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Este es el capítulo SÉPTIMO
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Además:
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SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes relacionadas con El Quijote. Arriba y al lado, dos láminas de la edición del libro de Cervantes, ilustrada por Gustavo Doré y publicada en 1863 (fuente, archivo Wikipedia; al que agradecemos nos permita divulgar los grabados). Abajo, molinos cervantinos en Consuegra (Toledo), varias décadas atrás; junto a ellos, dos primos míos japoneses. Comenzamos presentando estas fotografías debido a que entre las muchas críticas que he recibido a esta serie de artículos, la más extraña y divertida es aquella donde se afirma que estoy “mas pirado que El Quijote”. El lector que me envía esta opinión, justifica su reflexión, añadiendo que con el tema de Augustóbriga me ha pasado lo mismo que a Don Alonso Quijano. Pues, sin parar de leer, escribir e imaginar acerca de la ciudad vettona; he llegado a creer cuanto solo yo pienso. Tras ello, parece que me he puesto una “vacía” por yelmo y he salido a luchar contra los molinos de viento. Última frase donde -el que me hace la crítica-, refiere una de mis grandes preocupaciones al redactar estos artículos. Intentando lograr que se excave la zona de Villar del Pedroso, antes de levantar en su área un parque eólico. Proyecto que desean llevar a cabo y que podría terminar con los restos de Augustóbriga; urbe perdida que -a mi juicio- se sitúa en el subsuelo de ese municipio. Lugar muy cercano a la hundida Talaverilla, actualmente bajo las aguas del embalse de Valdecañas; donde todavía se localiza Augustóbriga (sin fundamentos arqueológicos suficientes).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías de los campos cercanos a Villar del Pedroso; donde proyectan instalar decenas de aerogeneradores. En caso de crear allí un recinto de torres eólicas, el daño no sería paisajístico tan solo. Pues es una zona plena de ruinas y yacimientos calcolíticos, tartéssicos, ibéricos, romanos y árabes. De este modo, me calzo la “vacía” en la cabeza y enarbolo la bandera de Quijote; luchando para que esos molinos no destrocen las ruinas de Augustóbriga (que, a mi juicio, se hallan en este municipio).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Otras dos imágenes de las proximidades de Villar del Pedroso. En este caso, el camino que transcurre desde La Nava de Ricomalillo a La Estrella. A la belleza de sus parajes, se une la importancia histórica y arqueológica del área; que fue paso entre Extremadura y Castilla (lo que significaba, cerrar el acceso a Andalucía y hacia el Atlántico).
ANTES DE COMENZAR y tras agradecer a los más de setenta y cinco mil lectores, que han visitado en menos de seis meses, mis artículos sobre “Enigmas del río Guadarrama”:
En el pie de las primeras imágenes recojo la infinidad de críticas que he recibido desde que decidimos proponer una nueva localización de Augustóbriga. Lo que surgió por casualidad, mientras iba redactando esta serie de artículos, intitulados “Enigmas del río Guadarrama”. Debido a que entre las conexiones y vías que facilitaba el cauce de ese afluente del Tajo; destacaban aquellas que unían tierras de la actual Segovia, con las de Extremadura y Andalucía. Siendo así, se hizo evidente que este pequeño -pero importante- río, fue llamado “de los romanos” (Guadal-Roman); al trazar sus márgenes una de las calzadas más importantes -la Ruta XXIV de Antonino-. Por nacer el Guadarrama en cumbres cercanas a Navacerrada y morir en las puertas de la ciudad de Toledo; logrando que su curso condujese desde la meseta, hasta la misma capital del Imperio. Donde bastaría seguir más tarde el Tajo, para alcanzar las puertas de la actual provincia de Cáceres. Refiriéndonos, a los pies de aquella Sierra llamada de Altamira, que divide los dominios toledanos de los extremeños. Ribera cercana a Talavera de la Reina, que facilitaba el camino hacia Mérida o Guadalupe; cruzando Puerto Rey, el Puerto de San Vicente o Arrebatacapas. Al ser imposible poco después de Las Herencias, continuar hacia Extremadura; navegando o por la vereda del río. Ya que el Tajo, tras pasar ante El Puente del Arzobispo; se convertía en un peligroso foso, pleno de acantilados y rápidos indomables. Todo lo que -en parte- ha desaparecido, al construirse el embalse de Valdecañas; bajo cuyas aguas duermen los restos romanos de Talavera la Vieja. Población en la que oficialmente se ubica la antigua Augustóbriga.
Expuesto lo anterior, reiteraremos que -a mi juicio- Augustóbriga se hallaba seguramente en Villar del Pedroso o en tierras cercanas a Navalmoralejo. Siendo este último municipio donde se ubica Vascos; la ciudad árabe de origen romano en la que muchos localizaron Augustóbriga. Pese a todo ello, se continúa sin excavar la zona; lo que no tendría tanta importancia, si no se estuviera planteando crear un parque eólico en el lugar. De tal manera y como un enloquecido Quijote, reclamamos que se hagan prospecciones en este área que comprende desde Villar del Pedroso, hasta Vascos; con el fin de que no se pierdan los valiosísimos restos que allí se encuentran.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de Puerto Lápice, donde se recuerda la figura de Cervantes y su Quijote. Arriba y al lado, dos fotos del Mesón de El Quijote, en Puerto Lápice (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Abajo, las calles de este simpático pueblo manchego.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado; de nuevo, Don Quijote y Sancho en Puerto Lápice. Abajo, el camino a Guadalupe, tal como se muestra en un panel a la salida de Toledo, después de cruzar el Puente de San Martín. Como podemos observar en el mapa, se indica que siguiendo esta dirección y carretera; se llega a Los Navalmorales, y de allí a Extremadura (cruzando por Puerto Rey; pese a que es más sencillo hacerlo atravesando el Puerto de San Vicente).
A- INTRODUCCIÓN: Augustóbriga, un posible caso Titulcia:
Como decimos, muchas han sido las críticas que nos han llegado, desde que hace unos meses comencé a buscar una nueva localización de Augustóbriga. Planteando otras posibles ubicaciones de esa urbe vettona; todo lo que surgió mientras desarrollaba el trazado de las vías más antiguas que conducían hasta el río Guadarrama. Cuyas aguas, sabemos que desembocan en el Tajo. casi a la altura de la capital toledana; por cuanto este cauce y su vereda fue uno de los caminos más importantes que unían la meseta central con tierras de la mitad sur peninsular. Bajando por sus orillas una senda, que partía desde el alto de Navacerrada, hasta la antigua Toletum. Ruta que aunaba los dominios vacceos de Segovia con los de la Carpetania; pasando por la conocida Titulcia. Siendo esta última una ciudad romana perdida, sobre la que hoy tenemos certeza de que se situaba en las inmediaciones de Carranque y no donde la ubicaron en el siglo XIX. Una localización errónea, que continuamente debemos destacar y tener presente. Pues ese fallo en la reducción de Titulcia, llevó a confundir también la de Miacum; lo que ha provocado la pérdida de gran parte de sus restos. Debido a que en 1814, los historiadores y académicos, determinaron que Titulcia se hallaba en una población sita al sur de la provincia de Madrid, hasta entonces denominada Bayona de Tajuña. Tanta fue la seguridad de los expertos, sobre su reducción en este punto; que llegaron a cambiar la denominación del municipio. Modificando el precioso nombre que tenía esa población a orillas del Tajuña; pasando a llamarla Titulcia -voz latina un tanto malsonante y que marcó una localización absolutamente equivocada, de la urbe carpetana-.
Una vez más, diremos que esa errónea ubicación de Titulcia no hubiera tenido más importancia, sino hubiese provocado que desde entonces no buscasen los restos de la ciudad perdida en otros lugares. Pues, en verdad, fueron terribles las consecuencias arqueológicas de este fallo. Ya que, tras ello situaron Miacum en Madrid (junto al arroyo Meaques); todo lo que llevó a considerar que la Vía XXIV del Itinerario de Antonino, venía desde Segovia a Toledo del siguiente modo: Bajando por Navacerrada y tomando luego dirección hacia la actual A-6 (Carretera de la Coruña); para llegar al arroyo Meaques -donde teóricamente se situaba la mansio de Miacum-. Ello convertía a Madrid en una población de origen romano (al menos carpetano); logrando unir la historia más antigua, con El Palacio Real. Debido a que los terrenos del antiguo alcázar, donde luego se levantó el edificio que presidió la Villa y Corte. Se elevaban sobre el río Manzanares; muy cerca de la desembocadura del arroyo Meaques. Por cuanto, consideraron que la antigua calzada 24, continuaba luego desde este Miacum (junto al Palacio Real) para dirigirse a Titulcia (siguiente parada del Itinerario de Antonino). Llegando a destino bajando el río Manzanares, camino hacia el Sur, hasta alcanzar Bayona de Tajuña. Población que de ese modo, pasó a ser denominada en 1814: Titulcia.
Estos hechos provocaron que desde la fecha antes mencionada, nadie se preocupase por buscar los restos de Miacum o de Titulcia; ni menos, a plantear que ambas Mansiones podrían situarse en otro lugar (como así fue). Pero a finales del siglo pasado, se confirmó que la referida Calzada XXIV bajaba siguiendo la vereda del río Guadarrama y no la del Manzanares. Llegando así desde Segovia a Toledo; debido a lo que recientemente se ha descubierto que Miacum ha de localizarse en las inmediaciones de Collado Villalba o de El Escorial. Mientras Titulcia se hallaba en las cercanías de Móstoles; seguramente entre Carranque, el Álamo y Arroyomolinos. Ello significa, que las ruinas de Miacum prácticamente se han destruido por efecto de las múltiples urbanizaciones y del crecimiento de los pueblos de la sierra norte de Madrid. Donde municipios como El Escorial, Villalba y etc; han visto multiplicar desorbitadamente su población y sus construcciones. Por su parte, si Titulcia estuvo en Móstoles (como algunos expertos consideran); desde los años setenta y ochenta, la inimaginable expansión urbana mostoleña, habría hecho desaparecer todo vestigio del pasado. Frente a esta hipótesis; el insigne profesor Dimas Fernández-Galiano, cree que Titulcia se situaba en Carranque. Por lo que -probablemente- se habrían salvado la mayoría de sus restos. Hechos que deberá confirmar la arqueología en un futuro; realizando prospecciones y excavaciones en el actual “parque de Carranque”.
Después de todo lo expuesto, nuevamente diremos que Augustóbriga puede tratarse de un caso parecido al de Titulcia. Donde se ha localizado una ciudad de manera errónea; dejando de buscar los restos de la urbe perdida en otras áreas donde se debían haber reducido (conforme a datos). Consecuentemente, a mi juicio y como hemos ido razonando; la ubicación de Augustóbriga en Talavera la Vieja, fue provocada por Fidel Fita, para otorgar un mayor prestigio a Hübner. Debido a que el profesor alemán había “vaticinado”, que esa ciudad dedicada a Augusto estaba en la antigua Talaverilla y no en Villar del Pedroso (como hasta entonces se consideraba). Apareciendo casualmente en ese pueblo, una losa con la inscripción de Augustóbriga; quince años más tarde de que Hübner afirmase que la urbe vettona estaba en Talavera la Vieja -sin más argumento que su intuición-. Todo lo que parece más bien un hallazgo “lógico” y no tanto arqueológico. Debiendo desconfiarse sobre el referido encuentro de una losa romana, inscrita con la palabra “augustóbriga”; al haber sido localizada por el juez de primera instancia del lugar. No siendo vista antes por ningún vecino; ni menos, por los cientos de estudiosos en excavaciones que rondaron durante siglos esa zona. Pese a todo, se dice que la citada lápida estaba adosada a la muralla de esta población, hoy hundida bajo las aguas del embalse de Valdecañas y llamada Talavera la Vieja o Talaverilla. Donde desde la aparición de aquella piedra inscrita, fue reducida definitivamente Augustóbriga.
Pero hemos de plantearnos si la ciudad vettona perdida, permanece enterrada en el área de Villar del Pedroso. Un lugar donde actualmente se están planteando crear un parque eólico. Por cuanto, de construirse en ese área un gran recinto cargado de molinos generadores de electricidad; podríamos perder definitivamente las verdaderas ruinas de Augustóbriga. Tras estos párrafos y para terminar nuestra introducción, deseamos plantear que no busco ser un nuevo Quijote, luchando contra los molinos. Sino mi intención es mucho más simple; pretendiendo que no se levante un enorme grupo de aerogeneradores, en un lugar como las laderas de Villar del Pedroso. Riquísimas en ruinas y en restos arqueológicos; donde, a mi juicio, permanece aún escondida la antigua Augustóbriga.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de Navalmoralejo, municipio muy próximo a Villar del Pedroso, donde se conservan las ruinas de la ciudad de Vascos (identificada por muchos con la Augustóbriga vettona). Arriba, la iglesia en la plaza del pequeño pueblo. Al lado, detalle de la torre y de sus sillares; donde podemos ver una fábrica romana, seguramente reaprovechada durante época visigoda. Abajo, esquina y base de esa torre y campanario, donde vemos claramente una estela romana. Losa que creí haber descubierto, al no encontrarse catalogada en los ficheros arqueológicos. Pero que Méndez-Cabeza ya recoge en sus fotografías de la zona.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, lápidas romanas de Belvis de Monroy y de Navalmoralejo. A la izquierda y en vertical, la existente en la torre de Navalmoralejo. A la derecha, la hallada en Belvis de Monroy, dedicada a Lupus y a su mujer. Abajo, murallas de la ciudad abandonada de Vascos de la Jara.
BAJO ESTAS LÍNEAS: Mapa dibujado por mí, con el área de la que hablamos. Marcando la llegada del Tajo a Las Herencias y el paso desde allí, hasta tierras extremeñas. Con dos círculos rojos he delimitado las zonas cercanas a Villar del Pedroso, La Estrella, Navalmoralejo y Vascos de la Jara.
B) FIDEL FITA y su Augustóbriga:
En nuestros anteriores capítulos hemos tratado y analizado el hallazgo de una losa inscrita, encontrada en Talavera la Vieja, y que llevaba inscrito el nombre de Augustóbriga. Una “aparición” por la que se redujo a esta población -también llamada Talaverilla- la urbe vettona perdida. Descubrimiento más que extraño, dado a conocer primeramente por Fidel Fita, en el Boletín de la Real Academia de la Historia el año de 1887 (1) . Hechos sobre los que no volveremos a incidir, comentando de nuevo sus extrañas circunstancias y todas sus “rarezas”. Aunque, a quienes no conozcan los pormenores de este suceso que hizo ubicar Augustóbriga en Talavera la Vieja; recomendamos leer nuestro artículo VI, donde se analizan minuciosamente las “casualidades” de aquel “encuentro” (2) . Dicho esto, -a nuestro juicio- creemos que asimismo 0es necesario analizar el espíritu y la personalidad del Padre Fita; con el fin de plantearse si este historiador, era capaz de urdir una trama de este tipo: En la que el juez del lugar hallase una lápida, casualmente y mientras paseaba por las murallas de Talaverilla. Observando aquel magistrado, lo que nadie había visto durante siglos; pese a que la laja de mármol había estado desde tiempos inmemoriales, adosada a los muros exteriores del pueblo. Encontrando fortuitamente el juez de Navalmoral de la Mata, esa “piedra escrita”; que -según Fidel Fita- era una prueba fehaciente e indiscutible, para localizar Augustóbriga en Talaverilla. Allí mismo, donde Hübner había afirmado tres lustros antes, que debía situarse esta urbe vettona dedicada a Augusto (sin más argumentos que su intuición -como ya dijimos-).
Pues bien, para comprender si Fidel Fita pudo mandar “colocar y encontrar” en las murallas de Talavera la Vieja, un resto procedente de otro yacimiento; con el fin de glorificar a Hübner como el genio que redujo finalmente Augustóbriga. Deberíamos estudiar la vida y obras de este jesuita, observando minuciosamente si en ellas se contienen otras “falsificaciones o exageraciones” históricas. Todo lo que realizaremos valiéndonos principalmente de la biografía que publicó la R.A.H., como homenaje al que fuera su director. Obra escrita por Juan Manuel Abascal Palazón (3) y editada en memoria del Padre Fita; quien gobernó esta institución desde 1912 y hasta su muerte (sucedida unos seis años más tarde). De tal modo, comenzaremos con un bosquejo biográfico del historiador; no sin antes pedir disculpas por cuanto vamos a escribir. Quizás en contra del buen recuerdo y el prestigio de la Real Academia de la Historia. Pero es nuestro deber relatar y destacar la personalidad del jesuita; estudiando sus escritos junto a numerosos hechos, relacionados con su entorno ideológico o social.
B-1) Vida del Padre Fita:
Comienza Abascal Palazón su extenso libro sobre el que fue Director de la Real Academia de la Historia, con las siguientes frases: “A caballo entre el liberalismo religioso, el respeto a los postulados jesuitas y las buenas relaciones con casi todos los gobiernos que conoció, Fita construyó un mundo privado en el que la página escrita constituyó una auténtica obsesión. Publicar fuentes documentales, dar a conocer hallazgos arqueológicos” (3a) . Palabras a las que habríamos de añadir que el referido clérigo sufrió dos exilios obligados; lo que muestra su poca -o ninguna- relación con los políticos de su época. Asimismo, nada tuvo de liberal; pues su tendencia fue el carlismo más radical; tanto que militó en el Partido Integrista. Grupo que comúnmente se conoce como Católico Nacional; o bien Tradicionalista. Quienes en 1888, una vez superadas las guerras “requetés”; al ver que Don Carlos dejaba de pretender el trono, mientras se reconciliaba y abrazaba ciertas ideas liberales. Deciden fundar un partido político radical católico; para continuar apoyando todas las reaccionarias ideologías procedentes del carlismo. De ese modo, esos “Integristas”, entre los que se encontraba Fita; acusaron al propio Carlos VII de traicionar los principios de su familia y linaje; fundando ese otro grupo político al que perteneció el Padre Fita. Quien, asimismo colaboró en las publicaciones de ideología “tradicionalista”; especialmente en “Siglo Futuro”, revista que dirigió durante cinco décadas Cándido Nocedal y luego su hijo Ramón. Personajes, que se posicionaron en el ala más extrema; rechazando seguir al pretendiente, cuando se moderó; pese a que Cándido Nocedal había sido la mano derecha de Don Carlos de Borbón. Todo lo que nos obliga a apostillar que Don Fidel Fita, nunca fue liberal y ni siquiera respetó mucho los postulados jesuitas. Ya que militó y trabajó para el integrismo religioso más radical de su época.
