad con Sevilla, Córdoba, Toledo, Barcelona o Zaragoza-. Debiendo tenerse en cuenta que el eje antiguo de urbes principales, estaba entre Mérida y Toledo; cuyo camino más corto pasaba por los senderos donde se halla el santuario de la Virgen Negra. Bien llegando hasta allí, desde la capital Machega, atravesando la Sierra de Guadalupe y Los Ibores; o también por Deleitosa. De lo que se deduce, que la ruta romana hacia Turgalium y Norba (Trujillo-Cáceres); en tiempos antiguos solo conducía a la vía de la Plata (XXIV de Antonino) o bien hacia la actual Portugal. Principalmente a Conímbriga y Beso (Coimbra y Viseo), tanto como a Brácara y Lisboa. Pudiendo decirse que aquel cruce por Miravete, después del paso en las barcas de Al-Balat; abría una vía distinta a la de Toledo-Mérida. Situándose en la calzada que llevaba desde Cesaraugusta a Beso y Conímbriga (de Zaragoza a Viseo y Coimbra), pasando por Complutum, Titulcia, Turgalium y Norba (entre otros).
Así pues, el camino referido, en época romana tendría tres direcciones principales, cuando se llegaba a Cáceres -Castris Caecili (24) -: La primera, hacia el Norte, siguiendo la actual Ruta de la Plata (Vía XXIV), que se dirigía a urbes como Helmántica (Salamanca) y Ocelodurum (Zamora). Enlazando después con las más importantes calzadas del Noroeste; especialmente con Astúrica Augusta -Astorga, entre otras-. La segunda opción, conducía desde el Cáceres romano por la misma Vía XXIV, pero rumbo sur; para ir a Mérida y cuyas paradas recojo en cita (25) . Enlazando este eje de comunicaciones -que salía de Emérita Augusta- con todas las grandes ciudades meridionales de la Península; principalmente con Évora, Lisboa, Sevilla, Córdoba y las de Ciudad Real (Consabrum, Toletum etc). La tercera opción, era dirigirse hacia el Oeste, por la misma Ruta de la Plata y en la siguiente parada (Turmudum) cruzar el Tajo en Alconétar, junto a Garrovillas (por el puente romano, que fue destruido por motivos bélicos, en la Edad Media). Desde allí, se iba a Portugal, por la un unión que necesariamente había entre Galisteo-Plasencia (Rusticana) con Castelo Branco (Castrum Albi). Llegando así a las calzadas que comunicaban directamente con Beseo (Viseo), Brácara (Braganza) y con Conímbriga (Coimbra). Finalmente, otro paso hacia estas ciudades lusas, estaba en el Puente de Alcántara; debiendo ir desde Cáceres a La Aliseda, luego a Brozas y Villa del Rey; para alcanzar el famoso paso sobre el río (existiendo un atajo, por Porquerizas; como se llamó antes Arroyo de Luz).
De este modo, vemos que Cáceres era el eje de entrada hacia Portugal y de unión entre Mérida con las ciudades del Norte; especialmente con las antiguas urbes lusitanas y vettonas. Llegándose desde esa Norba (Castri Caecilia) a Castro Albi, para ir a Beseo, Conímbriga, Brácara (Viseo, Coimbra, Braga) y hasta Cale (Oporto). Por cuanto, el paso de Miravete fue también crucial en época romana y prerromana; pero no para viajar desde Toledo a Mérida (como Hübner propuso, con el fin de localizar Augustóbriga en Talavera la Vieja). Sino para comunicar la Meseta Central con el Atlántico. Pese a ello; los romanos nunca hicieron un puente en ese punto que los árabes llamaron Al-Balat, origen de Almaraz. Por lo que el tránsito hacia las ciudades atlánticas debió transcurrir por otra vía; que es fácil adivinar. Pues sabiendo que junto a Galisteo estaba una de las principales paradas de la Ruta de la Plata (Rusticana, sexta en el Itinerario de Antonino) -consultar cita (25) -. Comprenderemos claramente, que el trayecto más sencillo y más corto, era dirigirse desde Navalmoral de la Mata a Galisteo (a menos de 70 kilómetros). Pudiendo luego ir desde Galisteo a Coria (Caura) y de allí salir hacia Portugal, por Monsanto, para llegar a Castelo Branco. O bien, siguiendo ya la Vía de la Plata (XXIV de Antonino); dirigiéndonos a Alconétar (entre Cañaveral y Garrovillas), para cruzar el puente sobre el Tajo, marchando hacia Castro Albi. Desde allí, tomaremos rumbo Oeste, alcanzando muy pronto el Puente de Alcántara, para salir ya hacia tierras actualmente portuguesas. Siendo esta última, la verdadera ruta desde la Meseta Central, hacia el Atlántico; siguiendo las calzadas y puentes romanos. Marchando desde Toletum o Titulcia a Talavera de la Reina (la Eubura vettona y Caesaróbriga romana ). Dirigiéndonos desde Talavera a La Calzada de Oropesa; pero en las cercanías de Navalmoral de la Mata, seguir rumbo a Galisteo (Rusticana). Llegando luego a Alconétar (Turmulos), donde cruzaban por primera vez el Tajo; dirigiéndose al Oeste puro para pasar de nuevo el río por Alcántara y arribar a la actual frontera con Portugal (camino de Castelo Branco).
