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Los capítulos se desarrollan en un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará seguir las letras negrillas y las rojas destacadas.
Quiero dedicar este trabajo a la familia Blanco-Cobaleda, quienes lograron que la Casa de las Muertes (Palacio Juan de Álava), llegase en buen estado hasta nuestros días. Con un especial recuerdo hacia Matías y su mujer, Juana; que en los años sesenta compraron el inmueble -por entonces en ruina-, invirtiendo dinero y tiempo para lograr recuperarlo. Mi dedicatoria también para Matías hijo -fallecido-, Auxiliadora, Valvanuz y Gonzaga; que aún velan por el buen estado del palacio. Un edificio que sin el cuidado de los Blanco-Cobaleda, posiblemente habría desaparecido. Asimismo, mi agradecimiento a Elena Llamas Pombo, que me ha facilitado documentación, información y ánimos; para realizar este opúsculo.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba; detalle de un dibujo de Genaro Pérez Villaamil firmado en 1849; propiedad del Museo de Escultura de Valladolid -al que agradecemos nos permita divulgarlo-. La escena recoge la Plaza de las Úrsulas en Salamanca; donde a nuestra derecha podemos ver el Palacio Juan de Álava (que destaca en primer término). Al lado, un grabado del mismo edificio, que recoge Wikipedia -a la que agradecemos nos permita divulgarlo- perteneciente al libro de Constantin Uhde “Monumentos arquitectónicos de España y Portugal”. Imágenes de un viaje desde Berlín realizado en 1888-1889, y publicadas por Ernst Wasmuth en 1892 (arquitecto, profesor de Braunschweig). Abajo, mapa de España y Portugal, editado por Pablo Forlani y Ferdinardo Bertelli en el siglo XVI; sobre el que he representado las rutas de Juan de Álava. Describiendo los viajes que este arquitecto realizó durante su vida activa y mientras residía en Salamanca (desde 1504 a 1537). Llevando a cabo rehabilitaciones, tasaciones y construyendo edificios; principalmente en: Santiago de Compostela, León, Zamora, Salamanca, Alba de Tormes, Plasencia, Coria, Sevilla y Granada.
ANTES DE COMENZAR:
Vamos a basar nuestro artículo en los estudios y publicaciones de la profesora Ana Ma. Castro Santamaría. Una de las mejores investigadoras del plateresco español y principal especialista en Juan de Álava. Cuyos trabajos lograron descubrir infinidad de datos sobre la obra y vida de este arquitecto. Aportando información clave acerca de las labores, personalidad y familia del famoso cantero alavés; de inigualable importancia y hasta entonces desconocidas. Tristemente, los acertados e innovadores estudios de la profesora Castro Santamaría, son a menudo copiados (sin citar la fuente); obviando como “normales” las noticias y referencias que solo ella ha hallado, tras años de estudio. Pudiendo encontrarse en internet numerosas páginas que recogen cuanto Castro Santamaría ha aportado a la historia del plateresco y a la de Juan de Álava; sin una sola mención a su descubridora -“calcando” capítulos enteros; en los que han cambiado algunas palabras y verbos, para no ser calificados como copia-.
Decía Eugenio D´ors: “todo lo que no es tradición es plagio”; intentando mostrar que la creación no existe y que nuestras obras proceden del aprendizaje o de la imitación. Por cuanto, al no haber menciones anteriores a los datos referidos, y que esta profesora añadió en la Historia; han de ser plagio aquellos escritos posteriores a ella, que no citan su fuente. No debiendo nunca olvidar, que plagio y plaga tienen una misma etimología; nacida del latín “plagium”, que significa “secuestro”; terminaré este prefaccio añadiendo que al ser yo un divulgador y no un historiador (propiamente dicho). Me voy a permitir generar hipótesis sobre la vida y obras de Juan de Álava; comentando y deduciendo lo que pueden significar, aquellos numerosos datos que nos aportan los historiadores -principalmente, la profesora Castro Santamaría-. Atreviéndome a concluir situaciones que vivió el arquitecto y a describir factores subjetivos acerca de su carácter o familia; planteando una biografía quizás imaginada, pero totalmente basada en cuantas noticias tenemos sobre él.
PARA CONSULTAR LAS CITAS, PUSAR EL SIGUIENTE ENLACE: https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2023/10/citas-de-juan-de-alava-y-su-palacio-en.html Se recomienda mantener abiertas ambas páginas (este texto y sus citas) con el fin de verlas fácilmente)
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos dibujitos míos con la Catedral Nueva de Salamanca (rotulador sobre papel); una de las grandes obras que dirigió Juan de Álava. Arriba, intenté representar el edificio durante el día. Abajo, iluminado, por la noche.
A) BIOGRAFÍA DE JUAN DE ÁLAVA:
Hasta hace medio siglo, muy pocos sabían quién era este arquitecto y nadie tenía datos fidedignos sobre su vida. Una gran figura que -posiblemente- permaneció oscurecida en el tiempo, al apellidarse realmente Ybarra (o Ibarra). Siendo “de Álava” un sobrenombre tomado desde la villa que le vio nacer y con el que terminó firmando sus mejores obras; dándose así a conocer en su época. Aunque en nuestros días, gracias a los estudios de los modernos investigadores -principalmente, Castro Santamaría-, se ha podido desvelar que Juan de Ybarra y Juan de Álava eran una misma persona (padre del también arquitecto, Pedro de Ybarra). Un personaje, cuyos edificios están entre los mejores de la España del Renacimiento. Artista, que a su vez renació (dejando de ser un casi-desconocido), gracias a las publicaciones de la referida profesora; quien fue la primera en catalogar definitivamente sus trabajos. Hallando asimismo, documentos de absoluta importancia para poder trazar una biografía del personaje. Descubriendo su testamento; junto a innumerables referencias de labores en iglesias, seos, conventos y edificios civiles; tanto, como infinidad de citas profesionales y hasta pleitos, en vida del arquitecto. Al igual que otros litigios, posteriormente sucedidos entre familiares o herederos de Juan de Álava; donde Castro Santamaría dio a conocer, sus descendientes, sus bienes y hasta su forma de vida. Así pues, aun siendo inútil reescribir lo ya redactado por esta valiosa profesora de la Universidad de Salamanca. Al comenzar nuestro artículo, necesitamos un esbozo biográfico sobre el artista; para cuya documentación nos basaremos principalmente de dos publicaciones suyas (1) y (2) . Realizando el bosquejo de hechos conforme a una cronología (tal como Castro Santamaría presenta). Recogiendo para iniciarlo, las palabras que ella escribe, sobre el estilo, obra y épocas del artista; diciéndonos:
“podemos estructurar su evolución en tres etapas: una primera de formación, antes de 1510, que nos es bastante desconocida; una amplia etapa de madurez, entre 1510 y 1533, en la que pudo ser importante el contacto con Covarrubias en 1529, momento a partir del cual quizá inicie un proceso de simplificación –al menos en cuanto a la decoración–; por último, una etapa de decadencia física (1533-1537), debido a la enfermedad que le aquejaba, que limita su movilidad, pero en la que alcanza el título posiblemente mas ansiado en su carrera, el de maestro mayor de la Catedral de Salamanca” (2a) .
-1480/83: Se supone que nace en este año, en la localidad alavesa de Larrinoa -aunque otros investigadores sitúan esa fecha, más cercana a 1483-. Venido al Mundo en una familia hidalga, sus antecesores fueron canteros (constructores de casas) al menos desde tres generaciones atrás. Cree Castro Santamaría que antes de afincarse en Salamanca (1504) habría estudiado en Burgos y posiblemente en Toledo, formándose con los mejores arquitectos de la época -Juan Guas y los flamencos Egas- (2b) . A mi juicio, tal como más tarde explicamos; nacería entorno a 1483, ya que no fue el primogénito y sabemos que tuvo tres hermanos. Debiendo pensarse que si fue el segundo, no pudo venir al mundo antes de 1482 y si era el último, lo hizo después de 1484. Considerando esa última fecha demasiado tardía para su nacimiento; porque en 1504 ya le vemos trabajando en Salamanca, lo que hace suponer que tendría más de veinte años.
-1483/1500: A mi entender, y conforme algunos testimonios dejan ver; tuvo que casarse forzadamente. Matrimonio que se celebraría en Manurga (Álava) y del que no volvió a dar referencias. Es posible pensar que le obligasen a desposarse por haber dejado embarazada a una vecina del lugar; pero que el neonato se perdiera. Por lo que se habla de que había contraído nupcias muy joven, en su tierra natal; aunque no tuvo descendencia. Hay que considerar como hipótesis, que escapa de aquel matrimonio no deseado; saliendo así de Álava, para comenzar su carrera de cantero en Castilla.
-1500/1504: Según la profesora Castro Santamaría; habría trabajado durante sus años iniciales con los mejores arquitectos de la época. Creyendo la investigadora que se formó en Burgos y quizá en Toledo -como hemos dicho; con Juan Guas y los flamencos Egas- (2b) .
-1504: Primera referencia a su vida y obra, en Salamanca; apareciendo unido al también cantero Michel de Algoibar, que se había comprometido a hacer la Sacristía en la capilla de la Universidad (2c) .
-1505/1508: A mi juicio, vivía ya desde 1505 con María Álvarez de Vargas, sin poder contraer matrimonio con ella, quizás por estar casado en su tierra natal (boda de juventud, del que no tuvo descendencia y que a mi entender, le impulsó a huir de Álava). Entre 1506 y 1508, considero que nacieron sus dos primeros hijos, habidos con María Álvarez de Vargas: Juan y Pedro.
-1509: Existen noticias de que regresa desde Álava, viniendo a Salamanca con una ejecutoria de nobleza familiar; acta de hidalguía que solicitó su padre y que le extienden a él (sobre el apellido Anuncibay) -ver (9c) -. Este viaje y su documentada vuelta a la ciudad donde vivía, nos hace sospechar que por entonces intentaba conseguir “arreglar” su situación matrimonial (al haber estado desposado durante su adolescencia). Ya que -tal como dijimos-: “varios testigos afirmaron que el artista se había casado en Manurga y que era viudo, pero sin hijos; aunque otros relataban que salió de su lugar natal, siendo muy joven y soltero (4d). El hecho cierto es que no pudo -o no quiso- casarse con la madre de Juan y Pedro de Ybarra; lo que me lleva a pensar que había huido de un matrimonio forzado -celebrado durante su temprana juventud- y que debido a ello, no pudo desposarse años después en Salamanca. Además, no sería extraño suponer, que en 1509 intenta obtener los permisos para contraer enlace con María Álvarez de Vargas. Para lo que viaja hasta su tierra natal; aunque regresando con un acta de hidalguía, al no poder lograr las licencias matrimoniales. Ello, también indicaría que ya estaba cohabitando con la que fue madre de sus hijos y que -seguramente- Juan y Pedro ya habrían nacido.
-1510: Desde entonces comienza a tomar relevancia, siendo ya apadrinado por la familia Fonseca (arzobispo de Santiago) y por los duques de Alba. Los primeros, le encargan obras en la catedral compostelana y los segundos en un monasterio de Alba de Tormes (2d) . En cita (3) recogemos lo que escribe Castro Santamaría, acerca del mecenazgo que le otorga desde entonces la familia Alba (Álvarez de Toledo).
-1511: Se desploma el Cimbórreo de la catedral de Sevilla; dos años más tarde será llamado para repararlo -junto a Juan Gil y Juan de Badajoz- (2e) .
-1512: Muere Alonso de Fonseca II. Personalmente, creemos que es solo después de fallecer este prelado, cuando su hijo (Alonso III) encarga a Diego de Siloé la tumba de Las Úrsulas, en Salamanca; y a Juan de Álava la reforma del edificio, para enterrar allí a su progenitor (aunque no hay datos que describan este contrato, hasta 1529). Pues no hay documentación que una a Juan de Álava con el fallecido este año; lo que nos hace deducir que el maestro nunca trabajó para el padre, sino tan solo para Alonso III. Quien realmente aparecerá años más tarde en la fachada de la casa que habitó el arquitecto (Palacio Juan de Álava); aunque normalmente se ha confundido este retrato con el de Alonso II. Un error que se comprueba con datos y fechas; aunque también observando los rasgos del hijo (pintado por Juan de Borgoña); que tenía una enfermedad estomacal, provocándole una delgadez extrema -mientras el padre gozaba de sobrepeso y carece de parecido con el que vemos esculpido en la Casa de las Muertes-.
-1513: Se crea una junta salmantina, llamada de los Nueve Maestros, para determinar dónde debe situarse la Nueva Catedral de Salamanca. Entre ellos estará Juan de Álava; junto a Antón Egas, Juan Gil de Hontañón, Juan de Badajoz, Juan de Orozco, Alonso de Covarrubias, Juan Campero, Juan Tornero y Rodrigo de Saravia (2f) .
-1513: Le solicitan que visite dos obras que se estaban realizando en Andalucía: La capilla Real de la Catedral de Granada y la Capilla Mayor de la Catedral de Sevilla. Allí irá junto a Juan Gil y Juan de Badajoz -el viejo- (2g) .
-1514: Se convierte en arquitecto oficial de los señores de Alba de Tormes; mencionando Castro Santamaría haber hallado en Simancas un “documento que data del 23 de marzo de 1514, y en esta fecha se supone que fuera maestro de las obras del duque de Alba Fadrique de Arelar ” (3a) .
-1515: El duque de Alba le otorga un sueldo de 10.000 maravedíes, firmando el artista como el arquitecto del Señor de Alba, desde 1514. Asimismo, Juan de Ulloa, Señor de la Mota de Toro (hoy del Marqués), le contrata para convertir en palacio, la fortaleza de la localidad y restaurar sus murallas. Un acuerdo, que finalmente incumple el de Ulloa, sin atender a los pagos comprometidos; no pudiendo realizarlo Juan de Álava; provocando un litigio entre el artista y el señor de Mota (2h) .
-1516: Trabaja en Salamanca, principalmente. Construyendo la capilla del convento de San Agustín y colaborando en su claustro (hoy desaparecidos). Asimismo, remodela el coro de la iglesia de San Martín; sita junto a la entrada de la famosa plaza salmantina (que más tarde construyeron los Churriguera) (2i) .
-1517: Aparece por primera vez citado en los documentos de la Catedral de Plasencia. Aunque Castro Santamaría cree que hacia 1513 ya pudo participar junto a Egas en las obras de esta seo (2j) y (3b) .
-1518: Regresa, con otros arquitectos, a la Catedral de Compostela, para realizar obras. Se supone que comienza a trabajar en el Colegio Fonseca de Salamanca (llamado Santiago Zebedeo, también conocido como Los Irlandeses). En “este mismo año concertó la continuación de la iglesia y el claustro del monasterio jerónimo de Nuestra Señora de la Victoria de Salamanca" (2k) .
-1519: “acudiría, como todos los años, a visitar la obra de Plasencia; el 18 de noviembre el cabildo le manda que trace y construya una casa tras la Catedral, en la calle de Santa María” (2l) .
-1520: Aparece trabajando en los monasterios Jerónimos de San Bartolomé de Lupiana (Guadalajara) y principalmente en el de Guadalupe (Cáceres), donde realiza las trazas de su “enfermería” (hoy hospedería). Asimismo, inicia tres hornacinas en la Catedral de Salamanca, que no terminará hasta 1523 (2m) .
-1521/22/23: “cada año durante 1521, 1522 y 1523, Juan de Alava ingresaría una cantidad superior a 87.000 maravedis, a lo que habría que añadirse el ducado diario que el propio Juan de Alava aseguraba ganar en los destajos de la Catedral de Salamanca, más otras ganancias que desconocemos. No ganaba tanto el catedrático de griego de la Universidad de Salamanca Hernán Nuñez, el Pinciano, cuyos ingresos anuales en 1523 eran 30.000 maravedís” (2n) .
-1520/1523: A mi juicio, entre 1520 y 1522 muere la madre de sus primeros hijos (María Álvare de Vargas); con la que no pudo casarse -seguramente debido a un primer matrimonio de juventud, habido en Manuerga (Alava)-. Quedan huérfanos Juan de Álava de Ybarra y Pedro de Ybarra; que por entonces tendrían unos quince y dieciséis años.
-1521: Comienzan las obras en la Catedral de Santiago de Compostela. En Salamanca, empieza a construir el Colegio de Santa Cruz (actual conservatorio), sobre la casa del secretario del arzobispo Fonseca (Juan de Cañizares) (2ñ) .
-1522: “En 1522 continúa ocupado en los destajos de la Catedral salmantina; que se interrumpen en agosto de este año hasta febrero de 1523 por los enfrentamientos entre Gil y Alava” (2o) . Recordemos que el de Álava consideraba su peor enemigo a Gil de Hontañón; una animadversión que se trasladó a los hijos de ambas estirpes de arquitectos.
-1523: fecha en la que considero personalmente que se casó de nuevo, contrayendo matrimonio con Elena Sánchez; unión de la que nacieron tres hijas (María, Catalina e Isabel). Algunos autores consideran que Elena Sánchez era de familia adinerada y sabemos que ya antes de morir su marido (en 1537) tomó las riendas de diversos negocios, logrando recapitalizar la familia -ver cita (11) -.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: tres dibujitos míos de la Catedral de Salamanca, donde se distinguen claramente las trazas de la zona dirigida por Juan de Álava.
-1523: Trabaja en el Monasterio Jerónimo de Salamanca y en las capillas de la Catedral salmantina. Asimismo, en verano visitaba las obras del claustro de la Seo compostelana. Además, construye distintos edificios civiles y públicos en Plasencia -destacando el Ayuntamiento, una calle y la reparación del puente de Trujillo- (2p) . Sabemos que antes de 1524 contrae matrimonio con Elena Sánchez (su segunda mujer), por lo que hemos de suponerle casado ya en 1523. Debiendo también considerar que su anterior pareja (no podemos decir esposa) y madre de sus hijos -Juan y Pedro de Ybarra-; habría fallecido cuando contrae nupcias con Elena Sánchez. De cuya unión nacerán tres niñas: María -nombrada por el arquitecto heredera universal, dejando el usufructo pleno a su viuda-; Catalina (casada con un escribano de Salamanca) e Isabel (monja en Las Úrsulas). En este año es posible que reformase o adquiriese la Casa de las Muertes -un edificio medieval- para convertirlo en el Palacio Juan de Álava (transformando su fachada e interior, con el fin de vivir junto a su nueva mujer).
-1524: Acaba el trabajo en el claustro del monasterio de la Victoria, en Salamanca. Contrata con Juan de Ulloa realizar las ya citadas obras de recuperación en el castillo y murallas de Mota de Toro (hoy del Marqués); siendo estipulado que trabajará durante diez años para este regidor de Toro y señor de la Mota (aunque el de Ulloa incumple los pagos y entran en litigio). Firma una de las labores más importantes de su vida: La construcción del convento de San Esteban, en Salamanca (fundado por el hijo del duque de Alba); cuyas obras comienzan ese año (2q) y (3c) .
-1525: Sigue en el Monasterio de la Victoria de Salamanca y comienza obras en el Monasterio de San Francisco de Toro. En 1525 había sido nombrado arzobispo de Toledo Alonso III de Fonseca; lo que une a Juan de Álava con Covarrubias, trabajando ambos a la par en numerosas obras (2r) . Añadiremos que el convento de San Francisco de Toro (desaparecido tras la Desamortización) era el lugar donde Alonso I de Fonseca deseaba enterrarse, al igual que numerosos miembros de la misma familia. El templo no fue bien acabado y cayó tras la Desamortización. Finalmente dejaron en la iglesia de Coca, la tumba de Alonso Fonseca I -el viejo; tío de Alonso II y tío abuelo de Alonso III-.
-1526: “En junio y julio de 1526 le encontramos de nuevo en Santiago, visitando las obras del claustro de la Catedral (...) Su actividad, como siempre, se centra en Salamanca, donde continúa dirigiendo diversas obras (San Esteban, la Victoria, el Colegio Fonseca). En este año, además, aparece su nombre vinculado al Colegio de Cuenca (...) Es posible que la Universidad también contara con Juan de Alava para la construcción de las Escuelas Menores, cuyas obras se habían iniciado al menos en 1526 y se acabarían en 1533” (2s) .
-1527: “Continuaría con las obras de San Esteban y el Colegio Fonseca; además, tenemos referencias de su intervención en los Colegios de Cuenca y Santa Cruz de Cañizares, donde se ocuparía de la capilla. Visita las Catedrales de Plasencia y Santiago” (2s) . Se supone que en estas fechas también remodeló las Escuelas Menores en la Universidad de Salamanca.
-1528: “En mayo de 1528 acude a la llamada de la Universidad para dar su parecer sobre la ruina de la librería; dio un nuevo informe, junto con Alonso de Covarrubias” (2s) .
-1529: Le encargan la Sala Grande (salón de actos) de la Universidad de Salamanca. Trabaja junto a Diego de Siloé y otros importantes arquitectos, en el Colegio Fonseca de Salamanca (2t) .
-1530: “En 1530 esta documentado en Extremadura. El 15 de julio estaba en Coria, viendo la obra de la iglesia, que ya tenía problemas de cimentación. (...) También sabemos que estuvo visitando las obras del monasterio de Guadalupe, según declara él mismo en 1532” (2u) .
-1531: “1531 es pródigo en noticias referidas a nuestro arquitecto, que aparece repetidamente con el nombre de Juan de Ybarra. Aparece como testigo en dos documentos relacionados con la Catedral de Plasencia y con el Colegio Fonseca (...) asume en 1531 la Catedral de Salamanca y el convento de San Marcos de León. El 13 de septiembre, tras la muerte de Juan Gil el Mozo, es nombrado veedor de los destajos de la catedral salmantina” (2u) .
-1532: “aparece documentado en Zamora: el 24 de febrero, con Juan de Gamboa, se obligaba a realizar ciertas obras en el monasterio jerónimo de Montamarta (…) 1532 es también el año en que aparece documentada la intervención de Alava en el Colegio Fonseca de Santiago: el 17 de octubre en Alcalá de Henares (...) Asimismo, este año vuelve a Guadalupe, (...) para las obras de la enfermería del monasterio ” (2u) .
-1533: Trabaja en el Colegio Fonseca de Salamanca y en el Monasterio jerónimo de Alba de Tormes (San Leonardo, citado en ocasiones como San Lorenzo). Entra en pleito contra numerosos clientes, destacando el litigio con Juan de Ulloa, que no había pagado su encargo de remodelar el castillo de Mota del Marqués (2v) .
-1534: Se manifiesta su enfermedad, dejándole sin movilidad. Es reclamado para visitar las obras en Santiago, donde no puede viajar. Tampoco irá a Plasencia, como hacía anualmente (2w) . Añadiremos, que este año fallece su gran mecenas: Alonso III de Fonseca (arzobispo de Toledo; que será enterrado en el Colegio fundado por él en Salamanca). A mi juicio, los pleitos habidos el año anterior, por numerosas deudas y la noticia de la muerte de su mentor, pudo propiciar su falta de salud. Pudiendo llegarse a deducir que el arquitecto sufrió un ictus cerebral, lo que explicaría sus síntomas y su mejoría dos años más tarde.
-1534: A mi entender, realiza las trazas del Palacio del conde de Alba y Aliste, en Zamora. Edificio que finalmente construiría su hijo (tal como veremos cuando tratemos sobre esta obra).
-1535: “Una de las últimas salidas fuera de Salamanca del maestro alavés fue a la Catedral de Ávila (...) Este mismo año se iniciaban las obras del monasterio de San Jerónimo de Zamora, conforme a las trazas que había dado Juan de Alava” (2x) . Desde este momento hemos de tener por seguro, que su hijo (Pedro de Ybarra) tomará la guía de cuantas obras había iniciado el padre.
-1536/37: Le requieren en la catedral de Plasencia e inesperadamente hace acto de presencia en la ciudad extremeña para asesorar las obras que se habían reiniciado. En Salamanca, continuó como maestro de obras de la Catedral. Finalmente, ante su inminente fallecimiento, la obra fue asumida por su hijo Pedro de Ybarra, junto a otros canteros (como Juan Negrete, Miguel de Aguirre, Diego de Vergara). Muere antes de octubre de 1537 (2y) . Añadiremos que -tal como descubre Castro Santamaría en 2011- otorgó testamento el 18 y 20 de septiembre, solicitando ser enterrado en la iglesia salmantina de Santa Ma. de los Caballeros; cuyos archivos han ofrecido numerosos datos a los investigadores sobre la vida y familia de Juan de Álava.
Es importante conocer que tres años después de caer enfermo, mejorase; pudiendo incluso viajar. Un hecho que -a mi entender- demostraría el hipotético diagnóstico que hemos manifestado, sobre un posible ictus. Al considerar que el fallo en circulación sanguínea le sobrevino a los cincuenta y cinco años de edad (aproximadamente) y tras varios pleitos; durante un tiempo en el que además muere su mecenas (Alonso III de Fonseca). Siendo esta la edad donde comienzan los riesgos de embolia; lo que sumado a los disgustos judiciales y al fallecimiento de su gran protector amigo, pudo provocarle un infarto cerebral. Enfermedad que a los tres años permite ganar movilidad a quienes la padecen; aunque existe el riesgo de que durante esa mejoría, el paciente fallezca (sufriendo nuevas isquemias).
-Añadimos que en todo este catálogo de obras faltarían las casas que construyó, de las cuales tan solo se conservan tres o cuatro en Salamanca. Habiendo desaparecido la que hizo a Alonso de Fonseca III, en el pueblo llamado Palacios del Arzobispo (edificio derruido desde el siglo XVII); como otros tantos inmuebles privados que levantó en su ciudad de adopción. Manteniéndose en pie la Casa de Maldonado y la de los Solís (en el Recodo de San Benito) atribuyéndole Álvarez Villar también la casa de los Garcigrande y de los Rodríguez de Labanda -que yo creo se refiere al de Rodríguez Figueroa-. Palacetes que hemos de suponer, construidos mientras vivió Salamanca; aunque creemos que fue principalmente cuando tomó gran fama como arquitecto. Entre los años 1520 y 1537; siendo estas fechas cuando datamos la compra y reforma de su propia casa (conocida como De las Muertes); por lo que muchas otras tuvieron que ser finalizadas por su hijo (al morir el maestro antes de octubre del 37). Todo lo que da a estos edificios privados un cierto "aspecto ajeno" a Álava; ya que estarían acabados por Pedro de Ybarra y los canteros que trabajaban con él. Sucediendo algo parecido con edificios singulares de Salamanca; como el palacio de Monterrey y el de La Salina; que parecen iniciados con la estética de Juan de Álava y de su hijo, pero serían construidos después de su muerte en 1537, por maestros muy diferentes.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos dibujos míos (rotulador sobre papel): Salamanca, vista desde su puente romano, con la Catedral Nueva, al fondo. Arriba, imagen durante el día; abajo simula la iluminación nocturna.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: otros dos dibujitos míos (tinta, coloreada a lápiz, en papel). Al lado, plaza de la Universidad, cuya fachada se atribuyó durante un tiempo a Juan de Álava; quizás debido a la calavera (con la rana) y en coincidencia con las que lucía su casa palacio -llamada por ello, De las Muertes-. Aunque actualmente la labra de la Universidad se atribuye a Juan de Talavera (principalmente tras los estudios de Alicia Ma. Cantó). Abajo, portada del convento de San Esteban, una de las principales obras de Juan de Álava.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Uno de los proyectos más importantes de Juan de Álava ; que se truncó, fue la remodelación de las murallas de Mota del Marqués (Valladolid) y la creación de un palacio en su castillo. Obras que le encargó Juan de Ulloa (señor de la Mota de Toro), primo segundo de Alonso III de Fonseca; ya que la familia Fonseca procedía de Toro. Teniendo ambos bisabuelos comunes, nacidos desde Beatriz de Fonseca, casada con Juan A. de Ulloa -hermano del señor de La Mota-. Debido a ello, entendemos que Juan de Álava entrase en contacto con este familiar de Alonso III (su mecenas); quien le propone un proyecto que nunca pagaría -como fue la rehabilitación de castillo y murallas de Mota-. Siendo llamativo que al morir en 1534 su amigo y procer (el arzobispo Fonseca); el arquitecto tomase la decisión de pleitear contra Juan de Ulloa. Seguramente aduciendo costes adelantados; porque habría dedicado tiempo y dinero, en todo el estudio de reconstrucción. Suponemos que tras el mencionado litigio, el señor de La Mota, decidió establecer contacto con los “enemigos” de Juan de Álava; encargándoles una iglesia y un palacio. Edificios que se llevaron a cabo decenios más tarde, dirigidos por Rodrigo Gil de Hontañón; a expensas de Rodrigo de Ulloa -hijo del anterior y primer marqués de La Mota-. Conservando el pueblo la referida iglesia y palacio; aunque el castillo quedó en absoluto abandono, hasta llegar al terrible estado que hoy podemos ver (en el kilómetro 200 de la AP-6). En imágenes: Al lado, subida al castillo de Mota del Marqués, con la ermita de San Salvador (cuyas ruinas fueron recientemente consolidadas). Abajo, vista de Mota, con su castillo y murallas prácticamente derruidas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías del palacio de los Ulloa, construido por los Gil de Hontañón (que, como sabemos, eran enemigos profesionales y personales de Juan de Álava; enemistad que heredó su hijo -Pedro de Ybarra-).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Iglesia de San Martín, en Mota del Marqués; también levantada por los Gil de Hontañón (parece ser que fue su proyecto anterior a la fachada de la Universidad de Alcalá de Hernares; de allí el parecido en algunas figuras).
a-1) La familia Ybarra: padres, cónyuges y descendientes de Juan de Álava
I Su árbol genealógico y el sobrenombre “De Álava”:
Los datos sobre la vida y familiares del arquitecto, fueron principalmente descubiertos en dos etapas distantes y por dos grandes historiadores salmantinos. Primero y en los años sesenta, gracias a Álvarez Villar; que en su estudio intitulado LA CASA DE LAS MUERTES, desveló numerosos documentos acerca de Pedro de Ybarra y sus sucesores. Atribuyendo al hijo de Juan de Álava el edificio sobre el que trataba el libro (publicado en 1967). Aunque unos treinta años más tarde, será Ana Castro Santamaría, quien amplía toda los datos acerca del artista. Logrando recabar legajos y nuevas noticias de la familia y de su patriarca salmantino; consiguiendo sacar a la luz numerosos pleitos, menciones del arquitecto en infinidad de sus trabajos, e incluso su testamento. Un legado que hallaría decenios después de presentar su tesis sobre el genio de la arquitectura (en 1994) y que hizo público en 2011, en su famoso opúsculo intitulado EL TESTAMENTO DE JUAN DE ÁLAVA. Importante obra, sobre la que más tarde trataremos; en el epígrafe siguiente.
Acerca de la vida y familia del artista, comienza escribiendo en su tesis -la citada profesora-; que el maestro se apellidaba Ybarra (o Ibarra), aunque sustituyó su nombre familiar por el del lugar del que procedía -un hecho normal entre los canteros de la época- (4) . Pese a ello, a mi juicio pudo haber una razón social para darse a conocer como Juan de Álava; fundada en un anterior matrimonio, sucedido en Manurga durante su juventud y del cual parece que manifestaba había enviudado. Asimismo, otro hecho más pudo “obligarle” a tomar ese “mote”; hipótesis personal que baso en lo que Castro Santamaría descubre en su opúsculo “El testamento de Juan de Álava” (5) . Donde manifiesta que no estaba casado con su primera “mujer” salmantina, María Álvarez de Vargas (quien hasta el momento de publicarse esta obra, se consideraba su esposa). Por cuanto los hijos habidos en unión con ella, llamados Pedro y Juan, habrían nacido en estado civil ilegítimo. Así pues, el apodo “de Álava” pudo permitir al arquitecto dos “argucias” sociales; primero, que su mujer anterior no le localizase. Pero, al no poderse casar con la madre de sus hijos, por estar quizá desposado en Álava; mejor sería firmar como Juan de Álava, para poder dar a sus vástagos el apellido propio: Ybarra. Ya que en las actas bautismales de los nacidos bastardos, se exigía que figurasen con el nombre familiar de la madre o del abuelo paterno; excluyendo el del padre. Por lo que al hacerse llamar “de Álava” quizá pudo inscribir a sus hijos Pedro y Juan, como Ybarra, aludiendo a una persona diferente, como progenitor de ambos. Por lo demás, un primer matrimonio no deseado en su juventud; y que esta esposa anterior viviera, cuando tuvo descendencia en Salamanca. Explicaría no solo la incapacidad para casarse con la madre de sus hijos; sino también la “huida” de su tierra natal, en edad temprana -donde no regresaría más-.
Tras la exposición de nuestras hipótesis personales, seguimos con cuanto escribe Castro Santamaría sobre la familia del artista y de su origen hidalgo; un estatus muy normal entre la burguesía del Norte de España (principalmente en Cantabria y la zona vasca). Aunque por falta de recursos económicos, hubieron de trabajar como canteros y con sus manos (4a) . A lo que añadimos que esta labor, no les hubiera permitido ser hidalgos en otras zonas de España; donde se consideraba indigno que la baja nobleza viviera de labores manuales. No pudiendo dedicarse a una actividad que “toscamente” marcase sus dedos, provocando cayos (siquiera al arte); siendo tan solo la espada, lo que les permitían blandir. Continúa la investigadora comunicando como gracias a las actas familares de hidalguía recientemente descubiertas, puede trazarse un árbol genealógico de Juan de Álava. De ellos, a continuación veremos imágenes tomadas de sus estudios (4b) ; siendo recomendable leer nuestra cita (7) donde recogemos el modo en que explica la autora el medio para hallar los descendientes y sus ancestros, a la vez que expone el contenido de estas actas de hidalguía. Ascendiendo hasta su Bisabuelo, llamado Pedro Ybarra, casado con María Pérez de Alday; más tarde a su abuelo, también Pedro de Ybarra, esposo de Juana de Barrutia. Y finalmente, a su padre, también Pedro Ybarra desposado con María Pérez de Alcíbar. Línea que recogemos para conocer que Juan de Álava en verdad se llamaba Juan de Ybarra y Pérez de Alcíbar; no apareciendo entre sus ancestros paternos el apellido Anuncibay, del que se sabe pidió su padre acta de hidalguía. Es decir, que suponiendo fuera el tercer nombre de su abuelo (llamado Pedro Ybarra y Pérez de Alday); el referido Anuncibay, estaría en decimosegundo lugar entre los apellidos de Juan de Álava .
Continuando con los datos que nos aporta Castro Santamaría, sabemos que el arquitecto fue hijo de Pedro de Ybarra y de María Pérez Acíbar; casados hacia 1480 en Larrinoa (donde eran vecinos) por cuanto se supone esta fecha y lugar como los del nacimiento del artista. Asimismo conocemos que el progenitor muere antes de 1526, dejando viuda a su mujer; debiendo suponer que fallece anciano -para este tiempo-, ya que habría visto la luz entorno a 1455. (4c) . A lo expuesto, añadimos, que al tener Juan de Álava cuatro hermanos y llamarse uno de ellos Pedro (como el padre); quizás es mejor considerar que vino al mundo entre 1482 y 1484. Dando así tiempo para venir a la familia al primogénito y homónimo del progenitor; considerando además, que pudo ser el segundo y hasta el cuarto vástago del matrimonio (pero nunca el primero). Por lo que -a mi juicio-, que la fecha óptima para datar el nacimiento del arquitecto puede ser 1484; pudiendo deducirse que habría llegado a Salamanca con unos veinte años (en 1504). Ello, unido a lo que se sabe entorno a un matrimonio, en su tierra de origen; nos obliga a pensar que el arquitecto “fue casado” en plena juventud y seguramente con menos de dieciocho años. Lo que nos llevaría a concluir por qué se marchó de Álava, sin regresar ya más. Posiblemente huyendo de un desposorio forzado; algo que también ayuda a comprender por qué no se pudo casar con María Álvarez de Vargas (con la que tendría a Pedro y Juan de Ybarra). Tanto como explicaría que tomase un “apodo” en lugar de usar su verdadero apellido, con el fin de no ser localizado por su primera mujer.