Entendemos que puede resultar grosero, iniciar el relato y vida de este historiador; contradiciendo de un modo tan áspero lo que publica su biografía de la RAH. Pero, como dice el machadiano Juan de Mairena: “La verdad es la verdad; la diga Agamenón o su porquero”. Así pues, aunque algunos me acusen de actuar como un pastor porcino; incluso como un cerdo (lo que en ocasiones me llega en los mensajes internos). La verdad hay que destacarla, pues el Padre Fita jamás fue una mente abierta; ni menos un jesuita que mantuvo buenos contactos con los gobernantes de su época (dedicado a postulados moderados). Sino, muy por el contrario, llegó a convertirse en uno de los adalides del Carlismo más extremo, manteniendo ideologías que no seguía ya ni el propio Don Carlos. Debido a ello, una gran parte de sus obras contienen ideas vinculadas a un catolicismo radical y a filosofías cercanas al supremacismo (que tanto proliferaron a comienzos del siglo XX, promovidas entre algunas “escuelas alemanas”). Por lo que nos vemos obligados a realizar un análisis minucioso de su personalidad y obras; para razonar cuanto anteriormente hemos escrito. Sin dejar de rogar a los lectores que me disculpen; aunque deben de entender que estoy obligado a escribir y destacar aquello que verdaderamente pensaba o pretendía imponer, Don Fidel Fita.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, biografía de Fidel Fita, escrita por Juan Manuel Abascal y publicada por la Real Academia de la Historia, en 1999. En la portada podemos ver su retrato al óleo, pintado por Isidoro Lozano. Al lado, Cándido Nocedal; el asesor y ayudante más cercano a Don Carlos de Borbón y Austria-Este. Que siguió con la facción más dura del carlismo, cuando el pretendiente a la corona decide abrazar corrientes liberales, para ir renunciando paulatinamente a su pretendido trono. Al morir Cándido Nocedal, en 1885, le sustituyó su hijo Ramón en los cargos; radicalizando más los frentes que dominaba y llegando a considerar que Don Carlos VII era un traidor. Debido a ello, desde 1888 hubo un enfrentamiento entre carlistas, lo que hizo que el pretendiente les expulsase de sus filas. Todo ello se plasmó en la radicalización de sus publicaciones y en el de su liderazgo; adoptando Ramón Nocedal el flanco más duro. Fundando el Partido Integrista durante esos años; para mantener una línea extremista y tradicionalista en “El siglo futuro”. Publicación y partido de la que fue asiduo el Padre Fita. Abajo, Don Carlos de Borbón y Austria-Este (pretendiente al trono como Carlos VII), junto a su heredero. Curiosa fotografía que hemos tomado del libro de Julián Cortés-Cavanillas: “Alfonso XII”. En 1876 se perdió la última Guerra Carlista, debiendo marchar el pretendiente al exilio. Desde ese momento, Carlos VII decide aminorar sus intenciones para ser coronado y va progresivamente acercándose a los católicos más moderados; llegando a aceptar muchas de las premisas liberales. Todo ello, fue considerado por sus seguidores más radicales como una traición, intentarndo Cándido Nocedal que regresase a la guerra y volver a la batalla, para ganar el trono. Finalmente, tras fallecer Cándido Nocedal en 1885 y tomar el relevo su hijo Ramón; se vio obligado Don Carlos a expulsar de sus filas a estos radicales. Por lo que en 1888, Ramón y sus seguidores fundaron el Partido Integrista, al margen de los que se acercaban a la Sociedad de la época. Postulando seguir con las premisas de los “requetés” iniciales y ancestrales (por no decir, primitivos); ideología en la que militó Don Fidel Fita.
Continuando con la vida del Padre Fita; Juan Manuel Abascal, en su biografía nos narra como nació en Arens de Mar (Barcelona) en 1835. Estudiando en Francia y Centro Europa, durante su primera etapa de seminario; para terminar de hacerlo en Loyola (debido a lo que antes de cumplir los veinte años, hablaba varios idiomas). Allí toma cuatro Órdenes jesuitas en 1854; año en que se produce el alzamiento de O´Donnell. Por cuanto, los cambios sociales que impone este general y las leyes de Espartero, le obligan a exiliarse en la fecha (3b) . Este hecho, a mi juicio, muestra que posiblemente era ya un carlista en activo; participando -o instigando quizás- el alzamiento de los partidarios de Don Carlos. Quienes en 1855 volvieron a intentar una guerra; lo que -en mi opinión- llevaría al exilio, a Fidel Fita. Aunque el autor de su biografía, narra que la marcha de España se debió a la desamortización de Madoz. Una situación, que a mi entender, no cuadra con la necesidad de huir de un país. Ya que no es lo mismo emigrar al extranjero, debido a que desamortizasen o vendieran el convento donde habitaba; que asilarse obligatoriamente en otra nación (lo que supone cruzar la frontera por motivos políticos, y no económicos).
Continúa narrando Juan Manuel Abascal, que Fita logró regresar a España en 1857, tras la ley promulgada en 1856 por O´Donnell, que permitía a los exiliados retornar. A su vuelta fue destinado a León, escribiendo el autor de esta biografía lo siguiente sobre esa etapa en la que el clérigo se inició en la arqueología: “León será para Fita una segunda patria y la ciudad que despertaría su vocación investigadora. Además de completar sus estudios de Teología, aquí darían comienzo sus estudios históricos y sus contactos con la Academia, que marcaría su labor científica hasta su muerte. Aquí residió entre 1860 y 1866, siendo ordenado sacerdote en 1863, y también aquí entró en contacto con la antigüedad romana (...) En el León de aquellos años Fita trabó amistad con el ingeniero de caminos Eduardo Saavedra (...) y con Ricardo Velázquez Bosco” (3c) . Continúa el relato de su vida, con su regreso a Cataluña en 1866, donde vive unos años “oscuros” en opinión de su biógrafo. Periodo que le llevó a un segundo exilio; debiendo marcharse a Francia en 1868 (3d) .
Durante esta segunda huida de España, Juan Manuel Abascal nos dice como fue detenido, escribiendo: “Un breve comentario de su paisano F de P Calbetó permite saber que en la huida de Fita hacia Francia fue reconocido como jesuita y detenido en Figueras, siendo recluido en la Secretaría y Archivo del Ayuntamiento” (3e) . Una vez que logra ser liberado, se refugiará en el Sur del país vecino; aunque la guerra Franco Prusiana de 1870, le obliga a volver a su tierra natal. Pasa entonces, a residir en Bañolas y visitará asiduamente Madrid, desde este momento; entrando en contacto con la Real Academia de la Historia. Donde es propuesto como Miembro de Número el año 1877, sustituyendo a Fermín Caballero (3e) . Siendo entonces cuando Hübner vio en Fita un gran colaborador; debido a que hablaba bien el latín y otros idiomas centro europeos; naciendo una gran amistad entre ambos. Por todo lo que el Padre Fita dedicará gran parte de su obra al análisis de inscripciones romanas; a la vez que redacta estudios sobre temas religiosos (3f) . Finalmente, en diciembre de 1912 es nombrado Director de la Real Academia de la Historia; donde continúa realizando una labor dedicada principalmente al estudio hagiográfico y a la epigrafía. Aunque seis años más tarde cae enfermo con fuertes fiebres, falleciendo en enero de 1918 (3g) . En la cita (3h) recogemos las obras del Padre Fita, mencionadas por su biógrafo; entre las que no se encuentran algunas que dedicó a Talavera la Vieja -sin recoger también las referentes al hallazgo de Augustóbriga-. Asimismo, tampoco veremos entre esta lista de opúsculos del Padre Fita, los que tratan sobre Valdeverdeja (el Puente del Conde), El Berrocalejo y Belvis de Monroy. Todos ellos relacionados con la localización de Augustóbriga en Talaverilla (4) .
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes relacionadas con Talavera la Vieja. Arriba, el embalse de Valdecañas; bajo cuyas aguas se encuentra desde hace sesenta años esa población. Al lado, una hoja del corpus de Hübner en la que publica una pequeña piedra de mármol, hallada por Fita en Talaverilla, con la palabra “Flavi”. Resto inscrito donde la prof. Gimeno Pascual ha querido leer: “Augustóbriga” (5) . Abajo, las columnas rescatadas de las aguas, que pertenecieron al templo romano de Talavera la Vieja.
B-2) Obras y pensamiento historicista de Fidel Fita:
Juan Manuel Abascal, sigue su biografía añadiendo datos sobre sus preocupaciones intelectuales, y explicando sus primeras obras. Donde se observa el interés del jesuita por los estudios célticos; todo lo que nos lleva -personalmente- a pensar, que esas primeras investigaciones se debieron a su estancia en Francia. Pues residió en el país vecino, durante una época en que despertaba el romanticismo histórico galo; años en los que figuras como D'Arbois de Joubainville reescribían el pasado de los celtas (6) . Recogiendo esos nuevos bardos del siglo XIX, los mitos centroeuropeos ancestrales; mientras cubrían con un manto de misterio y misticismo la lengua gaélica y el mundo indoario. Llegándose por entonces a afirmar que los celtas habían creado hasta el dolmenismo; generando unas falsificaciones históricas que llevaron a teorías donde se demostraba que los indoeuropeos habían sido más cultos, civilizados y más antiguos que los mediterráneos. Postulando aquellas equivocadas ideas, que las gentes celtas se habían extendido por todo el Continente. Sembrando dólmenes, construyendo cromlechs (observatorios astronómicos), promoviendo su lengua y religión por toda Europa; hasta que Roma destruyó y subyugó su civilización. Unas falsas teorías que llevaron al nacimiento de numerosas ideologías supremacistas, promocionadas por filosofías como la de Nietzche; considerando que el hombre indoariano era superior a todos y la esencia misma de la Europa auténtica. Lo que, a su vez, promovió unos movimientos celtistas, gaélicos e indoarianos; que desembocaron en ideologías terribles. Separando a los habitantes de Europa en Superiores (de tipo germano o indoeuropeo) e inferiores (de tipo mediterráneo o semita). Corrientes que en época del Padre Fita se relacionaban con la religión y el sentimiento patrio; por lo que no es extraño que este investigador se afanase por encontrar las raíces del idioma vascuence en el gaélico y en el sánscrito.
Consecuentemente a lo antes expuesto, narra el biógrafo de Don Fidel: “El trabajo, en el que Fita hizo aparecer alguna de sus teorías etimológicas y en el que expuso lo que se ha dado en llamar la tesis vasco aria, recibió críticas inmediatas (…) Tales críticas, radicales y confirmadas en obras posteriores, pudieron ser causa inmediata de que el jesuita abandonara este tipo de estudios para dedicarse únicamente a la edición documental, bien se tratara de inscripciones o de manuscritos” (6a) . Pasando más tarde, Juan Manuel Abascal; a referir algunas obras del historiador, relacionadas con este mundo etimológico (7) ; entre las que destaca una intitulada “El vascuence en las inscripciones ógmicas”. Opúsculo que analizaremos en el siguiente epígrafe; debido a que en él se sigue una “extraña” teoría sobre las inscripciones druídicas, unidas al vascuence. Donde se desea demostrar un origen común; argumentando que los celtas fueron los creadores del primer alfabeto, tanto como de la lengua vasca. Ideas sin un fundamento lingüístico, ni histórico; tal como veremos más adelante.
En lo que se refiere a sus obras dedicadas a la Iglesia y a la religión; escribió numerosos opúsculos sobre La Inquisición. Destacando aquellos en los que este jesuita se afanó por estudiar a fondo el caso de El Niño de la Guardia; admitiendo este suceso como totalmente real, considerándolo uno de los grandes símbolos del cristianismo de España (7a) . Adoptando una postura que nos resulta ajena a la verdad; siguiendo un criterio bastante inhumano y carente de toda lógica. Principalmente, justificando sus conclusiones en base a hechos contrarios a la realidad del pasado; y apartándose de la función que debe realizar un verdadero historiador de las religiones -por no decir, guiado por un instinto enajenado-. Para comprender nuestra crítica, recordaremos que El Niño de la Guardia fue un famoso episodio que jamás se ha admitido como cierto. Siendo considerado una “falsificación religiosa”, extendida durante los siglos XV, XVI y XVII; para promover el odio hacia los judíos. Un terrible relato, cuya veracidad jamás se ha probado; donde se narra como unos hebreos raptaron a un niño en el pueblo toledano de La Guardia, para crucificarlo y realizar con su martirio magia negra (profanando hostias y todo tipo de ritos católicos).
Esta leyenda, venía de siglos atrás en los que algunos cristianos fanáticos, afirmaban que cada Semana Santa, los hebreos raptaban niños y los crucificaban; llegando a beber su sangre y comer el cuerpo de los asesinados. Un relato terrorífico; que según las diferentes versiones, se realizaba incluso en las sinagogas y se oficiaba por sacerdotes o familias rabínicas. Hechos de los que hay triste constancia en los pliegos de La Inquisición; donde se recogen casos en los que tras desaparecer un niño, se culpó a los judíos de haberlo raptado, con ese fin. Todo lo que se logró testimoniar a través de la tortura de varios acusados, quienes llegaron a admitir que esas prácticas eran comunes entre los hebreos durante la Semana Santa. Debido a ello, no podemos comprender los estudios que presenta el Padre Fita, intentando demostrar la veracidad de El Niño de la Guardia; llegando a la conclusión histórica de que sucedieron numerosos casos similares, en diferentes lugares de España. Todo lo que muestra un enorme espíritu antisemita; un hecho que -quizá- le acercaría tanto a alguna de las “escuelas alemanas” (refiriéndonos a la de Berlín, que ya preconizaba ese odio hacia los judíos).
Otro aspecto muy diferente tendrán las obras de Fita, dedicadas a la Historia de Iglesia y a la hagiografía (7b) . Aunque, tampoco son un gran ejemplo de estudio, ni de erudición; pues muchas se basan en tradiciones y hechos fantásticos. Pretendiendo dar por ciertas, leyendas como la llegada del cuerpo de Santiago a Galicia y su imaginado viaje hasta donde hoy se alza la sede episcopal (todo ello unido al reino de Lupa o al mito de los toros uncidos al carro y etc). De estos trabajos eclesiásticos, estudiaremos algunos en el epígrafe siguiente; observando una gran falta de rigor en muchos (al menos, a mi juicio). Por último y en referencia a su labor como sacerdote vinculado a la cultura; nos ha llamado enormemente la atención su función e intención, durante las excavaciones de la catedral compostelana. Intentando demostrar (de cualquier forma) que en su cripta se hallaban enterrados los restos del Apóstol Cebedeo; sin admitir otras opciones arqueológicas.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes relacionadas con Santiago el Mayor, patrón de España. Arriba, lienzo atribuido a Francisco Polanco que representa al santo como peregrino. Al lado y abajo; dos tablas castellanas del siglo XV, pertenecientes al Museo de la Catedral de Astorga, a la que agradecemos nos permita divulgarlas. En ellas se contienen escenas de La Leyenda Dorada; el relato de Jacobo de la Vorágine, donde se narra la llegada del Santo Patrón hasta donde se elevó la catedral compostelana. Representando “El Puente de la Vida” y “La reina Lupa”; episodios tradicionales sobre el sepulcro del santo. En estas tablas se recoge el momento en que al llegar el cuerpo de Santiago a Galicia, esa tierra era gobernada por una perversa llamada Lupa. Queriendo los seguidores del santo, enterrarlo en el lugar; Lupa les mandó ir hasta un monte, para tomar bueyes y uncirlos a un carro (y así trasladar el cadáver hasta donde les permitía la inhumación). Al ir los seguidores por aquellos bovinos, observaron que eran toros bravos y muy fieros. Además, a su lado había un dragón, rugiendo y echando fuego por la boca. Pero, sin miedo; los que deseaban dar sepultura al Apóstol, hicieron el signo de la cruz; y el dragón se alejó, quedando amansados los morlacos. Así fueron atados al carro que transportó el muerto hasta el lugar en que iba a ser finalmente la catedral compostelana. Pero mientras viajaban con el cuerpo, el rey los paró y encarceló; para evitar que en sus tierras fuera depuesto el maestro. Aunque por la noche se acercó hasta la cárcel un ángel, que les abrió la puerta y les permitió huir con su carro, para dar sepultura a Santiago. Fue entonces cuando el rey mandó a su ejército para que los atrapase, aunque al cruzar un río, el puente se derrumbó y acabó con los militares que venían a apresarlos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: detalles de las dos tablas anteriores. Al lado, La reina Lupa. Abajo, El puente de la vida.
B-3) Análisis de algunas obras del Padre Fita:
Con el fin de no aparentar animadversión contra este historiador; ni aparentar haberle calificado como un fantasioso de pensamiento integrista, sin motivos suficientes. Vamos a resumir, recoger y analizar algunos de sus opúsculos:
B-3. 1º) Inscripciones romanas inéditas de Vascos y de Valdeverdeja: (8)
El autor redactó en 1883 una descripción del puente "romano" y la zona de Peñaflor, en el paso sobre el Tajo, entre Valdeverdeja y Villar del Rey (camino de Talavera la Vieja). En nuestro anterior capítulo podremos ver el análisis a esta obra y las imprecisiones que contiene; todo lo que resumimos de nuevo en nuestra cita (8a) . Donde veremos que el artículo del Padre Fita es un cúmulo de datos, sin justificación histórica; con el único fin de atestiguar que este lugar era un paso romano de enorme importancia. Quizá, para posteriormente poder justificar que a pocos kilómetros se encontrase Augustóbriga (en Talaverilla).
