domingo, 30 de julio de 2023

LOS FONSECA: FAMILIA, HISTORIA Y OBRA. Parte II

Dedicatoria: Difícil es escribir algo más acerca de los Fonseca, después de lo publicado sobre esta familia por Luis Vasallo Toranzo y por Adelaida Sagarra Gamazo. Quienes, junto a José Navarro Talegón, han mantenido viva su memoria; logrando lo imposible, para que sus obras y monumentos se conserven. A todos ellos, mi agradecimiento y mi admiración.

Existe un índice general de artículos que contiene este blog, al que se llegará pulsando el siguiente enlace: https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2023/07/indice-de-articulos.html

Esta es la segunda parte, para llegar a la primera, pulsar: http://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2023/07/los-fonseca-familia-historia-y-obra.html



SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
iglesia de Santa María la Mayor de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgar las imágenes), donde se hallan los sepulcros de Fernando Fonseca y sus descendientes más directos: Alonso Fonseca y Avellaneda (hijo primero); Antonio de Fonseca Ayala y Juan Rodríguez de Fonseca Ayala (nacidos de su segundo matrimonio, con Teresa de Ayala). Arriba, imagen del templo levantado a expensas de Antonio y Juan, después de la muerte de Alonso. Al lado, altar mayor de la iglesia, a la que agradecemos nos permita divulgar las imágenes. Abajo, lateral derecho de la nave central, donde hemos señalado las tumbas de los tres hijos de Fernando de Fonseca (Alonso, Antonio y Juan).





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
lateral izquierdo de la nave central, con la tumba de Fernando de Fonseca y de su segunda mujer, Teresa de Ayala -Santa Ma. la Mayor de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra fotografía)-. Esta iglesia y sus sepulcros se construyen bajo el mecenazgo del obispo Juan Rodríguez de Fonseca Ayala y luego, de su hermano Antonio. Quien tras morir el prelado en 1524, recibe como herencia y misión continuar con las obras; lo que realiza hasta que él fallece -en 1532-. Las trazas fueron planteadas y levantadas por los arquitectos Juan de Ruesga y Diego Rodríguez (que habían trabajado con Antonio Fonseca en el castillo, cuando este lo hereda). Las esculturas se encargaron por Juan R. Fonseca, a Bartolomé Ordoñez; quien realizará todas las tumbas que podemos encontrar en el templo mayor de Coca. Al lado, vista general de la izquierda del templo; con el sepulcro de Fernando de Fonseca y Ulloa, caído en la batalla de Olmedo (1467). Abajo, Fernando de Fonseca y Ulloa, junto a su segunda esposa: Teresa de Ayala (madre de Antonio y Juan).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
imágenes del sepulcro de Alonso de Fonseca y Avellaneda, primogénito de Fernando. Figura acompañado de su madre, María de Avellaneda y Fajardo, primera mujer de Fernando de Fonseca -Santa Ma. la Mayor de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgar la fotografía)-. Como ya dijimos, es “curioso” el hecho de que Alonso no se halle junto a su esposa (María Álvarez de Toledo); lo que se deba al enfrentamiento entre ambos cónyuges; al consentir la mujer, que su hija (María) se casase en secreto con en conde de Cenete (Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza). Tras ello hubo una verdadera confrontación familiar, en la que el marido culpaba a la progenitora de haber motivado la desgracia de todos; pues él había concertado la boda con su hermanastro, para un matrimonio entre sus hijos y que el mayorazgo no saliera de la línea Fonseca. Así fue como María fue obligada a casarse con su primo Pedro, tras enormes problemas y años de discusiones (incluido, encierros); engañada al comunicarle que el conde de El Cid (su marido) había sido degollado por orden de la Reina Católica. Aunque al enterarse de que Rodrigo vivía y estaba preso en Simancas, todo fue a peor; sin aceptar la que se unió al primo a través de engaños, las condiciones de su boda. De tal manera y por estos motivos, la madre fue apresada en Alaejos durante años; mientras María pasó a residir algunos días en Medina, junto a Isabel la Católica, quien la intentó convencer de que aceptase la boda. Aunque, no logrando que lo hiciera y tras morir la soberana; fue encerrada en una torre en Zamora y más tarde en Arévalo. Poco después, su padre, moría a consecuencia de los problemas y pleitos demandados por su hermano Antonio; quien -finalmente- se hizo con el castillo, reclamando el mayorazgo como suyo. Al lado, la parte alta de las esculturas que representan a Alonso de Fonseca y a su madre (María de Avellaneda); sepulcro labrado por Bartolomé Ordóñez. Abajo, detalle del escudo de los Fonseca en el maravilloso conjunto escultórico.




SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
cuadros genealógicos, realizados por mí, con los descendientes de Alonso de Fonseca Avellaneda, primer hijo de Fernando de Fonseca y Ulloa; considerado primogénito del matrimonio formado por Beatriz de Fonseca Botello y Juan A. de Ulloa (hermano de Pere Yáñez de Ulloa, I señor de la Mota de Toro -hoy del Marqués-). Arriba, cuadro general, desde los bisabuelos Beatriz Fonseca y Juan A. de Ulloa. Abajo, cuadro especial, que recoge la rama de la biznieta, Mayor de Fonseca y Toledo; de la que vamos a tratar en el siguiente capítulo. De la unión entre Alonso de Fonseca y Avellaneda, con Mayor Álvarez de Toledo (hija del I conde de Oropesa), nacieron dos mujeres: María y Mayor. La historia de María de Fonseca y Toledo, la hemos narrado en nuestro anterior capítulo (al final de la parte I de este estudio). En el epígrafe siguiente, pasamos a describir la saga de los descendientes de Mayor de Fonseca y Toledo, hija segunda de Alonso Fonseca y Avellaneda.



I-3a.b) Mayor de Fonseca: Casada con Rodrigo Messía y Carrillo (Rodrigo Messía-Carrillo Ponce de León; Mexía o Mejía en otras versiones) VIII Señor de Santa Eufemia. Fueron padres (entre otros) de Gonzalo Messia, marqués de La Guardia; y de Juana Carrillo y Messía, casada con el IV conde de Siruela (Juan Velasco y de la Cueva) .

Doña Mayor de Fonseca y Álvarez de Toledo (comúnmente citada como Mayor Fonseca Toledo), fue la única hermana de la famosa María. Esa otra romántica hija de Alonso de Fonseca, que “provocaría” alguna de las Leyes de Toro; principalmente la que refería el derecho a desheredar a las mujeres que se casasen sin el consentimiento paterno. Fue así como Mayor sufrió parte de las desavenencias que provocó la primogénita de la familia (María), al no aceptar la boda con su primo y enamorarse locamente del viudo Rodrigo -conde de El Cid y marqués de Cenete-. Todo lo que desencadenó que el padre actuase severamente con esta primogénita y que la encerrase en una torre, al igual que hizo con la madre (su esposa), al tolerar que la hija se casase con el de Cenete, sin consentimiento paterno. Quizás esos enormes problemas heredados, fueron trasladados a la familia de la segunda hija, Mayor; y supuso que los descendientes fueron mal avenidos. Tanto, que el primero de ellos, actuó con bastante agresividad frente a su parentela, intentando quedarse con todo y desheredar al resto.

Pero vamos a pasar al relato y vida de esta segunda hija de Alonso de Fonseca y Avellaneda (III señor de Coca y Alaejos); de la que tenemos los primeros testimonios en su infancia; relacionados con los episodios ya mencionados, que refieren la tortuosa vida de su hermana -encerrada para que no se casase con el de Mendoza-. Lo que supuso que la madre de ambas (Mayor Álvarez de Toledo -huérfana de los condes de Oropesa-), se viera involucrada en el enredo, acusada de colaborar en el matrimonio secreto de Rodrigo y María. Unos hechos que en primer término se saldaron con una tanda de “azotes” por parte del padre; pero que al continuar, se convirtió en un verdadero martirio para la esposa y progenitora -por autorizar la relación entre ambos-. Encerrando Alonso de Fonseca (padre de María y de Mayor) a su mujer, en Alaejos, durante años; sometiéndola a verdadera tortura, por haber colaborado en ese matrimonio no consentido por él. Siendo esta la infancia que vivió Doña Mayor, donde un cabeza de familia azotaba a las sirvientas y maltrataba a su mujer y a su hija primera; tan solo porque ella se negaba a unirse con su primo (que, para colmo, era enfermizo y unos siete años menor).

Así pues, ante tanta tragedia, provocada principalmente por la codicia del hermanastro del padre, llamado Antonio de Fonseca; que quería casar a su primogénito con María -para que su hijo Pedro heredase el mayorazgo de Coca y Alaejos-. Apareció en escena el tercero de los hermanos; llamado Juan Rodríguez de Fonseca, que al ser un prelado y un buen hombre -apodado “el cristiano muy macizo”, por su gordura y generosidad-; adoptó como sobrina favorita a esta Mayor (intentando así paliar el dolor que en aquella casa se vivía). De tal modo, actuó siempre como su curador y cuando ella llegó a edad núbil, fue quien se preocupó de buscarle un “buen marido”. Siendo así, como el tío Juan Rodríguez de Fonseca (hombre de confianza de la Reina Católica y embajador de Isabel y Fernando; además de obispo); concertó su matrimonio con Rodrigo Messía y Carrillo (Mexía o Mejía en otras versiones) VIII Señor de Santa Eufemia. A quienes, tras la boda, les animó a fundar un nuevo señorío en Cáceres; comprando el de Villasbuenas de Gata con ese fin (46) .

Por su parte, el padre de Mayor -Alonso de Fonseca y Avellaneda-, decide dejar su legado a esta segunda hija (desheredando a María, la primera); lo que provoca un enorme problema entre él y su hermano Antonio. Conflicto que se trasladaría a sus hijas, tras la muerte del progenitor. Pues al fallecer Alonso de Fonseca, su hermanastro reclamó los señoríos de Coca y Alaejos, en base a que su primogénito (Pedro) se había casado con la primera en línea sucesoria -aunque María, siquiera había dejado consumar el matrimonio-. Proclamándose aquel codicioso Antonio, dueño y señor de Coca y Alaejos, mientras pleiteaba contra su sobrina Mayor, por la referida herencia y legado. Unos litigios para los que esa segunda hija de Alonso, logró el apoyo de sus primos pertenecientes a la casa de Alba; que durante decenios siguieron reclamando el mayorazgo. Es entonces, cuando su tío Juan (hermano de Antonio y hermanastro de su progenitor); actúa como mediador y curador, procurando un acuerdo. Por lo demás, tras la muerte del referido Alonso de Fonseca (sucedida en 1505), Antonio se adueña de los bienes y mantuvo presa a la viuda de Alonso en Alaejos; la madre de Mayor, llamada como ella y descendiente directa de los Alba (47) .

Finalmente llegan a un acuerdo para liberar a esta progenitora, guardando Antonio la esperanza de que al soltarla, pactaría con él ciertas condiciones acerca del matrimonio de su hijo (renunciando a la herencia del mayorazgo). Pero de forma muy distinta, cuando la madre de María y de Mayor, se vio fuera de su cautiverio; se negó a cualquier acuerdo con el que decía ser nuevo señor de Coca y Alaejos (48) . Es entonces cuando Antonio y su hermano Juan, que habían encargado la remodelación de la iglesia de Santa Ma. de Coca, para convertirla en el sepulcro de los Fonseca; se niegan a dar plaza en el templo, a la que fue esposa de su hermanastro Alonso. Debiendo la viuda buscar una tumba, fuera del recinto donde inhumaron a su marido; encontrándolo en La Mejorada. Un antiguo convento -sito en las cercanías de Olmedo- unido a Alonso de Fonseca el viejo (tío de su marido), quien allí donó obras y legó grandes sumas de dinero. Por todo cuanto relatamos, en el lugar que están los restos de Alonso de Fonseca y Avellaneda (padre de María y Mayor), no se encuentra al lado esculpida su esposa, sino su madre (María de Avellaneda). Un hecho que facilitaba -además- que en el sepulcro del padre común de todos (Fernando) figurase la segunda esposa; progenitora de Antonio y de Juan (Teresa de Ayala). Quienes encargaron así la escultura para la iglesia de Coca, que contiene los restos y efigies de Teresa Ayala, junto al padre de todos. De este modo “arreglaron” el problema de los sepulcros dobles; debido a que el progenitor (Fernando de Fonseca) tuvo dos esposas, que dejaron tres hijos: en primeras nupcias, Alonso Fonseca Avellaneda (habido con la de Avellaneda) y en su segundo matrimonio, a Antonio y Juan de Fonseca Ayala. Estos últimos, hijos de Teresa Ayala, la que vimos en imágenes anteriores, esculpida junto a su marido en el enterramiento que hemos descrito -mientras el primogénito, Alonso, se halla al lado de su progenitora (María de Avellaneda)-.

Siguiendo con la vida de Mayor de Fonseca y Toledo, sabemos que su tío Juan, pretendió separarla completamente de su madre, después de que al ser la progenitora liberada por Antonio, esta se negase a llegar a un pacto sobre el mayorazgo. Testando el prelado Juan R. de Fonseca en favor de su sobrina, seguramente para que le obedeciera y no tuviera más contacto con aquella rebelde madre; a la que ambos hermanos Fonseca consideraban culpable de todos los males. Así es como logra que Mayor se prometa con los Mejía de Carrillo, descendientes del conquistador de Córdoba, celebrándose una suntuosa boda en 1509 -que describe pormenorizadamente Luis Vasallo (49) -. Tras el matrimonio, parece que comienzan las desavenencias entre Mayor y su tío Juan, al ver este que la sobrina tomaba contacto con su hermana María (en el Sur); quizá debido a que los Messía-Carrillo eran jienenses (teniendo sus señoríos en La Guardia, apenas a un centenar de kilómetros de Granada). Llegando a intuir que -quizás- ambas tramaban un plan, para reclamar a Antonio el mayorazgo de Coca y Alaejos. Asimismo, el obispo, recomienda a Mayor que viviera en Medina del Campo, donde tenía una gran casa heredada de los Fonseca. Aunque ella decide trasladarse a Salamanca, posiblemente para establecerse en una ciudad grande y cosmopolita. Sea como fuere, las recomendaciones del tío y protector (el obispo Juan), parecen tener como fin controlar a Mayor, evitando que mantuviese contacto con su hermana María -la primogénita en el señorío de Coca y Alaejos, pese a estar desheredada-. Su traslado a residir en Salamanca y el de que Mayor fuera a conocer a su sobrina Mencía, en Tordesillas; cuando la hija mayor de María visita la Corte (allí trasladada, hacia 1518); deteriora totalmente la relación entre el obispo y la que había sido su tutelada. Al sospechar el prelado que -antes o después- aquellas dos descendientes del verdadero primogénito de los Fonseca (Alonso), iban a reclamar el dominio Coca y Alaejos a su hermano Antonio.

Tal como sospechaba Juan Rodríguez de Fonseca, sucedió el litigio por el mayorazgo. Pues al morir en 1523 María; la hermana expulsada de la familia, al casarse con el conde de El Cid (que vivía entre Granada y Valencia). Las descendientes de la fallecida, unidas a la misma Mayor (tía de ellas); interponen un pleito sobre reclamación de los señoríos de Coca y Alaejos. Esta situación hace que Juan, el amado tío de Mayor; la desherede casi por completo, dejando el enorme legado a su hermano Antonio y a sus hijos. Unos bienes muebles e inmuebles de enorme valor, de los que destacaba una enorme colección de cuadros; entre los que Vasallo Toranzo cree que probablemente estuvo La Virgen de la Mosca. Pero siguiendo con el espinoso tema de la herencia y los litigios sobre la primogenitura de Coca y Alaejos, sabemos que en 1506, tras morir Alonso (el padre) y apoderarse su tiástro Antonio, de los castillos y bienes en Coca y Alaejos. Esta hija segunda, Mayor, había decidido pleitear contra el que consideraba un usurpador. Aunque Fernando el Católico, le quitó de la cabeza la idea; aconsejando a la huérfana que se uniera a sus familiares (principalmente al obispo). Siendo así, como mantuvo una buena relación, sobre todo con su tío Juan, que la “proahijó”. Pese a ello, al morir su hermana en 1523 y casarse su sobrina Mencía con el señor de Breda (Enrique, príncipe de Nassau; hombre de confianza de Carlos I). Decidieron ambas, litigar por las posesiones que consideraban suyas y que Antonio de Fonseca, les había “robado”. Finalmente, el pleito no se resolvió en años; un tiempo en el que Mencía, decide defender su primogenitura, dejando de lado a su tía. Por lo que ambas, entran asimismo en conflicto legal. Sucediendo los hechos, cuando el conde de Mélito (hermano de Rodrigo de Mendoza), indica a su sobrina Mencía que debería denunciar a su tía Mayor, por no repartir la herencia. Debido a lo que la audiencia obliga finalmente a Mayor, devolver a las hijas de su hermana, la parte proporcional de lo que ella había heredado de su padre (Alonso). En lo que se refiere a la recuperación del mayorazgo de los Fonseca, ya dijimos que al morir Antonio, el juzgado determina que los herederos de Coca y Alaejos son los hijos del fallecido y no las hijas de Alonso Fonseca y Avellaneda (50) .

Pese a todos aquellos problemas, Mayor tuvo un capital suficiente como para fundar un nuevo mayorazgo, al que llamó de Mejía o Villasbuenas y que entregó a su hijo menor (Juan Alonso); señorío del que más tarde hablaremos. Así mismo, levantó en Salamanca la famosa Casa de la Salina, sita en las cercanías del convento salmantino de San Esteban y junto a Las Dueñas; uno de los edificios emblemáticos de esta ciudad del plateresco. Finalmente diremos, que patrocinó el convento de los dominicos de La Guardia (en Jaén) -Santa Ma. Magdalena-; donde eligió ser enterrada junto a su marido (señor de La Guardia). Un templo diseñado por el maravilloso arquitecto, Vandelvira; aunque tristemente, en el siglo XIX fue desamortizado y destruido, como tantos en España. Por lo que no nos queda ni tumba, ni escultura, de Mayor de Fonseca -tampoco de Rodrigo Mesia-Carrillo (sus mecenas)- (51) .

En cuanto a su descendencia, ambos tuvieron al menos cinco hijos:

I-3a.b-1º) Gonzalo Messia y Fonseca: marqués de La Guardia; casado con una Paredes; fue un derrochador, hombre agresivo, que se enfrentó contra toda la familia.

I-3a.b-2º) Juana: Juana Carrillo casada con el Conde de Siruela, Juan Velasco de la Cueva.

I-3a.b-3º) Magdalena: Magdalena Ponce de León, a la que sus padres quisieron casar con el Conde de Siruela, una vez muerta su hermana Juana (muy joven y al poco de casarse con Juan Velasco)

I-3a.b-4º) María: María de Toledo (monja en Aldeanueva)

I-3a.b-5º) Juan Alonso: Juan Alonso de Fonseca hereda el mayorazgo de Mejía, instituido por la madre a expensas de su tío (ello le supuso problemas con su primogénito, Gonzalo, que argumentó ese segundo mayorazgo le perjudicaba en su legado).

Haremos un alto en este último hijo de Mayor de Fonseca y Rodrigo Messia-Carrillo, que a todas luces era el preferido de la madre. Por quien ella lucha tanto, para establecer un nuevo dominio y dejarlo a este último vástago; lo que le granjeó el odio de su primogénito. Por todo ello, aquel señorío de Mejía que terminó llamado de Villasbuenas y Avedillo, instituido con el capital de la progenitora y con el asesoramiento de su tío Juan (obispo de Palencia); era casi una fantasía, más que una realidad económica y social. Motivo por el que nadie quería casarse con el referido Juan Alonso de Fonseca (que toma el nombre de la madre); debiendo buscar mujer entre las nobles que estaban postergadas o eran denostadas por los potentados. Encontrando en la quinta hija de los marqueses de Alcañices, su pareja; una toresana que fue procesada como hereje, en el caso del Doctor Cazalla. De tal forma, se casó con aquella infeliz, llamada Ana de Enríquez, nieta de San Francisco de Borja, descendiente de uno de los ricohombres de Toro; caído en desgracia al ver a su hija procesada por el Santo Oficio. Finalmente, ambos heredaron el mayorazgo de Villasbuenas, que se compuso de casas en Salamanca (la de La Salina, entre ellas), en Toro, en Villasbuenas y en Avedillo (52) . Entre esos bienes de Salamanca se hallaba el palacio de La Salina, del que vamos a hablar extensamente; aunque es necesario anotar que tras heredarla, la tasaron en cuatro millones de maravedíes, por lo que la arriendan, junto a la exclusiva de la sal (marchando sus dueños a vivir en Toro).

Terminaremos añadiendo que el palacete solariego de Villasbuenas de Gata fue levantado con gran esfuerzo por los padres; continuando la madre (Da. Mayor) con su construcción, después de fallecer el marido en 1558. Así parece que elevaron un bello palacete, con jardín y zonas de huerta; que fue usado como casa del mayorazgo hasta 1670. Momento en que se subleva el pueblo contra el señor y ataca el edificio, hasta llegar a demolerlo. Ante el temor a ser linchados, parece que nunca más volvieron por el lugar los descendientes de Da. Mayor de Fonseca y D. Rodrigo Messía-Carrillo. Quienes, en esta rama, pasaron a América en las fechas que indicamos, perdiéndose allí el linaje, con el IV señor de Villasbuenas.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, cuadro genealógico de los señores de Villasbuenas y de Avedillo, tal como lo presenta Vasallo Toranzo en su libro sobre los Fonseca -ver (71) -. Al lado y abajo, palacio de los marqueses de Alcañices, en Toro. Con la quinta hija de estos marqueses se casó Juan Alonso de Fonseca, último hijo de Mayor y señor de Avedillo. Ella, había sido procesada como hereje en el terrible caso del Doctor Cazalla; donde fueron condenados a la hoguera y cárcel perpetua, decenas de partidarios de este clérigo erasmista (declarado protestante por la Inquisición). Hemos de destacar que Ana María se apellidaba de Enríquez y Borja, debido a que su madre (Elvira de Enríquez y Almansa, marquesa de Alcañices) se había casado con el hijo de San Francisco de Borja (Álvaro). Por cuanto su verdadero nombre era Ana de Borja y Enríquez, aunque tras el escándalo del Doctor Cazalla, debieron ocultar su ascendencia desde el santo, fundador de Los Jesuitas.





SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
imágenes de La Casa de La Salina, en Salamanca. Arriba y abajo, entrada al palacete, donde vemos su extraña distribución, que responde a haber sido un almacén y tienda de sal. Al lado, fachada.










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
más fotos de La Casa de La Salina, en Salamanca. Al lado, arco de entrada, con su curiosa disposición, que atiende al uso como tienda almacén, salinero. Abajo, patio interior principal.









MAYOR DE FONSECA; Y LA CASA DE LA SALINA (en Salamanca):

De nuevo, hacemos un alto en el camino, para tratar un tema de enorme interés, como es, el palacio que Doña Mayor encargó hacer en Salamanca. Ciudad donde sabemos que residía esta Fonseca, junto a su marido (Rodrigo Messia-Carrillo); un traslado a esta capital que -ya dijimos- motivó las desavenencias entre ella y su tío Juan R. de Fonseca (obispo y embajador, que la había proahijado). Pues el prelado deseaba que su sobrina viviera en Medina del Campo, seguramente para evitar que tuviese contacto con su hermana María, o con sus sobrinas (las hijas de esta primogénita, desheredada y apartada de la familia). Aunque tras la destrucción de la casa de Los Fonseca en Medina, parece que Mayor decidió “emigrar” a Salamanca. Algo que no nos debe extrañar, pues en Medina del Campo odiaban a la saga, desde que Antonio de Fonseca (hermano de Juan, el obispo) quemó gran parte de sus casas. Lo que sucedió durante la Guerra de las Comunidades; cuando se dirigió a esta localidad, cercándola para que le entregasen las piezas de artillería -que allí guardaban-. Pero ante la negativa de los medinenses a dar los cañones, siquiera dejar entrar a los ejércitos realistas; Antonio de Fonseca decidió prender fuego en algunas de sus casas, para que escarmentasen. Un fuego que, al parecer, fue avivado -al menos, nunca apagado-, por quienes apoyaban a los Comuneros desde el pueblo; provocando que se incendiase gran parte de Medina del Campo. Tras lo que relatamos, se sabe que los habitantes del lugar, se dirigieron en masa hacia la gran casa que la familia Fonseca tenía allí -y que por fortuna estaba deshabitada-. Derribándola y talando hasta los jardines, usando sus maderas para trasladar los cañones que escondían en la villa. Utilizando la artillería movida por aquellas vigas, para llegar primero hasta Alaejos y destruir el castillo de la misma familia, sito en esa localidad. Todo lo que obligó a Antonio Fonseca a huir de España, cruzando desde Castilla a Portugal, para dirigirse hasta Flandes, donde se puso al mando de Carlos I. Aunque finalmente, cuando los Comuneros fueron vencidos; se restituyó a Fonseca en su puesto y se devolvió a la familia, lo que quedaba de los bienes expoliados.

Entre estos, se encontraba la referida casa de Medina del Campo, donde Juan R. de Fonseca quería que siguiera viviendo su sobrina Mayor (tras rehabilitarla). Pero aquella mujer, debió de huir del pueblo, donde el apellido más odiado era por entonces el de su parentela. Decidiendo comprarse y construir una casa en Salamanca, a la que se llama de La Salina, por haber tenido esta familia la exclusiva de vender sal a los salmantinos. Un hecho que explica su extraña arquitectura, pues el edificio no se destinó solo a residencia, sino fue principalmente tienda alfolí. Monopolio que ostentaba en esta ciudad los Carrillo-Messía Fonseca; y que fue heredado por su hijo menor, llamado Juan Alonso de Fonseca (al que su madre legó el mayorazgo de Villasbuenas, que incluía este palacio de la sal). Casona que por haber sido mercado alfolí (un uso que se conservó hasta 1870), explica la curiosa distribución de su entrada, subiendo unas escaleras, bajo las que se encontraban los almacenes interiores -llamados alfolís-. Todo lo que Álvarez Villar, expresa con las siguientes palabras:

Un caso curioso por hallarse los hoyos excavados en la roca, y no en terraza fluvial, es el de la excavación en el Patio del Palacio de la Salina donde, con motivo de la construcción de un sótano bajo el patio, se encuentran sucesivos sistemas de evacuación de aguas y un impresionante conjunto de silos que se relaciona, con ciertas reservas, con el uso de inmueble en el siglo XIX como almacén y despacho de sal” (53) . Uso y distribución, que Luis García Grinda, describe del siguiente modo: una espectacular arcada, dando acceso a un patio que articula su planta en U. En el sótano se conserva un espacio abovedado como almacén de sal conectado directamente al patio mediante una escalera. Esta casa palacial sirvió como alfolí de la ciudad de Salamanca hasta 1871, al tener su propietario Juan Alonso de Fonseca, segundo hijo de don Rodrigo de Messía Carrillo y doña Mayor de Fonseca y Toledo quienes ordenaron construir el edificio en el primer tercio del siglo XVI, el monopolio de la venta de la sal; y como tal se entiende la fachada que invita a entrar desde el espacio público de la calle (54) .

A lo expuesto, hemos de añadir el hecho de que este palacio haya sido “alfolí”, lo que nos hace comprender la extraña iconografía que aparece en sus medallones; donde repetidamente vemos tritones y deidades del mar. Pese a ello, no se han analizado las escenas representadas en la fachada del palacio, relacionándolas principalmente con la sal y el mar. Por lo que sería importante realizar una nueva interpretación de sus elementos decorativos, para ver qué quiso decirnos Doña Mayor y su marido (Rodrigo Messía) al crear un espacio con esta condición y representaciones. Aunque, antes de entrar en nuestro estudio personal iconográfico, sobre la Casa de la Salina; vamos a resumir lo que Luis Vasallo Toranzo nos dice acerca de este palacete (55) .