ARRIBA: Mapa trazado por mí, en el que he señalado:
-En Rojo: El camino ibero romano desde Titulcia y Toletum, a Castelo Branco. Llegarían ambos hasta Talavera de la Reina (Eubura, Caesarobriga), seguiría hasta Navalmoral de la Mata y desde allí tomaría dirección a Galisteo. Tras esta parada en la antigua mansio de la Ruta de la Plata (llamada Rusticana); se dirigiría a la siguiente (Turmulos). Pasando allí el puente de Alconétar (cerca de Garrovillas). Tomando luego rumbo a Alcántara, cruzando de nuevo el Tajo; saliendo para la actual Portugal, vía Castelo Branco. Urbe llamada antiguamente Castro Albi, que se comunicaba con Bracara (Braga), Beso (Viseo) y Conínbriga (Coimbra).
-En Morado: Vía hacia Portugal, y Castelo Branco; a través de Coria. Tiene un problema, después de pasar Moraleja; donde comienza una zona muy montañosa. En este caso, no tendríamos que cruzar el Tajo y bordearíamos el río Alagón (junto a Coria).
-En Amarillo: La ruta de salida a Portugal, en tiempos de Villuga. Hemos de destacar que en el siglo XV, el puente romano de Alconétar ya se había derribado; por lo que para salir al país vecino, desde Cáceres, la ruta no subía a Garrovillas (por la de la Plata), marchando luego hacia Alcántara.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de los puentes que hemos citado. Arriba y al lado, Alcónetar; junto a Garrovillas, en la antigua parada de la Vía XXIV del Itinerario de Antonino, llamada Turmulos. Abajo, el puente de Alcántara, que salía hacia Castro Albi (Castelo Branco).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, de nuevo uno de los arcos caídos del Puente de Alconétar; que fue destruido en la Edad Media y reconstruido por los templarios (aunque en el siglo XIV se dejó caer, seguramente por motivos estratégicos). Abajo, Garrovillas (su plaza y palacio; hoy convertido en hostería).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes del palacio ducal de Castelo Branco. El jardín y su gran estanque (que se supone, de origen romano).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes más de los jardines del palacio ducal de Castelo Branco.
Todo lo que hemos recogido, explica la necesidad de dos puentes en esta zona de La Vía de la Plata y la inexistencia de ninguno en Al-Balat (Almaraz). Así, pensando en la cercanía entre Alcántara y Alconétar, donde había dos pasos colosales; lo que explica que este fue un gran eje de comunicaciones. El axis, que unía las calzadas de la actual Portugal con las de Hispania central. Deduciéndose, finalmente, que el camino entre Zaragoza y las urbes centrales del Atlántico, era este que hemos destacado, con paradas en: Cesaraugusta, Complutum; Titulcia (Arroyomolinos); Caesaróbriga (Talavera), Rusticana (Galisteo), Túrmulos (Alconétar); para cruzar otra vez el Tajo en Alcántara y alcanzar las comunicaciones lusitanas en Castelo Branco (Castrp Albi). En un entramado de rutas ibero romanas, con unos 600 kilómetros; que unían el Ebro con Portugal. Permitiendo llegar desde Viseo a Zaragoza en menos de dos semanas; pudiendo embarcarse en la capital aragonesa, para bajar hasta Tortosa (Dertosa) y desde allí tomar otra embarcación, que nos llevase a Roma.