B-3.2º) La lápida de Augustóbriga en “El cuaderno (Boe. de la RAH) fechado en Noviembre de 1887:
En nuestra cita (9) podremos ver el análisis y el resumen sobre el descubrimiento de la referida losa, con la inscripción Augustóbriga; publicada por primera vez por Fita, en este boletín. Sobre todo ello ya me extendí sobradamente en el anterior artículo; aunque hemos de recordar nuevamente varios puntos: Primero, que el hallazgo fuera hecho por el juez de Navalmorál y no por un lugareño o un especialista en “antigüedades” (de los muchos que merodeaban por la zona). Segundo, que la losa hubiera sido encontrada adosada en parte baja de la muralla de Talavera la Vieja; pese a lo que durante siglos, nadie la vio (es decir, la pieza no procede de una excavación). Tercero, que su mármol no presenta restos de haber estado adherida a un muro de piedra, ni menos las roturas comunes que se producen al sacar una laja marmórea de una pared. Cuarto, que apenas tiene desgaste ni daños en su superficie; sin parecer que halla estado a la intemperie durante siglos, debiendo pensarse que permaneció enterrada (máxime cuando el lugar del hallazgo se situaba junto al río; donde llegaban las aguas). Quinto, que su peso y tamaño es pequeño; por lo que cualquier persona podría haberla trasladado. Sexto y último: que la traducción dada por Fidel Fita es errónea; tal como luego Hübner corrigió. Por cuanto la lectura de su epígrafe no implica que en el lugar del hallazgo, estuviera Augustóbriga. Ya que de ella, tan solo se deduce, que Augustóbriga dio la hospitalidad a un individuo llamado Cayo Julio; quien podría haber llevado la losa hasta otro lugar (tanto él como sus descendientes).
Por todo lo dicho, resulta “sospechoso” el hallazgo de la mencionada lápida, pareciendo que Fidel Fita participó en la “colocación” de esta, en Talavera la Vieja, con el fin de que allí se localizase finalmente Augustóbriga. Todo lo que daría enorme fama a Hübner en España, debido a que unos quince años antes, este investigador alemán había vaticinado que en esa Talaverilla se hallaba la urbe dedicada a Augusto. Lo anteriormente señalado, pudo estar relacionado con la publicación del Padre Fita escrita en 1883 y que hemos citado en el epígrafe superior. Donde llega a determinar que el paso del Tajo por el Puente del Conde (en Valdeverdeja); se corresponde con una calzada romana de gran importancia. Ello, pese a ser un hecho conocido; que el citado puente entre Villar del Pedroso y Valdeverdeja, fue obra del conde de Plasencia. Aunque para afirmar que este punto era un cruce de enorme relevancia en etapa romana, Fita relata que lugar estaba lleno de restos e inscripciones; ya desde época de Felipe II. Ello podría justificar que cuatro años después, apareciera muy cerca y “casualmente” esa losa que menciona el nombre de “Augustóbriga”. Logrando que Hübner hubiera acertado en su vaticinio acerca de la urbe perdida.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de Santiago de Compostela. Arriba y al lado, La Catedral. Abajo, las famosas “conchas” santiaguesas; un símbolo cargado de historias y enigmas, cuyos orígenes unos los sitúan en el Neolítico, otros en Roma y los más, en la Edad Media.
B-3. 3º) “El vascuence alavés anterior al siglo XIV”:
Se trata de otro estudio “extraño”, cuya referencia y resumen recojo en cita (10) .
B-3. 4º) “El vascuence en las inscripciones ógmicas” :
Es un opúsculo, a mi juicio delirante; que pretende aunar el vascuence con la epigrafía en alfabeto “Ogham”; escritura druídica usada para el idioma gaélico, que comenzó entorno al siglo V d.C.. En cita (11) recojo gran parte del estudio publicado por Fidel Fita en 1893, para que los lectores juzguen si mi calificación de “texto delirante” procede de mi animadversión hacia este autor, o de la falta de coherencia y rigor del historiador (al menos, en ese caso). Por lo demás, acerca de estos estudios del vascuence; decía Juan Manuel Abascal: “El trabajo, en el que Fita hizo aparecer alguna de sus teorías etimológicas y en el que expuso lo que se ha dado en llamar la tesis vasco aria, recibió críticas inmediatas como la de Unamuno: «tantas voces como el Padre Fíta ha hallado comunes al vascuence y al sánscrito, hallaría un sinólogo entre el mismo vascuence y el chino». Tales críticas, radicales y confirmadas en obras posteriores"', pudieron ser causa inmediata de que el jesuita abandonara este tipo de estudios para dedicarse únicamente a la edición documental, bien se tratara de inscripciones o de manuscritos”. El referido opúsculo intitulado “El vascuence en las inscripciones ógmicas”; ya señalamos que pertenece a 1893, cuando el autor estaba en plena madurez y era académico de la RAH.
B-3. 5º) “LA GRAN CAVERNA DEL PICOSACRO, DOS LEGUAS AL ORIENTE DE COMPOSTELA. NUEVO ESTUDIO” :
Se trata de un extenso trabajo sobre esta cueva; cuyo texto hemos resumido en nuestra cita (12) . Como podemos ver, el estudio pertenece más al ámbito de las leyendas o del folklore, que de la historia. Intercalando hechos reales, mezclados con mitos; donde de nuevo aparece la reina Lupa y la historia del Apóstol llegando a Galicia. Por lo demás, la obra fue escrita en 1911; en plena madurez y un año antes de ser elegido Director de la Real Academia de la Historia.
B-3. 6º) Los diferentes opúsculos sobre “El niño de La Guardia”:
No vamos a añadir mucho más acerca de estos estudios, en los que Fita intentó demostrar la veracidad de esa infame historia. Unos hechos, que desde el siglo XIX se consideraron inventados o “trastocados”; extendidos para incentivar el odio contra los judíos y los conversos (en los años del edicto de expulsión). Acontecimientos tan tristes como vergonzantes, que se produjeron en nuestras tierras, a finales del siglo XV; cuando España comenzaba a ser un ejemplo de progreso, civilización y cultura. Pese a lo que, en ese tiempo, algunos actuaron de un modo totalmente execrable. Obteniendo confesiones bajo tortura; para promover una “leyenda” donde se narraba como algunos hebreos, durante los días de Semana Santa, raptaban niños, los crucificaban y hasta bebían su sangre. Unos hechos que se dijeron, habían sucedido en La Guardia (población toledana) en el año de 1480; y por los que fueron quemados vivos varios conversos -en 1491-. Aunque históricamente, también se mencionan otros menores martirizados de un mismo modo; como el niño de Sepúlveda (en 1468) y Santo Dominguito del Val, crucificado en el siglo XIII. Acerca de todo ello, el clérigo Alonso de la Espina; se inventó un innumerable listado de casos, en su obra"Fortalitium Fidei" publicada en 1485. Un famoso tratado contra los Judíos y herejes; que recoge, importa y desarrolla, la conocida “leyenda de Hug de Lincoln”. Famosa historia medieval. donde se narraba que en 1255, los judíos de Lincoln (Inglaterra), se habían reunido para crucificar a un niño de ocho años -llamado Hug-; cuyo cuerpo fue usado para realizar ritos de adivinación, antes de que muriese. En una misma línea, pero ya a fines del siglo XIX, Fidel Fita escribió numerosas obras sobre el tema; intentando mostrar y demostrar la autenticidad de los hechos. Manifestando que “El niño de La Guardia” y otros casos similares, sucedidos en la Península; eran la máxima expresión del positivismo católico. Redactando esos trabajos entre los años 1887 y 1989; siendo ya miembro de la RAH y en época coetánea a sus descubrimientos sobre Augustóbriga (situándola en Talavera la Vieja).
Son estos opúsculos, los siguientes que enumeramos (para quien desee leerlos):
- «La verdad sobre el martirio del Santo Niño de La Guardia, ó sea el proceso y quema (16 noviembre, 1491) del judío Jucé Franco en Avila», BRAH 11, 1887, pp. 7-134.
- «Memoria del Santo Niño de La Guardia, escrita en 1544 . Biblioteca Nacional, códice Aa 105, fol. 32r-41 r», BRAH 11, 1887, pp. 135-160.
- «Breve noticia del Santo Niño de La Guardia, que el arzobispo D. Juan Martínez Siliceo alegó en 1547», BRAH 11, 1887, pp. 239-240 .
- «La Inquisición toledana . Relación contemporánea de los autos y autillos que celebró desde el año 1485 hasta el de 1501», BRAH 11, 1887, pp. 289-322 .
- «Sentencia, quema y sambenito de Hernando de la Rivera, que dicen hizo el papel de Pilatos en la Pasión, ó martirio del Santo Niño de La Guardia», BRAH 14, 1889, pp. 97-104 .
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos dibujos míos de Santiago de Compostela y de la Plaza del Obradoiro (cuadritos que hace años hice y regalé a los embajadores del Japón). Como decimos, durante las excavaciones llevadas a cabo en la catedral compostelana, a comienzos del siglo XX. Fidel Fita intentó, por todos los medios, demostrar que allí se hallaba el cuerpo del Apóstol; sin admitir otras hipótesis.
B-4) Conclusiones a la vida y obras del Padre Fita:
Tras lo expuesto en los tres epígrafes anteriores, no creemos que seamos injustos si mucho desconfiamos de cuanto Don Fidel Fita escribió, pensó y promulgó. Pues, sus intenciones religiosas son tan tradicionalistas; que negaban la posibilidad de que en la catedral de Compostela hubiera otra tumba distinta a la de Santiago. Asimismo, su intento por rememorizar y devolver a la Historia, el caso de El Niño de La Guardia; es un hecho casi aberrante (intelectualmente hablando). Llegando Fita a escribir “barbaridades” acerca de este suceso; del que el historiador promulga la obligación por ser destacado, como uno de los episodios más relevantes de nuestro cristianismo. Dictando la necesidad imperiosa de hallar todos los testimonios y pruebas inquisitoriales, que se habían perdido; para demostrar su total veracidad y la importancia religiosa de lo acontecido. Una preocupación acerca de esa documentación, donde La Inquisición condenó a la hoguera a quienes confesaron bajo torturas; que tan solo muestra una mente enfermiza... . En otro aspecto y acerca de sus estudios sobre etimologías del vascuence, incluyendo esta lengua entre las oghámicas. Sus teorías son tan difusas como confusas, ya que considera el vascuence nacido desde el ibero (siguiendo a Humbolt) y perteneciente a la rama celta (basándose en el sánscrito). Lo que demuestra una enorme ignorancia, frente a muchos otros autores de su época; quienes conocían perfectamente que el alfabeto Ogham era un sistema de escritura nacido en las Islas Británicas y usado entre los gaélicos. “Alfabeto céltico” probablemente posterior al siglo V d.C.; ya que Julio César comenta en La Guerra de las Galias, que los druidas eran ágrafos (no se les permitía escribir sus conocimientos). Por lo que sabemos que esos sacerdotes redactaban tan solo asuntos cotidianos, valiéndose de signos griegos o latinos.
De todo lo expuesto, concluimos que las obras sobre etimologías y los estudios del Padre Fita tratando el euskera comparado; fueron perfectamente calificados por Miguel de Unamuno, cuando dijo textualmente: “tantas voces como el Padre Fíta ha hallado comunes al vascuence y al sánscrito, hallaría un sinólogo entre el mismo vascuence y el chino”. Lo antes dicho, unido a su intención por que el Apóstol Santiago estuviera enterrado en Compostela, le convierten en un folclorista más que en un historiador. Aunque, su deseo por reavivar el recuerdo de El Niño de la Guardia, delatan un tono inhumano en sus intenciones. Por lo que, a mi juicio, su obra contiene una visión y una documentación con muy poca fiabilidad. Si a lo expuesto, añadimos que el Padre Fita fue uno de los adalides del Partido Integrista, siguiendo los postulados del carlismo más radical. Su figura nos permite desconfiar sobre cuanto hizo y escribió; refiriéndome ahora al “extraño y casual” hallazgo de una losa en Talavera la Vieja. Pudiendo tratarse esa piedra inscrita, de una pieza hallada en otro lugar (cercano o no) y trasladada hasta esa población, para ser colocada en las murallas; con el fin de que allí la encontrase el juez de Navalmoral de la Mata.
Por lo demás, si el único dato cierto y fidedigno, para localizar finalmente Augustóbriga en Talaverilla; fue la aparición de esta lápida “extrañamente adosada” a sus muros. Diremos que hay testimonios muy anteriores y actuales, que desestimarían esa reducción. Pues en el siglo XVII ya se había hallado en Villar del Pedroso una tumba donde se leía Augustóbriga. Pero, igual modo, hace unos cincuenta años se encontró en Mérida una laja de mármol blanco cuya inscripción es muy parecida a la que publicó Hübner, con la colaboración de Fidel Fita. Por cuanto, siguiendo un mismo criterio; Augustóbriga podría estar en Villar del Pedroso; tal como se supuso hasta que se promovió el cambio de localización en 1887. E incluso -también- siguiendo la absurda teoría por la cual, una sola losa inscrita, determina la ubicación de una urbe. Llegaríamos a buscar Augustóbriga en un lugar cercano a Mérida; debido a que en sus proximidades también salió una pieza similar, cuya epigrafía es casi igual a la de Talavera la Vieja.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes relacionadas con inscripciones romanas donde se contiene la palabra Augustóbriga. Arriba, la losa de Talavera la Vieja, tal como la exhibe el Museo Provincial y Arqueológico de Cáceres -al que agradecemos nos permita divulgarlas-. En ella pone: C(aius) Iulius C(ai) f(ilius) Gal(eria) [Tiro?] Senatui popu[loque] Augustobr[igens](ium) hospesd[omo...?] dat. = Al Senado y pueblo de Augustobriga lo da su huésped, Cayo Julio Tirón, hijo de Cayo, de la tribu Galeria (domiciliado en...?)
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos verracos vettones, de los ocho que han aparecido en Villar del Pedroso.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: la iglesia de Villar del Pedroso; al lado uno de sus extraños sillares (que pudieran proceder de una cocina o de una casa romana).
B-4. a) Final, sobre nuestra crítica al Padre Fita:
Como venimos exponiendo, por cuanto escribo acerca de este historiador, he de pedir disculpas a la Real Academia de la Historia; noble institución de la que el clérigo fue Director. Siendo elegido para relevar a uno de los más insignes intelectuales de nuestro país; como fue Don Marcelino Menéndez Pelayo. Hechos que recoge del siguiente modo su biografía, escrita por J.M. Abascal Palazón: “en diciembre de 1912 cuando, a la muerte de M. Menéndez Pelayo, fue elegido para sucederle como Director de la Real Academia de la Historia, cargo en el que sería reelegido en 1915. Las cartas de felicitación por aquella elección muestran hasta qué punto Fíta gozaba de un reconocimiento general en casi todo el país” -ver (3g) -. No vamos a contradecir a una persona que debe conocer la figura mejor que nosotros; aunque sí hemos de destacar que desde el fallecimiento de quien “presidía” esa Academia, hasta la elección del clérigo como sucesor; median casi siete meses. Más de medio año, en el que el cargo no quedó del todo vacante, ya que el Padre Fita entró a cubrirlo como interino. No comprendiéndose muy bien, por qué no fue elegido antes este jesuita; creemos que la muerte de Canalejas pudo tener mucho que ver. Ya que tras el asesinato del Presidente del Consejo, en noviembre de 1912, se produjo el ascenso de fuerzas católicas muy radicales. Nos referimos a Carlistas, tradicionalistas e Integristas (de la rama más dura) que estuvieron muy “controladas” durante el mandato de José Canalejas. Todo lo que podemos leer y comprender en dos publicaciones que recomendamos leer a los interesados en el tema: “La política religiosa en España: 1889 -1913” (13) ; y De la discordia a la comunión: el Dr. Sardá y los Jesuitas (1882-1907) (14) .
Muchos me escriben en tono “jocoso” -incluso insultante- diciendo que mis críticas al Padre Fita proceden de que mi familia materna era conversa, contraria al carlismo, krausista y “canalejista”. Pero, aunque sea verdad lo de “conversos, liberales, krausistas y canalejistas”; no es cierto que ello me mueva a oponerme a los estudios de este jesuita. Para comenzar mi apología propia, afirmaré que los Santafé y Santángel procedían de Tarazona; siendo una rama de conversos, asentados más tarde en Tudela (cuando sufrieron persecución por el Santo Oficio). Aunque, pese a ser navarros, manifestaban un profundo anti carlismo; hecho que les hizo trasladarse a París y residir en Madrid. Asimismo, es cierto que mi bisabuelo materno era Manuel Cobo Canalejas; pariente del estadista asesinado y su mano derecha. Quien dirigía su bufete, cuando asignaban un cargo de importancia al político; y organizaba el partido canalejista, en Cuenca. Del mismo modo, sobre el krausismo, nada debo negar; pese a existir personas que desean calumniarlo, difundiendo que se trataba de una “secta” (tal como hace el Sr. Fernández Barbadillo repetidamente, en El Toro TV). Dicho esto, lo que me mueve a criticar al Padre Fita son sus falsificaciones de la Historia; a mi juicio, movido por sentimientos políticos y religiosos, de muy bajo talante (como el Integrismo o el supremacismo). Resultando obvio en sus estudios sobre el vascuence y las lenguas oghámicas; que están ligadas al intento de mostrar una superioridad de estos idiomas (y de quienes los hablan). Todo ello, unido a las teorías alemanas de la época. Del mismo modo, sus escritos sobre El Niño de la Guardia, no solo muestran un profundo antisemitismo (reinante por entonces en algunas escuelas germanas); sino también demuestran lo peor de un cristiano. Pues, de un modo muy diferente, Don Marcelino Menéndez y Pelayo, era un católico convencido y también partidario del carlismo. Pero ideológicamente estaba unido a Pidal y al Partido de Unión Católica; promulgando que todos debían admitir La Restauración y no provocar más guerras. Mientras la militancia de Fita entre los integristas, manifiesta que deseaba nuevas contiendas, para recuperar el ideario “requeté”; sin adherirse a La Restauración.