Relatando que el matrimonio se propuso levantar una gran casona en Medina del Campo, en 1518, pero que tras los sucesos de los Comuneros fue destruida (en agosto de 1520). Debido a ello, fundan un nuevo solar para usarlo como alfolí en Salamanca; comprando un terreno y edificio, que había pertenecido a un condenado a muerte, por rebelde en la guerra de Comunidades. Reo que trabajó como médico y se llamaba Alonso de Zúñiga, quien había heredado la casa de su suegro; pero le fueron embargados todos sus bienes, antes de ejecutarlo. Por cuanto, no se trataba de un edificio noble y siquiera tenía buena distribución, estando mal orientado y sin accesos en los laterales (56) . Debido a cuanto expresamos, los constructores hubieron de buscar infinidad de soluciones, para lograr mejorar el espacio y las entradas de luz. Considerándose que el arquitecto fue Rodrigo Gil de Hontañón, aunque Vasallo Toranzo cree que se trata de un maestro menor, muy relacionado con él. Todo lo que este profesor justifica, por comparación con el palacio de Monterrey; del que sabemos es de Rodrigo Gil de Hontañón (muy superior en decoración y hechura). Aunque -en mi opinión- pudo tratarse de una obra donde el gran Hontañón colaborase y plantease las trazas, mientras sus oficiales las llevasen a cabo. Pues la diferencia de precio con el referido palacio de Monterrey fue de treinta veces; ya que el de Alba se tasó en diez millones de maravedíes y la Casa de la Salina costó unos trescientos cuarenta mil -un valor que, como hemos dicho, pueden equiparase a 680.000 euros; pues el kilo de garbanzos por entonces se vendía por un maravedí y hoy por unos dos euros- (57) . Pese a ello, se debe destacar que cuando hereda el hijo menor de Mayor de Fonseca, este palacio (como señor de Villasbuenas); se valoró en cuatro millones de maravedíes. Alquilándolo y pasando el propietario a vivir en Toro. Siendo lógico pensar que el referido dueño del inmueble, también arrendó el derecho a venta de sal; o al menos acordó que se estableciera una renta al dejarlo en manos de quienes regentaban La Salina.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
imágenes de La Casa de La Salina, en Salamanca. Arriba, detalle del lateral donde antaño estaba la casa de “Los Garabito”, quienes litigaron contra la construcción del palacio, considerando que el peso de la galería con “atlantes”, iba a tirar el muro medianero. Casi cinco siglos después, la citada casa de los Garabito, ha desaparecido (posiblemente derribada por el tiempo); mientras la de La Salina y el referido murete, están en perfectas condiciones. Abajo y al lado, detalle del patio interior y de la galería superior con figuras (interpretadas como Atlantes); decían los Garabito, que esta planta iba a derribar el muro medianero.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: La Casa de La Salina; el patio interior y la mencionada galería superior que, según los Garabito, afectaba a la pared medianera.







Sigue diciendo Vasallo Toranzo que el Palacio de la Salina no se comenzó hasta 1546; aunque prácticamente todos los textos que tratan sobre este edificio, afirman que en 1538 estaba finalizado. Para tal datación, expone Luis Vasallo que la construcción comenzó después de un pleito con la familia Garabito; vecinos de linde. Quienes se oponían a la galería volada con decoraciones en sus ménsulas (inspiradas en Las Dueñas), que se halla en la zona izquierda del edificio. Nos referimos al piso alto, con una terraza cerrada, que sujetan figuras consideradas atlantes; y que indudablemente carga un enorme peso sobre el muro medianero. Considerando el profesor Vasallo que la fachada es de misma fecha que esta galería (entorno a 1546) y que ambas se comienzan después de solucionase el litigio con los colindantes “Garabitos” (58) . Pese a ello, creemos que si se llega a pleito, la referida galería y fachada ya estaría terminada, pues es imposible denunciar algo que no se ha construido. Es decir, que -a mi juicio- si los referidos Garabitos demandaron al vecino por los apoyos sobre sus muros, de esas ménsulas y de la terraza; es que ya existían. Pues resulta muy extraño, una denuncia sobre plano y de un elemento que no se ha construido; ya que nada hay sobre lo que reclamar.

Debido a lo antes expresado, creo que ese pleito con los vecinos indicaría que la casa estaba terminada en la fecha (1546) lo que haría del Palacio de la Salina una construcción absolutamente coetánea al de Monterrey. Del que sabemos, se comenzó en 1539 y aunque nunca fue terminado conforme a proyecto, se dio por concluido -para habitarlo- unos diez años más tarde. Asimismo, el de Monterrey fue proyectado por Rodrigo Gil de Hontañón y Fray Martín de Santiago; un sacerdote gran amigo de Mayor de Fonseca (y de su marido), que residía en el convento salmantino de San Esteban -sito apenas a doscientos metros de la Casa de la Salina-. Pudiéndose decir, sin temor a equivocarse, que en esta de La Salina intervino como arquitecto Gil de Hontañón; pero principalmente, el padre Martín de Santiago. Del que sabemos, era un consejero de Da. Mayor y de su esposo (Rodrigo Messia-Carillo), que intervino en el pleito sobre el mayorazgo de Coca y Alaejos. Ayudando a que ambos vencieran en el litigio, por lo que el matrimonio realizó una gran donación a los dominicos, para que fundasen un monasterio en La Guardia (Jaén) y otro en Dos Torres (Córdoba). De donde eran señores los Messía-Carrillo; levantando el referido convento de Santa María Magdalena de la Cruz, de La Guardia, en el que deciden enterrarse ellos (59) . Todo lo que quizá explica que -finalmente- Doña Mayor de Fonseca y su esposo, comprasen un terreno muy próximo a San Esteban de Salamanca, para construir la referida casa de la sal. Debiendo deducirse que el citado Fray Martín de Santiago fue uno de los arquitectos principales de este palacete (dedicado a alfolí). Un edificio que -a mi juicio- comenzarían en los mismos años que el de Monterrey, siendo realizado por un igual equipo de técnicos; todo lo que parece lógico, debido a que Doña Mayor era doblemente prima del III conde de Monterrey, Alonso de Zúñiga y Acevedo Fonseca (como Álvarez de Toledo y también por la línea de los Fonseca Acevedo).

Siguiendo con la construcción de la Casa de la Salina, menciona Vasallo Toranzo que sus promotores, serían los ya referidos (Martín de Santiago y Rodrigo Gil de Hontañón); considerando que quienes más intervinieron en la obra fueron los canteros Pedro de Lanestrosa (que trabajó en Santa Ma. de Coca, con Juan R. de Fonseca) y Machín de Sarasola. Afirmando el investigador que la labor de estos dos, en La Salina, asimismo tiene enormes influencias de Pedro de Ibarra. Ante lo que -personalmente- hemos de afirmar que lo dicho, nuevamente, haría coincidir este edificio con el de Monterrey; donde también actuó como cantero este hijo de Juan de Álava. Por lo demás, Luis Vasallo, recoge la opinión de quienes más han estudiado el palacio de La Salina; que son Casaseca y Hoag. Refiriendo como el primero (Antonio Casaseca) cree que es obra de Hontañón, realizando un paralelo con la Universidad de Alcalá. Además, hemos de añadir, que Casaseca retrasa su construcción hasta 1549 o bien a 1556; y atribuye la traza a Rodrigo Gil de Hontañon, pero la ejecución a Machín de Sarasola. Por su parte, el segundo (Hoag), considera que Martín de Santiago muere en 1546; opinando que la empezó este fraile y luego participó Gil de Hontañón en su terminación (60) . Pero, en mi opinión; ante la fecha de defunción del padre Martín y viendo el pleito que los Garabito habían puesto en ese mismo año de 1546 (contra la galería, que debía estar construida, ya que es difícil reclamar sobre lo que solo es un proyecto). Todo obliga a pensar, que si el edificio no se comenzó hasta después de este litigio; jamás podría haber intervenido el fraile como arquitecto. Ya que Martín de Santiago muere el mismo año en que los Garabito denuncian la galería de los “atlantes”; argumentando que debilitaba el muro medianero. Un hecho que invita a pensar que esa casa dedicada a la sal, estaba bastante avanzada en ese año de 1546. Pudiendo quizás deducirse, que al fallecer su conocido y poderoso arquitecto -Martín de Santiago-; el vecino Garabito se atreve a pleitear contra los dueños de la propiedad colindante (quizá pensando que sin el técnico, podría ser fácil convencer a un juez, para que derribasen la galería de la reciente obra).




SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
de nuevo, el Palacio de La Salina; patio interior y de galería superior con figuras. Observemos que sus ménsulas no representan Atlantes (tal como se considera); sino -a mi juicio- son tritones o bien monstruos mitológicos marinos. Hijos de Ponto o de Poseidón, que conforman la dinastía acuática de la iconografía grecorromana. A continuación pasamos al estudio de esta sucesión de representaciones que decoran sus fachadas.





Finalmente, vamos a analizar la iconografía de la fachada y patio de esta casa, de la que Vasallo Toranzo escribe: “era la imagen del nuevo mayorazgo que iba a dejar Mayor de Fonseca a su hijo menor, Juan Alonso de Fonseca y Mejia”. Por cuanto es muy interesante saber qué pueden representar aquellos medallones que la decoran, de cuyos entalladores no se dice nada, en la documentación del edificio (ni hay expertos que los conozcan). Aunque todos los autores que los han estudiado (Antonio Casaseca, María Bermudo, Álvarez Villar y etc), creen que estas caras colgadas sobre la fachada interior y exterior del edificio, son retratos. Considerando la mayoría que, además, representan personajes históricos; entre los que casi todos los expertos reconocen a Cleopatra. Siendo así como Álvarez Villar ve claramente a la reina de Egipto en la fachada (61) ; por lo que otros deducen que los dos hombres, a su lado, serían Julio César y Marco Antonio. Del mismo modo, Vasallo Toranzo, identifica a la siguiente dama en línea y que porta un libro (junto a los personajes antes citados), con Safo -siguiendo a quienes han estudiado esta fachada-. Pese a que otros, la consideran Santa Catalina de Alejandría, noble mártir cristiana cuyo símbolo es el libro; también nacida en la desembocadura del Nilo (como Cleopatra). Pero antes de entrar en un análisis personal de las figuras que adornan la Casa de la Salina, vamos a recoger lo que nos dice Ana Castro Santamaría, acerca de estos medallones y su relación con los del palacio de Monterrey (62) :

Tratando primero sobre el del conde de Monterrey, escribe: “El 8 deenero de 1539 se contratan las obras del nuevo edificio según trazas y condiciones de Rodrigo Gil de Hontañón y fray Martín de Santiago, aunque la ejecución corre a cargo de Pedro de Ybarra, quien forma una mancomunidad con los canteros Maese Pedro y Miguel de Aguirre (...) la zona Oeste de la única ala que seconstruyó del palacio de Monterrey sería la parte correspondiente a la condesa, es lógico encontrar el medallón de Lucrecia decorando la pared Oeste de una de las chimeneas del palacio (...) Hoag relacionó las tallas de Monterrey con Miguel de Espinosa o algún escultor deprocedencia burgalesa, Casaseca baraja el nombre de Marcos de Angulo”. Ante lo que la profesora Castro Santamaría propone como autores de aquellos bajorreieves tondos a: Guillén de Juni, Guillén Farrán, Juan Guerra o Anaya; para seguir escribiendo más tarde y sobre la Casa de la Salina: “Tan sólo conocemos la intervención de un cantero habitual en las obras salmantinas de la época, Machín de Sarasola; no obstante, por sus características el palacio se pone en el haber de Rodrigo Gil de Hontañón. De los entalladores que pudieron intervenir en la ejecución de los medallonesde este palacio, entre los que se encuentra Cleopatra, nada sabemos, pero podríamos aportar como hipótesis los mismos nombres que en el Palacio de Monterrey: Guillén de Juni, Guillén Farrán, Juan Guerra o Anaya (...) Es de imaginar, por tanto, que ambas mujeres serían retratos metafóricosde las señoras de la casa, es decir, doña María Pimentel, esposa de don Alon-so de Acevedo y Zúñiga, III Conde de Monterrey, y doña Mayor de Fonseca y Toledo, esposa de don Rodrigo Messía Carrillo, señor de La Guardia” -SIC (62) -.

Tras la lectura de los párrafos anteriores, extraídos de un importante trabajo de Castro Santamaría; parece inevitable pensar de nuevo que ambos palacios (el de Monterrey y el de La Salina) sean paralelos y coetáneos. Todo lo que explicaremos mejor cuando -más adelante- tratemos sobre la Casa de Juan de Álava, donde se exponen los hechos acontecidos en la familia Fonseca, entre 1535 y 1545; situación que afecta directamente también a los Monterrey, quienes eran sobrinos del Arzobispo Alonso III de Fonseca y Acevedo (a la vez que primos de Doña Mayor, señora de La Salina). Unos acontecimientos donde se justifican plenamente que ambos edificios fueran levantados en unas mismas fechas, por iguales canteros y arquitectos. Constructores que trabajarían desde 1536 en el palacio de La Salina y poco después en el de Monterrey; acabando el primero hacia 1546 y dando el segundo por terminado, en fechas cercanas (a falta de fondos para concluirlo, tal como se había proyectado). Pero tras lo expuesto y por cuanto hemos expresado, vamos a dar nuestra interpretación de las representaciones que adornan la casa de La Salina:

BAJO ESTAS LÍNEAS: fachada exterior, en La Casa de La Salina. Sobre ella, hemos numerado cada una de las figuras que aparecen (de izquierda a derecha y de abajo arriba). Con esta numeración podremos comprender el lugar que guarda cada bajorrelieve.



Fachada Exterior de izquierda a derecha y de abajo arriba (ver imágenes):

PRIMERA LÍNEA

- 1º Figura que los expertos identifican con Julio César, al estar junto a Cleopatra. Recreación histórica que comparto; aunque -en mi opinión- creo que -además- se trata del retrato de Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, casado con María de Fonseca y cuñado de Doña Mayor.

- 2º Figura que los expertos identifican con Cleopatra (la gran mayoría de ellos). Identificación que comparto, aunque considero personalmente que es el retrato de María de Fonseca, hermana de Mayor; quien sufrió hasta casi llegar a la muerte, por casarse con el conde de El Cid.

- 3º Figura que los expertos identifican con Marco Antonio, por situarse al otro lado de la reina de Egipto. Identificación que comparto, aunque creo que se trata nuevamente de un retrato de Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza; casado con María de Fonseca y cuñado de Doña Mayor.

- 4º Figura que los expertos identifican con Santa Catalina de Alejandría, al tener un libro en la mano y se considera un retrato de Doña Mayor. Otros ven en ella a Safo de Lesbos, por el atributo del libro. Aunque hemos de destacar, que los mosáicos y esculturas grecorromanas donde vemos a Safo con un pliego o papiro, fueron descubiertas en el siglo XVIII, XIX y XX; por lo que esta iconografía de la poetisa es posterior a la Casa de la Salina. En mi opinión, se trata de un retrato de la dueña del palacio (Mayor de Fonseca) y el libro significa la gran cultura de la señora y su mayorazgo (en este caso el de Mejía o de Villasbuenas, que contenía el palacio de la sal en su herencia). En imágenes más abajo, veremos como todas las mujeres de los Fonseca representadas en las tumbas de Coca, llevan un libro en la mano. Indicando, que son cultas y alfabetizadas (como debía ser una mujer del Renacimiento).

- 5º Figura que los expertos identifican con el señor de Messia-Carrillo, marido de doña Mayor. A mi juicio, la barba partida y la expresión de echarse las manos a la cabeza; señalará que la mujer ha cogido el libro (el mando y las cuentas) llevando ella el gobierno de la casa y de la familia.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, primera fila de medallones que decora la fachada y su explicación. Abajo, imagen de la fachada (en la que no podemos ver los dos bajorrelieves laterales, aunque nos hacemos una idea de su disposición).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, detalle de los medallones numerados como 1º y 2º (Cleopatra y Julio César). Abajo, detalle de los medallones numerados como 3º y 4º (Marco Antonio y Da. Mayor, con un libro).






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
de nuevo, las tumbas de los Fonseca en Coca. Arriba, las esculturas de Da. María de Avellaneda, junto a su hijo Alonso de Fonseca. Abajo, Da. Teresa de Ayala, segunda esposa de Fernando Fonseca (a su lado). Ellas sostienen un libro en la mano; ellos llevan espada y atributos militares (casco, guanteletes etc). Este hecho me hace pensar que doña Mayor se representó en la fachada de su casa de La Salina, del mismo modo. Indicando que era una mujer del Renacimiento (culta y conocedora de los textos clásicos).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado y abajo, los medallones numerados como 4º y 5º (Da. Mayor y su marido); sobre estos y en la foto junto a estas líneas, vemos la ventana tercera, de la siguiente planta.





Fachada Exterior (ver imágenes):

SEGUNDO PISO:

- 6º SOBRE VENTANA IZQUIERDA: Figura que los expertos creen que puede ser el marido de Doña Mayor. Identificación que comparto y explica de nuevo la barba partida, aunque en este caso viste armadura.

- 7º SOBRE VENTANA CENTRAL: Figura que los expertos creen que puede ser Doña Mayor. Identificación que comparto; aunque es de destacar los pechos tan prominentes que se marcan, entre los que hay un colgante con forma de alianza. Quizás manifestando quién manda en aquella casa.

- 8º SOBRE VENTANA DERECHA: Figura que los expertos creen que puede ser el marido de Doña Mayor. Identificación que no comparto y creo que puede ser la de un hijo o del padre de esta señora de la casa.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: La fachada del Palacio de la Salina. Arriba, sus figuras numeradas. Abajo, sus medallones sobre las ventanas, explicados.



Fachada Exterior (ver imágenes):

TERCER PISO:

- 9º SOBRE GALERÍA, A IZQUIERDA Y DERECHA: Escudos de los Fonseca (sin aparición del de Messia ni el de Carrillo), lo que indica quién es el dueño de la casa. Es de destacar que los escudos están coronados, pese a que Da.Mayor no tuviera título nobiliario; aunque su primer hijo sí lo consigue, pero es en 1566. Por lo que esta corona de marqués debe referir los títulos de su hermana María y de su sobrina Mencía: Marquesa de Cenete y condesa de El Cid.

- 10º SOBRE GALERÍA, A IZQUIERDA Y DERECHA: Linea de ángeles; cuatro a cada lado, con uno central. Creo que refiere los cinco hijos de Mayor y Rodrigo Messía; representando el del centro a Juan Alonso, el que hereda el mayorazgo y la Casa de la Salina.


SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: último piso y parte más alta, exterior del Palacio de la Salina. Arriba, el escudo de los Fonseca, coronado. Abajo, la fila de ángeles que recorre la zona superior del edificio y que yo identifico con los hijos de Doña Mayor de Fonseca.



PATIO INTERIOR (ver imágenes):

Entrada:

- 11º SOBRE LA ENTRADA A LA IZQUIERDA: Retrato de caballero ataviado con traje renacentista, que los expertos identifican con Rodrigo Messía-Carrillo, esposo de doña Mayor. Iconografía en la que estoy completamente de acuerdo.

- 12º SOBRE LA ENTRADA A LA DERECHA: Retrato de dama ataviada con traje renacentista, que los expertos identifican con doña Mayor de Fonseca. Iconografía con la que también estoy completamente de acuerdo.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: La entrada a la Casa de la Salina. Su arco, con dos medallones, que se identifican con el retrato de los dueños del palacio. Arriba, foto sin retocar; abajo, los bajorrelieves aumentados y numerados.



PATIO INTERIOR (ver imágenes):

Fachada de arcos, frente a la galería:

- 13º SOBRE LA ARCADA PRIMERA, A LA IZQUIERDA: Retrato de dama con vestimentas renacentistas y los pechos al aire, que se ha identificado con Doña Mayor. A mi juicio, se trataría de María, la hermana suya (fallecida en 1521) o bien de Mencía Mendoza y Fonseca (hija de María).

- 14º SOBRE LA ARCADA PRIMERA, A LA DERECHA: Retrato de hombre renacentista, que se mesa las barbas. Se identifica con el marido de Da. Mayor. Creo que se trataría del esposo de María de Fonseca (Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza)

- 15º SOBRE LA ARCADA SEGUNDA, A LA IZQUIERDA: Retrato de hombre que los expertos consideran el del dueño de la casa, representado como Poseidón. Identificación que comparto plenamente.

- 16º SOBRE LA ARCADA SEGUNDA, A LA DERECHA: Retrato de mujer, con vestido renacimiento, que los expertos consideran es el de Doña Mayor, propietaria del palacio. Idea que comparto plenamente.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: arcos del patio; detalle de sus retratos en bajorrelieve.





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: patio de la casa de la Salina.













JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, patio de la casa de la Salina. Abajo, medallones en los arcos, detallados y explicados.








PATIO INTERIOR (ver imágenes):

Bajo la galería:

- 17º y ss. BAJO LA TERRAZA CERRADA: Figuras identificadas por los estudiosos, con Atlantes. Yo las considero representación de la dinastía de monstruos del mar, mitológicos; entre los que se distinguen perfectamente a:

Ponto; padre de Nereo, Taumante, Forcis, Ceto y Euribia.

El monstruo Forcis (que estaría representado como hombre con cola) se casó con Ceto (figurada como mujer pez). Estos a su vez fueron padres de seres terribles como Equidna, Gorgona, Las Grayas, Ladón y las Hespérides, a más de Toosa. Equidna se figura en una mujer sierpe al igual que la Gorgona, tiene cabellos con víboras. Las Grayas, como viejas deformes; y Ladón (el guardián de las Hespérides) como un dragón. Todos estos nombres (incluidos el de Forcis y Ceto) se relacionan plenamente con la mitología dedicada a Iberia (el ciclo occidental) y con el mundo de Tartessos. Asimismo, podemos identificar entre estos monstruos de las ménsulas a los hijos de Poseidón o de Pontos: Tritón (protagonista de la Nereida); tanto como a Nereo y Proteo, cuya iconografía es la de un anciano con rasgos de pez. Una dinastía de dioses del mar, que decora un lugar donde se vendía la sal (abundante entre las aguas de los océanos, pero muy escasa en mitad de Castilla).




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
imagen de las ménsulas de la galería. Como vemos, no son Atlantes, sino figuras mitológicas relacionadas con el mar. Monstruos marinos, hijos de Poseidón o de Ponto. Arriba, se distinguen claramente: La Gorgona (en la esquina izquierda) y sobre ella una Graya. A su lado derecho, lo que parece una Harpía, toma a un Nereo con sus garras. Al igual que sucede con las siguientes figuras, que asemejan Harpías (o dragones) dominando a un Tritón o a Proteo. Mientras en la última ménsula parece que puede hallarse un Heracles atacado por Ladón. Al lado, otras ménsulas; en este caso con figuras humanas masculinas, con cola o con las piernas terminadas como serpientes; sobre ellas tres monstruos que las dominan (quizás Gorgona, Graya y un Gerión de tres cabezas en el centro). Abajo, figuras con las identificaciones que considero más cercanas.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, ménsulas y la identificación que les doy (anotada a su lado): Pontos, Poseidón y Tritón; atormentados por sus monstruosos hijos. Abajo, detalle de la esquina que habíamos visto; con Medusa y una Graya (Grea) encima. Junto a ella, Nereo dominado por una Harpía.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, el dragón Ladón, guardando las Hesperides y sus manzanas; mientras Heracles las roba (grabado del siglo XVII). Abajo, Nereo en un grabado del siglo XVI.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, de nuevo Nereo; esta vez representado sobre un ánfora ateniense de figuras rojas del siglo V a. C.. Abajo, Proteo dios del mar; grabado copia de un Andrea Alciato.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, las Nereidas; grabado tomado del libro EL TEMPLO DE LAS MUSAS de Luisa Roquero. Abajo, Proteo en un grabado de Cornelio Nicolas Schurts, hacia 1690. Observemos que las representaciones de estos dioses marinos mitológicos, son muy parecidas a las que vemos en la Casa de la Salina. Cuya justificación está en ser un lugar donde se vende este bien que tanto abunda en el mar: La sal.




III DESCENDIENTES DE Fernando de Fonseca Ulloa y su segunda esposa, Teresa de Ayala y Cervantes.



SOBRE ESTAS LÍNEAS: detalle de la cara de Da. Teresa de Ayala, en la tumba que esculpió para Santa Ma. la Mayor de Coca, Bartolomé Ordóñez; donde figura junto a su marido (Fernando de Fonseca). A continuación tratamos sobre los hijos de este segundo matrimonio, del II señor de Coca y Alaejos.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: cuadros genealógicos realizados por mí, con los descendientes de Fernando Fonseca Ulloa y de Teresa Ayala. Arriba, esquema general, que comprende desde Beatriz de Fonseca (madre de Fernando) y menciona las tres esposas de este. Abajo, cuadro reducido a los hijos y nietos habidos entre Teresa de Ayala y Fernando de Fonseca.


Fernando de Fonseca tuvo dos mujeres que dejaron descendencia (y otra que le sobrevivió, y que al parecer tuvo dos niñas):

DESCENDIENTES DE FERNANDO DE FONSECA Y ULLOA, EN SU SEGUNDO MATRIMONIO CON Ma. Teresa de Ayala y Cervantes

II – Teresa de Ayala y Cervantes. Tuvo con Fernando de Fonseca y Ulloa los siguientes hijos: Antonio -primogénito-; Beatriz y Juan -el menor, que fue obispo y tomó por apellido Rodríguez de Fonseca-.

Debido a que Juan no tuvo hijos, recogemos primero a este vástago; aunque nació el tercero en línea. Seguiremos con su hermana y terminaremos por Antonio, el mayor de esta rama (cuya descendencia fueron señores de Coca y Alaejos, terminando por convertirse en marqueses de Ayala):

II-3c) Juan Rodríguez de Fonseca y Ayala: Fue el tercer hijo de Teresa de Ayala y Fernando Fonseca. Distinguiéndose como un gran humanista, desde su juventud; al no obtener una cátedra en Salamanca, optó por hacerse sacerdote. Llegando a ser un famoso prelado, obispo de gran prestigio, nacido en Toro en 1451. Estudió en Sevilla y Salamanca, donde fue amigo y discípulo de Elio Antonio de Lebrija (Nebrija). Asimismo, fue asesor y partidario de la reina Isabel La Católica; convirtiéndose en uno de los hombres más influyentes de su tiempo. Como obispo de Palencia construyó el famoso trascoro y parte del claustro. Mientras en su sede de Burgos, pagó la portada de La Pellejería y La Escalera Dorada. Desde 1493 se dedicó a organizar la evangelización de Las Indias y entró en pugna con Colón al considerar que estaba realizando una labor depredadora en las tierras recién descubiertas. Para el estudio de este importantísimo personaje, recomendamos el libro de Adelaida Sagarra Gamazo, JUAN RODRÍGUEZ DE FONSECA, UN TORESANO EN DOS MUNDOS (63) , donde explica la inmensurable función que este sacerdote realizó como “gestor de Indias” (primer delegado para las Américas). Nosotros, vamos a limitarnos a plantear un pequeño bosquejo de su vida, partiendo desde algunos datos de gran importancia que nos da Vasallo Toranzo en sus trabajos (junto a las biografías de Sagarra Gamazo y otros autores):

Nace en Toro (Zamora) en 1551; siendo el tercer hijo de Teresa de Ayala, segunda mujer de Fernando de Fonseca y Ulloa. Este último -a su vez- fue primogénito de Beatriz de Fonseca Botello, nacida de Inés Botelho y Pedro Rodríguez de Fonseca (quienes vinieron exiliados a la villa toresana, tras la batalla de Aljubarrota en 1385, manteniéndose fieles a Juan I de Castilla). De este modo, Juan Rodríguez de Fonseca, fue coetáneo de los últimos hijos del rey Juan II; y su padre (Fernando) fue ayo de Isabel de Trastámara, infanta que terminaría siendo la Reina Católica. Aunque en los años en que el progenitor de Juan la cuidaba, ella era una simple princesa, sin posibilidades de subir al trono. De tal modo, hemos de imaginar a este Juan Rodríguez de Fonseca, seguramente compartiendo juegos e infancia con los dos infantes, que vivían entre Arévalo y Madrigal de las Altas Torres, como unos simples nobles. Pues al ser hermanastros del que fue Enrique IV, e hijos de un segundo matrimonio del rey Juan II; cuando fallece el progenitor común (en 1454) y pasa a reinar el primogénito, deciden apartarlos de la Corte -para evitar rivalidades y reafirmar la imposibilidad de acceso al trono de estos pequeños-. Así se criaron los dos últimos descendientes del referido soberano, casi como campesinos y sin llegar a conocer a su padre (Juan II). Por cuanto hemos de ver a Fernando de Fonseca y Ulloa como un asistente y preceptor de Isabel y de su hermano (Alfonsito); desde que contaban muy pocos años, cuando pierden a su progenitor. Quienes al vivir entre Arévalo y Madrigal, como unos simples chicos y lejos de la Corte; debieron criarse junto a los hijos de quienes les cuidaban (nos referimos a este, Juan Rodríguez de Fonseca y a sus hermanos Beatriz y Antonio, nacidos en los mismos años que Da. Isabel y un poco antes que el infante Alfonsito). Este primer hecho que apunto, explicaría la fidelidad de Fernando de Fonseca hacia Alfonsito; tanta, que muere defendiéndole como candidato al trono, en la batalla de Toro (agosto de 1467). Asimismo, nos mostraría la unión inquebrantable, entre Juan Rodríguez de Fonseca y de su hermano (Antonio), con la infanta Isabel; a quien logran hacer reina de Castilla tras la batalla de Toro -ganada con la ayuda inestimable de estos dos Fonseca y algunos de sus primos más cercanos-.