Hipótesis que no podemos probar, pero sí intuir, sobre todo al leer lo que dicta Castro Santamaría en su tesis; cuando la profesora todavía consideraba que el arquitecto contrajo matrimonio con la madre de sus primeros hijos (Pedro y Juan). Recogiendo en su estudio, el modo en que varios testigos afirmaron que el artista se había casado antes en Manurga y que era viudo, pero sin hijos; aunque otros relataban que se fue de su lugar natal hasta Castilla, siendo muy joven y soltero (4d) . Pero un dato más que nos lleva a pensar que el mote “De Álava”, estuvo relacionado con esas primeras nupcias de juventud, de las que quizá “huiría”, marchando hasta Salamanca. Es que hasta 1531 no firmará con su verdadero nombre “Juan de Ybarra” -ver (2u) y cronología anterior-; ya cumplidos los cincuenta años y quizás seguro de que por entonces, nadie sacaría su pasado a relucir, ni le reprocharía sus faltas en el lugar de nacimiento.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres cuadros genealógicos de Juan de Álava, presentados por la prof. Castro Santamaría; a la que agradecemos nos permita divulgarlos. Arriba, del estudio “Una familia de canteros vascos: los Ibarra (Datos genealógicos)” . Es de destacar que en este esquema, solo aparece María Álvarez de Vargas y sus hijos, como esposa de Juan de Álava. Sin incluir a Elena Sánchez, que -al parecer- fue la única mujer legítima del arquitecto. Pudiendo comprenderse en este opúsculo, el modo en que se pudo crear este árbol genealógico, gracias a las actas de hidalguía que pidió su familia, ver cita (7) . Al lado, genealogía tal como la desarrolló en su estudio “Nuevas aportaciones a la biografía de Juan de Álava” (8) . En este caso, considera a María Álvarez de Vargas y a Elena Sánchez; esposas legítimas del arquitecto. Abajo, una de sus últimas investigaciones: “El testamento de Juan de Álava”. Observemos que en este cuadro final, hay unos nombres y marcas en rojo, que hemos incluido. Destacando que ya no aparece María Álvarez de Vargas como mujer. Pudiendo leerse incluso, el modo en que menciona Pedro de Ybarra (hijo de ella); definiéndolo como “bastardo” -aunque mejor sería aplicar el término de ilegítimo, debido a que la bastardía se limita más a nobleza titulada-. Sea como fuere, el hecho de que Juan de Álava no se casase con María Álvarez de Vargas, y debido a su “sobrenombre”; nos hace pensar que -quizás- al marchar de su lugar de nacimiento; huía de un matrimonio no deseado. Por lo que no pudo contraer nupcias con la madre de sus primeros hijos y -posiblemente- debido a ello, también usó el apodo “de Álava” (para no ser localizado por su esposa de juventud, pudiendo así dar el apellido verdadero a unos descendientes ilegítimos).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: la parroquia de San Ginés, en Madrid (Calle Arenal) a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes. En esta iglesia está enterrado Juan de Álava de Ybarra; médico de Felipe II y primer hijo del maestro de cantería. Su osario se halla en la segunda capilla izquierda, mirando al altar mayor; conocida como de los Barrionuevo -que podemos ver arriba.-. Al encontrarse presidida por la escultura funeraria de García de Barrionuevo y Peralta (caballero de Santiago). Al lado, capilla mayor o del Santísimo Cristo; sita en el trascoro. Abajo, entrada y portada de San Ginés.
II Hijos, parientes y descendientes; personalidad del arquitecto y su herencia:
Continuará Castro Santamaría hablando sobre los hermanos del arquitecto, muchos de ellos canteros; destacando la figura de Pedro de Ybarra, que suponemos era el mayor y se dedicaba también a la construcción -aunque vivió en su tierra natal (Larrinoa)-. Mientras los otros dos estaban afincados en Salamanca; uno de ellos (Martín) trabajó junto al famoso artista, del modo normal entre los canteros vascos, que laboraban en grupos y cuadrillas (familiares o por el lugar de procedencia) -ver cita (12c) -. La única mujer, Catalina, parece que vivió en casa de Juan de Álava -con su marido y prole-; aunque en mi opinión pudo habitar en el edificio colindante, también propiedad del arquitecto (ver imágenes más abajo). Sobre ella sabemos que estaba muy unida al hermano; tanto que actuó como madrina del primer hijo que este tuvo con María Álvarez de Vargas (4e) . Primogénito que fue llamado Juan de Álava de Ybarra y llegó a ser uno de los más prestigiosos médicos en la España de Felipe II (atendiendo hasta al mismo rey). Con estos primeros datos, se observa ya el perfil de este gran genio de la construcción; al que podemos intuir como un hombre culto, con gran sentido de familia y generoso. A mi entender, muy afectivo; por lo que habría huido de un matrimonio forzado -casi en su adolescencia-, pese a lo que nunca abandonó a los suyos. Dando trabajo a su hermano Martín (6) y un hogar a Catalina; rasgos de bondad que se mantendrán durante toda su vida. Actuando como patriarca de todos, lo que veremos de nuevo cuando trabaja con su hijo o en el momento de testar, dejando el usufructo a su segunda mujer e intentando beneficiar a cuantos herederos tenía. Aunque en estas últimas voluntades no menciona a su hijo Juan -el primogénito-; que debió alejarse de la familia, tras salir joven de Salamanca, después de hacerse médico. Profesión con la que obtuvo un gran éxito, llegando a ser uno de los galenos más importantes de la Corte; pero llamando la atención que no sepamos si estuvo junto al padre, en los tres últimos años de su vida (cuando Juan de Álava sufrió una lenta enfermedad, que le llevó a morir). Sobre este personaje que asistió al monarca y antes había sido médico del Gran duque de Alba (Fernando Álvarez de Toledo), hablaremos más tarde, narrando lo que recoge Castro Santamaría; al explicar el modo en que la familia del arquitecto logró establecerse en la cima social del Imperio español (4f) .
Acerca de la riqueza que el artista logró atesorar con su trabajo, recomendamos leer la cita (8g) ; donde se recoge un pleito descubierto por Castro Santamaría. Litigio que enfrentó en 1550 a su viuda y “segunda esposa” (Elena Sánchez), con el yerno. Al morir la hija y heredera (María de Ybarra y Sánchez); reclamando su viudo el legado de Juan de Álava en nuda propiedad y en uso de la abuela, para que pasara al nieto primogénito del artista (primer vástago de la fallecida). Pudiendo verse en el litigio, la proliferación de bienes que el cantero dejó a su familia (8g) . Además, de mostrar la maldad del yerno; deseando arrebatar el usufructo y la casa, donde aún habitaba la que había sido esposa del que la construyó. A quien defendieron el resto de prole nacida desde Elena y Juan de Álava; junto a numerosos canteros afamados, que trabajaban en Salamanca (8f) . Todo lo que expresamos, resta méritos a su descendencia, pero añade valor a Juan de Álava como persona y padre. Debiendo destacarse la magnífica educación dada a sus dos primeros vástagos; que aún siendo ilegítimos, fueron reconocidos por la Sociedad de su tiempo. El primero (Juan de Álava Ybarra) médico que asistió a las más altas esferas de su época; y el segundo (Pedro de Ybarra) un magnífico arquitecto. Por otro lado, merece ser mencionada la defensa de sus hijas y de su patrimonio que -al parecer- llevó a cabo Elena Sánchez al enviudar en 1537. Recapitalizando la familia y situando a sus hijas en la cumbre social salmantina; a través del control de las rentas y con ventas de vino; tal como algunos autores manifiestan -ver cita (11) - .
Además, otros rasgos destacados del artista, parece que fueron: su seguridad, la fe en sí mismo; junto una gran suntuosidad y riqueza, debido a la fama de la que gozaba en vida. -tal como transmite también Castro Santamaría (8g) y (4g) -. Asimismo, la autora recoge una característica más del arquitecto, como fue un enorme “instinto” de superación. Cuando nos habla sobre el modo en que progresa su signatura: Comenzando por tener los rasgos de un iletrado; para terminar plasmándola en documentos, del modo más distinguido. Lo que la investigadora recoge con las siguientes palabras: “La primera firma que de él conocemos, de alrededor de 1510, presenta una grafía torpe e imprecisa, similar a la de un niño. En 1516 ya ha mejorado notablemente. En los años 20 no solo su firma nos habla del perfecto dominio de la escritura, sino que su expresión escrita es clara, precisa y hasta elegante” (4h) . Estas frases denotan una personalidad incansable y capaz de progresar, aún con más de cuarenta años; debiendo pensarse que a lo largo de toda su vida, estudiaba y leyó cuanto pudo; con el fin de completar su formación (llegando a hacerlo, aún de viejo). También, sobre su forma de ser, añadirá la misma profesora este interesante párrafo: “Su interés por la formación cultural tiene buena muestra en su propio hijo, Juan Alava de Ybarra, a quien mando a estudiar a la universidad. Contaba entre sus amigos a un catedrático de la Universidad de Salamanca, el doctor Oropesa. De su caracter orgulloso dan buena cuenta la serie de escritos cruzados entre él y Juan Gil (...) siempre rechaza las acusaciones de Gil, cuya obra considera imperfecta. Es un hombre seguro de sí mismo. Probablemente este fue el motivo de su implicación en algunos pleitos, como el que entabló con el señor de la Mota” (4i) .
El segundo vástago que tuvo con María Álvarez de Vargas (de la que hoy sabemos no era su esposa); dijimos que fue el famoso cantero salmantino Pedro de Ybarra; al cual atribuyó Álvarez Villar la Casa de las Muertes -monumento al que mejor sería llamar Palacio Juan de Álava-. Sobre este ilustre arquitecto nos dice textualmente la profesora Castro: “Pedro de Ybarra, como su hermano el doctor Juan Alava de Ybarra, nacería en Salamanca, pero la constancia documental de su existencia se retrasa hasta 1533. Sin duda se formaría con su padre y su nombre permanecería anónimo entre sus “criados ”. Su presencia en Salamanca como parroquiano de Santa María de los Caballeros esta documentada en 1538 y 1544 . A partir de esta fecha empezamos a encontrarle documentado en la diócesis de Coria, de la que llegará a ser maestro mayor de su obispado, así como maestro mayor de la orden de Alcántara” (4j) .
Es de destacar que Pedro de Ybarra heredará las obras iniciadas por el padre; que no pudo seguir desde 1534, debido a su enfermedad. Por lo que desde esta fecha, debemos considerar al segundo vástago de Juan de Álava, como arquitecto principal de cuantos proyectos antes realizaban juntos; actuando el hijo como principal artífice de las construcciones. Lo que no deja de ser una paradoja en el momento de atribuir la autoría plena de la Casa de las Muertes al padre -tal como veremos en nuestro último epígrafe-. Ya que, en mi opinión, fue reconstruida desde 1534; por el progenitor pero con la ayuda inestimable de su hijo Pedro; incluyendo en ella elementos procedentes de un iniciado palacete de Alonso III de Fonseca. Edificio encargado por el prelado a los Ybarra, pero que nunca llegó a “fraguar”; aunque -a mi juicio- se realizaron varios elementos para decorarla, que no se pudieron colocar allí (al no llevarse a cabo el proyecto). Esculturas y medallones, cuyo fin inicial debió ser embellecer ese palacete de Alonso III; pero que creemos aprovechó Juan de Álava (junto a su hijo) colgándolos en su propia casa -después de la muerte de su mecenas, en 1534-. Situándolos de forma bellísima, sobre la fachada del inmueble en que habitaban. No solo para decorarla, sino también con el fin de realizar un homenaje a su protector y amigo. Todo lo que explicaremos más adelante, cuando tratemos sobre el palacio Juan de Álava.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, fachada del palacio Juan de Álava (Casa de las Muertes), en Bordadores 6, de Salamanca capital. Calle que antaño se llamó “De las Muertes”; seguramente debido a unas calaveras que lucía en sus ventanas este edificio. Esculturas que en el siglo XIX fueron limadas y convertidas en dos bolas (quizás, al considerar de mal agüero los cráneos). Gracias a la rehabilitación llevada a cabo por la familia Blanco-Cobaleda hace unos setenta años; se recuperó gran parte del edificio y además volvieron a tallarse las “muertes” bajo el alfeizar (de un modo magistral, pues parecen hechas en el siglo XVI). Al lado, vemos una imagen nocturna, que aprovechamos para destacar el Palacio Juan de Álava y sus viviendas colindantes. Situándose a su izquierda (nuestra derecha) la casa donde vivió Unamuno; y a la derecha (nuestra izquierda) otro inmueble que era propiedad del arquitecto. Un edificio de menor tamaño, adosado al palacete Juan de Álava, que veremos aparece en su testamento y en el usufructo de la viuda. Hemos destacado en un cuadro blanco la de Unamuno; en azul, la casa del artista y en verde la otra propiedad de él. Acerca de este inmueble adyacente, dijimos que -en mi opinión- pudo vivir aquí su hermana Catalina (junto al marido); de quien sabemos habitaba con el arquitecto. Siendo lo más probable que Juan de Álava comprase este segundo edificio para albergar a su hermana y a gentes que trabajasen con él. Abajo; de nuevo,la misma casa colindante; donde pienso que vivía la hermana Catalina. No siendo descabellado deducir que quizás fuera el primer hogar de Juan de Álava; cuando hacia 1504 se establece en Salamanca y tiene dos hijos con María Álvarez de Vargas (Juan y Pedro). Pudiendo adquirir más tarde el edificio adyacente, cuando sus rentas y su fama creció; o bien al casarse hacia 1523 con su “segunda esposa” (Elena Sánchez), que le dio tres hijas más (María, Catalina e Isabel).
BAJO ESTAS LÍNEAS: detalle de la fachada del Palacio Juan de Álava. Seguidamente, vamos a localizar los personajes que allí estarían representados, siguiendo lo que Castro Santamaría y otros investigadores afirman. Al considerar que sus medallones son retratos de quienes moraban e hicieron el edificio.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, esculturas con forma “tonda” y las personas que suponemos estarían en ellas retratadas. En la parte superior y cerca de las ventanas, a nuestra izquierda: Juan de Álava; mientras del otro lado, creemos que figura Pedro de Ybarra (su hijo). La identificación de Juan de Álava, la baso en que luce un compás en su pecho, como veremos posteriormente en imágenes ampliadas. Siguiendo con las esculturas; junto al balcón habría dos “tondos” de tipo romano, sin contener efigies familiares (simplemente decorativos). En la parte baja del edificio, tendríamos los retratos de las dos mujeres de Juan de Álava: María Álvarez de Vargas y Elena Sánchez. Sin poder definir cual corresponde a cada una de ellas; quizás sería mejor considerar que Elena Sánchez se sitúa el en lado de Juan de Álava; y María Álvarez de Vargas estaría junto a su hijo, Pedro de Ybarra (no como vemos anotado en la foto). Abajo, las dos ventanas superiores, con los medallones que -personalmente- identifico como Juan de Álava y su hijo; Pedro de Ybarra.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, las ventanas y esculturas superiores, con la imagen recortada; donde podemos apreciar el parecido físico entre ambos personajes (que, a mi juicio, serían padre e hijo). Abajo, el dintel inferior donde estarían las dos mujeres del arquitecto: Elena Sánchez y la madre de Pedro de Ybarra. Considerando que una de ellas es Elena Sánchez, la hipótesis fecharía esta fachada en años posteriores a la boda con su “segunda esposa”, lo que la dataría después de 1524. Destacamos que nos referimos a cuando se hizo la fachada y sus medallones; no la casa (ni menos el edificio, que tiene trazas claras de un inmueble medieval).
Continuará Castro Santamaría hablando de la parroquia salmantina, Santa Ma. de los Caballeros; donde bautizaron a los hijos del arquitecto y en la que él pidió enterrarse. Cuyos fondos documentales han aportado enormes datos acerca de la vida y familia de los Ybarra; mostrando como celebraban sus sacramentos y honras fúnebres en esta iglesia; debido a que era la parroquia a la que estaba adscrita la casa donde vivieron Juan de Álava y sus descendientes (4k) . En referencia a ello, hemos de destacar lo hallado por Álvarez Villar, ya en los años sesenta del siglo pasado. Obteniendo las actas bautismales de hijos y nietos del arquitecto, así como testimonio sobre la creación de una capellanía por parte de dos de sus bisnietas (legando a la parroquia la Casa de las Muertes; para mantener la referida capellanía). Todo lo que fue desvelando las primeras noticias sobre los Álava Ybarra y su patriarca; una información que se multiplicó cuando Castro Santamaría descubrió -treinta años después- infinidad de documentos más que referían la Historia de esta saga. Entre los que destacaba un pleito entre la “segunda” mujer del arquitecto y su yerno -antes mencionado-. Litigio por el usufructo de la Casa de las Muertes, guardado en la Chancillería de Valladolid; que fue dado a conocer en un estudio publicado por ella, bajo el título: Nuevas aportaciones a la biografía de Juan de Álava (8) .
En este documento, podemos ver como se menciona a Elena Sánchez, casada con Juan de Álava entorno a 1524, con la que tuvo tres hijas (María, Catalina e Isabel). A quien los historiadores consideran su “segunda esposa”; entrecomillando “esposa”, porque existen enormes dudas sobre sus matrimonios. Desconociéndose si se casó por primera vez, durante su juventud y enviudó -en Álava-. O si contrajo matrimonio con María Álvarez de Vargas, madre de Juan de Álava Ybarra y de Pedro Ybarra. Aunque el referido pleito menciona claramente que el arquitecto no tuvo otros descendientes legítimos, más que los habidos con esta Elena Sánchez (8) . Lo que -a mi juicio- explica que la heredera de esa gran fortuna, fuese la primogénita habida con esta “segunda mujer” (María de Ybarra Sánchez). En vez de legar a favor de Juan de Álava Ybarra, o a Pedro de Ybarra; nacidos mucho antes y fruto de su relación con María Álvares de Vargas. Asimismo, sabemos que la demanda se mantuvo en el juzgado desde 1550 -cuando muere la hija de Elena Sánchez-, hasta 1554; reclamando su yerno los bienes en nuda propiedad para que pasasen al nieto (justificándolo por la corta edad de los huérfanos que había dejado María, primogénita del arquitecto). Todo lo que quizás se entiende debido a que la referida viuda del maestro, era muy rica; ya que desde que se casó manejó con acierto los negocios del marido y parece que los recapitalizó a su muerte (9i) .
Citándose en la documentación, que la viuda (Elena Sánchez) conservaba el usufructo pleno y vivía en el edificio más importante; donde había habitado y murió el arquitecto -refiriéndose a la Casa de las Muertes-. Un inmueble que la “segunda esposa” mantuvo en uso y que luego debía pasar a su hija María (la mayor); casada con Jorge Pérez. Aunque al fallecer María Ybarra poco antes de 1550 y designarse como heredero a su hijo (Pedro Pérez Ybarra, nieto del arquitecto); se produce el referido litigio. Cuando el yerno (que era notario) reclama la herencia para el primogénito; negando el usufructo pleno para la abuela. Pudiendo verse en cuanto se describe, la enorme riqueza de la que gozó el artista (8g) ; cuyos problemas familiares seguramente ya comenzaron al contraer ese “segundo matrimonio”, pasados los cuarenta años y al tener dos familias; sin haberse casado con la madre de sus primeros hijos. Aunque el referido litigio se da entre los descendientes de una misma rama (demandando el nieto a su abuela); debiendo defender a la anciana la única hija que podía hacerlo, pues la tercera era monja en las Úrsulas. Actuando asimismo como testigos y a favor de la viuda, conocidos canteros que trabajaban en Salamanca -ver (8b) , (8c) , (8d) , (8f) -.
Finalmente añadiremos, que en su testamento y el pleito antes citado, aparecen más evidencias entorno a la vida y carácter del arquitecto. Que seguramente no pudo casarse con María Álvarez de Vargas, pero con la que vivió un gran romance; dando como fruto sus dos primeros hijos. Unos vástagos a los que cuidó y crio con esmero, pero a los que casi nada pudo legar en testamento, al ser ilegítimos. Siquiera mencionando al mayor (el doctor Juan de Álava de Ybarra) cuando redacta sus últimas voluntades; dejando tan solo al segundo (Pedro de Ybarra) sus vestimentas. Costumbre arraigada entre los arquitectos de la época, que como bienes suelen describir trajes y enseres -tal como vemos en el testamento de Juan de Herrera-. Seguramente, debido a que les eran imprescindibles para ejercer la profesión; refiriéndonos no solo a elegantes prendas y adornos -necesarios para visitar a prelados y nobles-; sino también a objetos de trabajo (reglas de cálculo, documentación, libros, compases etc). Por lo demás, podemos concluir que el referido Juan de Álava, fue un gran romántico, que quizá huyó de un matrimonio forzado en su juventud. Para luego vivir un amor “furtivo” con segunda pareja (María de Vargas); quien le dejó dos maravillosos hijos (Juan y Pedro). Relación que comenzaría después de 1504 (cuando el artista se afinca en Salamanca, entorno a sus veinte años). Aunque de su vida también se deduce que ella murió antes de 1524; siendo adolescentes por entonces los dos niños habidos en el concubinato (contando Juan y Pedro de Ybarra, menos edad de la que el padre tenía, al venir a tierras salmantinas). Siendo educados con esmero por el padre al quedar huérfanos; estudiando el primero medicina en la Universidad y pasando el segundo a trabajar con su progenitor, como cantero.
Así pues, hemos de pensar que al perder su pareja -antes de 1524-; este romántico arquitecto buscó mujer de nuevo, esa vez pudiendo casarse (quizás porque ya había fallecido su primera esposa -de juventud- con la que contrajo matrimonio en Álava). Pues la otra hipótesis sería más triste, habiendo de suponer que no contrajo nupcias con María Álvarez de Vargas, al tratarse de “una barragana”. Siendo normal que los artistas tuvieran prole con mujeres que vivían de sus amantes y que no se consideraban casaderas (tal como sucedió con El Greco y la madre de Jorge Manuel Theotokopuli). Igualmente, es un hecho importante la reiterada intención de demostrar nobleza e hidalguía, que Juan de Álava manifiesta al final de sus días (destacándola con varios escudos en su propia casa). Lo que pudo proceder más del deseo de sus hijos (Juan y Pedro), que de la voluntad del padre. Ya que sabemos como Juan de Álava de Ybarra, pide acta de hidalguía; y el arquitecto colocó en el edificio, repetidamente los escudos familiares. Aludiendo a un apellido muy lejano del arquitecto: Anuncibay. Sobre el que el padre de Juan de Álava solicita igualmente ejecutoria, en la misma época (9b) . Quizás, debido a una necesidad de mostrar nobleza probada para ambos hijos, que eran claramente ilegítimos (tal como se manifiesta en el pleito de 1563); y nacidos de el amancebamiento entre María Álvarez de Vargas y el artista. Debiendo demostrar su condición de baja nobleza el doctor Juan de Álava Ybarra (médico del duque de Álba y del rey), al igual que su hermano Pedro; necesitando probar y dejar patentes que no eran hijos naturales, sino -en todo caso- bastardos. Es decir, que su condición era de hidalgos y no de “hi-de-pu”, como por entonces se nombraba a los nacidos de madre soltera.
A todo lo dicho, debemos añadir que Juan de Álava se casó con Elena Sánchez antes de 1524; lo que supone que él tendría ya por entonces más de cuarenta años (una edad en que por aquel tiempo, comenzaba la senectud). Ello, unido al hecho de que tuvieran tres hijas, define de nuevo al artista como un hombre enamoradizo y amante de la belleza (en todos sus sentidos). Asimismo hay que resaltar, que la nueva esposa debía ser una persona de gran inteligencia y conocedora de los negocios (sino rica de familia); pues sabemos que manejó con acierto el capital del marido -en vida y después de muerto- (11) y (9i). Pero además, sabiendo que Elena Sánchez estaba viva en 1563, deducimos que al celebrar las bodas antes de 1524; él ya era “cuarentón”, mientras la novia no superaría con mucho, los veinte años. Algo que explica las tres hijas nacidas del enlace y más aún, que viviera la viuda en 1563 (8h) . Estos últimos apuntes, nos ratifican el carácter enamoradizo y romántico de Juan de Álava; que seguramente huyó de su lugar de nacimiento, al haber sido casado a la fuerza. Trasladándose a Salamanca con unos veinte años, donde vivió un apasionado amor con María Álvarez de Vargas (que le dio dos hijos); para finalmente casarse “de nuevo” con una joven, con la que tuvo tres niñas más.
Decimos niñas, pues al morir el padre en 1537, eran adolescentes; ya que el matrimonio con Elena Sánchez se celebró entorno a 1524. Por cuanto, la primogénita (María) se habría quedado huérfana con menos de trece años y el resto de las hermanas no llegarían a esta edad. Asimismo, en esta situación familiar, con una mujer joven y siendo padre de tres pequeñas; entendemos las medidas y cláusulas que Juan de Álava adopta en su testamento. Dejando el usufructo pleno a la viuda y casi olvidando a los hijos de su primer matrimonio, al redactar las últimas voluntades. Una resolución que no tomaría en virtud de ser hijos ilegítimos; sino debido a que estos dos (Juan y Pedro) eran hombres adultos y se podían valer por sí mismos -gozando de unas magníficas profesiones-. Además, debido a ser mucho mayores que sus hermanastras -las niñas nacidas de Elena Sánchez-. Quienes, al crecer, también lograron finalmente establecerse en Sociedad, tal como narra Castro Santamaría. Al recoger que la primera (y heredera) se casó con el notario Jorge Pérez -secretario del Cabildo-. La segunda, llamada Catalina de Ybarra, contrajo matrimonio con el escribano Agustín Bello. Mientras la tercera, Isabel, profesó como monja en las Úrsulas (convento que en gran parte construyó su padre y que se halla frente al lugar donde vivía -la Casa de las Muertes-) -ver (8i) y (9c) -.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, detalle de los medallones que identifico con retratos de las dos esposas de Juan de Álava: María Álvarez de Vargas y Elena Sánchez. La profesora Castro Santamaría advierte que las dos allí representadas, son “familia” de Juan de Álava; destacando la elegancia y joyas que lucen (como una muestra más de la riqueza y situación social en la que vivía el arquitecto). Al lado, los dos “tondos” en piedra, que no podemos identificar y consideramos meros elementos decorativos. Abajo, imagen de la fachada tomada en contrapicado; donde vemos al que se considera Juan de Álava (arriba) y a la que identifico con su mujer, Elena Sánchez (en primer plano).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, detalle del dintel principal de la casa (sobre su puerta de entrada). Donde se observan angelitos con un compás en su mano; indicando que es la casa de un “cantero”. Abajo, bajorrelieve tondo que identifico con Juan de Álava, luciendo el compás en su pecho. Es de destacar que la fachada está decorada con compases; aunque, curiosamente, nunca se ha identificado el edificio -ni sus esculturas- con la Masonería. Ya que -como sabemos- el símbolo principal de las Logias, es el compás. Todo lo que daría para una novela imaginaria; a quienes tanto gustan, buscar lo esotérico entre lo exotérico.
BAJO ESTAS LÍNEAS:Al lado, detalle del retrato que creemos representa a Pedro de Ybarra. Como hemos dicho, se halla en la parte alta derecha del edificio (a la izquierda del que lo observa); sobre un medallón con una mujer, que hemos identificado con María Álvarez de Vargas (su madre).
III el testamento de Juan de Álava:
Sin lugar a dudas, podemos considerarlo el documento más importante que se ha encontrado sobre el artista; descubierto por Castro Santamaría en el año 2004 y publicado en 2001 (9) . Unas últimas voluntades dictadas entre el 18 y el 20 de septiembre de 1537, supuestamente comunicadas al notario en su palacete -conocido como Casa de Las Muertes (9b) y (9d) -. En ellas, destaca de nuevo su condición de hidalgo, un punto sobre el que ya hemos tratado en el epígrafe anterior. Comenzando por recordar la ejecutoria, que en 1509 trajo desde Álava; donde se dictaba la nobleza -baja- de su padre (9c) y (9d) . Tal como expusimos cuando redacté la cronología biográfica de maestro cantero; en el año 1509 viajó a Larrinoa, regresando a Salamanca con un acta de hidalguía (sobre el apellido Anuncibay). Considerando -en mi forma de interpretar los hechos-; que quizás fue hasta su lugar de origen, para lograr una licencia matrimonial con el fin de contraer matrimonio con María Álvarez de Vargas (madre de Juan y Pedro de Ybarra). Casamiento que seguramente no pudo llevar a cabo, debido a que se había desposado durante su juventud en Manurga (Álava); por lo que sus primeros hijos nacieron como ilegítimos -no propiamente naturales, ya que el padre tendría legalmente mujer- (4d) . Todo un hecho, que quizás le lleva a lograr aquel acta de hidalguía, para volver a Salamanca con algo que prestigiase a su familia; sin perjudicar demasiado el buen nombre de su descendencia (nacida de María Álvarez de Vargas y con la que legalmente se consideraría amancebado). Siendo así, resulta normal que de nuevo insista al inicio de sus últimas voluntades recordar su hidalguía; para relatar su condición social, con el fin de mostrar que sus primeros hijos eran -en todo caso- “bastardos”.
Tras ello, expresa su deseo de ser enterrado en la iglesia de Santa Ma. de los Caballeros; donde se supone que le sepultaron, bajo uno de los arcos principales. Sin contener hoy en día lápida o señal que lo recuerde; porque tal como veremos en imágenes bajo estos párrafos, esa antigua y pequeña parroquia fue reformada durante el barroco -tirando paredes y creando nuevas ventanas-. Ello hace suponer que el osario donde estuvieron los restos del maestro tristemente se perdió; sin contener una simple mención al arquitecto que vivió apenas a diez metros del templo (en fotos podemos observar la pequeña distancia que hay entre el palacio del artista y la referida iglesia). Siguiendo con el testamento, asimismo, determina las misas que deberán dar por él; principalmente en los templos que había construido (Conventos de San Esteban y de La Victoria). Instituyendo una capellanía en Santa Ma. de los Caballeros, donde manda ser sepultado (9e) . Un hecho de enorme relevancia y que explica por qué en 1660, sus bisnietas -Francisca y Antonia Pérez de Ybarra- dejarán en herencia a esta iglesia, la Casa de las Muertes; para crear una capellanía permanente, sufragada con las rentas que se obtengan con el palacio. Datos que dio a conocer Álvarez Villar en los años sesenta, en su obra LA CASA DE LAS MUERTES; donde explica que con la ayuda del párroco de Santa Ma. de los Caballeros obtuvo gran información acerca de la familia Ybarra (10) .
Sigue Castro Santamaría -descubridora del documento- narrando que: “Gracias al testamento queda claro que el único matrimonio legítimo fue el de Álava con Elena Sánchez, del que tuvo la única descendencia legítima: Catalina, María e Isabel. Ellas apenas son mencionadas en el testamento, pues son las herederas legítimas de las propiedades y fortuna del arquitecto” (9f) . Asimismo, la investigadora incluye también que tan solo menciona en sus últimas voluntades a dos de sus descendientes: Pedro, al que lega sus vestimentas, documentación, planos y herramientas (a más de 20.000 maravedíes por trabajos hechos). Citando también a María -la mayor y heredera- que debía estar ya en edad núbil, por lo que determina una cantidad para su casamiento (9g) . Este último dato es importante, pues demostraría que la boda entre Elena Sánchez y el arquitecto se celebró en 1523; por cuanto su primogénita tendría unos dieciséis años en 1537 -momento en que el cantero lega-. Edad en la que se preparaba en matrimonio a las “jóvenes” de la época; por lo que debemos pensar que se casaría tras guardar luto, unos meses. Lo que explica que al morir esta primera hija del maestro en 1550, su primogénito (Pedro Pérez de Ibarra) tuviera menos de catorce años. Tal como manifestó su padre -el viudo de María-; cuando reclamó el usufructo de la abuela; en un pleito sucedido entre 1550 y 1554 (donde el yerno justificaba recuperar la nuda propiedad, para poder asistir bien a los huérfanos adolescentes, de esta primera hija de Álava).
Llama la atención de la profesora Castro Santamaría, que en todo el testamento no haya mención a su primer hijo: Juan de Álava Ybarra -como sabemos, ilegítimo y nacido de María Álvarez de Vargas- (9h) . Lo que podría suponer el reconocimiento implícito paterno, como persona con un gran capital y medios; sin necesitar de la herencia. Aunque la “ausencia” de Juan debemos de interpretarla más bien debido a que el primogénito estaría separado de la familia -pese a que adoptó el sobrenombre y apellido del padre-. No solo por ser un médico destacado y residir en la Corte; viajando con el duque de Álba, a que asistía como doctor. Sino -a mi juicio- más bien debido a problemas familiares; ya que Juan de Álava se casó con Elena Sánchez hacia 1523, cuando el primer vástago no tendría más de veinte años (pues Juan nacería después de que el padre se asentase en Salamanca, en 1504). Ello supone, que aquel chico de apenas dieciocho años, tuvo que ver cómo su progenitor contrajo nuevas nupcias, cumplidos los cuarenta, con una mujer mucho más joven (todo lo que queda demostrado, ya que Elena Sánchez vivía en 1563). Debido a esta difícil situación frente a los hijos de su primera “mujer”; creemos que el recién casado Álava puso por nombre María, a la primogénita que tuvo con su segunda “esposa”. Resultando extraño que la niña no fuera llamada Elena; o que bien, tomase un nombre diferente; no el de la anterior “pareja” del artista. De tal modo, resultando al menos “raro” que aquella niña habida tras casarse de nuevo; fuera bautizada como la madre de Juan y de Pedro (con la que el maestro vivió amancebado). Es posible que el nombre de la primogénita se debiera a un intento por contentar a sus hijos mayores. Sin ser extraño deducir desde este hecho, la existencia de problemas familiares, habidos entre Juan de Álava y su primer vástago. Lo que no sucedería tanto con el segundo (Pedro); que al trabajar con su padre y deberle tanto, consentiría aquella nueva boda. Mientras el doctor Juan de Álava de Ybarra -posiblemente- no estuvo muy de acuerdo cuando el artista tomó por esposa a Elena Sánchez. Generando una situación difícil para Juan y Pedro, pues no se había casado con su madre; a la que hemos de suponer fallecida antes de 1522. Ello explicaría que en el testamento no se le nombre; y a la vez, indicaría por qué no hay referencias de que este médico -con tanta relevancia- asistiera a su padre en la dura enfermedad que le mantuvo inmóvil (desde 1534 a 1537; llevándole finalmente a la muerte).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, plaza de las Úrsulas en estado actual, mientras se restaura el Palacio Juan de Álava. En la imagen vemos -en primer término- la estatua central, con Unamuno. Al fondo, la fachada de la iglesia de Santa Ma. de los Caballeros (a nuestra derecha, con un contenedor azul frente a ella); a la izquierda y tapada por andamiajes, la Casa de las Muertes -en rehabilitación-. En la fotografía se puede apreciar que apenas hay diez metros, entre el edificio que fue domicilio de los Álava Ybarra y la parroquia de Santa Ma de los Caballeros (donde Álvarez Villar descubrió numerosos documentos referentes a esta familia). Al lado, de nuevo otra imagen, para observar la proximidad entre la casa y su parroquia. Abajo, ventana barroca en la fachada Sur de Santa María de los Caballeros. Este vano abierto a comienzos del siglo XVIII nos muestra que la iglesia fue totalmente restaurada en época barroca y neoclásica; motivo por el que se perdería el enterramiento de Juan de Álava y los de sus descendientes.
BAJO ESTAS LÍNEAS: entrada a Santa Ma. de los Caballeros, donde también se observa que el templo fue totalmente reconstruido a fines del barroco y comienzos del neoclasicismo. Lo que motivaría que los restos del arquitecto fueran a un osario o quedasen emparedados, en lugar desconocido. Como podemos apreciar, se trata de una pequeña ermita, de origen medieval; que en la época de Juan de Álava seguramente estuvo a las afueras de Salamanca. Pues en lo que actualmente es la Plaza de las Úrsulas, hace quinientos años, comenzaba el exterior de la urbe (un hecho que explica por qué tras estos templos, hoy proliferan edificios modernos).
IV Pedro de Ybarra (hijo y colaborador de Juan de Álava):
Fue el hijo segundo del gran maestro y hemos de suponer que nace hacia 1508; una fecha en la que su padre ya llevaba establecido en Salamanca cuatro años. Debiendo pensarse que cuando se empadrona como habitante de esta ciudad (1504), vivía junto a María Álvarez de Vargas. Por cuanto la venida al mundo de Juan (el primogénito) podemos calcularla entre 1505 y 1506; a la vez que la de su hermano Pedro, debió suceder entorno a 1507 ó 1508. Ello, además, explicaría el viaje hasta Álava del progenitor; quizás intentando lograr una licencia matrimonial, en su lugar de origen; donde se cree había contraído matrimonio muy joven. Regresando el cantero con un acta de hidalguía; lo que al menos daba algún prestigio a sus hijos ilegítimos. Siendo mi hipótesis que no pudo casarse con María Álvarez de Vargas, porque la primera mujer seguía viva. Sin lograr anular su matrimonio, aduciendo “temor reverencial o inmadurez en el consentimiento” (desposorio a la fuerza); lo que suponía un costoso pleito que por entonces solo podían permitirse grandes nobles y reyes. Asimismo, hemos de considerar que María Álvarez de Vargas, muere hacia 1520/22; siendo evidente que en 1523 el arquitecto contrae matrimonio de nuevo. Esta vez con Elena Sánchez; con la que seguramente sí pudo unirse legalmente, al haber fallecido la que Juan de Álava tomó por esposa en Manurga (durante su adolescencia o en la primera juventud). Siendo manifiesto que no tuvo descendencia con aquella primera mujer y que la abandonó. Podría pensarse que el cantero fue casado a la fuerza, al haber engendrado un niño; y que finalmente el neonato no vio la luz. Lo que le haría dejar su tierra natal y emigrar a Castilla. Todo ello son hipótesis personales, pero que explican la vida de este genio de la construcción; que claramente resulta tan amante de la belleza escultórica, como de la femenina.