Con todo lo dicho, no vamos a “bucear” sobre aquellos que en noviembre de 1912 instigaron para que un anarquista asesinase a Canalejas. Aunque deseo advertir sobre algunos hechos que resultan muy extraños en su muerte. Uno de ellos fue, que el terrorista se suicidase (después de matarle) presentando dos tiros en la cabeza, con su entrada de bala por el lado derecho; pese a ser zurdo. También es inexplicable que los anarquistas atentasen contra él; ya que no eran sus enemigos. Debido a que antes de ocupar la Presidencia del Consejo, fue uno de los pocos que los defendió durante el proceso seguido contra ellos, tras los hechos de la Semana Trágica (intentando que no fusilasen a sus cabecillas). Siendo así, resulta absurdo que un ácrata fuese el enviado a asesinar a Canalejas; a menos que viniera desde Estados Unidos -procedente de Tampa-, donde no deseaban que este político siguiera investigando la voladura del Maine. Demostrando que esa explosión sucedida en 1898, hubo sido interna y nunca una bomba española, colocada en el exterior del acorazado. Asimismo, había otros poderes que odiaban su política de manera enfermiza; entre los que destacaban tres facciones. Tres grandes bandos que se sentían perjudicados por la legislación progresista de este “Presidente del Gobierno” de Alfonso XIII; mientras gobernaba a las puertas de una Gran Guerra (que preparaban en la trastienda de la política europea):
Primeramente, eran sus enemigos, los partidarios de Francia; quienes deseaban que España participase de su lado, si se producía una Conflagración Mundial. Dado que Canalejas era más favorable a Inglaterra y -además- estaba considerado un antibelicista (aunque no un pacifista; oponiéndose a las guerras y no al ejército). Con ese fin, el Presidente del Consejo asesinado en 1912; cambió las normas de alistamiento, obligando a que todos hicieran el Servicio Militar (sin permitir pagarse un soldado de sustitución, como hasta entonces se hacía). Una medida con la que deseaba evitar nuevas contiendas; debido a que se reclutaba a ricos y pobres, sin distinción, ni redención de La Mili. En segundo lugar, era odiado por los caciques y los adinerados asentados en el poder; porque Canalejas deseaba prohibir la compra de votos y convertir a España en una verdadera democracia. En tercer término, fueron sus grandes enemigos los más afines al carlismo radical y al clero tradicionalista. Debido a que el estadista había aprobado la llamada Ley del Candado; prohibiendo establecerse en España a nuevas Órdenes religiosas. Así fue, como tras la muerte de José Canalejas, prosperaron magnates como Romanones y otros partidarios de Francia; emergiendo, por otro lado, los sectores más duros del carlismo y del conservadurismo. Logrando ascender numerosos personajes pertenecientes al Partido Integrista, que ocuparon los más altos cargos desde noviembre de 1912.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de piezas en propiedad del Museo de Cáceres, al que agradecemos nos permita divulgarlas. Arriba y al lado, losa de Augustóbriga; en las fotos podemos observar que la pieza no está desgastada, tan solo tiene una rotura en un lado; pero no aparenta haber permanecido siglos expuesta a los elementos naturales, y junto a un río. Menos aun, al agua y arenas como las que tenía Talaverilla; muy agresivas y que producen la pronta meteorización del mármol. Tampoco hay en ella marcas de haber sido fijada a una pared, aunque conserva una “extraña” línea de cemento tipo Portland (gris). Además, vemos en su lateral, un gozne o agujero para engarzarla; quizá original de la pieza.
C) LA EBURA VETTONA Y LA EBURA CARPETANA:
Mucho hemos escrito ya sobre esta Ébura de los vettones, que siempre se situó en Talavera la Vieja. Al menos, hasta que en 1887 Fita dio la noticia del descubrimiento de la pieza que mostramos en imágenes anteriores. Logrando que Hübner ratificase su teoría, publicándola en la segunda edición del Corpus de Inscripciones latinas de la Península Ibérica; como un indicio indiscutible para la reducción de esta urbe perdida. Cambiando desde entonces la ubicación de Augustóbriga a Talaverilla, mientras la antigua Ébura de los vettones quedó “vacante”. De tal modo, se solucionó bajo una nueva hipótesis, que esa Ébura, sin localización, era la antigua Talavera de la Reina. Pero el problema volvió surgir de nuevo cuando comenzaron las excavaciones en esta ciudad toledana. Debido a que sucesivamente fueron apareciendo decenas de inscripciones, donde se mencionaba a Caesaróbiga. Por lo que resultaba evidente, que en Talavera de la Reina estuvo esa ciudad del César; cuyo nombre terminado en “briga”, indicaba que había sido un oppidum de fundación vettona. Ya que el sufijo “briga” se traduce por “burgo” (villa, población). Siendo así, a fines del siglo XX, algunos autores -como Julio Mangas, Fernández-Miranda y Domingo Plácido- (15) ; dedujeron que Augustóbriga y Cesaróbriga pudieron ser la misma, situando en Talavera de la Reina esas dos urbes perdidas. Teoría que advierte el enorme “olfato arqueológico” de los citados profesores; aunque no resuelve el enigma. Pues resulta imposible pensar que Augustóbriga fuese Caesaróbriga; habida cuenta que en tiempos de Roma resultaba imposible confundir esos dos términos. Ya que el primero, era un nombre de emperador y el segundo, un apellido que confería un título militar (un generalato). Para que lo comprendamos; es como afirmar que Filipinas -así llamada por Felipe II-, era el mismo territorio que Australia (de ese modo denominada, en memoria de la familia Austria).
Por lo demás, no nos cansaremos de advertir que Ébura contiene el radical lingüístico que dio nombre a la Península. Cuya etimología -a mi juicio- nace desde la voz indoeuropea “Swaria”, formada por Swar y Vari, cuyo significado es: “Sol en el agua”. De tal modo, Iberia sería lo mismo que Speria y por ende Hesperia o Vesperia; lo que se traduciría por “el atardecer, o el occidente” (Sol en el agua). Radical indoariano, del que derivarían las voces griegas “Hésperos” (caída del Sol, Oeste); o a la latina, Vésperos (con igual significado). Conteniendo -asimismo- esas palabras, parecidas raíces a las semitas que designan el extremo Occidente. Conformando en sus idiomas, una voz muy similar y que se contempla como Sefar; de donde surgiría Seferat y Spal (orígenes de Hispalis, Hispania y etc) (16) . Por todo lo expuesto, el nombre de Ebura es importantísimo, en nuestra antigua geografía; relacionándose con los radicales unidos a “Iberia” y a “Hispania”. Existiendo numerosos topónimos prerromanos con ese radical; en su mayoría entre los lusitanos y los turdetanos. Pudiendo destacarse entre ellas, las Eburas de los vettones y de los carpetanos; situadas probablemente en Talavera de la Reina y Talavera la Vieja. Cuyos nombres ya vimos que nacen de la crasis de la palabra Ebura, unida al prefijo árabe “Tall” (“tell”, que significa “alto sobre una ruina”, o “antigua mota habitada” etc). Por otro lado, la que más permaneció fue aquella otra Évora del Alentejo, capital de los lusitanos; que se conserva como una de las urbes más importantes en Portugal.
En nuestros párrafos anteriores, hemos resumido ideas que ya habíamos explicado en nuestros artículos previos. Por lo que a continuación nos queda presentar el estudio sobre el enigma de las “Eburas” y las “Tal-Eburas”; confrontando los datos de numerosos autores.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de la maravillosa Évora, ciudad de origen lusitano y actual capital del Alentejo. Citada por Estrabón, Ptolomeo, Esteban de Bizancio y Mela; fue una de las dos Eburas de la lusitania, existiendo otra en la Carpetania (en Talavera de la Reina). Arriba, el aljibe; llegada de las aguas del acueducto de origen romano. Al lado, el templo de Diana. Abajo, el acueducto a su entrada en las murallas de la ciudad.
C-1) LAS EBURAS y TAL-EBURAS, en Madoz y sus seguidores:
C-1. a) Talavera la Vieja y Talavera de la Reina:
Es importante repasar lo que nos dice el magnífico compendio de Pascual Madoz (Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar), sobre Talavera la Vieja. Refiriéndose a esta población del modo que recogemos en cita (17) y con algunas de las siguientes frases: “en las afueras el cementerio construido en una ermita destechada, titulada los Mártires (...) Es pobl. antiquísima, tenida generalmente por la Ebura Carpetana que menciona Livio; mas por error, segun lo hemos manifestado en el art. de Talavera de la Reina. Es indudable que fue pobl. de entidad en tiempo de los romanos, por lo que indican las antigüedades halladas en ella , que pueden verse en el tomo 1.° de las Memorias de la Academia de la Historia; y aunque desde luego afirmamos no ser ninguna de las c. conocidas en la antigüedad geográfica é histórica con el nombre de Ebura , no negaremos que pudiese tener la misma denominación. Su historia es absolutamente desconocida; y se apellida la Vieja, no porque las de mas Talaveras lo sean menos; sino probablemente en razón del mayor número de sus monumentos". De este modo, Madoz nos advierte que pudiera ser una de las antiquísimas Eburas, llamándola “carpetana” (no vettona); sin atreverse a afirmarlo. Un dato crucial, pues uno de los mayores expertos hasta su tiempo en Geografía e Historia de España; la menciona como urbe de los “carpetanos”. Todo lo que dejaría la posibilidad de que hubiera una Ébora carpetana, otra vettona y otra propiamente lusitana (siendo esta última, la Évora capital del Alentejo).
Consecuentemente, en cita (18) pasaremos a resumir lo que el mismo autor escribe sobre Talavera de la Reina, a la que considera una de las “Eburas”. De cuyo artículo deseamos destacar las siguientes frases: “el Sr. Cortés, es de todos modos sumamente apreciable y cuadra muy bien á Talavera. Es probable que por ello Talavera adoptó este distinguido anticuario; repugnando la etimología es puesta por los ilustrados editores valencianos de la historia del Mariana, que lo derivaron de Medina Telbora. Sin embargo, bien pudo ser asi: en aquel tiempo se dijo Medina Telbora, y mas asimilado ya Talbera, como se lee en algunas historias (...) la correspondencia de aquel antiguo nombre á Talavera; y supuesto que la duda no consiste en si este nombre se deriva de aquel, debemos recordar aqui que la voz Ebura se ha interpretado Cereal; y sin negar que sea esto exacto, y que pueda aducirse en confirmación de lo mismo la espresion de Plinio, relativa á la Ebura bética, cuando dijo, Ebura quai cerealis; por la repetición de esta voz en la nomenclatura de las c. (...) pues hubo cuatro Eburas por lo menos, sospechamos que ella misma sea ya un nombre bárbaro, y del que difícilmente pueda estraerse, con la probabilidad debida, otra raíz mas que la céltica ur, de donde proceden nuestras voces burgo y briga, y la urbs de los latinos. Remontándose el origen de esta pobl. á los tiempos que los griegos llamaron desconocidos, y debiéndose contarla entre las españolas primitivas, es también de las primeras (pie asoman en la historia hispano-romana. El año 182 antes de Jesucristo, noticioso el pretor de la prov. Tarraconense Q. Fulvio Flaco , de que los celtíberos se armaban contra él, reunió á sus legiones el mayor número de aliados que le fue posible, y estableció su campo en la Carpetania á orillas del Tajo, no muy lejos de Toledo y junto á Ebura (ad oppidum Eburam); dejando una corta guarnición en esta c.” (SIC).
Tras ello, Madoz pasa a relatar el modo en que Q. Fulvio Flaco luchó contra los carpetanos en la ciudad de Ebura, que Cortés reduce a Talavera la Vieja. Añadiendo el autor del gran compendio de poblaciones: "pero esto implicaría muy graves dificultades; pues hallándose aquella v. en la orilla izq. del Tajo (no en ta der. como por error se lee en el Diccionario del Sr. Cortés), este r. hubiese caido en medio de los dos ejércitos, qué debieron acudir hacia él desde puntos opuestos, y la considerable operación de su tránsito en el dia de la batalla, no hubiera sido olvidada por el detallado Livio.”. Debido a ello, Madoz concluye exponiendo: “se sabe que Fulvio estaba en la carpetania, y eligió el campo a orillas del Tajo para esperar a los celtíberos que vinieron á atacarle en ellas; y como no suena este r. en la batalla; antes bien por las operaciones de esta resulta que no habia obstáculo contrapuesto entre los campos celtíbero y romano; siendo por el contrario una llanura, aunque de poca estension, donde pudiese presentarse de improviso y obrar la caballería de Acilio; con algunas colinas que ocultasen también la marcha del destacado Fulvio, para incendiar los reales celtíberos; todo se cumple en Talavera de la Reina. Estuvo así mucho mas exacto el historiador Ferreras, cuando dijo, que, segun parece, es esta v. la ant. Ebura en que Fulvio ganó aquella batalla.” (SIC) .
Finalmente, terminará el insigne Madoz, añadiendo acerca de Talavera de la Reina: “La sit. especial de esta pobl., sobre la interesantísima línea del Tajo (V.), no deja duda que habrá sido grande su importancia militar en todos tiempos; y los numerosos monumentos romanos que conserva, acreditan haber sido una c. considarable en aquella época; aunque de los geógrafos del imperio solo la mencionó Ptolomeo, en cuyas Tablas se lee su nombre adulterado, como hemos dicho, ahora, entre los pueblos carpetanos. Los que afirman haber disfrutado esta pobl. el derecho de acuñar moneda en tiempo de los romanos, y que en el de los godos obtuvo cáted. apostólica, confunden la Ebura Lusitana con la Carpetana, y atribuyen á Talavera lo que pertenece á la cap. de la prov. de Alentejo en Portugal. Solo puede asegurarse que cuando los árabes se hicieron dueños de la Península, la encontraron siendo aun c. notable y la llamaron Medina-Talbera, adulterando su ant. nombre.” (SIC). Lo expuesto, muestra que, a juicio de Madoz; Talavera de la Reina fue la antigua Ebura (carpetana, no vettona), siendo allí donde venció Fulvio Flaco a estos iberos. Una misma urbe que se contiene descrita en La Geografía de Ptolomeo, aunque “adulterada” (pues sabemos que el geógrafo la cita entre las ciudades vettonas). Ciudad que posteriormente se convirtió en una diócesis y capital goda, tras la caída de Roma; denominada Elbora. Llamada siglos después, por los árabes Tal-Ebura.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, portada del compendio publicado por Madoz, entre 1845 y 1850 (Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar). Al lado, murallas de Talavera, de origen romano. Abajo, ruinas de Caesaróbriga, en el centro de Talavera de la Reina.
C-1. b) Las Eburas y Tal-Eburas:
Asimismo el tomo VII, Pascual Madoz también incluye Talavera la Real; cuyo texto resumo en cita (19) . Artículo donde nos dice: “En el Diccionario de Rarcelona se cree probable su correspondencia con Evandria de Ptolomeo, que en el Itinerario romano se ha escrito con la sílaba epentica na; pero el anticuario lusitano Vasconcelos, redujo esta c. á. Talaveruela; otros la colocan cerca de Garrobilla , y Don Miguel Cortés en San Servan, cuya diversidad de opiniones prueba sobradamente la debilidad dé las razones en que se fundan. Toda reducción, que la sitúe á la izquierda del Guadiana, empieza conladibcultad de contradecir la espresion de Ptolomeo, segun el cual era c. lusitana, y este r. deslindaba aquella región de la Beturia. ” (SIC). La mencionada Evandria, se localiza actualmente en Arroyo de San Serván, tal como podemos ver en el trabajo de Ruperto León Pérez y Antonio Gamir Gordo (20) . Siendo interesantísimo el dato que une el nombre de Talavera la Real con Evandria, lo que de nuevo nos lleva a deducir que estas poblaciones denominadas TAL-AVERAS antes habrían sido TAL-EBURAS; de ello la identificación con Evandria. Del mismo modo que esa voz la uniría a la Ebura carpetana y la Ebura vettona; que también creemos estuvieron en Talavera de la Reina y Talavera la Vieja (respectivamente).
Otras poblaciones y lugares denominados Ebura; los recoge Madoz en su tomo VII; cuyos artículos resumo en (21) . Entre estas distingue las siguientes: “EBURA edetana, mencionada por Tolomeo. Parece ser hoy la Puebla de Albortón. EBURA, nombrada por Estrabón, existió donde hoy el cortijo de Ebora á la der. del Bétis. EBURA: cast. mencionado por Mela en el litoral de la Bética. Probablemente era dependencia de la c. Ebura, mencionada por Estrabon, junto al Betis ó Guadalquivir. Su situación , según Cean, se ve en una punta de tierra llamada Salmedina junto á San Lúcar. EBURA, C. bética, mencionada por Plinio, quien interpreta su nombre en el latino Cerealis. Miguel Cortés en su Diccionario la reduce á Granada. (V.) EBURA, puerto nombrado por Mela , en la costa de Galicia, junto á la boca del Tambre; puede deducirse de aqui, con probabilidad, haberse llamado Ebura en lo ant. el actual pueblo de Obre. EBURA: c. carpetana, recordada por la historia, probablemente hoy Talavera la Vieja.” (SIC). Siendo interesantísimas las reducciones de Ebora como Granada; Ebora en la desembocadura del Guadalquivir (cortijo de Ébora) y una Ebora en Salmedina. Pero sobre todo la inclusión de otra Ebora en Talavera la Vieja. Pues si los dos topónimos homónimos, sitos en la desembocadura del antiguo Betis; nos llevan hasta zonas y descubrimientos tartessios. El que refiere la ciudad de Granada, hace deducir que es ELVIRA; por lo que Ebora sería una “corrupción de esa voz” que debemos interpretar como “IBERA”. Lo mismo que sucedería en el caso de Talavera la Vieja, que preside la localidad de igual nombre: “LOS IBORES”. Una magnífica zona que comprende desde El Arañuelo (Navalmoral de la Mata), hasta tierras de Guadalupe; cuya historia muestra el modo en que esos campos de los Ibores fueron área de gran dominio ibero. Lo que a mi juicio, recordaría las sierras sobre las que se guarecía Viriato y la gran zona defendida por los vettones. Por cuanto se abre aquí la posibilidad de la existencia de una Ebura vettona en Talavera la Vieja, frente a otra Ebura carpetana, junto a Talavera de la Reina (quizás distinta a Caesaróbriga).