Pero, continuando con la vida del personaje que nos interesa, diremos que vivió junto a su madre en Toro, hasta que esta fallece en 1463 (64) . Mas tarde, con unos doce años de edad, pasan a residir en Coca, donde se hallaba bajo la protección y custodia de su tío; el famoso arzobispo Alonso I de Fonseca, llamado “el viejo”. Hermano de su padre, a quien donaría en vida los señoríos de Coca y Alaejos; habida cuenta que el prelado no podía ocuparse de ellos, por estar destinado en Sevilla. Aunque, finalmente, esos mayorazgos revirtieron de nuevo al legador (el arzobispo), quien tuvo que hacerse cargo de sus posesiones, cuando en 1467, murió en la batalla de Olmedo su hermano Fernando (padre de Antonio, Beatriz y de este, Juan). Asimismo, sabemos que el tío Alonso I (el viejo); desde que se hizo cargo de sus sobrinos, les formó en ciencias y humanidades. Tomándolos como preceptor desde que eran niños los tres hermanos; llevándoles a sus primeras lecciones en la iglesia de Coca que hemos visto en imágenes - idem (64) -. Templo que por entonces era un edificio románico y que años más tarde sería reedificada por mediación de Juan Rodríguez de Fonseca; quien, junto con Antonio, proyectaron construir allí una gran parroquia renacentista (a comienzos del siglo XVI).

Al morir su tío Alonso I (el viejo) en 1473, Juan Rodríguez de Fonseca entró de paje y asesor de la futura Reina Católica; antes de que fuera proclamada soberana. En una Corte trashumante y recreada, donde tuvo pleno contacto con Fray Hernando de Talavera, que por entonces era el confesor de la princesa (cuando él tenía apenas veintidós años). Desde allí y habiéndose formado en ética y moral con este santo varón; decide irse hacia Sevilla, donde conoce a Elio Antonio de Nebrija. Más tarde, se dirigirá a Salamanca, estudiando junto a su primo Alonso I de Fonseca, que destacaba como un poderoso prelado (asentado en Santiago) y mecenas de esta universidad. De nuevo allí, entra en contacto con Elio Antonio de Nebrija; esta vez por iniciativa de su primo, que pasa a ayudarle y le facilta ser discípulo del sabio creador de la primera gramática castellana. Finalmente se licencia en artes y decide presentarse a oposiciones para obtener la cátedra de retórica, en la universidad salmantina. Concurso que no llega a ganar, sufriendo una gran decepción, que le hace plantearse ser clérigo. Así se hará sacerdote y tras ocupar varias plazas de deán o párroco, fue finalmente nombrado capellán de La reina Católica en 1484 (65) . En su carrera eclesiástica se produce un hecho singular y casual, que marcaría el resto de su vida; cuando en 1493, al ir a Barcelona para ser nombrado presbítero, presenció junto a Isabel y Fernando la llegada de Cristóbal Colón desde las desconocidas Américas (en su primer viaje). Un acontecimiento que más tarde se relacionará con la última labor profesional de Juan Rodríguez de Fonseca, que fue nombrado primer Comisionado de Indias -cargo similar al de ministro para las Américas; en el que chocaría con la voluntad y los deseos del almirante que las descubrió-.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
imágenes de la tumba de Juan Rodríguez de Fonseca, en el mausoleo de Santa Ma. la mayor de Coca (Segovia); a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos. Arriba, vista lateral. Al lado, tres cuartos del mausoleo. Abajo, detalle de guantes y vestimenta que luce el prelado. Este magnífico conjunto escultórico fue encargado por el obispo a Bartolomé Ordoñez; quien lo prepara en vida del mecenas, aunque es terminado después de su muerte (acaecida en 1524). Como sabemos, las obras y tumbas de los Fonseca que se hallan en el interior de Santa Ma. de Coca, se finalizan bajo la dirección y el subsidio de Antonio (hermano mayor de Juan, que murió unos diez años más tarde -en 1532-). Tras haber dejado el obispo a Antonio y a sus hijos, como herederos universales de su gran fortuna; determinando que con el legado obtenido, deberían terminar las obras y los mausoleos de Coca, además de reconstruir la casa de los Fonseca en Toro y el hospital de la misma villa.



Continuando con la vida de este importantísimo clérigo, hemos de señalar su faceta como embajador de los reyes Católicos (debiendo suponerse que dominaba la lengua francesa o bien las de Flandes). Siendo nombrado desde 1488 a 1492, representante de los monarcas para negociar los dominios de El Rosellón y la Cerdaña; logrando una política de aislamiento contra Francia (al unirse con Maximiliano de Austria) que hizo retroceder a los franceses. Al morir la hija mayor de los Reyes Católicos y su nieto; fue quien se afanó en traer rápidamente a España, la segunda heredera, en línea de sucesión; para que jurase la corona. Viniendo en 1502 hasta Castilla (junto a Juan de Fonseca), los príncipes de Borgoña: Felipe el Hermoso y Juana. Logrando que una vez jurada como futura Juana I, permaneciese en Castilla, junto a él y bajo su custodia en Medina del Campo. Más tarde, el prelado firmó y participó en la redacción del testamento de Isabel la Católica, viajando a punto de morir la soberana, hasta el lugar en que se encontraba el marido de la heredera al trono de Castilla, para hacerle venir a nuestras tierras. De este modo fue enviado en 1504 a los Países Bajos; donde entra en contacto y amistad con Da. Margarita de Austria. La tía del que luego reinará como Carlos I, y a quien nombraron tutora del futuro emperador -debido a que en esa fecha había enviudado por segunda vez-. Encomendándole la custodia y educación del príncipe Carlos, que por entonces se quedaba solo en Flandes, con solo cuatro años de edad. Después, regresó a Castilla con Felipe el Hermoso, pero Juan Rodríguez de Fonseca no agradó al nuevo rey consorte; debido a la lealtad y unión que el obispo y toda su familia, guardaban con su suegro (Fernando el Católico). Por lo que, tras haber preparado la venida a España del marido de Juana I y la coronación de estos nuevos reyes; el soberano recién proclamado, decide destituirle de todos sus cargos, al pensar que se trata de un partidario del rey Fernando (al que el de Flandes aborrecía, por querer regir la corona junto a su hija).

En nuestra “leyenda” y donde narrábamos la historia de María de Fonseca, junto a Rodrigo Díaz de Vivar Mendoza (66) . Suponíamos que Felipe el Hermoso había sido envenenado, a los seis meses de su llegada a España (en 1506) y tras establecer La Corte en Burgos. Una sospecha histórica que sobrevuela siempre, al recordar la prematura muerte de este monarca consorte (pese a lo que se hizo llamar Felipe I); y del que narran: “sufrió un pasmo, al beber agua fría, tras un golpe de calor; mientras jugaba a la pelota”. Ello, a mediados de septiembre, en Burgos y en plena “pequeña edad del hielo”; cuando podemos suponer, hacía una temperatura otoñal. Pudiendo ser esta una muerte natural, si el partido de pelota se hubiera disputado en Sevilla y en el mes de agosto; situación en que podría creerse que un rey fallecía por efecto de una copa de agua fría, ingerida de golpe. Pero en Burgos y a mediados de septiembre; a nadie puede matar un vaso bebido rápidamente, para reponer fuerzas. Debido a ello, suponíamos que habría sido envenenado; por una trama trazada por aquellos más cercanos a Fernando el Católico, a los que Felipe el Hermoso había quitado de todo cargo y mandato. Siendo los más perjudicados por la política de este nuevo monarca: Juan R. de Fonseca y su hermano Antonio, Fray Diego de Deza y el cardenal Cisneros (entre otros). Pudiendo suponerse la existencia de un complot, para deshacerse del joven príncipe, llegado de Flandes; que tenía por costumbre maltratar a su esposa, flirtear con otras mujeres y regir la corona (sin atender a su suegro, ni a la verdadera reina -Juana I-). Todo lo que posiblemente llevó a que un copero, le entregase un vaso con ponzoña; quizás enviado por esos más fieles y cercanos a Don Fernando (que odiaba a su yerno). Sea como fuere, lo cierto es, que al morir Felipe el Hermoso y tras regresar a Castilla Fernando de Aragón, como regente; Juan y Antonio de Fonseca son restituidos en todos sus cargos y recuperaron sus anteriores poderes.

Volviendo a la historia real y verdadera de Juan Rodríguez de Fonseca, es de destacar la mención que Vasallo Toranzo hacer al referir que: Por su cercanía a la reina Isabel, le tantearon los judíos para que prorrogase su expulsión. De este modo, en una dotación de la capilla de Coca, dice el obispo que le ofrecieron 485 millones de maravedies, para lograr que se cambiase esa fecha del edicto que les echaba de España. Comentando que Isabel I contestó con una negativa, después de que los rabinos Isaac Abravanel, Mehil Melamet, Abraham Seneor; le propusieron pagar esa cantidad -que cifra Mendoza en 30.000 ducados, 300 millones de maravedíes- (67) . Por lo demás, sabemos que también logró el beneplácito del Vaticano; llegando a entablar amistad con Julio II (un Papa que se distinguía por su fiereza). Gracias al que logra el obispado de Rosado y ser abad de San Zoilo, en Carrión de los Condes; cuando muere su anterior titular (el famoso cardenal Mendoza). Asimismo, es de destacar que su vida se vio ligada estrechamente al Descubrimiento; no solo porque en 1493 presenció la llegada de Colón a Barcelona. Sino, porque poco después le asignan la gestión de Indias, en representación de la Corona; debiendo enfrentarse a las enormes ambiciones de Cristóbal Colón -con el que chocó repetidamente, sin apoyo ni mando; pues solo fue nombrado organizador del segundo viaje del almirante (en 1493)-. De este modo, durante la última etapa de la reina Isabel y la posterior regencia de Fernando el Católico, actuó como miembro del Consejo Real, continuando su labor como mediador para las nuevas tierras, inspirando los futuros Consejos de Indias y Hacienda. Para ello, creó la Casa de la Contratación en 1503; desde donde se revisaba y gestionaba toda la misión indiana.

Acerca de la labor que llevó a cabo Juan Rodríguez de Fonseca, durante el descubimiento y conquista de América, nos dice la Real Academia de la Historia (SIC): “Durante mucho tiempo la valoración de su obra se vio condicionada por los juicios peyorativos de dos contemporáneos: Fernando Colón y Bartolomé de Las Casas, que pesaron más que los elogios de Pedro Mártir de Anglería o la amistad de Nebrija (...) No en vano en 1517 había apostillado el lascasiano Memorial para el buen tratamiento de los indios escribiendo: “El mejor medio para hacer cristianos a los indios es la comunicación con los cristianos españoles que allá residen y esta comunicación ni la tendrán estando en entera libertad, ni apartados por sí en pueblos”. A este respecto, conviene precisar que Fonseca no fue insensible a la suerte de los indígenas, tal como muestra el memorial que en 1518 elevó a la Corona (...) En él pedía una reflexión y un replanteamiento, a la luz de los seis años de aplicación de las citadas leyes (...) Insistía en la necesidad de convivencia como medio de hacer avanzar la evangelización, aunque preocupándose más por la proximidad física que la mental (…) Y proponía el nombramiento de un repartidor y dos letrados que, “de acuerdo con lo platicado acá”, trabajarán con los priores jerónimos (…) Con ello, la Corona podía contar con información de primera mano y castigar los malos tratos y abusos (…) También perjudicó su imagen la confrontación con algunos personajes que llegaron a ser figuras históricas (…) Es el caso, sobre todo, de Hernán Cortés (…) La moderna bibliografía ha insistido, sobre todo, en su gran capacidad como administrador y en su completa identificación con el plan político de la Monarquía, visible en la guerra de sucesión, en la revuelta comunera y en el trabajo de toda una vida” (68) .




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
de nuevo, la tumba de Juan Rodríguez de Fonseca, en el mausoleo de Santa Ma. La mayor de Coca (Segovia); a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos. El sepulcro se encuentra en el lateral derecho del altar mayor, a la izquierda del sacerdote, cuando hoy oficia misa (frente a los creyentes). Aunque está a su derecha, si la imparte al modo antiguo; mirando al ábside. Arriba, de nuevo vista lateral, frontal del magnífico mausoleo. Al lado, detalle de la cara de Juan Rodríguez de Fonseca, esculpida por Bartolomé Ordóñez (hacia 1520 -posiblemente en vida del prelado que la encargó-). Abajo, su lateral, donde se aprecian vestimentas y la enorme calidad de la obra.





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
sepulcro de Juan Rodríguez de Fonseca. Al lado, mi mujer cerca del conjunto, para apreciar su escala y tamaño. Abajo, detalle de los querubines que adornan la magnífica tumba. Sobre estos, la inscripción: AQUI YACE EL REVERENDÍSIMO Y MUY ILUSTRE SEÑOR DON IVAN RODRÍGUEZ DE FONSECA; ARZOBISPO QUE FUE, DE ROSANO, Y OBISPO DE BURGOS; QUE FALLECIÓ AL 3 DE NOVIEMBRE, AÑO 1524







Pasaremos a recordar la función familiar que tuvo este Juan Rodríguez de Fonseca, el menor de los hijos de Fernando. Lo que unido a su condición de sacerdote (careciendo de descendencia) le lleva a actuar como mediador en las enormes rencillas que hubo entre hermanos y primos. De este modo, ya habíamos hablado sobre su relación con su sobrinastra, llamada Mayor; hija segunda de su hermanastro Alonso (el primogénito de la familia). Niña a quien de joven acoge como tutor y protector, al morir Alonso en 1505. Quien -como sabemos- era nacido de un primer matrimonio de Fernando, el padre de Juan y de Antonio. Recordaremos que este Alonso de Fonseca estaba casado con María de Toledo y tuvo dos hijas: María y Mayor; creándose el conflicto familiar cuando la primera (María) decide no seguir los designios de su progenitor, que le ordenaba casarse con su primo Pedro (el primogénito de Antonio). Todo ello llevó a una rocambolesca y romántica historia en la que la heredera del mayorazgo de los Fonseca, contrajo matrimonio con el conde de Cenete (sin consentimiento paterno, pero sí materno). Provocando la ira del padre (Alonso) que deshereda a su hija María y la encierra; obligándola finalmente a que contraiga nupcias con Pedro (su primo, varios años menor que ella). Tras aceptarlo, vuelve renunciar la recién desposada a consumar el sacramento; por lo que finalmente, Alonso, muere a consecuencia de los problemas y hasta de los pleitos, que le interpone su hermanastro Antonio. En esta tesitura, quedaría la segunda hija (Mayor) como heredera universal; aunque Antonio se autoproclama único y legítimo señor de Coca y Alaejos, tomando como suyos los castillos y bienes de estas localidades.

En esta tesitura y mientras aún estaba encerrada la madre de Mayor y de María, por consentir e intervenir en la boda secreta de su hija con el de Cenete. Juan Rodríguez de Fonseca, media en todo momento. Logrando, primero, que excarcelen de Alaejos a la viuda de su hermanastro Alonso (Mayor de Toledo), quien llevaba años allí encerrada como castigo a su colaboración en los desposorios de su primogénita. Pensando así, que tras liberarla, esta antigua esposa del legítimo heredero en los señoríos de Coca y Alaejos, pactaría con Antonio; transfiriendo los derechos de herencia y renunciando a ellos (para sí y su hija segunda). Pese a ello, al salir la referida viuda del cautiverio, se negó a acordar nada; por cuanto la única medida que pudieron tomar contra ella, fue la de negarle “plaza” en los cenotafios que estaban preparando en Santa Ma. de Coca -para toda la familia-. Debiendo la madre de las sobrinas que ostentaban el mayorazgo, buscar sepulcro en La Mejorada; famoso monasterio en las cercanías de Olmedo, donde finalmente sería enterrada.

Así decíamos, al hablar sobre Mayor y su tío -al comienzo de este artículo- que en tan tensa situación aparece en escena el tercero de los hermanos; llamado Juan Rodríguez de Fonseca. Quien al ser un prelado y un buen hombre -apodado el “muy macizo cristiano”, por su gordura y generosidad-; adoptó como sobrina favorita a esta Mayor (intentando así paliar el dolor que en aquella casa se vivía). De tal modo, actuó siempre como su curador y cuando ella llegó a edad núbil, fue quien se preocupó de buscarle un “buen marido”. Por cuanto el tío Juan Rodríguez de Fonseca (hombre de confianza de la Reina Católica y embajador de Isabel y Fernando; además de obispo); concertó su matrimonio con Rodrigo Messía y Carrillo (Mexía o Mejía) VIII Señor de Santa Eufemia. A quienes, tras la boda, les animó a fundar un nuevo señorío en Cáceres; comprando el de Villasbuenas de Gata -idem (46) -. Asimismo, sabemos que el padre de Mayor -Alonso de Fonseca y Avellaneda-, decide dejar a su muerte, el legado a esta segunda hija (desheredando a María, la primera). Lo que provoca un enorme problema entre esa segunda heredera y su tío Antonio, tras la muerte del progenitor. Pues al fallecer Alonso de Fonseca, su hermanastro reclamó los señoríos de la familia, proclamándose Antonio, dueño y señor de Coca y Alaejos (mientras pleiteaba contra su sobrina Mayor, por el mayorazgo). Unos litigios para los que esta segunda hija de Alonso, logró el apoyo de sus primos pertenecientes a la casa de Alba; que durante decenios siguieron reclamando el derecho de herencia. Es entonces, cuando su tío Juan (hermano de Antonio y hermanastro de su progenitor); actúa como mediador y curador, entre tío y sobrinastra; procurando un acuerdo. Por lo demás, tras la muerte del referido Alonso de Fonseca (sucedida en 1505), no hubo reconocimiento alguno de su testamento; pues Antonio se adueña de los bienes y mantuvo presa a la viuda en Alaejos -la madre de Mayor, llamada como ella y descendiente directa de los Alba idem (47) -.

Siguiendo con a vida de Mayor de Fonseca y Toledo, sabemos que su tío Juan, pretendió separarla completamente de su madre, después de ser la progenitora liberada por Antonio, y que esta se negase a un pacto sobre el mayorazgo. Testando el prelado Juan R. de Fonseca en favor de su sobrina, seguramente para que le obedeciera y no tuviera más contacto con aquella rebelde madre; a la que ambos hermanos Fonseca consideraban culpable de todos los males. Así es como logra que Mayor renuncie a litigar por su herencia y se prometa con los Mejía de Carrillo, descendientes del conquistador de Córdoba, celebrándose una suntuosa boda en 1509 -que describe pormenorizadamente Luis Vasallo idem (49) -. Tras el matrimonio, parece que comienzan las desavenencias entre Mayor y su tío Juan, al ver este que la sobrina tomaba contacto con su hermana María (en el Sur); quizá debido a que los Messía-Carrillo eran jienenses (teniendo sus señoríos en La Guardia, apenas a un centenar de kilómetros de Granada). Llegando a intuir que -quizás- ambas tramaban un plan, para reclamar a Antonio los señoríos de Coca y Alaejos. Asimismo, el obispo, recomienda a Mayor que viviera en Medina del Campo, donde tenía una gran casa heredada de los Fonseca. Aunque ella decide trasladarse a Salamanca, posiblemente para establecerse en una ciudad grande y cosmopolita. Sea como fuere, las recomendaciones del tío y protector (el obispo Juan), parecen tener como fin controlar a Mayor, evitando que mantuviese contacto con su hermana María -la primogénita en el mayorazgo de Coca y Alaejos, pese a estar desheredada-. Su traslado a residir en Salamanca y que Mayor fuera a conocer a su sobrina Mencía, en Tordesillas; cuando esa hija de María visita la Corte (allí trasladada, hacia 1518); deteriora totalmente la relación entre el obispo y la que había sido su tutelada. Al sospechar el prelado que -antes o después- aquellas dos descendientes del verdadero primogénito de los Fonseca (Alonso), iban a reclamar el señorío de Coca y Alaejos a su hermano Antonio.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, el trascoro de la catedral de Palencia, que fue remodelado y construido bajo el mecenazgo de Juan Rodríguez de Fonseca. Al lado, retrato del prelado en un detalle del cuadro que representa a Nuestra Señora de la Compasión, sito en el trascoro de la Catedral de Palencia (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). Esta obra atribuida a Jan Joest van Calcar, que podemos ver abajo en el lugar donde se expone; fue seguramente traída desde Flandes por Juan R. de Fonseca, mientras actuó como embajador de los Reyes Católicos (desde 1502 a 1506). Primero, cuando logra que venga a España su hija Juana, para ser jurada como heredera. Después (en 1505) tras morir la Reina Católica, hubo de viajar para traer al marido de Juana I (Felipe el Hermoso), quien comenzó a reinar en Castilla. Acerca de la obra que vemos y del retrato del obispo; se sabe que todo el trascoro de la catedral de Palencia fue mandado hacer y pagado por Juan Rodríguez de Fonseca; así como la cripta de bajada hasta el pozo de San Antolín. Donando también este cuadro flamenco, que se conserva en la parte trasera del Coro, donde se encuentra él (representado como donante).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, firma y escudo de Juan R. de Fonseca, tomada del libro JUAN RODRÍGUEZ DE FONSECA (Mariano Alcocer Martínez; Valladolid 1926).. Abajo, cuadro que representa a Nuestra Señora de la Compasión, atribuido a Jan Joest van Calcar, donde podemos ver a Juan R. de Fonseca como donante (aumentado en fotos anteriores).








Trataremos a continuación sobre la labor de mecenazgo llevada a cabo por Juan Rodríguez de Fonseca; quien fue un verdadero protector de las artes; tal como podemos leer en el magnífico libro que escribió sobre esta familia y sobre la arquitectura de Toro, Luis Vasallo (69) . Quien nos dice que contrató a maestros tan importantes como Juan Rodríguez (Gil) de Hontañón, Francisco de Colonia, Diego y Gil de Siloé, Bartolomé Ordoñez y Juan de Vallejo. Trabajando con los artistas del círculo de Juan Guas, con los que levanta el trascoro y el claustro de la catedral de Palencia. Encargando a Juan Gil de Hontañón la zona del claustro; y el trascoro a Juan de Ruesga (los mismos que luego contratará para la iglesia de Santa Ma de Coca). Aunque Juan de Ruesga, le fue recomendado por su hermano Antonio; debido a que le había contratado anteriormente, para realizar numerosas reformas en el castillo de Coca. Siendo así como los tres, junto a Diego Rodríguez, fueron los artífices arquitectónicos de esta iglesia caucense; donde finalmente situaron los sepulcros que Juan Rodríguez de Fonseca encarga a Bartolomé Ordóñez. Un obispo que mantiene pleno contacto con toda esta pléyade de artistas, mientras está destinado en Palencia y cuando ocupa finalmente el episcopado de Burgos (desde 1514), donde conocerá ya a la segunda generación de maestros. Destacando por entonces otras figuras venidas desde centro Europa, como Felipe de Bigarny; quien junto a Diego de Siloé, brillaban a principios del cinquecento español. Así es como encarga a Francisco de Colonia la “puerta de la pellejería” de la catedral burgalesa y a Diego de Siloé, la famosísima “escalera dorada”. Contratando después a un socio de los Colonia, llamado Bartolomé Ordoñez, que esculpirá todas las tumbas de sus familiares (más tarde situadas en Coca). De este modo comenzaron las obras en el templo caucense de Santa Ma. la Mayor -en 1510-, siendo Juan Guas, Juan de Ruesga y Juan Gil de Hontañón quienes realizaron las trazas (70) . Finamente, un año antes de su muerte -sucedida en 1524-, los dos hermanos Fonseca (Juan y Antonio) dotan al templo, para que tenga fondos suficientes y puedan terminarse sus obras.

De enorme importancia fueron también los legados y mecenazgo que Juan Rodríguez de Fonseca realizó en su villa natal: Toro. Donde se preocupó de levantar un hospital y restaurar su casa solariega, a más de dotar a la colegiata con un bello retablo pintado por Lorenzo de Ávila. Hechos que Vasallo Toranzo recoge minuciosamente en dos de sus libros (“Arquitectura de Toro...” y “Los Fonseca...”); narrando el modo en que dio dinero e intento levantar esos edificios, en el lugar que le vio nacer. Donde, como recordaremos, estaba la casa solar de sus abuelos (Juan A. de Ulloa y Beatriz de Fonseca); que sabemos se situaba entre las actuales calles: Puerta de Morales, Botello y Delhy Tejero -muy cerca de San Julián y de San Lorenzo-. Un edificio que había sido heredado por su tío Alonso de Fonseca (el viejo), aunque en usufructo, por lo que allí siguió viviendo su madre (Beatriz de Fonseca, la abuela de Juan). Pero que fue derruido en 1474, cuando el cabildo de Toro decide expulsar a la anciana Beatriz, viuda de Ulloa; debido a que sus hijos eran isabelinos. Lo que sucede cuando se declara beltranejo su alcaide, Juan de Ulloa (primo de la desterrada). Hecho por el cual destruyen la casa solariega de estos Fonseca, reduciéndola a escombros; palacio, que en verdad pertenecía a Juan A. de Ulloa. Tras la muerte de la abuela Beatriz, en Alaejos, donde pudo refugiarse; y la llegada de la reina Isabel al Trono. El solar fue heredado por Juan, quien procura ir levantando poco a poco una nueva casa solariega, en el lugar donde nació. Allí inició las obras desde 1515, con Martínez de Revilla y el “famoso” Martín de Bruselas que -al parecer- él trajo desde Flandes. Aunque pese a ser uno de los edificios tardogóticos más importantes de Toro; en 1525 su hermano Antonio desiste continuar con las obras de rehabilitación (debido a su alto coste). Tras ello, la heredó su nieto Francisco, quien la cede a los Carmelitas; que no continuaron allí por el mal estado en que se hallaba. Pese a ello, su estructura y columnas perviven hasta hoy; dejando vestigios de aquello que hubo hasta que en el siglo XVII, la casa de Alba (herederos del edificio) lo dejara caer -pasando a convertirse de nuevo en escombros-. Existiendo todavía algún sillar en el lugar, que mantiene el escudo de los cinco luceros, que representaba a la familia (71) .



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, la famosa “escalera dorada” que encargó Juan Rodríguez de Fonseca a Diego de Siloé; para que reconstruyese la bajada desde la calle superior (de Fernán González) a la nave central de la Catedral burgalesa (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, marcado en el mapa de Toro, el lugar donde Vasallo Toranzo dicta que se encontraba la casa palacio de los Ulloa-Fonseca. Como podemos ver, ocupaba toda la manzana entre las calles: Puerta de Morales, Delhy Tejero, Botello y Puerta Nueva. Un solar que podemos calcular en unos 6.000 metros cuadrados. Abajo, esquina entre Puerta de Morales y Delhy Tejero; donde estuvo antaño el referido palacio de los Fonseca.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, un dibujo mío de la “puerta de la pellejería” en la parte trasera de la Catedral de Burgos. Abajo, foto de la misma zona y de la puerta que hizo Francisco de Colonia, bajo el mecenazgo de Juan Rodríguez de Fonseca (mientras fue obispo de Burgos). La zona ha estado desde hace años cerrada; debido a que se llevaba a cabo su restauración.







Recoge Vasallo Toranzo también la historia del llamado Hospital de la Asunción y los Dos Santos Juanes, que levantó en Toro, Juan Rodríguez de Fonseca (72) . Narrando como lo funda el relojero Juan Dorado, entre 1508 y 1514; dotándolo y manteniéndolo a sus expensas; levantando allí un pequeño edificio. Más tarde, llegaría hasta el hospital el famoso obispo Juan Rodríguez de Fonseca, colaborando en la obra. Para lo que entabla un acuerdo con Juan Dorado y determina en su testamento -de 1523- los bienes y cantidades con los que va a dotar esta obra; tanto como su uso. Pero en 1524, tras morir el prelado, la iniciativa y los fondos pasan a los señores de Coca y Alaejos (su hermano Antonio y más tarde a su sobrino Francisco). Por lo que muy pronto habrá desacuerdo entre los hijos de Antonio Fonseca y los nietos de Juan Dorado, entrando ambas partes en pleito. Debido a ello, en 1562 se redactan nuevas capitulaciones, ya que Juan Dorado había creado un pequeño edificio, para atender a las gentes del lugar; pero los Fonseca no deseaban ese tipo de fundación. Por lo que pronto se demolirá aquel hospital inicial, para elevar uno de enormes proporciones. Es así como se contrata al cantero Juan Perea, quien en pleno Renacimiento, crea un edificio de estilo gótico; entre cuyas salas destaca una capilla (famosa por su artesonado).