En estas circunstancias nace Pedro de Ybarra, quien perdería a su madre hacia 1521; con unos catorce años de edad. Su hermano mayor hemos de situarlo sobre los dieciséis; por lo que Juan dedicó su vida desde entonces a estudiar medicina y a centrarse tan solo en su profesión. Mientras este segundo pasaría a ser aprendiz y persona inseparable de su progenitor. Que, como repetidamente hemos dicho, volverá a casarse hacia 1523 con más de cuarenta años de edad; eligiendo esta vez a una mujer más joven y bastante adinerada -o al menos, muy inteligente para los negocios (11) y (9i) -. Todo lo que supuso una recapitalización de la familia, beneficios en los que seguramente participó Pedro de Ybarra; que, pese a ser hijo de otro matrimonio, debió congeniar con la nueva esposa de su padre. Lo que expresamos lo baso en su testamento y en diversos documentos (principalmente litigios); donde vemos que el arquitecto tenía enormes deudores y grandes morosos; entre los que destacaba el señor de Mota (del Marqués). Quien le había encargado el proyecto de rehabilitación de las murallas y el castillo de la localidad, sin cumplimentar pagos. Siendo demandado por el cantero en 1534, cuando se ve muy enfermo; todo lo que habla de pleitos seguramente iniciados a expensas de su mujer (Elena Sánchez) al ver que puede enviudar. Cobros, juicios y reclamo de deudas, que debía llevar muy bien esa esposa (docta en los negocios); lo que sin duda mejoraría el capital de Pedro de Ybarra (que hereda numerosas obras paternas y trabajó con él hasta el final de su vida). Todo ello se desprende en las últimas voluntades de Juan de Álava; cuando no solo otorga a su hijo y colaborador veinte mil maravedíes, como pago de trabajos atrasados. Sino, además, habla de las numerosísimas deudas que tienen contraídas diversos clientes; con el fin claro de que las pudieran cobrar, su viuda y Pedro -al ser una parte claramente para este, por su trabajo en colaboración- (9j) .
En lo que se refiere a la obra de este segundo nacido del gran maestro; la mayor parte de ella queda eclipsada por la figura paterna. Suponiéndose como únicamente suyos, los edificios que levanta tras la muerte del progenitor (en 1537). Aunque debemos de ser más justos, incluyendo como labor principal de Pedro de Ybarra, todo cuanto se realiza “en familia” y especialmente desde que Juan de Álava cae enfermo, en 1534. Debiendo atribuir al hijo, la finalización del Colegio Fonseca de Salamanca (llamado los Irlandeses ); tanto como la obra del otro Colegio Fonseca, en Santiago de Compostela. Asimismo, sería obra plena de Juan de Ybarra el palacio de los condes de Alba y Aliste en Zamora; tanto como el desaparecido monasterio jerónimo de Montamarta (a las afueras de esta ciudad). De igual manera, debe atribuirse a este segundo maestro, la conclusión de la Catedral de Coria; e incluso, la del claustro en la Seo compostelana. Así como diversas obras civiles y religiosas en Salamanca; entre las que destacan famosísimos palacetes, o el final del destajo de la Catedral y del Colegio de Cuenca -comenzados por su padre-.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: el palacio de Monterrey, en Salamanca; una de las obras “olvidadas” de Pedro de Ybarra. Decimos “olvidadas” porque apenas se recuerda que uno de sus arquitectos iniciales, fue este segundo hijo de Juan de Álava. Probablemente retirado del proyecto, debido a sus diferencias con Rodrigo Gil de Hontañón.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, el llamado “recodo de San Benito”, cercano a la iglesia de igual nombre en Salamanca. Desde este punto, vemos dos edificios que hemos de considerar obras de Pedro Ybarra (iniciadas seguramente por su padre, en los últimos años de vida): La Casa de Maldonado y La Casa de los Solís. Abajo, el edificio de los Solís.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: La Casa de Diego Maldonado (camarero y contable de Alonso III de Fonseca). Imagen completa y detalle de su fachada.
Quien mejor nos documenta la vida y trabajos del hijo de Juan de Álava; será de nuevo Castro Santamaría. Principalmente en su tesis, pero también en su opúsculo sobre los “CANTEROS VASCOS EN EL PRIMER RENACIMIENTO”(12) ; textos de los cuales extraemos las siguientes frases:
“Pedro de Ybarra, como su hermano el doctor Juan Alava de Ybarra, nacería en Salamanca, pero la constancia documental de su existencia se retrasa hasta 1533. Sin duda se formaría con su padre y su nombre permanecería anónimo entre sus “criados ”. Su presencia en Salamanca como parroquiano de Santa María de los Caballeros esta documentada en 1538 y 1544 . A partir de esta fecha empezamos a encontrarle documentado en la diócesis de Coria, de la que llegará a ser maestro mayor de su obispado, así como maestro mayor de la orden de Alcántara (4l) . Pedro de Ybarra y sus hijos Juan, Pedro y Martín seguramente formarían parte de una cuadrilla de canteros, compuesta por un grupo de trabajadores que, aparte de emplearse en obras locales, estaría sujeto a un fenómeno muy corriente entre los vascos y los cántabros en la Edad Moderna: la migración estacional. Amplias masas de población de estas regiones se especializaron en el trabajo de la piedra y recorrieron la península en busca de trabajo en alguna de las muchas empresas constructivas iniciadas en el siglo XVI ; la mayoría procedían de Trasmiera (...) los vascos estaban presentes de manera muy escasa” (4m) y (12a). “Sus obras más importantes en Salamanca son, en 1539-40, el palacio del conde de Monterrey, con Miguel de Aguirre y maese Pedro, siguiendo trazas de Rodrigo Gil y fray Martín de Santiago. A partir de 1540 trabaja como destajero de la catedral (...) al tiempo, se ocuparía de la ampliación de la capilla del colegio Fonseca, bajo la dirección de Rodrigo Gil. Su última intervención conocida en Salamanca data de 1547, fecha en que, junto con Pedro de Arce, se le encargan los tres corredores altos del patio del Colegio de Cuenca” (12b) . Terminará la investigadora explicando el modo en que trabajaban estas cuadrillas de canteros vascos, emigrados por toda la Península; organizándose en familias o por gremios, fundados desde su lugar de origen. Comentando el método con el que Juan de Álava realizaba las obras con su hijo y junto a su hermano Martín. Escribiendo sobre este último: "Martín de IBARRA, hermano de Juan de Alava, probablemente natural de Larrinoa (Alava), aparece documentado en Salamanca entre los años 1522 y 1531, vinculado a diversas obras que dirigía su hermano por aquellas fechas” (12 c) .
A cuanto nos aporta Castro Santamaría, se une lo escrito en los años sesenta por Álvarez Villar ; quien en su libro sobre La Casa de las Muertes (10) , consideraba que este edificio fue tan solo obra y hogar del hijo. Excluyendo a Juan de Álava de haber ejecutado el inmueble, que años más tarde se descubrió, era su morada. Siquiera menciona Álvarez Villar que este cantero hubiera vivido en ella; pues hasta Castro Santamaría no se pudo tener constancia de que era el domicilio de Juan de Álava. Todo lo que nace de la documentación que hasta entonces se conocía; principalmente encontrada por este primer autor, en la iglesia de Santa Ma. de los Caballeros (sita frente al palacio). Donde Álvarez Villar descubrió numerosas referencias a la familia de los Ybarra; apareciendo en aquella pequeña parroquia las actas de bautismo de los hijos y nietos de un Pedro de Ybarra. Noticias que presentó en un estudio magistral (10) , pero que deja al margen al padre y verdadero dueño de la casa; quien -quizás- al firmar como Juan de Álava, no pudo ser identificado con sus descendientes apellidados Ibarra (o Ybarra). Asimismo y como ya dijimos, también halló este investigador en Santa Ma. de los Caballeros; la creación de una capellanía legada en 1660 por las hijas de Pedro Pérez de Ybarra. Aunque tras las investigaciones de Castro Santamaría, medio siglo después; se supo que no se trataba de descendientes de Pedro de Ybarra -el arquitecto-, sino de su sobrinastro. El hijo de María Ybarra y de Jorge Pérez; cuyo padre pleiteó contra su suegra, solicitando la anulación del usufructo de la abuela. Siendo las hijas de aquel Pedro Pérez de Ybarra, nieto de Elena Sánchez y de Juan de Álava; quienes dejaron en herencia la famosa Casa de las Muertes al templo, con el fin de sufragar un capellán. Creando la capellanía, que a comienzos del siglo XIX es cesada por el obispado; cuando decide sacar a la venta el referido palacete. Seguramente debido a la falta de medios y al estado ruinoso de la casa, tras la Guerra de la Independencia (sin poder alquilarla y debiendo rehabilitarse).
Por todo ello, Álvarez Villar no cita al verdadero propietario del palacete; menos aún pudo llegar a imaginar que aquellas que legan la casa; eran sobrinas nietástras del cantero. Sin tener línea directa con el hijo; aunque se trataba de dos bisnietas de Juan de Álava y de su segunda mujer: Elena Sánchez. Todo lo que comentamos y la exclusión del patriarca familiar, en la historia de la Casa de las Muertes. No solo hace que este autor atribuyese a Pedro de Ybarra la construcción y propiedad del palacete. Además hace que este investigador considere el resto de obras realizadas por el hijo, únicamente ejecutadas por él -sin mencionar la figura paterna-. Atribuyendo solo a Pedro Ybarra esta casa, por entonces llamada “De las Muertes”; así como otras obras (que actualmente se consideran levantadas por ambos). Entre las que destacan, las dos situadas junto a San Benito: La de los Maldonado y la de los Solís. A la vez que considera también obra suya, el palacio de Garcigrande y el de los Rodríguez de Labanda (aunque creemos que se trataría del palacio Rodríguez Figueroa). Mencionando que -asimismo- Pedro de Ybarra, comenzó el de Monterrey (junto a Gil de Hontañón y Fray Martín de Santiago); colaborando también en el Colegio Fonseca. Finalmente, nos dirá Álvarez Villar, que este arquitecto muere en 1570, mientras trabajaba en la Catedral de Coria (13) .
Tras lo recogido en el libro LA CASA DE LAS MUERTES, de Álvarez Villar; añadiremos sobre el hijo de Juan de Álava, algunas opiniones personales. Deseando exponer que su “opacidad” y falta de brillo histórico, no solo se debió a vivir bajo la figura paterna. Influyendo en gran modo, las enemistades que el progenitor fue granjeándose. Primero, entre sus deudores, a los que llevaba a pleito. Sino, principalmente, con otras familias de canteros; y en especial, con los Gil de Hontañón. A los que Álava denostaba y de los que decía, eran sus contrincantes espirituales y profesionales -ver (14b) -. Ello, pudo suponer que al morir el maestro; retirasen al hijo y a sus descendientes, de numerosos proyectos comenzados en Salamanca (como el del Palacio de Monterrey). Siendo postergados y pasando al olvido; algo que puede percibirse cuando se visita este gran edificio que recientemente la Casa de Alba ha abierto -donde no se menciona que uno de sus arquitectos iniciales fue Pedro de Ybarra-. Asimismo, la proliferación de enemistades (sobre las que tratamos en el siguiente epígrafe) puede hacernos entender por qué Pedro de Ybarra se traslada finalmente a trabajar y a vivir en Extremadura; donde morirá en 1570. Por nuestra parte -añadiremos para finalizar- que si el palacio de Garcigrande se debe atribuir a este arquitecto; también habríamos de considerar del mismo autor la parroquia de Sancti Spíritus (muy cercana Garcigrande y cuyas imágenes vemos más abajo). Quizás, habríamos de plantearnos si el palacio de los Rodríguez Figueroa -tan parecido a los dos edificios antes citados- sería otra obra de Ybarra y su saga. Puesto que conserva ese estilo que distinguirá al hijo de Juan de Álava; marcado por un plateresco decorado con grutescos, formas y medallones, tan usados por el padre. Pero unido a elementos italianizantes; como columnas rectas, frontón triangular y tímpanos con esculturas de tipo romano.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: imágenes de la Casa de La Salina, en Salamanca. Otra de las “obras olvidadas” de Pedro Ybarra; que no se menciona como uno de sus canteros (al igual que sucede en el Palacio de Monterrey). Aunque diversos investigadores, ven claras trazas del hijo de Juan de Álava en este palacete. Inmueble que también perteneció a la familia Fonseca y fue encargado por Da. Mayor de Fonseca, a Fray Martín de Santiago y a Rodrigo Gil de Hontañón. Aunque a juicio de Vasallo Toranzo, sería también construido por Pedro de Ybarra.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: otro de los edificios terminados por el hijo de Juan de Álava; fue el Colegio Fonseca en Santiago de Compostela (Santiago Alfeo). Colegio Mayor, fundado por Alonso III en 1526, construido desde 1530 por los arquitectos Alonso de Covarubias y Juan de Álava. Al lado y abajo; su claustro y jardín.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes del palacio de los condes de Alba y Aliste (actual Parador de Zamora); que en opinión de Vasallo Toranzo, fue trazado por Juan de Álava y llevado a cabo por su hijo Pedro.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: el palacio de Garcigrande, en Salamanca; que Álvarez Villar atribuye también a Pedro de Ybarra. Al lado, en su estado actual; como sede de Caja Duero. Abajo, en 1918; cuando era el domicilio del banquero Rodríguez Vega -foto tomada de “Salamanca tierra mía” (15) -.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, de nuevo, portada de los Garcigrande. Abajo, el palacio de los Figueroa (Rodríguez Figueroa). Observando ambos edificios, podemos considerar que fueran obra del mismo arquitecto (Pedro de Ybarra).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: iglesia salmantina de Sancti Spíritus, en las cercanías de la casa de los Garcigrande y del palacio Juan de Álava. En mi opinión, es una de las muchas obras que hizo Pedro de Ybarra (junto a sus hijos); cuyos arquitectos han quedado olvidados para la Historia. Al lado, detalle de su fachada. Abajo, portada de su entrada.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: iglesia de Sancti Spíritus en Salamanca. Al lado, detalle de sus escudos y grutescos (tan parecidos a los de otros edificios de Pedro Ybarra). A mi juicio, contiene las armas de la familia Solís, a la derecha (con el Sol); y de los Arana a la izquierda (un árbol con dos leones rampantes, bordura de cruces). Abajo, la portada con una persona al lado, para conocer su escala y tamaño.
V Maestros, colaboradores y enemigos; de Juan de Álava:
Nos dice Castro Santamaría que este arquitecto fue el difusor -quizá el creador- de los claustros “binarios”; cuya distribución y estética se basa en que el piso superior tiene el doble de vanos que el inferior (14a) . Cuando expliquemos las medidas que utilizaba el artista, y su significado matemático; veremos que este principio “dos a uno”, que desarrolla el maestro, está plenamente relacionada con el Número Áureo, conocido como “Fi” (f = 1,618033.... ). Una clave de equilibrio y belleza utilizada desde la más remota antigüedad y que podremos ver en edificios tan significativos, como el Parthenón (cuya base guarda esa Divina Proporción). Acerca de sus maestros e influencias, nos dice literalmente la autora: “Tres fueron los artistas cuya relación con Juan de Alava fue mas decisiva: Enrique Egas, Juan Gil de Hontañón y Alonso de Covarrubias. Con el primero quizá hubo una relación de discípulo y maestro (...) Con el segundo, las relaciones fueron de claro enfrentamiento desde el principio, tanto por cuestiones técnicas y estáticas como -sobre todo- por cuestiones de competencia profesional en un mismo ámbito geográfico. La relación con Covarrubias estuvo marcada, en cambio, por la cercanía de planteamientos y el aprecio mutuo” (14b) .
Continuará hablando la investigadora, sobre los Egas y su enorme importancia en la época (14c) . Pasando a describir la enemistad existente entre Juan de Álava y los Hontañón, con las siguientes palabras: “Las relaciones con Juan Gil de Hontañón fueron de hostilidad declarada, que heredaron los hijos de ambos (Juan Gil el Mozo, Rodrigo Gil de Hontañón y Pedro de Ybarra). En el fondo de estos enfrentamientos existían diferencias de criterios técnicos y estéticos, pero sobre todo era una cuestión de competencia profesional dentro del mismo ámbito geográfico. La primera noticia que tenemos de la coincidencia de ambos maestros es en 1512, en la junta de maestros que se reunió en Salamanca para decidir la definitiva ubicación de la Catedral” (14d) . A ello, nos gustaría añadir de nuevo el dato de lo sucedido en Mota del Marqués; donde Juan de Álava cerró un importante contrato con su señor (Juan de Ulloa; primo de Alonso III de Fonseca). Comprometiéndose en 1524 el cantero a reconstruir el castillo y sus murallas, para hacerlas palacio; firmando el noble, pagar los costes que todo ello conllevaba. Aunque sabemos que diez años más tarde, los de Álava no habían cobrado nada del proyecto (seguramente iniciado); por lo que en 1534 -viéndose enfermo- el arquitecto demanda al referido Señor de La Mota. Pleito que -de seguro- hizo que poco más tarde, la familia de Juan Ulloa, decida tomar como canteros a los Gil de Hontañón. Encargando finalmente a su hijo Rodrigo, la construcción de la imponente iglesia de San Martín y del palacio de los Ulloa; en la Mota del Marqués. Siendo así; debido a las enemistades, como se entiende -en parte- la desaparición histórica de la figura de Juan de Álava; y principalmente, la de su hijo Pedro (junto a la de sus nietos).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Palacio de Alba y Aliste; Parador de Zamora (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes. Arriba, patio. Al lado y abajo; subida y entrada a la escalera.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Escalera del palacio de los condes de Alba y Aliste en Zamora. Observamos claramente el estilo similar a las de los colegios mayores fundados por Fonseca y trazados por Álava e Ybarra (Santiago Zebedeo, en Salamanca; y Santiago Alfeo, en Compostela).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: patio de los medallones, en el palacio Parador de Zamora. Representan retratos de personajes históricos, como El Cid o Fernando el Católico; junto a familiares de los condes de Alba y Aliste.
B) LA ARQUITECTURA CIVIL, EN JUAN DE ÁLAVA Y PEDRO DE YBARRA:
Muy conocidas son las obras religiosas de ambos -catedrales, conventos, iglesias y monasterios- y han sido notablemente estudiados sus proyectos de arte funerario, así como los retablos en piedra. Del mismo modo gozan de gran fama los Colegios Mayores y otras instituciones relacionadas con el clero, que los dos construyeron. Aunque las casas y palacetes levantadas por Álava e Ybarra, no han logrado del todo catalogarse; en gran parte, porque en su mayoría desaparecieron. Olvidándose a día de hoy, incluir entre esos edificios de ambos arquitectos; inmuebles tan importantes como el Palacio de Monterrey, el de los condes de Álba y Aliste o la Casa de La Salina (entre otros). Por todo ello, vamos a estudiar primeramente los inmuebles civiles que podemos atribuir a los Álava Ybarra; para centrarnos más tarde en el hogar y domicilio donde vivió el progenitor (comúnmente conocido como Casa de las Muertes).
I El palacio de los condes de Alba y Aliste, en Zamora capital:
Comenzamos por esta obra, al ser una de las que más polémicas intelectuales ha levantado, acerca de su autoría y atribución. Aunque para observar las trazas de los Álava Ybarra en su diseño, bastará visitar el colosal edificio (actualmente rehabilitado como Parador) y compararlo con el Colegio Fonseca de Salamanca -llamado los Irlandeses o Santiago Zebedeo-. Pese a ello, podría decirse que aquel parecido puede deberse a que trabajasen en el recinto zamorano otros canteros, también constructores de este colegio mayor. Como Rodrigo Gil de Hontañón o bien Gil de Siloé; que colaboraron en levantar la institución salmantina fundada por los arzobispos Fonseca. Aunque los paralelos más destacados con este palacio de los Alba y Aliste, se hallan en el que Alonso Fonseca III, creo en Compostela (llamado de Santiago Alfeo). Cuyos arcos planos, rematados con medallones, son casi idénticos; al igual que sucede en el de Salamanca. Pese a ello, los dos colegios fundados por los Fonseca (en Salamanca y Galicia); conservan lo que Castro Santamaría denomina “claustro binario”. Donde la planta segunda tiene la mitad de altura que la principal. Mientras en el palacio de los Alba y Aliste, las arcadas y columnas del corredor superior, son de igual tamaño que las del piso primero. Todo lo que -en mi opinión- nos llevaría a pensar que se trata de una obra levantada en solitario por Pedro de Ybarra; después de que el padre realizase las trazas -entre 1533 y 1537 (años en que sufre una grave enfermedad que le llevó a la muerte)-.
Sobre la historia de este palacio que preside el centro de Zamora, escribe Patricia Copeiro López (16) : “El solar donde se ubica el palacio pertenecía a Lázaro Gómez de Sevilla, quien en 1505 vende la casa familiar que su padre Pedro, alto funcionario del rey Enrique” (…) “Pocos datos se conservan sobre esta vivienda aparte de que tenía una torre fuerte, como revela la documentación sobre la compra-venta” (…) “El III conde de Alba, Diego Enríquez de Guzmán, realiza entonces una gran reforma en el inmueble preexistente con el fin de emplazar allí su residencia familiar, conservando parte de su estructura defensiva” (…) “Para todo ello fue necesario proceder a la compra de varios inmuebles en la primera década del siglo XVI. En 1514 comienzan las obras, financiadas por una cuantiosa partida económica procedente de las arcas del monasterio jerónimo de Montamarta. Dicho monasterio custodiaba un fondo derivado del cobro de una sentencia dictada por Fernandoel Católico en favor de la casa de Alba en 1510, con la finalidad de incrementar los bienes de dicho linaje” (16a) .
Antes de continuar, hemos de recordar que el proyecto del monasterio de Montamarta terminarían realizándolo Álava y su hijo Ybarra; tal como recogíamos en nuestra cronología biográfica. Cuando citábamos a Castro Santamaría, en cuya tesis escribe que en 1532 Juan de Álava “aparece documentado en Zamora: el 24 de febrero, con Juan de Gamboa, se obligaba a realizar ciertas obras en el monasterio jerónimo de Montamarta” (2u) . Aunque conociendo que el arquitecto cayó enfermo un año más tarde, parece lógico pensar que las mejoras en este desaparecido convento las terminará su hijo, junto al referido Juan de Gamboa. A quienes deberíamos atribuir también el palacio de los Alba y Aliste -en la misma ciudad-; un hecho que podemos deducir por lógica estética e histórica. Pues la casa de Alba de Aliste es quien patrocinaba el monasterio de Montamarta; y los fondos para rehabilitar el palacio proceden de las arcas de esta institución eclesiástica. Tal como recogía Patricia Copeiro en el párrafo anterior; quien asimismo añade:
“A pesar de las numerosas reformas que ha sufrido el palacio, todavía es posible observar vestigios tardogóticos en la fachada. Las torres pertenecientes a aquellas construcciones primitivas fueron aprovechadas en la estructura del palacio (...) La documentación de aquel juicio posibilitó al profesor Vasallo Toranzo el conocimiento del estado de la construcción en aquel momento, punto de partida fundamental para el análisis del palacio. El experto concluía entonces que la fachada principal se había terminado en el primer cuarto del siglo XVI y estaba flanqueada por dos torres (...) se produce la Guerra de las Comunidades y Diego Enríquez de Guzmán, V conde de Alba de Aliste, tiene que salir de Zamora. Los comuneros toman el inmueble y producen severos deterioros en él pero no lo derriban, como sucedió con otros edificios de la zona. Una vez resueltos los conflictos, se continúa con el plan para el edificio, con especial atención a la construcción del patio, la fachada occidental y la zona sur del inmueble donde se encuentra emplazada la escalera de honor”. (16b)
Unas palabras que amplía el trabajo sobre el mismo palacio, realizado por Daniel L. Bragado y Victor A. Lafuente (17) donde nos dicen:
“Las obras continuaron hasta que fueron bruscamente paralizadas en 1520 debido a la ocupación de la ciudad por los comuneros, contrarios a la casa de Alba. Se producirían destrozos en las obras, pero no el derribo total del inmueble como ocurriría en otros casos. En este momento, ya se habían rematado las fachadas norte y oeste, estando el patio a medio construir. Una vez finalizada la contienda, prosiguieron las obras del lado occidental, la escalera y la zona sur, lugar donde se situaba un patio secundario (...) En 1524 se llevó a cabo lo que podría denominarse una segunda campaña de obras en el palacio. Al parecer, al frente de las mismas pudo estar el maestro Juan de Álava, aunque se cree que tan solo diseñó las trazas, dejando las obras al mando de canteros locales que desconocían los principios renacentistas, ya que la labra de la escalera y de los motivos del patio son de menor calidad que las obras salmantinas que estaba realizando ese autor en esas fechas. En el transcurso de estas obras, se reconstruyó el patio principal, reaprovechando elementos de carácter gótico del anterior, con nuevos motivos renacientes, más perceptibles en la planta alta del patio. Finalmente esta pieza se estructuró con dos plantas y cuatro pandas desiguales, de las que dos contaban con cinco arcos y el otro par de pandas con seis. Fue en este momento cuando se construyó la escalera decorada con grutescos. La fachada oriental poseía una arquería compuesta por cinco arcos sobre pilastras” (17a) .
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos más del Colegio Mayor Santiago Alfeo, fundado por Fonseca en Compostela; donde podemos comparar su claustro con el patio del palacio de los Condes de Alba y Aliste.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: otras dos imágenes esta vez, del Colegio Mayor Santiago Zebedeo, fundado por Fonseca en Salamanca; donde también podemos comparar su claustro con el patio del palacio de los Condes de Alba y Aliste.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: palacio de los condes de Alba y Aliste; Parador de Zamora.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: palacio de los condes de Alba y Aliste; Parador de Zamora. Entre los representados en los medallones de la primera planta se encuentran: Julio César, Alejandro Magno, Fernando el Católico y familiares de los condes de Alba y Aliste. En el piso superior se hallan los escudos nobiliarios del linaje de Alba y Aliste.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: palacio de los condes de Alba y Aliste; Parador de Zamora.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: palacio de los condes de Alba y Aliste; Parador de Zamora. Como hemos dicho, los representados en los medallones de la primera planta se encuentran: Julio César, Alejandro Magno, Fernando el Católico y los familiares de los condes de Alba y Aliste. En el piso superior se hallan los escudos nobiliarios del linaje de Alba y Aliste.
En base a todo lo expuesto, Vasallo Toranzo realizó un magnífico trabajo (18) , donde nos desvela que este inmueble de los Alba de Aliste, fue trazado por Juan de Álava y levantado por su hijo (junto a otros canteros asentados en Zamora). Exponiendo en la introducción al referido opúsculo el resumen siguiente: “Algunos historiadores del arte han mantenido a lo largo de los años la íntima convicción de la intervención de Juan de Álava en la construcción del palacio de los condes de Alba de Aliste en Zamora, siendo sólo la ausencia de confirmación documental y el desconocimiento casi total que se cernía sobre la edificación del inmueble los responsables del silencio mantenido sobre este punto. Las pistas que apuntaban hacia Álava las proporciona el propio edificio, que incluye elementos de evidente progenie salmantina, y la participación del arquitecto en el monasterio jerónimo de Montamarta, patronato de los condes. Es mi intención presentar en este artículo una noticia documental que vincula al artista con el III conde de Alba en los años en que se levantaba el edificio, noticia que se viene a unir a las últimas aportaciones bibliográficas que aclaran el proceso constructivo de la vivienda. A esto se añade otro documento inédito que aclara la construcción de la iglesia del convento franciscano de San Antonio de Garrovillas (Cáceres), también patronato de la casa condal, encargada a Pedro de Ibarra, hijo del anterior.” (18a)
Sigue narrando Luis Vasallo Toranzo que las buenas relaciones entre el III conde de Álba de Aliste con los Reyes Católicos y la casa del Tormes; se fragua cuando él contrae matrimonio con la hija del II duque de Alba. Asimismo, es de destacar el poder que estos condes zamoranos tenían en la Mesta; controlando la zona de Alconétar y Garrovillas, en las proximidades de Coria y Plasencia. Donde terminará realizando importantes obras Pedro de Ybarra al final de su vida; lo que une nuevamente a Juan de Álava y su familia con la de Alba de Aliste (18b) . A su vez, escribe el profesor Vasallo Toranzo que el palacio debía estar ya prácticamente terminado en 1520; aunque en septiembre de este año, los Comuneros destruyen gran parte del edificio, obligando a huir de la ciudad al dueño junto a sus criados (18c) . Tras la derrota de Padilla y Acuña, que habían ocupado Zamora; regresa el conde a sus dominios y reconstruye los daños, levantando el patio central y una terraza sobre el Duero (18d) . Para tal rehabilitación del patio, llevada a cabo entorno a 1524 se usaron materiales anteriores; por lo que se comprende que en este espacio se alternen elementos góticos y renacentistas (18e) .
La reconstrucción de esta logia central, se hace conforme al estilo de la época, siguiendo las más novedosas formas; conservándose un documento en que el mayordomo del conde de Alba de Aliste transmite que fue hecho por Juan de Álava (18f) . Noticia que aporta Vasallo Toranzo, quien sigue comentando que el arquitecto, llegaría hasta el noble zamorano a través de su suegro; el duque de Alba de Tormes. Que tenía contratado al cantero vasco desde 1510, como constructor dedicado a las fundaciones de esta Casa en Salamanca y en su señorío, junto al Tormes (18g) . Escribiendo literalmente que “Según ha documentado Ana Castro Santamaría, en 1515, cuando se inician los trabajos del palacio zamorano, eran tres los canteros al servicio de los duques: Martín Caballero, Fradrique de Arelar y Juan de Álava” (18h) . Tras recoger este importante dato ofrecido por la profesora salmantina; Luis Vasallo expone que el palacio de Alba de Aliste en Zamora, sigue las trazas de Juan de Álava; pero es mucho más torpe en su ejecución. Lo que para él demostraría la falta de maestría de los canteros asentados en esta ciudad; que no tendrían la calidad de los que trabajaban en Salamanca. Siendo los medallones del patio, una típica logia renacentista de hombres inmortales (18i) . Ante lo que añadimos, que este tipo de “exposición de personajes ilustres” fue una moda de época, venida de la Italia del cinquecento; donde se decoraban los edificios con esas galería de grandes figuras de la Humanidad; entre las que podemos recordar los murales vaticanos o el famoso Studiolo del palacio ducal de Urbino -levantado por Federico de Montefeltro- (18j) .
Pasa en su estudio, Vasallo Toranzo, a comentar la escalera del palacio (que hemos visto en imágenes); sobre la que nos dirá algo similar. Exponiendo que es muy parecida a la del Colegio Fonseca de Salamanca y que lleva la impronta clara de Juan de Álava; aunque construida por canteros menos doctos, de los que el arquitecto contrató en otras de sus obras -principales salmantinas- (18k) . Continúa explicando el investigador, que todas las trazas que observa en el palacio de los condes de Alba y Aliste, muestran la mano de Juan de Álava; aunque las cuadrillas instaladas en Zamora, eran infinitamente inferiores a las que el maestro usaba comúnmente. Deduciendo por cuanto ha recogido, que este edificio se fecharía entorno a 1535; momento en que el arquitecto trabajaba para el monasterio zamorano de Montamarta. Aunque hemos de considerar que desde 1534, Álava estaba muy enfermo; por lo que quien se trasladaría para llevar la obra, tuvo que ser su hijo Pedro de Ybarra. Añadiendo al respecto, Vasallo Toranzo: “Pedro de Ibarra y Miguel de Ibarbia, sus aparejadores, quienes se asientan en la ciudad y sustituyen en la maestría a Álava en 1537, año de su muerte. Las relaciones de ambos maestros con los jerónimos de Zamora fueron muy estrechas durante esos años, lo que se concretó en el encargo del claustro principal del monasterio jerónimo de Santa María de la Piedad de Benavente en 1541. ” (18l) . Por cuanto -a mi juicio- los verdaderos autores del palacio de los condes de Alba y Aliste, hubieron de ser Pedro de Ybarra (junto a sus hijos) y Miguel de Ibarbia; todo lo que justifica la diferencia de calidad con las obras del padre -y gran maestro-.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: imágenes del castillo de Villanueva de Cañedo, que fue comprado por el obispo Alonso de Ulloa Fonseca y Quijada; para su amante, Teresa de las Cuevas; con la que tuvo cuatro hijos. La fortaleza, reconstruida durante el siglo XV, se entrega a los Reyes Católicos. Años después lo adquiere el obispo Alonso de Ulloa y Fonseca, quien lo remodela, convirtiéndolo en un bello palacio del Renacimiento en cuya remodelación interviene Juan de Álava (principalmente en su patio de armas). Desde entonces se denominó Castillo del Buen amor, debido a que fue decorado y rehabilitado por el prelado, con un enorme cariño, para mantener allí a su amada y a los hijos que tuvo con ella (Gutierre, Fernando, Ana e Isabel, de Ulloa Fonseca y de las Cuevas). Tras la muerte de los descendientes del obispo, esta fortaleza “del buen amor”, tuvo varios propietarios, entre los que se destacó el duque de Sexto y el famoso marqués de Ivanrey. Finalmente, hace medio siglo, lo adquiere una meritoria familia de Salamanca; cuyo hijo fue un famoso Abogado del Estado y alcalde de la ciudad (Fernando Fernández-Trocóniz). Tras mantenerlo como finca de recreo durante decenios, decidieron restaurarlo y convertirlo en un hotel de lujo (respetando su estructura y arquitectura). Gracias a la familia Fernández-Trocóniz, no solo se ha conservado perfectamente el edificio; además, se ha logrado que muy cerca de Salamanca haya un hotel-fortaleza, de alto lujo y privado.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: patio de armas del castillo del Buen Amor, remodelado por Juan de Álava.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: otras imágenes del patio de armas del castillo del Buen Amor, remodelado por Juan de Álava.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos de esta fortaleza perteneciente a los señores de Villanueva de Cañedo (el obispo Alonso de Ulloa Fonseca Quijada y sus descendientes). Al lado, hace treinta y cinco años. Abajo, imagen actual.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos cuadros genealógicos de la familia Fonseca. Arriba, las estirpes nacidas desde Beatriz de Fonseca; cuyo hijo mayor fue Pedro Rodríguez de Fonseca, padre de Alonso de Ulloa Fonseca y Quijada, más conocido como el obispo Fonseca y Quijada. Para resumir la genealogía de esta saga, diremos que los Fonseca llegaron a Toro en 1385, cuando Juan I pierde la batalla de Aljubarrota; sublevándose los portugueses, expulsando a la princesa Beatriz (verdadera heredera del trono luso). Tras la derrota de Aljubarrota, algunas grandes familias del país vecino siguieron fieles a Beatriz de Portugal y se establecen junto a ella, debiendo exiliarse a Castilla -como hicieron los Fonseca-. Llegando a Toro, en 1385, Pedro Rodríguez de Fonseca y su esposa Inés Botelho; donde se establecen junto a la princesa (mujer de Juan I). El matrimonio asilado, tuvo tres hijos; el primogénito fue Pedro Rodríguez de Fonseca, famoso cardenal, que apadrinó a su sobrino Alonso de Fonseca (quien años después llegaría a Consejero del rey y arzobispo de Sevilla). Por su parte, la mayor de los tres fue Beatriz de Fonseca, casada con Juan A. de Ulloa; cuyos hijos varones fueron: Pedro Rodríguez de Fonseca (padre del obispo Fonseca Quijada); Fernando de Fonseca (famoso guerrero) y Alonso I de Fonseca (arzobispo de Sevilla, consejero de Enrique IV y muñidor del acuerdo de los Toros de Guisando).
Abajo, la estirpe de Pedro Rodríguez de Fonseca y Ulloa, padre del obispo Fonseca y Quijada; que remodeló el castillo del Buen Amor. Es importante destacar que este prelado, mecenas de las letras y las artes estaba muy unido a su primo, el arzobispo de Santiago Alonso de Fonseca Acevedo; (hijo Beatriz de Fonseca Ulloa, hija mayor de la Beatriz que vino de niña desde Portugal, en 1385). Por su parte, ese primo del señor del Castillo de Villanueva de Cañedo, llamado Alonso de Fonseca Acevedo; es conocido como Alonso II de Fonseca. Ya que a su tío (arzobispo de Sevilla) fue llamadoo Alonso I“el viejo” (o Alonso I de Fonseca). Asimismo, el arzobispo de Santiago Alonso II de Fonseca, será padre del también obispo, Alonso III de Fonseca. Ambos, fueron los fundadores de los Colegios de Salamanca y Compostela (a más de hacer mejoras en otros tantos edificios, como Las Úrsulas o la catedral Compostelana). Por todo ello, incidimos en que el prelado que vivió en el castillo del Buen Amor, fue ALONSO DE FONSECA Y QUIJADA (o bien Alonso de Ulloa, Quijada y Fonseca); a quien no debemos de confundir con su primo Alonso II de Fonseca, ni con su sobrino Alonso III (menos aún con su tío; Alonso I de Fonseca -el viejo-).