Pese a ello, durante La Reconquista, los caminos variaron, principalmente por motivos fronterizos. Habiendo sido una de estas líneas o marcas que separaban a musulmanes y cristianos, el río Tajo. Lo que hizo de Cáceres y Trujillo, dos baluartes inexpugnables; tanto, que su reconquista se produjo después de casi cien años de luchas y tras la victoria en las Navas de Tolosa (1212). Batalla a la que no asistieron los leoneses; aduciendo un tratado de paz con los musulmanes. Aunque, cuando muere el rey que se ausentó en Las Navas; su hijo (Alfonso IX de León) se decidió a avanzar sobre Extremadura, logrando tomar Alcántara. Necesitando más de veinte años para conquistar Trujillo y Cáceres; que caen definitivamente en la década de los treinta, del siglo XIII. Por lo que al fallecer Alfonso IX de León (en 1230), todavía no se había logrado la victoria. Consiguiendo hacerse con estas dos villas, su sucesor; Fernando III el santo. Cuya madre fue la valiente Berenguela, de Castilla, que logró coronar a su hijo; por lo que desde entonces se aunaron los dos reinos. Pasando esos dos baluartes -hasta entonces inexpugnables- a dominios de Castilla; convirtiéndose en el puente hacia Lisboa y Portugal. Debido a ello, desde ese momento; las rutas que partían del centro peninsular, viajando hacia el país vecino, paraban en Trujillo y Cáceres (principalmente en el siglo XV; en el momento en que Villuga escribió su “Repertorio de caminos”).
Fue entonces cuando nació como “camino real” -o principal- el primer tramo de la ruta que hoy conocemos con el nombre de Carretera de Extremadura; que partía de Toledo o de Zaragoza-Madrid, para llegar a Talavera de la Reina y alcanzar Trujillo. Parando en el famoso paso de Al-Balat, donde todavía no se había levantado el puente de Almaraz (que comenzó a construirse a finales del siglo XV y se terminó hacia 1550). Por lo que Villuga menciona varias veces las “barcas de Al-Balat” y el Puerto de Miravete, con su llegada a Jaraicejo; recalcando que era el paso a Cáceres (y por lo tanto, a Lisboa). Lugares que se recogen en el “Repertorio” junto a las referidas barcazas; por cuanto las tenemos incluidas en cita (22r) . Sobre lo que el profesor Costa Oller comenta lo siguiente -con grandes conocimientos-:
“Al Sur de Almaraz se pasaba el río Tajo por las barcas de Albalat, y en algún momento se construyó un puente precario, seguramente de madera. Comenta Pedro de Rojas que era «una puente muy pequeña y angosta, donde peligrava y moría al passo mucho ganado». Y que «deseosa la Ciudad de Plasencia de remediar daño tan grande, hizo a su соstа esta puente, que puede competir con las obras de romanos: y es tradición que costó cien mil ducados, tiene a los lados dos mui fuertes passamanos, y dentro della una ermita». Una obra terminada el 1552” (...) “El puerto de Miravete, en la sierra del mismo nombre, era un punto vital, paso de la cañada y camino principal de Madrid a Portugal. Lo atestigua una torre de vigilancia y antiguo castillo árabe. En la parte alta, pastores trashumantes establecieron las ventas de San Andrés, de las que solo quedan algunos rastros” (....) “Siglos después el viajero Widdrington comenta que es «uno de los puertos de montaña más salvajes de España, famoso como escondrijo de ladrones, los vastos bosques y despoblados en ambos lados se ajustan admirablemente a sus propósitos» (1831). En el trayecto entre Jaraicejo y Cáceres Villuga solo sitúa la venta de la Lavadera. Pero se trata de un camino de gran importancia ganadera y con diferentes lugares de interés. Después de Jaraicejo se cruza el río de Almonte por el puente de piedra del Cardenal, así llamado por Juan de Carvajal impulsor de la obra” (22s) .