Para terminar este bosquejo sobre la vida de Juan Rodríguez de Fonseca, diremos que tras la muerte de Fernando el Católico, llegan al poder nuevos personajes (como Francisco de los Cobos o Ruiz de Mota); cuyo talante y peso humano era muy distinto a los hombres que gozaban de la confianza de Isabel la Católica. Ello, junto a los enfrentamientos continuos del prelado, debido a su cargo como comisionado en Indias; hizo que el obispo fuera cada vez más denostado. Primero, tras oponerse a las ideas de Cristóbal Colón, con el que chocó repetidamente (pese a que su pugna contra el almirante no le trajo grandes consecuencias). Más tarde, cuando tuvo que enfrentarse a Bartolomé de las Casas y a numerosos clérigos que le tildaban de “realista” (favorecer a la Corona), sin cumplir su deber para con El Vaticano. Finalmente, al entrar en litigio contra Hernán Cortés; un hecho que verdaderamente hundió el prestigio y la figura de Juan R. de Fonseca. Quien tras enemistarse con el conquistador de México, se vio relegado de todos sus cargos para las Américas y postergado socialmente. Debido a ello, recogíamos antes las palabras que le dedicaba la RAH en su biografía, dictando:Durante mucho tiempo la valoración de su obra se vio condicionada por los juicios peyorativos de dos contemporáneos: Fernando Colón y Bartolomé de Las Casas, que pesaron más que los elogios de Pedro Mártir de Anglería o la amistad de Nebrija". A cuanto hemos de unir que en ese modo peyorativo, también era apodado el “muy macizo cristiano”; por su gordura más que por su devoción y generosidad. Finalmente también sufre numerosos desengaños familiares; entre los que habíamos visto su distanciamiento con Mayor de Fonseca y Toledo (la sobrinastra, a la que tanto ayudo y que adoptó como tutor). Asimismo, en el mismo tiempo se sucedieron problemas con sus otros primos obispos y de igual apellido; debido a que la rama de los Acevedo -a la que pertenecían Alonso II y Alonso III de Fonseca-, deseaban el arzobispado de Toledo. Pugnando Juan por el cargo y perdiéndolo frente a su sobrino (Alonso III); provocando ello que las familias no volvieran a hablarse. Pese a que Alonso II le había ayudado enormemente durante su estancia en Salamanca, incorporándole a las clases de Nebrija. Un último hecho que le hace caer en desgracia se produce cuando su sobrina nieta, Mencía de Mendoza (hija de María de Fonseca y Rodrigo D. de Vivar), se casa con el príncipe de Nassau y señor de Breda -muy cercano al emperador Carlos I-. Momento en que esta heredera legítima de los señoríos de Coca y Alaejos, reclama su mayorazgo ante la justicia; entrando en litigio contra Antonio durante un decenio. En este estado y situación, muere Juan Rodríguez de Fonseca, dejando su legado enteramente a su hermano Antonio; encargándole la terminación de la iglesia de Coca, la casa solariega de Toro y el referido Hospital de La Asunción y dos Santos Juanes (hoy llamado del obispo). Edificios que habían quedado inconclusos y de los que tan solo se pudo finalizar Santa Ma. de Coca -más o menos conforme su mecenas encargó-.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres imágenes del Hospital de La Asunción y dos Santos Juanes, en Toro (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). Su claustro, durante una exposición dedicada a la moda (hemos de destacar que los paneles con telas, desvirtúan su verdadera perspectiva de tipo gótico renacentista).









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, planta segunda del mismo edificio. Abajo, exterior y fachada del antiguo hospital; foto tomada durante la celebración de las fiestas de la Vendimia en Toro.









II – Teresa de Ayala y Cervantes. Tuvo con Fernando de Fonseca y Ulloa una segunda hija, llamada Beatriz, o bien María.

II-3b) Beatriz de Fonseca y Ayala.

Es mencionada por Vasallo Toranzo como segunda hija de Fernando de Fonseca y Teresa de Ayala; aunque en el libro de LOS FONSECA, LINAJE Y PATRONATO ARTÍSTICO, la incluye con el nombre de María (ver imágenes). Sabemos que murió en 1505 y que era mayor que su hermano Juan, venido al mundo en 1451; por lo que debió nacer hacia 1450. Se cita como dama de la reina Isabel la Católica (73) .



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: cuadros genealógicos con los descendientes de Antonio de Fonseca y Ayala (hijo de Fernando Fonseca y de Teresa Ayala). Arriba, esquema realizado por mí. Abajo, el presentado por Vasallo Toranzo en su libro “Los Fonseca, linaje y patronato artístico”.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
de nuevo la tumba d Fernando Fonseca y Ulloa, junto a Teresa de Ayala; en la iglesia de Santa Ma. de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). Al lado, detalle de sus escudos en el sepulcro; en grande, el blasón de los Fonseca y al lado, el de los Ayala. Abajo, los progenitores de Juan y de Antonio Fonseca y Ayala.








II – Teresa de Ayala y Cervantes. Tuvo con Fernando de Fonseca y Ulloa un primer hijo, llamado Antonio de Fonseca y Ayala.

II-3a) Antonio de Fonseca y Ayala: Sobre el que extensamente hemos tratado en la “leyenda de María de Fonseca y Rodrígo Díaz de Vivar” (74) ; debido a que pugnó durante años por ser el IV Señor de Coca y Alaejos (títulos que ostentaba aunque en verdad el mayorazgo lo deberían haber recibido sus sobrinas, las hijas de su hermanastro Alonso (primogénito de Fernando de Fonseca y su primera mujer). Fue asimismo señor de Castrejón y Valdefuentes. En un breve bosquejo de su persona, añadiremos que era un famoso guerrero y consejero militar de los Reyes Católicos. Siempre se mantuvo fiel a Isabel y Fernando, con los que luchó en Andalucía, hasta lograr la toma de Granada; siendo un general tan solo comparable con el famoso Gran Capitán. Poco después, sería nombrado embajador de los soberanos, en múltiples ocasiones. Asimismo, logró el favor de Carlos I, siendo uno de los que más fieramente luchó contra los Comuneros; logrando acompañar al emperador desde su primera venida a España. Destacó por su enorme valor y su carácter fuerte; aunque en su contra se halla el hecho de que instigase tanto, para que su hijo Juan se casase con María de Fonseca y Toledo (sobrinastra suya). Con ello quería unificar las dos ramas y resolver el problema del mayorazgo de Coca y Alaejos; aunque para resumir su vida, comenzaremos por una amplia nota biográfica, y más tarde profundizaremos en el problema sucesorio de los Fonseca con el mayorazgo, que aparentemente usurpó Antonio a sus sobrinas (María y Mayor).

Nace Antonio de Fonseca antes de 1550, como primer hijo de un segundo matrimonio que celebró su progenitor (Fernando); caído en la segunda Batalla de Olmedo (agosto de 1467). Donde murió defendiendo al infante Alfonsito, hermano de la que años después sería Isabel la Católica. Pese a su primogenitura, no tenía derechos sobre los mayorazgos de su padre, que -en principio- heredaría su hermanastro Alonso; todo lo que le hizo encaminarse hacia la carrera militar (del mismo modo que la tercera plaza en sucesión, obligó a Juan R. de Fonseca a tomar los hábitos). Por lo demás, hemos de suponer que su infancia fue muy similar a la del resto de sus hermanos; viviendo en Toro y junto a su madre, hasta que la progenitora fallece en 1463 (tal como dicta la lápida de su tumba, que hemos visto antes, en imágenes). Fue entonces, cuando podemos considerar que pasa a residir junto a su padre y bajo la tutela de su tío Alonso, en el castillo de Coca. Recordaremos que este hermano de su progenitor, fue el más famoso de los prelados Fonseca. Conocido como Alonso I (el viejo), fue arzobispo de Santiago y Sevilla, a más de capellán de Juan II y consejero del rey Enrique IV. Del que dice su sobrino -Juan Rodríguez de Fonseca- en sus memorias; que les proporcionó una magnífica educación, fundamentada en humanidades y ciencias (lo que se denominaba en el Renacimiento: Trivium y Quadrivium). Estudiando los hermanos sus primeras lecciones en la antigua parroquia de Santa Ma. de Coca y pasando a completarlas en Salamanca y Sevilla. Aunque mientras Juan se encamina a estas universidades, sabemos que Antonio ya se había alistado en los ejércitos de Castilla, participando en las más cruentas batallas de Reconquista, que todavía se daban en Andalucía. Pero su gran triunfo se produce cuando junto a sus primos más cercanos, participa y gana la Batalla de Toro (en 1576). Un hecho crucial para que Isabel I comience a reinar definitivamente; aunque no será hasta 1480 cuando logre el trono pleno; desde que su sobrina Juana (la beltraneja) reconoce su derrota y da por finalizada la guerra civil.

De tal manera, ya habíamos destacado como en 1474 la villa de Toro se declara bajo el mandato de Juana I (la beltaneja); que con solo trece años se había casado con su tío, el rey Alfonso V de Portugal. Dictaminando el alcaide toresano (uno de los Ulloa) que se expulsase del lugar a Beatriz de Fonseca y se derribase su palacio, debido a que sus nietos apoyaban al bando opuesto -los isabelinos-. En esa situación, se declara la guerra; debiendo entrar en batalla el mismo príncipe Fernando (marido de Isabel), quien sufre una primera derrota en Tordesillas, durante el mes de agosto de 1475. Aunque muy pronto se rearma y hace frente a las tropas de Portugal y a su rey Alfonso, que pugnaban por dominar Castilla. Finalmente, un año más tarde, ganó la batalla de Toro, tras vencer en Zamora; gracias al asesoramiento de mandos oriundos, entre los que destacaron: Antonio de Fonseca, su hermanastro Alonso y su primo Alonso de Fonseca y Quijada (otro famoso obispo). Hechos que muy bien recoge Adelaida Sagarra Gamazo, escribiendo: "Alonso Fonseca y Avellaneda, combatió en la batalla de Toro, en la Vega del Duero, entre esta ciudad y Zamora, tal como lo recogió Andrés Bemáldez en su crónica". Del mismo modo, luchó allí su primo Alonso de Fonseca y Quijada, quien logró dar entrada a las tropas de los Reyes Católicos en la villa toresana. Lo que la autora recoge del siguiente modo: "Don Alonso de Fonseca y Quijada fue pieza fundamental en la toma de esta plaza, que era junto a Zamora, el gran bastión de los portugueses en Castilla. Efectivamente, Fonseca -señor de Villanueva de Cañedo, y obispo de Avila esperaba frente a las murallas de Toro con las tropas de la reina, pero la ciudad se mostraba inexpugnable. Sólo por la zona del río la vigilancia era menor, debido a lo escarpado del terreno. Gracias a la información recibida de un tal Bartolomé, pastor, el obispo Fonseca supo que el único punto por el que sería posible penetrar en la ciudad era precisamente el cañón de la Magdalena. Guiadas por el toresano, las tropas de doña Isabel entraron en la plaza fuerte la noche del 19 de septiembre" (75) .

Es importante destacar que la de Toro no fue propiamente una batalla, sino un “sitio” que duró varios meses (desde marzo hasta octubre de 1476), donde proliferaron las familias que se cambiaban de un frente a otro; sucediéndose las dudas sobre el final de la contienda. Dilucidándose en un semestre la victoria de los Reyes Católicos, más por los pactos y actos realizados durante ese tiempo, que por las luchas militares. Pues si analizamos la referida batalla; realmente, en el primer golpe no hubo vencedores. Debiendo quizá considerarse que al principio, fue el bando de Portugal (los beltranejos) quienes más suerte tuvieron. Aunque pasados los meses, las fuerzas fueron debilitándose y muchos de los bastiones tradicionalmente fieles a Enrique IV, pasaron a apoyar a Isabel y Fernando. Por cuanto en septiembre de 1476 se rindió Toro y se dio por ganada esta parte de una guerra civil; en la que se decidía si la reina iba ser Juana, o su tiastra Isabel (que subió plenamente al trono en 1480 ). Así fue como en octubre de 1476, los nuevos monarcas recibirían a toda la nobleza castellana, que les rendía pleitesía e Medina del Campo.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres imágenes de Santa Ma. la Mayor de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgarlas); donde podemos ver la tumba de Antonio de Fonseca y Ayala. Arriba, vista del altar mayor, con el sepulcro en el suelo, en la nave de crucero. Al lado y abajo, dos detalles de la lápida de Antonio de Fonseca, en el templo que levantó junto a su hermano Juan.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
dos fotos más de Santa Ma. la Mayor de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgarlas); donde podemos ver las proporciones del templo -con una persona, para conocer la escala-. Abajo, detalle nuevamente de la tumba de Antonio de Fonseca; el único de todos los aquí enterrados de la familia, que carece de escultura en su sepulcro.







Debemos considerar que desde este momento, los referidos hermanos Fonseca (Alonso y Antonio) serían capitanes principales de Fernando (consorte de Castilla y sucesor en Aragón). Aunque sobre Alonso (el mayor), sabemos que una vez tranquilizado el reino y tras llegar la paz (después de 1480), se dedicó a gestionar sus posesiones en Coca y Alaejos; heredadas de su tío Alonso I (el viejo) a través del legado de su padre. Mientras Antonio, como segundón, después de la victoria en Toro, debió seguir la carrera militar; alistándose en las guerras de Reconquista; destacando primero en las tomas de Loja y Ronda (1585/86), donde se dice que luchó valerosamente y hasta salvó la vida del monarca Don Fernando. Todo lo que le valió el título de Capitán General de los ejércitos y corregidor de Plasencia y de Jaén. Más tarde, como persona de confianza de los Reyes Católicos, fue elegido desde 1493 para que disuadiese al soberano de Francia (Carlos VIII) de sus pretensiones por dominar Italia. Siendo al año siguiente nombrado embajador ante la Corte gala, debiendo evitar que los franceses invadieran Nápoles y continuasen avanzando sobre territorio italiano. Produciéndose por entonces la famosa anécdota y los hechos que se comentaron en toda Europa; cuando Antonio de Fonseca se atrevió a realizar un tremendo desplante ante el rey de galo. Lo que sucedió en un momento en que Carlos VIII despreció la oferta de paz hispana, que Antonio de Fonseca le transmitía por boca de sus soberanos. Riéndose el francés cuando el embajador sugirió que retirase su ejército del puerto de Roma; porque ello, podía provocar una guerra. Dejando entonces, el soberano una carta en la mano del representante hispano, para que se la entregase a los Reyes Católicos. Ante lo que Antonio de Fonseca, tomó con desprecio la misiva y la partió en mil trozos, reprobando al galo; advirtiendo del peligro al que exponía a su ejercito, si no obedecía los deseos de los de España. Una actitud, que en vez de enfadar al francés, parece que le divirtió; expresando que nunca había visto tanto primitivismo y falta de protocolo -semejante al de los no civilizados-.

Sea como fuere, parece que la embajada cumplió su función y los militares franceses dejaron el puerto de Ostia (76) . Este referido hecho famoso, ya lo habíamos expuesto en nuestros trabajos anteriores, citando un curioso libro de Manuel Otero Toral, que comienza con un poema renacentista. Donde se alaba y canta la historia del personaje, con los siguientes versos del poeta portugués, Jorge de Montemayor:

Soy Fonseca, cuya historia

en Europa es tan sabida

que, aunque se acabó la vida,

no se acaba la memoria.

Fui servidor de mi rey,

a mi patria tuve amor,

jamás dexé por temor

de guardar aquella ley

qu´el siervo debe al señor.” -idem (76) -

Más, siguiendo con la biografía de Antonio de Fonseca, hemos de destacar que tras la famosa “hazaña”, los reyes le nombran mayordomo mayor y le entregaron la riquísima dehesa de Espadañal, en Plasencia, junto a la antigua ciudad romana de Capera (Caparra, en Cáceres). Más tarde, continuará el general cumpliendo misiones encomendadas por sus monarcas; viajando por toda Europa (Italia y Austria, preferentemente), para recoger adhesiones a España. Principalmente “amigos” que hicieran frente a los franceses, en su actitud expansiva; todo lo que había llevado al rey galo a unirse con los turcos, con el fin de invadir -junto a los musulmanes-, el Mediterráneo y gran parte de Centro Europa. Es en estos viajes, cuando Antonio de Fonseca interviene en 1497 para concertar la boda entre la hija de Maximiliano de Habsburgo, con el príncipe Juan (hijo de los reyes Católicos). Formando así una gran liga entre ambas naciones; pues su hermano Felipe, llamado “El Hermoso” y heredero de Maximiliano I; ya estaba casado con Juana (la hija de Isabel y Fernando, hermana del príncipe Juan). Sabido es que a los seis meses de celebrarse el matrimonio entre Margarita y Juan, el primogénito de Castilla fallece; por lo que su viuda vuelve a Flandes, tras sufrir un parto prematuro (donde el nasciturus muere). Pese a ello, es crucial la función que realizará esta cuñada de Juana “La Loca”; manteniéndose al cuidado y siendo tutora del príncipe Carlos, hasta que fue proclamado emperador y viaja a España. Asimismo, la amistad entre ella y los hermanos Fonseca se mantendrá -al menos- hasta que Juan desaparece de la vida social y mientras Antonio sigue realizando funciones como hombre de confianza de Carlos I -prácticamente un año antes de su fallecimiento en 1532-.

Es así, como en 1503 se le nombra Contador del Reino (similar a ministro de Hacienda) y tras la muerte de la reina Isabel I (en 1504) media para que venga a nuestras tierras el marido de Juana I; denominado Felipe I -pese a ser un consorte-. Aunque a la llegada de este nuevo monarca, los hermanos Fonseca caen en desgracia; al igual que todo hombre cercano al rey Fernando -principalmente los que fueron personajes de confianza para Doña Isabel-. Así, con Felipe el Hermoso, sufre un nuevo revés; debido a que ese rey consorte de Castilla decide disminuir la fuerza de todo personaje fiel a su suegro, Fernando El Católico. Por lo que le retiran las posesiones y heredades en zonas tan destacadas, como Plasencia y Jaén; siendo destituido en su cargo de Contador Mayor del Reino. Todo lo que narramos, se une a la muerte de su primogénito, Pedro (sucedida en 1507), al que intentó casar con María (su sobrina); lo que resultó un mazazo para Antonio Fonseca, haciendo que empeorase su carácter.

Aunque, como ya dijimos, a los seis meses de aparecer en nuestras tierras, muere el flamenco rey; tan famoso por su buena planta, como por sus malos modales y peor comportamiento con el suegro y su esposa. Momento en que vuelve Fernando como regente de Castilla (debido a la incapacidad de su hija Juana); revirtiendo toda orden de cese, dada por su yerno. Recuperando en el mismo año de 1507 los cargos y sus puestos, tanto Antonio como Juan de Fonseca; que serán reincorporados al reino en sus antiguas plazas y como personajes cruciales. Volviendo Antonio a ocupar su rango de General, interviniendo en Portugal y Navarra, al menos hasta 1516 (fecha del fallecimiento de Fernando el Católlico). Siendo así, como en 1517 se pone bajo las órdenes del Cardenal Cisneros, que le pide ayuda para sofocar numerosas sublevaciones que se producen en el territorio, ante la noticia de la llegada de un nuevo monarca extranjero. Tras morir el cardenal regente y a la venida del emperador, son elegidos para asesorar al joven rey; debido a este que conocía a los hermanos Fonseca (amigos de su tía Margarita) y porque ambos dominaban el idioma francés -seguramente también el alemán; debido a sus misiones de diplomacia-. De este modo serán favorecidos por Carlos I, quien en 1518 nombra a Antonio Contador del Reino (de nuevo); mientras designa y ratifica a Juan, en su comisionado de Indias.

Asimismo, cuando el monarca marcha en 1520 hacia centro Europa, para ser coronado emperador; nombra a Antonio de Fonseca Capitán General, con pleno mando y bajo la sola autoridad de Adriano de Utrecht. Es en esos meses cuando se producen los hechos que ya hemos comentado: El levantamiento de los Comuneros y la orden para que Antonio fuera a Medina del Campo, con el fin de recoger las piezas de artillería que se guardaban en esta plaza. Ante la negativa a darle paso a la localidad, parece que incendia algunas de las casas de entrada al centro; para que le dejasen acceder con sus tropas. Momento en que los rebeldes, en vez de apagar ese fuego, lo avivaron; con el fin de acrecentar el conflicto. Provocando aquellas llamas, el incendio de la mayor parte de Medina del Campo; del que se culpó al general que encabezaba la misión. Lo que obligó a Fonseca a ser relevado de su cargo y a huir de España; al observar la manifiesta impopularidad que su persona adquiere. Tanta, que tras la quema de Medina, las gentes del lugar derriban la casa familiar que allí tenían los Fonseca, usando sus maderas para transportar las piezas de artillería. Marchando primero hacia Alaejos, donde -ayudados por los cañones y bombardas-, destruyen el castillo de los Fonseca, dejándolo arruinado. Unos hechos que obligan a Antonio a cruzar la frontera de Portugal y marchar hacia Lisboa; tomando un barco en este puerto, para dirigirse a Flandes e informar al emperador de lo que sucedía. Allí, coincidirá con personajes como Luis de Quijada, señor de Villagarcía de Campos; quien también había sufrido el incendio de su castillo palacio y de sus posesiones, por no sumarse a los sublevados Comuneros.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres imágenes donde podemos ver el triste estado en el que se encuentra el castillo de Alaejos (Valladolid); un baluarte que fue palacio y fortaleza de los Fonseca, pero que durante la guerra de Comunidades quedó destruido. Más tarde, pasó a usarse como cantera artificial (tomando los lugareños sus piedras), para quedar reducida a unos pocos muros.









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
lo que queda del castillo de Alaejos (Valladolid) y sus casas que rodean el recinto. En este lugar fue custodiada por los Fonseca, Juana de Avis, esposa de Enrique IV; aunque el sobrino de Alonso Fonseca, actuando como mayordomo y cuidador, tuvo tantas atenciones con la reina, que la dejó embarazada. Sucedió en 1468 y el hecho motivó más sospechas sobre la paternidad de la primera hija de esta soberana; la famosa Juana, denominada beltraneja por considerar que el padre era Beltrán de la Cueva y no Enrique IV. En esta situación y tras parir gemelos Juana de Avis, se promovió el pacto de Toros de Guisando (muñido por Alonso de Fonseca -el viejo-); pues todos dudaban sobre la posibilidades de acceso a la corona, de esa niña llamada Juana y apodada beltraneja.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
dos imágenes de Alaejos. Al lado, dibujo de Carlos Adeva, donde imagina el castillo en su estado casi completo. Abajo, lámina de John Both (77) en la que vemos cómo estaba el castillo de Alaejos en 1809 (a nuestra izquierda). En ella podemos observar que no estaba tan derruido y que la destrucción ha sobrevenido en estos doscientos últimos años, al ser usado como cantera por los lugareños.



Acabada a guerra de Comunidades, regresa Antonio Fonseca a Castilla, para ser de nuevo nombrado Capitán General y eximido de todo cargo por el incendio de Medina del Campo. Pese a este reconocimiento del emperador, es a partir de estos años cuando comienza a caer en desgracia, debido a que en 1523 su sobrina nieta se casa con el señor de Breda. Generándole problemas esta unión entre Enrique de Breda (príncipe de Nassau) y Mencía de Mendoza; hija de María de Fonseca, la sobrina que rechazó casarse con su hijo -pasando a huir junto al conde de Cenete-. Pues al ser el príncipe de Nasau, un gran amigo del emperador, y al vivir junto a su esposa Mencía en Breda, realizaron una gran labor de zapa contra él; manifestando que Antonio era un usurpador en los señoríos de Coca y Alaejos y que les había robado la herencia de su abuelo -Alonso-. Iniciando en 1524 un pleito esta hija de María de Fonseca (Mencía), reclamando el mayorazgo y el legado; lo que tuvo una gran proyección social y judicial, que se prolongaría hasta la muerte del propio Antonio de Fonseca. Momento en que los jueces dictaminaron que el heredero legal de los señoríos y del mayorazgo de Coca y Alaejos era el primogénito de Antonio y no su sobrina Mencía de Mendoza y Fonseca.

Tras recordar el tema de la sucesión, en el párrafo anterior; para terminar la biografía de Antonio de Fonseca, resumiremos una vez más el litigio sobre la herencia y la cuestión del mayorazgo; de los que dijimos que escribe Adelaida Sagarra como “hasta los primeros años del siglo XVI, tres señores habían ido ocupando el señorío de Coca y Alaejos: don Fernando, don Alonso y don Antonio (…) El arzobispo de Sevilla había dispuesto que a su muerte le sucediera su hermano Fernando de Fonseca y Ulloa, casado dos veces: en primeras nupcias con María de Avellaneda, de quien tuvo un hijo, Alonso; de segundas con doña Teresa de Ayala, de la que tuvo tres, Antonio, Juan y Beatriz.” Continúa narrando la autora, como Fernando premurió al creador de los mayorazgos; el arzobispo Alonso I, que se los había legado en testamento otorgado en 1460. Por lo que la posesión revirtió al prelado hasta que fallece. Por cuanto el segundo heredero -finalmente- fue el hijo de Fernando (llamado Alonso Fonseca y Avellaneda), tras morir Alonso I, creador del señorío de Coca y Alaejos. Explicando Adelaida Sagarra: “Don Fernando, señor de Coca y Alaejos participó, como todos los nobles de su tiempo en las luchas y rivalidades entre los hijos del Rey Juan II. Fonseca defendió a don Alfonso frente a don Enrique en las cercanías de Olmedo, con sus propias armas y 150 de sus vasallos. Allí recibió un lanzazo del duque de Alburquerque, muriendo a los pocos días -el 11 de septiembre de 1467”- Hemos de destacar que el arzobispo Alonso I (que instituyó el mayorazgo), no muere hasta 1473; cuando, tal como dice la autora: “Heredó entonces el señorío don Alonso de Fonseca y Avellaneda, quien en 1474 -en unas circunstancias políticas difíciles y delicadas- firmó un acuerdo con los caballeros de Olmedo, con el fin de auxiliarse mutuamente ambas villas, y dirimir sus desavenencias sobre términos entre los alcaldes y regidores de dichos lugares” (78) .

Sigue el libro de Adelaida Sagarra, con las siguientes palabras: “Durante el tiempo que ocupó el Señorío de Coca y Alaejos, don Alonso de Fonseca y Avellaneda recibió grandes mercedes de la Corona como pago a sus servicios y como garantía del mantenimiento de la autoridad” (…) “Mientras tanto, don Antonio de Fonseca y Ayala, que sería el cuarto señor de Coca y Alaejos se había marchado como capitán general a combatir contra los moros, todavía dueños, entre otras, de la ciudad de Ronda. En la estrategia pensada para el año 1485 no entraba solamente una campaña” (..) -Hemos de recordar, que Antonio de Fonseca y Ayala, era el hermanastro de Alonso; nacido de la segunda mujer de Fernando (padre de ambos)- (…) “Acudieron a Andalucía todas las casas grandes, con sus primogénitos, desplegando un lujo que causó escándalo a algunas personas. El reino entero empezaba a considerar la guerra como cosa propia” (…) “Ronda capituló el día 21. Al día siguiente los vencedores hicieron una entrada solemne. Se dio a la población la opción de pasar al Reino de Granada, emigrar a Africa o instalarse como mudéjares en cualquier lugar castellano sin fortificar” (…) “Tras la conquista de la plaza, don Antonio fue nombrado, además, Justicia Mayor, recibiendo en recompensa por sus valiosos servicios, repartimientos y mercedes de tierras en Ronda” (…) Antonio “Debió recibir entonces, como una nueva merced de los Reyes, la heredad del Espadañal, en el término de Plasencia, que tres años después fue exenta del pago de la alcabala hasta su muerte” - idem (78) -.