II El castillo de Topas (Salamanca) palacio de los Señores de Villanueva de Cañedo, conocido como Castillo del Buen Amor:
Sobre el propietario de esta fortaleza y su familia, decíamos en nuestro trabajo de los Fonseca; que “fue hijo de Pedro Ruiz de Ulloa y R. de Fonseca -también llamado Pedro de Ulloa y Fonseca, con nombre a la castellana (tomando el apellido paterno primero)-; señor de Villal-Barba y Señor de Villanueva de Cañedo. Casado con Isabel de Quijada, descendiente de los Quiñones; hija del Señor de Villagarcía de Campos (Juan de Quijada). Según transmite Vasallo Toranzo, tuvieron ocho descendientes; cuatro varones y cuatro mujeres. Dos de las hijas, profesaron como monjas en el Convento de Sancti Spíritus de Toro; las otras se casaron con Juan de Avendaño y con Pedro Solís. Peor suerte tuvieron sus hijos, pues tres mueren sin descendencia; uno de ellos asesinado en Castronuño durante la guerra de los Isabelinos y Beltranejos. Más tarde, luego fallecen sus hermanos y tan solo queda Alonso de Fonseca y Quijada el obispo del que se hace el mayorazgo. Este prelado Alonso reedifica las principales casas de Toro de su familia, junto a la plaza de la Colegiata; un inmenso palacio que llegaba desde allí, hasta la calle Virgen. Narrando Vasallo Toranzo que la decora con piezas de la Almoneda de la Reina Católica, compradas en 1505".
“Por su parte, Alonso de Ulloa Fonseca y Quijada; obispo de Ávila, Cuenca y Osma; señor de Villanueva de Cañedo. Fue uno de los más fervientes defensores de la reina Isabel I, como pretendiente a la corona (en las luchas contra Juana la Beltraneja). Siendo su labor importantísima en la Batalla de Toro, donde guió a las tropas de Fernando e Isabel, para tomar la ciudad. Se enamoró de Teresa de las Cuevas, para quien restauró el Castillo de Villanueva de Cañedo, (en Topas, a pocos kilómetros de Salamanca); donde creó un maravilloso palacio para que allí viviera su amante y los cuatro hijos que con ella tuvo: Gutierre (legitimado como vástago) heredero del mayorazgo; Fernando, Ana e Isabel. Sus dos hijas, profesaron como monjas en Sancti Spíritus de Toro” (19) .
Acerca de la remodelación del Castillo del Buen Amor, nos transmite en su tesis Ana Castro Santamaría: “En el caso del castillo de Villanueva de Cañedo, llamado de Buen Amor, la pequeña intervención que podemos datar del siglo XVI es mas insignificante, pero indicativa de la vinculación de Álava con los Fonseca. El castillo perteneció a don Alonso Fonseca Quijada, primo del Patriarca de Alejandría, obispo de Avila, Cuenca y Osma y miembro del Consejo Real, quien quizá lo construyó en los primeros años del siglo XVI. El patio interior, claramente tardogótico, da al castillo un aire de residencia palaciega (...) La actual cornisa consta de varias molduras superpuestas y decrecientes, cuyos motivos decorativos son muy parecidos a los que utiliza Juan de Alava, particularmente en la Casa de las Muertes, una banda con cabezas de ángeles; otra mas estrecha con decoración vegetal encintada; mas arriba, el tema de las ovas y los dardos y, por último, hojas de acanto” (20) .
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, un dibujo mío con un chiste que subí a las redes sociales cuando murió Manu Leguineche; en homenaje al periodista y a los motanos (que por entonces intentaban restaurar la torre en ruinas). Al lado, estado de la torre teutona, de Mota del Marqués; para cuya rehabilitación fue contratado Juan de Álava en 1524. Incumpliendo lo estipulado, Juan de Ulloa (regidor de Toro y señor de Mota). Abajo, restos de la antigua muralla de Mota, en la fortaleza fundada por los Caballeros Teutones desde 1325.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, estado actual de la torre del homenaje, en Mota del Marqués. Abajo, silueta del castillo en ruinas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de la iglesia de San Martín, que la familia Ulloa encargó a Rodrigo Gil de Hontañón para Mota del Marqués; años después de que Juan de Álava demandase al señor de esta localidad, por incumplir el contrato de rehabilitación del castillo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos más de la iglesia de San Martín, en Mota del Marqués. Hemos de recordar que los Gil de Hontañón eran enemigos de los Álava Ybarra; lo que explica que tras la demanda de Juan de Álava, los señores de la Mota optasen por cambiar de arquitectos.
III El castillo de Mota del Marqués:
Repetidamente hemos hablado sobre esta obra contratada por Juan de Ulloa (familiar directo de los Fonseca), que no pagó a los Álava Ybarra; motivo por el cual, el arquitecto le llevó a juicio en 1534. Año en que el maestro había caído enfermo, además de haber fallecido su mecenas y amigo: Alonso de Fonseca III; primo segundo del “señor” que encargó el proyecto al cantero, sin cumplimentar los pagos. En cita (21) recogemos lo que nos narra Castro Santamaría acerca de este espinoso tema; que dejó finalmente en ruina la fortaleza y torre teutona de la Mota del Marqués (antes Mota de Toro). Siendo de destacar las siguientes frases, que tomamos de su tesis doctoral: “Juan de Alava en la fortaleza de la Mota es que el 17 de febrero de 1524 suscribe una carta de obligación y contratación con don Juan de Ulloa, vecino y regidor de la ciudad de Toro y señor de la villa de la Mota, San Cebrián y Vegas del Condado. En ella se especifican bien las obligaciones del maestro cantero, que consistían en construir las paredes de la fortaleza con sus troneras, con un grosor de 5 o 10 pies, conforme a lo que estaba ya comenzado; se le pagara a 550 maravedis la tapia.” (…) “Además Alava se compromete a ser maestro de todas las obras que llevara a cabo don Juan de Ulloa (pag 488) en un periodo de 10 años, con estas condiciones salariales: 10.000 maravedis anuales y medio ducado cada dia de trabajo, contando los desplazamientos, cada vez que fuera llamado por el Señor de la Mota. Ni este contrato ni los restos conservados nos permiten confirmar la participacion de Alava en las obras del castillo de la Mota, pero tampoco en ninguna de las obras emprendidas por don Juan de Ulloa en el periodo 1524-1534” . Texto que nos muestra el modo en que Juan de Ulloa incumplió el contrato y la forma en que engañó al arquitecto, prometiéndole 10.000 maravedíes al año (lo que puede equipararse a unos 20.000 euros, ya que por entonces el peso aproximado de lo que hoy equivale a un kilo de garbanzos, valía un maravedí).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de las casas que se atribuyen a los Álava Ybarra, sitas en el “Recodo de San Benito” (Salamanca; calle Prado y plaza de San Benito). Arriba, la de Diego Maldonado Ribas (o Rivas); camarero y contable de Alonso III de Fonseca. Al lado, vista de los edificios desde el “recodo”; callejón del Prado. Abajo, detalle de la fachada de la casa de Diego Maldonado, con los escudos (observemos la semejanza con el palacio Juan de Álava).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: detalle de los escudos y “putis” que sostienen los blasones, en la casa de Diego Maldonado (Salamanca). Observemos que las armas que coronan el edificio, son las de los Fonseca (cinco luceros en sotuer) y que guarda la forma de “escudo de patriarca”.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, la casa de Diego Maldonado, con personas a su lado, para conocer la escala y proporción. Abajo, foto compuesta; en la parte superior, detalle de las armas de Alonso de Fonseca III, en la casa de Maldonado. En la inferior, escudo del Cardenal Antonelli (podemos ver que su diseño heráldico es igual).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos de la tumba de Diego de Maldonado Ribas (o Rivas); camarero de Alonso de Fonseca III. Se encuentra en la sacristía de la iglesia del Colegio Mayor Fonseca de Salamanca (Santiago Zebedeo). Es de destacar, que su tío, llamado Francisco de Rivas, era asimismo Camarero de Alonso II, padre del anterior; y mandó ser inhumado en las Úrsulas, junto a su señor. Parece que de igual modo se enterró Diego de Maldonado, a los pies de la tumba del prelado al que sirvió. La atribución del personaje, se debe a Álvarez Villar; y la autoría de la escultura se atribuye a Juan de Juni -aunque el estado es muy lamentable, debido al vandalismo durante la Guerra de la Independencia-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos de las Úrsulas. Al lado, vista del torreón del convento, con la estatua de Unamuno frente a ella (la escultura está colocada a muy pocos metros de la casa que habitó Miguel de Unamuno; colindante con la de Las Muertes). Abajo, tumba de Don Francisco de Rivas, camarero de Alonso de Fonseca II (padre de Alonso III). El enterramiento se halla en las Úrsulas, junto al de su señor; de igual modo que el cenotafio de su sobrino (Diego Maldonado y Rivas) está junto al del hijo (Alonso III de Fonseca). A continuación hablamos de la relación que tuvieron Francisco de Rivas, con el hijo de su hermana, Diego Maldonad. No solo porque ambos fueron contables y camareros de los arzobispos Alonso II y Alonso III; sino porque habitaron sobre el mismo solar. Acerca de este mausoleo nos dice Castro Santamaría, en su tesis: “Don Francisco de Ribas fue mayordomo del Patriarca, y está enterrado en las Úrsulas de Salamanca, en un sepulcro abierto en el muro de la nave de la iglesia. Por su semejanza con el corredor alto del patio del Colegio Fonseca, hemos vinculado esta obra con el circulo de Juan de Alava” (SIC pag 21).
IV Las casas del “Recodo de San Benito” en Salamanca:
IV a) La casa de Diego Maldonado:
Sobre ella escribe Castro Santamaría -en su tesis; cita (22) - que puede fecharse en 1531; mientras Álvarez Villar en 1967 expuso que debía considerarse construida antes de 1544, data de la muerte de Diego Maldonado (22b) . La Datación de Castro Santamaría es más exacta y se ajusta a un documento hallado, sobre el encargo de su carpintería a un ebanista; apareciendo en este, Juan de Álava, mencionado ya como Juan de Ybarra. Asimismo, la investigadora compara su decoración y esculturas, con las de la Casa de las Muertes; no solo por su parecido, sino también al conocer que se menciona aquí a los Álava Ybarra como canteros. Hablando también de su proliferación de escudos; menciona que son muy similares a los que aparecen en el Colegio Fonseca salmantino (Los Irlandeses); blasones que dice, son de tipo gótico o “italiano”. Aunque habríamos de considerar que los escudos de la familia Maldonado, guardan la tipología española. Mientras las armas de Fonseca, situadas sobre la ventana superior (coronando el edificio); se corresponden con la forma heráldica del clero; más concretamente con el escudo de patriarca -muy similar al de cardenal y al de arzobispo-.
El edificio se halla junto a la casa de los Solís (de la que más tarde hablaremos) y a su lado se levantaba la de unos primos Maldonado, que apostaron por sublevarse con las Comunidades. Concretamente, allí estuvo la residencia de Pedro Maldonado Pimentel, que fue expropiada tras la derrota del bando rebelde, en Villalar; levantando en ella un convento (ver imágenes a continuación). Asimismo, muy cerca se encontraba también el domicilio de Alonso de Acevedo, familiar de Alonso de Fonseca y Acevedo (Alonso II; padre de Alonso III); cuya restauración se encargó a Juan de Álava en 1522 -conforme dicta Castro Santamaría (23) -. Los escudos familiares, a la española, que aparecen en la fachada de la casa de Maldonado, representan el apellido Maldonado (cinco flores de lis en sotuer); considerando algunos expertos, que el resto son las armas de los Moriles y Medrano. Por cuanto la casa se conoce como de la familia Maldonado y Moriles-Medrano. Aunque si estudiamos las armas, veremos que son las del tío de Diego Maldonado Rivas; llamado Francisco de Rivas (en imágenes anteriores), que le apadrinó y donó el solar donde se edificó el inmueble. Por cuanto, a mi juicio, los blasones que figuran junto a los de Maldonado (en escudo partido) son las de Rivas (Ribas) y Moriles; rememorando al tío del que habitó en el edificio.
Como sabemos, la casa perteneció y fue encargada por el hombre de confianza de Alonso III de Fonseca; su contable y camarero, Diego Maldonado Ribas. Cuya tumba casualmente hemos podido hallar en la sacristía del Colegio Mayor los Irlandeses de Salamanca (a muy poca distancia del enterramiento de su señor, el arzobispo). Este apoderado de los Fonseca, era hijo de Pedro de Maldonado, primo hermano del famoso comunero que terminó en el patíbulo (Francisco) y de otro -llamado Pedro- que también fue ajusticiado y vivió junto a esta casa. Su madre fue María Rivas (o Ribas); hermana de Francisco, camarero de Alonso II de Fonseca, que educó a su sobrino con esmero. Cuando en 1524 fallece su protector, que actuó como segundo padre; quien durante toda su vida había trabajado para los dos Fonseca. Diego heredó el cargo de contable y hombre de confianza del arzobispo. Así fue como le suplió, llevando los temas económicos y laborales de Alonso III; cuando le nombran en 1524 primado de Toledo. Por entonces, encargaron la tumba de su tío Francisco, para que la situasen junto a su señor, Alonso II. Mientras Diego Maldonado Rivas testaría, para que hicieran lo mismo con sus restos; inhumarlos al lado del prelado, que en 1524 le hizo su primer hombre de confianza (Alonso III).
Por su parte, la historia de esta casa de los Maldonado, atribuida a Juan de Álava; también tiene una historia unida a ambos personajes (Diego y Francisco). Debido a que en 1520, cuando se sublevan los Comuneros, encabezados en Salamanca por Pedro de Maldonado; Francisco Rivas, amenazó al rebelde con llevarle a la horca. El hecho se produjo donde actualmente se halla el convento de San Francisco el Real; lugar en que se enterraban los grandes nobles salmantinos. Allí se encontraron Pedro Maldonado Pimentel, con Francisco de Rivas, que actuaba como camarero del arzobispo Fonseca. Recordemos que la familia Fonseca apoyó a los Reyes Católicos a fines del siglo XIV; y que, a su vez, promueven más tarde la venida de Felipe el Hermoso y la de Carlos V. Tanto, que quienes prepararon los diferentes viajes desde Flandes a Toledo, de Juana y su marido, para jurar la Corona; fueron Juan Rodríguez de Fonseca y su hermano Antonio de Fonseca (primos de Alonso II y embajadores del rey Fernando, ante la corte de Borgoña). Esta lealtad de los Fonseca al rey Fernando y a su descendencia; se refleja en el nombramiento de Antonio de Fonseca, como capitán General, ordenando que acabe con la rebelión de los Comuneros en 1520. Así se entiende, como Francisco de Rivas se enfrentó a Pedro Maldonado, primo de Francisco Maldonado (jefe de las huestes comuneras); advirtiéndole que terminaría en el patíbulo, si seguía en rebelión. Tras este hecho, la muchedumbre se dirigió hacia la casa de Pedro Maldonado, para vitorearle. Donde, aprovechando que a pocos metros vivía Francisco Rivas; decidieron saquear y quemar su hogar. Edificio que quedó en ruinas, convertido en un solar; debiendo huir de la ciudad el propietario. De este modo terrible, fue abandonado el inmueble, que más tarde Francisco legaría a su sobrino; quien construye la casa que hoy vemos. Por su parte, tras la caída de los Comuneros, Pedro Maldonado fue hecho preso y ajusticiado; sus bienes se subastaron y su casa la donaron a un convento de franciscanas. Quienes, tras derribar la fachada y los símbolos que la acompañaban; levantaron allí la iglesia que vemos hoy en el recodo de San Benito (abajo, en imágenes).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: La casa de los Solís; muy próxima a la anterior y también atribuida a los Álava Ybarra. En este lugar se menciona un edificio más que arregló Juan de Álava. En el cual vivía un primo de Alonso II de Fonseca, llamado Alonso de Acevedo. Hemos de recordar que el progenitor de Alonso II de Fonseca (padre de Alonso III) se apellidaba Acevedo, aunque esta familia tomaba los nombres familiares a la portuguesa; anteponiendo el materno. Arriba, casa de los Solís; vista lateral de la fachada completa. Al lado, detalle de sus ventanas y escudos. Abajo, frente del edificio.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: la bella plaza de San Benito, donde estuvo la casa de Pedro Maldonado y en la que Diego Maldonado edificó la suya. Años después de que los Comuneros derribasen la de su tío, Francisco Rivas. Al lado, iglesia que se levantó en el lugar donde estuvo la residencia de Pedro Maldonado Pimentel; ejecutado por Comunero y cuyo hogar fue regalado a las monjas franciscanas, para que levantasen el convento que vemos. Si entramos en el templo franciscano, nos resultará extraño observar que se asemeja a una casa; debido a que las hermanas desearon conservar la memoria de lo que sucedió y la historia del inmueble. Cuyo propietario era primo del padre de Diego Maldonado (también llamado Pedro Maldonado) y del famoso Francisco Maldonado, ejecutado en Villalar el 23 de abril de 1521. A la caída de los Comuneros, fueron subastados los inmuebles y bienes de los Maldonado salmantinos declarados rebeldes. Uno de sus palacetes era la famosa Casa de las Conchas, cuya torre mandó desmochar Carlos V (en símbolo de pena sin gloria); tal como podemos ver en foto. Abajo, el recodo de San Benito, donde estuvo la casa de Pedro Maldonado y Francisco Rivas.
ABAJO, la Casa de los Maldonado, conocida como “De las Conchas”; a la que el emperador ordenó quitar parte de su torreón.
IV b) La casa de los Solís y otras desaparecidas:
También en el “recodo de San Benito” y muy próxima a la anterior, la casa de los Solís compone uno de los rincones mas bellos de Salamanca. Coronada por el escudo de esta familia, con el “Sol” en su centro; a los lados de su fachada podemos ver dos blasones compuestos; donde se hallan representados en cuartel los apellidos: Zúñiga, Monroy, Anaya y Maldonado. Fue encargada por Francisco Solís, hacia 1540; y podemos considerarla obra de Pedro de Ybarra -quizás trazada por su padre, poco antes de morir-. De ese modo la cataloga Álvarez Villar, quien la considera levantada por el hijo de Juan de Álava; atribuyendo a este cantero también el palacio de Garcigrande y la desaparecida casa de los Rodríguez de Labanda (24) . Esta última es citada por otros como la residencia de Gonzalo Rodríguez; también llamada de Rodríguez Varillas, que estuvo en la calle del Toro y fue derribada en 1947. Un triste destino que compartieron otras muchas residencias construidas por los Álava Ybarra, en Salamanca. Entre las que Castro Santamaría, destaca la que el arquitecto hizo para Alonso de Fonseca III en Palacios del Arzobispo; población situada al norte de la ciudad de Salamanca, cerca de Ledesma. Donde se alzaba una gran villa de campo, propiedad del prelado; que desapareció en el siglo XVII (25) .
Asimismo, habíamos dicho que muy cerca de la casa de los Solís se encontraba la de Alonso de Acevedo, familiar de Alonso de Fonseca y Acevedo; cuya restauración encargaron a Juan de Álava en 1522 -conforme dicta Castro Santamaría (23) -. Añadiendo la investigadora que: “Don Alonso de Acevedo era regidor de Salamanca y pertenecía al linaje de los Fonseca; era sobrino del arzobispo Fonseca, patriarca de Alejandría, hijo de su hermano el regidor Luis de Acevedo y, por tanto, primo de don Alonso de Fonseca, arzobispo de Toledo. Sus casas principales estaban frente a San Benito y fueron construidas en el siglo XV, aunque sufrirían pequeñas reformas en el XVI y desaparecerían definitivamente en el XVII, al ser adquiridas por la Compañía de Jesús para la edificación del Colegio. En ellas residieron los dos arzobispos en sus estancias en Salamanca, e incluso seguramente naciera allí el segundo de los Fonseca” -refiriéndose a Alonso III- (23a) .
Continuando con la obra civil de Juan de Álava; se supone levantó o restauró otros edificios particulares o para el consistorio de Plasencia; entre los que se menciona la reparación del “Puente de Trujillo” y un palacete en la calle Santamaría -del que no se tiene noticia-. Al igual que sabemos, intervino en la creación del “palacio del ayuntamiento”; casa del cabildo que homenajeaba a Carlos V y aún podemos disfrutar gracias a una restauración llevada a cabo unos sesenta años atrás. Obra del arquitecto González Varcárcel, quien logró recobrar la fachada y estructura trazada por el maestro Álava (en colaboración segura con su hijo); a quien los regidores placentinos obligaron hacer soportales con corredores y columnas.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: tres imágenes del palacio de los Garcigrande, en Salamanca (actual sede de Caja Duero). Fue levantado por los señores de Zaratán a comienzos del siglo XVI y siglos después comprado por los vizcondes de Garci-Grande a mediados del XVIII; quienes a finales del siglo XIX lo vendieron al banquero Rodríguez Vega. Finalmente lo adquirió la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, en 1960. Según Álvarez Villar es obra de Pedro de Ybarra, atribuyendo su fachada principal al arquitecto. Basando su teoría en los dos medallones que lo decoran y en los escudos de sus laterales, que presentan las armas de las familias: Girón Herrera, Espinosa y Maldonado.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: ayuntamiento de Plasencia; obra de los Álava Ybarra (restaurada en los años sesenta por González Varcárcel).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos detalles del edificio consistorial de Plasencia. Al lado, Torreón restaurado, de su reloj. Abajo, escudo de Carlos V en la fachada, labrado en época de Juan de Álava.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado; lugar donde estuvo la casa de Gonzalo Rodríguez o palacio de Rodríguez Varillas, que se atribuye también a Juan de Álava. Se situaba en la calle del Toro, junto al bloque moderno que tenemos a nuestra derecha. Abajo, la saga de los Fonseca, en la línea a la que pertenecía Doña Mayor; quien levantó el Palacio de la Salina en Salamanca. Como vemos en el cuadro genealógico, era bisnieta de Juan de Ulloa y Beatriz de Fonseca; cuya familia se exilia en Toro en 1385 (huyendo de Portugal después de Aljubarrota). Matrimonio que tuvo siete hijos, cuyo primogénito fue Fernando de Fonseca (muerto en la batalla de Olmedo en 1467); el abuelo de Doña Mayor de Fonseca, hija segunda de Alonso de Fonseca (III señor de Coca) y de Mayor Álvarez de Toledo (nacida de los condes de Oropesa).
IV Las casa de la Salina
Decíamos en nuestro trabajo sobre la familia Fonseca -ver cita (19) -, que fue el palacio que Doña Mayor de Fonseca levantó en Salamanca; ciudad donde sabemos que residía, junto a su marido (Rodrigo Messia-Carrillo). Lugar que eligió para vivir, tras la destrucción de su casa en Medina del Campo. Donde odiaban a la saga, desde que Antonio de Fonseca quemó gran parte de los edificios, durante la Guerra de las Comunidades; cuando se dirigió a esta localidad, cercándola para que le entregasen las piezas de artillería -que allí guardaban-. Tras lo que relatamos, se sabe que los habitantes del lugar, se dirigieron en masa hacia el gran palacio que la saga tenía allí -y que por fortuna estaba deshabitado-. Derribándolo y talando hasta los jardines, usando sus maderas para trasladar los cañones que escondían en la villa. Utilizando la artillería movida por aquellas vigas, para llegar primero hasta Alaejos y destruir el castillo de la misma familia, sito en esa localidad. Mayor de Fonseca, debió de huir del pueblo donde el apellido más odiado era por entonces el de su parentela. Decidiendo comprarse y construir una casa en Salamanca, a la que se llama de La Salina, por haber tenido ellos la exclusiva de vender sal, a los salmantinos. Un hecho que explica su extraña arquitectura, pues el edificio no se destinó solo a residencia, sino fue principalmente tienda salinera. Monopolio que ostentaba en esta ciudad los Carrillo-Messía Fonseca; y que fue heredado por su hijo menor, llamado Juan Alonso de Fonseca (al que su madre legó el mayorazgo de Villasbuenas, que incluía este palacio de la sal). Casona que por haber sido mercado alfolí (un uso que se conservó hasta 1870), explica la curiosa distribución de su entrada, subiendo unas escaleras, bajo las que se encontraban los almacenes interiores salineros -llamados alfolís-. Todo lo que Álvarez Villar, expresa con las siguientes palabras:
“Un caso curioso por hallarse los hoyos excavados en la roca, y no en terraza fluvial, es el de la excavación en el Patio del Palacio de la Salina donde, con motivo de la construcción de un sótano bajo el patio, se encuentran sucesivos sistemas de evacuación de aguas y un impresionante conjunto de silos que se relaciona, con ciertas reservas, con el uso de inmueble en el siglo XIX como almacén y despacho de sal” (26) . Uso y distribución, que Luis García Grinda, describe del siguiente modo: “una espectacular arcada, dando acceso a un patio que articula su planta en U. En el sótano se conserva un espacio abovedado como almacén de sal conectado directamente al patio mediante una escalera. Esta casa palacial sirvió como alfolí de la ciudad de Salamanca hasta 1871, al tener su propietario Juan Alonso de Fonseca, segundo hijo de don Rodrigo de Messía Carrillo y doña Mayor de Fonseca y Toledo quienes ordenaron construir el edificio en el primer tercio del siglo XVI, el monopolio de la venta de la sal; y como tal se entiende la fachada que invita a entrar desde el espacio público de la calle” (27) .
A lo expuesto, hemos de añadir el hecho de que este palacio haya sido “alfolí”, también nos hace comprender la extraña iconografía que aparece en sus medallones; donde repetidamente vemos tritones y deidades del mar. Pese a ello, no se han analizado las escenas representadas en la fachada del edificio, relacionándolas parcialmente con la sal y el mar. Por lo que sería importante realizar una nueva interpretación de sus elementos decorativos, para ver qué quiso decirnos Doña Mayor y su marido (Rodrigo Messía) al crear un espacio con esta condición y representaciones. Aunque, antes de entrar en nuestro estudio personal iconográfico, sobre la Casa de la Salina; vamos a resumir lo que Luis Vasallo Toranzo nos dice acerca de este palacete (28) . Relatando que el matrimonio se propuso levantar una gran casona en Medina del Campo, en 1518, pero que tras los sucesos de los Comuneros fue destruida (en agosto de 1520). Debido a ello, fundan un nuevo solar para usarlo como alfolí en Salamanca; comprando un terreno y edificio, que había pertenecido a un condenado a muerte, por rebelde en la guerra de Comunidades. Reo que trabajó como médico y se llamaba Alonso de Zúñiga, quien había heredado la casa de su suegro; pero le fueron embargados todos sus bienes, antes de ejecutarlo. Por cuanto, no se trataba de un edificio noble y siquiera tenía buena distribución, estando mal orientado y sin accesos en los laterales (29) .
Debido a cuanto expresamos, los constructores hubieron de buscar infinidad de soluciones, para lograr mejorar el espacio y las entradas de luz. Considerándose que el arquitecto fue Rodrigo Gil de Hontañón, aunque Vasallo Toranzo cree que se trata de un maestro menor, muy relacionado con este. Todo lo que este profesor justifica, por comparación con el palacio de Monterrey; del que sabemos es de Rodrigo Gil de Hontañón (muy superior en decoración y hechura). Aunque -en mi opinión- pudo tratarse de una obra donde el maestro Hontañón colaborase y plantease las trazas, mientras sus oficiales las llevaran a cabo. Pues la diferencia de precio con el referido palacio de Monterrey fue de treinta veces; ya que el de Alba se tasó en diez millones de maravedíes y la Casa de la Salina costó unos trescientos cuarenta mil -un valor que, como hemos dicho, puede equiparase a 680.000 euros; pues el equivalente a un kilo de garbanzos por entonces se vendía por un maravedí y hoy por unos dos euros-. Pese a ello, se debe destacar que cuando hereda el hijo menor de Mayor de Fonseca, este palacio (como señor de Villasbuenas); se valoró en cuatro millones de maravedíes. Alquilándolo y pasando el propietario a vivir en Toro. Siendo lógico pensar que el referido dueño del inmueble, también arrendó el derecho a venta de sal; o al menos acordó que se estableciera una renta al dejarlo en manos de quienes regentan La Salina.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: imágenes de La Casa de La Salina, en Salamanca. Arriba, detalle del lateral donde antaño estaba la casa de “Los Garabito”, quienes litigaron contra la construcción del palacio, considerando que el peso de la galería con “atlantes”, iba a tirar el muro medianero. Casi cinco siglos después, la citada casa de los Garabito, ha desaparecido (posiblemente derribada por el tiempo); mientras la de La Salina y el referido murete, está en perfectas condiciones. Abajo y al lado, detalle del patio interior y de la galería superior con figuras (interpretadas como Atlantes); argumentaban los Garabito, que esta planta iba a derribar el muro medianero.
Sigue diciendo Vasallo Toranzo que el Palacio de la Salina no se comenzó hasta 1546; aunque prácticamente todos los textos que tratan sobre este edificio, afirman que en 1538 estaba finalizado. Para tal datación, expone que la construcción comenzó después de un pleito con la familia Garabito; vecinos de linde. Quienes se oponían a la galería volada con decoraciones en sus ménsulas (inspiradas en Las Dueñas), que se halla en la zona izquierda del edificio. Nos referimos al piso alto, con una terraza cerrada, que sujetan figuras consideradas atlantes; y que indudablemente carga un enorme peso sobre el muro medianero. Considerando el profesor Vasallo que la fachada es de misma fecha que esta galería (entorno a 1546) y que ambas se comienzan después de solucionase el litigio con los colindantes “Garabitos” (30) . Pese a ello, creemos que si se llega a pleito, la referida galería y fachada ya estaría terminada, pues es imposible denunciar algo que no se ha construido. Es decir, que -a mi juicio- si los referidos Garabitos demandaron al vecino por los apoyos sobre sus muros de esas ménsulas y de la terraza; es que ya existían. Pues resulta muy extraño, una denuncia sobre plano y de un elemento que no se ha construido; ya que nada existe para reclamar.
Debido a lo antes expresado, creo que ese pleito con los vecinos indicaría que la casa estaba terminada en la fecha (1546) lo que haría del Palacio de la Salina una construcción absolutamente coetánea al de Monterrey. Del que sabemos, se comenzó en 1539 y aunque nunca fue terminado conforme a proyecto, se dio por concluido -para habitarlo- unos diez años más tarde. Asimismo, el de Monterrey fue proyectado por Rodrigo Gil de Hontañón (con la colaboración de Pedro de Ybarra) y por Fray Martín de Santiago. Un sacerdote gran amigo del matrimonio Messía Fonseca, que residía en el convento salmantino de San Esteban -sito apenas a doscientos metros de la Casa de la Salina-. Pudiéndose decir, sin temor a equivocarnos, que en este palacete de la sal, intervino como arquitecto Gil de Hontañón; pero principalmente, el padre Martín de Santiago, ayudado por Pedro de Ybarra. Ya que el fraile estuvo muy unido a Juan de Álava; residiendo y trabajando en San Esteban (convento donde el arquitecto principal fue el de Álava). De tal manera, allí se convertiría fray Martín en uno de los mejores constructores de su época; por lo que resulta normal que los primos de Alonso Fonseca II, le encargasen el Palacio de la Salina. Llegando pronto el sacerdote jerónimo a consejero de Da. Mayor y de su esposo (Rodrigo Messia-Carillo). Tanto, que intervino en el pleito sobre el mayorazgo de Coca y Alaejos. Ayudando a que ambos vencieran en el litigio, por lo que los Messía Fonseca realizaron una gran donación a los dominicos, para que fundasen un monasterio en La Guardia (Jaén) y otro en Dos Torres -Córdoba- (31) . Lo que quizá explica que -finalmente- Doña Mayor de Fonseca y su esposo, comprasen un terreno muy próximo a San Esteban de Salamanca, para construir la referida casa de la sal. Debiendo deducirse que el citado Fray Martín de Santiago fue uno de los arquitectos principales de este palacete; por cuanto hemos de pensar que allí también trabajó Pedro de Ybarra (después de la muerte de su padre). Un edificio que -a mi juicio- comenzarían en los mismos años que el de Monterrey (1539), siendo realizado por un igual equipo de técnicos: Rodrigo Gil de Hontañon, Fray Martín de Santiago y Pedro de Ybarra. Elección de “canteros” que parece lógica, debido a que Doña Mayor era doblemente prima del II conde de Monterrey, Alonso de Zúñiga y Acevedo Fonseca (como Álvarez de Toledo y también por la línea de los Fonseca Acevedo).
Siguiendo con la construcción de la Casa de la Salina, menciona Vasallo Toranzo que sus promotores, serían los ya referidos (Martín de Santiago y Rodrigo Gil de Hontañón); considerando que quienes más intervinieron en la obra fueron los canteros Pedro de Lanestrosa y Machín de Sarasola. Comentando el investigador que, asimismo, tiene enormes influencias de Pedro de Ybarra. Ante lo que -personalmente- hemos de afirmar que lo dicho, nuevamente, haría coincidir este edificio con el de Monterrey; donde también actuó como cantero este hijo de Juan de Álava. Por lo demás, Luis Vasallo, recoge la opinión de quienes más han estudiado el palacio de La Salina; que son Casaseca y Hoag. Refiriendo como el primero (Antonio Casaseca) cree que es obra de Hontañón, realizando un paralelo con la Universidad de Alcalá. Además, hemos de añadir, que Casaseca retrasa su construcción hasta 1549 o bien a 1556; y atribuye la traza a Rodrigo Gil de Hontañon, pero la ejecución a Machín de Sarasola. Por su parte, el segundo (Hoag), considera que Martín de Santiago muere en 1546; opinando que la empezó este fraile y luego participó Gil de Hontañón en su terminación (32) . Pero, en mi opinión; ante la fecha de defunción del padre Martín y viendo el pleito que los Garabito habían puesto en ese mismo año de 1546 (contra la galería, que debía estar construida, ya que es difícil reclamar sobre lo que solo es un proyecto). Todo obliga a pensar, que si el edificio no se comenzó hasta después de este litigio; jamás podría haber intervenido el fraile como arquitecto. Ya que fray Martín muere el mismo año en que los Garabito denuncian la galería de los “atlantes”; argumentando que debilitaba el muro medianero. Un hecho que invita a pensar que esa casa dedicada a la sal, estaba bastante avanzada en el año de 1546. Pudiendo quizás deducirse, que al fallecer su conocido y poderoso arquitecto -Martín de Santiago-; el vecino Garabito se atreve a pleitear contra los dueños de la propiedad colindante (quizá pensando que sin el técnico, podría ser fácil convencer a un juez, para que derribasen la galería de la reciente obra).
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: de nuevo, el Palacio de La Salina; patio interior y de galería superior con figuras. Observemos que sus ménsulas no representan Atlantes (tal como se considera); sino -a mi juicio- son tritones o bien monstruos mitológicos marinos. Hijos de Ponto o de Poseidón, que conforman la dinastía acuática de la iconografía grecorromana. A continuación pasamos al estudio de esta sucesión de representaciones que decoran sus fachadas.
JUNTO ESTAS LÍNEAS: exterior, en La Casa de La Salina. Sobre ella, hemos numerado cada una de las figuras que aparecen (de izquierda a derecha y de abajo arriba). Con esta numeración podremos comprender el lugar que guarda cada bajorrelieve.
Fachada Exterior de izquierda a derecha y de abajo arriba (ver imágenes):
PRIMERA LÍNEA
- 1º Figura que los expertos identifican con Julio César, al estar junto a Cleopatra. Recreación histórica que comparto; aunque -en mi opinión- creo que -además- se trata del retrato de Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, casado con María de Fonseca y cuñado de Doña Mayor.
- 2º Figura que los expertos identifican con Cleopatra (la gran mayoría de ellos). Identificación que comparto, aunque considero personalmente que es el retrato de María de Fonseca, hermana de Mayor; quien sufrió hasta casi llegar a la muerte, por casarse con el conde de El Cid.
- 3º Figura que los expertos identifican con Marco Antonio, por situarse al otro lado de la reina de Egipto. Identificación que comparto, aunque creo que se trata nuevamente de un retrato de Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza; casado con María de Fonseca y cuñado de Doña Mayor.
- 4º Figura que los expertos identifican con Santa Catalina de Alejandría, al tener un libro en la mano y se considera un retrato de Doña Mayor. Otros ven en ella a Safo de Lesbos, por el atributo del libro. Aunque hemos de destacar, que los mosáicos y esculturas grecorromanas donde vemos a Safo con un pliego o papiro, fueron descubiertos en el siglo XVIII, XIX y XX; por lo que esta iconografía de la poetisa es posterior a la Casa de la Salina. En mi opinión, se trata de un retrato de la dueña del palacio (Mayor de Fonseca) y el libro significa la gran cultura de la señora y su mayorazgo (en este caso el de Mejía o de Villasbuenas, que contenía el palacio de la sal en su herencia). En imágenes más abajo, veremos como todas las mujeres de los Fonseca representadas en las tumbas de Coca, llevan un libro en la mano. Indicando, que son cultas y alfabetizadas (como debía ser una señora del Renacimiento).