Para finalizar este epígrafe, añadiremos que la confusión entre Elbora, Ebora, TaleBora y etc; ha producido históricamente infinidad de errores. Donde se han mezclado muy diferentes urbes como son: Talavera de la Reina, Talavera la Vieja, Evora del Alentejo y otras. Todo lo que podemos ver en el trabajo de Martínez Ortega (CONFUSIÓN DE TOPÓNIMOS Y SUS IDENTIFICACIONES EN EL CHRONICON MUNDI: ELBORA Y TALAUERA), que resumo en cita (22) . Donde se observan los errores continuos de menciones a ciudades llamadas “Ebora”, “Ebura”, “Elbora”, “Evora”, “Tal-Evora”, “Tal-Ebura” y etc. . Cuya conclusión personal que he obtenido es la siguiente:
-Talavera de la Reina: Antigua Caesaróbriga, posiblemente en sus inmediaciones estuvo una Ebora carpetana (no vettona). Durante la época visigoda fue el obispado de Elbora. En etapa árabe, Tal-Ebora.
-Talavera la Vieja: Antigua Ebura vettona. Algunos la identifican con Augustóbriga (teoría que no compartimos). Creemos que fue la EVANDRIA citada por Ptolomeo, tal como Pascual Madoz ya consideraba.
-Evora del Alentejo: Ebura lusitana
-Ebura en Granada: Elvira
-Ebura en la desembocadura del Guadalquivir: (cortijo de Ébora, otra en Salmedina).
- LEBURA (Libora): parada mencionada por el Anónimo de Rávena, que relaciono personalmente con ELBORA y por lo tanto situamos en Talavera de la Reina (23) . En el siguiente epígrafe analizamos esta Mansio de nuevo (tal como lo hacíamos en nuestro capítulo IV).
C-1. c) La Lébura del Ravenniense y la Libora de Ptolomeo:
Antes de comenzar, recomendamos leer en cita (24) lo que recogíamos en nuestro nomenclator topónimos iberos, cuando hablábamos de lugares con un nombre relacionado con Ebura, Aibura, Elbora, Lébura etc.. Donde podrá observarse como destacadas, las siguientes ciudades y referencias:
- EBORA: Liberalitas Iulia; Ebura, Eboura; hoy Evora (Portugal); p. de los lusitanon. "Ebora, ciudad lusitana nombrada en el Itinerario de Antonino. Plinio & Pomponio Mela la ubican en el promontorio Magnum... La actual Evora aun conserva su nombre (Ortelius, A. (1596). Thes., Ebora). "Varias ciudades hubo en España con el nombre de EBORA, pero el sobrenombre de Liberalitas Julia que ofrecen las presentes medallas, a ninguna conviene sino a la actual de Lusitania, en que sin mutación persevera la voz de Ebora en la ciudad, capital de la provincia de Alentejo, con el honor de Silla Episcopal desde los primeros siglos de la Iglesia... [Ceca] / LIBERALITATIS IVLIAE EBORensis. (Florez, E. (1757). Med. t. I, pag. 380).(FRG)
- EBORA: Ciudad del Alentejo. Quedaría incluida en el área de Tartessos. Posteriormente pasó a ser de los lusitanos. Ceca. (JRD pag 207-208)
- EBURA = EBORA (JRD pag 208)
- EBURA: Hacia Talavera de la Reina. (JRD pag 208)
- EBURA carpetana. "... En España se hallan cuatro Eboras o Eburas... La mas famosa es la de la Lusitania, de que escribieron Ptolomeo, Plinio, el Itinerario de Antonino y otros; y la han ilustrado con sus escritos Andres Resende y Iacobo Vasconcelos, ilustres lusitanos. La otra es en la Carpetania, y esta antiguamente fue menos famosa; algunos le llaman Ebora, otros Elbora o Delbora, y se tiene hoy por Talavera de la Reyna..." (Caro, R. (1634). Antig. Sevilla, III, pag. 120). “... Es muy cierta la opinion que reduce esta Ebura a Talavera la Vieja, a la orilla derecha del Tajo, tocando ya con los vetones...". (Cortes, M. (1836). Dicc. t. II, pp. 419-420). Ebura Aebura. “Villa de la Espana Tarraconense en el territorio de los carpetanos, segun Tito Livio. Es hoy Talavera de la Reyna en la ribera septentrional del Tajo y al occidente de la conflluencia de la pequena rivera del Alberche, en Castilla la Nueva”. (Bruzen, A. A. (1730). Le Grand Dict. Geog. t. I, pag. 111).(FRG)
- AEBURA: Territorio de frontera entre carpetanos y vettones. Luego entre la Ulterior y Lusitania: Cuerva, La Puebla de Montalbán, El Carpio, Talavera a Vieja, incluso con Caesarobriga (Talavera de la Reina). (JRD pag 31)
-LIBORA: Libora; Cuerva, p. de los carpetane. “… Talavera la Vieja ”. (M. Cortes. Diccionario…, T. III, p. 136). A mi juicio, Lebura = cerca de Talavera de la Reina.(FRG)
-LIBORA: AEBURA, hacia Talavera de la Reina.(J.R.D. Pag. 325)
Anotación nuestra. Citada por Ptolomeo como ciudad Carpetana, sita entre Toletum y Augustóbriga.
-LEBURA: Cuerva o Puente del Arzobispo, Toledo. Citada en el Anonimo de Rávena como segunda parada, entre Toledo y Augustóbriga. A mi juicio, Talavera de la Reina (J.R.D. Pag. 321)
-ELBORA: Ébora, Evora (JRD pag 214)
-ELBORA: Obispado visigodo. Es Ebura carpetana, en Talavera de la Reina.
Sobre Lébura hablábamos en el artículo IV (“Enigmas del río Guadarrama”) del siguiente modo: La cuarta mención en textos clásicos de Augustóbriga, la hallamos en el Anónimo de Rávena (que se fecha entre los siglos IV y V d.C.). Donde se habla de la urbe, llamándola Augustabria, como mansión en el camino entre Toledo y Mérida. Sin citar distancias; pero ubicándola entre Lebura y Lomundo. De tal modo, las paradas que describe en este camino el texto ravenniese, son las siguientes:
-Toleton (Toledo)
-Lebura (cerca de Puente del Arzobispo; a mi juicio Talavera de la Reina)
-Augustabria (admitida como Talavera a Vieja, aunque en mi opinión es Villar del Pedroso o bien Vascos de la Jara)
-Lomundo (Cerca del río Almonte; entre Retamosa y Aldeacentenera).
-Turcalion (Trujillo)
-Rodacis (al sureste de Cáceres, quizás próximo a Ruanes. A mi juicio, Santa Cruz de la Sierra);
-Lacipe (Lacipea; que hemos considerado Miajadas)
-Emérita (Mérida)-
De tal manera, en nuestro capítulo IV concluíamos que LEBURA era -a mi juicio- Talavera de la Reina. Lo que se corroboraba con el nombre que siglos más tarde le dieron los visigodos; quienes llamaron a esta urbe como ELBORA. Por cuanto la palabra Lebura, se produciría desde una aliteración en el antiguo nombre de EBURA (ya pronunciado como Elbura). Esta localización, nos llevaría a deducir asimismo, que la Libora citada por Ptolomeo entre las ciudades Carpetanas, es la misma a la Lebura del Anónimo Reveniense. Pudiendo aseverarse que cuando el geógrafo alejandrino menciona una Libora, sita cerca de Toletum. Se refiere claramente, a la misma que esta Lebura del itinerario de Rávena; debiendo identificarse ambas con Talavera de la Reina -ver a continuación, nuestro epígrafe (C-2. B)-.
SOBRE ESTAS LÍNEAS: Mapa publicado en el capítulo IV; con el área comprendida entre Mérida, Toledo y las dos Talaveras; donde hemos marcado diferentes puntos (con distintos colores):
1- Envueltas en un círculo rojo: zonas donde debemos ubicar Augustóbriga. A unos 100 kilómetros de Mérida, camino de Toledo (según primera hipótesis). O bien a unos 85 kilómetros de Toledo, en la ruta hacia Mérida; hipótesis más admitida y cierta (Villar del Pedroso).
2- Con dos líneas azules. La distancia que marca el Itinerario de Antonino, entre Toledo y Mérida con Augustóbriga. Cuando nos dice el texto romano que había 55 millas hasta Toledo; por lo que hemos de buscar la civitas en las proximidades de Navalmoralejo, Villar del Pedroso, Vascos o Alcaudete de la Jara. Aunque a su vez afirma que desde Augustóbriga hasta Émerita Augusta, había dos paradas (Leuciana y Lacipea) y 66 millas; por lo que, bajo esta hipótesis, habríamos de situarla en las inmediaciones de Guadalupe, Logrosán, Berzocana o Cañamero.
3- Con una línea verde, hemos destacado la ruta que marcaba el Anónimo de Rávena; indicando que desde Toledo a Mérida se viajaba realizando las siguientes paradas: Toleton (Toledo) // Lebura (cerca de Talavera de la Reina) // Augustabria (admitida como Talavera a Vieja, aunque en mi opinión es Guadalupe o bien Vascos de la Jara) // Lomundo (Cerca del río Almonte; entre Retamosa y Aldeacentenera) // Turcalion (Trujillo) // Rodacis (al sureste de Cáceres, quizás próximo a Ruanes. A mi juicio, Santa Cruz de la Sierra) // Lacipe (Lacipea; que hemos considerado Miajadas) y Emérita (Mérida).
4- En morado, con una línea; el viaje que se debería de hacer, para llegar desde Toledo a Mérida, pasando por Talavera la Vieja y por Talavera de la Reina. Tal como consideran se hacía, quienes identifican Augustóbriga con Talaverilla. Si observamos ese recorrido, frente al de líneas azules; nos daremos cuenta de que esta opción obliga a añadir decenas de kilómetros innecesarios a la ruta. Siendo este -a mi juicio-, un camino diferente, que unía Toledo con Cáceres y Mérida (para alcanzar la Vía XXIV, denominada hoy “De la Plata”).
ABAJO: Otro mapa nuestro, también tomado del capítulo IV, donde se observa como todos los caminos del Irinerario de Antonino llevaban hasta Titulcia y de allí a Zaragoza.
-Marcada en verde: la vía XXIX conducía desde Emérita a Cesaragusta, pasando por la zona de Almadén; subiendo hasta Titulcia.
-En morado: la Ruta XXX que discurría entre Laminio y Toledo, pasando por Murum y Consuegra. Como veremos, las alternativas de trayecto que se proponen normalmente, tienen numerosos problemas; ya que en unos casos se considera que para ir a Titulcia, hay que cruzar hasta Alcocer o las Lagunas del Ruidera (lo que resulta improbable). Mientras otros, la hacen subir de Ciudad Real, hasta Quijorna; considerando que Vico Cominario estuvo en las inmediaciones del río Alberche, cerca del Guadarrama (variante errónea que he marcado con línea verde clara).
Las Rutas XXIX y XXX; a mi juicio y según las hipótesis más plausibles (la 29 en línea verde y la 30, en morado). De tal modo, vemos que los caminos marchan desde Mérida a Cesaraugusta o de Laminio a Toledo, por las siguientes Mansiones:
-EN VERDE RUTA XXIX: (1) Mérida / (2) Contosolia (Magacela) / (3) Miróbriga (Zarza-Capilla) / (4) Sisalone (Almadén-Almodovar del Campo) / (5) Carcuvium (Carcauel) / (6) Ad Turres (¿Almagro?) / (7) Mariana (localizada en Puebla del Príncipe; a mi juicio Manzanares-Membrilla) / (8) Lamini (Alhambra-Daimiel) / (9) Alces (Alces, o Alcázar de San Juan) / (10) Vico Cuminario (Santa Cruz de Zarza o Esquivias) / (11) Titulcia (Arroyomolinos-El Álamo) y de allí a Cesar Augusta.
-EN MORADO, RUTA XXX: (1) Laminio (Daimiel o bien Alhambra) / (2) Murum (a mi juicio Puerto Lápice, comúnmente Villarta) / (3) Consabro (Consuegra) / (4) Toletum.
-EN AZUL: La Ruta XXV, sobre la que venimos tratando, que iba desde Mérida a Toledo y de allí a Titulcia.
-EN ROJO: La Ruta XXIV; que subía desde Mérida, cubriendo lo que se denomina Vía de la Plata, llegando hasta Toro y de allí bajando por Simancas hacia Segovia. Finalmente, cruzaba Navacerrada para llegar al Guadarrama, donde, desde Titulcia, se encaminaba hasta Zaragoza.
BAJO ESTAS LÍNEAS: Calzada XXIV en el Itinerario de Antonino (mapa trazado por nosotros): las paradas del Itinerario admitido están localizadas cerca de: Mérida, Miajadas, Logrosán, Talavera la Vieja y Toledo. En rojo el necesario paso por Guadalupe (que bajo una hipótesis; podría haber sido Augustóbriga). Tras ello la Ruta 24 llegaría a Villar del Pedroso o Vascos (Augustóbriga) para alcanzar Toledo en 55 millas (unos 85 kmts.).
C-2) LA EBURA DE TITO LIVIO Y DEL ESTUDIO DE HERMOSILLA:
C-2. A) La Ébura donde Fulvio Flaco venció a los carpetanos:
En cita (25) vamos a recoger el texto clásico que describe las luchas de Fulvio Flaco contra los carpetanos (batallas sucedidas en el año 179 a.C.). La narración es de Tito Livio y se halla en el libro XL -30 a 33- de AB URBE CONDITA (Historia de Roma desde su fundación); donde nos dice:
“Aquel verano se desencadenó una violenta guerra en la Hispania Citerior; los celtíberos habían reunido unos treinta y cinco mil hombres, cifra que casi nunca antes habían alcanzado. Quinto Fulvio Flaco estaba al mando de la provincia.” (…) “En los primeros días de la primavera llevó su ejército a la Carpetania y fijó su campamento cerca de la ciudad de Ebura, enviando un pequeño destacamento para ocupar la ciudad. Pocos días después, los celtíberos acamparon al pie de una colina próxima, a unas dos millas de distancia. Cuando el pretor romano se dio cuenta de su presencia, envió a su hermano Marco Fulvio con dos turmas de caballería nativa para reconocer el campamento enemigo.” (…) “Finalmente, los celtíberos salieron de su campamento con toda su infantería y caballería, formaron en línea de batalla a medio camino entre los dos campamentos y permanecieron así. El terreno era llano y adecuado para una batalla. Allí les esperaron firmes los hispanos, mientras el general romano mantenía a sus hombres tras su empalizada. Durante cuatro días sucesivos el enemigo formó en el mismo lugar en orden de combate, pero los romanos no se movieron. ” (XXX).
“Cuando el pretor romano se hubo cerciorado de que, tras tantos días de inactividad, el enemigo no esperaba que él tomase la iniciativa, ordenó a Lucio Acilio que tomase la división de tropas aliadas y a seis mil auxiliares nativos, y que rodeara la montaña que estaba detrás del campamento enemigo. Cuando oyera el grito de guerra, debía cargar hacia abajo contra su campamento. Partiría de noche, para no ser observado. ” (…) “Escribonio, actuando según sus instrucciones, en cuanto oyó el estrépito del avance de la caballería enemiga, hizo dar la vuelta a sus caballos y se dirigió hacia su campamento. El enemigo le persiguió a toda velocidad. Iba por delante la caballería, con la infantería a poca distancia y no dudando de que aquel día asaltarían el campamento romano. Ya estaban a no más de media milla de la empalizada. En cuanto Flaco consideró que estaban lo bastante lejos de la protección de su propio campamento, ordenó que salieran sus fuerzas, que habían permanecido formadas tras la empalizada, por tres sitios a la vez. Hizo que lanzaran el grito de guerra con toda la fuerza que pudieran, no solo para estimular el ardor de los combatientes, sino también para que les oyeran los que se encontraban entre las colinas. Estos se lanzaron a la carga de inmediato, como se les había ordenado, contra el campamento enemigo donde no quedaban más de cinco mil hombres de retén. La fuerza de los asaltantes, en comparación con la escasez de su propio número, y la rapidez del ataque los aterrorizaron de tal manera que se tomó el campamento con poca o ninguna resistencia. Una vez capturado, Acilio le prendió fuego por aquella parte en que mejor podría ser visto desde el campo de batalla”. (XXXI)
“Los celtíberos que estaban en la retaguardia fueron los primeros en divisar las llamas; después se corrió la noticia por toda la línea de que el campamento se había perdido y era pasto de las llamas. Esto aumentó el pánico en los enemigos y elevó el ánimo de los romanos. Por un lado les llegaban los gritos victoriosos de sus camaradas y por el otro contemplaban en llamas el campamento enemigo. Los celtíberos dudaron durante unos momentos qué hacer, pues al no quedarles ningún refugio en caso de ser derrotados y estando su única esperanza en sostener la lucha, reiniciaron el combate con mayor determinación” (...) “Estando en medio de la batalla, aparecieron las tropas que habían quedado en Cuerva y Acilio se aproximó por la retaguardia del enemigo. Tomados entre ambos, los celtíberos fueron despedazados y los supervivientes huyeron en todas direcciones. Se envió a la caballería tras ellos, dividida en dos grupos, y provocó entre ellos una gran carnicería. Murieron hasta veintitrés mil hombres aquel día y se hizo prisioneros a cuatro mil setecientos; se capturaron quinientos jinetes y ochenta y ocho estandartes militares.” (XXXII)
“Los heridos fueron llevados a Cuerva y las legiones marcharon a través de la Carpetania hasta Contrebia. Al ser asediada esta ciudad, sus habitantes pidieron ayuda a los celtíberos. Esta se demoró, no por alguna clase de renuncia por parte de los celtíberos, sino debido a que no pudieron avanzar por los caminos intransitables y ríos desbordados por culpa de las lluvias. Desesperados de recibir ninguna ayuda de sus compatriotas, los habitantes se rindieron. El propio Flaco se vio obligado por las terribles tormentas a trasladar todo su ejército dentro de la ciudad. Los celtíberos, mientras tanto, habían partido desde sus casas ignorantes de la rendición; una vez cesó la lluvia lograron, finalmente, cruzar los ríos y llevaron ante Contrebia. No vieron ningún campamento fuera de las murallas por lo que, pensando que lo habían trasladado a otro lugar o que el enemigo se había retirado, se aproximaron a la ciudad sin tomar ninguna precaución ni mantener la adecuada formación. Los romanos lanzaron una salida por las dos puertas y, atacándolos mientras estaban desordenados, los derrotaron.” “Rápidamente, todos se dispersaron y volvieron a sus fortalezas y pueblos. Partiendo de Contrebia, Flaco llevó las legiones a través de la Celtiberia, devastando el país según marchaba y asaltando muchos de los castillos hasta que la mayor parte de aquel pueblo vino a rendirse.” (XXXIII)
SOBRE ESTAS LÍNEAS: Croquis trazado por mí (en un mapa de la Sección de Ingenieros, 1878) donde podemos ver las siguientes fronteras de la Hispania Romana, hacia el año 180 a.C.:
-En Rojo: Límites de la Hispania Citerior, que gobernaba Fulvio Flaco, en esa época.