Tras leer las palabras del libro de Costa Oller y recordar que “la Venta de la Lavadera” era el modo de referirse a Trujillo. Podremos descubrir como era este tramo de la actual A-5, cuando se convierte en “camino principal” desde el siglo XV. Trayecto que cita partiendo o llegando a Toledo, pese a que su destino o primera ciudad de origen sea Barcelona, Zaragoza, Lisboa, o Évora -ver (22r) -. Haciendo llegar todas las vías a la Ciudad Imperial, para desde allí dirigirlas a Talavera de la Reina o al punto que fuera. Por lo que, para viajar de Zaragoza a Lisboa, las paradas eran: “La Muela. Venta de la Romera. La Almunia de la Doña Godina (...) Guadalajara. Alcalá de Henares (...) Villaseca de la Sagra. Mocejón. Toledo (...) Talavera de la Reina. Oropesa. Calzada de Oropesa. Valparaiso. Navalmoral de la Mata. Almaraz. Barcas de Albalat. Casas de Miravete (Casas del Puerto). Jaraicejo. Venta de la Lavadera. Cáceres. Malpartida de Cáceres. Aliseda. Venta Albarragena. Alburquerque. Y Portugal”. En una combinación de caminos que aúna en un principio, la actual A-2 (Carretera de Barcelona); para luego llegar a Toledo y desde Talavera realizar un trayecto similar a la A-5. Ruta que termina en Venta de la Lavadera (Trujillo), dirigiéndose más tarde a Cáceres, para terminar en La Aliseda y Alburquerque (por la actual carretera de Cáceres a Badajoz). Todo lo que nos enseña finalmente; que en el siglo XVI, los trazados de las antiguas calzadas romanas se habían perdido en gran parte. Quedando borradas del itinerario de comunicaciones ciudades como Mérida (en decadencia por su ascendencia árabe) y Titulcia (desconocida, ya en ese tiempo).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de las ciudades portuguesas que estaban comunicadas con Castro Albi (Castelo Branco). Arriba, Oporto (la antigua Cale). Al lado y abajo; Bracara (Braganza).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de la antigua Conímbriga; junto a Coimbra. Otra de las ciudades lusitanas, comunicadas con Castelo Branco.
B-3) El Repertorio de caminos, de Alonso de Meneses (1576):
Es otra de las guías de carreteras que vio la luz en el siglo XVI, por lo que nos puede interesar de cara a nuestro análisis sobre las rutas que pasarían por Talavera la Vieja. Para su estudio, vamos a seguir una edición impresa por el Ministerio de Cultura en el año 1976; comentada por el profesor Uriol (26) . Debiendo destacarse de esta obra, que resulta casi una copia del Villuga y tiene muy pocas variantes; siendo prácticamente igual al otro repertorio, impreso unas tres décadas antes. Concretamente, añade unos quince caminos más; de los que JOSE I. URIOL, nos dice que son¨: “De Burgos para Vitoria. // De Madrid para Roma. // De Orihuela para Alicante. // De Segovia para Avila. // De Valladolid para Madrid. // De Ubeda para Madrid. // De Vitoria para Laredo. // De Villar de los Infantes para Granada. // De Villafranca para Santiago. // De Ubeda para Granada. // De Ubeda para Almagro. // De Ubeda para Toledo. // De Villalón para Medina del Campo. // De Valencia para Toledo. // De Alcaraz para Almansa.” (26a) . En la lista anterior se observa que ninguna de estas nuevas rutas afectan al tema que estamos estudiando Hemos de señalar, que en este catálogo de carreteras ya aparece con más profusión Madrid; nueva capital (desde 1561) que se menciona en unos sesenta caminos, especialmente entre capitales (de Burgos a Toledo, o de Barcelona a Segovia etc). Debiendo tener muy en cuenta que la salida desde esta ciudad hacia Torrijos (Toledo-Extremadura) la describe Meneses con las siguientes paradas: “Alcorcón, puente de la Zarzuela, El Álamo, Casarrubios y Fuensalida ” (26b) . Destacando que en Zarzuela la Vieja se cruza con el Camino de Segovia a Toledo.
En lo que se refiere a las vías que unían Toledo con La Peña de Francia o con Évora (en Portugal); podemos ver en las imágenes, que vuelve a repetir prácticamente los mismos trayectos que recogía el Villuga. Saliendo de la Ciudad Imperial, donde incluye una nueva “venta” que llama de Estinel; aunque tras ella, cita las mismas paradas hasta Talavera, siguiendo más tarde a Navalmoral de la Mata. Para dirigirse hacia Plasencia y Salamanca (en el caso de Peña de Francia) o hacia Cáceres y Alburquerque, cuando el destino es Évora. Sobre Talavera de la Reina, vuelve a citarla en los trayectos relacionados con Toledo y de paso hacia diferentes destinos (de ida o de vuelta); tal como hizo Villuga. Destacando la mención en la vía de “Barcelona a Lisboa” (26c) , cuyo recorrido es casi idéntico al del repertorio anterior. Siendo igualmente mencionada en las carreteras hacia Guadalupe; tal como sucede en las de “Guadalupe a Toledo” y “Guadalupe para Segovia” (26c) . Con trayectos casi idénticos a los que recogía Villuga; como veremos en el de “Toledo a la Peña de Francia”, que igualmente pasa por Talavera y repite las ventas o paradas.