5º Figura que los expertos identifican con el señor de Messia-Carrillo, marido de doña Mayor. A mi juicio, la barba partida y la expresión de echarse las manos a la cabeza; señalará que la mujer ha cogido el libro (el mando y las cuentas) llevando ella el gobierno de la casa y de la familia.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, primera línea de medallones que decora la fachada y su explicación. Abajo, imagen de la fachada (en la que no podemos ver los dos bajorrelieves laterales, aunque nos hacemos una idea de su disposición).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, detalle de los medallones numerados como 1º y 2º (Cleopatra y Julio César). Abajo, detalle de los medallones numerados como 3º y 4º (Marco Antonio y Da. Mayor, con un libro).
Finalmente, vamos a analizar la iconografía de la fachada y patio de esta casa, de la que Vasallo Toranzo escribe: “era la imagen del nuevo mayorazgo que iba a dejar Mayor de Fonseca a su hijo menor, Juan Alonso de Fonseca y Mejía”. Por cuanto es muy interesante saber qué pueden representar aquellos medallones que la decoran, de cuyos entalladores no se dice nada, en la documentación del edificio (ni hay expertos que los conozcan). Aunque todos los autores que los han estudiado (Antonio Casaseca, María Bermudo, Castro Santamaría, Álvarez Villar y etc), creen que estas caras colgadas sobre la fachada interior y exterior del edificio, son retratos. Considerando la mayoría que, además, representan personajes históricos; entre los que casi todos los expertos reconocen a Cleopatra. Siendo así como Álvarez Villar ve claramente a la reina de Egipto en la fachada (33) ; por lo que otros deducen que los dos hombres a su lado, serían Julio César y Marco Antonio. Del mismo modo, Vasallo Toranzo, identifica a la siguiente dama en línea y que porta un libro (junto a los personajes antes citados), con Safo -siguiendo a quienes han estudiado esta fachada-. Pese a que otros, la consideran Santa Catalina de Alejandría, noble mártir cristiana cuyo símbolo es el libro; también nacida en la desembocadura del Nilo (como Cleopatra). Pero antes de entrar en un análisis personal de las figuras que adornan la Casa de la Salina, vamos a recoger lo que nos dice Ana Castro Santamaría, acerca de estos medallones y su relación con los del palacio de Monterrey (34) :
Tratando primero sobre el del conde de Monterrey, escribe: “El 8 deenero de 1539 se contratan las obras del nuevo edificio según trazas y condiciones de Rodrigo Gil de Hontañón y fray Martín de Santiago, aunque la ejecución corre a cargo de Pedro de Ybarra, quien forma una mancomunidad con los canteros Maese Pedro y Miguel de Aguirre (...) la zona Oeste de la única ala que seconstruyó del palacio de Monterrey sería la parte correspondiente a la condesa, es lógico encontrar el medallón de Lucrecia decorando la pared Oeste de una delas chimeneas del palacio (...) Hoag relacionó las tallas de Monterrey con Miguel de Espinosa o algún escultor de procedencia burgalesa, Casaseca baraja el nombre de Marcos de Angulo”. Ante lo que la profesora Castro Santamaría propone como autores de aquellos bajorrelieves tondos a: Guillén de Juni, Guillén Farrán, Juan Guerra o Anaya; para seguir escribiendo más tarde y sobre la Casa de la Salina: “Tan sólo conocemos la intervención de un cantero habitual en las obras salmantinas de la época, Machín de Sarasola; no obstante, por sus características el palacio se pone en el haber de Rodrigo Gil de Hontañón. De los entalladores que pudieron intervenir en la ejecución de los medallones de este palacio, entre los que se encuentra Cleopatra, nada sabemos, pero podríamos aportar como hipótesis los mismo nombres que en el Palacio de Monterrey: Guillén de Juni, Guillén Farrán, Juan Guerra o Anaya (...) Es de imaginar, por tanto, que ambas mujeres serían retratos metafóricos de las señoras de la casa, es decir, doña María Pimentel, esposa de don Alonso de Acevedo y Zúñiga, III Conde de Monterrey, y doña Mayor de Fonseca y Toledo, esposa de don Rodrigo Messía Carrillo, señor de La Guardia” -SIC (34) -.
Tras la lectura de los párrafos anteriores, extraídos de un importante trabajo de Castro Santamaría; parece inevitable pensar de nuevo que ambos palacios (el de Monterrey y el de La Salina) sean paralelos y coetáneos. Todo lo que explicaremos mejor cuando -más adelante- tratemos sobre la Casa de Juan de Álava, donde se exponen los hechos acontecidos en la familia Fonseca, entre 1535 y 1545; situación que afecta directamente también a los Monterrey, quienes eran sobrinos del Arzobispo Alonso III de Fonseca y Acevedo (a la vez que primos de Doña Mayor, señora de La Salina). Unos acontecimientos donde se justifica plenamente que ambos edificios fueran levantados en unas mismas fechas, por iguales canteros y arquitectos. Constructores que trabajarían desde 1536 en el palacio de La Salina y poco después en el de Monterrey; acabando el primero hacia 1546 y dando el segundo por terminado, en fechas cercanas a 1549 (por falta de fondos para concluirlo, tal como se había proyectado). Pero tras lo expuesto y por cuanto hemos expresado, vamos a dar nuestra interpretación de las representaciones que adornan la casa de La Salina:
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: La entrada a la Casa de la Salina. Su arco, con dos medallones, que se identifican con el retrato de los dueños del palacio. Arriba, foto sin retocar; abajo, los bajorrelieves aumentados y numerados.
Entrada:
- 11º SOBRE LA ENTRADA A LA IZQUIERDA: Retrato de caballero ataviado con traje renacentista, que los expertos identifican con Rodrigo Messía-Carrillo, esposo de doña Mayor. Iconografía en la que estoy completamente de acuerdo.
- 12º SOBRE LA ENTRADA A LA DERECHA: Retrato de dama ataviada con traje renacentista, que los expertos identifican con doña Mayor de Fonseca. Iconografía con la que también estoy completamente de acuerdo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: arcos del patio; detalle de sus retratos en bajorrelieve.
PATIO INTERIOR (ver imágenes):Fachada de arcos, frente a galería:
- 13º SOBRE LA ARCADA PRIMERA, A LA IZQUIERDA: Retrato de dama con vestimentas renacentistas y los pechos al aire, que se ha identificado con Doña Mayor. A mi juicio, se trataría de María, la hermana suya (fallecida en 1523) o bien de Mencía Mendoza y Fonseca (hija de María).
- 14º SOBRE LA ARCADA PRIMERA, A LA DERECHA: Retrato de hombre renacentista, que se mesa las barbas. Se identifica con el marido de Da. Mayor. Creo que se trataría del esposo de María de Fonseca (Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza)
- 15º SOBRE LA ARCADA SEGUNDA, A LA IZQUIERDA: Retrato de hombre que los expertos consideran el del dueño de la casa, representado como Poseidón. Identificación que comparto plenamente.
- 16º SOBRE LA ARCADA SEGUNDA, A LA DERECHA: Retrato de mujer, con vestido renacimiento, que los expertos consideran es el de Doña Mayor, propietaria del palacio. Idea que comparto plenamente.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, escudos sobre la fachada de la Casa de la Salina; tan solo contiene los de Fonseca (sin figurar en el exterior los de la familia del marido: Messía-Carrillo). Ello indica claramente que los de esta saga originaria de Portugal, siguieron la costumbre de apellidarse al modo luso. Tomando como primer nombre de familia, el de la madre. En el palacio de Monterrey también veremos el escudo de Fonseca en su entrada principal; aunque el conde de Monterrey se llamaba: Alonso de Zúñiga y Acevedo Fonseca. Abajo, línea de la saga Fonseca que llega hasta el III conde de Monterrey, nieto de Alonso Fonseca II, sobrino de Alonso III y tataranieto de Juan de Ulloa y Beatriz de Fonseca (que inicia la saga asentada en Toro, tras la batalla de Aljubarrota -en 1385-).
V El Palacio de Monterrey (construido por el nieto de Alonso de Fonseca II):
V a) Orígenes familiares del III conde de Monterrey:
Para comenzar, vamos a narrar las circunstancias en que nació y vivió el III conde de Monterrey; nieto y sobrino de los famosos arzobispos. Nacido hijo póstumo del segundo vástago de Alonso II, y que se consideraba un Fonseca (ya que su madre contrajo nuevas nupcias, al enviudar muy joven). Debido a la notoriedad de su abuelo; vamos a referir quién fue este prelado, cuya familia alcanzó gran fama. Destacando su primogénito Alonso III de Fonseca, también obispo de Santiago y que llegó a Primado en Toledo. Por lo que antes de estudiar al III conde de Monterrey y su palacio, realizaremos un breve bosquejo sobre la vida del abuelo paterno; basándonos en el estudio de Mercedes Vázquez Bertoemeu (35) y en lo que la Real Academia de la Historia nos dice. Así pues, hemos de comenzar mencionando que Alonso II era hijo de Catalina (nacida de Beatriz y Juan de Ulloa) y sobrino de Fonseca “el viejo”. Llegando a convertirse en un famoso estadista, conocido por su mecenazgo en Salamanca; donde está enterrado (en Las Úrsulas; convento actualmente cerrado). Nació en Salamanca, en 1440 y estudió en su ciudad natal. Muy pronto, gracias a las presiones de su tío Alonso Fonseca I (Alonso “el viejo” arzobispo de Sevilla -hermano de su madre-), fue nombrado obispo de Santiago. Pero al llegar a ese destino, intervino en las pugnas entre nobles gallegos, optando por una de las facciones perdedoras; lo que le acarreó una condena. Pronto, su tío Alonso I, propuso sacarle de la cárcel ofreciendo dinero; un hecho que se convirtió en un escándalo. Por lo que intentando no manchar más la imagen de la Iglesia y de las familias enfrentadas, se llega a la solución de intercambiar las diócesis; proponiendo el de Sevilla trasladarse durante diez años a Santiago y allí usar sus artes, para arreglar los problemas entre los nobles gallegos. Así se hizo, marchó el viejo a Galicia, mientras iba Alonso II a la capital andaluza; pero tras su intercambio, el sobrino no deseaba volver a su sede compostelana (por estar enamorado de la ciudad andaluza); afirmando que en ella le necesitaban más que a su tío. Comunicando que no iba a intercambiar el obispado de Santiago; contando la leyenda, que lo hizo pronunciando el famoso dicho: -“quien se fue de Sevilla, perdió su silla”- (no como se conoce la frase). Aunque finalmente fue obligado a regresar a Santiago.
Sobre sus estudios, se supone que fueron realizados en Sevilla, junto al ya referido Alonso I (el viejo) que fue elegido arzobispo en 1454, nombrando a su sobrino “racionero del cabildo”. Logrando aquel tío suyo que muy pronto el rey Enrique IV propusiera a este Alonso II, como prelado de Compostela. Mitra que le entregan en 1450; por lo que llega muy joven a una Galicia convulsa y crea enormes problemas entre los nobles (enfrentados en sagas, desde tiempo atrás). Era una etapa de pugnas por la corona de Castilla, entre los beltranejos y los isabelinos; momento en que el arzobispo compostelano toma partido absoluto por los de Isabel, entrando en guerra contra los que apoyaban a Juana. Siendo entones cuando se produce una sublevación en Galicia, que llevó de nuevo a la cárcel a Alonso II; quien fue recluido en Noya durante dos años (hasta 1467, mientras los partidarios de Enrique IV y su hija, le despojaban de sus pertenencias). Durante esta etapa, se produce el llamado “movimiento de irmandiño” o gran rebelión anti-señorial galaica (desde 1467 a 1469), donde se atacaron palacios y castillos de toda la cornisa galaica (incluidas las del cabildo). En 1475, Alonso II se posicionó a favor de Isabel I, como reina proclamada; dando su apoyo para esta Corona, a la que desobedecían numerosas familias gallegas importantes (partidarios de Juana -la beltraneja-). Comenzando en 1476 una guerra entre bandos gallegos, donde Alonso II participó activamente apoyando a los isabelinos (en especial en tomas como la de Pontevedra). Llegando así a recuperar todas sus tierras y el poder del obispado en Santiago (que había decaído enormemente, desde la sublevación de “irmadiño”). Pero cuando logró la victoria plena, en 1480; vio que tristemente los Reyes Católicos deseaban desmantelar el feudalismo -al que culpaban de las guerras civiles, y no tanto a su sobrina Juana-. Todo lo que suponía que los bienes y poderes del prelado Fonseca, pasarían a ser controlados y decantados por un gobernador real (Fernando de Acuña); elegido como representante en Galicia, para este fin.
Asimismo, en 1481, los Reyes Católicos le nombran presidente del Consejo Real; lo que obligará a Alonso II abandonar Compostela; favoreciendo así la imagen de Isabel y Fernando (quienes conocían los enormes enemigos que el arzobispo tenía en su episcopado y provincias adyacentes). Con estas decisiones, los monarcas logran apaciguar Santiago y consiguen que cuanto antaño se dirimía en batalla (entre familias y poderosos); pase a litigarse en los juzgados. Asimismo, y para premiar los servicios de Alonso II -a la vez que retirarle de su sede episcopal-; los soberanos le nombran en 1484 Presidente de la Real Chancillería de Valladolid (donde se establecían los grados de nobleza y su prueba). Tras ello, el arzobispo comienza a residir en Salamanca y trabajar en Valladolid; momento en que un riquísimo Alonso Fonseca II, presta enormes cantidades de dinero a los monarcas, para las batallas de Reconquista en Andalucía (lo que culmina con la toma de Granada en 1492). Aunque entre 1486 y los años noventa, se presentan infinidad de pleitos contra el poderoso prelado, que ya solo decide tratar con la Corte y vivir en Salamanca.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes del monasterio de La Asunción, también llamado de Santa Úrsula de Salamanca (conocido como Las Úrsulas); obra en la que colaboró Juan de Álava. A mi juicio, tras morir Alonso II; su hijo (Alonso III) encargó a este arquitecto la reforma del convento para habilitar allí la tumba de su progenitor, a la vez que contrató a Diego de Siloé, con el fin de que labrase el mausoleo (36) . Arriba y abajo, torre de Las Úrsulas. Al lado, puerta barroca, con el escudo de los Fonseca. Esta institución, fundada y patrocinada enteramente por Alonso de Fonseca II, es donde mandó enterrarse el prelado. Pero la tumba y su capilla fue construida en tiempos de su hijo (Alonso III) y después de 1525 -tras fallecer el padre-. Actualmente se encuentra cerrada al público; pese a ser uno de los mejores conventos de la ciudad. Antaño, lo visitamos varias veces, pero no conservo fotos de el sepulcro de Alonso II de Fonseca, por lo que paso a recogerlo en imágenes liberadas en la red.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: El monasterio de La Asunción en Salamanca (conocido como Las Úrsulas; al que agradecemos nos permita divulgar las fotos). Al lado, detalle de su magnífica torre; abajo, la tumba de Alonso II de Fonseca (foto b/n tomada en la red).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: imágenes del sepulcro de Alonso de Fonseca II, esculpido por Diego de Siloé y encargado en 1529 por el hijo del prelado (Alonso III también obispo de Santiago). Podemos verla tal como se conserva en el monasterio de La Asunción de Salamanca (Las Úrsulas). Al lado, detalle de la cara del prelado. Abajo, el sepulcro; vista lateral, del inigualable conjunto escultórico.
Asimismo, hay que destacar que Alonso II de Fonseca se enamoró -hacia 1470- de su prima María de Ulloa, señora de Cambados (nacida de Lope Sánchez de Ulloa, señor de Ulloa); con la que tuvo dos hijos: Alonso y Diego. Llegando a ser el primero, también obispo de Santiago -al que se conoce como Alonso III-; mientras el segundo tuvo una triste y corta vida, cercenada en batalla. Por cuanto decimos, el padre (Alonso II de Fonseca) en esta época, tuvo como preocupación mayor, dejar “bien colocada” a su prole; principalmente a Diego -señor de Babilafuente-, al que casa con la primogénita del conde de Monterrey. Aunque, como hemos dicho, Diego de Fonseca tristemente muere poco después (en 1496), luchando en el Rosellón. Momento en que el arzobispo se dedica a proteger a su nieto, futuro III conde de Monterrey; que nace precisamente el año en que desaparece el padre (batallando contra los franceses). Una tutoría sobre el nieto, del que reclama la custodia; debido a que la madre contrajo nuevas nupcias, casándose por segunda vez (obligando el abuelo a que ella reconociera al primogénito huérfano, como único heredero del título) . Por todo lo sucedido, desde aquel momento, los esfuerzos de Alonso Fonseca II fueron mayores, para lograr una gran carrera a su otro hijo que quedaba en vida; conocido como Alonso III de Fonseca (del que hablaremos más tarde). Llegando a viajar a Roma, a comienzos del siglo XVI, para presentar su renuncia a la mitra de Compostela, con el fin de que el Papa la pasara a este descendiente suyo (tal como El Vaticano admite hacer, el año 1507). Muere un lustro más tarde (en 1512) para ser enterrado en el convento de Santa Úrsula o La Anunciación; conocido como las Úrsulas de Salamanca que había sido erigido bajo su mecenazgo. Obra que terminó su hijo (Alonso III) por designio del padre, y cuya tumba encargó a Diego de Siloé (en imágenes anteriores); asignando la reforma de la capilla del mausoleo a Juan de Álava.
Además de edificar a sus expensas el mencionado monasterio de Santa Úrsula; en la misma ciudad, patrocinó la restauración plena de San Benito, iglesia donde fue bautizado. Colaborando con numerosos hospitales y en especial, en la creación de Colegios Mayores, o la impresión de importantes publicaciones (muy costosa por entonces). Asimismo, restauró templos en Castilla y Galicia (destacando la Iglesia de Santa Ma. la Mayor de Pontevedra). Sobre este tema, nos dirá Mercedes Vázquez Bertomeu: “Es constante en la historiografía la referencia a los Fonseca -muy especialmente respecto a su hijo, pero también en relación a él y a la familia en general- como importantes patronos de las artes y las letras, en particular como impulsores del humanismo en Castilla. En líneas generales, la información disponible sobre esta faceta de su personalidad es muy escasa; pueden, no obstante, establecerse algunos hechos” (…) Destacando la autora -del siguiente modo-, su legado en el claustro de la catedral compostelana; obras que finalmente llevará a cabo su hijo Alonso III, contratando a Juan de Álava: “A su muerte, realiza una generosa donación de un millón de maravedíes para las obras del nuevo claustro y dota, además, una fiesta en honor de San Ildefonso. Sin embargo, sus mayores aportaciones se dirigen hacia otra obra: el monasterio de la Anunciación de Salamanca, por él fundado. Esta fundación, que encaminará definitivamente su hijo, es autorizada por el papa Alejandró VI” (37) .
Para terminar, añadiremos una nota sobre su descendencia; pues Alonso Fonseca Acevedo, -conocido como el obispo Alonso II de Fonseca-; tuvo prole con su amante y prima: María de Ulloa, señora de Cambados. Hija de Lope Sánchez de Ulloa, señor de Ulloa, de Jubencos, Monterroso y Repostería. Rama directa y mayor, de los Ulloa establecidos en Toro, cuyo hijo Juan Alonso, se casó con Beatriz de Fonseca, abuela de este Alonso II de Fonseca. María de Ulloa, a su vez estaba casada con Álvaro Paez de Sotomayor, sin descendientes; antes de amancebase con Alonso de Fonseca. Del obispo Alonso Fonseca Acevedo con su amante, María de Ulloa nacieron dos hijos:
-Alonso de Acevedo Fonseca y Ulloa (obispo conocido como Alonso III de Fonseca). Es el retratado en la fachada de La Casa de las Muertes y más tarde trataremos sobre este prelado.
- Diego de Acevedo Fonseca y Ulloa, señor de Babilafuente. Que se casó con su prima Francisca de Zúñiga y Ulloa, II condesa de Monterrey. Tuvieron un hijo, nacido póstumo en 1496: Alonso (Alfonso) de Acevedo y Zúñiga, III Conde de Monterrey "Señor de Biedma", "de Ulloa", "de la casa de la Ribera" que se casó con María Pimentel de Mendoza
Sobre Diego de Acevedo Fonseca y Ulloa (padre del III conde de Monterrey) nos dice la página SYMBOLA DIVISAS O EMPRESAS HISTÓRICAS: “Fue hijo del Arzobispo de Santiago de Compostela, don Alonso II de Fonseca, y de doña María de Ulloa, hermana del I conde de Monterrey, con la que estaba amancebado. A su vez esta dama estaba casada con Álvaro Paez de Sotomayor, con quien no tuvo descendencia. Don Diego era hermano de Alonso III de Fonseca y Ulloa, arzobispo de Santiago entre 1507 y 1523 y de Toledo entre 1523 y 1534. Se casó con su prima Francisca de Zúñiga y Ulloa. Con esta alianza matrimonial se acrecentó el patrimonio de la Casa de Monterrey, ya que don Diego aportó los mayorazgos de Acevedo y Fonseca (en la provincia de Salamanca) y los lugares de Moriningo, Sandomingo, Buenbarba, Garcigalindo y la villa de Babilafuente. Su hijo, don Alonso de Acevedo y Zúñiga (1496-1559), heredó el condado de Monterrey en 1526. Don Diego falleció en 1496 durante el asedio de la fortaleza de Salses-le-Château, durante la campaña del Rosellón contra los franceses” (38) .
Diego de Acevedo Fonseca y Ulloa, con María Pimentel de Menzoza, fueron padres del III conde de Monterrey:
Alonso de Acevedo y Zúñiga. Que fue el nieto por el que tanto pugnó Alonso II de Fonseca, cuando muere su hijo Diego de Acevedo , luchando en el Rosellón (con apenas veintidós años y recién casado). Logrando la custodia del niño y protegerle, para que heredase el mayorazgo y bienes de la casa de Monterrey (debido a que su madre contrajo pronto segundas nupcias). Por todo ello, el joven se sentía muy unido a los Fonseca; considerando a su tío Alonso III (obispo de Santiago y hermano de su progenitor), un segundo padre. Alonso de Acevedo fue un amigo y fiel servidor del emperador Carlos I, al que acompañó en su coronación (1530) -conocida era la unión entre los Fonseca y el nuevo rey-. A su regreso y tras morir su tío Alonso III de Fonseca, hereda el solar donde este arzobispo estaba construyendo su casa, en Salamanca. Lugar en el que edifica el famoso palacio de Monterrey; obra que a mi juicio se lleva a cabo en paralelo con la Casa de la Salina (diseñado igualmente por Rodrigo Gil de Hontañón y bajo la tutela de Juan de Ibarra, hijo de Juan de Álava). El proyecto,de enormes dimensiones, quedó inconcluso y el nieto de este conde de Monterrey, pretendió acabarlo casi un siglo después. Asimismo, Alonso de Acevedo y Zúñiga III conde de Monterrey, fundó el colegio de Jesuitas de Verín (Monterrey, lugar de procedencia de la familia); debido a que era gran amigo de Francisco de Borja. También colaboró con su tío Alonso de Acevedo Fonseca y Ulloa (obispo conocido como Alonso III), dotando al colegio Mayor de Santiago, que el prelado creó. Fue un hombre de gran cultura, mecenas de las artes y las letras, que residió entre Salamanca y Valladolid; siendo recordado por su gran biblioteca y por su generosidad.
Alonso de Acevedo y Zúñiga, III Conde de Monterrey nacido póstumo en 1496, casado con María Pimentel de Mendoza. Fueron padres de Gerónimo de Fonseca y Acevedo Zúñiga; IV conde de Monterrey. Y de Juana de Acevedo Fonseca, I condesa de Fuentes de Valdepero.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes del palacio de Monterrey en Salamanca. Arriba, fachada principal. Al lado y abajo, torreón por el que tiene su angosta entrada.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos más del palacio de Monterrey. Al lado, detalle de su torreón principal. Abajo, entrada con el escudo de los Fonseca.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes tomadas en el torreón del Palacio de Monterrey. Observemos el parecido de los “grutescos” que adornan sus paredes, con los de la Casa de la Salina.
V b) El Palacio de Monterrey:
Comenzaremos por repetir las palabras antes recogidas, cuando decíamos que Alonso de Acevedo, en 1534, “tras morir su tío Alonso III de Fonseca, hereda el solar donde este arzobispo estaba construyendo su casa, en Salamanca. Lugar en el que edifica el famoso palacio de Monterrey; obra que a mi juicio se lleva a cabo en paralelo con la Casa de la Salina (diseñado igualmente por Rodrigo Gil de Hontañón y bajo la tutela de Juan de Ibarra, hijo de Juan de Álava). El proyecto, de enormes dimensiones, quedó inconcluso y el nieto del conde de Monterrey, pretendió acabarlo casi un siglo después”. Sobre la misma idea, citamos de nuevo a Ana Castro Santamaría, cuyas frases recogíamos en un epígrafe previo; donde hablábamos sobre el palacio, del que esta profesora escribe: “El 8 de enero de 1539 se contratan las obras del nuevo edificio según trazas y condiciones de Rodrigo Gil de Hontañón y fray Martín de Santiago, aunque la ejecución corre a cargo de Pedro de Ybarra, quien forma una mancomunidad con los canteros Maese Pedro y Miguel de Aguirre (...) la zona Oeste de la única ala que se construyó del palacio de Monterrey sería la parte correspondiente a la condesa, es lógico encontrar el medallón de Lucrecia decorando la pared Oeste de una delas chimeneas del palacio" -ver cita (34) - .
Lo expuesto nos lleva a determinar importantes datos sobre este inmueble: Primeramente, que fue edificado sobre el terreno que Alonso III de Fonseca (tío y protector del conde de Monterrey) había elegido, para construir su residencia en Salamanca. Una casona que -al parecer- habría comenzado en 1519, siendo su arquitecto Juan de Álava (aunque mejor sería decir, los Álava Ybarra, pues en esta época padre e hijo trabajaban juntos). Por cuanto, se comprende perfectamente que en 1539 -dos años después de que muriese Juan de Álava-; Pedro de Ybarra fuera contratado por el conde, para llevar a cabo las obras; junto a Gil de Hontañón y fray Martín de Santiago (39) . Aunque, tan solo los Hontañón terminarían el edificio, seguramente debido a las desavenencias entre el hijo de Juan de Álava y estos canteros; pero -además- porque Fray Martín muere en 1546. Así pues, consideramos el palacio de Monterrey y el de la Salina, dos obras paralelas, realizadas por iguales constructores; aunque habíamos dicho que el dedicado a la sal -a mi juicio- estaría casi terminado cuando fallece Martín de Santiago (amigo y asesor de Da. Mayor de Fonseca, dueña de La Salina).
Uno de los datos que más nos importa es que el de Monterrey fuera elevado sobre la residencia de Alonso III (inacabada); quien la legó a su sobrino. Hogar del prelado y su familia, sin terminar; del que nos dice Castro Santamaría: “Esta casa, seguramente trazada por Juan de Alava, lo mismo que el colegio, comenzaría a construirse en el terreno que hoy ocupa el Palacio de Monterrey, pues no olvidemos que el Patriarca de Alejandria había instituido mayorazgo en 1504 en la persona de su nieto, don Alonso de Acevedo y Zúñiga, futuro conde de Monterrey. El único testimonio de que estas casas fueron construidas o iniciadas lo encontramos en el propio contrato de las obras del Palacio de Monterrey, suscrito por Pedro de Ybarra, Miguel de Aguirre y maese Pedro el 18 de enero de 1539: `Otros y, que a costa de su señoría se a de derribar el quarto que agora está hecho hasta la pared de la delantera y la pared de la delantera se a de derrybar el ancho del dicho quarto que nuevo se a de hazer´” (...) Finalmente, pues, el dinero donado por el Patriarca sería empleado para construir las casas del Conde de Monterrey: ya el 17 de agosto de 1533 Diego de Acevedo había sacado del deposito 2.043.055 maravedis `para el hedifiçio de la casa quel patriarca mi señor dexó mandada se fiziese para mí y para mis subçesores´” (40) .
Lo anteriormente expuesto nos deja claro que tanto la casa de La Salina, como el palacio de Monterrey se construyen después de que falleciera Alonso de Fonseca III (en 1534); momento en que Juan de Álava cae enfermo. Lo que explica que sea su hijo Pedro quien intervenga en estas obras -por incapacidad del maestro-. Además, conociendo que el padre, años antes, había comenzado a construir allí una residencia a su mecenas (Alonso III). Podemos intuir que -al menos- parte de la fachada estuviera avanzada; lo que explica que al heredar este edificio inconcluso su sobrino (el conde de Monterrey), aprovechase muchas de sus paredes ya levantadas. Lo que asimismo nos da a entender por qué en la entrada de este palacio de Monterrey, figure el escudo de los Fonseca; cuarto apellido del conde -muy unido a esta familia-. Pese a ello, no sería descaminado pensar que la entrada que conserva el palacio, fuera la original de la casa iniciada por Alonso III; un hecho que también nos ayuda a razonar la extraña puerta principal que tiene. Situada en un esquinazo, mal orientado, con un paso poco accesible y ajeno a la fachada principal. Pues lo lógico hubiera sido que aquel enorme edificio tuviese un portalón con salida a la gran Plaza de las Agustinas (orientada al Sur y frente a la gran convento de La Purísima). En vez de una angosta entrada lateral; accediéndose a este por la “estrecha” Calle del Prior. Idea que mostramos en imágenes a continuación y que nos hace entender que esta zona lateral del palacio, pertenecería a la casa inacabada de Alonso III de Fonseca. Donde quizás también estuvo colgada su escultura; trasladada después de su fallecimiento al hogar de Juan de Álava (quien posiblemente la “recuperó”, colocándola en el centro de la Casa de las Muertes).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba y al lado; explicación de lo que exponemos, considerando que la entrada al palacio de Monterrey es el antiguo acceso a la casa de Alonso III (inacabada y heredada por el conde). Vemos en la foto superior, el lugar donde tendría que haberse situado la puerta principal del palacio (en el centro de su fachada; nunca en un lateral, angosto y sombrío). A nuestro lado, un mapa de la zona donde está el palacio, en el cual se observa claramente, que el acceso principal, es por la plaza de las Agustinas (no desde la calle lateral del Prior). Asimismo, en este mapa hemos señalado la Plaza de las Úrsulas (a muy pocos metros de la entrada del palacio); lo que explica que allí se estuviera construyendo su residencia Alonso III de Fonseca (junto al convento donde está enterrado su padre). Abajo, otra imagen desde el torreón, donde se aprecia el parecido con la Casa de la Salina.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: fotos tomadas desde el torreón del palacio de Monterrey.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, Las Úrsulas, fotografiadas desde el torreón de Monterrey. Suponiendo que esta torre del palacio, perteneciese antes a la casa de Alonso III; el prelado, desde su parte alta podría ver el lugar donde estaba enterrado su padre (Alonso II). Abajo, la angosta y lateral entrada del palacio de Moterrey; que nos obliga a deducir es la de la antigua casa de Alonso III de Fonseca -inacabada a la muerte del prelado-. Edificio desde el que se comenzó el del conde de Monterrey; cuyo ambicioso proyecto tampoco pudieron terminar. Por falta de medios y porque los vecinos de propiedades colindantes no quisieron vender sus inmuebles; dejando a medias el de Monterey (que debía haber estado compuesto por cuatro y no dos torreones, en cuyo centro se situaría la entrada).
C) : EL PALACIO JUAN DE ÁLAVA, LA CASA DEL ARQUITECTO:
C-1º) Álvarez Villar y las investigaciones hasta Ana Castro Santamaría:
I Un edificio medieval:
Al iniciar el estudio sobre este palacio, donde actualmente sabemos que vivió el maestro (gracias a los estudios de Castro Santamaría). Hemos de comenzar por el primer trabajo monográfico que trató sobre él; publicado en 1967, donde se recogían ya noticias que comenzaron a vislumbrar luces, acerca del inmueble. Casona cuyo pasado había quedado oculto entre las brumas de la historia y la leyenda; en un extraño olvido, marcado con tintes un tanto siniestros; debido a que se conocía como la “De Las Muertes”, al igual que su calle. Se cree que el motivo de su nombre procede de unas vánitas labradas en las ventanas. Aunque más convendría pensar que hasta aquí llegaba algún camino de cementerio, que daba nombre a una “vía mortuoria”, lo que terminó apodando al edificio. Siendo común que en toda localidad existiera una rúa con el nombre de: “calle de la vida y de la muerte”, “calle de la amargura” o bien “calle de la muerte” (indicando el “camino aun camposanto”). Pues, aunque en los tiempos remotos se enterraba intramuros y bajo techo sagrado; tan solo los adinerados podían pagarse estas tumbas dentro de los templos o en sus claustros. Por todo ello, creemos que la calle fue lo que dio nombre a la casa. Siendo finalmente denominada de igual forma que su rúa cuando el arquitecto decidió decorar la parte inferior de los alfeizar y dinteles bajos, con cuatro calaveras. Recreando en la fachada de su hogar, una alegoría “del nacimiento y del óbito”; para lo que esculpiría niños (angelitos) junto a vánitas (cráneos; antaño llamados “muertes”). Todos ellos desnudos; como símbolo del tránsito desde lo más bello hasta lo más terrible. Indicando el camino del Alfa a la Omega; del modo que se sublimaba la realidad en tiempos del Renacimiento español.
Pero comencemos con el que primero estudió en profundidad este inmueble; que fue el ilustre historiador Julián Álvarez Villar. Quien logró hallar en los años setenta los pasos para descifrar ese jeroglífico en que quedó convertida la vida de Juan de Álava y la de su morada. Comenzando su libro al calificar este edificio como “la mejor muestra del plateresco”, con una fachada sin igual y con mayor belleza que muchos otros palacios de la época (24a) . Tras ello, relaciona su arquitectura con la de varias casas del “recodo de San Benito”, que antes hemos visto. Pasando a mencionar que muchos consideran, la fachada de la Casa de las Muertes, una “reducción” de otra construcción más amplia. Citando a Villar y Mayor (24b) , como el investigador que inició esta idea, cuando afirmó con rotundidad (a fines del siglo XIX) que el edificio era una transformación; habiéndose “reducido” -desde otro original y más grande-. Esta información que Álvarez Villar nos da, es un dato que -a mi juicio- procede del análisis y comprensión de la fachada; incluso de su estructura. Pues al estudiar detalladamente las esculturas y pilastras; todas guardan apariencia de tratarse de una arquitectura “añadida”. Es decir, donde se han sumado elementos y decoraciones, desde una obra inicial. Aunque Álvarez Villar, no sigue esta teoría y finalmente la contradice; pues según dicta, demostraría que se trata de una fachada original, el hecho de que en el catálogo del marqués de la Ensenada, aparezca con las mismas medidas de longitud -11 varas castellanas, lo que supone unos once metros (lo que mide)- (24c) .
En este punto vamos a hacer nuestro primer inciso, pues cuando se observa con detenimiento el exterior de la casa, no cabe la menor duda de que hay elementos añadidos. Aunque ello nunca suponga que fuera la “reducción” de un edificio mayor. Lo que sí creemos es que se trata de esculturas que se han puesto sobre una construcción medieval y anterior. Inmueble, cuyo tamaño ya muestra la antigüedad de sus orígenes, pues mide “once varas”; el número mágico que se daba a los hogares importantes en la Edad Media. Una época en la que aquel tamaño se relacionaba con las buenas casas y por ello se decía que cuando alguien adoptaba un hijo, “se metía en la camisa de once varas”. Debido a que cuando las monjas entregaban a los niños expósitos, que recogían los nuevos padres; los sacaban del hospicio a través de una “manga” de tela (donde el infante resbalaba, hasta llegar a las manos sus progenitores putativos). Ello, conformó una ceremonia de adopción llamada de “once varas”; donde esa manga por la que se sacaba al menor, simbolizaba el útero materno y la camisa que la conformaba, era la nueva casa paterna. Es decir, que la “camisa de once varas”, simbolizaba durante la Edad Media, una casa de adopción; donde los nuevos padres daban hogar a un niño recogido. Mientras su “manga” significaba la puerta de entrada, el lugar de paso desde “el claustro materno”. Siendo por lo tanto normal, que los edificios nobles medievales, tuvieran esa medida de 11 varas; todo lo que se cumple en el inmueble que tratamos. Tanto que de fondo mide 44 varas; es decir, (4 x 11 varas); que hoy se corresponde con unos treinta y seis metros.
Para finalizar esta primera hipótesis, donde damos nuestra opinión sobre el origen y medidas del solar de la Casa de las Muertes. Añadimos que podremos plantearnos por qué se usaba la base “once”, para distribuir y medir las casas en la Edad Media. Lo que puede tener un sentido matemático, debido a una resolución del numero “pi” como 22/7 = 3,1428... . Pudiendo los constructores calcular áreas circulares usando esta fórmula 11; simplemente multiplicando por 11 (que es 10+1), luego por 2 y dividiendo por 7; hallando así con enorme facilidad la medida de habitaciones en forma redonda (cúpulas, ábsides etc). Usando un “p” = 22/7 = 3,142857... (periódica). Para que lo entendamos, vamos a poner como ejemplo esta Casa de Juan de Álava; que tiene 11 varas de ancho en calle; y 44 varas de fondo (4 · 11) . Pero asimismo, mide prácticamente 11 varas de altura (siendo 9,6 los metros que hay del tejado hasta el suelo). Ello supone que su solar en planta, es de 484 varas cuadradas (9 · 36 mts. -unos 324 m2-) y su tamaño de área en fachada de 121 varas (11 · 11). Debido a lo que podemos considerar que tanto el terreno, como su exterior son originales y medievales; lo que no significa que se hallan añadido elementos arquitectónicos y decorativos, a lo largo de sus siglos de historia. Partiendo desde esta idea, e imaginando que queremos trazar una habitación redonda en su interior (una capilla, con altar -por ejemplo-). Para este fin tomamos la base 11 y hacemos un plano fijando X varas de largo. Así bastará multiplicar X por 11 y por 2 ; y luego dividir el resultante por 7. Obteniendo su área fácilmente (X · 3,142857....) como forma de “pi” con bastante aproximación -es decir (22/7)- .