-En Azul: La Hispania Ulterior en tiempo coetáneo.
-En Verde: Los territorios que Fulvio Flaco gana a los carpetanos, en las batallas descritas por Tito Livio, sucedidas desde el 180 al 178 a.C..
-Marcada con una estrella y en Negro: Situación de Ebura, en tierras fronterizas entre Carpetanos y Lusitanos. A mi juicio, se trataba de un lugar muy próximo a Talavera de la Reina, aunque Hermosilla, Cornide y otros defendían que pudo ser Talavera la Vieja.
-Marcadas con una estrella y en Verde: A mi juicio, situación de Cuerva (en la actual Cuerva, Toledo); y localización admitida de Conterbia Cárbica (en la actual población de Huete, Cuenca).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, la antigua llanura donde se situaba Talavera la Vieja, hoy cubierta por el embalse de Valdecañas. Lugar en que pudo darse la batalla entre los carpetanos y las legiones de Fulvio Flaco, el año 179 a.C.. Abajo, vista de los antiguos llanos donde estaba esa Talaverilla, hoy cubierta por el pantano y las aguas del Tajo. La fotografía está tomada desde el municipio de El Berrocalejo, en un lugar muy próximo al paso por el Puente del Conde. Una construcción que levantó el Conde de Plasencia en el siglo XV y que muchos consideran, de origen romano. Pese a ello, no hay más vestigios que los sillares góticos, por cuanto -a mi parecer- aquel Puente del Conde fue elevado por la familia López de Zúñiga a finales del siglo XV, para que cruzasen sus tierras las cañadas que se dirigían hacia Gredos, en busca de pastos (durante la trashumancia). Sin ser este el camino de la calzada que iba desde Augustóbriga a Caesaróbriga, llegando así hasta Toletum (como algunos expertos consideran).
Antes de entrar en el análisis del texto, con el fin de determinar dónde estaba esa Ébura en la que Fulvio Flaco vence a los Carpetanos. Hemos de exponer que la población que Tito Livio cita como Cuerva, no ha sido identificada. Pero si deseamos reducirla, bajo la hipótesis más sencilla, sería la actual Cuerva (en Toledo). Lugar que se sabe antiquísimo y que se cita ya en siglo XIII como “Villar de Corva”. Pese a mi idea, numerosos historiadores identifican Cuerva con la Aebura y la Libora peninsulares; situándola en las orillas del Tajo y cercana la frontera en nuestros días, entre Toledo con Extremadura. Lo que -en mi entender- carece de fundamento; pues Aebura, tanto como Libora, se corresponden con Elbora, Lébora, y Aebura, que han de estar en las proximidades de Talavera la Vieja o de Talavera de la Reina. Debiendo identificar estos nombres con el de esa Ebura donde se produjo la batalla; denominación que daría origen a las mencionadas Tal-Eboras. Por su parte, Cuerva ha de situarse en el camino entre la Ebura donde venció Fulvio Flaco (una de las Talaveras); y Conterbia Cárbica (que sabemos, estaba en las cercanías de Huete). Por cuanto la localización de Cuerva en la actual población de igual nombre, parece factible (ver mapa anterior).
Por su parte, en opinión de algunos historiadores; la Ebura ganada por Fulvio Flaco se hallaba en Consuegra -más concretamente en el yacimiento de Cerro Calderico-. Esta localización en Consuegra se basa en el hecho de que el general gobernaba la Hispania Citerior y no podría presentar batalla en la Ulterior. Tesis que presenta Dionisio Urbina, en su magnífico libro sobre Talavera de la Reina; aunque en este punto tiene un error -al menos, a mi juicio- . Cuando nos dice "La Aebura prerromana que cita Livio, es evidente que no pudo estar en Lusitania ni en sus cercanías, porque entonces habría sido competencia del gobernador de la provincia Ulterior y, sin embargo, lo fue Fulvio Flaco, pretor de la Citerior, que además se acercó a Carpetania para luchar contra los Celtiberos. Una identificación pues, de Aebura con Talavera de la Reina, carece de todo fundamento" (28) . Hipótesis que no podemos admitir, pues en el año 179 a.C., cuando el magistrado obtiene la victoria ante los carpetanos; el centro de la Península estaba prácticamente sin conquistar. Por cuanto, no podría haber división territorial romana en un área sin dominar -ver mapa anterior, sobre las provincias hispanas entorno al 180 a.C.-. De tal forma, estas zonas que hoy son de Castilla la Mancha; formarán parte de la Ulterior, conforme se logra la derrota de los pueblos iberos que allí se asentaban. Pero hasta la conquista de la Lusitania y de Celtiberia (sucedida entre el 155 y el 139 a.C.); los territorios estaban en manos de los indígenas peninsulares y no eran parte de Roma (sin pertenecer a la Hispania Ulterior, ni Citerior).
Consecuentemente, y a nuestro juicio; Ebura hemos de identificarla con Talavera de la Reina o bien con la Vieja (Talaverilla, hoy hundida bajo el Tajo); mientras Cuerva pudo ser la actual población del mismo nombre (sita al Sur de Toledo y muy próxima a las Ventas con Peñaguilera). Debiendo identificarse esa Contrebia, con KONTREBIA Kárbica (Contrebia Carbica). Topónimo que en mi nomenclator se localiza en el yacimiento de Fosos de Bayona, Villas Viejas -Huete, Cuenca-. Aunque hay teorías que la suponen antecesora de Segóbriga y la sitúan en el mismo lugar que esta otra urbe ibero-romana (26) . Para terminar, diremos sobre Contrebia Cárbica, que fue conquistada por Fulvio Flaco hacia el 181 a.C.; dos años antes de su victoria contra los carpetanos (en Ebura). Aunque en el 179 a.C., todavía se atisban restos de rebelión; cuando al ver llegar al magistrado y sus ejércitos, los habitantes piden de Contrebia protección a sus hermanos celtíberos (con el fin de liberarse de Roma). Una ayuda que llega tarde y mal, lo que hace que Fulvio Flaco obtenga una victoria más; esta vez contra los celtíberos que se acercaron hasta la urbe Cárbica (Villasviejas, de Huete). Por todo lo expresado, este punto se encontraría en la frontera entre Carpetanos y Celtíberos; lo que hace comprender que fuera el refugio donde Fulvio Flaco llevó a los heridos; después de la batalla en las cercanías de Talavera de la Reina (o Talaverilla). Terminaremos este epígrafe, añadiendo que dejamos para más tarde la discusión sobre si la Ébura donde se ganó la batalla relatada por Tito Livio, estaba en Talavera de la Reina o en Talavera la Vieja. Aunque, finalmente, nos decantaremos por considerar que fue en la capital toledana; al corresponderse con un territorio de los carpetanos.
SOBRE ESTAS LÍNEAS: Mapa desarrollado por mí donde sitúo mi hipótesis sobre el lugar que ocuparía la Ébura carpetana, que conquistó Fulvio Flaco y los campamentos de los Carpetanos.
-En amarillo: Tierras y fronteras de Carpetania; que discurrían entre el río Alberche y el Tajo.
-En verde: Tierras y fronteras de los Vettones Lusitanos; el Este del Tajo y del Alberche.
-Marcado con una estrella negra y roja: Donde localizo la Ebura carpetana; en la confluencia del Tajo y del Alberche. Al Sur del actual desvío de la A-5, en su primera entrada a Talavera de la Reina, viniendo de Madrid.
-Marcado con una estrella roja y negra: Montearagón; el punto donde considero estaban los campamentos carpetanos, asentados frente a Fulvio Flaco, el año 179 a.C.; perdiendo pronto la batalla. Se encuentra en un alto que domina todo el valle del Tajo, que en este punto se convierte en una extensa llanura. Siendo Montearagón un punto de vigía y de batalla, cerca de esta confluencia entre el Tajo y el Alberche; tomó su nombre al haber sido refugio de los Infantes de Aragón, en las guerras contra Juan II (mientras huían de su derrota en el castillo de Montalbán).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de Talavera de la Reina; donde hemos de situar la Ébura carpetana. Al lado, las murallas de origen romano. Abajo, el Tajo a su paso por esta capital toledana.
C-2. B) Ptolomeo y La Libora (Élbura ó Ebura Carpetana) y la Ébora o Evandria vettona:
En textos anteriores hemos llegado a leer que la Geografía de Ptolomeo había “corrompido” la catalogación de Ebura, al considerarla vettona; mientras esta urbe debía haber sido incluida entre las carpetanas. El hecho cierto es que parece indudable la existencia de ciudades antiguas de la Hispania prerromana, con igual o muy parecidos nombres. Entre estas estarían las numerosas Ebora, Ebura, Elbora, Elvira etc; en razón de que con esa voz se denominarían como capitales Iberas. Así pues, se daría ese caso en la Ebura de Talavera la Vieja (cuya identificación parece indudable con Evandria) y la Ebura cercana a Talavera de la Reina. Aunque esta última, con el paso de los años se terminaría llamando Libora o Lebura; siendo la primera forma usada por Ptolomeo, mientras la segunda fue el modo en que se menciona en el Anónimo de Rávena. De tal modo, ese lugar cercano -o sobre- Talavera de la Reina; pasaría a denominarse Elbora, tras la caída del imperio y al convertirse en un obispado visigodo. Resultando indiscutible -a mi parecer- que el nombre de las Talaveras, derivó de estas “Eburas”, a las que se antepuso el sufijo árabe “Tell” (Tal = “mota sobre ruinas”, “ruinas del alto”).
Para comprobar lo que decimos, volveremos a recoger en imágenes las hojas de un ejemplar de la Geografía de Ptolomeo; donde menciona esas dos ciudades. La carpetana, Libura (Libora, o Liborra), que sitúa en coordenadas muy próximas a las de Toledo; a 20 millas al Este, y 45 millas al Norte -los datos sobre Latitud de Toledo son claramente erróneos; debiendo considerar que es 10 E y 40 N-. Mientras la Vettona Evandria es mencionada por el geógrafo, próxima a Cáceres (Norba Cesárea), poniéndola a 30 millas al Oeste y 10 millas al Sur. Siendo así, considerando que la milla romana era de unos 1550 metros; podemos comprender que Libora (Elbura) distaba unas 60 millas de Toletum. Aproximadamente unos 90 kilómetros; lo que corresponde, aproximadamente, a la separación entre Talavera y Toledo. Mientras Evandria (Ebura) vettona estaba a unas 50 millas romanas de Norba Cesárea; una distancia que se acerca a la existente entre Talavera la Vieja y Cáceres. Todo lo que nos lleva a deducir que la localización de Evandria (Ebura) en Talaverilla y de Libora en Talavera de la Reina; se puede admitir. Así como es perfectamente factible que esa Libora, fuera la Ebura carpetana que conquistó Fulvio Flaco; a la que siglos después llamaron Elbora los visigodos y Tal-Ebora los musulmanes. Finalmente, nos remitimos a nuestro epígrafe anterior (C-1.C) en el que estudiábamos otra posible urbe de similar nombre y mencionada en el itinerario Anónimo de Rávena. Donde se cita una parada entre Toletum y Augustóbriga, llamada Lebura; lugar que también ha sido identificado con diferentes puntos cercanos a ese paso del Tajo. Aunque hemos de localizarlo en Talavera de la Reina; localizando así, la Lebura del Anónimo de Rávena, con la Libura carpetana de La Geografía de Ptolomeo.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de la Geografía de Ptolomeo; traducida por Ruscelli y editada por V. Valgrisi (Venecia, 1561). Al lado, portada del libro. Arriba, ciudades carpetanas y celtíberas; junto a Toletum vemos citada a Libora (Liborra). Abajo, urbes vettonas; destacan Norba (Cáceres) y Evandria (Talavera la Vieja). El autor confunde sus localizaciones considerando Norba (Cáceres) Alcántara junto al Tajo. Por su parte, deja sin reducir Evandria, que sitúa en las cercanías de Norba.
C-2. C) Ébura vettona en Talavera la Vieja; el estudio de Hermosilla con el anexo de José Cornice:
En nuestra cita (27) hemos resumido el importantísimo trabajo sobre Talavera la Vieja, que realizó Ignacio de Hermosilla y Sandoval. Un extenso y minucioso estudio, que incluía dibujos y descripción de sus ruinas; pero que el autor no llegó a ver publicado. Debiendo terminarlo su “discípulo”, José Cornice, quien añadió una adenda documental; donde habla principalmente sobre la localización de la Ebura carpetana, en Talaverilla. La historia de esta obra comienza en 1762, cuando Hermosilla inició a sus expensas un viaje para conocer en profundidad la población; pero, por su extensión, debió prolongar el trabajo durante años, en los que la visitó al menos dos veces. Finalmente, el opúsculo se ilustrará con numerosos dibujos, plasmando interesantes grabados sobre los hallazgos “viejo talaveranos”. Pero ese valioso catálogo de antigüedades de Talaverilla no vio la luz hasta 1796; siendo publicado por la Real Academia de la Historia (en su primer tomo de “Memorias”). Por lo que, habiendo fallecido Ignacio de Hermosilla en 1794, su edición final fue realizada bajo la supervisión de José Cornide de Folgueira y Saavedra; quien le añadió un anexo. El texto sintetizado de ambos opúsculos, lo recojo en la referida cita (27) ; y a continuación, presentaremos nuestro comentario sobre ellos:
Comenzamos por el trabajo de Hermosilla, donde su autor describe el lugar de Cáceres en que se halla esta población, junto al número de cien habitantes que por entonces tenía. Pasando a escribir: “Cerca de la villa empieza á verse por todas partes una infinidad de sillares de piedra berroqueña (de que abunda muchísimo todo el pais), los mas de quatro pies de largo, tres de ancho y dos de alto, algunos mayores, algunos con molduras y cornisas, y otros lisos. La puerta y esquinas de una ermita arruinada, que llaman de los mártires, á la entrada del pueblo, está hecha de estos sillares unidos muy rústicamente al resto del edificio, que es de ladrillo y barro; y aunque ya sin tejado ni techo, conserva quatro arcos góticos de muy mala construccion que lo sostenian. Delante de esta ermita hay un trozo de columna de un pie de diametro y seis de alto, de marmol blanquísimo y de grano tan fino como el de Carrara, con una cruz de hierro.” (27a) . Hemos de destacar que esta pequeña iglesia, sita a las afueras de Talaverilla; es donde se hallaba una “falsa losa romana” reaprovechada. Lápida que se considera inscrita en época cercana al siglo XVIII; cuando el cura y el alcalde del lugar, decidieron reedificar la referida iglesia (colocando en su interior el ara). Pieza “apócrifa” en la que se leía que allí estaba la Ebura romana, donde nacieron San Vicente y sus hermanas (santa Cristeta y santa Sabina). Afirmando el sacerdote y el regidor del lugar, que este sillar inscrito se había hallado en un patio del pueblo. Sobre la mencionada falsificación, diremos que -al parecer- fue hecha con el fin de fomentar el “turismo religioso”. Ya que hasta el pueblo se acercaban numerosos peregrinos procedentes de Guadalupe y de Yuste; por lo que era fácil identificar Talavera la Vieja con la antigua Ebura, donde la hagiografía de esos santos afirma que nacieron (aunque generalmente se considera que son originarios de Talavera de la Reina).
Sigue el texto de Hemosilla narrando cómo en las cercanías de Talaverilla halló un “verraco” de piedra berroqueña; a lo que hemos de añadir, que este hecho indica claramente que se trataba de tierras vettonas. Asimismo, afirma el autor, haber visto al menos dos cabezas de bovinos y porcinos, similares; colocadas en las fachadas de las casas. Para continuar mencionando la existencia de numerosas columnas (algunas estriadas) junto a infinidad de losas romanas inscritas; extendidas por todo el pueblo (27b) . Pasará más tarde a hablar de la losa falsificada, que ya hemos explicado; refiriéndose a ella con las siguientes palabras: “La de la let. O es una ara sepulcral de mármol muy destruida, de poco mas de un pie de grueso y dos de alto. Tiénela en su poder el mismo teniente cura, que dice la hallo en una pared del corral de su casa , y que la sacó á presencia de don Francisco Ayuso, presbítero ya difunto. Se venera mucho en aquellos pueblos esta piedra, y está reputada como una prueba de que Talavera la vieja es la antigua Ebura ó Elvora; y de que en ella nacieron y padecieron martirio los Santos Vicente, Sabina y Cristeta. No me detendré á exäminar esta opinion, pero me parece justo describir la piedra con toda la prolixidad que la observé. (...) Es, como dexo dicho, una ara sepulcral que primitivamente estuvo escrita en el lado opuesto al en que está hoy la inscripcion: la antigua que tuvo se advierte picada y borrada ” (27c) . Mas abajo, veremos en imágenes esos grabados que contienen los verracos y la citada lápida; aunque en la descripción de Hermosilla se advierte que él la considera una clara falsificación. Habiendo limado los lugareños las letras romanas que tenía originariamente, para escribir por el lado opuesto una “leyenda” donde dicta que allí estaba la Ebura en la que nacieron Vicente, Cristeta y Sabina.