Sobre el mencionado III señor de Coca (Alonso Fonseca y Avellaneda), hay numerosas noticias, al margen de su ejercicio como primogénito de la saga; que le daría derecho pleno a recibir las heredades legadas por su tío (el arzobispo Alonso I “el viejo”). De tal manera, de su vida no solo conocemos los numerosos pleitos, como propietario de esos señoríos; sino varios hechos que muestran bastante caciquismo (como era normal entre los nobles de la época). Pese a todo, hay que destacar el gran proyecto de rehabilitación que llevó a cabo en el castillo de Coca. Baluarte que gracias a este tercer señor, terminaría convertido en una verdadera joya del arte mudéjar. Ante el carácter del hermano y conociendo la relevancia social de la que gozaba Antonio de Fonseca -amigo y asesor de Fernando el Católico-. Parece comprensible que su hermanastro Alonso, quisiera casar a su primogénita con el primer vástago de este. Lo que evitaba toda lucha y discusión por el mayorazgo, cuando él muriese. Pero la hija mayor de aquel III señor de Coca no cedería a los deseos de su padre; negándose a unirse con su primastro. Pues María había conocido a un famoso caballero, llamado Rodrigo (Díaz de Vivar) y Mendoza; quien se sintió totalmente embelesado por la belleza de la primogénita de los Fonseca. Se trataba de un hijo del cardenal Mendoza, un apuesto y rico galán, conocido por sus gestas en batalla; que propuso matrimonio a esa dama. Pero el padre de ella, Alonso de Fonseca y Avellaneda, se negó al enlace; comunicando que ya tenía concertadas sus esponsales, con el primogénito de su hermanastro Antonio (al que tan solo le faltaba edad; ya que era unos diez años más joven que la pretendida).

Pese a ello, Rodrigo y María -con la ayuda de su madre- contrajeron nupcias secretas en Coca, en 1502. Además, con el fin de proteger los intereses de los hermanastros Alonso y Alfonso de Fonseca, ordenó que el mayorazgo de Coca y Alaejos tan solo pudiera heredarse por vía masculina. Asegurándose que un fortín tan importante siempre estuviese bajo el control de su fiel embajador, Antonio; y pretendiendo que de ese modo María se olvidase del romance con Rodrigo (viéndose obligada a casarse con su primo). Pero ni la enamorada, ni el galán que la cortejaba, se dieron por rendidos y así comienza la historia que escribimos en LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS. Una historia que se inicia cuando en 1504, el padre de María, harto ya de las negativas de su hija, la obliga a contraer nupcias con el primo. Descubriendo entonces, que su María ya había celebrado matrimonio “de conciencia” y que la segunda boda (concertada por él) era nula. Por cuanto -parece ser- que en ese mismo año muere el progenitor de María -de preocupaciones o de enfados-; pasando el castillo a su hermanastro y no a las hijas de Alonso (que quedaron bajo la tutela de Antonio, proclamado así IV señor de Coca).

La muerte de Isabel la Católica se sucede un año más tarde, precisamente casi a la vez que la de su hermanastro Alonso (III señor de Coca). Por lo que, de algún modo, Antonio sufre un mazazo al fallecer la reina, lo que disminuye su actividad social; por lo que dedica sus esfuerzos en heredar el señorío; entregándose de pleno a ello. Entrando en sus posesiones con verdadero brío, debido a que su sobrina María no había aceptado a su primogénito como marido. Por lo que el mayorazgo de los Fonseca quedaba de algún modo en litigio; pese a que la reina Isabel había ordenado que solo podía pasar por línea masculina (desestimando la referida primogenitura de María). Es entonces y tras divulgarse las Leyes de Toro (que impedían heredar a toda hija que se casase sin autorización paterna) cuando Antonio se retira al Castillo de Coca, como IV señor de la villa. Dedicándose a decorar al modo andalusí su interior, creando un bellísimo palacio, donde celebrará sus fiestas y recepciones. Aunque, como ya dijimos, tras la llegada de Felipe el Hermoso, sufre un nuevo revés; debido a que ese rey consorte de Castilla decide disminuir la fuerza de todo hombre de confianza de su suegro (Fernando El Católico). Será entonces cuando le retiran las posesiones y heredades de Plasencia y Jaén; siendo destituido en su cargo de Contador Mayor del Reino. Poco después, en 1507, muere su primogénito, al que intentó casar con María (su sobrina). Hechos que marcaron -sin duda- el destino de aquella María de Fonseca; a la que primero mandó apresar en Arévalo y luego recluir de por vida en el Convento de las Huelgas de Burgos. Aunque finalmente, desistió perseguir más a su sobrinastra, y dejó de tomar venganza contra el enamorado Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, que se había casado en secreto con ella. Como dijimos, el mayorazgo debía haber pasado a la hija de María y Rodrigo (Mencía de Mendoza, princesa de Nassau); mujer de enorme belleza y rebeldía. Aunque todos los derechos legítimos de primogenitura finalmente los heredó su tiastro Antonio; al que sabemos, la Reina Católica encomendó el señorío de Coca, con el fin de que este castillo y el de Alaejos, estuvieran bajo el control de un hombre de absoluta confianza para la Corona (79) . Siendo tan importante esta historia que hemos narrado, que impulsó algunas de las leyes de Toro, testadas por Isabel la Católica (entorno a la incapacidad de heredar para las mujeres que contravinieran los deseos paternos).




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
tres imágenes del castillo de Coca. Arriba, cuadro de Navarro, tal como lo expone la Fundación Rodera-Robles (Segovia); a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra foto. Al lado y abajo; pinturas en las paredes del castillo, que debemos suponer pertenecen a la fase en que Antonio lo mandó decorar, como un palacio andalusí.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
fotos del interior del castillo de Coca, a cuya fundación agradecemos nos permita divulgarlas. Al lado, mi mujer junto a las pinturas interiores de las paredes, para comprender la escala. Abajo, una curiosa piedra conmemorativa que posiblemente se trate de un sillar fundacional, en que se hablaría de Antonio Fonseca, mayordomo mayor.





RESUMEN: Concluiremos esta pequeña historia sobre la vida de Antonio de Fonseca y de su hermano, Juan Rodríguez de Fonseca; realizando un colofón con orden cronológico, para que pueda comprenderse la importancia de estos dos personajes:

- 1450/1455: Nacen Antonio y Juan, pasando su infancia en Toro. Su padre (Fernando) era “Ayo” de Isabel de Trastámara (la posterior Reina Católica); por lo que hemos de imaginarlos criándose junto a ella, entre Madrigal y Arévalo.

- 1463/1467: Muere la madre de ambos (Teresa de Ayala) en 1463 y pasan a residir con su padre, en Coca -junto a Alonso, su hermanastro mayor-; donde actúa como preceptor su tío Alonso I de Fonseca (el viejo).

- 1467/1474: Muere su padre en la segunda batalla de Olmedo (1467) y quedan bajo la tutela de su tío Alonso, el famoso arzobispo de Sevilla; quien se preocupa de que reciban una educación esmerada.

- 1474/1480: Juan pasa a ser hombre muy cercano a Isabel la Católica, que se proclamará reina en 1475. Durante el tiempo en que acompañó a la princesa, guardó gran amistad con Fray Hernando de Talavera (confesor de ella; conocido como hombre bueno y gran humanista). Asimismo, poco después, Juan estudia en Sevilla y en Salamanca, bajo la dirección de su primo Alonso II (obispo de Santiago); donde será discípulo de Elio Antonio de Nebrija. Por su parte, en 1475 Antonio de Fonseca se enrola en el ejército de D. Fernando y un año más tarde, vence en Toro (donde su ayuda es indispensable; luchando junto a su hermanastro Alonso). Mas tarde, continúa en la guerra civil, logrando los isabelinos finalmente la victoria y la expulsión de Juana la Beltraneja, que renuncia a sus derechos en 1480.

- 1480/1493: Juan se presenta a las oposiciones de cátedra en retórica, de Salamanca, sin obtenerlas. Se produce en él una gran decepción, que le hace ingresar como clérigo. En el año 1493 toma los hábitos como presbítero en Barcelona; donde verá regresar a Cristóbal Colón del primer viaje. Antonio se enrola en las guerras de Reconquista andaluzas; participando en la toma de Loja y de Ronda, salvando incluso la vida de rey Fernando. En 1492 cae Granada y es nombrado Capitán General, a más de comendador de Jaén y Plasencia.

- 1493/1500: Juan ocupa diferentes cargos, como el obispado de Palencia, donde realiza numerosas obras de mecenazgo. Es nombrado comisionado para las Indias, enfrentándose a Cristóbal Colón, que deseaba hacer esclavos a los amerindios y cuya intención mayor era la explotación de las tierras descubiertas (no su evangelización e incorporación a la civilización hispanorromana, como era la idea de Fonseca). Antonio es nombrado embajador de los Reyes Católicos y actúa en 1494 frente al rey Carlos VIII de Francia, intentando que no prosiga con sus deseos expansionistas hacia el sur y en su invasión de Italia. Tiene un encontronazo con el monarca galo, al que advierte del peligro de guerra con España, si sigue avanzando. Más tarde, viajará Antonio Fonseca a Flandes y Austria, donde habla repetidamente con Maximiliano I; advirtiendo que el rey francés se había aliado con los turcos, con el fin de invadir Italia y centro Europa. Realiza una gran liga con Austria, al intervenir en el matrimonio entre Margarita de Austria (hija del emperador Habsburgo) y el príncipe Juan (primogénito de los Reyes Católicos). Matrimonio que se celebra en 1497, aunque muy pronto el príncipe Juan fallece, y Antonio ha de volver con Margarita a Flandes. En lo que se refiere al problema de Francia y su avance hacia Nápoles y otros territorios de España; el genio militar de El Gran Capitán, llega a resolver la invasión, obligando a las tropas galas a retroceder y regresar a sus tierras.

- 1500/1504: Juan (obispo de Plasencia) es nombrado embajador en Flandes, para tratar sobre el tema de la heredera de los reyes Católicos: Juana. A quien hace venir y acompaña hasta España, para que jure su cargo, en 1502; tras la declaración de heredera, hecha en Toledo ese año, regresa a Flandes su marido (Felipe el Hermoso). Después, Juan acompaña a esta princesa y la hospeda junto a su madre, en Medina del Campo; debido al mal estado mental que observan en ella. La Reina Católica comienza a enfermar y Juan Rodríguez de Fonseca la ayuda en sus últimos momentos, redactando su testamento y las Leyes de Toro -junto a Pietro Mártir de Angleria-. Durante esos años, Antonio de Fonseca es nombrado Contador del Reino, a su regreso de Centro Europa.

- 1504/1506: Muere la reina Isabel y deben ir los hermanos Fonseca hasta Flandes, para recoger a su esposo, Felipe, debido a que ella se encontraba enajenada. Dejan en los Países Bajos al hijo de ambos (Carlos, futuro emperador), con cuatro años y en manos de su tía Margarita d Austria, que actuará como tutora hasta que herede la corona. Juran en España Juana y Felipe como reyes y él pasa a ser monarca de Castilla, habida cuenta la incapacidad de su mujer. Pese a la problemática situación, el recién coronado no deseaba contar con el asesoramiento, ni la compañía, de su suegro (Fernando). Establece la Corte en Burgos, en 1506 y expulsa de sus cargos a todos los hombres de confianza de los Reyes Católicos, comenzando por quitar posesiones y retirar de sus nombramientos a los hermanos Fonseca. Tan solo un semestre después de llegar a España (en septiembre de 1506), Felipe el Hermoso muere de “un soponcio”, mientras jugaba a la pelota. Dicho fallecimiento, que se supone oficialmente causado por la peste o por beber agua fría; debió tratarse de un complot, donde participarían todos los partidarios de Fernando y quienes habían gozado de la confianza de Isabel (a los que expulsó de la corte el nuevo rey).

- 1505/1516: Muerto el soberano extranjero, regresa Fernando como regente de Castilla, debido a que el deceso de Felipe había empeorado el estado mental de su mujer (Juana I). Los Fonseca retornan a sus cargos y Juan será nombrado obispo de Burgos y reafirmado como comisionado de Indias; mientras Antonio es de nuevo Capitán General (participando en diversas batallas contra Portugal y Navarra). Juan comienza a ser mal visto en Sociedad, debido a sus continuos encontronazos con los conquistadores y evangelizadores de América.

- 1516/1517: Muere Fernando el Católico y ambos se ponen al servicio del Cardenal Cisneros, a quien ayudan a disolver las revueltas que se producían en Castilla.

- 1517/1520: A la llegada de Carlos I, este elige a los hermanos Fonseca como hombres principales del reino; ya que conocían a su tía Margarita y habían estado con él en Flandes. Además, ambos podían asesorar al emperador; debido a que el joven no hablaba español y la mayoría de castellanos eran incapaces de comunicarse directamente con el nuevo monarca.

- 1520/1521: Carlos I marcha hacia Centro Europa y nombra a Antonio Fonseca, Capitán General, con pleno mando. En agosto de 1520 se recrudecen las revueltas de los Comuneros y Antonio tiene que reclamar a la villa de Medina del Campo, las piezas de artillería que allí guardaban. Ante la negativa de los ciudadanos a entregarlas, los soldados de Fonseca queman las casas de la entrada al pueblo y el incendio se extiende por toda la localidad; seguramente, avivado por los sublevados. Este hecho le obliga ser destituido y marcha a Flandes para narrar al emperador lo que sucede. A su vuelta, junto a Carlos I en 1521; Antonio de Fonseca es restituido en todos sus cargos y nombrado Contador del Reino, de nuevo. En lo que refiere a Juan, desde estos años y viéndose enfermo, se dedica a preparar su testamento y a obras de mecenazgo; principalmente, la iglesia de Coca y el hospital de los Dos Santos Juanes, de Toro.

- 1521/ 1523: Fallece Juan Rodríguez de Fonseca en 1523, legando prácticamente todo a su hermano Antonio, que recibirá una importante colección de cuadros, a más de una gran fortuna; debiendo continuar con las obras iniciadas y dotadas por el obispo. En 1523 muere también María de Fonseca, la sobrina que no quiso por marido al primogénito de Antonio; por lo que poco después, se casa la hija mayor de esta María (y de Rodrigo, conde del Cenee) llamada Mencía de Mendoza. Contrayendo matrimonio con el príncipe de Nassau; lo que comienza a dañar la imagen de Antonio de Fonseca, a quien se le atribuye haberse quedado con la herencia de esa rama femenina familiar. En 1524 Mencía de Mendoza, señora de Breda y Nassau, interpone una demanda sobre el mayorazgo y los señoríos de Coca y Alaejos. Poco a poco, el prestigio y la fuerza social de Antonio Fonseca va desvaneciéndose; aunque en 1532 el juez falla a favor de él.

- 1532: Muere en Coca Antonio de Fonseca y sus hijos pueden heredarle, gracias a la sentencia dictada unos meses antes; aunque en diversos momentos, reclamarán el mayorazgo los descendientes de María y de Mayor de Fonseca y Toledo. De tal modo, en 1560, la hermana de Mencía (María, condesa de Saldaña y marquesa de Cenete), vuelve a tomar la demanda; esta vez contra Francisco de Fonseca, nieto de Antonio, que muere sin sucesión en 1578. A su muerte los mismos señoríos y mayorazgos son reclamados por los marqueses de La Guardia, también sucesores de Mayor y de los duques del Infantado, marqueses de Cenete (80) .


SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, dibujo mío imaginado de Antonio de Fonseca; de quien no tenemos escultura, ni pintura con su retrato
(el modelo de este dibujo mío ha sido un Antonio Fonseca, de Toro; amigo mío y simpático compañero de fiestas). Al lado, otro árbol genealógico de los Fonseca, esta vez del libro de Eduardo Pardo G. Valdés (81) . Abajo, cuadro tomado del libro de Vasallo Toranzo (82) , línea de los marqueses de Ayala, desde los señores de Coca; Antonio de Fonseca y Ayala, Francisco de Fonseca y Ayala.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado,
exterior de la iglesia de Santa Ma. la Mayor, de Coca (en ella vemos que no se han completado plenamente las portadas, ni la fachada). Abajo, pila bautismal de esta parroquia (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen); en esta antigua pila, recogida del templo anterior, románico; se bautizaron los descendientes de Antonio de Fonseca.









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado,
Santa Ma. la Mayor, de Coca; donde estudiaron, se bautizaron o hicieron sus vida eclesiástica, los hijos de Fernando Fonseca y Ulloa. Siendo el lugar de culto más tarde, para los descendientes de Antonio Fonseca. Abajo, los descendientes del segundo matrimonio de Antonio de Fonseca; señores de Coca y Alaejos, que terminan siendo condes de Ayala.







Antonio de Fonseca y Ayala: Tuvo dos mujeres y tres hijos:

I - Francisca de Alarcón y Quesada (hija del Señor de Valverde del Júcar, Veguillas, Hontecillas y Talayuelas); madre de Pedro Ruiz de Alarcón y Fonseca, al que en 1504 quisieron casar con su prima María de Fonseca. De él sabemos, que poco después de la boda fallida, y cuando es liberado el conde de Cenete en 1505; llevaba escolta en todo momento, argumentando que el marido de su prima María quería matarle. Fallece en 1507, sin dejar descendencia

II- Mencía de Ayala y Sarmiento; madre de Hernando de Fonseca Ayala, y de Juan de Fonseca Ayala.

II-3a,1º) Hernando de Fonseca Ayala: Recoge detenidamente su historia, Vasallo Toranzo (83) , escribiendo que se trataba de un joven enormemente problemático y con una enajenación similar a la que tuvo el príncipe Carlos (hijo de Felipe II). Pues se divertía con juegos enormemente crueles, llegando a asesinar a compañeros. Pese a ello, el padre no reconocía su falta de juicio y quiso que ingresara en el ejército, de donde fue expulsado por las fechorías que cometía. Finalmente, el padre, tuvo que reconocer la incapacidad de este hijo Hernando, debiendo encargar a su hermano menor (Juan) que se ocupase de él; nombrando heredero al segundo en línea. Cuatro años después de que el progenitor fallezca, muere este Fernando de Fonseca y Ayala (en 1536); sin poder contraer nupcias y sin capacidad legal.

II-3a,2º) Juan de Fonseca y Ayala: nos dice Vasallo Toranzo -idem (83) - que tras morir en 1507 el primogénito de Antonio de Fonseca (llamado Pedro, nacido de su primera mujer); dejó el mayorazgo al siguiente, que era el hijo mayor del segundo matrimonio. Este, que se llamaba Hernando o Fernando, pronto dio claros indicios de inestabilidad mental; y, pese a que el padre deseaba que le heredase, parecía imposible dejar nada a su cargo. De tal modo, hubo de cambiar los planes pensados para el segundo (Juan) al que quería hacer cura -como lo fue su hermano homónimo-. Nombrando heredero al segundón, para que se casase y tuviera descendencia; asignándole la misión de curar y cuidar de su hermano Hernando. Por su parte, los estudios de sacerdocio que realizá Juan, de joven, le permitieron ser un hombre culto; destacando por su colección de libros, entre los que contaba con numerosos ejemplares de Erasmo (entonces censurados por la Inquisición).

Juan de Fonseca y Ayala, V señor de Coca y Alaejos casado con Aldonza Álvarez de Toledo (de la casa de Alba), fueron padres de:

II-3a,2ºa) Francisco Fonseca y Álvarez de Toledo: Según escribe Vasallo Toranzo -idem (83) -, Juan de Fonseca y Ayala, V señor de Coca y Alaejos, casado con Aldonza de Álvarez de Toledo; tienen cuatro hijos. Un varón y tres mujeres, llamados: Francisco, María, Mencía y Aldonza. Continúa el autor escribiendo que las hijas mueren pronto, pero el varón (Francisco) se casará con su prima Juana de Fonseca, hija de Alonso de Fonseca, señor de Tejada. Esa rama de la familia, estaba muy unida a Felipe II y tenían una gran fortuna. Pero el matrimonio se anula en 1571, debido a impotencia. En 1593 este Francisco Fonseca, muere y le sucede el hijo de su hermana María; que es creado conde de Ayala.

II-3a,2ºb ) María de Fonseca y Álvarez de Toledo casada con Fernando de Toledo (III señor de Villoria): Padres de:

II-3a,2ºb-1) Antonio Francisco de Ayala Fonseca y Toledo; primer conde de Ayala. Narra Vasallo Toranzo -idem (83) - que fue creado conde de Ayala; pero sus descendientes despilfarraron la fortuna. De tal manera, que en solo dos generaciones, se arruinan. En 1675, el tercer conde de Ayala se ve en bancarrota; por lo que se absorve su condado por los de Monterrey (aunque lo reclamaba también la rama de Veragua).

II-3a,2ºc ) Mencía de Fonseca y Álvarez de Toledo casada con Luis Álvarez de Toledo y Mendoza, IV señor de Mancera. Padres de:

II-3a,2ºc, 1 ) Mencía de Toledo

II-3a,2ºc, 2 ) Isabel de Toledo

II-3a,2ºc, 3 ) Pedro de Toledo y Leyva; I marqués de Mancera, virrey del Perú

II-3a,2ºc, 4 ) Enrique de Toledo y Leyva, IV señor de Mancera

II-3a,2ºc, 5 ) Sancho de Toledo y Leyva

II-3a,2ºc, 6, 7, 8 ) tres hijos más, cuyo nombre no conocemos.

Fonseca Álvarez de Toledo. Fallecida de niña


BAJO ESTAS LÍNEAS: Cuadro mío con los descendientes de Fernando de Fonseca y Ulloa; destacando los hijos de su tercer matrimonio, habidos con Inés de Ribera.



TERCERA ESPOSA DE FERNANDO DE FONSECA Y ULLOA, PADRE DE ALONSO, ANTONIO Y JUAN:

III – Inés de Ribera, tercera esposa de Fernando de Fonseca. En la mayoría de los estudios sobre la familia Fonseca, se considera que no tuvieron hijos. Pero Vasallo Toranzo -idem (83) - descubre su descendencia; afirmando que había dos niñas más, al morir Fernando en 1467 (caído en la segunda batalla de Olmedo). Al parecer, antes de enviudar Inés, nacieron dos mujeres; que no serían admitidas por el resto de la familia. Pues los hijos de los dos primeros matrimonio, pleitearon contra Inés de Ribera, por la herencia. A ello hemos de añadir, que si Teresa de Ayala (madre de Juan, Beatriz y Antonio de Fonseca) fallece en 1463 y Fernando (el padre) en 1467; tan solo quedaron cuatro años de intervalo, para que este progenitor se volviera a casar (con Inés Ribera) y tuviese dos hijas más. Niñas que no conocerían a su padre; quien -además- contaba ya con casi sesenta años, cuando contrae estas últimas nupcias.

III-3a) Beatriz de Fonseca y Ribera casada con Francisco de Zúñiga señor de Villoria

III-3b) Bernardina (monja)



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, Cuadro mío, con los descendientes de Catalina de Fonseca y Ulloa; que consideramos la cuarta hija nacida de Beatriz de Fonseca y Juan A. de Ulloa. Tuvieron seis hijos, de los que vivieron cinco; pues el mayor (Juan) muere muy joven en las luchas de poder. Así, el que se considera como primero, fue Alonso de Fonseca y Acevedo, conocido como Alonso II (obispo de Santiago); cuyos descendientes emparentaron con los condes de Monterrey. El segundo, Luis de Acevedo; casado con Teresa das Mariñas de Haro (o Ginebra de las Mariñas), de los que descienden los marqueses de Mirallo; heredó el mayorazgo al morir Juan. La tercera, Aldonza de Acevedo y Fonseca. La cuarta, Juana de Acevedo y Fonseca,casada con Rodrigo de Mendoza. La quinta hija fue María de Acevedo y Fonseca, casada con Pedro de la Vega. Abajo, esquema de la familia Acevedo y Fonseca (señores de Tejado) tal como lo presenta Vasallo Toranzo en su libro sobre LOS FONSECA (pag 41).



BAJO ESTAS LÍNEAS: otro diseño mío, donde vemos la línea de sucesión del primero de los hijos con descendencia de Catalina de Fonseca y Ulloa: Alonso II de Fonseca, arzobispo de Santiago. Observemos como en la segunda generación, se une a la casa de Monterrey, siendo el nieto de Alonso II de Fonseca, III conde de Monterrey (título más tarde heredado por los duques de Alba). Asimismo, otro nieto de Alonso II; pero descendiente de su hijo Alonso III (también arzobispo de Santiago), se enlaza con la línea del segundo hijo de Catalina: Luis de Acevedo y Fonseca, que hereda el mayorazgo de El Tejado.



4º hija de Beatriz de Fonseca y Juan A. de Ulloa, Catalina de Fonseca y Ulloa: se casó con Diego González de Acevedo, señor de El Tejado; contador del Reino de Castilla; asesor militar de Juan II, con el que guerreó en Andalucía contra los reinos taifas. Su padre (Juan González de Acevedo ) fue uno de los grandes maestros de la Universidad de Salamanca.

Catalina Fonseca y Diego Acevedo tuvieron cinco hijos:

4-a) Juan Fonseca Acevedo: Primogénito de Catalina Fonseca y Diego Acevedo. Sabemos que muere en 1461 y algunas crónicas recogen que cae luchando junto a su tío Fernando o bien en el bando de su tío Alonso I (el viejo). Tras ello, pasa el mayorazgo a Luis, debido a que el siguiente hijo ya iba para clérigo y se suponía que no tendría descendencia (al menos legítima).

4-b) Alonso Fonseca Acevedo, conocido como el obispo Alonso II de Fonseca:

Nacido en Salamanca en 1440, estudió en su ciudad natal y gracias a las presiones de su tío Alonso Fonseca I (Alonso “el viejo” arzobispo de Sevilla -hermano de su madre-), fue nombrado obispo de Santiago. Al llegar a ese destino, intervino en las pugnas entre nobles gallegos, optando por una de las facciones perdedoras; lo que le acarreó una condena. Pronto, su tío Alonso I, propuso sacarle de la cárcel ofreciendo dinero; un hecho que se convirtió en un escándalo. Finalmente todo llegó a mayores y se propuso desterrar a ambos prelados (al tío, Alonso Fonseca I y a este sobrino suyo; que fue conocido como Alonso II). Para no manchar más la imagen de la Iglesia y de las familias enfrentadas, se llega a la solución de intercambiar las diócesis; proponiendo el de Sevilla trasladarse durante diez años a Santiago y allí usar sus artes para arreglar los problemas entre los nobles gallegos. Así se hizo, marchó el viejo a Galicia, mientras iba Alonso II a la capital andaluza. Pero el trabajo del arzobispo mayor por apaciguar Compostela fue muy efectivo; por lo que en 1464 -cuatro años después- ya había logrado acuerdos entre la aristocracia norteña, pidiendo ser devuelto a su verdadero episcopado -junto al Guadalquivir-.

Fue entonces cuando, asombrado, vio que su sobrino Alonso II, decidía no intercambiar sedes, por estar enamorado de la ciudad andaluza; afirmando que en ella le necesitaban más que a su tío. Comunicando que no iba a intercambiar el obispado de Santiago y contando la leyenda, que pronunció el famoso dicho: -“quien se fue de Sevilla, perdió su silla”- (no como se conoce la frase). Finalmente, el rey Enrique IV y su valido Beltrán de la Cueva, junto a otros poderosos -como el duque de Medina Sidonia-; tuvieron que enviar barcos al Guadalquivir, para sacar a este Alonso II de su “silla” sevillana y llevarle de nuevo por mar hasta Santiago; reponiendo así al viejo Alonso I en el obispado hispalense (en 1464).