AL LADO, portada del libro de Álvarez Villar, sobre la Casa de las Muertes.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, la plaza de las Úrsulas por la noche; donde se aprecia claramente que la división y medida en fachada que guardan sus casas, es medieval. Al lado, la fachada y su tamaño en varas. Creemos que tiene una altura de 60 ó 70 centímetros más de lo que midió en origen, debido a que en época de Juan de Álava se le habría añadido un alero con angelitos labrados. Abajo, la casa en la Edad Media, sin decoraciones añadidas en el Renacimiento. Podemos suponer que así la compró Juan de Álava.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: detalle y total del alero con angelitos, que creemos es un añadido en época de Juan de Álava; lo que le sumó a la casa unos sesenta centímetros más de altura (midiendo 9,60 metros). Aunque inicialmente debió tener también 11 varas (unos nueve metros) desde el tejado al suelo. Siendo así la fachada: 11 varas de ancho por 11 varas de alto y 11 varas por 4, de fondo (44 varas por 11 de solar).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, de nuevo, una figuración de la casa medieval original; sin motivos decorativos. Abajo, los añadidos en época de Juan de Álava, marcados con círculos y rectángulos en rojo.
BAJO ESTAS LÍNEAS: la fachada convertida en plateresca.
II La supuesta casa de Pedro de Ybarra:
Más tarde seguiremos analizando los elementos que consideramos añadidos, en la fachada; pero primeramente debemos seguir narrando cuanto Álvarez Villar descubrió sobre este inmueble (cuya autoría y propiedad atribuye tan solo a Pedro de Ybarra, prescindiendo de la figura paterna). Investigador que considera los vanos de la fachada, armónicos, estando conforme a una simetría estética. Aunque advierte que el balcón es posterior; habiendo de entenderse, que antes hubo allí una simple ventana rasgada (24d) . Asimismo, comenta el gran valor escultórico de los “putis” sosteniendo compases, como símbolo de arquitectura y la enorme calidad del retrato de Alonso Fonseca II (a su juicio, es este el obispo allí representado; aunque, como veremos, se trata de un error; pues ha de ser obligatoriamente su hijo, Alonso III). Más tarde, el investigador comenta que los escudos de la fachada son muy similares a los que existen en la Casa de Maldonado; añadiendo que en la de “Las Muertes”, aparecen dos personajes sosteniendo uno de los blasones y saludando complacientemente al patriarca Fonseca (sobre ellos). Exponiendo que la teoría del profesor Pita Andrade es que se trata de un homenaje post-mortem; donde los arquitectos (dos personas allí figuradas) rinden pleitesía de agradecimiento al referido obispo Fonseca -que ellos consideran erróneamente Alonso II- (24e) . Pasa a narrar como los cráneos que adornaban sus ventanas (que dieron nombre al inmueble), fueron de nuevo esculpidos y con maestría; gracias a los nuevos dueños que la rehabilitaron en 1963 (por entonces, Matías Blanco-Cobaleda Rodríguez Vega). Finalizando por decirnos que Pita Andrade creyó que sus escudos correspondían a la familia Cabral; lo que hizo que Álvarez Villar visitase varias poblaciones norteñas donde se daba este apellido, sin hallar indicios. Encaminándose desde entonces hacia un estudio diferente y con teoría propia (24f).
Su rastreo comenzó a partir de la información que contenía el Catastro del marqués de la Ensenada, donde figuraba como propietario de esta casa un clérigo llamado Manuel de Paz (también dueño de la colindante). Quien había heredado la famosa capellanía creada en 1660; averiguando Álvarez Villar que el legado para mantener un capellán, fue otorgado a la iglesia de Santa Ma. de los Caballeros (sita apenas a diez metros del edificio). Apareciendo como donante de las dos casas (la de Las Muertes y la contigua) una tal María de P. Ybarra; por cuanto consideró el investigador que la capellanía se crea por una nieta de este arquitecto, vinculando así el edificio, a Pedro de Ybarra (sin relacionarlo con su padre). Tras ello, estudia la figura del hijo de Juan de Álava, señalando que había realizado numerosas obras en Salamanca, y que trabajó -por entonces- en proyectos de la importancia del Colegio Fonseca (junto a Gil de Hontañón). Deduce Álvarez Villar que el la Casa de las Muertes, era la residencia de los Ybarra diseñada por él y sus descendientes -una idea errónea, como veremos más adelante-; justificando la teoría tras encontrar en Santa Ma. de los Caballeros actas de bautismo de la familia Ybarra, donde actúa como padrino Pedro (llegando así a la confirmación de la autoría y propiedad del edificio). Apareciendo asimismo el certificado bautismal del hijo de Pedro Ybarra, firmado en 1544. Por cuanto fecha el autor la casa, en los mismos años en que el arquitecto comienza el palacio de Monterrey -entorno a 1537-. Datando su construcción entre el fallecimiento de Alonso de Fonseca II (1512) y el nacimiento del primogénito del arquitecto (1544); cuando es bautizado en Santa Ma de los Caballeros. Concluyendo que considera dueño y autor del edificio a Pedro de Ybarra -de manera equivocada-; marcando un arco de treinta y cuatro años para la datación de la casa (1512 a 1544). Fechas imposibles desde el punto de vista arquitectónico, pues en estas tres décadas los estilos habían evolucionado desde el plateresco al renacentista. (24g) .
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, el escudo de los Anuncibay (familia de Juan de Álava) en el dintel del Palacio Juan de Álava. Sujeto entre dos angelitos, que muestran compases; orlado y conservando forma heptagonal -correspondiente a las armas de Patriarca-. Lo que supone que quizás Alonso de Fonseca, otorgó permiso para que sus arquitectos decorasen de este modo sus armas (como “familiares” del patriarca). Al lado, blasón de patriarca vaticano. Abajo, otra vez las armas de los Anuncibay en la fachada de la Casa de las Muertes, orlado y con modelo de prelado patriarcal.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, figura heráldica de los Anuncibay, conservada en el paso y entrada al zaguán, en el Palacio Juan de Álava. Se observa que en este caso está representado sin orla, ni decoraciones; siendo un escudo de tipo español (no italiano, ni de la Santa Sede). Abajo, los blasones en la fachada de la casa Maldonado. Junto al balcón, con las armas de Maldonado y Rivas (de estilo español). Sobre el ventanal, el escudo de Fonseca; con el diseño de patriarca (heptagonal).
BAJO ESTAS LÍNEAS: armas representadas sobre el palacio de los Garcigrande; edificio atribuido a Pedro de Ybarra. Observemos en este caso que lucen lambrequines imaginarios (creando un diseño de blasón en forma de pliegos, usado en el Renacimiento).
Continúa Álvarez Villar en el libro que comentamos (LA CASA DE LAS MUERTES), destacando que los escudos de su fachada son de tipo “italianizantes” (al igual que otro conservado en su interior) -ver (24h) -. Aunque no creemos que sea exacta la observación; pues tal como hemos visto en los que decoran la Casa de los Maldonado, este estilo de blasones con forma heptagonal, corresponden a los prelados de gran distinción. Lo que a mi entender, explica que aparezca con ese diseño en el caso de los Maldonado; que está coronada con las armas de Fonseca -labradas con orla de “patriarca”-. Pero no acertamos a comprender por qué en la Casa de Las Muertes, los emblemas familiares (que se saben, eran del arquitecto), se decoren como los de un arcipreste o un arzobispo. Todo lo que más tarde analizaremos en profundidad; para seguir recogiendo los descubrimientos de Álvarez Villar. Que halló un documento fechado en 1660, donde él cree que una nieta de Pedro Ybarra (de nombre Francisca de Ybarra); lega a Santa Ma. de los Caballeros la Casa de las Muertes y la colindante a esta. Con el fin de mantener una capellanía (a su clérigo) a través las rentas que de estos dos inmuebles se obtuvieran. Siendo así, como al morir el padre de la referida Francisca; ella y su hermana Antonia, respaldan la fundación del legado, para lo que dejan en herencia dos edificios, sitos en la Calle de las Muertes (mandando Francisca y Antonia, enterrarse con sus progenitores, en la parroquia de Santa Ma de los Caballeros) (24i) . Es en este momento, Álvarez Villar nos transmite que por entonces la vía se llamaba “de las Muertes” y no tanto de “Bordadores”, como en la actualidad se ha conservado. Lo que, personalmente, me ha llevado a pensar que fue la calle quien “bautizó” a la casa y no viceversa. Pudiendo ser una rúa de salida hacia algún camposanto, en las afueras de Salamanca. Ya que a estos caminos del cementerio, se les daban nombres relacionados con los óbitos. Resultando extraño que las cuatro referidas calaveras en la fachada del Palacio Juan de Álava, pudieran dar nombre a una calle. Máxime en el Renacimiento, donde en las esculturas y decoraciones de numerosísimos edificios, se colocaban estos cráneos.
Sigue el investigador narrando -en el libro que analizamos-; que en el año 1731, el obispado revisa los bienes legados a la Capellanía por estas dos hermanas (en 1660). Casas que en 1753, el “Catastro de La Ensenada”, señala en propiedad de un clérigo llamado Manuel de Paz, mencionando que mide 11 varas de largo (en su fachada) y 44 de fondo (en su solar). Describiendo con minuciosidad el inmueble y citando que la calle se llamaba “De las Muertes” (24j) , lo que -en mi opinión- debió dar nombre al palacete. Sea como fuere, este dato que nos aporta Álvarez Villar demuestra que nunca podemos considerar a la denominación “Casa de las Muertes”, procedente de asesinatos ocurridos en el siglo XVIII -menos en el XIX-. Pues el edificio y su calle se llamaban así en el XVII. Terminando el investigador la historia del inmueble, narrando sus sucesivos propietarios; entre los que destaca a Francisco Muñoz, que en 1805 lo compra a la Iglesia (que desde entonces se desprende de la casa, seguramente al no rentar por estar en mal estado). Pasando a narrar que en 1853 el arquitecto de la ciudad, Tomás Cafranga, realiza una detallada descripción de este; comenzando por decir que está en ruinas y que contiene un área de 9676 pies, así como relata minuciosamente los pisos y salas de cada planta -mencionando tres pozos con sus brocales y dos escaleras- (24k) . Debiendo destacarse lo que termina escribiendo Álvarez Villar al comentar que en 1962 la compró Matías Blanco Cobaleda y Rodríguez Vega; quien la recuperó de la ruina. Siendo sus ultimas palabras las siguientes: “fue el momento de la restauración de la casa; hasta llegando a recuperarse sus calaveras. En en interior se hicieron renovaciones, sin afectar a su fachada; mejorando el edificio y afianzando su estructura. Se inició una época de renovación y cuidado, tras la ruina en que se había dejado" (24 l) .
SOBRE Y JUNTO ESTAS LÍNEAS: Arriba, parte alta del Palacio Juan de Álava, con las calaveras que volvieron a tallarse en 1962, gracias a la rehabilitación de la familia Blanco-Cobaleda. Al lado, de nuevo la capilla de Santa Ma. de los Caballeros; donde los descendientes de Juan de Álava establecieron una Capellanía, donando el inmueble en 1660.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, de nuevo, la casa simulada tal como sería en época medieval. Abajo, la fachada (tal como está) y las desigualdades en sus vanos. Hemos recreado estas imágenes, debido a que Alvarez Villar afirma que sus ventanas son armónicas y equilibradas. Pero no es así y con rectángulos rojos he marcado los lugares que debían estar abiertos, para que la fachada fuera armónica y paralela. Faltando un vano numerado como 1; y dos ventanales que he marcado como 2 y 3.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos simulaciones sobre la fachada, con las ventanas rasgadas; tal como originalmente nos dice Álvarez Villar, que estaban abiertas.
III Correcciones a Álvarez Villar y primeras conclusiones sobre la estatuaria de la Casa:
Antes de comenzar este epígrafe, rogaremos disculpas, pues la investigación histórica, en gran parte es ciencia; además de humanismo. Por lo que, como todo acto científico, tiene problemas de “caducidad”; debido a nuevos hallazgos que modifican “la verdad”. Ya que “la verdad científica”, tan solo significa, la hipótesis más sencilla; la que se ajusta mejor a la realidad (documental y experimentada). Siendo así, veremos algunos errores que nos plantea el investigador:
En primer lugar, señalamos que atribuye la casa a Pedro de Ybarra, fechándola con un arco de treinta y cuatro años (1512/1544); lo que resulta absolutamente improbable. Sobre la datación del palacio, explicamos nuestra teoría; debiéndose destacar que en la fachada es indudable la mano de Juan de Álava (por lo que es anterior a la muerte del maestro, sucedida en 1537). Un hecho ratificado tras la aparición del testamento del arquitecto y de un litigio familiar (hallados por Castro Santamaría); donde se describe claramente que el este era su hogar -heredado en usufructo por su segunda esposa, en 1537-. Asimismo, al haber sido el domicilio de Juan de Álava y de Elena Sánchez (con quien se casa en 1523 -aprx-); la datación quizás debemos llevarla hacia esos años en que comienza a vivir junto ella (naciendo tres hijas de la unión). Siendo mi teoría que se trata de una casa medieval, comprada y reformada por el maestro; así, la fecha más probable de adquisición debemos suponerla hacia 1524. En los años que viene al Mundo María; su primogénita y heredera. Pues mi intuición, me hace deducir que seguramente, el arquitecto comenzó viviendo en la casa contigua; cuando se asienta en Salamanca hacia 1504. Refiriéndonos al edificio más pequeño, que linda con su muro derecho; que se menciona como también propiedad de los Álava Ybarra; tanto el testamento, como en el litigio y el legado de la Capellanía.
Siendo mi hipótesis, que al convertirse el maestro en un hombre adinerado y de gran prestigio, adquiere esta gran casona medieval; de la que comienza a “colgar” medallones, escudos y estatuas (transformándola en una fachada renacentista). Pudiendo pensarse que con la “primera” mujer (María Álvarez de Vargas) habitó en el edificio más pequeño y colindante; comprando luego el palacete, llamado De las Muertes. Quizás dejando entonces a su hermana Catalina, el inmueble pequeño; pues sabemos que tanto ella como su marido, vivieron junto al maestro (posiblemente en este, menor y contiguo). Debiendo solo plantearnos si adquiere la gran casa en vida de su primera mujer, María; o bien cuando ella muere y tras casarse con Elena Sánchez (quien mucho entendía de dineros). Siendo mi opinión que la compraría tras su “segundo” matrimonio, hacia 1523 (cuando era famoso y rico).
Seguiremos, comentando el libro de Álvarez Villar, destacando que el investigador nos dice que -a su juicio- los vanos de la fachada, eran armónicos, estando conforme a una simetría estética. Aunque advierte que el balcón central, es posterior; habiendo de entenderse, que antes hubo allí una simple ventana rasgada. Asimismo, describe el gran valor escultórico de los “putis” sosteniendo compases, como símbolo de la arquitectura y la enorme calidad del retrato de Alonso Fonseca II (identificación, a mi juicio, errónea). Por lo demás, afirma el autor, que las ventanas superiores también estuvieron rasgadas hasta abajo; careciendo de el extraño alfeizar en piedra que vemos. Algo que hemos intentado simular sobre foto (ver imágenes); mostrando una mejor composición de la fachada, si abrimos hasta abajo sus vanos. Pese a ello y en fotos trabajadas, vamos a analizar las partes del paño exterior de la casa, que no es propiamente simétrico (sino perfectamente desigual). Todo lo que mostramos a continuación.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: tres imágenes del dintel de entrada y sus angelotes, sosteniendo compases. Arriba, el paso decorado con el referido dintel. Al lado, detalle de uno de los Putis, que tiene un corte en su lado (seguramente tras una rotura o restauración). Abajo, el acceso con el balcón añadido en el siglo XIX, que ha abierto grietas en la estructura del dintel. Observemos que el escudo con forma de patriarca, tiene hasta las cuerdas y borlas normales las armas de prelado.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de una chimenea existente en el interior, en el paso al zaguán y junto a la entrada. Fue reconstruida por quienes restauraron el edificio en 1963 (los Blanco-Cobaleda), con piezas del palacio halladas en el jardín. Observemos que los motivos decorativos son exactamente iguales a los esculpidos en el dintel de entrada a la casa.
BAJO ESTAS LÍNEAS: detalle del mismo dintel, aparecido en el patio mientras se restauraba el edificio; después convertido en chimenea. Llama la atención que tanto la pieza exterior -sobre el portalón de entrada- y esta, sean más blancas de tono que el resto de la fachada. Debiendo deducirse que ambos sillares con bajorrelieves, originariamente fueron colocados dentro de la casa y finalmente se sacaron del edificio (uno al patio y el mayor a la fachada). Pues es sobradamente conocido, que tanto Álava como Ybarra, decoraban los exteriores con piedra de Villamayor, en tono naranja. Mientras dentro, usaban sillares blanquecinos. Decorando las salas, con esculturas y bloques de las canteras de Villamayor, muy claras de tono; seguramente para iluminar mejor los interiores y proporcionar mas luz. Mientras utilizarían en exterior las rojizas; que son más sufridas y no se manchan con la lluvia y otros agentes.
Importante es también recordar que Álvarez Villar cree -erróneamente-, que los escudos de la fachada contienen tipología “italiana”. Siendo muy similares a los que nos encontraremos en “el recodo de San Benito”. Pero ya hemos visto que este diseño de blasón, como el de la Casa Madonado y la De Las Muertes (heptagonales), eran exclusivos entre los pelados de gran alcurnia. Tratándose de armas dispuestas a modo “vaticano” y no “italiano” (como dicta el investigador). Ya que las armas a la italiana se diferencian del orden español, en su parte baja; teniendo el hispano una terminación en pico y siendo el de Italia redondeado por abajo. Pero en el Palacio Juan de Álava, nos encontramos con unos “extrañísimos” blasones; que se corresponden con el apellido Anuncibay, y tan solo se utilizaban entre los clérigos de gran prestigio. Todo lo que nos lleva a plantearnos si serán retallados o si los Álava Ybarra, se atrevieron a distribuir sus armas con “escudo de patriarca”; en recuerdo y memoria de su mecenas (Alonso de Fonseca, Patriarca de Alejandría). Un hecho que quizás se relaciona con lo que Pita Andrade consideraba el homenaje post-mortem a Alonso de Fonseca II. Afirmando que los dos personajes que sostienen un escudo -bajo la estatua del “SEVERISSIMO FONSECA”- eran dos canteros rindiendo honores al prelado ya muerto. Todo lo que podríamos completar, añadiendo que seguramente serían Juan de Álava y su hijo, dando gracias a su señor, por cuanto les había ayudado.
Continuando con las figuras heráldicas, hay que apostillar que -normalmente- se esculpían niños regordetes (putis o angelotes), sujetando las armas de familia; a los que de forma coloquial llamaban: “Blasones” -de allí el nombre y su vexilología-. Pero en la Casa de Las Muertes, quienes sustituyen a los “Blasones” son dos figuras de adultos; vestidos al estilo del Renacimiento. Que a mi juicio, son los dos arquitectos de la casa: Juan de Álava y Pedro de Ybarra. Lo que nos llevaría a identificar esos dos personajes, con los “angelotes” en bajorrelieve, que vemos más abajo y sobre el dintel de entrada al palacio. Putis que sostienen el escudo familiar (de Anuncibay) y portan en sus manos un compás -sujetándolo cada uno, en el lado opuesto-. Simbolizando estos niños alados, a la arquitectura, pero también a los dos arquitectos. Bastando alzar desde allí la mirada, para encontrar sobre ellos, dos “guerreros” de estilo romano a cada lado del gran balcón; cuyo motivo sería igualmente decorativo, pero -quizá- como alegoría de “los hombres de la casa” (Álava y su hijo). Finalmente, en el centro de la fachada se observa la estatua de Fonseca y de nuevo el escudo de los Anuncibay. Mientras nos quedan cuatro medallones, situados de modo equidistante, en el paño exterior. Dos hombres arriba y dos cabezas de mujer en la parte inferior. Figurando en la más alta y a nuestra izquierda, un personaje con barba y vestimentas de “maestro cantero”; llevando un compás colgando de sus ropas. Lo que, sin duda, le identifica con Juan de Álava. Mientras en el lado opuesto y a la derecha; hay otro hombre luciendo ropas parecidas y con enorme parecido físico; que a mi juicio, sería Pedro de Ybarra. Debiendo terminar por concluirse que las dos mujeres de la zona baja, serían las dos “esposas” del padre: Elena Sánchez, a la izquierda (con su marido sobre ella) y María Álvarez de Vargas, bajo su hijo (a nuestra derecha).
En siguientes epígrafes trataremos sobre los escudos y la familia Anuncibay (representada en ellos). Siendo interesante, para terminar esta parte dedicada a “los errores” de Álvarez Villar; destacar que el representado en la escultura central no es Alonso Fonseca II (tal como se ha venido manteniendo), sino su hijo, Alonso Fonseca III. Lo que se justifica por varios motivos; pero sobre todo, porque Alonso de Fonseca II apenas tuvo relación directa con Juan de Álava (tal como repetidamente hemos ido citando). Ya que el padre muere en 1512, cuando el arquitecto contaba con unos treinta años y apenas era conocido. Del modo contrario, poco después de que falleciese este prelado; Alonso de Fonseca III contrata asiduamente al maestro cantero. Primero, para realizar la tumba de su progenitor en el interior de Las Úrsulas. Encargándole más tarde el claustro de la catedral compostelana y los colegios Fonseca de Santiago y Salamanca. Siendo el mecenas de los Álava Ybarra, este Alonso III de Fonseca y no su padre (Alonso II); lo que explica por qué el representado en la fachada del Palacio Juan de Álava, es este patriarca. Un hecho evidente al observar sus retratos -ver imágenes, abajo-. Pudiéndose comprobar que la efigie tallada por Diego de Siloe, para la tumba de Alonso II; es la de un hombre de rostro redondo y regordete. Mientras su hijo (Alonso III) era un individuo delgado, con rasgos muy marcados, enjuto y de aspecto casi cadavérico (debido a una enfermedad estomacal, que sufría). Personaje que también fue retratado cuando ocupó la silla arzobispal en Toledo; cuadro que podemos ver en la sacristía de esta catedral. Comprobando así, que quien aparece en la referida fachada, es Alonso de Fonseca III.
Pese a lo expuesto, desde Álvarez Villar, se dijo que la escultura de la Casa de las Muertes, era del progenitor; habida cuenta que contiene la leyenda “EL SEVERISSIMO FONSECA, PATRIARCHA ALEJANDRINO”. Considerando Álvarez Villar y otros tantos investigadores, que el único patriarca, entre los arzobispos Fonseca, fue Alonso II. Pero hemos podido comprobar que este fue un título vaticano concedido a tres de los obispos Fonseca (41) . Por ello -a mi juicio- se enumeran estos arzobispos; como Alonso I, II y III; definiendo el número de patriarca. Habiendo sido primero distinguido con este título, Alonso de Fonseca Ulloa (el viejo), tío de Alonso II y tío abuelo de Alonso III. Por cuanto, es un absoluto error hablar de “el patriarca” para referirse solo a Alonso II; una confusión que hizo identificar la escultura que luce la Casa de las Muertes, con este prelado. Pues realmente es Alonso de Fonseca III el allí representado; también “Patriarcha Alejandrino” (título que ostentó desde 1508 hasta su muerte, acaecida en 1534) y gran mecenas de los Álava Ybarra. Bastando para corroborarlo, ver sus retratos y -además- comprender que Alonso II apenas tuvo contacto con estos arquitectos.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: arriba, detalle de los dos “blasones” ofreciendo su escudo a Alonso de Fonseca. El significado de la escena, lo deberíamos relacionar con una autorización que seguramente hizo el prelado; otorgando el derecho a usar las armas de patriarca al arquitecto (orladas con el escudo arzobispal). Abajo, los dos guerreros romanos, decorando la ventana central. No se trata de retratos (debido a su tipología) y los relacionamos con motivos decorativos que aludirían a los “hombres de la casa” (Juan de Álava y Pedro de Ybarra).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, de nuevo, la escultura que identificamos con Juan de Álava, vestido con gorro y capa de cantero; portando un compás en su pecho. Abajo, foto compuesta donde se observan los dos medallones -que a mi juicio- representan al padre y al hijo, unidas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: detalle de la fachada, con los medallones que consideramos retratos de las mujeres de Juan de Álava -en primer plano-. Al lado, Elena Sánchez. Abajo, María Álvarez de Vargas.
IV ALONSO III DE FONSECA "PATRIARCHA" DE ALEJANDRÍA:
Alonso de Acevedo Fonseca y Ulloa (obispo conocido como Alonso III de Fonseca), era hijo del arzobispo Alonso Fonseca Acevedo (Alonso II) y de su prima y amante María de Ulloa (hija de Lope Sánchez de Ulloa e Inés de Castro Lara y Guzmán, y hermana del primer conde de Monterrey). Se le considera nacido en Salamanca en 1476 (o en Santiago) y sabemos que muere en Alcalá de Henares, en 1534. Llegó a arzobispo de Compostela y de Toledo, a más de heredar el título familiar de Patriarca de Alejandría. Muy joven, cuando estudiaba en Salamanca, tuvo un hijo con Juana de Pimentel. Este se llamó Diego de Acevedo y Fonseca que se casó con su prima Elvira de Acevedo Fonseca (también bisnieta de Catalina de Fonseca, nieta de Luis de Acevedo, hermano de Alonso II).
Alonso III sucedió a su propio padre en el obispado de Santiago (en 1507); donde asumió las reivindicaciones de los nobles gallegos. La herencia de la mitra, la solicitó su progenitor a Julio II en un viaje a Roma, en 1506; y fue apoyada por Fernando el Católico, en pago a los servicios prestados por la familia. Por su parte, tuvo mano izquierda para dirigir a la aristocracia compostelana, que -en su mayoría- había sido “sometida duramente” por Isabel y Fernando; debido a que apoyaban casi todos a Juana la Beltraneja. Ello llevó a que Galicia no estuviera representada en Las Cortes Reales, por lo que el arzobispo Alonso III de Fonseca, intercedió ante Carlos I, para que aceptase ciertas peticiones de sus grandes familias. Así logró mantener lejos de las revueltas comuneras a Galicia, por lo que pronto este antiguo reino recobró sus derechos y muchas prerrogativas de comercio. Por ello, fue asimismo el mediador cuando se sublevan las Comunidades en Valencia (entre 1519 y 1523); rebelión que intentan pacificar, enviando al viudo de María de Fonseca (Rodrigo -Díaz de Vivar- Mendoza) a luchar contra esos sublevados -llamados de “Germanías”-. Mientras parlamentaba con ellos, este sobrino de su mujer, conocido como Alonso III. Esas y otras intervenciones en política, le valieron su candidatura para el arzobispado de Toledo (cargo que también deseaba su tío Juan Rodríguez de Fonseca); una mitra que le fue otorgada en 1523, con el claro apoyo del emperador -al que se vinculó con enorme fidelidad-. De este modo, fue más tarde capellán de Carlos I, al que casó en 1526 con Isabel de Portugal y acompañó en infinidad de viajes.
Filosóficamente era muy cercano Erasmo, habiendo llegado a compartir correspondencia con el de Rotterdam; intentando que sus ideas se expandieran por nuestras tierras -todo lo que sucede con la llegada de Carlos V; cuando muchos pensaron que España aceptaría el erasmismo-. Fue enorme su intención por divulgar libros de este filósofo de Flandes, promulgando el arzobispo sus ideas; invitándole a España mientras ocupaba su silla en Toledo. Lo que le valió a Alonso III una sospecha de hereje -debiendo muy pronto contradecir, lo que antes había defendido-. Como mecenas de las artes, fue famoso por su amor a la música, manteniendo siempre un coro en sus capillas. Como patrono de la arquitectura, en la capital de su primer episcopado creó el Colegio Fonseca de Santiago, que dio origen a la posterior Universidad Compostelana. Un gran edificio que actualmente alberga la Biblioteca Universitaria, comprendido en el Pazo de este prelado; y que Alonso III construye desde 1530, con el asesoramiento de los arquitectos Juan de Álava y Alonso de Covarrubias.
Asimismo, siguiendo el legado de su padre, desde 1521 amplió el claustro de la catedral de Compostela, tal como Alonso II ordenaba en su testamento (después de dotar una cantidad para esta obra, antes de morir en 1512). También, el año de 1521, comenzó la fundación en Salamanca de otro colegio -llamado de Santiago el Zebedeo y conocido como colegio mayor, de los irlandeses, o de Fonseca-. Mientras encargaba a Diego de Siloé la tumba de su padre, a Álava la capilla donde se ubicaría y a Juan de Borgoña el retablo que se halla junto a este sepulcro (en el convento de las Úrsulas, de Salamanca; que como sabemos, fue fundado por Alonso II -sito frente a la Casa de las Muertes (ver anteriores imágenes)-. Asimismo, realizó mejoras en otros edificios de su sede episcopal y lugares de su diócesis; entre las que destacó la reconstrucción de la iglesia de Santa María la Mayor, de Pontevedra. También creó la capilla de los Reyes Nuevos, en la Catedral de Toledo y rehabilitó el palacio episcopal de Alcalá de Henares. Siendo sus arquitectos y artistas elegidos, los mejores de su época, contando con maestros como: Alonso de Covarrubias, Juan de Borgoña, Rodrigo Gil de Hontañón, Fray Martín de Santiago, Diego de Siloé, Juan de Álava, Pedro de Ibarra, o Alonso de Berruguete.
SOBRE Y JUNTO ESTAS LÍNEAS: Sepulcro de Alonso II, en el convento de La Asunción, en Salamanca (conocido como Las Úrsulas; al que agradecemos nos permita divulgar las fotos). Imágenes de a tumba esculpida por Diego de Siloé y encargada en 1529 por el hijo del prelado (Alonso III también obispo de Santiago). Podemos verla tal como se conserva en el monasterio de La Asunción de Salamanca (conocido como Las Úrsulas). Al lado, detalle de la cara del prelado.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Retrato de Alonso III de Fonseca por Juan de Borgoña; panel que figura en la galería de arzobispos de la catedral de Toledo (a la que agradecemos nos permita divulgarlo). Hemos de considerar que sus rasgos son absolutamente reales y fidedignos. En ellos podemos ver una destacada delgadez, debido a una enfermedad estomacal que sufría. Lo hemos volteado (al lado) para observar que es la persona que aparece en la fachada del Palacio Juan de Álava.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Retrato de Alonso III de Fonseca en la Casa de las Muertes. Al lado, imagen a “tres cuartos”. Abajo, fotografía tomada de frente. Se observa que tiene los mismos rasgos que el arzobispo de Toledo pintado por Juan de Borgoña; tratándose de un hombre enjuto y con facciones muy marcadas (pues su padre, Alonso II, era regordete y con nariz aguileña).
Sobre las representaciones de Alonso II y Alonso III de Fonseca, vamos a hacer un inciso, documentando las anteriores fotografías. Pues se conocen al menos, dos retratos fidedignos de cada uno de los prelados. El del padre, en su tumba de las Úrsulas, cuya estatua encargó el hijo -del que hemos considerar guarda la verdadera imagen del allí sepultado-. Asimismo, Alonso III Fonseca (el hijo) fue pintado por Juan de Borgoña; artista que trabajó para este arzobispo en numerosas ocasiones -especialmente mientras ocupaba la mitra de Toledo-. El cuadro se halla en la Sala Capitular, donde figuran todos los prelados que han regido esta sede; apareciendo junto al de Cisneros (su antecesor). Sobre la obra nos dice la RAH: "Su retrato más antiguo y fidedigno lo pintó en 1526 Juan de Borgoña, cuando contaba cincuenta años, y se encuentra en la sala capitular de la catedral de Toledo. Fonseca III aparece en el retrato con una constitución física débil y enjuta. Destaca la cara huesuda y demacrada, con nariz y mentón acusados, rasgos afilados, arrugas en las comisuras y mejillas hundidas”. Comparando este cuadro, con la escultura que preside el Palacio Juan de Álava, en Salamanca; se llega a la conclusión que representan al mismo personaje -sin duda- . No a su padre, como siempre se ha afirmado; siendo imposible que el de la Casa de las Muertes, sea Alonso II (patriarca de Alejandría) -un hombre regordete y de rasgos dulces; con el que el arquitecto apenas tuvo contacto-. Menos aún el tío -Alonso I, también patriarca alejandrino-; aunque en uno de mis estudios manifesté, erróneamente, que podía tratarse de este Alonso, el viejo. Al no ver parecidos entre la escultura de la fachada del palacio y la efigie del enterrado en las Úrsulas-. Presentando en este artículo la teoría de que -quizás- la Casa de las Muertes, fuera un antiguo “solar de mayorazgo” de los Fonseca (levantada en Salamanca por la familia, en el tiempo en que se hacía el palacio de La Salina). Conservando la escultura del primer patriarca (Alonso I -el viejo-) en su centro y la de los dos siguientes prelados, a cada lado: Alonso II y Alonso III, representados como guerreros romanos. Una idea que hoy he de negar como cierta; debiendo reconocer mi error anterior; al identificar esta estatua sobre el balcón, con la Alonso I (el viejo). Debiendo reconocer que tal como dicta Castro Santamaría; los dos guerreros que decoran el ventanal, son simples bajorrelieves decorativos (sin retratar personajes, ni a propietarios del inmueble).
Otro tema diferente, son los posibles retratos -o figuraciones- de Alonso II y Alonso III (padre e hijo), que lucen edificios levantados a expensas de ellos. Pudiendo verse una de estas figuras, en la entrada del Colegio Mayor de Salamanca; presidido por un Santiago, bajo el que observamos un balcón adornado por dos medallones, con el escudo de la familia Fonseca (cinco luceros). A los lados del referido ventanal, claramente figuran los mecenas de esta institución (Alonso II y Alonso III); ambos vestidos de arzobispos, con un libro en la mano y mitrados. Unos retratos que “dejan mucho que desear” con el parecido que guarda el de la Casa de Juan de Álava; siendo esta una estatua fidedigna, bajo la que se reseña: “El Severissimo Fonseca Patriarcha Alexandrino”. Escultura cuya calidad es excepcional y que posiblemente sea de la misma mano que hizo el sepulcro del padre. Considerando, personalmente, que ese busto que cuelga en la Casa de las Muertes, puede ser también obra de Diego de Siloé. Pues destaca por su calidad y perfección, sobre todos los demás medallones y bajorrelieves que tiene la fachada (incluso de los existentes en las calles de la ciudad).
Pudiendo decirse, que aquel retrato de Alonso III de Fonseca; es una de las mejores obras escultóricas renacentistas conservadas en Salamanca. Al menos, la más fina y de mayor calidad, que luce en su exterior, cualquier casa o palacio de la época. Todo lo que me lleva a pensar que quizá fue obra de Diego de Siloé; encargada cuando Alonso III contrata al artista, para labrar la tumba de su progenitor (en 1529). Quizás, con la intención de colocarla en la casa que por entonces el prelado se estaba construyendo; elevándola en el lugar donde más tarde levantó su sobrino el palacio de Monterrey. Cuando al morir Alonso III, el hijo de su hermano -que heredó el condado de Monterrey- recibió como legado de su tío, esa casa en construcción. Edificio que él continuó; levantando en este lugar el conocido palacio -que tampoco logró terminar-. Pudiendo ser la escultura que hoy luce en la fachada de la Casa de Juan de Álava; un elemento que inicialmente se labró, para ser colocado en la residencia que Alonso III se construía. Lo que explicaría su enorme calidad y que fuese obra de Diego de Siloé (tallada cuando el artista labró la tumba de Alonso II, encargada por su hijo).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: detalles de estas figuraciones, que a mi juicio representan a Alonso II y Alonso III de Fonseca (sin mucho parecido). Las podemos ver en la entrada principal del Colegio fundado por ellos, en Salamanca.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos más del Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca, en Salamanca. A lado, acceso desde el exterior y fachada principal. Abajo, portada plateresca que da entrada a la capilla; entrada claramente labrada y diseñada por Juan de Álava -muy semejante a la fachada de la Casa de las Muertes-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: capilla del Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca, en Salamanca (al que agradecemos, nos permita divulgar nuestras imágenes). Al lado, altar mayor, con un retablo pintado por Alonso de Berruguete por encargo de su fundador. Abajo, la tumba de Alonso III de Fonseca, con una lápida en latín que traducida al español, dicta:
“Para gloria del Dios Todopoderoso, // para honrar a su Madre Virgen, // para el culto purísimo del Espíritu Santo, // para Loar a Santiago Zebedeo, // para beneficio perpetuo del Estado, // para magnificencia y esplendor de esta ciudad suya, // para promover talentos de nobles sin recursos, para fomentar el Clero, // para piadosa memoria de su propio espíritu, // y para residencia perpetua de su cuerpo.