Sobre las rutas que parten o llevan a Guadalupe, prácticamente nos dice lo mismo que su predecesor. Citando la puebla del santuario en el Camino XXIII (26d) , prácticamente con iguales paradas; tal como podemos ver en imágenes (donde he recogido las principales vías hacia Guadalupe, descritas por Meneses). Siendo casi idénticos trayectos, que recoge en viajes paralelos: “De Guadalupe a Segovia”; “De Guadalupe a la Peña de Francia”; “De Guadalupe a Toledo” o de “De Valencia a Guadalupe”. Para terminar, diremos, que con Mérida sucede lo mismo; quedando fuera de las vías hacia Portugal y sin conexión con Guadalupe. Dejándola solo comunicada a través de La Ruta de la Plata (Vía XXIV); con Cáceres (al Norte) y Almendralejo (al Sur). Teniendo una sola mención de esta capital, pese a que en tiempos de Roma, de los visigodos o de los árabes; fue un eje primordial de comunicaciones. Citando Meneses la antigua Émérita Augusta solo en el trayecto de Valladolid a Sevilla; tal como podemos ver en imágenes (a continuación).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba y al lado, detalles del mapa que trazó el profesor JOSE I. URIOL; publicado en el ejemplar del “Repertorio de Caminos” de Alonso Meneses, que utilizamos (26e) . Se observa, que las vías son prácticamente las mismos que los de Villuga. El de Segovia a Toledo, bajaba por el río Guadarrama, llegando a Zarzuela, donde coincidía con la Salida de Madrid a Extremadura. Los de Guadalupe, viajaban por Villar del Pedroso. Destacando igualmente el que unía Plasencia con este santuario, cruzando el Tajo por Al-Balat (Almaraz). Abajo, la única cita de Mérida en el repertorio de Meneses; mencionada en el viaje desde Valladolid a Sevilla.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, comienzo de la ruta, desde Guadalupe a Segovia. Repite al principio las mismas ventas que el Villuga: De la Hermandad; del Hospital; de la Magdalena; de Nogales; Villar del Pedroso; Puente del Arzobispo; Venta de la Cierva; Talavera de la Reina. Después de dos ventas más, llega a la de Cebolla y La Mata, Burujón; añade venta Estinel y entra en Toledo. Sale hacia Segovia, vía Carranque, pasa por La Zarzuela, Sacedón, Brunete. Abajo, sigue con el camino hacia Segovia. Más abajo, incluye el camino de Guadalupe a La Peña de Francia; que pasa por iguales ventas descritas por Villuga, llegando a Avellaneda y cruzando el Tajo por Almaraz, para ir a Plasencia y de allí a Salamanca.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, el camino desde Guadalupe a Toledo; con iguales paradas a las anteriores (casi las mismas que el Villuga). Abajo, ruta desde Valencia hasta Guadalupe, prácticamente idéntica a la que presenta Villuga.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, termina el camino anterior (desde Valencia a Guadalupe). Desde Toledo, las paradas son las ya vistas; copiadas asimismo del Villuga. Abajo, desde Toledo a Évora. De nuevo nos encontramos una réplica de ventas, citadas en el repertorio anterior y mencionadas en otros caminos. Llegando a Oropesa, va a La Calzada de Oropesa (sigue en foto próxima).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, continúa el viaje desde Toledo a Évora; llegando a Navalmoral de la Mata, cruzando en Almaraz el Tajo, sobre las barcas que denomina “Darbaya”. Sigue por Miravete, para llegar a Venta la Lavadera (Trujillo), alcanzar Cáceres y tras citar una venta más que Villuga, llega a Alburquerque, saliendo a Portugal. Abajo, comienzo del viaje desde Toledo a Segovia; con las conocidas paradas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, sigue la ruta Toledo-Segovia; sin mencionar Carranque, incluyendo Batres, La Zarzuela, Sacedón y Brunete. Para luego incluir numerosas ventas hasta llegar a la capital castellana. Abajo, Capara (Capera o Cáparra); parada en la Ruta XXIV del Itinerario de Antonino.