De igual modo, el autor describe en su opúsculo el modo en que proliferan las antigüedades en Talaverilla; escribiendo: “En todos los corrales de los labradores y en muchos sitios del pueblo hay un número prodigioso de piedras, ya quadrilongas, ya quadradas, ya de otras figuras, cavadas para servir de pilas y pesebres á los bueyes y todo genero de caballerias : unas fueron trozos de columnas, otras piezas de cornisa, otras de friso, otras de arquitrabe; unas con molduras y otras sin ellas.” (27d) . Tras ello, nos da la medida casi exacta de la muralla, que dice haber revisado en sus zonas exteriores e interiores; anotando Hermosilla: “La muralla en circuito desde la barranca del rio por oriente, hasta dicha barranca por poniente, tiene quatro mil novecientos, veinte y nueve pies. Incluso el templo, atravesando por el mediodia hácia la muralla, desde el rio, hay mil quatrocientos setenta pies. De oriente á poniente por la calle real, de muralla á muralla, hay dos mil y setecientos pies.” (27e) . Las anteriores frases, indican el modo en que el “anticuario” había estudiado minuciosamente esos muros romanos de Talavera la Vieja. Los mismos en los que “increíblemente”, cien años más tarde, el juez de Navalmoral de la Mata halló adosada una losa, con la inscripción de Augustóbriga. Todo lo que vuelve a hacernos pensar que la aparición de esta lápida en 1877 no fue real, ni casual. Sino una posible falsificación, promovida por Fidel Fita; para identificar esta población con Augustóbriga, tal como había vaticinado años antes Hübner. Colocando “alguien” en los bajos de la muralla de Talaverilla, esa lápida escrita; para que fuera descubierta por el juez de Navalmoral, y -de ese modo- tener plena certificación sobre la autenticidad del hallazgo. Pareciendo increíble que tras siglos de visitas por parte de especialistas y después de que infinidad de sabios y estudiosos hubieran revisado estas murallas. De pronto, en 1887, apareciera adosada en sus paredes, aquel trozo de mármol que llevaba la palabra Augustóbriga.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: tres imágenes del libro de Ignacio Hermosilla “Noticias de las ruinas de Talavera la Vieja"; publicado dos años después de su muerte -sucedida en 1794- . Decíamos en nuestro capítulo anterior: este sacerdote extremeño, experto en antigüedades e Historia, viajó a Talavera la Vieja desde 1762, en numerosas ocasiones, con el fin de estudiar y catalogar los restos romanos que allí aparecían. Finalmente, su obra dedicada a la población y sus hallazgos arqueológicos, vio la luz en 1796; y en el primer tomo de las Memorias de la Real Academia de la Historia. Arriba, lámina 1ª del libro de Hermosilla, en la que recoge diferentes verracos y figuras de bovinos aparecidos en Talaverilla. Se observa que el A, el D y el B; pueden ser piezas vettonas. Mientras las esculturas claras, que enumera como C y E, parecen romanas (hechas en mármol). Al lado, grabado recogido como 5º en el opúsculo; donde recoge restos de columnas y capiteles. Abajo, el templo de Júpiter, publicado el su lámina 6ª. Podemos observar que se ha conservado y rescatado de las aguas, casi en el estado que estaba cuando lo vio Hermosilla.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dibujos publicados en el opúsculo de Hermosilla, donde se recogen las inscripciones halladas en Talaverilla. Abajo, detalle del ara de los Santos, tal como la publicaba este autor.
BAJO ESTAS LÍNEAS: dibujo mío del ara apócrifa de San Vicente. Como ya dijimos, su imagen fue publicada por César Pacheco (el mejor epigrafista actual de la zona), escribiendo sobre ella las palabras que habíamos recogido en nuestro capítulo anterior: “Desgraciadamente, a pesar de nuestros esfuerzos por localizar en la sacristía de la iglesia parroquial de Bohonal de Ibor, adonde fue a parar la pieza en cuestión una vez que desapareció el pueblo de Talavera la Vieja, y realizadas las averiguaciones pertinentes no hemos podido dar físicamente con ella para poder documentarla y hacer las consiguientes mediciones. Por tanto nuestra descripción se basa en fotografías a las que hemos tenido acceso entre ellas una que nos proporcionó A. González Cordero, profesor de Navalmoral de la Mata y arqueólogo que tuvo ocasión de estudiarla en su momento, a quien agradecemos esta deferencia”. Sobre esta pieza, Hermosilla refiere lo siguiente: "Se venera mucho en aquellos pueblos esta piedra, y está reputada como una prueba de que Talavera la Vieja es la antigua Ebura ó Elvora; y de que en ella nacieron y padecieron martirio los Santos Vicente, Sabina y Cristeta. No me detendré á exáminar esta opinión, pero me parece justo describir la piedra con toda la prolixidad que la observé". Concluyendo el autor que lucía una leyenda apócrifa, grabada sobre un ara romana; donde por el lado opuesto todavía guardaba restos de unas letras originales. Escribiendo: "se infiere con harta seguridad, que se puso esta inscripción sagrada después de haber el tiempo o el autor piadoso destruido la profana. Los doctos serán jueces del lenguage, estilo y demas calidades de la moderna". Las letras añadidas dictan:
"VINCENTIVS
SABINA ET
CRISTETA
IN Ac CIVITATE
EBURAE NATI
FVERUNT ET
VINCENTIUS INCLVS
IN CARC [ERE PAT.COE(LI)]”
Sigue Hermosilla hablando sobre las murallas de Talaverilla, en su zona exterior y desde la bajada al río Tajo; lo que demuestra que las había revisado concienzudamente, observando todos sus pormenores. Ya que decidieron llevar hasta el ayuntamiento del lugar, los restos y piedras importantes que iban hallando fuera las de casas. Pasará más tarde a describir los cimientos de los referidos muros y los restos del acueducto, que todavía se conservaban bien; haciendo llegar aguas del Tajo a la población (27f) . Realizando un minucioso catálogo de cuantas piedras romanas había en la población y sus alrededores; donde a continuación incluye la relación de columnas del edificio conocido por “La Curia” o el Templo de Júpiter. Del que relata: “En la extremidad de la villa que mira al norte han quedado mas visibles y sujetos á exámen otros fragmentos de estas antigüedades. El principal es un templo, cuyo zócolo y pavimento existe entero: por la parte que mira al mediodia se conservan en él quatro columnas, otra al oriente y otra al poniente, todas de tres pies de diametro (...) Todo el pavimento es de piedra berroqueña, de sillares de quatro y tres pies de largo, por tres y dos de ancho : se conserva íntegro por todas sus quatro líneas, y remata con una especie de cornisa ó cordon bien trabajado, sobre el qual cargan los pedestales de las seis columnas que subsisten” (27g) .
Más tarde, el estudioso describe las columnas adosadas a un silo y pertenecientes a otro edificio romano; por lo que aquellos restos de templo se conocieron como La Cilla (cuyas ruinas también fueron salvadas de las aguas del pantano). Momento, en que Hermosilla aprovecha de nuevo para exponer la “falsificación histórica” preparada con estas ruinas. Que fueron ligadas a la losa reinscrita, conservada en la Ermita de los Mártires. Diciendo el autor “Sirve pues de cilla este templo en la forma que está hoy, y creia todo el pueblo con su teniente cura, y aun toda la comarca, que la pieza o sótano que está debaxo del granero, fue la carcel en que fueron martirizados en tiempo de Decio los santos Vicente, Sabina y Cristeta. Que está allí el ecúleo ó potro donde los atormentaron, y que la rota bóveda sobre que estaban las gradas (que aun llaman la leonera) era el sitio donde los gentiles tenian encerradas las fieras para martirizará los christianos.” (27h) . Continua su trabajo, demostrando la inverosimilitud de cuanto se narra sobre aquel lugar, llamado “La Cilla”; negando que hubiera sido una cárcel donde estuvo preso San Vicente. Pasando a realizar, más tarde, un minucioso estudio de medidas y usos entorno a la construcción (27i) . Explicando su arquitectura y disposición; tanto como el número de columnas que debía tener. Para, finalmente, decirnos que en su mayoría debieron caer al río, ya que se halla en un alto sobre el cauce. Por cuanto, en los veranos muy secos, se llegaban a ver esos sillares romanos, que aún permanecían en las orillas del Tajo (27j) .
Terminará Hermosilla su exposición con las siguientes palabras: “Ademas de estos insignes restos de antigüedad, hay otros muchos que están ya muy desfigurados, y cada dia se van desvaneciendo á pesar de las providencias que para su conservacion se tomaron siglos ha. Referiré una de ellas, porque da bastante idea así de los edificios que hubo y ya no se ven , como de la estimacion con que se miraban (...) Los regidores y jurados de esta villa con los procuradores de la de Poveda y del Bodonal, hicieron en 14 de Abril de 1578 unas ordenanzas para su gobierno; y en 16 de Septiembre del mismo año las confirmó D.Juan de Zúñiga Abellaneda y Bazan, conde de Miranda” (27k) . Frases que demuestran como desde 1578 se han ido recogiendo restos y documentación sobre las antigüedades de este lugar; las primeras a instancias de Felipe II y del Conde de Miranda. Quienes ya dieron unas normativas para que se cuidasen y guardasen los indicios romanos que aparecieran. Por cuanto, vuelve a resultar muy extraño el hallazgo de una losa adosada en sus murallas, de la que nadie se percató hasta 1887. Ya que desde 1578 se venían estudiando y recogiendo las piezas antiguas, que aparecían en Talavera la Vieja.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes antiguas de Talaverilla, hoy hundida bajo las aguas. Arriba y al lado, fotografías que tomamos desde estudios y archivos del CESIC (al que agradecemos nos permita divulgarlas). En ellas, vemos el templo de Júpiter y su traslado; antes de que el pantano de Valdecañas inundase esta población-. Abajo, sello conmemorativo de Talavera la Vieja y su “Curia”, editado por Correos en 1974.
C-2. D) El opúsculo de José Cornice:
La segunda parte de la obra de Hermosilla, es un anexo escrito por Don José Cornide (apellidado Cornice del Folgueira y Saavedra); que comienza del siguiente modo: “En los fines occidentales de Castilla la nueva , se conservan hácia la Extremadura dos villas, llamadas la una Talavera de la reyna (...) y la otra Talavera la vieja , casi desconocida (...) el señor Hermosilla, á quien la noticia de sus ruinas llevó hácia aquellas partes en 1762, y á quien la abundante mies que halló entre ellas hizo repetir el viage en 1774. No obstante la mucha diligencia de este sabio antiquario, la del médico de Guadalupe don Francisco Forner, no menos aficionado que el señor Hermosilla á semejantes investigaciones, y la de nuestro académico el señor D. Antonio Ponz, que en uno de sus viages, con presencia de los trabajos de uno y otro, quiso reconocer por sí mismo el terreno ; hasta ahora ninguno de ellos ha podido descubrir entre tantas inscripciones, alguna en que se hubiese con servado memoria de qual hubiese sido el nombre de esta fuerte é ilustre poblacion (...) no hubiese podido descubrir documento en que se afianzase el antiguo nombre de este pueblo, que como se verá mas adelante, se habia empezado á formar un siglo antes sobre las ruinas del antiguo. Por esta razon y por la falta de documentos será preciso buscarlo por otro medio y tal será el de los geófrafos é historiadores antiguos y de la media edad, entre los quales se conservan menciones. Algunos de aquellos, y generalmente todos los de nuestro tiempo, convienen en que en el nombre moderno de Talavera, se contiene el de un pueblo conocido en Ptolomeo, Livio, Mela, Strabon y Estephano, con los de Ebura, Aébura, Líbora y Ebora” (27l) .
Tras esta introducción de enorme valor, donde Cornice expresa que aquellas poblaciones se llamaban indistintamente: Ebura, Aébura, Libora y Ebora. Sigue estudiando las diferentes Eburas que existieron en época prerromana (27m) ; donde en nuestra cita (27m.1) recojo como escribe: “que otras dos caian en la Lusitania y finalmente y por el ya citado Ptolomeo y Livio que Otra pertenecia á los carpetanos, region regada por el Tajo, limitada al oriente por la Celtiberia , al norte por los arevacos , al occidente por los vettones, y al mediodia por los oretanos, á la qual se deben reducir las dos Talaveras, vieja o de la reyna.”. Seguirá el autor identificando localidades, principalmente de los carpetanos; para añadir que Ptolomeo sitúa “nuestra Líbora ó Ebura en 9 grados y 40 minutos de longitud, y en 40 grados y 5 o minutos de latitud; pero de estas graduaciones pocas congeturas podemos sacar para determinar la situacion de este antiguo pueblo, y aplicarle á una de las dos Talaveras” (…) “por consiguiente la primera de las dos (Talaverilla) es la mas proxima á la graduacion señalada por Ptolomeo , como que se halla nueve leguas mas occidental que la segunda. Pero como en las graduaciones de aquel geógrafo, segun va dicho, hay tan poco que confiar, dexaré aparte este argumento, y en la falta de otro geógrafo que hable con individualidad de este pueblo, apelaré á la mencion que de él hace el príncipe de los historiadores romanos Livio, al darnos noticia de una batalla ganada en el año de 179 antes de la venida de Christo por el consul Quinto Fulvio Flaco contra los celtiberos, pues me parece que la descripcion del sitio en que sucedió esta batalla será el medio mas seguro de acercarse á la resolucion de aques ta duda.” (27m.2) . En este momento hemos de hacer un inciso, apuntando que aquí Cornide tiene un gran fallo, al confundir EBURA del Alentejo (Evora), con Talavera la Vieja. Siendo la identificación de Talaverilla, la de Evandria (ver imágenes anteriores).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes más de Talaverilla y el edificio de La Curia (propiedad del CESIC, y Biblioteca Miguel de Cervantes, a los que agradecemos nos permita divulgarlas). Al lado, en el Noticiario Turístico de 1966. Abajo, foto tomada por Paisajes Españoles.
A continuación, José Cornide pasa a resumir el texto de Livio (Lib. 40. XXX.; XXXI; XXXII y XXXIII), que antes hemos estudiado. Relatando como fue la batalla de Fulvio Flaco contra los carpetanos, llegando a la conclusión de que tuvo lugar en Talavera la Vieja. Afirmando que los carpetanos se hallaban escondidos en los campos de Bohonal de Ibor, mientras el general romano había tomado las llanuras de Talaverilla. (27m.3) . Advirtiendo que esta localización se demuestra al observar los llanos de ambas Talaveras; escribiendo Cornide: “Compárese ahora el terreno de Talavera la vieja con el de Talavera de la reyna, y se verá que en el primero ocupaba la poblacion romana un puesto elevado inminentemente á las corrientes del Tajo que por la parte del norte le hace inaccesible” (23m.4) . Añadiendo: “Por otra parte el terreno de Talavera de la reyna, (bien se estime fundado este pueblo en el sitio en que hoy se halla, bien media legua mas abaxo en la granja de la Alcoba, donde se han descubierto algunos vestigios de antigüedad) solo ofrece una extensa llanura á la margen derecha del Tajo, de mas de dos leguas de largo, y cuyo ancho no baxará de una” (27m.5) . Localiza definitivamente José Cornice, la Ebura conquistada por Fulvio Flaco, en Talavera la Vieja. Aunque, ante esta afirmación, hemos de añadir que este punto se hallaba en territorio de los vettones y no en la Carpetania. Tribus iberas que limitaban con el Tajo y el Alberche; por cuanto, sus fronteras se extendían hasta la confluencia entre ambos cauces. Es decir; Carpetania terminaba donde el Alberche une sus aguas con las del Tajo; siendo su línea de separación con los vettones, el lado Este del primer río y la margen Norte, del segundo. De tal manera, a mi juicio, la única posibilidad es que existiera una Ebura carpetana en las proximidades de esa linde entre ambas etnias. Debiendo situarse la mencionada urbe, en la desembocadura del Alberche, a su llegada al Tajo. Es decir, en un lugar cercano a la actual entrada a Talavera de la Reina (viniendo desde Madrid); después del moderno embalse de Cazalegas. Unión entre los dos cauces, hoy desaparecida por las aguas paradas en Cazalegas; y donde creemos estuvo la Ebura que conquistó Fulvio Flaco.
Continúa Jose Cornide, hablando de la Elbora visigoda; donde nacieron los mártires Vicente, Sabina y Cristeta. Recogiendo minuciosamente su hagiografía, para localizar esta Élbora; que debemos situar entre Toledo y Ávila. Concluyendo, tras analizar los datos sobre la vida y obras de estos mártires, que: “De lo expuesto resulta que las actas de santa Leocadia y san Vicente no son documentos por los quales se pueda decidir entre las dos Talaveras qual fué la patria de este último santo, y por consiguiente tampoco se puede determinar á que pueblo moderno se debe reducir esta Ebora, poco distante de Toledo y de Ávila,” (27m.6) . Después de esta disertación, habla Cornide del obispado de Aquis, separándolo de Talavera de la Reina. Una idea que modernamente no se admite; considerando los estudios más recientes que este Aquis se corresponde con el apelativo de “Aguas”, relacionado a la confluencia de ríos en esa ciudad toledana. Pasará más tarde el autor, a escribir una larga y poco acertada exposición sobre el nombre de Talavera; donde mezcla conceptos e Historia -confundiendo datos, aunque añade menciones de gran importancia- (27m.7) .