El ilustrísimo señor don Alonso Fonseca y Acebedo, // dignísimo arzobispo, primero de Compostela y luego de Toledo, // ordenó la construcción de este Colegio, // tan venturoso como sagrado, y de esta capilla, // obras que en vida emprendió él mismo // y a su muerte dispuso que fueran concluidas.
Murió en Alcalá de Henares, // el cinco de febrero del año del señor de 1534 // a los 57 años de su edad. // Aquí se custodian sus huesos, // mientras su alma descansa para siempre en el cielo. // Se repuso esta inscripción en el año del Señor de 1793.”
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, techo de la nave central en la capilla del Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca, en Salamanca. Abajo, vista de su claustro desde una escalera diseñada por Diego de Siloé.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Claustro del Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca, en Salamanca (con su pozo central, como ocurre en el de la universidad de Alcalá de Henares). Abajo, vista del claustro y el cimborrio de su iglesia; destacan los múltiples medallones con retratos de personajes, que adornan sus arcos.
C-2º) El palacio Juan de Álava y las investigaciones más recientes: Ana Castro Santamaría:
I - Apellido y escudos de la casa:
Para comenzar este epígrafe, regresaremos a los estudios de Álvarez Villar y de Pita Andrade; manifestando el último, que las armas representadas en el inmueble, pertenecían a la familia Cabral. Ello llevó a que primero buscasen en los pueblos norteños -donde proliferaba el apellido-, una rama de los Cabral, que pudiera haberse establecido en Salamanca. Desistiendo finalmente Álvarez Villar, por no encontrar un nexo de unión entre estos y la ciudad; ni menos, con el barrio donde se sitúa el palacio. Por lo que, finalmente, al descubrir que el inmueble perteneció a los descendientes Juan de Álava (aunque él pensó que eran los de Pedro de Ybarra); el autor determinará que se trataba de los escudos de Ybarra. Familia, que en su línea de Valencia, tiene por armas: Un árbol al natural, con dos lobos empinados de sable; sobre campo de gules -ver imágenes-. Creyendo Álvarez Villar que los blasones colgados en el exterior e interior de la Casa de las Muertes, eran una recreación heráldica; añadiendo variantes a la tipología de sus verdaderas figuras (42) .
Más abajo (en fotos), veremos numerosos apellidos con figuras similares a las “colgadas” en el Palacio Juan de Álava; que realmente representan dos cabras empinadas al tronco de un espino, con ondas bajo sus patas. Diseño que finalmente se descubrió, correspondía con la saga procedente de Orozco y llamada Anuncibay; cuyas armas son “en campo de plata, un espino de sínople, sobre ondas de azur y plata; con dos cabras de sable, empinadas al espino comiendo de su fruto”. Nombre de familia, con traducción desde el vascuence como “río de cabras”; “procedente -según la leyenda- (...) de un caballero francés que fue vasallo de Diego López de Haro, el Bueno; señor de Bizkaia (...) El solar de Anuncibay está situado en la feligresía de San Pedro Murueta, en el Valle de Orozko. Los Anuncibay de Araba sostuvieron en la primera mitad del siglo XV, grandes contiendas con los Ugarte de Llodio” (43) . Todo lo que nuevamente se supo gracias a Castro Santamaría, quien logró demostrar que estos escudos del palacio Juan de Álava, eran los de Anuncibay; como halló en sus numerosos estudios sobre el arquitecto. Principalmente cuando descubre el testamento, donde el maestro dicta al comenzar de legar su estatus de hidalgo y su nobleza probada, al pertenecer a esa familia. Asimismo, la investigadora pudo encontrar noticia de que en 1509, el cantero viajó hasta su lugar de origen -Álava-; regresando a Salamanca, portando un acta de hidalguía que correspondía a esta saga de Orozco, apellidada Anuncibay (44) . Lo que se sumaba a lo ya publicado en 1996 por la misma profesora; logrando numerosos datos acerca de los ascendientes y descendientes de Juan de Álava. Documentación que podemos leer en su obra “UNA FAMILIA DE CANTEROS VASCOS...”. De la que recogemos las siguientes frases, donde ya se pueden perfilar numerosos datos acerca de su familia (45) :
“Reconstruir los aspectos biográficos y familiares de Juan de Alava ha sido relativamente fácil gracias a dos ejecutorias de hidalguía libradas a dos miembros de su familia: la primera -inédita-, a su padre, Pedro de Ibarra, cantero, que data de 1509; la segunda, la librada a su hijo, el doctor Juan Alava de Ybarra, de 1583, fue publicada por un descendiente de esta familia (…) “las ejecutorias de hidalguía solían librarse tras haber ganado el demandante un pleito (…) en el caso de Pedro de Ibarra, la demanda se produjo al cambiar de vecindad, del valle de Orozco al lugar de Larrinoa, donde los pecheros le pusieron demanda de su hidalguía” (...)“Por las declaraciones de los testigos, conocemos los nombres y algunas circunstancias de los ascendientes de Juan de Alava, de quienes se afirma la hidalguía, por su pertenencia a “la casa de Yvarra” (…) La ejecutoria librada a Juan Alava de Ybarra, médico del rey Felipe II e hijo de Juan de Alava, en 1583 (…) “La fecha de este documento es el 27 de enero de 1583 (…) “Poseemos algunos datos mas sobre el doctor Juan Alava de Ybarra. Debió de nacer en Salamanca y, desde luego, fue vecino de esta ciudad, pues en su estudio se formó. Antes de prestar sus servicios al rey Felipe II, fue médico del cardenal de Sevilla y miembro del Consejo de la Inquisición Garcia de Loaysa (…) 1595, año en que murió. Está enterrado en la capilla Barrionuevo de la parroquia de San Ginés (…) “Del nieto de Juan de Alava, hijo del doctor Juan Alava de Ybarra, llamado Juan de Ybarra, sabemos que fue bautizado en la iglesia de San Nicolás de Madrid y que era “criado de su magestad e oficial mayor en el escriptorio de su Estado" (…) “Según ha podido demostrar Alvarez Villar, se documentan descendientes de Juan de Alava con el apellido Ibarra ligados a la parroquia de Santa María de los Caballeros hasta el siglo XVII. En 1666 Francisca y Antonia, hijas de Pedro Perez de Ibarra y bisnietas de Juan de Alava ceden la Casa de las Muertes para fundar una capellanía” -sic (45) -.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: escudos de Anuncibay, existentes en el Palacio Juan de Álava. Arriba y al lado; los situados en la fachada; con forma heptagonal (tipología en armas de patriarca). Abajo, el que se halla en el zaguán, a la entrada de la casa y que nos parece posterior (quizás del siglo XVII). Los dos del exterior, serían coetáneos y contienen un diseño de escudo, probablemente autorizado por el prelado Alonso de Fonseca III (permitiendo una orla y lambrequines de tipo vaticano). El del interior (en imagen abajo) luce las armas, en un escudo español; sencillo, sin yelmo ni adornos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos ejemplos de las armas de Anuncibay: “en campo de plata, un espino de sínople, sobre ondas de azur y plata; con dos cabras de sable, empinadas al espino y comiendo de su fruto”
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Álvarez Villar creyó que los escudos del Palacio Juan de Álava, pertenecían a los Ibarra. Al existir una rama valenciana de este apellido, que luce en sus blasones dos lobos empinados a un árbol. Pensando que lo representado en la casa, era una recreación heráldica. Al lado, escudo de estos Ybarra, dibujado en un tratado de heráldica del siglo XVII. Abajo, descripción de las armas de los Ybarra valencianos, en el Diccionario Heráldico de Atienza.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: los Sotelo, como otros tantos apellidos del Norte, tienen un diseño muy semejante (con dos cabras empinadas); por lo que fue una difícil tarea identificar las armas que luce la Casa de las Muertes, hasta que Castro Santamaría demostró eran las de Anuncibay. Al lado, escudo de los Sotelo (dibujo de un diccionario heráldico de 1666). Abajo, escudo del capitán de Hernán Cortés, Antonio de Sotelo; en la iglesia de San Andrés en Zamora -a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, armas de los Cabral. Fue el profesor Pita Andrade el primero en considerar que estudiar los escudos de la fachada, podría resolver el origen y propietarios del Palacio Juan de Álava. Creyendo este investigador que se trataba de los blasones de Cabral. Abajo, escudo de Argüello, también muy similar.
II - Los escudos de Acevedo; hipótesis sobre los de la casa (¿sustituidos o retallados?):
Tras la evidencia descubierta por Castro Santamaría, determinando que las armas conservadas en el Palacio Juan de Álava, eran las de Anuncibay. Vamos a exponer una teoría sobre el origen de estas piezas, planteando si aquellos blasones serían bajorrelieves preparados para otra pared o fachada y finalmente recuperadas en la Casa de las Muertes. Sabemos que la hipótesis expresada; más que atrevida, es extraña. Pero, a su vez, resulta más raro que las figuras heráldicas de esos dos escudos pertenecientes a un apellido hidalgo; fueran orladas como las de un patriarca. Es decir, se nos hace difícil comprender como en el siglo XVI se podría autorizar utilizar el blasón de patriarca o arzobispo; a quien era un simple hidalgo (en este caso, a Juan de Álava). Lo que podría comprenderse, si su señor (Alonso de Fonseca III) hubiera autorizado tal uso; aunque más se entendería, si aquellos blasones fueran fruto de una reutilización. Un hecho muy común en la arquitectura; pues sabido es, que cuando vendían un inmueble blasonado, las armas que lucían su fachada y paredes interiores, solían “limarse” o bien retallarse. Otra solución era arrancar los escudos y transportarlos a un inmueble, donde habitaba el titular de esas armas.
Debido a ello, no sería extraño pensar que las dos representaciones de los Anuncibay, colgadas en el exterior de la Casa Juan de Álava; pudieron ser antes figuras heráldicas pertenecientes a otro edificio. Resultando probable considerar, que las piezas estuvieran preparadas inicialmente para la mencionada residencia que Alonso Fonseca III se preparaba en Salamanca. Un gran inmueble, situado donde luego su sobrino levantó el Palacio de Monterrey. Edificio que al no haberse terminado en vida del prelado, fue heredado en obras por su el III conde de Monterrey. Por lo que si pensamos que para ese palacete pudieron diseñarse estos dos escudos que hoy vemos en la Casa de las Muertes; debido a que no llegaron a labrarse del todo, ni a colgarse en el lugar para el que fueron hechos. No sería extraño pensar que al morir Alonso III; los Álava Ybarra los retallasen y reutilizasen, al no poder colocarse ya en el edificio para el que fueron pensados. Quizás porque al conde de Monterrey, no le agradase mucho vivir presidido por los escudos de su tío, luciendo repetidamente blasones de patriarca en la fachada o en sus salones. Esta hipótesis es similar a la presentada, cuando hablábamos sobre el busto de Alonso III; que también decora el balcón de la Casa de las Muertes. Escultura sobre la que hemos teorizado, podría proceder de la residencia que este prelado se estaba construyendo en Salamanca y que no pudo terminarse. Cuando su sobrino, el conde de Monterrey, hereda la obra e inicia allí su famoso palacio. Una reutilización que podría explicar el diseño de estos escudos de Anuncibay, con la forma patriarcal; aunque en todo ello, no encaja bien la decoración que se añade a ambas piezas. Pues en el primer caso, esas armas aparecen portadas por dos personajes, que las ofrecen a Alonso de Fonseca. Mientras las del dintel -sobre la puerta de entrada-; están sostenidas por angelotes, que sujetan compases. Dos escenas que indican, como esos escudos están plenamente relacionados con la arquitectura y con el homenaje al mecenas de los Álava Ybarra; señalando que fueron tallados para y por, estos dos arquitectos.
Pero todo ello, también indicaría que son elementos relacionados con un homenaje “post-mortem” a Alonso de Fonseca (tal como afirmaban Pita Andrade y Álvarez Villar). Lo que implicaría una relación de estas piezas que vemos colgadas en el palacio Juan de Álava; con aquella casa nunca terminada, que el prelado quiso levantar en Salamanca. Hechos que harían deducir una fecha aproximada, para los elementos de los que hablamos; que hoy luce la Casa de las Muertes. Habiendo sido colocados sobre la fachada -a mi juicio- en época muy cercana a la muerte del arzobispo (entorno a 1535). Todo ello, se complica y aumenta en misterio; cuando observamos el paralelismo existente entre las armas de la familia Acevedo (apellido de Alonso de Fonseca III) y las de Anuncibay. Lo que podemos estudiar a continuación, en imágenes; donde vemos que los Acevedo tenían un escudo casi igual a una de las ramas de Ybarra. Concretamente la de Valencia, que presentan un árbol y dos lobos empinados en su tronco; conteniendo figuras casi iguales al linaje de Acevedo (al que pertenecían Alonso III y Alonso II de Fonseca). Cuyo padre era Diego G. de Acevedo, casado con Catalina R. de Fonseca. Por cuanto el verdadero apellido de estos prelados era: Acevedo (González de Acevedo); aunque al ser una saga de origen portugués, anteponían el de la madre al paterno; llamándose Alonso III y Alonso III de Fonseca. Todo lo que vuelve a generar más misterio sobre los escudos que adornan el Palacio Juan de Álava; pudiendo pensarse que originariamente fuesen los de Acevedo y al no poder colocarse en la casa que el prelado nunca terminó; se retallasen sus lobos, cambiándolos por dos cabras. Una hipótesis casi absurda, pero con algún misterio oculto, que explicaría su orla y lambrequines vaticanos (de patriarca).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: tres imágenes de Mota del Marqués (Valladolid). Arriba, casa llamada de “La Inquisición” (en la Calle Platerías) cuyos escudos fueron limados al venderse en el siglo XIX; colocando los nuevos propietarios sus nombres, entorno a ellos. Al ado, escudo condal sobre el palacio de los marqueses de La Mota, que fue arrancado al vender el inmueble. Abajo, escudo de los Ulloa (marqueses de La Mota) en el patio del palacio. Vemos en este caso, armas blasonadas con lambrequines de pliego y orla -recreación heráldica, normal en los apellidos de gran nobleza durante el renacimiento-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, armas de los Acevedo de Salamanca. Muy similar al de los Ybarra de Valencia (con un árbol y dos lobos empinados o pasantes); también parecido al de Anuncibay. Recordemos que el apellido de Alonso de Fonseca III y de su padre, era Acevedo; aunque al ser de origen portugués anteponían el de la madre, al paterno. Abajo, otras armas de Acevedo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, escudo del obispo Acevedo; en Lobera (palacio arzobispal). Abajo, escudo del obispo González de Acevedo en Coria (parece ser que perteneció al padre de Alonso III). Observemos el enorme parecido con aquellos que luce la fachada del palacio Juan de Álava -quizás pretendiendo confundir el linaje de Anuncibay, con el de Acevedo-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, escudo de los Ordás Acevedo, en León. Abajo, armas de la familia: Castilla, Fonseca y Acevedo, en el convento de Santa Clara de Olmedo. Se trata de unos primos de Alonso II de Fonseca; vemos que sus armas de Acevedo son: dos lobos empinados sobre el tronco de árbol.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, los tipos de heráldica vaticana. De izquierda a derecha y de arriba abajo: obispo, arzobispo patriarca, cardenal patriarca y papa. Observemos que tan solo los arzobispos, los cardenales patriarcas y el papa, pueden lucir escudo heptagonal. Abajo, armas de los Fonseca, en el Colegio Mayor Santiago Zebedeo, de Salamanca (observemos su diseño de patriarca).
BAJO ESTAS LÍNEAS: escudo de Anuncibay, antecesores de Juan de Álava; sobre el dintel de entrada a la casa. Su forma y orla, son las de patriarca (arzobispo).
III – La casa y su composición, en palabras de Castro Santamaría:
A continuación vamos a resumir lo que nos dice esta autora sobre la composición del Palacio Juan de Álava -en su tesis (2) - pasando posteriormente a comentar estas palabras:
“La Casa de las Muertes tiene un particular interés porque se trata de la casa que Juan de Alava construyó para sí mismo, donde por tanto plasmaría sus gustos mas personales. Está situada en la calle de Bordadores y actualmente goza de una perspectiva que no tuvo en su origen, pues enfrente hubo una isla de casas. Recibe aquel nombre al menos desde 1605. La calle llegó a identificarse tanto con la casa que se llamó calle de las Muertes. Pertenecía a la parroquia de Santa María de los Caballeros, nombre muy expresivo de la condición social de los que habitaban la zona. Debió construirse entre 1510 y 1528. Estas fechas vienen determinadas por el avecinamiento de Juan de Alava en Salamanca (...) “Nada podemos comentar de la planta, puesto que el edificio está totalmente rehecho por dentro. Sin embargo, documentos posteriores a su edificación nos permitirán acercarnos a la distribución original de la casa. En la declaración de bienes de Manuel de Paz, presbítero heredero de la casa en la época en que se realizó el Catastro de Ensenada (1753), manifiesta que se compone de habitación baja y dos altas y solana, que mide 11 varas de frente y 44 de fondo” (...) "Lo único que persiste de original es la fachada, en donde observamos cambios importantes respecto a la casa medieval. El primero, la multiplicación del número de vanos, que proyectan la casa hacia el exterior, aunque esto ya se había manifestado en las casas de finales del siglo XV o principios del XVI, como en la Casa de las Conchas o la de Alvarez Abarca, por citar dos ejemplos de Salamanca. El cambio mas importante es el trazado simétrico, la armonía que preside su diseño, que le da un aire renacentista que no había aparecido en otras casas coetáneas o anteriores” (46a) .
“La fachada es casi cuódrada: mide de ancho unos 9 m y de alto unos 70 cm mas. La simetría es patente en la distribucion de los vanos y en los medallones, simetría a la que escapa el hueco de la izquierda, rasgo todavía medievalizante, que Alvarez Villar supone fruto de una reforma de última hora. La fachada esta presidida por un diseño geométrico, que es la causa del efecto armónico que sugiere. Se organiza a base de diagonales que forman ángulos de 75° y que en sus intersecciones van determinando puntos clave de la decoración. Una diagonal une el medallón de la ventana de la izquierda con el medallón izquierdo del balcón central y otra hace lo mismo con los medallones de la parte derecha de la fachada, resultando que su intersección se ubica en el punto donde aparece el escudo del dintel de la puerta (ángulo A). Otras diagonales unen los medallones de la franja horizontal sobre la puerta de entrada con los medallones que flanquean el balcón central, obteniendo un ángulo también de 75°(ángulo B), cuyo vértice corresponde al relieve del patriarca Fonseca” -idem (46a) -.
Ante lo expuesto, vamos a añadir nuestras ideas personales: En primer lugar, nos dice la autora que se trata de la casa que Juan de Álava hizo para sí mismo; aunque en mi opinión el arquitecto compraría un inmueble antiguo (claramente de trazas medievales). Asimismo -a mi entender- el artista fue decorándola; colocando elementos en su fachada e interior. Atreviéndome a lanzar esta hipótesis, al observar las asimetrías iniciales que contiene el exterior; cuyos vanos son totalmente desiguales (como ya hemos visto en imágenes anteriores y se observará en las siguientes). Asimismo, hemos dicho que quizá el nombre de “Las Muertes” procediera del que tuvo la calle, y no viceversa; algo que igualmente me atrevo a expresar, porque en Salamanca las vías o plazas, no están marcadas por la denominación de edificios privados, sino por el de iglesias o grandes construcciones oficiales. Quizá debido a la proliferación de palacios y casonas; presididas todas ellas por antiguas parroquias. De tal modo podemos observar como en esta ciudad, plena de templos y monumentos; la Casa de las Conchas”, está en la calle Compañía y Rua Mayor. El palacio de los Abarca, en la calle Serranos. La Casa de la Concordia, en a Calle San Pablo. La Casa de la Tierra, en plaza Sexmeros. La Casa Paradinas, en la calle Arcediano. La Casa de María la Brava y la de los Garcigrande, en la Plaza de los Bandos. La Casa de los Solís y la de Maldonado, en la plaza de San Benito. El palacio de la Salina, en calle San Pablo... . Y así, una tras otra; sin que haya casi ningún inmueble privado, que dé nombre a una calle salmantina. A excepción de Monterrey, a cuya plaza contigua se denomina de igual manera; pero por ser el antiguo jardín del gran palacio.
Considera la autora que el edificio fue construido por Juan de Álava, entre los años 1509 (cuando se asienta en Salamanca) y 1510 y 1528. Aunque a mi juicio, debió trasladarse a vivir en ella, cuando se desposa con Elena Sánchez, en 1523; momento en que ya era un famoso artista y contrajo “segundas” nupcias con una joven. Tendría pues el maestro, unos cuarenta años cuando decide casarse con esta inteligente mujer, que le dio tres niñas; aunque antes había tenido dos hijos con María Álvarez de Vargas -con la que no se desposa-. Habiendo de suponer que María muere hacia 1522; quedando huérfanos Juan de Álava Ybarra y su hermano, Pero de Ybarra (que por entonces estarían superando la adolescencia). Contrayendo nuevo matrimonio su padre; poco después y con una “joven” que tendría una edad cercana a la de sus hijos (cinco o seis años mayor que Juan; al que se supone nacido en 1504). Tras esta boda, me aventuro a afirmar que se tallaron los cuatro medallones principales que decoran la casa; con las figuras de: Juan de Álava (arriba a la izquierda); Pedro de Ybarra (arriba a la derecha); María Álvarez de Vargas (abajo, a la derecha) y Elena Sánchez (abajo, a la izquierda). La aparición de sus dos mujeres y del hijo (con rasgos adultos y barbado), demostraría que los bajorrelieves son posteriores a 1525 -cuando Pedro Ybarra tenía más de veinte años-. Lo que justificaría mi teoría, suponiendo que Juan de Álava compró esa casa después de reiniciar una nueva vida. Asimismo, de esta época posterior al enlace con Elena Sánchez, serían los dos tondos que vemos a los lados del ventanal central; cuya talla, piedra y color, es igual a la de los cuatro medallones antes referidos. Quedando la fachada con cierta simetría al colocarse estos seis bajorrelieves redondos; tal como podemos ver a continuación, en imágenes. Decoraciones que se fecharían entre 1525 (cuando Pedro ya podría lucir barba) y 1533; último año en que el maestro tuvo salud para posar como modelo, para un escultor.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: arriba, imagen trabajada en ordenador, simulando el modo en que pudo ser decorada inicialmente la casa; con los seis medallones (dos arriba, dos abajo y otro en medio). Hemos quitado el dintel sobre la puerta, que pudo ser un añadido posterior. Asimismo, se han rasgado las ventanas superiores (tal como todos afirman, estaban abiertas). Por el aspecto de Pedro Ybarra y el de su padre; junto a la segura aparición de las dos esposas del arquitecto; podemos fechar estos medallones entre 1525 y 1533 (año en que el maestro cae enfermo). Al lado, de nuevo la fachada sin adornos, tal como pudo ser antes de que la habitase Juan de Álava. Abajo, Simetría de la casa, decorada tan solo con los seis medallones principales.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, medidas de la fachada; que en origen debió ser: 11 varas de largo, por 11 de alto (9 x 9 metros aproximadamente). Creemos que tras comprarla, Álava, añadió en el alero una cenefa de angelotes; que le daría los 60 centímetros más de altura. Pues actualmente mide 9,60 m. desde el tejado al suelo. Uno de los motivos por el que considero el Palacio Juan de Álava un inmueble medieval, es esta medida de (11 x 11); pues -como ya hemos dicho- se daban esas proporciones a las casas en la Edad Media. Conservándose el dicho de “meterse en camisa de once varas”, al significar este número la medida de una casa noble, donde se adoptaba a un niño. Por lo demás, es importante destacar, que la proporción de (11·11) es (1x1) lo que significa que la diagonal se corresponde con raíz cuadrada de 2 (1,41421...) uno de los grandes misterios de la matemática antigua, comparable al número “fi”.
ABAJO: estudio de Castro Santamaría sobre simetrías de la Casa Juan de Álava; cuyas palabras antes hemos resumido; que se completan con la siguientes frases (acompañando sus imágenes):
“La importancia de los elementos que ocupan los vértices: el relieve del patriarca de Alejandria y el escudo en laurea del apellido de la familia propietaria. La mirada se ve obligada a dirigirse hacia estos dos focos de tensión visual, ya que las diagonales convergen hacia ellos. Si desplazamos verticalmente los ángulos A y B hacia abajo y hacia arriba, (ángulos A' y B' respectivamente), resultan otra serie de puntos significativos. Las diagonales que forman el ángulo B', con el vértice sobre la cornisa, al cruzarse con el perímetro de la fachada, determinan la altura de la franja horizontal que separa la planta baja del primer piso. Si desplazamos el vértice del ángulo A hacia abajo (ángulo A') con la misma medida, vemos que el vértice se corresponde con el borde inferior de la puerta y la intersección de los lados del ángulo con el perímetro de la fachada determina la altura a que se colocaran las ventanas, además de indicarnos la colocación de los medallones en la franja horizontal. También podemos dividir la fachada en seis rectángulos iguales. Una línea recta vertical divide la fachada en dos mitades y dos horizontales paralelas entre sí determinan la división en tercios. La horizontal que marca el limite inferior de las ventanas del segundo piso resulta de unir con una línea los puntos de intersección de los lados de los ángulos A y B' con el vértice del ángulo B. La horizontal que divide por la mitad la franja que recorre la fachada de extremo a extremo es la línea que pasa por las intersecciones de los ángulos A' y B y por el vértice del ángulo A” (46b) .
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, estado actual de la casa. Abajo, simetría perfecta, simulada sobre la fachada. Vemos, que para una composición igual, el paño exterior debería tener tres vanos más. Solo en este caso, su compensación sería perfecta. Pero al no tener esta igualdad equilibrada en las ventanas; creemos que la casa es anterior y que Juan de Álava la compra con esa disposición exterior. A la cual, el maestro, añade esculturas; sin poder cambiar sus ventanas (por motivos de cargas y pesos)
III – La casa y su decoración; los estudios de Álvarez Villar y Pita Andrade:
Resumiremos lo que Pita Andrade, Álvarez Villar y otros investigadores anteriores, consideraron en referencia a la disposición de esculturas y vanos en la fachada. Pues -como ya dijimos- en 1887 Villar y Macías, creía que esta casa era la “reducción” de un palacete mayor; habida cuenta la extraña disposición de sus bajorrelieves exteriores (47) . Por su parte, Álvarez Villar, afirma que los huecos de la fachada señalarían una simetría; pese a lo que destaca que el balcón central es un “postizo” (sustituyendo un ventanal). Asimismo, menciona la diferencia de alturas entre las jambas y el referido balcón, lo que explicaría sea un añadido; creyendo que las ventanas superiores, tenían el mismo tamaño que esta central. Es decir, que la terraza -en mitad de fachada- no existió en origen y que los vanos superiores, eran iguales en altura y ancho que el balcón (48a) . Acerca de los “amorcillos” sujetando compases y la escultura del SEVERISSIMO FONSECA; Álvarez Villar comenta su gran calidad escultórica. Comparando los escudos de la fachada y su disposición, con los de la Casa de Maldonado (sobre lo que ya hemos hablado en epígrafes anteriores) (48b) . Mencionando un hecho que ya hemos destacado, creyendo Pita Andrade que la escena representada bajo el prelado -con dos personajes que muestran el escudo a Alonso de Fonseca- se trata de un homenaje post-mortem al clérigo debido a que el arzobispo les habría otorgado hidalguía (48b) .
Siendo de destacar, que tanto Pita Andrade como Álvarez Villar, mantienen que el busto corresponde con Alonso II; lo que a mi juicio es un error, pues el retrato claramente representa a su hijo (Alonso III). Por su parte, Castro Santamaría, demostró que Juan de Álava era hidalgo en su entronque con los Anuncibay; habiendo viajado en 1509 hasta Álava, regresando a Salamanca con su ejecutoria de nobleza. Aunque la idea de Pita Andrade puede ser perfectamente admitida; pues lo representado en el exterior, sin duda parece se trata de un homenaje a Alonso de Fonseca III. No solo por haber sido el mecenas y señor de los Álava Ybarra; quizás también, al autorizar al arquitecto, el uso de un escudo pontificio (de patriarca; para blasonar su apellido -Anuncibay-). Lo que fecharía la colocación de esa magnífica escultura en la Casa de las Muertes, después de 1534 (año en que fallece este arzobispo Fonseca). Asimismo, la idea de un homenaje post-mortem; ratificaría mi hipótesis, suponiendo que el busto del prelado fue traído desde la casa inacabada de Alonso III -al no poder colocarlo, tras morir su dueño y heredar el edificio su sobrino (conde de Monterrey)-. Es decir, que la escena con dos oferentes portando las armas de Anuncibay, dentro de un escudo de arzobispo; pudo ser creada entre 1534 y 1537. Pues en 1534 se produce el óbito del prelado y en 1537, murió Juan de Álava. Lo que nos aporta una idea, que defiendo; considerando -personalmente- que en la fachada pudo haber al menos, dos intervenciones distintas: Una entre 1525 y 1534, colocando los seis medallones, que contienen las efigies familiares de los Álava Ybarra. Otra, realizada entre 1534 y 1537; en la que añadirían la escultura de Alonso III y los dos personajes que ofrendan el escudo de Anuncibay.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Para comprender lo que expongo. Arriba, la casa en foto modificada; simulando cómo pudo quedar al decorarla con los seis medallones (intervención que fecho entre 1525 y 1533). Al lado; conjunto con Alonso III y los oferentes del escudo Anuncibay; que creo fue colocado en la fachada posteriormente (después de morir el arzobispo; quizás entre 1534 y 1537). La intervención que manifestamos y el hecho de que estas piezas sean ajenas al lienzo exterior original; se demuestra por la diferencia de color en la piedra y por desigualdaes en las zonas de encaje (principalmente en su unión con las jambas, bajo los que sujetan el escudo). Abajo, la casa y sus diferentes fases decorativas: A mi juicio, seis medallones colocados entre 1525 y 1533 (en azul); la escultura y los que homenajean a Alonso III añadidos entre 1534 y 1537 (en rojo).
IV – La casa y su decoración; los estudios de Castro Santamaría:
A continuación vamos a resumir lo que escribe esta autora sobre la decoración del Palacio Juan de Álava -en su tesis (2) - pasando posteriormente a comentar esas palabras:
“Asimismo, si consideramos los medallones que decoran la fachada de la Casa de las Muertes como retratos de los propietarios, comprobamos de nuevo el lujo en el vestir propio de su condición de hidalgos. Llama la atención particularmente los vestidos y joyas de las mujeres. Una de ellas lleva un vestido con orla bordada de pedrería y el cabello recogido por una cofia de red en la que parecen engastarse piedras preciosas; la otra lleva una toca con borlas enmarcando su rostro. Las joyas adornan sus escotes: en un caso, una gruesa cadena doble y en el otro un rico collar, con colgantes alrededor y una cruz en el centro, ambos de metales preciosos seguramente. Los hombres, en los medallones superiores, se cubren con dos sombreros iguales; ambos llevan capa, una lisa y con capirote y otra fruncida” (...) “En otras ocasiones se ha supuesto que los medallones representan a figuras de algún modo relacionadas con la obra en la que van insertos. Así, en la Casa de las Muertes representarían a los dueños de la casa; otro del Colegio Fonseca de Salamanca efigiaria a Fernan Pérez de Oliva, rector del mismo; los de una de las portadas de la sacristía de la Catedral de Plasencia representarían a dos de los obispos de la sede (Alvarez de Toledo y Vargas Carvajal), o incluso al propio arzobispo Fonseca en el colegio homónimo de Santiago y en la portada del claustro en la Catedral” (...) “En la Casa de las Muertes aparece una faja con medallones similar, que discurre al nivel del dintel de la puerta, flanqueada por dos molduras y ocupada únicamente por dos medallones, que efigian personajes femeninos, de una gran calidad en la labra” (49a) .
Cuando la profesora Castro Santamaría escribe “si consideramos los medallones que decoran la fachada de la Casa de las Muertes como retratos de los propietarios, comprobamos de nuevo el lujo en el vestir propio de su condición de hidalgos”. Comprendemos la finalidad y el significado de los motivos exteriores en el Palacio Juan de Álava; donde se rememora la figura del arquitecto y la de su familia. Pese a que la investigadora no se puede aventurar a identificar cada uno de los personajes; parece evidente que son las efigies de los Álava Ybarra. Pudiendo nosotros formular la hipótesis sobre cada uno de los representados en los medallones; habida cuenta que soy un divulgador y no un científico. De tal modo y considerando que los bajorrelieves son anteriores a la muerte del maestro (en 1537); es posible deducir quienes figurarían como portada de su casa. Pues Juan de Álava, al testar, tenía dos hijos habidos con María Álvarez de Vargas y tres niñas nacidas de su matrimonio con Elena Sánchez. El mayor, Juan, no es citado en sus últimas voluntades (por lo que no conservaría buena relación con el padre). Mientras el segundo, Pedro, era la mano derecha del progenitor; a más de su colaborador y fiel ayudante. Debido a ello y al observar dos hombres en la parte alta del edificio; ambos con sombrero y ropajes de cantero; podemos deducir que son el padre y el segundo hijo. Algo que se demuestra cuando aumentamos una fotografía y observamos el parecido entre ambos. Pero asimismo, he podido descubrir que el de nuestra izquierda, porta un compás colgado de su capa; símbolo de maestro cantero. Lo que significaría que el del lado izquierdo (situándonos frente a la fachada) es Juan de Álava; y el de la derecha, Pedro de Ybarra.
Continuando con la familia del arquitecto; también sabemos que en 1537 (cuando dicta sus voluntades) tenía tres hijas, nacidas de Elena Sánchez. La mayor, llamada María, contaría apenas catorce años de edad por entonces; ya que su enlace con esta segunda mujer se data en 1523. Debido a ello, en el testamento el progenitor deja una cantidad para que se asigne a la boda de esta primogénita. De la que sabemos, se casó algún tiempo después con un notario llamado Jorge Pérez. Quien a la muerte de su mujer -hija primera del arquitecto, en 1550-; pidió la anulación del usufructo, que conservaba la viuda de Juan de Álava. Todo ello, expresa un panorama en el que podemos deducir que sus tres hijas habidas con Elena Sánchez, eran muy jóvenes cuando el maestro murió (menores de catorce años). Por cuanto las representadas en los dos medallones exteriores en la casa del artista debieron ser sus dos “mujeres” -entrecomillado “mujeres” porque con la primera no se casó-. Pudiendo deducirse que aquella que aparece bajo el medallón que representa a Pedro de Ybarra; sería María Álvarez de Vargas (madre de este segundo hijo del cantero). Mientras la que vemos debajo de la efigie del arquitecto, sería Elena Sánchez. Comentando Castro Santamaría sobre estos dos “tondos femeninos”: “Una de ellas lleva un vestido con orla bordada de pedrería y el cabello recogido por una cofia de red en la que parecen engastarse piedras preciosas; la otra lleva una toca con borlas enmarcando su rostro. Las joyas adornan sus escotes: en un caso, una gruesa cadena doble y en el otro un rico collar, con colgantes alrededor y una cruz en el centro, ambos de metales preciosos seguramente” -idem (49a) - .
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: arriba, medallón con la efigie de Juan de Álava. Con sombrero de artesano y jubón de cantero, porta un compás (como símbolo de maestro de obras). Abajo, bajorrelieve representando a su hijo, Pedro de Ybarra; también ataviado con sombrero de artesano y jubón de cantero.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: arriba, medallón que identifico con María Álvarez de Vargas, madre de Pedro de Ybarra (bajo el que se sitúa este relieve). Abajo, retrato que identifico con Elena Sánchez, segunda mujer de Juan de Álava. Sobre estos bajorrelieves y los dos que aparecen al lado del balcón, nos dice Castro Santamaría:
“Los seis personajes giran sus cuerpos hacia el centro, mirándose por parejas. Cuatro de los personajes son coetáneos de la época en que se construye la casa y dos son figuras de la Antigüedad clásica. Estas flanquean el balcón central y llevan los marcos más ricos de toda la fachada, coronados por un candelabro. Los dos personajes van vestidos con coraza romana, decorada por finos roleos vegetales. El pelo, abundante y ondulado, con un flequillo corto, nos recuerda los retratos romanos. Los dos medallones que representan mujeres se han colocado en la franja inferior que recorre la fachada, mientras que dos personajes masculinos flanquean por el exterior las ventanas del segundo piso. Las figuras femeninas, ataviadas con magníficos vestidos, joyas y tocados, presentan un mayor grado de idealización y una espléndida labra. Los medallones superiores son de otra mano diferente. Son personajes masculinos con barba, bigote y pelo con flequillo; ambos se cubren con sombrero y capa” (49g) .