Estas y otras circunstancias, habían granjeado al arzobispo Alonso I (el tío) varios enemigos, entre los que se encontraban sus antiguos aliados, los hermanos Villena y Girón. Quienes comienzan una revuelta contra el rey Enrique IV, apoyados por el arzobispo de Toledo (el famoso Carrillo de Acuña). Así dieron órdenes para que Alonso “el viejo” fuera hecho preso en Sevilla y se expropiasen todas sus posesiones en Alaejos y Coca; aunque antes de prenderle alguien le avisó y pudo huir de Andalucía, para llegar a Castilla, donde se refugió. Más tarde se supo que quien le advirtió de que le iban a apresar, fue el mismo que pidió al rey su encarcelamiento: el marqués de Villena. Quien deseaba, que el arzobispo y los Fonseca se hicieran partidarios del infante Alfonsito (hermanastro del soberano), un adolescente que muy pronto se sublevaría, proclamando ser monarca de Castilla -rechazando a Enrique IV; con la ayuda de Villena, entre otros-. De este modo, el obispo Alonso I y su sobrino Alonso II; se declararon a favor de los rebeldes y firmaron en 1464 el Manifiesto de Burgos, por el cual se reconocían los derechos dinásticos de Alfonsito. Pero muy pronto el rey Enrique devolvió todo lo requisado en Alaejos y en Coca, con el fin de que los Fonseca no se adscribieran a la causa ajena. Pidiendo entrevistarse con el jefe de la saga; celebrando el rey una reunión en 1465, con Alonso I, en el monasterio de La Mejorada de Olmedo. Debido a esta ayuda y a la reconciliación en Olmedo -en mi opinión- el obispo Fonseca el Viejo; ofrece a Enrique IV protección para su mujer. Propone así que lleven a la reina Juana de Avis al castillo de Coca o al de Alaejos, localidad que se halla entre Zamora, Salamanca y Valladolid; señorío suyo, donde por entonces vivían los Fonseca Castilla (Beatriz, su hermana mayor, casada con Pedro de Castilla, nieto de Pedro I rey). Allí llegaría antes de la Navidad de 1468, la soberana mujer de Enrique IV; pero meses más tarde, Juana estaba embarazada de seis meses por “gracia y favor” del hijo de los Castilla Fonseca (Pedro el Mozo), quien fue padre de dos gemelos que tuvo la reina a primeros de 1469 (fecha dudosa).

Volviendo a Alonso Fonseca II, el hijo de Catalina y sobrino de Fonseca “el viejo”; diremos que fue famoso como estadista y conocido por su mecenazgo en Salamanca; donde está enterrado (en Las Úrsulas; convento maravilloso, actualmente cerrado). Aunque antes de estudiar su figura, realizaremos un breve bosquejo de su vida, basándonos en el estudio de Mercedes Vázquez Bertoemeu (84) y en lo que la Real Academia de la Historia nos dice.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres imágenes del monasterio de La Asunción, también llamado de Santa Úrsula de Salamanca (conocido como Las Úrsulas). Arriba y abajo, su torre; al lado, puerta barroca, con el escudo de los Fonseca. Esta institución, fundada y patrocinada enteramente por Alonso de Fonseca II, es donde se está su tumba (esculpida por Diego de Siloé). Actualmente se encuentra cerrada al público; pese a ser uno de los mejores conventos de la ciudad. Antaño, lo visitamos varias veces, pero no conservo fotos del sepulcro de Alonso II de Fonseca, por lo que paso a recogerlo en imágenes liberadas en la red.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: El monasterio de La Asunción en Salamanca (conocido como Las Úrsulas; al que agradecemos nos permita divulgar las fotos). Al lado, detalle de su magnífica torre; abajo, la tumba de Alonso II de Fonseca (foto b/n tomada en la red).









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
imágenes del sepulcro de Alonso de Fonseca II, esculpido por Diego de Siloé y encargado en 1529 por el hijo del prelado (Alonso III, también obispo de Santiaago). Podemos verla tal como se conserva en el monasterio de La Asunción de Salamanca (conocido como Las Úrsulas). Al lado, detalle de la cara del prelado. Abajo, toma general del cuerpo, en su talla.






BAJO ESTAS LÍNEAS: de nuevo, el sepulcro de Alonso de Fonseca II, esculpido por Diego de Siloé; (monasterio de La Asunción de Salamanca). Vista lateral, del inigualable conjunto escultórico.



Debemos comenzar por la venida al mundo de Alonso II de Fonseca Acevedo, fechada hacia 1440, siendo hijo de Catalina de Fonseca y Ulloa y Diego González de Acevedo, contador del Reino de Castilla y señor de El Tejado. Su abuelo paterno fue un conocido doctor en leyes, miembro del Consejo Real, que asesoró a Enrique III, a Juan II y hasta a Fernando de Antequera (luego, Fernando I de Aragón). Se considera que nació en la casa salmantina llamada de las Cuatro Torres, palacio de su abuelo que se sitúa donde hoy está la Universidad Pontificia. Asimismo, sabemos que no fue el primero, pues tuvo un hermano mayor, llamado Juan (85) , que fallece en 1461 en las luchas llevadas a cabo por su tío Fonseca I (para obtener el obispado de Santiago en favor de este Alonso, hijo segundo del matrimonio).

Sobre sus estudios, se supone que fueron realizados en Sevilla, junto al ya referido Alonso I (el viejo), tras ser elegido arzobispo en 1454, nombrando a su sobrino “racionero del cabildo”. Logrando aquel tío suyo, que muy pronto el rey Enrique IV propusiera a este Alonso II, como prelado de Compostela. Mitra que le entregan en 1460; por lo que llega muy joven a una Galicia convulsa y crea enormes problemas entre los nobles (que estaban enfrentados). Ya hemos narrado lo que sucedió en Santiago y cómo tuvo grandes enemigos, dando con sus huesos el la cárcel este nuevo arzobispo; por lo que muy pronto fue sustituido por Alonso I (el viejo), quien vino de Sevilla y logró apaciguar los ánimos de los gallegos -en pocos años-. Pese a ello y pese a tantos favores como el sobrino debía a su protector; tras solucionar el tío los conflictos generados por él; no quiso volver a Galicia y tuvo que regresar desde el Guadalquivir, en barco y forzado por los ejércitos del rey (en 1464). Su regreso a regañadientes a Compostela parece que fue ya “digno”, ocupando el obispado con entereza e inteligencia desde 1465 (aunque con enorme fiereza, al defender sus bienes y tomar partido por todo el que se opusiera al dominio del clero). Como dijimos, en estos días de 1464, los dos prelados Fonseca se habían posicionado en contra de la futura princesa (Juana la beltraneja); hija de Enrique IV, a la que se consideraba nacida de Beltrán de la Cueva. Siguiendo la facción de Alfonsito, el hermano menor de Isabel (la futura Reina Católica), como heredero al trono. Por lo que fueron desposeídos de cargos y bienes; iniciándose en Compostela una lucha encarnizada, que culmina con la guerra civil entre beltranejos e isabelinos. Donde el arzobispo compostelano toma partido absoluto por los de Isabel, entrando en guerra contra los que apoyaban a Juana. Es entonces cuando se produce una sublevación en Galicia, que llevó de nuevo a la cárcel a Alonso II; quien fue recluido en Noya durante dos años (hasta 1467, mientras los nobles partidarios de Enrique IV se quedaban con sus pertenencias). Durante esta etapa, se produce el llamado “movimiento de irmandiño” o gran sublevación anti-señorial galaica (desde 1467 a 1469), donde se atacaron palacios y castillos de toda la cornisa galaica (incluidas los del cabildo).

Asimismo, ya vimos que en 1467 se vivía una guerra civil en Castilla, entre partidarios de Enrique IV y su hija Juana (la beltraneja); enfrentados a quienes apoyaban a Alfonsito, como futuro rey. Lucha en la que muere Fernando de Fonseca (tío de Alonso II y hermano del arzobispo Alonso I -el viejo-); llegándose a un acuerdo en Guisando (1468) cuando Alfonsito aparece muerto y la princesa Isabel decide pactar con su hermanastro -seguramente, para que no la “eliminasen”, como habían hecho con el infante-. Dicho acuerdo de los Toros de Guisando, que reconocía a Isabel en algunos de sus derechos; fue muñido y organizado por Alonso I (el viejo), sabiendo que desde allí nacería la futura reina de Castilla (bien fuera Juana o Isabel). Fue entonces cuando Alonso II (junto a otros nobles gallegos), emprendió una guerra contra los que habían llevado a cabo la revolución de “irmadiño”; llegando finalmente a un acuerdo con ellos, para evitar males mayores. Aunque durante los años setenta del siglo XV, Alonso II de Fonseca dedicó enormes esfuerzos a luchar contra aquellos sublevados y a recuperar sus antiguas tierras. No logrando vencerles, decide hasta excomulgarles y usar todo su poder eclesiástico para desacreditar a los de la revuelta; promoviendo asimismo luchas encarnizadas contra ellos, en las que participará su hermano (Luis de Acevedo). Es entonces cuando une a sus familiares con nobles gallegos, partidarios de su causa; contrayendo matrimonio su hermano Luis, con Ginebra de las Mariñas (o Teresa das Mariña de Haro); mientras su hermana Aldonza se casa con Lope Sánchez de Moscoso .

En 1475 se posicionó a favor de Isabel I, como reina proclamada; dando su apoyo para esa Corona, a la que desobedecían numerosas familias gallegas importantes (partidarios de Juana -la beltraneja-). Comenzando en 1476 una guerra entre bandos gallegos, donde Alonso II participó activamente apoyando a los isabelinos (en especial en tomas como la de Pontevedra). Llegando así a recuperar todas sus tierras y el poder del obispado en Santiago (que había decaído enormemente, desde la sublevación de “irmadiño”). Pero cuando logró la victoria plena, en 1480; vio que tristemente los Reyes Católicos deseaban desmantelar el feudalismo -al que culpaban de las guerras civiles, y no tanto a su sobrina Juana-. Todo lo que suponía que los bienes y poderes del prelado Fonseca pasarían a ser controlados y decantados por un gobernador real (Fernando de Acuña); puesto en Galicia para este fin. Asimismo, en 1481, los Reyes Católicos le nombran presidente del Consejo Real; lo que obligará a Alonso II abandonar Compostela; favoreciendo así la imagen de Isabel y Fernando (quienes conocían los enormes enemigos que el arzobispo tenía en su episcopado y provincias adyacentes). Con estas decisiones, los Reyes Católicos logran apaciguar Santiago y consiguen que lo que antaño se dirimía en batalla (entre sus familias y poderosos); pase a litigarse en los juzgados. Asimismo, y para premiar los servicios de Alonso II -a la vez que retirarle de su sede episcopal-; los soberanos le nombran en 1484 Presidente de la Real Chancillería de Valladolid (donde se establecían los grados de nobleza y su prueba). Tras ello, el arzobispo comienza a residir en Salamanca y trabajar en Valladolid; momento en que un riquísimo Alonso Fonseca II, presta enormes cantidades de dinero a los monarcas, para las batallas de Reconquista en Andalucía (lo que culmina con la toma de Granada en 1492). Aunque es entre 1486 y los años noventa, cuando se presentan infinidad de pleitos contra el poderoso prelado, que ya solo decide tratar con la Corte y vivir en Salamanca.

Asimismo, hay que destacar que se enamoró hacia 1470 de su prima María de Ulloa, señora de Cambados hija de Lope Sánchez de Ulloa, señor de Ulloa; con la que tuvo dos hijos: Alonso y Diego. Llegando a ser el primero también obispo de Santiago, al que se conoce como Alonso III; mientras el segundo tuvo una triste y corta vida, cercenada en batalla. Por cuando decimos, el padre (Alonso II de Fonseca) en esta época, tuvo como preocupación mayor, dejar “bien colocados” a sus hijos; principalmente a Diego -señor de Babilafuente-, al que casa con la primogénita del conde de Monterrey. Aunque, como hemos dicho, Diego de Fonseca tristemente muere poco después (en 1496) caído en el Rosellón. Momento en que el arzobispo se dedica a proteger a su nieto, futuro conde de Monterrey; que nace precisamente el año en que desaparece el padre (luchando contra los franceses). Una tutoría sobre el nieto, en que se reclama la custodia; debido a que la madre contrajo nuevas nupcias, casándose la condesa de Monterrey por segunda vez (obligando el abuelo a que esta madre reconociera al primogénito huérfano, como único heredero del título) . Por todo ello, desde aquel momento, los esfuerzos de Alonso Fonseca II fueron mayores, para lograr una gran carrera a su otro hijo que quedaba en vida; conocido como Alonso III de Fonseca (del que hablaremos más tarde). Llegando a viajar a Roma, a comienzos del siglo XVI, para presentar su renuncia a la mitra de Compostela, con el fin de que el Papa la pasara a este segundo hijo suyo -Alonso III (tal como El Vaticano admite hacer, el año 1507)-. Muere un lustro más tarde (en 1512) para ser enterrado en el convento de La Anunciación; conocido como las Úrsulas de Salamanca que había sido erigido bajo su mecenazgo. Obra que terminó su hijo (Alonso III) por designio del padre, y cuya tumba encargaron a Diego de Siloé (en imágenes anteriores).

Además de edificar a sus expensas el mencionado monasterio de Santa Úrsula, en la misma ciudad patrocinó la restauración plena de San Benito, iglesia donde fue bautizado. Colaborando con numerosos hospitales y en especial, en creación de Colegios Mayores, la impresión de importantes publicaciones (muy costosa por entonces) y en restaurar templos en Castilla y Galicia (destacando la Iglesia de Santa Ma. la Mayor de Pontevedra). Sobre este tema, nos dirá Mercedes Vázquez Bertomeu: “Es constante en la historiografía la referencia a los Fonseca -muy especialmente respecto a su hijo, pero también en relación a él y a la familia en general- como importantes patronos de las artes y las letras, en particular como impulsores del humanismo en Castilla. En líneas generales, la información disponible sobre esta faceta de su personalidad es muy escasa; pueden, no obstante, establecerse algunos hechos” (…) Destacando la autora -del siguiente modo-, su legado en el claustro de la catedral compostelana; obras que finalmente llevará a cabo su hijo Alonso III, contratando a Juan de Álava: “A su muerte, realiza una generosa donación de un millón de maravedíes para las obras del nuevo claustro y dota, además, una fiesta en honor de San Ildefonso. Sin embargo, su mayores aportaciones se dirigen hacia otra obra: el monasterio de la Anunciación de Salamanca, por él fundado. Esta fundación, que encaminará definitivamente su hijo, es autorizada por el papa Alejandró VI” (86) .



SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Santa Ma. la Mayor de Pontevedra. Iglesia que dependía del episcopado de Compostela, fue reedificada desde comienzos del siglo XVI; por iniciativa de Alonso Fonseca II y de su hijo, Alonso Fonseca III. Antaño, este templo era una pequeña parroquia románica, aunque desde el Descubrimiento de América, Pontevedra se convirtió en uno de los puertos clave de Europa. Es entonces, cuando los arzobispos Fonseca deciden reconstruirlo, bajo su patronazgo y ayudados con los fondos de la Cofradía de Mareantes (marineros de la ciudad), unida a las aportaciones de las grandes familias del lugar. Así se comienzan las obras hacia 1510, aunque no se terminarán hasta treinta años después. Su portada principal se atribuye a Cornelio de Holanda y se fecha en 1541. En imágenes: Arriba y al lado, fachada plateresca de Santa Ma. la Mayor (plena de retratos y misterios). Abajo, escudo de los Fonseca en la parte alta del templo (donde vemos también un extraño hombre esculpido en el tejado; figura que a mi juicio emula el vigía, en la cofa del barco).





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Santa Ma. la Mayor de Pontevedra. Al lado: El famoso San Jerónimo con lentes, en su portada plateresca. Unas “gafas” que suelen ser un atributo del santo, en las representaciones góticas, en virtud de su sabiduría. Abajo, entrada lateral, con dos retratos sobre la puerta, en medallón y a cada lado (al modo salmantino).








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Santa Ma. la Mayor de Pontevedra; lado izquierdo de la portada (visto de frente). Identificación nuestra de algunos personajes representados esta fachada principal. Con el 1, hemos marcado al Papa (seguramente Julio II, con el que tomaron más contacto los Fonseca). Con el 2, medallón con el rostro de Carlos I (luciendo el Toisón). Con el 3 una Sta. Catalina de Alejandría, que podría aludir a la madre o abuela de estos arzobispos Fonseca (Catalina de Fonseca).







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Santa Ma. la Mayor de Pontevedra; lado derecho (visto de frente). Identificación nuestra de algunos personajes representados esta fachada principal. Con el 1, Felipe II, de joven; también con el Toisón. Con el 2, prelado que puede ser Alonso de Fonseca (padre o hijo). Con el 3, figura que se identifica con Hernán Cortés o con Colón; aunque no creo que sea buena esta atribución; debido a que estos dos personajes eran grandes enemigos de Juan Rodríguez de Fonseca (primo de Alonso II).








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Santa Ma. la Mayor de Pontevedra; lado izquierdo, alto (visto de frente). Identificación nuestra de algunos personajes representados esta fachada principal. Con el 1, de nuevo el emperador Carlos I, con el Toisón. Con el 2, prelado que puede ser Alonso de Fonseca (padre o hijo). Con el 3, figura que se identifica con Hernán Cortés o con Colón; aunque -como hemos dicho- no creemos que sea buena esta atribución; debido a que estos dos personajes eran grandes enemigos de Juan Rodríguez de Fonseca (primo de Alonso II).






Alonso Fonseca Acevedo, conocido como el obispo Alonso II de Fonseca: tuvo prole; con su amante y prima: María de Ulloa, señora de Cambados. Hija de Lope Sánchez de Ulloa, señor de Ulloa, de Jubencos, Monterroso y Repostería. Rama directa y mayor, de los Ulloa establecidos en Toro, cuyo hijo Juan Alonso, se casó con Beatriz de Fonseca, abuela de este Alonso II de Fonseca. María de Ulloa, a su vez estaba casada con Álvaro Páez de Sotomayor, sin descendientes; antes de amancebase con Alonso de Fonseca.

Nacieron dos hijos del obispo Alonso Fonseca Acevedo con su amante María de Ulloa:

4-a1) - Diego de Acevedo Fonseca y Ulloa, señor de Babilafuente. Que se casó con su prima Francisca de Zúñiga y Ulloa, II condesa de Monterrey. Tuvieron un hijo, nacido póstumo en 1496 Alonso (Alfonso) de Acevedo y Zúñiga, III Conde de Monterrey "Señor de Biedma", "de Ulloa", "de la casa de la Ribera" que se casó con María Pimentel de Mendoza

Sobre este Diego de Acevedo Fonseca y Ulloa nos dice la página SYMBOLA DIVISAS O EMPRESAS HISTÓRICAS: “Fue hijo del Arzobispo de Santiago de Compostela, don Alonso II de Fonseca, y de doña María de Ulloa, hermana del I conde de Monterrey, con la que estaba amancebado. A su vez esta dama estaba casada con Álvaro Paez de Sotomayor, con quien no tuvo descendencia. Don Diego era hermano de Alonso III de Fonseca y Ulloa, arzobispo de Santiago entre 1507 y 1523 y de Toledo entre 1523 y 1534. Se casó con su prima Francisca de Zúñiga y Ulloa. Con esta alianza matrimonial se acrecentó el patrimonio de la Casa de Monterrey, ya que don Diego aportó los mayorazgos de Acevedo y Fonseca (en la provincia de Salamanca) y los lugares de Moriningo, Sandomingo, Buenbarba, Garcigalindo y la villa de Babilafuente. Su hijo, don Alonso de Acevedo y Zúñiga (1496-1559), heredó el condado de Monterrey en 1526. Don Diego falleció en 1496 durante el asedio de la fortaleza de Salses-le-Château, durante la campaña del Rosellón contra los franceses” (87) .

4-a1,A) Alonso de Acevedo y Zúñiga, III Conde de Monterrey nacido póstumo en 1496, casado con María Pimentel de Mendoza. Fueron padres de Gerónimo de Fonseca y Acevedo Zúñiga; IV conde de Monterrey. Y de Juana de Acevedo Fonseca, I condesa de Fuentes de Valdepero.

Alonso de Acevedo y Zúñiga fue el nieto por el que tanto pugnó Alonso II de Fonseca, cuando muere su hijo Diego de Acevedo , luchando en el Rosellón (con apenas veintidós años y recién casado). Logrando la custodia del niño y protegerle, para que heredase el mayorazgo y bienes de la casa de Monterrey (debido a que su madre contrajo pronto segunda nupcias). Por todo ello, el joven se sentía muy unido a los Fonseca; considerando que su tío Alonso III (obispo de Santiago y hermano de su progenitor) fue un segundo padre para él. Alonso de Acevedo fue un amigo y fiel servidor del emperador Carlos I, al que acompañó en su coronación (1530) -pues conocida era la unión entre los Fonseca y el nuevo rey-. A su regreso y tras morir su tío Alonso III de Fonseca, hereda el solar donde este arzobispo estaba construyendo su casa, en Salamanca. Lugar en el que edifica el famoso palacio de Monterrey; obra que a mi juicio se lleva a cabo en paralelo con la Casa de La Salina (diseñado igualmente por Rodrigo Gil de Hontañón y bajo la tutela de Juan de Ibarra, hijo de Juan de Álava). El proyecto,de enormes dimensiones, quedó inconcluso y el nieto de este conde de Monterrey, pretendió acabarlo casi un siglo después. Asimismo, Alonso de Acevedo y Zúñiga III conde de Monterrey, fundó el colegio de Jesuitas de Verín (Monterrey, lugar de procedencia de la familia); debido a que era gran amigo de Francisco de Borja. También colaboró con su tío Alonso de Acevedo Fonseca y Ulloa (obispo conocido como Alonso III), dotando al colegio Mayor de Santiago, que el prelado creó. Fue un hombre de gran cultura, mecenas de las artes y las letras, que residió entre Salamanca y Valladolid; siendo recordado por su gran biblioteca y por su generosidad.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Palacio de Monterrey, en Salamanca; realizado por el III conde de Monterrey, Alonso de Acevedo y Zúñiga. El edificio se levantó siguiendo todas las trazas familiares de los Fonseca (contratando los mismos arquitectos y canteros que habían trabajado para Alonso II y Alonso III, en los Colegios y palacio de Fonseca -Salamanca y Santiago-; tanto como para Da. Mayor, en la Casa de la Salina).









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Palacio de Monterrey, en Salamanca.










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Palacio de Monterrey, en Salamanca.









4-a2) - Alonso de Acevedo Fonseca y Ulloa (obispo conocido como Alonso III de Fonseca): hijo de Alonso Fonseca Acevedo (Alonso II) y de su prima y amante María de Ulloa (hija de Lope Sánchez de Ulloa e Inés de Castro Lara y Guzmán, y hermana del primer conde de Monterrey).

Se cree nacido en Salamanca en 1476 (o en Santiago) y sabemos que muere en Alcalá de Henares, en 1534; llegando a arzobispo de Compostela y de Toledo. Muy joven y cuando estudiaba en Salamanca, tuvo un hijo con Juana de Pimentel. Este se llamó Diego de Acevedo y Fonseca que se casó con su prima Elvira de Acevedo Fonseca (también bisnieta de Catalina de Fonseca, nieta de Luis de Acevedo, hermano de Alonso II).

Alonso III sucedió a su propio padre en el obispado de Santiago; donde asumió las reivindicaciones de los nobles gallegos. La herencia de la mitra, la solicitó su progenitor a Julio II en un viaje a Roma, en 1506; y fue apoyada por Fernando el Católico, en pago a los servicios prestados por la familia. Por su parte, Alonso III tuvo mano izquierda para dirigir a la aristocracia composteana, que -en su mayoría- había sido “sometida duramente” por Isabel y Fernando; debido a que apoyaban casi todos a Juana la Beltraneja. Ello llevó a que Galicia no estuviera representada en Las Cortes Reales, por lo que el arzobispo Alonso III de Fonseca, intercedió ante Carlos I, para que aceptase ciertas peticiones de sus grandes familias. Así logró mantener lejos de las revueltas comuneras a Galicia, por lo que pronto este antiguo reino recobró sus derechos y muchas prerrogativas de comercio. Por ello, fue asimismo el mediador cuando se sublevan las Comunidades en Valencia (entre 1519 y 1523); momento en que envían al viudo de María de Fonseca (Rodrigo -Díaz de Vivar- Mendoza) a luchar contra esos comuneros -llamados de “Germanías”-, mientras parlamentaba con ellos este sobrino de su mujer. Esas y otras intervenciones en política, le valieron su candidatura para el arzobispado de Toledo (que también deseaba su tío Juan Rodríguez de Fonseca); una mitra que le fue otorgada en 1523, con el claro apoyo del emperador -al que se vinculó con enorme fideidad-. De este modo, fue más tarde capellán de Carlos I, al que casó en 1526 con Isabel de Portugal y acompañó en infinidad de viajes.

Filosóficamente era muy cercano Erasmo, habiendo llegado a compartir correspondencia con el de Rotterdam; intentado que sus ideas se expandieran por nuestras tierras -todo lo que sucede con la venida de Carlos V; cuando muchos pensaron que España aceptaría el erasmismo-. Fue mucha su intención de divugar los libros de este filósofo de Flandes y sus ideas; tanta que llegó a invitarle a España mientras era arzobispo de Toledo; lo que le valió a Alonso III una sospecha de hereje -debiendo muy pronto contradecir, lo que antes había defendido- (88) . Como mecenas de las artes, fue famoso por su amor a la música, manteniendo siempre un coro en sus capillas. Como patrono de la arquitectura, en la capital de su episcopado creó el famoso Colegio Fonseca de Santiago, que fue el origen de la posterior Universidad compostelana. Un gran edificio que actualmente alberga la Biblioteca Universitaria, comprendido en el Pazo de este prelado; que Alonso III construye desde 1530 ,con el asesoramiento de los arquitectos Juan de Álava y Alonso de Covarrubias. Asimismo, siguiendo el legado de su padre, desde 1521 amplió el claustro de la catedral de Compostela, tal como Alonso II ordenaba en su testamento (después de dotar una cantidad para esta obra, antes de morir en 1512). También, el año de 1521, comenzó la fundación en Salamanca de otro colegio -llamado de Santiago el Zebedeo y conocido como colegio mayor, de los irlandeses, o de Fonseca-. Mientras encargaba a Diego de Siloé la tumba de su padre, y a Juan de Borgoña el retablo que se halla junto a este sepulcro; en el convento de las Úrsulas, de Salamanca (que como sabemos, fue fundado por Alonso II y hemos visto en anteriores imágenes). Asimismo, realizó mejoras en otros edificios de su sede episcopal y lugares de su diócesis; entre las que destacó la reconstrucción de la iglesia de Santa María la Mayor, de Pontevedra (que hemos analizado en fotos anteriores). También creó la capilla de los Reyes Nuevos, en la Catedral de Toledo y rehabilitó el palacio episcopal de Alcalá de Henares. Siendo sus arquitectos y artistas elegidos, los mejores de su época, contando con maestros como: Alonso de Covarrubias, Juan de Borgoña, Rodrigo Gil de Hontañón, Fray Martín de Santiago, Diego de Siloé, Juan de Álava, Pedro de Ibarra, o Alonso de Berruguete.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Pazo de Fonseca, en Santiago; Colegio Mayor, fundado por Alonso III en 1526, construido desde 1530 por los arquitectos Alonso de Covarubias y Juan de Álava. En fotografías, su claustro y jardín, presidido por una estatua central (moderna) que le representa.









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
dos fotos más del Colegio Mayor Fonseca, en Santiago de Compostela, fundado por Alonso III.











JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Colegio Mayor Fonseca, fundado por Alonso III: hoy Biblioteca de la ciudad.











JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
dos fotos más del Colegio Mayor Fonseca, en Santiago de Compostela (fundado por Alonso III).











JUNTO ESTAS LÍNEAS: Más fotos del Colegio Mayor Fonseca, en Santiago de Compostela, fundado por Alonso III.








BAJO ESTAS LÍNEAS: Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca, en Salamanca. También llamado colegio de los irlandeses, o de Santiago el Zebedeo; fue fundado en esta otra ciudad, también por Alonso III (Alonso de Acevedo Fonseca y Ulloa) en 1521. En imagen, su impresionante claustro; en el diseño y construcción del edificio colaboraron los tres arquitectos más importantes de su época: Rodrigo Gil de Hontañón, Diego de Siloé y Juan de Álava.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
dos fotos más del Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca, en Salamanca. A lado, acceso desde el exterior y fachada principal. Abajo, portada plateresca que da entrada a la capilla; fachada claramente labrada y diseñada por Juan de Álava.










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
capilla del Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca, en Salamanca (al que agradecemos, nos permita divulgar nuestras imágenes). Al lado, altar mayor, con un retablo pintado por Alonso de Berruguete por encargo de su fundador. Abajo, la tumba de Alonso III de Fonseca,
con una lápida en latín que traducida al español, dicta:

Para gloria del Dios Todopoderoso,

para honrar a su Madre Virgen,

para el culto purísimo del Espíritu Santo,

para Loar a Santiago Zebedeo,

para beneficio perpetuo del Estado,

para magnificencia y esplendor de esta ciudad suya,

para promover talentos de nobles sin recursos,

para fomentar el Clero,

para piadosa memoria de su propio espíritu,

y para residencia perpetua de su cuerpo.