C- CONCLUSIÓN:
Como hemos visto en este capítulo y en el anterior; Talavera la Vieja, no se situaba en un paso, ni camino principal. Lo que podemos demostrar una vez más; en esta ocasión, tras analizar los Repertorios de rutas anteriores al siglo XVII (pues los posteriores no nos interesan, debido a que las carreteras se habían modificado desde el 1600, perdiendo todo vestigio de calzadas romanas). Tan solo hubo una vía que transcurría por las proximidades de Talaverilla; abierta cuando se comienza a viajar a Madrid. Transitada por algunos peregrinos que cruzaban el Tajo por el Puente del Conde o con la barca de Alija (junto la que salía cerca de las orillas de Talaverilla). De este modo, se iba hasta Calzada de Oropesa, arribando por un atajo hasta esa vía que unía Talavera de la Reina con Madrid. Este fue el caso narrado por el jesuita Conca Alcaráz, que peregrinó a Guadalupe, a fines del siglo XVIII. Quien, debiendo volver desde el santuario extremeño, hasta la capital del reino; decidió acortar el trayecto, cruzando Los Ibores y tomando una barca en Alija (cerca del puente del Conde). Para llegar hasta La Calzada de Oropesa y seguir a Oropesa con destino a Madrid; vía Talavera de la Reina. Todo ello significa, que Talavera la Vieja no estaba en ningún cruce de carreteras, o paso esencial; hasta que Madrid no se convierte en una ciudad importante. Por lo que no puede identificarse con Augustóbriga; que según las fuentes clásicas, se hallaba a medio camino, entre Mérida y Toledo. Una ruta de la que se aleja esta población, donde se ha decidido localizar la antigua urbe dedicada a Augusto. Por todo lo expuesto, en nuestro siguiente capítulo, analizaremos las pruebas arqueológicas que también lo demuestran. Todo lo que hacemos con el fin de que se lleven prospecciones en Villar del Pedroso y sus alrededores; así como en Guadalupe. Con el fin de la verdadera Augustóbriga no se pierda bajo el efecto de las excavadoras (tal como ha debido suceder con Miacum y quizás con Titulcia -si estaba bajo Móstoles-).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, de nuevo, recogemos el Mapa topográfico de las Villuercas, editado por la Real Audiencia de Extremadura hacia en 1791; que guarda El Archivo Histórico Provincial de Cáceres (tomado desde su página http://178.255.108.59/dguot/Cartoteca/index_old.php?page=ficha&fid=280 y al que agradecemos nos permita divulgarlo). Este curioso plano circular, contiene los pueblos y lugares que rodean a Guadalupe. En su centro, he marcado con una estrella negra y amarilla, Villar del Pedroso. Más arriba, el pueblo de La Estrella, señalado con una estrella roja y amarilla; y Talavera la Vieja, con una azul y amarilla. Marcados con círculos rojos y amarillos, junto a un rombo azul, los yacimientos, con castillos, alcazabas (posibles lugares donde estaría Augustóbriga): Vascos de la Jara; Castillo de Los Castros (junto al arroyo Pedroso); alcazaba de Alija (junto al antiguo Puente del Conde); Castillo de Villar del Pedroso, descampado de La Oliva (al norte de la población).
Al lado, escultura que señala el Camino Real a Guadalupe, en la entrada de Villar del Pedroso. Abajo, murallas de la ciudad despoblada de Vascos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes del otro lugar donde pudo estar Augustóbriga . Al lado, la ermita del Humilladero, a la llegada a Guadalupe. Abajo, vista de la puebla del santuario, desde el alto del humilladero.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotografías de los restos romanos, rescatados de Talavera la Vieja (hoy bajo las aguas del pantano que vemos en imagen). Aquí se situó -a mi juicio- la antigua Eibura (Eubora o Aipura), que dio nombre a Los Ibores; modernamente confundida con Augustóbriga.
PARA CONSULTAR LAS CITAS, PULSAR EL SIGUIENTE ENLACE:
https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2024/06/citas-de-enigmas-del-rio-guadarrama.html
Se recomienda mantener abiertas ambas páginas (este texto y sus citas) con el fin de llegar a ellas fácilmente.
Este fue el capítulo QUINTO.
Pare leer el capítulo CUARTO, pulsar el siguiente enlace
https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2024/06/el-misterio-de-augustobriga-del.html
Para leer la Parte Primera, pulsar el siguiente enlace https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2023/12/mantua-carpetana-y-miaccum-enigmas-del.html
Para llegar a la Parte Segunda, pulsar el siguiente enlace: https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2024/02/titulcia-augustobriga-y-sus-caminos.html
Para llegar a la Parte Tercera, pulsar el siguiente enlace: https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2024/03/los-caminos-que-llevaban-roma-cruzando.html
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