Acerca de los escudos y amorcillos que lucen en la fachada de la Casa de las Muertes, escribe Castro Santamaría: “La heráldica es otro de los motivos de mas amplio uso en esta época. Su finalidad era no solo decorativa, sino también representativa. El derecho a colocar escudos por parte de los titulares era uno de los puntos que siempre se incluía en los contratos, como si estos fueran los elementos ornamentales mas preciados, indicando propiedad y señorío” (…) “Para concluir, vamos a tratar unos cuantos temas figurativos propios de Juan de Alava que no han sido contemplados en los apartados anteriores. El primero de ellos son los niños portando escudos que se utilizan como remates en diversas obras: aparecen sobre las ventanas de la Casa de las Muertes” (…) “En muchas ocasiones aparecen en obras ligadas a Juan de Alava ángeles o niños músicos. Los vemos en el retablo de la Capilla del Salvador en Santiago (cuatro tocando mandolinas o trompas), en el remate decorativo del escudo universitario de las Escuelas Menores y en la fachada de San Justo” (49b) .
Asimismo, acerca de las calaveras que adornan las ventanas del palacio, escribe la investigadora: “Otro tema muy del gusto de Juan de Alava son las calaveras, ubicadas en los mas diversos lugares. A manera de ménsulas aparecen bajo las ventanas de la Casa de las Muertes, que por ellas recibe su nombre y en el arco de la capilla del Colegio de Cañizares, en Salamanca” (49c) . También se extiende Castro Santamaría, al enumerar los bajorrelieves vegetales y con grutescos; describiendo los del Palacio Juan de Álava de este modo: “Un motivo decorativo que cobra especial protagonismo en esta fachada son los grutescos. Son en general de buena calidad, aunque no tanto como los de la fachada de la Universidad, como apuntaba Camón, salvo el dintel del vano izquierdo, que ciertamente recuerda mucho a los paneles del primer cuerpo de la fachada universitaria (...) Los frisos decorativos que se desarrollan sobre las ventanas superiores presentan en torno a una copa monstruos alados saliendo de cuernos de la abundancia, insertos en esquemas circulares. Los grutescos de las pilastras llevan motivos decorativos animales, vegetales e inanimados, mezclados con alguna figura humana desnuda o cabezas aladas de ángeles, escaseando los animales monstruosos. Por último la cornisa, con un importante desarrollo, está formada por varias molduras que sobresalen progresivamente y se decoran por cabezas de angelotes aladas, unidas entre si por ramos” (49h) .
Sigue comentando Castro Santamaría la escultura de Alonso de Fonseca (de la que afirma corresponde al padre y no al hijo) y los dos personajes que ofrecen el escudo de los Anuncibay; redactando las siguientes frases: “Realmente no tenemos ningún dato documental que avale la supuesta relación de patronazgo entre el primero de los Fonseca y Juan de Alava. Y, sin embargo, hay algo que lo demuestra de una manera bastante explícita: el relieve del Patriarca presidiendo la portada de la propia casa de Juan de Alava en Salamanca, la Casa de las Muertes. Dos personajes que portan el escudo heráldico de Juan de Alava parecen ofrecerlo al Patriarca Alejandrino. A partir de este dato hemos intentado dilucidar acerca de que obras pudo encargar el Patriarca a nuestro arquitecto. Son objeto de nuestras sospechas varias obras salmantinas: la iglesia de San Benito, la iglesia del monasterio de las Úrsulas, el convento de San Francisco y el claustro de la Enfermería del convento de San Esteban. Las dos primeras fueron fundación del arzobispo de Santiago y en ellas hizo representar de manera ostentosa sus armas: Fonseca, Acevedo, Ulloa y Maldonado. El patrocinio de la iglesia de San Benito por parte de don Alonso de Fonseca queda confirmado por Alvar Gutiérrez de Torres” (49d) . En este caso vemos de nuevo el error al identificar la escultura que preside la fachada, con la de Alonso II; por considerar que el único patriarca de Alejandría, fue el padre (pese a que ostentaron ese título Alonso I, Alonso II y Alonso III). Un “fallo” heredado de todos los que anteriormente han escrito acerca de este busto. Equívoco, que se muestra los escritos de Álvarez Villar o en los de Castro Santamaría, donde leeremos repetidamente la expresión “el patriarca”, para referirse solo a Alonso II (excluyendo a los demás) (49e) .
Termina afirmando la investigadora que la escultura del patriarca es “un retrato mortuorio. Se representa a un hombre maduro de ojos hundidos y pómulos salientes, frente arrugada, músculos flaccidos y mandíbula prominente. Lleva bonete y capa pluvial con orla de muy finos grutescos, que se sujeta con un broche a modo de pectoral con escudo de su apellido y cruz de doble travesaño, correspondiente a la dignidad de Patriarca. Debajo, dos hombres vestidos al estilo de la época (sayo corto, calzas y sombrero o bonete) sostienen en alto un escudo de forma italiana con las armas de Anuncibay (...) Queda claro que el mensaje de la portada tiene una doble faceta: por una parte un homenaje a Fonseca, por otra la manifestación del orgullo de un linaje” (49d) . Sobre la descripción del busto del prelado, hemos de aseverar que no se corresponde con lo representado. Todo lo que podemos corroborar si tomamos la que nos da la RAH en la biografía de Alonso Fonseca III; del que literalmente dicta: "Su retrato más antiguo y fidedigno lo pintó en 1526 Juan de Borgoña, cuando contaba cincuenta años, y se encuentra en la sala capitular de la catedral de Toledo. Fonseca III aparece en el retrato con una constitución física débil y enjuta. Destaca la cara huesuda y demacrada, con nariz y mentón acusados, rasgos afilados, arrugas en las comisuras y mejillas hundidas”. Es decir, que el retratado en la Casa de las Muertes, no es un cadáver; sino el arzobispo de Toledo, que sufría una fuerte dolencia estomacal, lo que le permitía apenas comer. Aunque, quizás, en el busto de la fachada salmantina aparece con más edad de la que tenía cuando fue pintado por Juan de Borgoña. Lo que nos lleva a fechar esta escultura de Alonso III entorno a 1530; cuando Diego de Siloé esculpía la tumba de Alonso II (el padre, enterrado en las Úrsulas) -ver en imágenes superiores el sepulcro de Alonso de Fonseca II, tallado por Diego de Siloé y encargado en 1529 por el hijo del prelado-.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, fachada en el estado que estaba hasta la restauración actual; aunque hemos rasgado sus ventanas superiores. Al lado; imagen que muestra la composición, que tan solo atañe a las esculturas (estando desequilibrados sus vanos). Abajo, igual estudio de simetrías, que tan solo cumplen sus bajorrelieves.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos figuraciones en imagen; para observar cómo tendrían que estar dispuestas sus ventanas, para ser simétricas. Al lado, tan solo con los balcones. Abajo, con igual número de vanos a cada lado.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes donde podemos ver las decoraciones con niños y grutescos, típicas de los Álava Ybarra. Al lado, entrada a la catedral de Coria. Abajo, paso entre la catedral nueva y la vieja, en Plasencia.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: en este caso, se observan los motivos con “muertes” (calaveras) junto a angelitos y amorcillos. Al lado, detalle de la entrada a la capilla del Colegio Mayor Fonseca, de Salamanca. Abajo, fachada, en la catedral de Plasencia.
BAJO ESTAS LÍNEAS: dos retratos de Alonso III de Fonseca. A nuestra derecha, el pintado por Juan de Borgoña (en 1526). A la izquierda, busto que considero, obra de Diego de Siloé; tallado entorno a 1530, posiblemente para ser colocado en la casa que por entonces se estaba construyendo el prelado (edificio inacabado, donde luego su sobrino levantó el palacio de Monterrey). No se trata de una escultura post-mortem; sino refleja la débil salud que tenía Alonso III, debido a una enfermedad que arrastró desde su juventud (seguramente úlcera de estómago).
V – La puerta y su dintel; los estudios de Castro Santamaría:
La puerta exterior que luce el Palacio Juan de Álava, fue uno de los motivos por los que determiné que esta casa no la construyó el arquitecto. Considerando que el maestro compró un inmueble medieval, al que añadió elementos, dándole la apariencia de plateresco. Transformándolo en la medida que sus posibilidades lo permitían; atendiendo a las cargas y vanos que pudieran abrirse. Entorno a esta idea, llama la atención la puerta de entrada, que no se corresponde con aquellas que el arquitecto abre en sus obras. Ni en proporciones, ni menos en tipología; ya que los Álava Ybarra, presiden sus fachadas con portones en arco, o bien con enormes portalones que llegan a alcanzar el segundo piso. Así pues, observando la de la Casa de las Muertes; podemos comprender que es un añadido, realizado por el arquitecto. En el que no pudo colocar, ni una puerta en forma de herradura, ni menos una gran entrada de cuatro metros de alto (debido al segundo piso que hay sobre esta). Aunque, la confirmación de que la puerta es un añadido del maestro, se advierte ya en el dintel con su escudo; del que muchos opinan que fue recolocado en etapa posterior a la fachada. Pero, sobre todo, porque en la época; las entradas al edificio se abrían en un lateral del paño exterior.
Al respecto, nos dice Castro Santamaría: “Generalmente la puerta iba a un lado de la fachada, abriéndose al otro extremo otra pequeña puerta de entrada a la bodega (...) Es importante consignar que la puerta de la casa se sitúa en el centro de la fachada, lo cual no deja de ser significativo cuando hasta mediados del siglo XVI suelen estar descentradas. Si el centramiento de la portada, como señala Martín González, comienza a aparecer tímidamente hacia el año 1520, este debe de ser uno de los primeros ejemplos. La puerta de la casa esta formada por el conjunto del vano adintelado de entrada más la ventana central –hoy balcón– con luneto peraltado. Utiliza el mismo esquema que la portada de la sacristía de la Catedral de Plasencia (puerta adintelada, luneto peraltado), eliminando la zona de los relieves que existen en Plasencia y sustituyéndola por la ventana en Salamanca. Ambas comparten una tendencia hacia la verticalidad, acentuada por la disminución de los cuerpos: dintel, ventana-balcón, lunetón. Esta verticalidad se ve ligeramente compensada por el uso de las horizontales como cerramiento de los vanos” (50 a) . Para seguir determinando la autora: “La fachada es casi cuadrada: mide de ancho unos 9 m y de alto unos 70 cm. más. La simetría es patente en la distribucion de los vanos y en los medallones, simetría a la que escapa el hueco de la izquierda, rasgo todavía medievalizante, que Alvarez Villar supone fruto de una reforma de última hora. La fachada está presidida por un diseño geométrico, que es la causa del efecto armónico que sugiere. Se organiza a base de diagonales que forman ángulos de 75° y que en sus intersecciones van determinando puntos clave de la decoración. Una diagonal une el medallón de la ventana de la izquierda con el medallón izquierdo del balcon central y otra hace lo mismo con los medallones de la parte derecha de la fachada, resultando que su intersección se ubica en el punto donde aparece el escudo del dintel de la puerta (angulo A).” (50b) .
Todo lo que antes hemos recogido, a mi juicio, significaría que Juan de Álava abrió esa puerta central, después de comprar la casa y sin poder hacerlo a su estilo. Pues como ya hemos dicho, la forma y estructura de la entrada, no es la común en este arquitecto, ni menos en los de su hijo. Quienes solían decorar las fachadas con una entrada con gran portalón en arco, colocando un tímpano renacentista sobre ellos, donde añadían esculturas y medallones. Un ejemplo así, lo tenemos en el palacio de los Garcigrande y en el de los Figueroa. Aunque también decoraban sus exteriores con un alto portón en forma rectangular, que llegaba a cubrir casi dos alturas; presidiendo todo el exterior del edificio (como sucede en la Casa de los Solís y en la de Maldonado). Algo que volveremos a ver en sus obras eclesiásticas menores; como en la parroquia de Sacti Spíritus, e incluso en los Colegios Mayores fundados por los Fonseca (de Salamanca y Santiago). Donde sus entradas son platerescas y renacentistas; pero nunca con el diseño que vemos en el palacio Juan de Álava. En el que se observa una pequeña puerta, sobre la que se ha añadido un dintel. Pieza de diferente color a la fachada y que a mi juicio, procede de un elemento interior; ya que era normal usar piedra de Villamayor más clara para decorar las salas y las paredes donde se habitaba (con el fin de proporcionar más luz). Mientras los exteriores se hacían con sillares anaranjados, porque se ensucian menos y aguantan mejor la lluvia y los efectos de la intemperie.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: tres ejemplos de puertas, en edificios de los Álava Ybarra. Arriba, la de los Maldonado. Al lado, la de los Solís. Abajo, la de los Garcigrande. En los tres casos hay una tipología y una proporción (1 a 2); en base a un orden usado por Juan de Álava, que vamos a estudiar en nuestro siguiente epígrafe. Medida que no se cumple en la Casa de las Muertes; en ninguna de sus proporciones. Lo que ratificaría que el arquitecto compró un edificio ya construido y lo tuvo que adaptar a su estética.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, Casa de los Maldonado, en la que hemos corregido el balcón. Vemos claramente la proporción de Juan de Álava, (1 a 2); teniendo la primera planta la mitad de altura que la baja. Abajo, puerta del palacio de los Rodríguez Figueroa; donde observamos el estilo de Pedro Ybarra; similar al de su padre, pero con mas rasgos Renacimiento.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos portadas de los Álava Ybarra. Al lado, ventana del Parador de San Marcos, León. Abajo, iglesia de Sancti Spiritu, en Salamanca.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, portada del ayuntamiento de Plasencia. Abajo, puertas gótico-mudéjares; del actual hostal de Guadalupe (antigua enfermería del monasterio, trazada por Juan de Álava).
BAJO ESTAS LÍNEAS: entrada a la capilla del Colegio Mayor, Santiago Zebedeo; tumba de Alonso Fonseca III. Este es el más puro estilo Juan de Álava; muy parecido en su decoración a la Casa de las Muertes. Hemos de añadir, que si el arquitecto hubiera construido la casa, la habría presidido con una puerta semejante a esta. No con una, pequeña y cuadrada; sujetada por un extraño dintel (tal como es).
Conforme a lo antes expuesto, la profesora Castro Santamaría escribe acerca del sillar, que adorna el quicio superior de la puerta: “el dintel de la entrada en ambos casos lleva un escudo en laurea sostenido por angelitos, que se apoyan en dragones acantizados de colas enroscadas en espiral; el arco peraltado del remate esta cubierto en ambos casos por cabezas de angelitos” (…) “Una diferencia respecto a la portadita de Plasencia es que el dintel de la entrada se apoya en capiteles-ménsula, constituyendo un ejemplo más de portada colgada. El dintel se prolonga a los lados a través de dos cornisillas que alcanzan los extremos de la fachada, componiendo una faja con medallones que crea una división en dos zonas muy claras: la planta baja, exenta de toda decoración. ” (…) “El escudo heráldico aparece de nuevo en el dintel de la puerta de entrada. Este dintel esta flanqueado por dos pilastrillas laterales con grutescos, coronadas por candeleros, y en el centro lleva, rodeado de una laurea, el escudo también de forma italiana, sostenido por dos angeles-amorcillos de alas explayadas que en la mano libre portan sendos compases, símbolo de la profesión. Los amorcillos se yerguen sobre las cabezas de dos dragones de colas acantizadas y enroscadas que rematan en flameros. Este escudo es otro de los puntos de máxima tensión visual de la fachada" (51a) .
Llegando pronto la investigadora a una inteligente conclusión, que expresa del siguiente modo: “Hay indicios que nos llevan a pensar que este relieve es producto de una reforma, pues el sillar parece mas blanquecino y en los salmeres del arco que lo rodea falta la bordura de acantos por el exterior y los arquillos ciegos y cuentas por el interior. Parece como si se hubiera peraltado el arco para introducir el relieve. La reforma sería casi inmediata a la propia construccion de la casa, y apenas afectaría al esquema geométrico primitivo de la fachada” (51b) . Unas frases que nos pueden hacer deducir que esta reforma se hizo cuando se abrió la puerta en el centro de la fachada; situando quizás allí un antiguo dintel de interior. Pieza que decoraría la sala de una casa; quizás donde el arquitecto habitó antes. Pues, como todo sillar usado dentro de las viviendas, era de un tono mucho más blanquecino. Algo que podemos observar visitando el palacio de Monterrey y los restos que quedan en el interior de este de Juan de Álava. Conservándose en el zaguán un escudo y otro dintel -que ya mostramos-; este segundo, convertido en una chimenea a la entrada del edificio, tras ser hallado cuando se restauró (hace unos sesenta años). Es decir, que aquel sillar labrado, que luce en primer término la Casa de Juan de Álava; seguramente antes estuvo colocado dentro de un edificio (probablemente donde vivía el arquitecto). Siendo reaprovechado más tarde para situarlo sobre la puerta, cuando la abrió en el centro de la fachada. Aunque el tamaño y la forma que pudo darle, en mitad del lienzo exterior; no fue el que normalmente aplicaba en sus obras (ya que encima tenía un piso y un ventanal, hoy convertido en balcón-).
Debiendo así limitarse a un portalón de pequeña altura y estrecha hoja; sin comparación con el que hizo en la casa de Maldonado, en la de los Solís -y otras tantas-. A su vez, tampoco le sería posible, hacer una entrada en arco; debido a la referida ventana y planta, que hay sobre esta. Teniendo que limitarse a abrir una entrada casi cuadrada, sobre la que colocó un enorme sillar que actúa como dintel (de enorme resistencia y que aleja los problemas de cargas, al aumentar la puerta). Todo lo que me obliga a pensar que Juan de Álava compró una casa medieval, a la que añadió elementos; sin llegar a poder abrir grandes vanos, ya que tenía enormes ventanales (algo poco común para la época). Por cuanto, no logrando una entrada suficientemente espectacular, la decoró con este imponente dintel, que contiene su escudo familiar y su símbolo profesional (el compás). Sobre esta herramienta de cantero, escribe también Castro Santamaría: “La aparicion de este instrumento ya hizo pensar a algunos estudiosos como Garcia Boiza que debía tratarse de la casa de un arquitecto; además, citaba ciertos documentos -sin decir cuales- que lo aseguraban. Ya Falcón creyó ver en las damas retratadas parientas de D. Alonso de Fonseca. Fernando Jiménez supone que se representan parejas matrimoniales vinculadas verticalmente, lo que le hace deducir que la casa fue construida para dos familias, obra quiza de un padre para dos hijos, o para dos hijas” (51c) . Una última apreciación que quizás podría llevarnos a pensar que allí vivió el artista junto a su hermana Catalina; aunque mejor sería deducir que habitó con su hijo Pedro Ybarra; representado en el medallón superior. Pues sabemos que el maestro era también dueño del edificio contiguo (colindante por el muro Este); donde más probablemente residieran su hermana y cuñado.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: tres imágenes del dintel y la puerta de entrada en el Palacio Juan de Álava. Donde observamos la diferencia de color con el resto de la fachada; además de los encajes “forzados” en este paso -que claramente, se ha añadido al paño exterior-. Por lo que si consideramos esta pilastra, una pieza insertada; debemos afirmar que toda la puerta es posterior a la fachada. Abierta cuando se colocó este sillar labrado, para sujetar las cargas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: detalle de los dos capiteles que actúan como ménsulas bajo el dintel de entrada. Se observa claramente que son de diferente color al exterior de la casa; de tono anaranjado. Por lo que consideramos la pilastra y sus dos capiteles, elementos recolocados; seguramente procedentes del interior de un edificio. Pues como hemos dicho; los edificios se cubrían por fuera con piedra de Villamayor rojizo (que soporta bien los agentes meteorológicos). Mientras dentro, se usaban sillares blanquecinos, que son más limpios y proporcionan mayor luz.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado; la puerta de entrada, desde el interior. Se observa su estructura abocinada (debido al ancho de los muros). En el lado inverso al que vemos, se encuentra el pilar labrado exterior; colocado allí en algún momento. Abajo, otro de los dinteles encontrados dentro de la casa, que se utilizó para hacer una chimenea. Algunos consideran que procede de la casa del conde de Francos; aunque se observa el gran parecido con el que luce sobre la puerta de entrada.
BAJO ESTAS LÍNEAS: de nuevo, el dintel, en la catedral de Plasencia, situado en el paso entre la zona antigua y la nueva (realizada por Juan de Álava y continuada por su hijo). Es importante ver los paralelismos que tiene con la puerta de entrada de la Casa de las Muertes. Pudiendo comprender una misma situación; ya que la pieza que observamos está colocada entre dos zonas (la gótica y la renacentista). Reforzando una pared intermedia.
VI – La medida en Juan de Álava (su significado ligado a “Fi”):
Acerca de las proporciones usadas por este genial arquitecto, nos dirá Castro Santamaría (en un capítulo de su tesis): “Juan de Alava fue, si no el creador de un tipo de claustro, si al menos uno de sus difusores: nos estamos refiriendo al claustro de ritmo binario, es decir, con doble número de vanos en el piso superior respecto al inferior. Esta solución era medieval: la vemos aparecer, por ejemplo, en el claustro mudéjar del monasterio de Guadalupe, a fines del siglo XIV; en el siglo XVI fue empleada también por otros arquitectos anteriores y posteriores a Juan de Alava” (52 a) . Tras las palabras de la investigadora, vamos a explicar qué significa matemáticamente el “ritmo binario”; existente tanto en arquitectura como en música. Siendo esta proporción constructiva, un método para lograr obtener relaciones siempre unidas a “FI” (1,618033988749895....) - número F ; también llamado Divina Proporción, Número Aúreo y etc.-
Para entender su relación, bastará comprender que la arquitectura binaria (como se ha dicho) siempre guarda una medida del doble -en altura o longitud-; a la vez que supone un igual ritmo en vanos -dos veces más en un lado, en un piso o elementos-. Esta proporción de (1 a 2), supone que los edificios deben tener el duplo en longitud, que en su anchura. Es decir, si de lado a lado mide X; de principio a fin ha de tener 2X. De igual manera sucede con las alturas, vanos y elementos. Por cuanto, si en un claustro, el piso bajo mide X; la segunda planta ha de tener X/2 (y si existe un tercero, X/4). Asimismo, cuando en el exterior o patio, se colocan en su planta primera, X número de columnas y se abren X arcos. En la segunda ha de haber 2X arcos y columnas, y en el tercero, 4X arcos y columnas (normalmente, convertidas en ventanas, estas últimas)-. Ello supone una eterna proporción del doble, según avanza el edificio. Duplo de alturas entre sus plantas; mitad de arcos en unas y otras, dos veces la medida de su largo en planta, en referencia a su ancho.
A mi juicio, todo procede de un intento para ajustarse a la Divina Proporción. Así es como en mis estudios sobre el Número Áureo, explico que nace de la relación 1 a 2. Para que entendamos este sistema binario y su unión a “FI”, hemos de saber que en la época de Juan de Álava, no se había resuelto la fórmula para hallar esta cifra irracional, denominada Divina Proporción. Número, cuya resolución halla el matemático Maestlin, hacia 1600. Quien resuelve que F es igual a la raíz cuadrada de 5, partida por 2 a la que se suma ½.
Es decir FI = (Ѵ2 : 2) + ½ = 1,618033988749895...
Pero hasta Michel Maestlin, el sistema para llegar a “FI” era la sucesión de Fibonacci; que supone la siguiente serie:
1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89 …..
Basada en el principio de 1+1=2; 2+1=3; 2+3=5; 3+5=8; 5+8=13; 8+13=21; 13+21=34; 21+34=55; 34+55=89 …..
Correspondiendo la proporción entre aquellos números, una relación igual a “FI”. Algo que podemos lograr si trazamos sobre un plano diferentes cuadrados que guarden estos tamaños
(1·1) ; (2·2) ; (3·3) ; (5·5) ; (8·8) ; (13·13) ; (21·21) ; (34·34) ; (55·55) ….
Viendo que su resultado de unos a otros, en progresión es siempre “FI”.
Todo lo que explico, finalmente pude probarlo con la fórmula geométrica que tracé hace unos años y que se representa: En un triángulo cuyo Cateto A=1 y su Cateto B=2; su hipotenusa será Ѵ5
Por lo que “FI” = (½ A) + (½ Hipotenusa).
Es decir, la mitad del cateto A y la mitad de la Hipotenusa, suman la proporción Áurea.
PARA
COMPRENDER MEJOR LA IDEA, RECOMENDAMOS CONSULTAR NUESTRA CITA ÚLTIMA
(54) .
SOBRE ESTAS LÍNEAS: número áureo, en la teoría propia; explicación a través del primer triángulo (1·2). Siendo FI = (½ cateto A + ½ Hipotenusa). Consultar nuestros artículos en el Blog DE CNOSSOS A TARTESSOS, cuyos links podemos ver en cita (54) .
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: el claustro del Colegio Fonseca de Compostela, donde podemos ver esta composición binaria. Siendo el segundo piso 1/2 del primero.
Cuanto hemos expuesto, explica la proporción binaria en razón a FI; existente en los edificios trazados por Juan de Álava. Teoría que quizás toma desde el famoso libro de su época: “Medidas del Romano” de Diego Sagredo. Del que Castro Santamaría dice, era el “primer tratado de arquitectura publicado en España y la primera interpretacion de los canones vitruvianos compuesta fuera de Italia.” (52b) . Aunque realmente se tiene a Álava como el difusor del principio (1 a 2); tanto que algunos creen que fue el “inventor” del Sistema Binario -lo que es imposible, pues es una fórmula ancestral para llegar al Número Áureo-. Sea como fuere, la realidad es que tanto Álava como su hijo, aplicaron este principio estético en la mayoría de los edificios que intervinieron; y siempre, en los que trazaron (52c) . Con la excepción de su propia casa. Todo lo que me hace volver a aseverar que aquel inmueble estaba construido, cuando lo adquiere el artista. Siendo -a mi juicio- este palacio en que habitó; una casa medieval, que fue reformando y a la que añadió infinidad de elementos. Siempre, atendiendo a las posibilidades del inmueble; habida cuenta las cargas, las divisiones horizontales y los pisos construidos con anterioridad. Por cuanto terminaremos este epígrafe recordando las palabras de Castro Santamaría, cuando habla de las medidas del Palacio de Juan de Álava; en las que no se cumple aquel principio (1 a 2):
“En la declaracion de bienes de Manuel de Paz, presbítero heredero de la casa en la época en que se realizó el Catastro de Ensenada (1753), manifiesta que se compone de habitacion baja y dos altas y solana, que mide 11 varas de frente y 44 de fondo (...) La fachada es casi cuadrada: mide de ancho unos 9 m y de alto unos 70 cm más. La simetría es patente en la distribución de los vanos y en los medallones, simetría a la que escapa el hueco de la izquierda, rasgo todavía medievalizante, que Alvarez Villar supone fruto de una reforma de última hora” (52c) .
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: tres imágenes del claustro de la Hospedería de Guadalupe (antes llamada enfermería); cuyas trazas se deben a Juan de Álava. Se puede comprender perfectamente en las fotos el sistema binario; donde la altura es el del doble y el número de arcos se multiplica también por dos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de San Esteban, en Salamanca; donde podemos observar claramente la proporción binaria. El claustro tiene el doble de altura y la mitad de columnas con arcos en su piso bajo, en comparación con la segunda planta. La portada guarda similares sistemas, teniendo un primer plano de 1 ; un segundo tímpano de ½ y un tercero de ¼.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Colegio Mayor Fonseca, en Salamanca. Sus arcos del primer piso, tienen la misma proporción de altura a ½ que los del segundo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, puerta en la antigua enfermería de Guadalupe (hoy hospedería) diseño de Juan de Álava. Abajo, La Casa de las Muertes en una simulación; donde he guardado las proporciones que usaba el arquitecto. Como vemos, la puerta de entrada hubiera sido casi el doble de alta, si el edificio fuera una construcción de los Álava Ybarra. Siendo imposible ampliar el vano, si al comprar la casa ya existe un primer piso a la altura del balcón (como sucede). Por su parte, la disposición de las ventanas hubiera sido simétrica, tal como vemos en foto. Observando esta simulación, podemos hallar un enorme paralelismo entre esta casa y la de Maldonado o la de los Solís.
VII – La creación del Palacio Juan de Álava (sus intervenciones y procedencia de sus piezas):
Dejamos este epígrafe para el final; debido a que en él se contienen casi todas las ideas que hemos ido exponiendo en el artículo. Pese a ello, el planteamiento general parte de nuevo desde noticias que Castro Santamaría nos da en su tesis. Esta vez cuando habla de la residencia que Alonso III de Fonseca, estaba construyendo en Salamanca; refiriéndose a ella con las siguientes palabras:
“El Patriarca de Alejandría en sus estancias en Salamanca residió en las casas de su hermano, el regidor don Luis de Acevedo, en la colación de San Benito. Sin embargo fue siempre deseo de los dos arzobispos hacerse edificar unas casas en la ciudad de Salamanca. El Patriarca habia dejado tres millones de maravedis “para hazer unas casas en Salamanca”, que su hijo dejó depositados en el monasterio de la Anunciación. De este dinero, parte debía ir destinado a pagar a los herederos de Anton Bonal, a quien se había comprado una casa para edificar la de Fonseca.” (…) “En 1519 –al igual que el colegio– la casa ya estaba trazada, pues el corregidor informaba al rey ” (…) “Esta casa, seguramente trazada por Juan de Alava, lo mismo que el colegio, comenzaría a construirse en el terreno que hoy ocupa el Palacio de Monterrey, pues no olvidemos que el Patriarca de Alejandría había instituido mayorazgo en 1504 en la persona de su nieto, don Alonso de Acevedo y Zúñiga, futuro conde de Monterrey. El único testimonio de que estas casas fueron construídas o iniciadas lo encontramos en el propio contrato de las obras del Palacio de Monterrey, suscrito por Pedro de Ybarra, Miguel de Aguirre y maese Pedro el 18 de enero de 1539” (…) “Finalmente, pues, el dinero donado por el Patriarca sería empleado para construir las casas del Conde de Monterrey” (53a) .
Antes de continuar, volveremos a incidir en la identificación errónea entre el patriarcado de Alejandría y la figura de Alonso II. Así cuando nos hablan de “el patriarca” o bien del “patriarca de Alejandría”; los investigadores se refieren tan solo a Alonso II (padre del III). Aunque ya hemos visto que hubo tres patriarcas entre los arzobispos llamados Alonso de Fonseca (I, II y III). Tras esta aclaración, volvemos a cuanto nos narra la investigadora, mencionando que Alonso de Fonseca II -arzobispo que fue de Santiago y Sevilla-; cuando se encontraba en Salamanca, residía en la casa de su “hermano” -primo- Luis de Acevedo (53b) . Familiar de quien ya hemos hablado repetidamente, explicando que el primer apellido del prelado era Acevedo (siendo hijo de Diego González de Acevedo y de Catalina de Fonseca). Por cuanto su primo Luis (regidor de Salamanca), le prestaba aquella casa del Recodo de San Benito, donde muchos consideran que nació el primer hijo del clérigo: Alonso III. Pero parece ser, que ambos arzobispos (padre e hijo) años más tarde, deseaban tener un hogar en su ciudad natal; por lo que desde 1519 se inicia su construcción; bajo la dirección de Juan de Álava. Aunque, hemos de tener muy presente, que en 1519 el progenitor llevaba ya siete años fallecido; por lo que quien planteó y pagó aquella casa, hubo de ser tan solo el sucesor de la mitra compostelana (Alonso III). Pese a cuanto recogemos, no hay más testimonios acerca de este inmueble, hasta 1539; cinco años después del óbito del que lo encargó. Cuando, tras la muerte de Alonso III -sucedida en 1534- su sobrino hereda el edificio (posiblemente con una obra avanzada); convirtiéndolo finalmente en el palacio de Monterrey.
Todo ello, me ha llevado a considerar que la escultura que preside la Casa de Juan de Álava, pudo ser una pieza preparada para colgarse en esta casa que Alonso III estaba preparando en la actual esquina entre el Paseo del Prior y la plaza de las Agustinas. Un suntuoso palacete, que -a mi juicio- tenía forma de torre y una angosta entrada (quizás para evitar el asedio o el acceso de enemigos). Siendo este -a mi juicio-, el motivo del primer torreón del palacio de Monterrey, con su extraña entrada. Tal como podemos comprobar; cuando se observa que el recibidor del inmueble todavía se encuentra atravesando un raro pasillo, que lleva hasta una puerta en forma de “tubo” (tan oscura como inaccesible). Sin accederse al edificio por su parte principal -central y soleada-, sita en el muro Sur; donde decenas de metros dan a la preciosa plaza de las Agustinas. Pese a las posibilidades arquitectónicas y a su fachada en la zona de la plaza; el gran palacio conserva una entrada y una portada, tan sinuosa como incomprensible. Características que creemos heredadas desde la casa que allí levantó antes Alonso III de Foseca y que finalmente el gran edificio tuvo que conservar. Debido a que no se pudo terminar, ni costear, la inmensa obra planteada por el III conde de Monterrey. Quien vio también mermado su planteamiento inicial, cuando los vecinos colindantes se negaron a venderle sus propiedades.
Por todo ello, creemos que esta casa de Alonso III de Fonseca, se corresponde exactamente con la primera torre, por donde se accede al palacio de Monterrey (habiendo deseado el III conde levantar cuatro torreones, de los que solo pudo hacer dos). Lo que explica que ese primero, esté pleno de escudos con las armas de Fonseca (cinco luceros). Por cuanto decimos, no sería extraño pensar que allí mismo -en su portalón de acceso- estuviera colgada (o preparada para ser colocada) la escultura de Alonso de Fonseca III; que hoy se halla en la Casa de las Muertes. Un busto que quizás no se llegó a encajar en el lugar para el que se hizo. O bien, fue quitado de la entrada, cuando hereda el inmueble el sobrino y decide convertirlo en el palacio de Monterrey. Retrato de Alonso III, de inigualable valor artístico y que a mi juicio es de Diego de Siloé; esculpida por este artista mientras hizo la tumba del padre (Alonso II), que se conserva en las Úrsulas (entre 1529 y 1533).
Así pues, a mi juicio, la casa tiene tres intervenciones diferentes realizadas por el arquitecto (junto a su hijo):
1º) Apertura de la puerta central y colocación del dintel claro. Lo que datamos al comprar la casa, quizá antes de 1525.
2º) Decoración con el alero de angelitos; colocación de las esculturas que lucen en la parte alta de la fachada (con la efigie de él y de su hijo). Sería coetánea los dos guerreros situados a los lados del balcón y con los dos retratos de mujer que hay en la parte baja. Esta fase la fecharíamos entre 1525 y 1530.
3º) Modificación del centro de la casa, para colgar el busto de Fonseca III y la pieza que hay bajo él; donde se representan dos personajes rindiendo pleitesía al prelado. Lo que dataríamos entre 1534 (después de morir el arzobispo) y 1537 (fecha del fallecimiento de Juan de Álava).
Consecuentemente, creemos que el palacio Juan de Álava, fue una antigua casa medieval que el arquitecto compró hacia 1523. Para ir reformándola, llegando a colgar de ella una de las mejores estatuas renacentistas: El retrato de Alonso III (a mi juicio, obra de Diego de Siloé).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: de nuevo, tres imágenes del palacio de Monterrey. A mi entender, esta torre es el antiguo palacete de Fonseca III. Lo que puede hacernos comprender que todos los balcones conserven el escudo de los Fonseca (como se observa en las fotos de al lado y abajo).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Imágenes en las que se pueden observar los añadidos y las zonas “pegadas” en la fachada; claramente hechos para colocar la estatua de Alonso Fonseca. Se ve asimismo, que son de diferente color al resto del exterior, el busto y el penacho que lo corona. También se puede deducir, que el bajorrelieve redondo con la cabeza de un guerrero (abajo), fue encajado en la fachada en algún momento (debido al corte de sillares).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes en las que vemos claramente la diferencia de color y las jambas desencajadas, para colocar y cuadrar la escultura de Alonso de Fonseca.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, la fachada en contrapicado; donde se distinguen claramente los añadidos. Abajo, la extraña entrada del palacio de Monterrey; donde hemos colocado el busto de Alonso Fonseca (quizás fue esculpido para situarlo en ese lugar, cuando el edificio iba a ser la casa del prelado).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: De nuevo, una serie de figuraciones, donde veremos la evolución de la casa. Al lado, el edificio medieval, con la entrada a un lado. Abajo, con el dintel y la nueva puerta.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, la casa con los seis medallones, y el alero añadidos. Abajo, la casa en su estado actual (con el busto de Alonso Fonseca en el centro).
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos dibujitos míos del Palacio Juan de Álava, en homenaje a la familia Blanco-Cobaleda, que logró mantenerla en pie hasta nuestros días. Arriba, tinta y lápiz; donde figura el edificio tal y como estaba antes de que lo restaurasen en 1963, Matías Blanco-Cobaleda y Juana (siendo por entonces, una pared, en peligro de derrumbarse). Abajo, dibujo a lápiz; donde pretendo figurar tal como está en nuestros días.
PARA CONSULTAR LAS CITAS, PUSAR EL SIGUIENTE ENLACE: https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2023/10/citas-de-juan-de-alava-y-su-palacio-en.html
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