Seguirá Cornide tratando sobre lo que contienen las Relaciones Topográficas de Felipe II, redactadas en 1578; donde se da noticia acerca de Talavera la Vieja -ver (29) -. Recogiendo que en esas tierras se refugiaron numerosos moriscos; y mencionando como torre árabe, el castillo de Alija. Fortaleza, que -como sabemos- se hallaba en las cercanías de Talavera la Vieja, junto al paso que llevó hasta El Berrueco y Valdeverdeja, en tierras de Villar del Pedroso. Señalando el autor lo que esas Relaciones de Felipe II dictan acerca del lugar: “en esta villa no hay castillo ni casa fuerte ninguno, sino solo los edificios romanos que están en pie, y que en su jurisdicion está el ya dicho de Alija, que parece ser edificio morisco, é que ansi mismo hay en esta jurisdicion, en la ribera de Tajo á la parte de poniente, otras dos torres é casas fuertes que llaman el Casar blanco, é torre de Alonso, los quales edificios están arruinados y parecen ser obra de romanos, é que todos los quales dichos edificios étorres son de mampostería , é argamasa de piedra y cal” (27m.8) . Como hemos estudiado en anteriores capítulos, parece absolutamente incierto que el paso de Alija y su puente (llamado del Conde), fueran de origen romano. Aunque no queda descartado que ese castillo tenga una antigüedad bimilenaria, tanto como se considera vettón el Fuerte de los Castros (que se halla muy cerca, también en la margen izquierda del Tajo). Situándose todos ellos en el municipio de Villar del Pedroso, que sería donde -a mi juicio- permanece enterrada la verdadera Augustóbriga.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes del lugar donde estuvo Talavera la Vieja, en el embalse de Valdecañas. Arriba y abajo, el pantano en el Tajo; en la fotografía se observa lo que simula un llano, en que se elevaba la población hoy hundida bajo las aguas. Pese a esta apariencia de llanura, el área estaba rodeada de desfiladeros, por lo que consideramos que no se corresponde con el emplazamiento que Livo describe, al narrar las guerras de Fulvio Flaco. Al lado, los restos del templo de Júpiter (también llamado La Curia).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos más del antiguo emplazamiento de Talaverilla, hoy convertido en embalse. Al lado, el templo de Júpiter. Abajo, de nuevo el pantano, con la apariencia de un enorme llano; aunque la cuenca antaño era un profundo desfiladero y el río una sucesión de rápidos (a excepción de las orillas de Talaverilla).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, ábside de la iglesia de Bohonal de Ibor; población muy cercana a la antigua Talavera la Vieja. En la sacristía de esta parroquia se encuentra depositada el ara falsificada de los tres santos (Vicente, Sabina y Cristeta). A juicio de José Cornide, el campamento de los carpetanos estaba en las inmediaciones de Bohonal de Ibor; un punto que se halla muy cerca de Talaverilla, y en un alto. Pese a ello -a mi juicio- resulta imposible que la batalla tuviera lugar entre Bohonal y Talavera la Vieja; ya que eran tierras de la Lusitania vettona y no de Carpetania. A ello, se une el hecho de que el entorno estaba pleno de asentamientos vettones; sobre los que actualmente tenemos plena constancia. De tal modo, conocemos campamentos y fuertes de esa etnia lusitana, en los siguientes puntos: Las Herencias, Aldeanueva de Barbarroya (Azután, El Bercial); Vascos de la Jara (Navalmoralejo); Los Castros (Villar del Pedroso); Castillo de Alija (Villar del Pedroso); La Oliva (Villar del Pedroso).
Abajo; mapa trazado por mí, donde vemos los diferentes asentamientos vettones y el lugar donde Jose Cornide sitúa la batalla entre los carpetanos y Fulvio Flaco. Marcados con números, los distintos castillos y yacimientos vettones, que se conocen en: Las Herencias (1); El Bercial, Azután y Barbaroya (2); Vascos de la Jara (3); Villar del Pedroso (4); Ruinas de la Oliva en Villar (5); Fuerte de los Castros en Villar (6); Castillo de Alija (4). Marcado con una flecha roja y amarilla, el punto donde José Cornide sitúa el enfrentamiento entre romanos y carpetanos; en la bajada desde Bohonal hasta Talaverilla. Como podemos ver, resulta imposible que Fulvio Flaco se estableciera en Talavera la Vieja (la Ébura identificada por ese autor); pues se hubiera visto envuelto entre enemigos y rodeado de castros vettones. Además, al lado opuesto del Tajo, se situaban otros muchos; cercanos al de El Raso (bajo el actual pico Almanzor).
Continúa el anexo de Cornide, con las Relaciones Topográficas de Felipe II; cuyo extracto presentamos en cita (29) . Enumerando, en este caso, los restos romanos que describe el texto encargado por ese rey renacentista, que ya se interesó por las ruinas de Talavera la Vieja. Donde se mencionan numerosas inscripciones aparecidas en el lugar, terminando por decir: “unas manifestaban ser de Pompeyo, y otras de Julio César, y que asímismo demas de las dichas antiguallas habia otra que manifestaba haber sido esta poblacion muy insigne , y era haber al rededor de esta villa, y en la dicha ribera é terminos de esta villa, gran cantidad de rastros de lagares de aceyte, de donde se inferia que los acebuchales silvestres que hay en este término, eran en aquel tiempo olivares” (…) “en la ribera del Tajo, algunos vecinos andando plantando heredades , sepulcros antiguos, ésacado los huesos que dentro estaban, é que eran de tan inmensa grandeza, que los cascos de las cabezas se ponian los hombres en esta villa por capacetes” (27m.9) . Más tarde, Cornide menciona las inscripciones que se han hallado en Talaverilla, analizando cada una de ellas; sin que hayamos visto alguna en la que pueda leerse la palabras Augustóbriga -ni otras voces similares, que se refirieran a la ciudad perdida-.
Sigue el estudio de Cornide, con los datos que sobre este lugar aportaron Hermosilla, Francisco Forner y Ponz (27m.10) . Finalizando así su opúsculo, recogiendo menciones a las minas de plomo y plata cercanas a Talavera la Vieja -sitas en las proximidades de Villar del Pedroso-. Más tarde, relata la existencia de una ciudad perdida, llamada Bascos (Vascos de la Jara); donde muchos situaron Augustóbriga. Describiendo la riqueza en metales nobles, que proliferaba por la zona; donde sabemos que hasta hace no tanto hubo yacimientos de oro -en La Nava de Ricomalillo, y en Buenas Bodas- (27m.11) . Concluye el autor, para terminar: “Aunque lo dicho me parece suficiente para reducir la Aébura de Livio, la "Líbora de Ptolomeo, y la Ebora de las actas de santa Leocadia , al sitio que hoy ocupa Talavera la vieja , para excluirla de Talavera de la reyna” (…) “el objeto principal que he tenido en ofrecer las noticias de ellas á la academia y al público, ha sido para que comparándolas con las de Talavera la vieja pueda hacer juicio á qual de las dos pueda convenir mejor el antiguo nombre de AEBVRA aventuraré no obstante algunas conjeturas sobre qual pudo ser el de Talavera de la reyna, caso que el dicho antiguo nombre se aplique á Talavera la vieja.” (27m.12) . De tal modo, José Cornide, terminará con una disertación acerca del nombre de las Talaveras, relacionado con el prefijo árabe (TAL) que le añadieron los musulmanes.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de campos en las proximidades de Talavera la Vieja. Arriba y al lado, paisajes cercanos a La Estrella y La Nava de Ricomalillo (puntos famosos por sus minas de oro). Abajo, el Puerto de Arrebatacapas y sus altos, llamados Sierra de Altamira. Estos montes se sitúan detrás de Bohonal de Ibor; por lo que resulta impensable que en ellos perdieran la batalla los iberos, y menos del modo que narra Livio. Ya que al otro lado de estos puertos se hallan Guadalupe y Trujillo; lugares cercanos a las principales urbes lusitanas. Desde las que podrían venir infinidad de refuerzos, envolviendo a las legiones romanas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de Vascos de la Jara; ciudad perdida de origen ibero y que más tarde pudo ser Augustóbriga. Los restos que quedan de esta urbe, son principalmente árabes; pues tras La Reconquista, el lugar dejó de tener importancia estratégica, quedando abandonada. Aunque durante la dominación musulmana, fue un punto esencial de protección. Cuando en el siglo X se estableció una línea defensiva en el Tajo, para evitar que los cristianos pudieran entrar en Andalucía, atravesando Extremadura (cruzando el cauce). De este modo, después de la derrota en la Batalla de Simancas (año 939), los Omeyas deciden reforzar el Tajo, con el fin de crear un corte, que cubría desde Toledo hasta Alcántara. Para ello, se asentaron en Talavera de la Reina, en Vascos y Azután, en Alija y en el Fuerte de Los Castros (Villar del Pedroso). Por su parte, después de El Puente del Arzobispo, como el río se convertía en un desfiladero inexpugnable; por lo que desde ese punto, una vez defendido con castillos, no existiría el riesgo de que los cristianos cruzasen. Aunque más tarde, el peligro regresaba, cuando vuelven a ser mansas sus aguas. Por lo que levantaron una gran fortaleza en Al-Balat (la orilla fluvial de Almaraz), reforzando ciudades como Trujillo y Plasencia, junto a los castillos que rodeaban el Tajo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, los campos de Vascos de la Jara; junto a Navalmoralejo. Posiblemente, allí estuvo la Antigua Augustóbriga; aunque, como podemos ver en la fotografía, no es un lugar de paso, sino un punto defensivo y alejado. La urbe abandonada tras La Reconquista, está rodeada por el río Huso y el Tajo; de lo que acceder a ella tiene una gran dificultad. Esta orografía nos habla de que no podría ser un lugar de paso; menos una parada o mansio de una calzada (en la Ruta XXIV del Itinerario de Antonino). Por lo que consideramos más acertada la identificación de Augustóbriga con Villar del Pedroso; a medio camino entre Guadalupe (Mérida) y Toledo. Abajo, la bajada desde Villar del Pedroso hacia el punto donde estaba Talavera la Vieja. En estos parajes (en imagen), sitúa Cornide la batalla entre carpetanos y romanos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos vistas más de los altos que dominaban Talavera la Vieja. Es una pronunciada cuesta, que baja desde Villar del Pedroso y llega hasta las aguas donde permanece hundida la ciudad, que identifican con Agustóbriga. Recorriendo la zona, se observa que el punto más alto y de vigía, es el que hemos fotografiado; sito sobre la antigua Talaverilla. Sin tener gran visión, el terreno Bohonal de Ibor, queda al Este y en una zona demasiado cercana para haberse establecido un campamento enemigo. Ya que los iberos debían enfrentarse a tropas paradas en Talaverilla. Es decir, en caso de que Fulvio Flaco hubiera creado su cuartel en Talavera la Vieja; los carpetanos no podrían haberse establecido en un punto tan próximo, como es Bohonal. Siendo el lugar ideal para hacerlo, los alrededores de Villar del Pedroso; a unos quince kilómetros de Talaverilla. Pese a ello, es imposible pensar que en este lugar lograsen asentarse los romanos; casi veinticinco años antes de que comenzasen las Guerras Lusitanas. Ya que en el 179 a.C., aquellas márgenes del Tajo eran tierras de vettones; una de las tribus lusitanas (conservando el poder pleno del área y llegando hasta el Algarve).
D) Final: la Ebura Carpetana y la Ebura vettona
El estudio de José Cornide, plasma un gran esfuerzo por localizar la Ébura (Aibura) conquistada por Fulvio Flaco. Aunque nuestra conclusión, es que su reducción a Talavera la Vieja es errónea. Todo lo que podemos justificar por numerosas razones: Primero, desde el punto de vista histórico; ya que -como hemos resaltado antes- las Guerras Lusitanas, no comienzan hasta el 155 a.C.. Por lo que en el 179 a.C., esa parte del Tajo estaba bajo el dominio pleno de los Vettones; y no eran de la Carpetania. En segundo lugar, porque aquel punto era un paso de enorme importancia. Tanto, que allí se refugiaba Viriato; ya que esas lindes cerraban la entrada a Lusitania, por el Este. Debido a que si un enemigo cruzaba el Tajo en esta zona, podría alcanzar las tierras principales de los lusos. En tercer lugar, es imposible que en Talaverilla se localizase la Ebura conquistada por Fulvio Flaco; porque este punto estaba perfectamente protegido, entre desfiladeros del cauce y rodeado por numerosos castros iberos. Destacando los del Tiétar, cercanos a El Raso y los próximos a Villar del Pedroso (Vascos, Alija, Los Castros, La Oliva etc). Es decir, que si Fulvio Flaco hubiese establecido su cuartel general en Talavera la Vieja; se hubiera visto rodeado por infinidad de campamentos vettones. Finalmente, la localización de la Ebura carpetana en esa Talaverilla, tiene un problema territorial insalvable; resultando imposible que después de las fronteras de Lusitania (marcadas por el Tajo), hubiera una urbe carpetana.
Sin desear menospreciar la gran obra que José Cornide dejó y que tristemente ha quedado en el olvido (27m.13) . Realizaremos algunas correcciones a su anexo sobre el estudio de Hermosilla; pues ya advertimos antes que la Ebura de los carpetanos, nunca pudo localizarse en tierras de los vettones. Por lo tanto, hemos de reducirla en un lugar muy cercano al que Ptolomeo marca como Libora. Mencionado por el Anónimo de Rávena, con el nombre de Lebura (sito entre Augustóbriga y Toletum). El mismo que otras fuentes citan con el nombre de Aibora, Ebura y Elbora; debiendo situarse en proximidades de la actual Talavera de la Reina. Aunque al tener que ubicar esa Ebura (conquistada por Fulvio Flaco) en tierras de Carpetania; había de estar en la confluencia de los ríos Alberche y Tajo (margen Este). Pues la frontera entre ambas tribus, se marcaban por ambos cauces; quedando los Carpetanos al lado derecho de sus orillas. Aunque, a la atura de Montalbán, la linde ya no continuaba por el Tajo y seguía hacia el Sur, separada por los Montes de Toledo (ver imágenes). Asimismo, consultando fuentes clásicas y leyendo a Cornide; parece evidente que hubo una Ébura carpetana y otra del mismo nombre entre los vettones (además de la Ebura lusitana; hoy capital del Alentejo). Debiendo identificarse la vettona con Evandria y localizarse en Talavera la Vieja; mientras la Ebura carpetana se elevó junto a Talavera de la Reina. Siendo esta última la que conquistó Fulvio Flaco, en el año 179 a.C.. Que debemos reducir en la unión del Alberche con el Tajo (en su lado Oriental). Es decir, en un lugar cercano a lo que hoy es Cazalegas; aunque más próximo a la ciudad toledana (ver mapas, a continuación). Por todo ello, creemos que el alto donde se asentaban los campamentos iberos, era el actual Montearagón; sito a unos quince kilómetros de la confluencia de ambos cauces. Existiendo en ese lugar una gran colina, que domina el enorme llano que se extiende entre la ciudad talaverana y este punto elevado; cercano a Cebolla y donde -a mi juicio- se parapetaron los carpetanos.
Así pues, lo que hemos deducido cuadra y encaja con cuanto relata Livio, acerca de las guerras de Fulvio Flaco, en el año 179 a.C.. Cuando el magistrado se habría establecido en la Ebura carpetana, junto a la desembocadura del Alberche. Presentando batalla a los que veían invadidas sus tierras; luchando en la llanura que se extiende entre Montearagón y Talavera de la Reina. Mientras los carpetanos permanecían acampados en la zona de altos que van desde Cebolla a Montalbán. De tal modo, cuando los romanos vencen envolviendo a las huestes iberas; avanzarían hacia La actual Puebla de Montalbán, tomando finalmente rumbo a Cuerva. Ya que en los altos de Montalbán se situaba la frontera con los vettones. Más tarde, en la actual Cuerva -población que conservaría el nombre- pararía Fulvio Flaco para atender y dejar a sus heridos. Dirigiéndose posteriormente hacia una urbe celtibérica que había conquistado dos años antes, llamada Conterbia Cárbica (Villasviejas de Huete, Cuenca).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres mapas diseñados por mí, con las localizaciones que venimos estudiando. Arriba, las fortalezas y castros vettones que rodeaban el Tajo, a la altura de Talavera la Vieja. Al lado, las fronteras entre Carpetania y la Lusitania Vettona. Vemos en este plano la situación de la Ebura carpetana, en la margen Este de la desembocadura del Alberche con del Tajo. Abajo, mapa general de Carpetania y la Lusitania Vettona (marcada en amarillo). Asimismo, señalamos otras fronteras en rojo; y con una línea negra, el viaje de regreso de Fulvio Flaco, después de la victoria.
Marcadas con una estrella, de Este a Oeste; las urbes ibéricas de:
-Conterbia Cárbica (Huete, Cuenca)
-Cuerva (Toledo)
-Toledo capital.
-Ebura carpetana (junto a Talavera de la Reina, cerca de Cazalegas). En sus proximidades, he marcado con un rombo el lugar donde se habría producido la batalla entre Fulvio Flaco y los carpetanos.
-Caesaróbriga, Elbora, Aquis; Talavera de la Reina y Talavera la Nueva.
-Ebura vettona (Talavera la Vieja)
-Norba Cesárea (Cáceres)
BAJO ESTAS LÍNEAS: El mapa anterior, con las poblaciones antiguas y actuales, mejor señaladas. Vemos marcados en azul, los ríos Alberche y Tajo, que actuaban como frontera Este-Oeste entre los carpetanos y los vettones. En rojo, los límites territoriales de los lusitanos, los vettones, los oretanos y los celtíberos. Marcamos en Talavera de la Reina la Elbora visigoda y la Ebura carpetana; mientras vemos la Ebura vettona (Evandria) en Talavera la Vieja.
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Este fue el capítulo SÉPTIMO
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Además:
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