El ilustrísimo señor don Alonso Fonseca y Acebedo,

dignísimo arzobispo, primero de Compostela y luego de Toledo,

ordenó la construcción de este Colegio,

tan venturoso como sagrado, y de esta capilla,

obras que en vida emprendió él mismo

y a su muerte dispuso que fueran concluidas.

Murió en Alcalá de Henares,

el cinco de febrero del año del señor de 1534

a los 57 años de su edad.

Aquí se custodian sus huesos,

mientras su alma descansa para siempre en el cielo.

Se repuso esta inscripción en el año del Señor de 1793.”





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
al lado, techo de la nave central en la capilla del Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca, en Salamanca. Abajo, vista de su claustro desde una escalera diseñada por Diego de Siloé.










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Claustro del Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca, en Salamanca (con su pozo central, como el de la universidad de Alcalá de Henares). Abajo, vista del claustro y el cimborrio de su iglesia; destacan los múltiples medallones con retratos de personajes, que adornan sus arcos.









RETRATOS DE LOS ARZOBISPOS FONSECA Y ACEVEDO:

Sobre las posibles representaciones de Alonso II y Alonso III de Fonseca, vamos a hacer un inciso, ilustrado por fotografías. Pues se conocen al menos dos retratos fidedignos de cada uno de los prelados. El del padre, ya lo hemos visto en su tumba de las Úrsulas, cuya estatua encargó el hijo y guarda la verdadera imagen del allí sepultado. Asimismo, se conoce un retrato de Alonso III de Fonseca (el hijo) realizado por Juan de Borgoña; pintor que trabajó para este arzobispo en numerosas ocasiones, especialmente mientras ocupó la mitra de Toledo. Se halla en la Sala Capitular, donde figuran todos los prelados que han regido esta sede y se encuentra junto al de Cisneros (su antecesor). Sobre esta obra nos dice la RAH: "Su retrato más antiguo y fidedigno lo pintó en 1526 Juan de Borgoña, cuando contaba cincuenta años, y se encuentra en la sala capitular de la catedral de Toledo. Fonseca III aparece en el retrato con una constitución física débil y enjuta. Destaca la cara huesuda y demacrada, con nariz y mentón acusados, rasgos afilados, arrugas en las comisuras y mejillas hundidas” (89) . Comparando este cuadro con otras representaciones, se llega a la conclusión de que la escultura que preside el Palacio (casa) Juan de Álava, en Salamanca (Calle Bordadores); es sin duda el mismo personaje. Sin tratarse del padre -Alonso II- ni menos del tío -Alonso I (el viejo)-; tal como manifesté erróneamente en mi anterior estudio. Presentando en este artículo que redacté unos meses atrás; la teoría de que fuera una “casa del mayorazgo” de los Fonseca, en Salamanca. Conservando la escultura del primer patriarca (Alonso I -el viejo-) en su centro y la de los dos siguientes prelados, a cada lado (Alonso II y Alonso III). Una idea que hoy he de negar como cierta; debiendo por ello presentar -en breve- un nuevo estudio, donde se narren todos los pormenores de esta casa (mal llamada de Las Muertes); que en verdad perteneció a Juan de Álava -el arquitecto preferido por Alonso III-.

Otro tema diferente, son los dos posibles retratos o figuraciones, del padre y el hijo, que lucen edificios levantados a expensas de ellos. Pudiendo verse estas figuras en la entrada del Colegio Mayor de Salamanca; que está presidido por un Santiago, bajo el que hay una ventana adornada por dos medallones, con el escudo de la familia Fonseca (cinco luceros). A los lados del referido ventanal, claramente figuran los mecenas de esta institución (Alonso II y Alonso III); ambos vestidos de arzobispos, con un libro en la mano y mitrados. Unos retratos que “dejan mucho que desear” con el parecido que guarda el de la Casa de Juan de Álava; que es una estatua fidedigna bajo la que se reseña: “El Severissimo Fonseca Patriarcha Alexandrino”. El mismo caso del Colegio Mayor de Salamanca, creemos que sucede en la portada plateresca de la iglesia de Santa Ma. la Mayor de Pontevedra. Con dos esculturas, donde también figuran dos obispos a cada lado de la entrada; en este caso sobre los bustos de Carlos I y de Felipe II. Por lo que -a mi juicio- esas dos figuras de prelados, serían los retratos del padre y del hijo (Alonso II y Alonso III); que iniciaron las obras de reconstrucción del templo y las costearon en gran parte. Aunque todo cuanto hemos expuesto en este epígrafe, lo vamos a analizar a continuación, ayudado por imágenes:




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres supuestos retratos de Alonso de Fonseca II. Arriba, en un cuadro anónimo del siglo XVIII, que se conserva en la catedral de Sevilla (a la que agradecemos nos permita divulgarlo); pareciendo una recreación, por lo que sus rasgos no podemos darlos como fidedignos. Al lado, el verdadero rostro de Alonso II, esculpido en su tumba de Las Úrsulas, por Diego de Siloé. Abajo, en un dibujo existente a la Biblioteca Nacional (a la que agradecemos nos permita divulgarlo).
En este caso, sus rasgos se parecen mucho al de Alonso III; pudiendo tratarse de una representación de este arzobispo (del hijo y no del padre), dibujada tomando como modelo el cuadro de Juan de Borgoña.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Retrato de Alonso III de Fonseca por Juan de Borgoña; panel que figura en la galería de arzobispos de la catedral de Toledo
(a la que agradecemos nos permita divulgarlo). Hemos de considerar que sus rasgos son absolutamente reales y fidedignos. En ellos podemos ver su delgadez, debido a la enfermedad estomacal que sufría.









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Fachada de la Casa de Juan de Álava (Salamanca); en su centro, la figura de un prelado en cuyo exergo figura la leyenda “El severissimo Fonseca patriarcha alexandrino”.
Se trata sin duda del mismo que hemos visto en el cuadro de Juan de Borgoña y pese a que los tres Alonso de Fonseca, fueron Patriarcas de Alejandría. Este que tenemos en detalle y en la fachada; es Alonso III.









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, estatua moderna que decora el claustro del Colegio Mayor de Fonseca, en Santiago; que no guarda mucho parecido con la realidad de rasgos del representado. Abajo, Fachada de la entrada al colegio Mayor de Fonseca, en Salamanca (los irlandeses o Santiago Zebedeo). Sobre esta, en una ventana y a su derecha; el posible retrato de Alonso II. Mientras a la izquierda estaría el de Alonso III (ambos con sus escudos de armas).








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
detalles de estas figuraciones, que a mi juicio representan a Alonso II y Alonso III de Fonseca (sin mucho parecido), en la entrada al Colegio Mayor de su fundación.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Portada plateresca de la iglesia Santa Ma. la Mayor de Pontevedra. A mi juicio, los dos obispos que se sitúan sobre las esculturas de Carlos I y de Felipe II; son igualmente representaciones (no muy fidedignas) de estos dos obispos que refundaron el templo y comenzaron su reconstrucción. Hemos marcado nuestras identificaciones.








Otros vástagos de Catalina Fonseca y Diego de Acevedo (vér imágenes más abajo):

4-b) Luis de Acevedo y Fonseca, hijo de Catalina Fonseca casado con Teresa Dasmariñas de Haro.

Esta boda sabemos que fue propiciada por su hermano Alonso II, cuando tuvo enormes problemas con algunos nobles gallegos. Casando a su hermano Luis con la primogénita de una de las familias compostelanas que apoyaban al prelado (durante la revolución de irmadiño -primero- y más tarde, en las guerras de beltranejos contra isabelinos). Del primer matrimonio de Luis de Acevedo Fonseca, nacería solo un hijo, que heredaría el mayorazgo de El Tejado. Más tarde, queda viudo y vuelve a contraer nupcias con la hija de los condes de Alba de Liste (o Aliste), con la que tiene otro hijo. De tal modo, de Luis de Acevedo descienden los siguientes Fonseca:

4-b1) Alonso de Acevedo y Haro, señor de El Tejado; que casado con María de Ávila (Mayor de Toledo, según Vasallo Toranzo) tienen dos hijas:

4-b1a) Elvira de Acevedo, que se casa con su primo hermano, Diego Acevedo y Fonseca, hijo de Alonso Fonseca II.

4-b1b) Catalina de Acevedo, que se casa con Diego Osorio II señor de Vadunquillo; de donde descienden los marqueses de Mirallo y Valdunquillo.

Por su parte, Vasallo Toranzo, habla de tres hijos más de Alonso de Acevedo y Haro y María de Ávila

4-b1c) Alonso de Acevedo,

4-b1d) Diego de Acevedo,

4-b1e) Úrsula de Acevedo,


4-b) Luis de Acevedo y Fonseca, hijo de Catalina Fonseca casado en segundas nupcias con María Enriquez, hija de los condes de Alba de Aliste. Tiene al menos un hijo:

4-b2) Pedro de Acevedo y Enríquez, corregidor de Badajoz y padre de: Pedro Arias de Acevedo.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos cuadros genealógicos de la familia de Catalina Fonseca, correspondiente al tercer hijo (Luis), que heredó el mayorazgo de El Tejado, al morir el primogénito (Juan) y entrar al sacerdocio el segundo (Alonso II). Arriba, desarrollado por mí. Abajo, el de Vasallo Toranzo, en su libro; extracto del que publica en su obra -ver cita (75) -. La rama de este hijo tercero de Catalina y las de sus hermanas, las hemos expuesto arriba y podemos verlas mejor en el esquema que a continuación tenemos (en imagen, abajo).




Otros hijos de Catalina Fonseca 4º hija de Beatriz de Fonseca y Juan A. de Ulloa y de Diego de Acevedo fueron:

4-c) Aldonza de Acevedo y Fonseca, hija de Catalina: Casada con su primo Lope Sánchez de Ulloa y Moscoso, I conde de Altamira.

4-d) Juana de Acevedo y Fonseca, hija de Catalina: casada con Rodrigo de Mendoza y Córdoba, señor de Santa Cecilia y de la Casa de Almaza.

4-e) María de Acevedo y Fonseca, hija de Catalina: casada con Pedro de Vega.


BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, cuadro genealógico de las tres últimas hijas de Catalina de Fonseca y Ulloa. Descendientes de: Aldonza de Acevedo y Fonseca y Lope Sánchez de Ulloa y Moscoso, I conde de Altamira. Juana de Acevedo y Fonseca y Rodrigo de Mendoza y Córdoba, señor de Santa Cecilia y de la Casa de Almaza. María de Acevedo y Fonseca y Pedro de Vega.





5º hija de Beatriz de Fonseca y Juan a. de Ulloa- María (o Mencía) de Ulloa y Fonseca: Casada con Íñigo López de Zúñiga, I Señor de San Martín de Valveni, quien tuvo varios hijos naturales y ajenos a este matrimonio con María de Ulloa.

María y su marido Íñigo, fueron padres de:

5a) – María de Zúñiga: Monja, que fundo el monasterio de Santa Cruz, en Valladolid

5b) – Juan de Zúñiga: II señor de San Martín de Valveni. Se casó con María de Castilla, hija de Catalina de Castilla, descendencia del rey Pedro I. Fueron padres de:

5b-1) Pedro

5b-2) Mencía

5b-3) Íñigo

5b-4) Elvira

5b-5) Leonor

5b-6) Catalina de Castilla (que tomó el apellido de la madre y se casó con los Acuña).

5b-7) Alonso de Zúñiga (señor de San Martín de Valveni)

- Alonso de Zúñiga (señor de San Martín de Valveni) se casó con Luisa Enríquez y su hija María de Zúñiga Enriquez, se casa con Pedro Lasso de Castilla.


ARRIBA, cuadro genealógico  mío con toda esta rama de la familia del antiguo mayorazgo de San Martín de Valveni.


SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, cuadro genealógico de los señores de San Martín de Valveni, tal como lo presenta Vasallo Toranzo en su libro sobre LOS FONSECA. Abajo, genealogía mía con toda esta rama de la familia del antiguo mayorazgo de San Martín de Valveni.



BAJO ESTAS LÍNEAS:
cuadro con Leonor Rodríguez de Fonseca; sexta hija de Beatriz de Fonseca y Juan A. de Ulloa, que muere sin descendencia, antes que sus padres. Es la siguiente hermana, que estudiamos brevemente.


6º hijo de Beatriz de Fonseca y Juan Antonio de Ulloa: Leonor Rodríguez de Fonseca. Casada con Arias Pérez de Ávila. Premuere a sus progenitores y aparece en testamento.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos cuadros genealógicos de la familia Fonseca, donde vemos las dos últimas ramas que analizamos en esta última: La de Leonor, que muere sin descendencia antes que sus padres. La de Alonso de Fonseca (el Viejo) que lo hemos dejado para el final, debido a su relevancia.



7º hijo de Beatriz de Fonseca y Juan Antonio de Ulloa:

ALONSO DE FONSECA (el Viejo), conocido como el obispo Alonso Fonseca I (el viejo):

Se le considera el hijo tecero de Beatriz de Fonseca y Juan A. Ulloa -segundo varón- (90) , aunque muchos creen que fue el séptimo; lo hemos puesto en este orden para dejarlo al final del artículo, por su importancia.

Nacido en Toro (hacia 1414-19) y muerto en Coca (1473); testó en septiembre de 1460, fundando el mayorazgo de Coca, Alaejos, Castrejón y Valdefuentes; que legó a su hermano Hernando de Fonseca. Quien no pudo recibirlo plenamente, por morir antes que Alonso (en la batalla de Olmedo, 1467); debido a ello, finalmente el señorío de Coca y Alaejos fue heredado por su sobrino Alonso de Fonseca y Avellaneda, hijo de Hernando. Aunque su legado fue muy discutido, incluso llevado a pleito por los primos; debido a que finalmente Alonso I (el viejo) decide no dejar testamento; al haber tenido diferencias con su sobrino Alonso Fonseca y Avellaneda (hijo del hermano, Fernando, al que sí dejó el arzobispo todos sus bienes).

Fue el más famoso de la saga de prelados Fonseca en España, llegando a convertirse en uno de los personajes más ilustres y relevantes de su época. Posiblemente nace en fecha cercana a 1419, cuando muere su padre, Juan Alonso de Ulloa; lo que explicaría que desde los primeros años estuviera ingresado en un seminario. Donde entra bajo la protección de su tío materno, Pedro de Fonseca; capellán de la princesa Beatriz de Portugal (reina consorte de Castilla) prior de San Benito en Valladolid, obispo de Astorga y cardenal de Sant Angelo, en el Vaticano. Al quedar huérfano, asimismo pasa a ser protegido por su tío paterno; el Primer señor de la Mota (hoy Mota del Marqués) don Pedro Yañez de Ulloa. Un conocido letrado y culto jurista, hermano de su padre (Juan Alonso de Ulloa).

La educación que recibió Alonso de Fonseca debió ser esmerada y sus dotes intelectuales, enormes. Además, su tío el cardenal, le proporcionó grandes prebendas; tantas que con algo más de treinta años formó parte del Consejo Real, al subir al trono Enrique IV (1454). Vasallo Toranzo, comenta que esta entrada en la Corte no solo se debió al impulso de su tío Pedro de Fonseca (cardenal de Santángelo, que muere en 1426); sino fundamentalmente a su otro protector: Pere Yañez de Ulloa, hermano de su padre, que era un hombre muy cercano a Álvaro de Luna (91) . Así fue como al morir su tío Pere, se unió a Juan Pacheco, marqués de Villena (gran amigo del rey y hermano de Pedro Girón); siendo los tres, los más cercanos asesores del monarca, que dirigieron los designios de Castilla durante un lustro. Pese a su poder, pronto los intrigantes hermanos Pacheco y Girón procurarían apartarle de la Corte, haciéndole caer en desgracia. Todo comenzó cuando este obispo, para ayudar al hijo de su hermana Catalina (quien luego fue llamado Alonso II), movió grandes influencias con el fin de conseguir que la plaza episcopal de Santiago fuese para su sobrino. Al hablar de este Alonso II de Fonseca, hemos de destacar los enormes perjuicios que causó a su tío, por entonces arzobispo de Sevilla y asesor del rey. Problemas que comenzaron al llegar el joven a la capital compostelana; cuando tomó parte en las intrigas y enfrentamientos entre nobles gallegos, optando por una facción perdedora y siendo condenado a prisión. Como dijimos, para sacarle de la cárcel, su tío Alonso el viejo, desde Sevilla propuso pagar la liberación con oro; pero el escándalo fue tanto, que decidieron desterrar a los dos. La solución última fue intercambiar las diócesis y que “el viejo” marchase a Santiago, mientras el sobrino ocupaba temporalmente la silla en Sevilla (al menos hasta que se calmasen los ánimos en Galicia).

Antes de partir para Santiago (en 1460), parece que el tío Alonso I, testó en favor de su hermano Fernando; quien era su brazo armado y que pronto entró en tierras gallegas, con sus mesnadas; “apaciguando” y allanándole el terreno al recién llegado arzobispo. Le deja así Alonso a Fernando, los señoríos fundados por él; principalmente Coca y Alaejos, que pasaron teóricamente a este hermano. Algo que se justificaba porque el prelado no podía atender las tierras, ni sus castillos, debiendo estar en su diócesis. La pericia y el buen hacer de este Alonso I (ayudado por su hermano), logró que en menos de cuatro años se solventasen los problemas entre nobles compostelanos; por lo que se pidió su regreso a Sevilla, y que el sobrino retornase al cabildo de Santiago. Pero aquel joven Alonso II, ya vomos que después de vivir un lustro en la ciudad del Guadalquivir, se negó a volver a su puesto y dijo que los andaluces le preferían, mucho antes que a su tío. Profiriendo la frase “quien se fue de Sevilla, perdió su silla”. Tal fue el problema entre ambos familiares, que hubo de intervenir el rey, con su valido Beltrán de la Cueva y hasta el duque de Medina Sidonia; mandando la armada río arriba, llegando a la catedral hispalense, para sacar al sobrino del puesto en que se había hecho fuerte. Consiguiendo de ese modo, que a comienzos de 1464 regresase Alonso I a su episcopado; mientras trasladaban en barco hasta Santiago, al revoltoso familiar, que luego se conoció como Alonso de Fonseca II.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
tres imágenes de Santa Ma. la Mayor, de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgarlas). Arriba y abajo; el sepulcro de Alonso I de Fonseca, esculpido por Bartolomé Ordóñez (por encargo de Juan Rodríguez de Fonseca, sobrino del prelado). Al lado, altar mayor del templo; a cuya izquierda se encuentra la tumba de Alonso I (el viejo).









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
detalles de la cara de Alonso I (el viejo) en el mismo sepulcro, donde podemos observar la calidad inigualable de su escultura.





Estas y otras circunstancias, habían granjeado al arzobispo “viejo” varios enemigos, entre los que ya se encontraban sus antiguos aliados; los hermanos Pacheco y Girón (que se habían hecho con el poder desde la muerte de Juan II). Logrando ser finalmente el marqués de Villena, Valido del rey, echando del círculo a Fonseca, que fue hasta perseguido. Pero en 1462, Enrique IV decide tomar como Favorito a Beltrán de la Cueva, lo que propicia que Villena se ponga en contra del monarca, debido a su “expulsión” del cargo. Ello, además del nacimiento de la hija del monarca (Juana) que se decía venida desde Beltrán de la cueva y no del soberano; hizo que se sublevasen numerosos nobles. Ante el trato que Enrique IV daba a sus hermanastros (Alfonso e Isabel) que apenas contaban diez años y a los que encierra en el Alcázar de Toledo, tras nacer la princesa Juana 1462. Así los hermanos Villena y Girón comienzan una revuelta contra el rey, apoyados por el arzobispo de Toledo (el famoso Carrillo de Acuña, que intrigaba contra todos y terminó enfrentado a cuantos aliados tuvo). Los enredos cortesanos fueron directamente contra Alonso I de Fonseca, porque su mitra en Sevilla la deseaba el de Toledo (quizás para entregarla a Pedro de Mendoza y ponerle a favor de los que se iban a sublevar); mientras el episcopado de su sobrino lo quería el hermano de Beltrán de la Cueva (Gutierre de la Cueva). Por lo que, generando todos ellos una situación de gran fuerza ante la Corona; pidieron al rey que forzase a cuantos pudiera, para que hicieran caer a los Fonseca. En esta tesitura, el monarca dio órdenes para que Alonso “el viejo” fuera apresado en Sevilla y que se expropiasen todas sus posesiones en Alaejos y Coca. Aunque antes de prenderle, “alguien” le avisó y pudo huir de la capital andaluza -para llegar a Castilla, donde se refugió-. Más tarde, se supo, que quienes le advirtieron, fueron los mismos que solicitaban al rey su encarcelamiento: Carrillo, Villena y su hermano Pedro Girón. Todo, para que el arzobispo Alonso I y los Fonseca se enfrentasen a Enrique y se hicieran partidarios del infante Alfonsito (hermanastro del soberano). Un adolescente que muy pronto se sublevaría, declarándose en 1465 monarca de Castilla, intentando derrocar a Enrique IV -con la ayuda de Villena, Girón y Carrillo (entre otros)-.

De este modo, el obispo Alonso I, junto a varios de los Fonseca; se declararon a favor de los rebeldes y firmaron en 1464 el Manifiesto de Burgos, por el cual se reconocían los derechos dinásticos de Alfonsito (rechazando los de la recién nacida Juana, apodada La Beltraneja y que todos suponían hija del Valido). Ante estos hechos, temeroso el rey Enrique por lo que veía venir; presto, devolvió todo lo requisado a Alonso I en Alaejos y en Coca, con el fin de que los Fonseca no se adscribieran a la causa de su hermanastro. Pensando en llegar a un acuerdo con la nobleza que ensalzaba a Alfonsito; mientras el monarca que se veía asediado por quienes querían obligarle a desheredar a Juana, solo veía solución en el intento de apaciguar a los sublevados. Pensando en reconocer a su hermano Alfonso como sucesor de la corona, pero solo tras su muerte (hecho que podía justificarse, al saber todos que era impotente e incapaz de dejar un descendiente “verdadero”). Fue entonces, cuando se reconciliaron el obispo Fonseca -junto a varios familiares- con Enrique IV; olvidando las antiguas rencillas, en una reunión celebrada en La Mejorada; de Olmedo. Así pues, de nuevo entró Alonso I de Fonseca en el Consejo Real desde 1465; manteniéndose como asesor de la corona hasta su muerte (sucedida en 1473, un año antes que la del monarca).

Debido a esta ayuda y reconciliación, en mi opinión, el obispo Fonseca el Viejo (una vez restablecido en su cargo y devueltas sus posesiones) ofrece a Enrique IV protección para su mujer. Proponiendo que llevasen a la reina Juana de Avis a su castillo de Coca, desde donde la trasladan al de Alaejos; localidad que se halla entre Zamora, Salamanca y Valladolid. Uno de sus señoríos y donde entonces vivían los Fonseca Castilla (Beatriz, su hermana mayor, casada con Pedro de Castilla, nieto de Pedro I). Allí llegaría en la Navidad de 1467 la soberana y mujer de Don Enrique; que en 1462 había tenido a su hija Juana, presuntamente con Beltrán de la Cueva. Así que al establecerse en Alaejos, no dejó la reina sus alegres costumbres; por lo que antes de primavera de 1468, se encontraba embarazada de seis meses, gracias al “buen cuidado” de su mayordomo: El hijo de los Castilla y Fonseca -Pedro el Mozo-, quien fue padre de dos gemelos nacidos en Biutrago de Lozoya, donde tuvieron que refugiar a la reina (naciendo secretamente, en los primeros meses de 1469, Andres Apóstol y Pedro Apóstol de Castilla y Avis). Sin lugar a dudas, este embarazo no solo se debió a los amores entre la “alegre” Juana de Avis y Pedro -sobrino del cardenal Alonso I Fonseca-. Sino, quizás, a un intento por salvarse, hecho por la reina “cautiva”. Quizás tratando de legitimar su soberanía, la de su marido y a la dinastía Trastámara; ya que aquellos dos bastardos eran tataranietos directos de Pedro I de Castilla. El rey asesinado por el tatarabuelo de su esposo; motivo por el que no reconocían los portugueses a la “Casa de los Enríquez”. Un hecho, que tras Aljubarrota, obligó a Enrique III (abuelo de Enrique IV) a casarse con la nieta de Pedro I, para ser reconocidos como familia real y verdadera de Castilla. Aunque el embarazo, también pudo ser un movimiento pensado por Alonso I de Fonseca (el viejo), que deslegitimaba totalmente a Juana la Beltraneja. Demostrando que la su madre, la reina Juana de Avis, tenía hijos fuera del matrimonio; lo que daba mayores motivos para pensar que la princesa era hija de Beltrán de la Cueva.

Continuando con la vida de Alonso I de Fonseca, añadiremos que tras “La Farsa de Ávila”, donde en 1465 se coronó al infante Alfonsito, por mano del obispo de Toledo (Carrillo Acuña) apoyado por los hermanos Villena y Girón. Alonso I “el viejo”, tomó una postura intermedia; que -como ya dijimos- era la de reconocer heredero a Alfonso, sin pretender deponer a Enrique IV. Una idea que interesaba al rey, ya que suponía alejarle de guerras civiles y quitar posibilidades de morir asesinado -a manos de los partidarios de su hermanastro, Alfonsito-. Así, la facción de los Fonseca suponía un estado de pacto con todos; que podría evitar conflictos y alejar otras posturas, Como la que apoyaban los Mendoza, instando a atacar a quienes intentaban suplantar a Enrique en el trono y “llamando” a la lucha entre hermanastros. Debido a ello, el monarca mantenía como asesor al obispo Alonso I; pero sus más fieles seguidores no admitían aquella postura intermedia del viejo arzobispo. Ya que su idea era elevar al trono a Alfonsito, tras la muerte del rey Enrique; lo que no era compartido por los Mendoza y los más leales al soberano. Quienes apoyaban a Juana (la Beltraneja) como heredera, ya que Beltrán de la Cueva era el marido de la primogénita de los Mendoza (considerando a la niña, de la familia). Por lo que en 1467, de nuevo, los fervientes seguidores del monarca, instigan al rey, para echar de la Corte a Alonso I de Fonseca; lo que ya le obliga a tomar partido en contra de Enrique IV.

Es así, como expulsado por los Mendoza del Consejo Real; se reúne con los partidarios de Alfonsito y expone que les prestará su ayuda, si le entregan el Señorío de Olmedo (que el rey le había prometido, sin todavía otorgárselo). Precisamente, en agosto de 1467, le obligan los fieles a Alfonsito mandar sus tropas a Olmedo -donde estaba el infante-; sabiendo que el rey Enrique, junto a Beltrán de la Cueva y los Mendoza, se dirigían hacia Medina del Campo, para tomarla. No pudiéndose negar Alonso I, ordenó a su hermano Hernando que pusiera sus fuerzas a disposición de los rebeldes y que marchase hacia Olmedo; para enfrentarse al monarca. Mientras, el viejo arzobispo, intentó un pacto; al saber que los de Enrique se hallaban cerca de Coca (junto a sus tropas). Saliendo el obispo a su encuentro, para rogarle que no entrase en batalla, cuando pasaban frente a esta villa, camino del campo de lucha. Pero el soberano no hizo caso a sus advertencias y peticiones; por cuanto el enfrentamiento encarnizado se produjo en ese mes de agosto de 1467. En este moriría una de las personas más queridas por Alonso I de Fonseca: Su hermano Fernando, al que había nombrado heredero de sus señoríos. Caído por un “certero” lanzazo que le propina Beltrán de la Cueva; quien buscó con ahínco al que mandaba esas tropas enviadas por el arzobispo. Asimismo, en esta terrible lucha de verano en Olmedo, estuvo a punto de perder un brazo el famoso Cardenal Mendoza -por entonces, obispo de Calahorra-; que asistió a la contienda no como mero espectador, sino como un soldado más.

El resultado de esa batalla fue incierto y tras ella el rey se quedó prácticamente sin adeptos; debilitándose la posible victoria militar de los partidarios reales; proponiendo la mayoría que Alfonso heredase el trono, en caso de que Enrique ya no estuviera (postergando a la princesa Juana, por ser beltraneja). Fue entonces cuando cayó Segovia en manos de los Alfonsinos; y Enrique IV tuvo que pedir ayuda a Fonseca, para que refugiase a su esposa Juana, haciendo ver que estaba cautiva en Coca (pese a encontrarse allí custodiada); llevándola luego el obispo a Alaejos, para alejarla de campos de batalla. En mitad de tantos trances y enfrentamientos, en julio de 1468 se produjo la muerte de Alfonsito -claramente provocada-; que incitó a todo tipo de intrigas contar el rey; quien se sentía cada vez en mayor peligro. Pues la mayoría consideraba que el monarca, o alguno de sus fieles, había ordenado envenenar al joven infante; idea bastante absurda, debido a que deseaba nombrarle su sucesor y acabar con las guerras. Sea como fuere, desde que muere Alfonsito, se llega a una situación insalvable, en la que pese a ser Enrique el rey indiscutible, muchos dudaban de su legitimidad y casi nadie aceptaba a su hija Juana, como sucesora.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
tres imágenes más de Santa Ma. la Mayor, de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgarlas). El sepulcro de Alonso I de Fonseca, esculpido por Bartolomé Ordóñez










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
otras dos fotos más del sepulcro de Alonso I de Fonseca.










Se produce en este momento, la llamada “solución de Guisando”; de la que existen versiones muy diferentes. Aunque parece cierto que en septiembre de 1468, el monarca decide nombrar sucesora a Isabel (hermana de Alfonsito; que luego sería la reina Católica) y se dice que tal pacto de Guisando fue aconsejado por los Fonseca, en especial por el arzobispo Alonso I y por sus sobrinos. En verdad, no se sabe si hubo acuerdo alguno, en la reunión de Guisando; menos para legar el trono a la hermanastra del soberano -en detrimento de su propia hija, Juana la Beltraneja-. Pues no hubo procuradores que anotasen los pactos y el hecho solo lo refiere Alonso Flores; un cronista coetáneo a los Reyes Católicos, que anotó un extracto de aquello que se dijo en la “Venta Juradera” (de lo que no se conservan documentos verdaderos). Resultando bien raro que tras “el pacto de Guisando”, Enrique pretendiera dejar a su hermanastra Isabel en manos del marqués de Villena, al que manda que la “custodie” en Ocaña; hasta que él elija un marido para ella. Logrando Isabel escapar de su encierro y de este pueblo toledano; para llegar a casarse secretamente con Fernando de Aragón. Con el fin claro de no incurrir en matrimonio morganático y poder optar al trono de Castilla, al unirse al heredero del reino vecino.

Pues de haber contraído nupcias Isabel con quienes mandaba el rey Enrique, su matrimonio le hubiese impedido ser reina de Castilla; menos aún de España (lo que logró al unirse con su primo, el príncipe de Aragón). Dicho esto, parece cierto que el pacto de Guisando, que se atribuye a Alonso de Fonseca; no debió de existir -al menos, tal como se narra-. Pues resulta un absurdo, que tras ser apresada Isabel en las cercanías de El Tiemblo; fuera llevada hasta aquel lugar (con toros de piedra), para nombrarla heredera y luego recluirla en Ocaña. Esperando allí, hasta que la desposasen con el viejo soberano de Portugal; tal como quería el rey Enrique, para casar a su hija Juana con el príncipe de Portugal (hijo del que tomaría por esposo Isabel). Escapando pronto ella, con la ayuda de los que se oponían a La Beltraneja; para desposarse con Fernando (el posterior rey Católico), en un matrimonio absolutamente prohibido, ya que la legitimaba como aspirante a trono, con el apoyo de Aragón.

Tras la referida boda entre Isabel y Fernando; celebrada a escondidas en 1469, sin bula papal y sin consentimiento real; pero llevada a cabo por el arzobispo Carrillo Acuña, que ahora se apuntaba a este bando. Alonso I de Fonseca se instituyó como uno de los más fieles defensores de Juana la Beltraneja, en su candidatura a la corona. Lo que -a mi juicio-, tuvo mucho que ver con lo sucedido en Alaejos; ya que la princesa Juana era hermanastra de sus sobrinos nietos: Pedro Apóstol y Andrés Apóstol de Castilla. Concebidos por la reina durante su cautiverio, gracias a los “cuidados de su mayordomo”, el hijo de Beatriz de Fonseca. Pese a ello, desde este momento el poder de Alonso I “el viejo” decayó, y su estado anímico fue empeorando; todo lo que se agravó con una enfermedad que le obligaría a recluirse en su castillo de Coca, donde muere en 1473 (92). Quedando como heredero, Alonso de Fonseca y Avellaneda, hijo de su hermano Fernando; quien indudablemente optó por seguir a los Reyes Católicos, cuando ganaron la Batalla de Toro y fueron reconocidos como reyes de España -Castilla y Aragón, unidas; idem (75) - En el referido libro de Vasallo Toranzo, podemos ver los problemas y pleitos que existieron entre los familiares de Alonso I (el viejo) por su herencia; habida cuenta de que finalmente no hizo testamento. Debiendo el sobrino mayor (Alonso) jurar junto a sus hermanastros (Antonio y Juan) ayudado por los criados, demostrando que el prelado fallecido deseaba dejarle sus bienes. Logrando así heredarle finalmente; gracias a la ayuda de sus hermanos, lo que de seguro trajo como consecuencia que Antonio le obligase a casar su primera hija con el primogénito suyo. Uniendo a los dos primos, para que el mayorazgo no saliera de la familia. Todo lo que provocó la tortuosa historia, de María de Fonseca (que ya hemos referido en la Leyenda de Mota del Marqués).

Pera terminar, hemos de incluir lo referido a los señoríos de Coca y Alaejos, que como se ha repetido, fueron dos mayorazgos establecidos por Alonso I de Fonseca (el viejo). Iniciados cuando en 1448 este prelado permuta con el marqués de Santillana, la ciudad de Saldaña (que era de su propiedad); cambiándola por Coca. Más tarde creará esos mayorazgos que en 1460 deja en vida a su hermano, Fernando (en un momento de debilidad política del arzobispo, cuando necesita hacerse cargo de su nuevo episcopado en Santiago de Compostela). Quien los hereda durante siete años, pues sabemos que Fernando cae en la batalla de Olmedo (agosto 1467). A su muerte, los bienes revierten a Alonso I, que hasta su propio fallecimiento (1473) seguirá dirigiendo Coca y Alaejos. Finalmente, en 1474 pasan al primer hijo de Fernando; aunque entran en litigio varios primos, pugnando por la herencia. Todo se resuelve cuando Alonso y Antonio de Fonseca intervienen en la batalla de Toro y logran en 1476 vencer a los beltranejos, que allí se habían hecho fuertes. Siendo reconocida la herencia por el juzgado, durante fechas posteriores, resolviéndose el caso finalmente en 1480; precisamente cuando Isabel y Fernando vencen definitivamente a La Beltraneja y se proclaman reyes de Castilla. Tras ello, ya conocemos las vicisitudes sucedidas en la lucha fratricida por obtener los señoríos de Coca y Alaejos; en una pugna legal de descendientes que se extendió hasta bien entrado el siglo XVII.

BAJO ESTAS LÍNEAS: Cuadro con la genealogía de los Fonseca y la línea de herencia, en los señoríos de Coca y Alaejos.



ALONSO I DE FONSECA Y LOS TOROS IBÉRICOS DE COCA:

Deseamos este último epígrafe exponer una idea que ya hemos planteado en otros artículos; preguntándonos la procedencia de los verracos que hay en el pueblo de Coca. Pues sabido es que los toritos ibéricos tan solo se daban en la zona de los Vettones; aunque Coca era territorio de los Vacceos, a quienes no se les conocen este tipo de esculturas. Ello obliga a preguntarse sobre el origen de estas tres figuras guardadas en la población; identificada con la antigua Cauca de los iberos. Un poblado que en el año 151 a.C. fue traicionado por los primeros romanos llegados desde Italia, para conquistar la meseta. Quienes ofrecieron un pacto de amistad a los caucenses, manifestando no querer luchar con ellos; para que se adhiriesen como aliados. Aunque, una vez abiertas las murallas de Coca y al aceptar a las tropas romanas como amigos; estas legiones entraron sin piedad, a cuchillo, matando a todos los habitantes. Degollando hombres, mujeres y niños; que indefensos les esperaban, para celebrar la alianza de unión. Todos estos hechos que muy bien refiere Apiano en la Conquista de Hispania (93) ; se completan con la repoblación de la ciudad ibérica que había sido desolada. Narrando el mismo autor que pocos años más tarde pasó Escipión por aquel lugar, cuando iba camino de Numancia; poblando por entonces la antigua Cauca -que seguía vacía-.

Así pues, nos podemos plantear, si el origen de aquellos toritos está en la nueva gente que vino a Cauca en el 134 a.C.; pudiendo pensarse que fue repoblada con Vettones. Aunque ello no se corresponde con lo que la historia transmite: Ni con las fronteras de este pueblo adorador de verracos; que se extendía desde el Tajo al Duero (teniendo su límite en zonas cercanas a Las Cogotas o el Castro de San Martín). Menos aún, concuerda una idea de repoblación vettona reaizada por Escipión, con lo que nos dicen los hechos. Pues -como ya hemos estudiado en varias ocasiones-, la tesera de Montealegre de Campos, muestra que las familias asentadas en Coca estaban hermanadas con las de Amallóbriga -Tiedra-. Lo que demostraría que los habitantes de Coca fueron siempre Vacceos (como los de Amallóbriga) y no Vettones (94) .

Así pues y sabiendo que Coca era una fundación vaccea y que las estatuas con toritos ibéricos más cercanos, solo los podemos encontrar en las inmediaciones de Ávila (capital). A más de setenta kilómetros de distancia de los caucenses y donde los vettones tenían sus fronteras con otros pueblos iberos. Nos podemos plantear el origen de estos tres verracos aparecidos en la localidad segoviana (que nunca fue ocupada por Vettones). Uno de ellos, conservado dentro de la muralla del castillo, precisamente en la zona antigua; parte de la fortaleza que había construido Alonso I de Fonseca (el viejo), antes de que su sobrino lo convirtiese en un baluarte mudéjar. Todo lo que me ha llevado a pensar, si aquellos tres verracos ibéricos, los habría mandado traer desde Guisando, el famoso arzobispo. Tras su éxito de gestiones, culminado en el año 1468, cuando vio que había logrado el acuerdo de Toros de Guisando. Un lugar que se sabe estaba poblado por estas esculturas ibéricas, de las que aún se conservan cuatro ejemplares (aunque es conocido que antaño las había por decenas; como sucedía en Cardeñosa -Las Cogotas-; precisamente, donde murió el infante Alfonsito, también en 1468). No siendo absurda la teoría de que estos toros que hoy podemos ver en Coca, fuesen “talismanes” traídos como recuerdo por Alonso I; quien quizás por ello, puso uno en la liza de muralla (quizás pretendiendo colocar el resto en la misma construcción, según fuera avanzando). Pues sabemos; estas figuras ibéricas -que se decían esculpidas por gigantes- fueron tenidas por entonces ccomo objetos de buen augurio; además de considerarse un signo de cultura y distinción. Ya que en el Renacimiento español, se comenzó a estudiar la arqueología y las fuentes antiguas -al igual que si hizo en Italia-.




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres imágenes de un torito o verraco ibérico colocado sobre el muro de Liza, del castillo de Coca (entre la muralla exterior y la segunda, interior). Es muy extraño que en esa localidad hayan aparecido esculturas de este tipo, ya que la antigua Cauca pertenecía a la tribu Vaccea y los verracos se dan tan solo en zona vettona. Los límites de los vettones, a la altura de Coca, terminaban en Ávila: en Cardeñosa (Las Cogotas) y Solosancho (Ulaca). Más al Sur, en San Martín de Valdeiglesias (Guisando) y al Norte de Gredos, en el Tormes (Helmántica). Debido a ello, los toros existentes en Coca solo pueden tener dos explicaciones: La primera, que fueran originales y de época, lo que supondría que en este lugar habían habitado vettones. Cuya única explicación residiría en que tras la destrucción de Coca en el año 154 a.C. por los romanos, hubiera sido repoblada por gentes de tribus vettonas (de lo que no hay datos históricos). La otra, es que alguien las transportara muy posteriormente; pudiendo haber sido el arzobispo Alonso Fonseca (el viejo) quien cargase con tres de estos toros desde Guisando, hasta Coca. Para celebrar y rememorar los pactos (logrados junto a los verracos) gracias al viejo obispo; y firmados junto a un lugar poblado por estas escultura, de las que hoy todavía permanecen cuatro ejemplares. Sabemos que en Guisando y su cerro había muchos más toritos, por lo que no sería extraño que estos tres que hay en Coca, procedieran de allí, tal como la leyenda expresa. 
Es de destacar, que esta parte del castillo es la antigua, levantada en tiempos de Alonso Fonseca I (el viejo); pues el edificio fue totalmente modificado y remodelado a la muerte del arzobispo. Bastará observar que está junto a la torre de piedra antigua (que no se tiró al rehacer el fuerte a modo árabe) y en una zona final del muro de ladrillo, mudéjar. Ello nos lleva a pensar que fue puesto allí por el fundador del señorío (Alonso el viejo) y luego respetado por sus sobrinos. Siendo muy extraño que haya dos toritos más junto a la muralla, que se exponen en la puerta de entrada a la villa.



JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
 los otros dos toros de Coca, que se exponen junto a la muralla.









Esta ha sido la segunda parte, para llegar a la primera, pulsar: http://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2023/07/los-fonseca-familia-historia-y-obra.html

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CITAS:

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(46): Op. Cita (13) = VASALLO TORANZO, Luis

Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo

Valladolid: Ediciones Universidad de Valladolid, 2018

PEDRO RODRÍGUEZ DE FONSECA, pag. 25

pag 31 y ss

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(47): Op. Cita (13) / pag 60 y ss // MAYOR DE FONSECA Y JUAN RODRÍGUEZ DE FONSECA; PAG 65 Y SS.

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(48): Op. Cita (13) / pag 67 y 68

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(49): Op. Cita (13) / pag 66

.

(50): Op. Cita (13) / pag 74 y ss ; pag 310 y ss.

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(51): VER: La vida religiosa en la villa de La Guardia (jaén) durante la época del marquesado (siglos XVI-XIX), a través de sus documentos (III). El convento de santa María Magdalena de la Cruz; orden dominical conventual

Ángel Viedma Guzmán // Boletín. Instituto de Estudios Gienenses Enero-Junio 2016 – Nº 213 – Págs. 157-228

.

(52): Op. Cita (13) / pags 68 y 69

.

(53): J. ALVAREZ VILLAR (1982): El Palacio de la Salina de Salamanca. Salamanca 1982

URBANISMO MEDIEVAL DE SALAMANCA: ¿CONTINUIDAD O RECONSTRUCCIÓN? (pag 127)

Nicolás Benet y Ana I. Sánchez Guinaldo

https://www.romanicodigital.com/sites/default/files/2019-09/C15-4_Nicol%C3%A1s%20Benet.pdf

.

(54): Arquitectura y sal. Historia y curiosidades // José Luis García Grinda // DOI: 10.20868/ciur.2020.128.4392

pag 55.

.

(55): Op. Cita (13) / pag 313

.

(56): Op. Cita (13) / pag 316

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(57): Op. Cita (13) / pag 318

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(58): Op. Cita (13) / pag 318

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(59): Op. Cita (13) / pag 313 ; Vasallo Toranzo, menciona que al residir en Salamanca, se hicieron amigos de Fray Martín de Samiento, que le ayudó a tasar sus bienes y a ganar el pleito sobre la herencia. Ello significa que el litigio sería anterior a la construcción de la Casa de La Salina. Por cuanto, este edificio se edificaría después de 1530, pero en esata fecha cercana.

VER:

La vida religiosa en la villa de La Guardia (jaén) durante la época del marquesado (siglos XVI-XIX), a través de sus documentos (III). El convento de santa María Magdalena de la Cruz; orden dominical conventual

Ángel Viedma Guzmán // Boletín. Instituto de Estudios Gienenses Enero-Junio 2016 – Nº 213 – Págs. 157-228

.

(60): Op. Cita (13) / pag 321

Antonio CASASECA CASASECA, “Salamanca”

.

(61): Alvarez Villar, J. 1984 (PAG 27) LA PRESENCIA DE RETRATOS FAMILIARES EN LOS PATIOS DE LAS CASAS SALMANTINAS

Del Palacio Arias Corvelle a la Casa de Japón

MARÍA BERMUDO MAUPOËY

.

(62): Ilustres suicidas Cleopatra y Lucrecia en palacios salmantinos del siglo XVI Ana Castro Santamaría

https://www.academia.edu/7773940/_Ilustres_suicidas_Cleopatra_y_Lucrecia_en_palacios_salmantinos_del_siglo_XVIhttps://www.academia.edu/7773940/_Ilustres_suicidas_Cleopatra_y_Lucrecia_en_palacios_salmantinos_del_siglo_XVI__

.

(63): Adelaida Sagarra Gamazo, JUAN RODRÍGUEZ DE FONSECA, UN TORESANO EN DOS MUNDOS

Zamora 2006, instituto de estudios zamoranos

.

(64): Op cita (13), parte I = VASALLO TORANZO, Luis

Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo

Valladolid: Ediciones Universidad de Valladolid, 2018

PEDRO RODRÍGUEZ DE FONSECA, pag. 78

.

(65): Op cita (13), pag. 79

.

(66): PARA LOS INTERESADOS, CONSULTAR: MARÍA DE FONSECA Y RODRIGO DÍAZ DE VIVAR MENDOZA (Romeo y Julieta en la España del Renacimiento). PARTE CUARTA: María y Rodrigo (historia y leyenda)

http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/05/esta-es-la-cuarta-parte-del-articulo.html

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(67): Op cita (13), pag. 80

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(68): R.A.H. (SIC): Juan Rodríguez de Fonseca, biografías: https://dbe.rah.es/biografias/5952/juan-rodriguez-de-fonseca

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(69): Op cita (13), pag. 22I y ss

JUAN RODÍGUEZ DE FONSECA PROMOTOR ARTÍSTICO

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(70): IDEM ANTERIOR, pag 232 a 234.

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(71): libro se corresponde con cita (13) o bien cita (46)

Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo

Valladolid: Ediciones Universidad de Valladolid, 2018

PEDRO RODRÍGUEZ DE FONSECA, pag. 262 y ss

ARQUITECTURA EN TORO, 1500-1650

Luis Vasallo Toranzo; Diputación de Zamora 1994

Pags 240-242

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(72): Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo

Valladolid: Ediciones Universidad de Valladolid, 2018 EL HOSPITAL DE LA ASUNCIÓN Y DOS SANTOS JUANES EN TORO pag 266 y ss

ARQUITECTURA EN TORO, 1500-1650

Luis Vasallo Toranzo; Diputación de Zamora 1994

Pag 162 y ss hospital de La Asunción o Dos Santos Juanes, HOSPITAL DEL OBISPO

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(73): Las mujeres de la Casa de Isabel la Católica

María del Cristo González Marrero

https://repositorio.uam.es/handle/10486/689201

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(74): MARÍA DE FONSECA Y RODRIGO DÍAZ DE VIVAR MENDOZA (Romeo y Julieta en la España del Renacimiento). PARTE CUARTA: María y Rodrigo (historia y leyenda)

para llegar a la primera parte pulsar en el enlace: https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/04/maria-de-fonseca-y-rodrigo-diaz-de.html

Para llegar a la segunda pulsar el enlace azul:

https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/04/maria-de-fonseca-y-rodrigo-diaz-de_22.html

Para llegar a la tercera pulsar el enlace azul: https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/05/maria-de-fonseca-y-rodrigo-diaz-de.html

PARTE CUARTA: María y Rodrigo (historia y leyenda)

http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/05/esta-es-la-cuarta-parte-del-articulo.html

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(75): EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN LA POLÍTICA CASTELLANA HASTA EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA

ADELAIDA SAGARRA GAMAZO

ANUARIO 1993 INSTITUTO DE ESTUDIOS ZAMORANOS "FLORIÁN DE OCAMPO" Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S .l.C.) DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE ZAMORA.

SIC- ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 446: "Alonso Fonseca y Avellaneda, combatió en la batalla de Toro, en la Vega del Duero, entre esta ciudad y Zamora, tal como lo recogió Andrés Bemáldez en su crónica, cuando relata que «como el Rey don Femando sintió que se querían ir, mandó prestamente alistar toda la gente que allí tenía, y fizo muy aína con mucha madera adosar lo quebrado de la puente, e pasó en pos el rey don Alfonso hasta dos mil e quinientos de a caballo e cinco mil peones poco más o menos, e ordenadas sus batallas, llevando la delantera don García de Toledo, duque de Alba con una gruesa batalla de caballeros sus parientes, casados con dos sobrinas suyas, el uno era don Alonso de Fonseca, señor de Coca y Alahejos»" .

Del mismo modo, combatió allí su primo Antonio de Fonseca y Quijada, quien logró dar entrada a las tropas de los Reyes Católicos en la villa toresana.

"Don Alonso de Fonseca y Quijada fue pieza fundamental en la toma de esta plaza, que era junto a Zamora, el gran bastión de los portugueses en Castilla. Efectivamente, Fonseca -señor de Villanueva de Cañedo, y obispo de Avilaesperaba frente a las murallas de Toro con las tropas de la reina, pero la ciudad se mostraba inexpugnable. Sólo por la zona del río la vigilancia era menor, debido a lo escarpado del terreno. Gracias a la información recibida de un tal Bartolomé, pastor, el obispo Fonseca supo que el único punto por el que sería posible penetrar en la ciudad era precisamente el cañón de la Magdalena. Guiadas por el toresano, las tropas de doña Isabel entraron en la plaza fuerte la noche del 19 de septiembre" SIC- ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 447

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(76): Manuel Otero Toral

EL TORESANO DON ANTONIO DE FONSECA Manuel Otero Toral

https://proculto.net/revistas/revista4/fonseca.htm

SIC “En el libro IV de la primera y más importante novela pastoril de la literatura española, titulada Los Siete Libros de Diana, escrita por el poeta portugués Jorge de Montemayor y publicada en Valencia en 1558”

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(77): libro Sketches of the Country, Character and Costume in Portugal and Spain, made during the campaign and on the route of the British Army in 1808 and 1809, publicado en Londres por John Both en 1809.

Imagen tomada de: Viejas y nuevas historias de las Guerras Napoleónicas

http://miguelangelmartinmas.blogspot.com/2009/10/0-false-21-18-pt-18-pt-0-0-false-false.html

LUNES, 19 DE OCTUBRE DE 2009 Miguel Ángel Martín Mas

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(78): idem (75) SIC- ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 453 a 456

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(79): SOBRE ANTONIO DE FONSECA Y EL PROBLEMA SUCESORIO, recogido por Luis Vasallo Toranzo, ver:

ANTONIO DE FONSECA Y LOS PLEITOS CON LA CASA DE ZENETE

Idem (13) pag 71 y ss

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(80): Idem cita anterior, pags. 71 a 74

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(81): EL ARZOBISPADO DE SANTIAGO EN TIEMPOS DE DON ALONSO II DE FONSECA

EDUARDO PARDO DE G. Y VALDES

HISPANIA SACRA REVISTA DE HISTORIA ECLESIASTICA DE ESPAÑA VoL. XXX 1977 (pag 45)

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(82): Idem (13) Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo

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(83): Idem (13) Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo

pag 343 y ss. EPÍLOGO, LOS DESCENDIENTES DE ANTONIO DE FONSECA

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(84): EL ARZOBISPO DON ALONSO II DE FONSECA,bNOTAS PARA SU ESTUDIO

Por MERCEDES VÁZQUEZ BERTOMEU

CUADERNOS DE ESTUDIOS GALLEGOS", Tomo XLVII, Fascículo 112, Santiago 2000.

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(85): https://dbe.rah.es/biografias/9752/alonso-ii-de-fonseca-y-acevedo

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(86): idem (84) pag 113

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(87): SYMBOLA DIVISAS O EMPRESAS HISTÓRICAS https://www.bidiso.es/Symbola/divisa/372

Citando a (Juan Silvestre Gómez, Panegírico al conde de Monterrey (1640), edición de Jesús Ponce Cárdenas, Panegíricos.com, 2018).

Asimismo, añade el texto: "En el manuscrito 359 de la Biblioteca Universitaria de Salamanca de Batallas y Quinquagenas, Fernández de Oviedo, que se ocupa de este caballero en la segunda quinquagena del diálogo XXXVI, destaca su valentía y lo describe como “muy gentil galán e rregozijado, e lindo ombre darmas”. El cronista refiere su presencia en el sitio de Salses-le-Château y su participación en una justa en Medina del Campo en 1494. También menciona que su mujer fue dama de la reina Isabel la Católica. (Fernández de Oviedo, Gonzalo, Batallas y Quinquagenas, introducción de Juan Bautista Avalle-Arce, Salamanca, Diputación de Salamanca, 1989, pp.76-78)” -SIC-.

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(88): Nos dice la RAH: SIC https://dbe.rah.es/biografias/9753/alonso-iii-de-fonseca-y-acevedo

"la vinculación de Alonso de Fonseca III con las corrientes erasmistas de la época. Todo había empezado en el verano de 1524 cuando, tras la toma de posesión por poderes y alguna insistencia, Juan de Vergara aceptó el cargo de secretario del arzobispo. Este humanista toledano había sido ya secretario del cardenal Cisneros, miembro del equipo de la Políglota y poseía amplios conocimientos de griego. Mantenía, asimismo, fluida correspondencia con Erasmo. Unos años después, en 1527, Vergara escribió a Erasmo presentando a Fonseca III como un prelado favorable al humanismo cristiano, que gusta del erasmismo y se hace leer sus obras, y que deseaba invitarle a Alcalá con una pensión de 400 ducados" (... ) "Erasmo no llego a aceptar el ofrecimiento por encontrarse viejo, pero solicitó apoyo del arzobispo para la edición de las obras de san Agustín. Alonso de Fonseca III envió 200 ducados en junio de 1528, instando a Erasmo a proseguir en su trabajo para poner de manifiesto los errores de Lutero y que batallase para conseguir reprobar a un tiempo la herejía y la corrupción eclesiástica. En consecuencia, Erasmo dedicó a Fonseca III su Opera omnia agustiniana, que se imprimía en diez tomos en Basilea (1528-1529), como a “patrono benemérito”. Además de estos intercambios epistolares de los años 1527 y 1528, se sabe también que Fonseca poseyó un retrato del propio Erasmo, puesto que entre los bienes que se inventariaron a la muerte de Juan de Vergara en 1557 se encontraba una pintura de Erasmo sobre tabla, con las armas de Alonso de Fonseca" (...) "Pero la reacción inquisitorial antierasmista inquietaría los últimos años del arzobispo. En junio, noviembre y diciembre de 1533 redactó diversas cartas para intentar salvar de la Inquisición a su secretario Vergara y ofreció por su libertad provisional una abultada fianza”.

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(89): idem (88) SIC de la RAH: "Su retrato más antiguo y fidedigno lo pintó en 1526 Juan de Borgoña, cuando contaba cincuenta años, y se encuentra en la sala capitular de la catedral de Toledo. Fonseca III aparece en el retrato con una constitución física débil y enjuta. Destaca la cara huesuda y demacrada, con nariz y mentón acusados, rasgos afilados, arrugas en las comisuras y mejillas hundidas. Francesillo de Zúñiga, en su Crónica de tiempos del Emperador lo describe así: `El arzobispo estaba vestido de grana y era luengo y bien delgado, y díjole este coronista que parescía gallo desollado´” .

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(90) y (91): idem (71) pag 47. Vasallo Toranzo lo hace hijo tercero de Beatriz de Fonseca Botello y de Juan A. De Ulloa, poniendo su fecha de nacimiento en 1414.

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(92): de nuevo: Para conocer más sobre Alonso de Fonseca, recomendamos el libro:

Los Fonseca : linaje y patronato artístico de Luis Vasallo Toranzo. -ver cita (13)-

Capítulo 2. LOS SEÑORES DE COCA Y ALAEJOS. POLÍTICA, RELIGIÓN Y FAMILIA Pag. 47

1. EL ARZOBISPO ALONSO DE FONSECA EL VIEJO, FUNDADOR DEL MAYORAZGO; 47

El arzobispo Alonso de Fonseca el Viejo, alto consejero de Enrique IV ; 47

Los herederos: Hernando de Fonseca y Alonso de Fonseca ; 53

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(93): Apiano, GUERRAS CELTÍBERAS, SEGUNDA GUERRA (belos, titos y arévacos, o del fuego) Iberia, 50.

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(94): Ver mi artículo:

EL BRONCE BOTORRITA I; NUESTRA HIPÓTESIS SEGUNDA (Abilu Ubokum).

http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com/2022/03/el-bronce-botorrita-i-nuestra-hipotesis_29.html